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Mensaje  ιzzy нale Vie Jul 20, 2012 12:41 am




Fred Harris
as: Frederick Alexander Harris
● 25 años # Profesor de Historia Europea
[ Está con Leah Malone ;; En los pasillos ]

Empezaba a olvidar lo amenas que eran las tardes a lado de Barbie y lo bien que la pasábamos cuando estábamos juntos. Desde que éramos niños, siempre ha sido así y nada ha cambiado desde entonces en ese sentido… aunque a veces no podía evitar ponerme a pensar en que todos y cada uno de esos momentos llegarán a transformarse en simples recuerdos. Tarde o temprano, se enamorará, se hará novia de algún idiota y, con el tiempo, todo irá cambiando entre nosotros y nada volverá a hacer como antes… aún cuando se trate de un hecho que no quisiera que llegara nunca, nada ni nadie podrá evitarlo, ni siquiera Leo, Ben y el tío Pablo… por lo que no tenía más remedio que hacerme a la idea de que en cualquier momento podrían apartarla de mi lado. Si, probablemente era una completa estupidez ponerme pensar en algo que todavía no sucede, pero se trata de una situación que esta lejos de todo alcance y que, como diría mamá: es inevitable. Era una suerte que con Paulina y con Nela, aún no me tocase vivir una situación parecida… no por nada las veces que solíamos ir de día de campo a Central Park y, algún chiquillo más grande se atrevía a quitarle su juguete a mi pequeña o simplemente veía que le iban a hacer alguna travesura, corría detrás del mocoso para atraparlo y “obligarlo” a pedirle disculpas a Nela; por que lo cierto es que, nadie, absolutamente nadie se mete con mis hermanos sin que sufrir las consecuencias, no mientras me tengan cerca. De niño solía hacer lo mismo con Paulina y con Barbie y no dudaba en enfrentar a cualquiera que las molestara. Claro, cuando algo así pasaba, Paulina era la que siempre corría atrás de mí para asegurarse de que no se me fuera la mano reprendiendo al pequeño rufián que intentaba pasarse de listo. Prácticamente todo era una cadena, por que como era de esperarse, Paulina terminaba regañándome por ser tan inflexible con un pobre niño. Aunque debo agradecer el hecho de que Paulina no me de motivos para ponerme en el papel de hermano mayor que me lleven a partirle la cara al imbécil que se atreva a poner los ojos en mi hermana; por que de la misma manera que con Barbie y con Alexa, nunca habrá nadie lo suficientemente bueno como para merecerlas. En algún momento, superaría que Ethan y Alexa acabaran enamorándose, pero dudo que eso llegue suceder alguna vez… confiaba en Ethan como para tener la plena seguridad de que no pasarán de la gran amistad que los ha unido toda una vida; aunque con Barbie no era nada era seguro.

Disfrutar del resto de la tarde para Barbie y para mí no significaba tener que hacer alguna actividad al aire libre; el solo hecho de hacernos compañía sin la necesidad de hablar, era suficiente para nosotros. Habíamos pasado parte de la tarde en la cocina de la cafetería horneando pasteles con la ayuda de Randy, un viejo amigo de mi padre que tenía varios de años trabajando como “jefe de cocina” y, siempre nos permitía entrar a escondidas. Randy decía que era el vivo retrato de papá y del tío Pablo cuando eran jóvenes, lo cual era extraño, pero cierto ya que no era la primera vez que me lo decían. Ver las fotografías de mis padres cuando eran jóvenes y ver la semejanza entre papá y yo, asustaba… aunque siempre veía el lado bueno y bromeaba con papá al decirle que era como su doppelgänger. Al no tener nada más que hacer, por el día de hoy, regresamos a mi habitación. No había tenido la oportunidad de ducharme en todo el día, pero con Barbie en la habitación… digamos que no era lo correcto. Por lo que me puse a ordenar algunas cosas, como los libros para las clases de mañana, entre otras cosas. No era nada fuera de lo común que me declarara fanático de las novelas forenses que escribía el abuelo Richard, era un gran escritor, uno de mis favoritos y el número uno. La primera vez que leí la dedicación de una de sus novelas el día en que nací, después cuando nació Paulina, más tarde cuando nació Luis y por último cuando nació Nela, era increíble, por que desde entonces nunca ha olvidado mencionarnos junto con mamá a la hora de encontrarnos con la dedicación al comienzo de una de sus novelas. A penas terminé de ordenar las cosas para mañana, tomé mi guitarra y me acomodé en el pequeño sillón que teníamos - dejando libre mi cama para que Barbie pudiera estar más cómoda - y me puse a tocar una de las canciones que había escrito para la banda y que a la vez era una de sus favoritas, por lo que al encontrarme con su mirada, no me extraño verla sonreír. Era normal que Barbie se supiera la mayoría de nuestras canciones, teniendo en cuenta que ella era la única a la que le tenía la confianza suficiente como para mostrarle cada una de mis composiciones, siendo siempre la primera en escucharlas antes que cualquier persona. La opinión de Barbie era muy importante para mí y nada cambiaría eso. A medida que el tiempo pasaba, la tormenta a cada minuto se intensificaba... sabía lo mucho que a Paulina y a Barbie les atemorizaban las tormentas eléctricas y la oscuridad, aunque la que más me preocupaba en este momento era mi hermana, puesto que Barbie se encontraba conmigo. De un momento a otro, la habitación se quedó en penumbras, provocando que Barbie pegara un grito y se aferrara a mi mano. Trataba de hallar mi celular, por lo que cuando Barbie sacó el suyo para medio alumbrar la estancia, agradecí que lo hiciera facilitándome el trabajo de hallarlo. – Tranquila, no pasa nada… – aseguré con calma para que se sintiera tranquila. Dejarse llevar por los nervios no era la solución, probablemente la tormenta dañó algún circuito y esa era la razón por la que nos habíamos quedado sin electricidad. La miré brevemente en lo que intentaba ponerme en contacto con Paulina, pero todo parecía indicar que las líneas telefónicas se habían caído a causa de la tormenta. Reí un poco, negando con suavidad al oír su comentario acerca de tener que dormir con extraños, luego de que anunciaron los puntos de encuentro. – Creo que lo mejor será que vayamos al gimnasio. Seguramente todos irán hacia allá y los encontraremos, no te preocupes – dije en un intento por reconfortarla y que no se preocupara y a la vez respondiéndole con un silencioso “lo sé...” cuando me avisó que tendría que dormir conmigo, por que por más que lo quisiera, no podría separarme de ella. Al igual que Barbie, esperaba que Paulina siguiera las indicaciones y la encontrara acompañada de Lena. – Lo intento… pero parece ser que las líneas se cayeron – expliqué, mirándole de soslayo -en lo que volvía a marcar - y fastidiado por dentro ante la idea de que estos malditos aparatos se atrofien en emergencias así y no sean capaces de sacarte de un apuro. Ahogué un suspiro lleno de resignación en lo que me dirigía al armario, sin soltar su mano en ningún momento. – Ten ponte esto… – le pedí tras sacar del armario una de mis sudaderas y para que no pasara frío en caso de que tuviéramos que pasar la noche fuera de las habitaciones. – Te conozco… y sé que con lo friolenta que eres, un cobertor y una colchoneta no bastara para quitarte el frío – bromeé, con una sonrisa de lado, a la vez que acariciaba su mentón con mi dedo pulgar, para luego besarla cariñosamente en la frente y separándome un poco para mirarla un momento a los ojos.
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