[ # ] Lucius Malfoy

Willa Hawthorne

Willow Ambroise Hawthorne
22 años | Ex Gryffindor | Dueña de Honeydukes | Sangre Pura

Era imposible no preocuparme por todo lo que estaba sucediendo, por más que intentase evitarlo. La idea de que la situación estuviese agravándose cada vez más, que estuviese descontrolándose a cada día que pasara… me llenaba de temores diferentes. Por un lado, temía por mi familia: mis padres, mis hermanos, mi pequeña; por otro lado, también estaba asustada por mis amigos, sobre todo por la familia McKinnon en general, pues desde que Rick y yo nos habíamos hecho grandes amigos, ellos habían pasado a ser importantes para mí. Lo peor de todo, era que me sentía inútil: con mi tienda de dulces ¿qué podía hacer para ayudar a quienes me rodeaban? Era absurdo. Deprimente.

Pero no podía mostrarme así delante de May, por el simple hecho de que ella siempre se percataba de mis estados de ánimos y eso nunca era bueno. No, porque a pesar de tener a penas cinco años de edad, May era una niña sumamente intuitiva: de aquellas pequeñas que eran capaces de detectar cualquier anomalía basándose en las expresiones de las personas; por eso ella siempre sabía cuando estaba enfadada, triste, alegre… era capaz de percibirlo con tan solo mirarme, y ni siquiera estaba segura de cómo es que se daba cuenta de aquello.

Luego de la visita de Rick, en la que me explicó detalladamente cómo hacer en caso de emergencia, llevé a May al jardín de niños al que la había inscripto. Me hacía ilusión que ella se juntase con chicos de su edad, y no me preocupase que dijese que ella tenía “poderes” porque a esa edad todos deseamos tenerlos: incluyendo los mismos muggles. No había peligro, aunque ella sabía las normas: nada de magia delante de los niños porque podría ser peligroso.

Después de allí, me dirigí a la tienda para acomodar un par de cosas: tenía mucha mercadería nueva y los estantes estaban hechos un desastre. Me había tomado el día libre, considerando que los chicos estaban de viaje y que no iban a pasarse por aquí el día de hoy, así que podría aprovechar a ordenar, empaquetar, y de más.

Una vez que terminé y que quedó todo más o menos en su lugar, salí del local y me dirigí hacia “Las Tres Escobas”. No había mucho que hacer, así que nada mejor que tomarme un par de cervezas de mantequilla y pasar el rato. Evidentemente, al entrar me percaté que no había mucha gente en el lugar, así que simplemente me dirigí hacia la barra. – Buenos días, Rosmerta. – Saludé alegremente mientras apoyaba mis brazos en el mostrador. – ¿Podrías darme una cerveza de mantequilla, por favor? – pedí amablemente mientras le dedicaba una sonrisa.

Una vez que Rosmerta llegó con mi cerveza, nos pusimos a hablar sobre cosas de la vida. Cuando de pronto me percaté que alguien se sentó a mi lado. Desvié mi mirada, y entonces reconocí a aquel hombre. – Rose, ¿Quieres que te recomiende a un fumigador de plagas? – le pregunté en tono casual. - Conozco uno realmente bueno que podría ayudarte a deshacerte de las cucarachas.- le dije con una encantadora sonrisa, intentando ignorar el hecho de que Lucius Malfoy estaba sentado justo al lado de mí.

Odiaba cada vez que me encontraba con Lucius Malfoy, y de hecho: odiaba todo lo que tenía que ver con un Malfoy, porque me causaba repugnancia. Había aprendido a odiar a Lucius Malfoy desde que tenía quince años, y no había nada más que sintiera hacia él que ese sentimiento. Nada. Absolutamente nada.

Willa Hawthorne

Willow Ambroise Hawthorne
22 años | Ex Gryffindor | Dueña de Honeydukes | Sangre Pura

Esa voz... Odiaba esa voz. Es cierto que hace unos años atrás me había parecido una de las voces más sexies del mundo, pero ahora... me fastidiaba y la odiaba tanto que apenas era capaz de soportarla. ¿En que sano juicio yo había sentido algo por ese imbécil rubio troglodita bueno para nada? Definitivamente me faltaban un par de jugadores en la cabeza cuando creí que era buena tener algo con él. Tardé bastante meses en darme cuenta de su sucio juego, y para mi desgracia ya era demasiado tarde como para seguir jugándolo. Quizás por eso era que lo odiaba... porque había perdido: había sentido cosas por él que me había encargado de enterrar hasta lo más profundo de mi alma, con la esperanza de transformar todo aquel sentimiento en algo negativo. Deseaba pensar que lo había conseguido, pero ¿quien se olvida de su primer amor? Por más que fuese un amor tan frustrado como este, creo que en mi vida iba a poder olvidar lo que me hizo pasar. Por eso lo odiaba, odiaba cruzarme con él y que por sobretodo tuviese la estúpida agalla de burlarse de mí, como lo estaba haciendo.

Presioné mis labios con fuerza, y me esforcé por dibujar una sonrisa sarcástica. - Es bueno saber que sigues siendo el mismo imbécil de siempre... - comenté mientras me encogía de hombros. Miré a Rosmerta, quien básicamente con la mirada me pidió que por favor no hiciera demasiado escándalo, porque era sabido que siempre que me ponía de mal humor las cosas no terminaban del todo bien. Suspiré. - Pero supongo que hay algunas cosas que nunca cambian ¿Verdad, Lucius? - Pregunté con sorna. No era de las personas que llamaban a los demás por su apellido, y me importaba una mierda la grandeza de Malfoy.

Respiré profundamente y traté de pensar en algo lindo y positivo. Fue entonces que pensé en May, porque era la única persona que lograba sacarme una sonrisa cuando estaba poniéndome de este humor... simplemente porque me era imposible estar enfadada con ella. - Bueno, como dices: eso fue hace muchos años atrás, y la gente cambia. - comenté con tranquilidad, como si estuviese hablando con un niño pequeño.- ¿O acaso esperabas que siga siendo una niña de quince años? - pregunté con burla. - De todas formas muchas cosas no son como antes, supongo que es más que obvio... me sorprende que no te hayas dado cuenta antes. - añadí con una sonrisa encantadora.