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Mensaje  ιzzy нale Miér Dic 05, 2012 2:49 am




Lucretia Garroway
as: Lucretia Dánae Garroway
● 23 años # Ex Miembro de la Casa de Ravenclaw # Alquimista # Nightcrawler # Sangre Pura
[ Está con Gaspard O'Delle ;; En Afganistán ]

– Teníamos un trato, Iago… – Mantuve la mirada clavada en el hombre que se encontraba delante de mi, con una expresión cautelosa, cuando hable en persa afgano. A mí alrededor reinaba un ambiente sobrio, pero lleno de júbilo… un estilo bastante común dentro de las tabernas. – Así que, si quieres que mantenga los términos de nuestro acuerdo tal y como pactamos… más vale que cumplas con tu parte. – A pesar del tono etéreo con el que me dirigía, interiormente rebosaba de satisfacción al darme cuenta de que mis palabras lentamente empezaban hacer efecto en la mente de aquel ladrón de pacotilla. – ¿Y bien…? ¿Has conseguido lo que todo pedí? – inquirí, observando distraídamente las uñas de mi mano, aguardando pacientemente escuchar los detalles respecto al encargo que le había echo. Si hay algo que odio en esta vida es que me hagan perder el tiempo. – Señorita Garroway, usted me conoce… llevo años sirviendo a su familia, respeto a su padre tanto como usted. Le aseguro que soy un hombre de palabra, y no pretendo darle una mala impresión respecto a lo eficiente que puedo ser brindando este tipo de servicios. Créame, eso es algo que no estoy dispuesto a permitir – “Eficiente”“bueno eso ya lo veremos” reflexioné mentalmente, ocasionando que mis labios amagaran una sonrisa burlona ante sus aduladoras palabras. – Lo prometido es deuda, mi lady. Por lo tanto, espero que quede satisfecha con los resultados y no ponga en tela de juicio la eficacia con la que me he valido para ser merecedor de su confianza… – Deje aun lado la tarea que había iniciado hace unos segundos para mirarlo directamente a los ojos y darme cuenta de lo nervioso que se ponía con cada minuto. La poca luz que emanaba de las velas encargadas de iluminar la taberna me permitió examinar detenidamente aquel rostro feúcho y surcado de arrugas, ataviado con una kufiyya. – Tan halagador como siempre, querido Iago… – repuse con una elocuente falsedad y sin dejar de dirigirme a el en persa afgano. Gracias a la fluidez con la que me expresaba era imposible que hombres como Iago se dieran cuenta de la ironía que, comúnmente disfrazaba en mis propias palabras para que sonara de una manera convincente. De manera que al ver que esbozaba una tímida sonrisa agradeciendo silenciosamente… “cumplido” hacia su persona, pretendí verme modesta. – Es por eso que no quisiera verme decepcionada de tus servicios… – le dije claramente, dejando de lado la elocuencia y dedicarle una mirada que dejaba entrever lo que le pasaría si me fallaba. – ¿Tuviste problemas? – inquirí, en un tono carente de emoción, pero que exigía tener una respuesta. – Ninguno, mi lady, se lo aseguro… – dijo él aun mas nervioso que antes, sacando una pequeña bolsa color marrón, la cual supuse que contenía los frascos con veneno de acromántula y las hojas de tentacula venenosa y, que no dudo en entregarme. – Buen trabajo, Iago… – dije examinando el interior de la bolsa y así poder sacar un pequeño frasco que hice girar entre mis dedos para observarlo con detenimiento, asegurándome que realmente fuera el veneno de acromántula y que, al cabo de unos segundos terminé por guardar. – Espero que esto sea suficiente para pagar tu eficaz servicio. Además de la piel de serpiente arbórea africana que he conseguido para ti, por supuesto... – dije lanzándole una pesada bolsa con una fuerte cantidad de oro que no dudo en atrapar y maravillarse con ojos codiciosos. – Esto es más de lo que puedo pedir, mi lady... no tengo palabras para agradecer su valiosa generosidad – respondió con una sonrisa de oreja a oreja dejando a la vista unos dientes amarillentos. – Cualquier cosa que necesite, estoy a su servicio, mi lady. Y, por favor envíele mis saludos a su padre. – dijo levantándose torpemente al tiempo que me levantaba con la clara intención de marcharme. – Así lo haré. Fue un placer hacer negocios contigo, Iago… – Y así… con una educada y cortes inclinación me dispuse abandonar la taberna llamada “las ánimas”.

A medida que caminaba y me adentraba en el mercado negro, entraba y salía de los boticarios que me encontraba en el camino, comprando diversos ingredientes, unos más indispensables que otros, pero igual de importantes. Sin embargo, hubo un momento en el que al salir de una vieja tienda de antigüedades sentí que era observada… ¿por quién? no sabría responder aquella pregunta por más que lo deseara… la sensación de ser observada se volvía cada vez más persistente con cada paso que daba. No era la primera vez que un maldito sinvergüenza trataba de pasarse de listo… y me atrevo a decir que no le fue muy bien a ese pobre infeliz. Mientras no se trate de ningún funcionario encubierto del Ministerio de Magia, no tendría por que haber problema. No había necesidad de voltear para cerciorarme de que aquel extraño me seguía con la mayor discreción que le era posible, por lo que intenté ganar tiempo y perderme entra la gente con la mayor naturalidad… aquella maniobra resulto perfectamente provocando que la intriga y la satisfacción revoloteara en mi interior como una ave extendiendo sus alas. De manera que al dar la vuelta en un callejón desolado y oscuro, cubrí cuidadosamente mi rostro con la capa azul escarlata que llevaba encima, aguardando a que aquel extraño cayera en la trampa. Al verlo ingresar al callejón… no pude evitar sonreír débilmente… por lo que actué de manera rápida limitándome desarmarlo exitosamente con un “Expelliarmus” no verbal, provocando que su varita saliera despedida por los aires y fuera a dar a mis manos. Sin darle tiempo de actuar, me ubique justo detrás, desenfundando el puñal de mi tobillo y tomándolo fuertemente del brazo para hacerlo girar y estamparlo duramente contra la pared del callejón en el que nos encontrábamos, impidiendo que me viera directamente a la cara. – ¡Quieto! No intentes nada o será peor para ti… – lo previne tirando de su cabeza hacia atrás para darle entender que esto no era ningún juego. – Escucha con mucha atención lo que te voy a decir... si haces cualquier movimiento en falso, te atravesare la garganta de un modo tan rápido que no tendrás tiempo de gritar. Así que no intentes pasarte de listo conmigo ¿te quedo claro? – advertí quedamente sin dejar de apuntarle al cuello con el puñal que sostenía fuertemente en mi mano. – Ahora dime… ¿Quién eres y que es lo que quieres? – inquirí con firmeza a la espera de obtener una respuesta al por qué me estaba siguiendo.
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Mensaje  ιzzy нale Miér Dic 19, 2012 12:32 am

»Gaspard O'Delle
gaspard hugo o'delle
[ dpt de coop. magica, ex-slytherin, sangre pura, nightcrawler ]
» con Lucretia Garroway en Afghanistán

[ # ] Lucretia Garroway  Tumblr_mf024vD5wx1rn7o6i


“Vera, joven O’Delle, que los secretos que esconde esta adorada tierra de afganos son, simplemente, exquisitos.”

Arquee la ceja ante tal comentario, observando alrededor del lugar con una mirada perspicaz y fija en las figuras que pasaban a mi lado. Khali, el hombre Afgán de estatura mediana, jorobado, de un aire malicioso, desconfiable del cual capte en cuanto me reconoció. Mi padre había tratado con el en varias ocasiones, y Khali estaba simplemente ‘eufórico de tratar con el mayor de los O’Delle, o si, era un gran honor, él estaba a sus ordenes y era un fiel ciervo de su adorada familia’. Un idiota, pero un idiota que servía por el momento.

Nos adentramos a los pasadizos del mercado negro que se encontraba a la mitad del pueblillo. Note como la entrada de luz disminuía un poco, pero poco ayudo a bajar el ardiente y áspero calor que inundaba la villa esa tarde. No que me percataba de ello – ya llevaba bastante en el Medio Oriente como para saber que clase de hechizo era necesario para este tipo de áreas áridas. De hecho, curiosamente ahora se cumplía el segundo o tercer aniversario de mi casi interrumpida estadía en esta área de Asia. Solo regresaba a Inglaterra por razones de alta importancia, tales como urgencias, o para pasar las celebraciones decembrinas al lado de mi madre y hermana; aunque admitía que el año pasado, evite ir por razones las cuales no deseo recordar en este momento o en alguno próximo.

- Conozco muchos secretos de tu tierra, y todos palidecen ante lo que estoy persiguiendo, Khali – no trates de distraerme con joyas o tesoros, ni el oro mas brillante es tan atractivo o seductor para mi como es el objeto que busco.” -
El conocimiento, eso era lo que yo buscaba. Más específicamente un pergamino antiguo, perdido en el tiempo desde la época de la famosa reina Egipcia Nefertiti, el cual - según la leyenda – contiene secretos de los sabios brujos de esa época, misterios de magia obscura tan poderosa y peligrosa, que solo podía ser leída, y no aprendida ni mucho menos recordada. Yo, por supuesto, lo dudaba. El mitológico pergamino había sido visto en varios lugares desde entonces: Egipto, Grecia, la India, Irán, Iraq, y finalmente, Afganistán. La carrera por encontrar su escondite o cualquier pista que indicara su existencia era tan peligrosa como la búsqueda del Sangre Real fue para los caballeros de la mesa redonda del Rey Arturo: una sigilosa competencia en la cual los jugadores siempre cambiaban su estrategia, sacando uno por uno a sus contrincantes sin una gota de culpa.

Y precisamente por eso me encontraba caminando entre un mercado de vagabundos, ocultando mi identidad con una capa tan obscura como el carbón – la siguiente jugada en este tablón de ajedrez estaba de mi lado, y no pensaba desaprovecharla.
Caminamos por unos segundos mas, el fanfarroneando de cualquier idiotez mientras yo veía con poca indiferencia los altos techos de las casas de adobe. No lo admitía a voces, pero el Medio Oriente tenia una magia única, misteriosa, bastante atrayente. Telas finas, de colores nítidos y lívidos colgaban de las ventanas. Joyas valiosas, diamantes brillantes, rubís de un carmesí profundo adornaban los estándares de mucho de los boticarios. Mujeres cubiertas de pies a cabeza se hacían camino entre los estrechos corredores, junto con niñitos con trapos sucios por el polvo jugaban a su alrededor. Era exótico – bello en su manera propia y única.

Fue entonces que lo vi – tan solo alcance a distinguir el vuelo de la capa al doblar y la sombra de si silueta, pero me extraño bastante. Ese tipo de tela no era nada común en esta parte del mundo, y el bordaje a la orilla de la falda tenia influencia celtica. Esa joven era extranjera, y si mi memoria no me fallaba y el calor no me estaba jugando una mala broma – sabia perfectamente de quien se trataba.

Pero, no…no podía ser. Tenia que ser una ilusión, un espejismo, no seria la primera vez. Aun así, no podía dejarlo pasar.
Me escabullí del Afgán sin decir media palabra, adentrándome en el laberinto del mercado. Estaba tan alterado, que no note que prácticamente la estaba siguiendo tal y como seguía a mis victimas, aunque por lo usual trataba de evitar acosarlas a plena luz del día. No me preocupo, sin embargo. Si era ella, seguramente ya había presentido algo y estaba ideando algún plan para enfrentarme tarde o temprano. No tenia que enfocarme en sacarla de ahí – ella lo haría por mí. Sonreí sin poder evitarlo. Era de lo más lógico e inteligente – exactamente lo que Lucretia haría.

Sin embargo, no podía decir que no me sentía alterado, y ciertamente no en mis cinco sentidos. La emoción de tal tipo de anticipación y la maldita esperanza eran demasiados para controlar. Emociones que pocas veces sentía, si es que en alguna desde que decidí salir de Inglaterra. Tanto así, que al doblar y encarar a un callejón desolado, simplemente no la vi venir.

– ¡Quieto! No intentes nada o será peor para ti… – Trate de decir algo, de pensar, de actuar, pero la impresión me paralizo por un momento. Eso, mas la fuerza con la que me tenia contra la pared – ¿como demonios tomó mi varita sin darme cuenta? – Escucha con mucha atención lo que te voy a decir... si haces cualquier movimiento en falso, te atravesare la garganta de un modo tan rápido que no tendrás tiempo de gritar. Así que no intentes pasarte de listo conmigo ¿te quedo claro? Ahora dime… ¿Quién eres y que es lo que quieres? –.

- “ Hieres mis sentimientos, querida. Uno pensaría que te has olvidado de mi.” – Murmure lo suficientemente alto y grave para que ella solo me escuchar, una curva formándose en mis labios hacia el lado. – “Aunque debo de admitir que no estoy exactamente molesto por este tipo de encuentros…pero si me gustaría mantener mi dignidad, y mi garganta, si así lo deseas, pequeña Lucretia.” – No pude evitar soltar un poco de picardía en mis palabras, justo en el momento que jugué mi movida. Me desaparecí en el instante, liberándome de su trampa, y reaparecí justo detrás de ella. En un pestañeo de ojos, la tome del brazo con cierta firmeza, haciéndola girar con una gentileza que ya era extraña en mi persona.

“Eres tu…”- la observe fijamente, sin lograr soltarla, completamente estupefacto ante su presencia. Pase mi mirada por su cabello negro azabache, su piel tan blanca que uno diría que nunca ha visto el sol, y sus ojos – esos ojos que me atormentaban en mis más dulces sueños. Pero su mirada…había algo distinto, algo que no colocaba. No importaba, no ahora – estaba ahí, conmigo. - “Lucretia…vaya sorpresa. De haberlo sabido, hubiera vestido mejor. Tal vez con una espada, o un hechizo protector mas poderoso, ¿no te parece?”- Bromee sin pensarlo, luchando mentalmente con el impulso de abrazarla fuertemente contra mí. Tales impulsos ya no eran dignos, mucho menos merecidos, y aunque no lo admitiría, temia su reacción mucho mas de lo que esperaba.

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