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Mensaje  ιzzy нale Dom Nov 17, 2013 12:18 am

Lucinda Prince
Lucinda Genavive Prince Ashworth
16 años   Hufflepuff, sexto - Guardiana   Sangre Impura
está con: Lucian Malfoy; en: Valle Godric, Parque

 Si tenía que ser sincera: odiaba profundamente el verano. Detestaba tener que pasar el verano en casa de Esther, mi madre, porque aquella mujer era la persona más desagradable y arpía que alguien podría llegar a encontrar en su vida. No había mucho que decir al respecto de mi relación con ella más que el simple desprecio que sentía hacia esa mujer por haberme dejado a mí y a mi padre cuando comencé a desarrollar mi magia a los siete años: al parecer, le pareció despreciable el hecho de que su hija fuera una freak y no pudo soportarlo, por lo que terminó yéndose de la casa durante una noche y no volví a verla durante años. Me crie durante mi infancia con mi madre, Andrew, quien a diferencia de Esther siempre tuvo una mente mucho más abierta en relación a la magia y la aceptó apoyándome en absolutamente todo; pero entonces enfermó y falleció poco antes de que empezara mi primer año en Hogwarts.

Desde entonces he tenido que vivir con Esther y su nueva vida. Mi madre se casó con un reverendo que al igual que ella odiaba todo tipo de “anormalidad” por lo que hablar sobre mi magia estaba totalmente prohibido. Además de ellos dos, tenía tres hermanastros: Rachel, Thomas y Patrick, que resultaban ser de lo más idiotas. A los vecinos, desde hacía cinco años, se les decía que estaba yendo a un instituto especial para gente con dislexia y eso me daba risa porque la gente tendía a pensar que era idiota o algo por el estilo, cuando en realidad sabía que era más inteligente que ellos. Pero bueno, no me interesaba generar problemas asique ponía cara de no entender nada de lo que me decían.

Por eso era que odiaba el verano: detestaba estar lejos de la gente que quería y que me hacía sentir como si estuviera en casa. Y por eso siempre contaba ansiosamente los días que faltaban para el nuevo inicio escolar. Pero todo parecía tan lejano, como si aquel primero de septiembre nunca fuera a llegar. Hice un gesto de desagrado cuando la música de la habitación de al lado comenzó a sonar con todo lo que daba. Creo que Thomas estaba haciéndolo a propósito porque sabía que me molestaba el volumen fuerte y también sabía que mis hermanastros harían de estos meses de verano insufribles. “No si tú puedes hacerlos insufribles para ellos también” me dijo mi mente e inmediatamente negué con la cabeza.

Lo único que me alegraba era el hecho de que vivía cerca de un pueblo donde la mayoría de sus habitantes eran magos. El Valle Godric. En realidad yo no vivía allí sino más bien a unas pocas cuadras y por tanto lo único que tenía que hacer era escaparme hacia allí. Sin pensarlo dos veces, cogí el bolso con algunas monedas y mi cámara, y posteriormente salí de la casa. Los vecinos me miraban con cara de “pobre chica, cuantos problemas tiene” y una señora se me acercó diciéndome:  -No te vayas muy lejos, querida. No sea cosa que te pierdas y te pierdas para volver. – sé que lo decía con buenas intenciones porque pensaba que tenía dislexia y que por eso tenía un problema en relación al aprendizaje y ese tipo de cosas que en realidad no tenía mucha idea, pero ya… en serio… era insoportable.

Comencé a correr en dirección al parque. Una vez que llegué,  me senté en la banca y saqué mi cámara fotográfica. Amaba tomar fotos, y eso se relacionaba con la profesión de mi padre que había sido artista. Personalmente me gustaba fotografiar paisajes, personas y… no sé cosas cursiles, porque por lo general eso hacía sonreír a la gente. Fue entonces cuando lo vi. Juro que no tenía idea de que él fuera a ir al Parque justo al mismo momento que yo, pero… simplemente… estaba ahí. Lucian Malfoy. Suspiré casi sin poder evitarlo. Era tan simplemente perfecto que no caer en las redes de él era imposible para cualquier mujer. Aunque… bueno, sabía que yo no tenía ninguna posibilidad.

Sin pensarlo un segundo enfoqué la cámara hacia su dirección y presioné el flash mientras lo veía pasar en una posición casi perfecta. “Deja de pensar idioteces, Lucy” me dije a mí misma y me rasque la mejilla. Me preguntaba si sabría quien era. Me preguntaba si sabría que no podía dejar de pensar en él desde que me ayudó a salir del lago un grupo de Slytherin estuvo metiéndose conmigo por… por ser hija de muggles… ¿Se acordaría de eso? Había sido hacía bastante, más bien cuando tenía once años y recién entraba en el colegio… pero… yo lo recordaba tan intensamente que me hacía sentir avergonzada.

“Vale… deja de fantasear. Sabes que Lucian Malfoy es inalcanzable. Así que… quítatelo de la cabeza. Que te haya ayudado cuando tenías once años no significa absolutamente nada… solo que su familia claramente ya no es la misma de lo que dicen que era hace años atrás cuando estaban tan metidos en el tema de la pureza de sangre. Pero quitando eso no significa nada y lo sabes. Así que no te ilusiones con el rubio que parece un ángel.” Me dije a mí misma sermoneándome. Bajé lentamente mi cámara y desvié mi mirada hacia otro lado mientras pasaba cerca de donde yo estaba. Era difícil respirar cuando Lucian estaba cerca, más difícil era quererlo sin que supiera de mi existencia.

Levanté nuevamente la cámara de fotos, y enfoqué directamente hacia él para sacar otra fotografía. Quizás era demasiado evidente, pero bueno ¿qué más daba? Tampoco era que tuviera treinta millones de fotografías de Lucian Malfoy, aunque sí tenía unas cuantas de los partidos de Quidditch que había sacado imágenes en los últimos años. Suspiré profundamente y ladeé la cabeza hacia un costado. Fue entonces cuando mi cámara salió volando (literalmente) en dirección a Lucian y ante el horror de que llegara a sus manos por alguien, que sin dudas estaba haciendo una broma, que no tenía idea de nada, hizo que me levantara automáticamente y saliera corriendo en dirección a la cámara que poco a poco descendió hacia el suelo. Antes de nada, me agaché para recogerla y me quedé de piedra cuando me percaté que él había parado su camino. - Lo... Lo... Lo siento. Parece que a alguien le gusta hacer bromas... y... no sé... - tartamudeé incoherentemente mientras hacía una mueca con mis labios. "Genial. Realmente Genial." - En fin... no importa. Disculpa. - dije rápidamente mientras trataba de esconder mi cámara con todas las fuerzas del mundo para que él no viera nada. "Genial. Muy bien. Ahora va a pensar que eres una idiota." me dije a mí misma. Primera vez que cruzaba dos palabras con él en toda mi vida, y estaba haciendo un verdadero espectáculo. "Como encuentre al gracioso, juro que le hecho encima todos los objetos de los Sortilegios Weasley que tenga" juré mientras tragaba suavemente saliva.
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Mensaje  ιzzy нale Dom Nov 17, 2013 1:08 am


Lucian Malfoy
as: Lucian Armand Malfoy Weasley
17 años Miembro de la Casa de Slytherin Séptimo año
Capitán y Buscador del Equipo de Quidditch Premio Anual Sangre Mestiza
[ Está con: Lucinda Prince ;; Parque, en el Valle de Godric ]

Nunca me ha gustado involucrar a los que me rodean en mis problemas o en asuntos personales. Es por esa razón suelo apartarme con cualquier excusa para no ser cuestionado en las decisiones que tomo para bien de los que me preocupan y son una pieza fundamental en mi vida. Si suelo actuar de esa forma no es por orgullo o desconfianza, si por que prefiero solucionar los problemas a mi manera, valiéndome de lo que considero correcto para poder actuar con precisión y no cometer errores. Quiero a mi familia mucho más de lo que puedo expresar, ellos siempre serán lo más importante que tengo en la vida, pero prefiero actuar por cuenta propia antes que afectarlos en mis decisiones. Primero que nada estaba su seguridad por encima de todo, y con tal de protegerlos estoy dispuesto a sacrificarme. Perderme por un par de horas siempre me ha servido para poder aclarar mi mente. Llevaba prácticamente toda la mañana fuera de la mansión, y no tenía intenciones de regresar hasta pensar claramente las cosas. De ahora en adelante, las decisiones que tome podrían cambiar el rumbo de mí vida, y una vez que tomada la decisión no habrá marcha atrás. ¿Vale la pena sacrificar lo que en verdad valoro? Si algo tengo claro es que la vida requiere de sacrificios, y este era uno de ellos.

“Es simple, Lucian. Estas con nosotros… o estas en nuestra contra. No hay un camino fácil. La decisión es solo tuya”. Todo se resume a eso, sin importar lo que decida, todo cambiara. Fijé la mirada en el horizonte, poco antes de palmear suavemente el costado de Daedalus - mi caballo negro - para que emprendiera el camino de regreso a todo galope. Cabalgar, era igual de emocionante que subirse a una escoba, te hace sentir vivo cada vez que la adrenalina fluye por tus venas y el viento acaricia tu rostro.

A pesar de que eran contadas las ocasiones de cabalgar a Daedalus, me iba tranquilo sabiendo que estaba en buenas manos. Tyrion y mi padre eran los encargados de cuidarlo y de atenderlo. Daedalus era un caballo temperamental y obstinado, pero incondicionalmente fiel. No se dejaba montar por desconocidos y era casi imposible ganar su confianza, tal y como suele suceder con los hipogrifos. A penas pusimos un pie en los establos - ubicados en la parte trasera de la mansión - lo desmonte para poder cepillarlo y darle un terrón de azúcar. Seguidamente, me cercioré de que tuviera la suficiente alfalfa, y una vez listo todo, palmeé su lomo para despedirme de Daedalus, y dejar atrás los establos, y de esa forma, desaparecerme en los límites de la mansión.  

Han pasados tres semanas desde que cumplí la mayoría de edad, y por extraño que parezca, todavía no he podido averiguar quien fue la persona responsable de enviarme un amuleto con la forma de una media luna. Nunca he creído en supersticiones, ni en los amuletos, la suerte no es algo que un amuleto suele otorgar a las personas, al contrario, soy de la opinión de que solo las personas son capaces de labrarse su propia suerte en base a sus decisiones y acciones. Por lo general, se dice que este tipo de amuletos son para la buena fortuna, mientras que en otras culturas, la media luna es considerada como un símbolo de protección hacia un ser querido. Por ejemplo, en la vieja religión del antiguo Egipto, los hombres, asi como los magos y las brujas de la época, veían en la luna nueva (la media luna), el símbolo de Isis, la diosa madre, la reina de de los dioses, o la gran maga, como también se le conoce. Sea cual sea el significado de aquel amuleto… quisiera saber quien lo envió.

Había quedado en encontrarme con Hannah en el parque del valle de Godric para ayudarle con la pequeña Luna, pero entre una cosa y otra, perdí la noción del tiempo, y ya iba con media hora de retraso. Hannah, era mi mejor amiga, la única en quien verdaderamente confiaba, pero a pesar de saber que puedo confiar ciegamente en ella… no quería que se involucrarla en el asunto, entre menos supiera… mejor. – ¡Luke! ¡Luke! ¡Viniste! – oí decir a la pequeña Luna con su efusiva alegría, quien corrió a mi encuentro para que la cargara y la abrazara fuertemente. Besé su frente con cariño, y de un pequeño movimiento de mi mano, acomodé suavemente su fleco detrás de su oreja. – Siento la demora, pequeña. A todo esto… ¿Dónde esta, Hannah? ¿No se supone que estaría aquí contigo? – indagué extrañado al no verla por ningún lado; me puse en cuclillas para quedar mas o menos a la altura de la pequeña Luna. – Si, pero… bueno… uno de sus profesores me pidió que la llamara y Hannah se fue por allá para hablar con él. – La sonrisa de Luna desapareció al momento de agachar cabizbajamente su mirada con la que me indicó el camino, explicándome así lo que había pasado con Hannah. – Me dio miedo, Luke… ¿Todos los profesores son así de duros? – dijo temerosamente la pequeña Luna abrazándome. No hubo necesidad de pedirle que me diera una descripción del profesor, pues de inmediato me di una idea de quien podría tratarse. – Esta bien, Lú… no hay por que temer. No todos los profesores son tan temibles. Cuando llegué el momento te darás cuenta de que algunos de ellos son muy agradables. Además… no estarás sola, recuerda que John y Gwen estarán ahí para cuidarte y enseñarte. – froté su espalda con la esperanza de reconfortarla y brindarle seguridad. La pequeña Luna me sonrió felizmente al separarnos y me dijo que esperaba con gran ilusión la hora de recibir su carta de aceptación, pero que le entristecía mucho saber que para entonces Hannah y yo ya no estaríamos con ella en el Colegio. Le sonreí medio de lado, y antes de verme en la obligación de responderle, Luna tiro de mi mano para llevarme con ella hacia el carrito de los helados.

Detesto las despedidas, y por más duro que sea… es mejor que Luna nunca sepa la verdad. No soportaría ver la tristeza y la desilusión en su rostro al saber que no volveríamos a vernos. – Adelántate y pide dos helados extra grandes antes de que se terminen, Lú. – le dije a la pequeña Luna sonriendo con complicidad, poco antes de detenerme al ver que un objeto volaba hacia nosotros. Y es que en menos de cinco segundos el señor del carrito de los helados se vio rodeado por todos los niños que estaban en el área de juegos. La expresión ceñuda en mi rostro se suavizó, levemente, al ver que una chica se agachaba rápidamente a recoger el objeto en el suelo: una cámara. Si lo que quería era golpearme con una cámara, antes debería mejorar su puntería. Sin embargo, esa opinión cambio al oír que se disculpaba. – No pasa nada... – negué suavemente para quitarle importancia a lo que acababa de pasar. – Es muy común que sucedan este tipo de… por decir, accidentes. Nunca faltan los bromistas, por lo que, deberías tener más cuidado con tus cosas. – crucé los brazos y ladeé un poco la cabeza para poder enfocarla mejor. Fue entonces que la reconocí e hice memoria… se que se apellida Prince, y que es cazadora del equipo de Hufflepuff. Sin embargo, había algo en ella… en su forma de mirar… por su mirada tuve la vaga impresión de que ya nos hemos visto antes, no sé por que… pero sus ojos color miel me recordaban mucho a los de una niña que conocí años atrás. ‘No, imposible… sería demasiada coincidencia’. – ¿Puedo saber que modelo de cámara es el que tienes ahí? – pregunté solo por simple curiosidad. Me parecía haber visto una cámara casi idéntica en casa de los abuelos Ron y Hermione.  
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