[ # ] Gerhardt Schmidt

Odio la clase de pociones, simplemente lo hago. Era la peor clase de todas, en mi opinión. No era porque pensara que fuera difícil o algo por el estilo, porque en realidad siempre tenía un perfecto Extraordinario como calificación, es decir, ¡duh! Estamos hablando de mí, no conozco sobre calificaciones bajas, por Merlín, pero era significativamente aburrida en mi opinión, agregando que la mayoría de mis compañeros eran totales ineptos y me llenaba de desesperación ver como trataban de entender cualquier tipo de asignación que la profesora trataba fallidamente de explicar.

Con suerte, no había tratado de ahorcar a nadie en clase, porque de otra forma probablemente me hubiera metido en problemas, lo cual a mi padre no le hubiera gustado ni un poco. Incluso, creo que había hecho mi buena acción del año, porque le indiqué a un idiota de Gryffindor que si seguía mezclando cada cosa a lo estúpido, probablemente le explotaría en la cara y lo dejaría sin cejas...cabe recalcar, que tampoco pude evitar decirle que se vería incluso más imbécil sin cejas. En cuanto la clase terminó, me apresuré a salir del aula, porque no soportaba estar rodeada de tantos descerebrados...ni siquiera sé como he sobrevivido mis años en Hogwarts.

Había quedado de verme con James en el Gran Salón, después de todo a él si lo soportaba, y es que era necesario, porque al fin y al cabo era mi futuro esposo. Bueno, James me agrada, lo conozco desde que somos pequeños, pero este asunto de casarnos no es realmente de mi gusto. Mamá parecía entusiasmada cuando en las vacaciones mi padre lo discutió con la familia Borgia. Aún no había creado un completo criterio al respecto, porque realmente considero a James de confianza, incluso puedo decir que hasta lo "quiero", pero no en ese sentido, no para casarme con él después de que yo termine mi último año en Hogwarts. Realmente no es algo que haya tenido en mente para mi futuro, pero al parecer yo no tengo ni voz ni voto en mis propias decisiones. Simplemente debo de dejar este tipo de pensamientos para después, porque por ahora no había tiempo para protestar al respecto.

Caminaba en mi propio mundo, metida en mis pensamientos, hasta que una figura masculina llamó mi atención de inmediato, Schmidt. Lo miré por unos segundos y después me di cuenta que charlaba con alguna chica de su casa, pero al parecer de mi curso. Giré los ojos y después sonreí para mí misma, mientras caminaba hacia su dirección y empujaba intencionalmente a la chica. Sólo lo hacía para molestarle, claro, porque definitivamente no era por celos ni por cualquier tipo de "sentimiento" relacionado, para nada...sólo aprovechaba la oportunidad para poder hacer rabiar a alguien.

- Oh, disculpa, pero este tipo de cosas no pasarían si movieras tu enorme trasero de mi camino, ¿sabías? - le dije sonriendo con cierto cinismo. Ella me miraba, sin embargo, no decía nada. Giré los ojos. - Desaparece. - hablé, casi a modo de orden. La chica se alejó al instante y después miré a Gerhardt, fingiendo algo de sorpresa. - Oh, vaya, hola. - lo saludé con la misma sonrisa. - Bonito esperpento con el que hablabas. Vaya gente con la que te rodeas. - hice una mueca. - Esperaba mejores gustos en ti, Schmidt. Aunque te entiendo, seguro Hufflepuff está lleno de esa clase de...uhm, "cosas". - dije con cierta burla.