[ # ] Giulia Farnese

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Suspiré quedamente, masajeándome ligeramente la frente con la yema de mis dedos, tomándome un pequeño respiro de cinco minutos, puesto que ya estaba empezando a sentir la vista cansada, aún con los lentes. Llevaba cuatro semanas sin poder dormir por diferentes motivos, y poco a poco la falta de sueño comenzaba a hacer mella en mí. La principal razón que me impedía dormir por las noches era por que me sentía intranquila, inquieta. Después del incidente en el sótano del edificio en el que Jamie y yo vivíamos, estaba considerando seriamente la ‘posibilidad’ de nuevas opciones rentables, pero… ¿a dónde? ¿de regreso con mis padres? No, definitivamente volver con mis padres no era una buena opción, a pesar de que adoraban a su nieto con todo el corazón, nosotros ya teníamos ‘parte’ de nuestras vidas hechas, una rutina, por decirlo de alguna forma. Probablemente esté exagerando, pero primero que nada, esta la seguridad de mi pequeño, y que como madre, me preocupa en demasía. Pero ahora que el dueño del edificio contrató una empresa de seguridad, tal vez, pueda sentirme más tranquila sabiendo que el edificio esta siendo vigilado las 24hrs del día. Haciendo una breve pausa a mis pensamientos, mi vista se desvió hasta posarse en el pequeño ‘portaretrato’ con una fotografía de Jamie y mía, en la que mi pequeño aparecía rodeándome por detrás con sus pequeños brazitos y sonriendo felizmente; al recordar el momento en que nos tomamos esa fotografía durante un día de campo que organizamos en Central Park, una mirada de alegre nostalgia y una sonrisa impregnada de cariño maternal se hizo presente en mis labios, antes de retomar el trabajo pendiente. Sin excepción alguna, todos mis compañeros de trabajo habían faltado a sus labores debido a una fuerte intoxicación por comida que sufrieron en la inauguración de un restaurante griego del Soho, durante el fin de semana. Todos los que trabajamos para el Señor Grey en su empresa fuimos invitados, pero por motivos personales, rechacé ir. Ese día, le había prometido a Jamie que iríamos al cine a ver la película de Marvel y de ahí a cenar al barrio chino.

Para ser lunes, el lugar estaba sumido en completo silencio, el cual solo era roto por los tecleos que hacia en el ordenador, antes de imprimir los documentos y el sonido de la engrapadora al engrapar algunos impresos. Tenía todo prácticamente listo para la llegada de los inversionistas asiáticos, sabía cuan importante era para mi jefe, convencerlos de apoyar el proyecto de bocas de riego. Para ser sincera, nunca he dudado de las buenas intenciones del Señor Grey, y este proyecto solo confirma que en el fondo es un buen hombre, a pesar de su faceta de ‘jefe insensible’ como muchos de mis compañeros lo catalogaban. Alcé la mirada de la pantalla al escuchar la voz de mi jefe, la cual, me tomó ligeramente por sorpresa, al oírle decir que los inversionistas habían vuelto a cancelar la reunión, hecho que me hizo volver suspirar quedamente por segunda vez en el día, agachando por unos segundos la mirada. – Cabía la posibilidad de que esto pasara, señor Grey, ¿recuerda que se lo comenté? – Hice una pequeña pausa antes de continuar. – Hay quienes dicen que hoy en día, el clima, no tiene palabra de honor. – expresé quedamente, pero lo suficientemente audible para que él me escuchara. En cierta forma, buscaba la forma de… ¿tranquilizarlo? a base de palabras, aunque… francamente, no estoy muy segura si esa sea la palabra correcta. – De todas formas, me ocuparé de cancelar las reservaciones en el ‘Masa’ y pasarlas para el día de mañana. Por supuesto, solo si usted sigue de acuerdo, señor Grey. – Tal vez, mi jefe había cambiado de opinión con respecto al restaurante donde se daría una cena en honor a los inversionistas asiáticos, por esa razón esperaba cualquier indicación de su parte antes de limitarme a cualquier otra cosa.

Por un cortísimo instante, mis ojos reflejaron una ligera sorpresa, aunque supe camuflarlo con discreción; normalmente, el señor Grey, solo se limitaba a darme indicaciones con respecto al trabajo y ocupaciones como su secretaria. De hecho, en estos dos años que llevo trabajando para su empresa, nunca ha dicho más de lo estrictamente necesario, es por eso que me sorprende solo un poco que hable expresamente conmigo, pero al ser su secretaria, de entre todos sus empleados, era quien tenía un ‘trato’ más directo con él. – La razón de su ausencia, señor, se debe a que todos en la empresa sufrieron una fuerte intoxicación en la inauguración del restaurante griego en el Soho. Según los reportes, la comida se encontraba en muy mal estado, pero el Departamento de Sanidad, después de lo sucedido durante el fin de semana, tomó cartas en el asunto y ha clausurado el restaurante. – me expliqué lo mejor que pude, colocando nerviosamente un mechón de cabello detrás de mi oreja, cuando entonces recordé lo que estaba a punto de hacer una vez que terminara de imprimir y archivar. – Justo aquí tengo la lista de trabajadores que se reportaron enfermos, hasta el día de mañana, señor Grey. – busqué entre las carpetas que estaban hasta arriba del escritorio, en donde también había anexado algunos ‘memorándums’ antes de hacérselos llegar. – ¿Desea supervisarla, señor? –