[ # ] Gwen Rosenstein

 Abro los ojos de golpe mientras frunzo el ceño y clavo la mirada en un punto inexistente de la habitación. Mi corazón palpita con fuerza y la cabeza me duele en proporciones descomunales que apenas soy capaz de describir. Siento un brazo que me cae pesado alrededor del cuerpo, y cierro los ojos con pesadez para luego voltear el rostro y ver a una chica rubia que duerme en mi cama semidesnuda. En realidad, no me sorprende que esté ahí pero que esté “abrazándome” posesivamente  si es algo que me molesta. Muevo su brazo con cuidado,  me levanto de la cama; cojo el bóxer negro y me voy directo al baño. Entro en la ducha y suelto un suspiro prolongado mientras el agua comienza a caer sobre mi cuerpo, cierro los ojos y rebusco en mi memoria lo que sucedió la noche anterior: recuerdo que estaba en un bar muggle, a pocas cuadras del piso donde vivo, ya habían pasado varias copas de tequila y vodka cuando la chica de al lado de mi cama aparece. Entonces rebobino un poco: ¡es muggle, joder! En la encimera de la cocina tenía un montón de cosas del trabajo, y mi varita de seguro que está por ahí suelta en cualquier rincón. “Que te den. De última, le hago un Obliviate y asunto solucionado”

Después de la ducha, vuelvo a la habitación y miro a la chica. – Ey, preciosa. – le digo mientras me siento en la cama y muevo un mechón de su cabello. Ni siquiera sé su nombre, y es mucho más patético. – No quiero ser grosero, pero… deberías irte. – le digo sin dar explicaciones. No podía tenerla todo mi día libre en la casa, además planeaba ir a la feria medieval de Hogsmeade, quizás visitar a Amy en el trabajo. La rubia abre los ojos y suelta un suspiro al verme. - ¿Ya? Quisiera quedarme un poco más. – ronronea la chica y pongo los ojos en blanco. – Otro día… - tal vez en mil años. – anda. Te daré dinero para el taxi cuando termines de vestirte.

Me tomó más tiempo del que pensaba el hecho de levantar a la muchacha que usurpaba mi cama, pero cuando finalmente se fue (no sin antes plantarme un beso que me hizo abrir los ojos debido a la sorpresa) cerré la puerta y me dirigí al lugar donde tenía preparado mi atuendo para el festival. Termino de vestirme con todo el fastidio del mundo por la estúpida armadura del brazo y frunzo el ceño mirándome en el espejo.

Es entonces cuando suena la puerta. Parpadeo volteando el rostro en dirección a la entrada y suelto un suspiro “No, no otra vez” pienso pensando que quizás sea la chica que se fue hacía horas atrás. Camino hacia la puerta, arreglándome la muñequera. – ¿Te has olvidado las...? – me quedo de piedra cuando abro la puerta y veo del otro a Gwen. “¿Pero qué mierda?” pienso frunciendo el ceño. “No, no puede ser”. Hace casi diez años que no veía a Gwen Rosenstein, no desde que había decidido cortar todo lazo con la familia suya después del accidente en Budapest. Me había prometido que mi misión desde la muerte de él iba a ser cuidar de su hermana pequeña, sabiendo lo importante que era para él, pero no pude cumplir la promesa, porque estar con su familia me hacía sentir endemoniadamente culpable de lo que había pasado.

Respiro profundamente y alzo una ceja. - ¿Gwen? – Digo visiblemente sorprendido... - ¿Qué... qué haces aquí? ¿Ha pasado algo? – espeto sin querer ser brusco ni nada por el estilo, pero simplemente me había salido así. Respiro profundamente y trato de concentrarme un poco, aunque me lo hace bastante difícil. La miro rápidamente para asegurarme de que está bien. “Bueno, físicamente no parece tener nada” me digo a mí mismo aliviado. - ¿Cómo supiste que vivo aquí? – le pregunto con cierto recelo. Había hecho hasta lo imposible por mantenerme alejado de ella, y que se apareciera así como así, no estaba en mis planes. Definitivamente no. “Vaya que ha cambiado” me dice mi mente, y sin poder evitarlo sonrío de costado. La última vez que la había visto ella tenía quince años y fue en el funeral de su hermano. No me sentía cómodo con el hecho de que ella estuviera en mi apartamento. No puedo creerme que haya cambiado tanto... sacudo la cabeza y alzo una ceja esperando una respuesta. "No puedes meterte en su vida, recuérdalo" me dijo mi mente.