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[ # ] Marius Gillenormand

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Mensaje  ιzzy нale Miér Mar 20, 2013 12:03 am

Daenerys Tyrell

Daenerys Cherise Tyrell Waynwood
17 años Ravenclaw, Séptimo Prefecta Sangre Mestiza Metamorfamaga
Esta Con: Marius Gillenormand, en los pasillos del tercer piso



"No deberías preocuparte tanto" me dijo una voz la cual curiosamente empleaba el mismo tono de voz que normalmente usaba mi hermana conmigo. Aun no me acostumbraba a el echo de tener una hermana gemela una cosa es enterarte que tienes una hermana perdida, pero el saber que tal hermana es igualita a ti realmente lleva tiempo acostumbrarte y si estaba consiente que habían pasado siete años desde aquel día en el expreso pero la sensación de saber que existe alguien con el que compartes un lazo de sangre era inexplicable pero realmente me alegraba de habernos encontrado porque el saber que la tenia a ella me hacia sentir menos sola y me daba la esperanza de que en el futuro tal vez pudiese tener una familia normal.

El verano paso de forma rápida, tal vez fue el echo de que estuviese cargado de tantas emociones y el simple echo de descubrir tantas cosas nuevas sobre mi vida, y mi mi familia mis veranos desde que entre a Hogwarts siempre transcurrían de esa forma y por eso estar de regreso en el colegio era como un descanso para mi. Lo cierto es que el ver a mis abuelos paternos aun me causaba cierta impresión simplemente porque ellos parecían quererme tanto y no lo entendía es decir ellos no sabían nada de mi, absolutamente nada solo que era su nieta y las cosas que Aryanna les debió haber contando y alguna que otra pregunta que les había pero aun así no me acostumbraba a la diferencia, la calidez con la que me recibían y aveces me era difícil responderles porque yo no estaba acostumbrada a tal cosa, aun me costaba abrazar a mi propia hermana es que yo no era esa clase de persona, a pesar de ser social y bastante agradable no era alguien muy afecta a eso de demostrar el cariño si no que simplemente era entendido aunque eso lo atribuía a mis abuelos y no podía reprocharles después de todos ellos me criaron y me dieron todo lo que tenia.

Claramente entendía que las cosas materiales no lo eran todo en la vida pero no podía negar que yo estaba acostumbrada a un tipo de vida completamente diferente a la de mi hermana, yo vivía entre compromisos sociales, cenas extravagantes y fiestas sin propósito. Mi abuela intentando ejercer sus ideales sobre mi, los cuales francamente no compartía es decir como podría? Primeramente yo era de sangre mestiza por lo cual seria completamente estúpido el advocar por la pureza de la sangre y el elitismo porque yo misma sufrirá consecuencias no? Pero mis pensamientos eran solo eso porque no me atrevía a contradecir a nadie y mucho menos me atrevía a decirles que pasaba tiempo en casa de mi hermana. "Ellos no son nadie para impedirlo" fue lo que me dijeron los Señores Waynwood, si no los llamaba abuelos por mas que ellos me lo hubiesen pedido simplemente los trataba de usted tal vez en un futuro las cosas cambiarían pero por ahora me conformaba con saber que mi familia era mas grande de lo que originalmente pensaba eso solo significaba que había mas personas de las que tenia que cuidar y de cierta forma aquello me daba mucho gusto.

El tener por quien preocuparte te daba un propósito y algo porque luchar hablando de cosas que me dan pelea durante el verano tuve la suerte de recibir la visita del gran Marius Gillenormand y decia "gran" con todo el sarcasmo del mundo. Enserio había alguien mas irritablemente arrogante que el? Tener que soportar su presencia era una completa tortura. Aunque claramente no siempre fue así, por mas que me negara a admitirlo Marius fue una persona muy especial durante mi infancia porque fue gracias a el que no vivi todo el tiempo sola o rodeada de elfos domésticos. De cierta forma sabia que el siempre represento algo muy importante para mi, por mas que ahora lo negara y hiciese todo lo posible por alejarme aun y cuando mis abuelos me empujaran hacia el con el propósito de formar una supuesta unión entre las familias. Lo cual era absurdo solamente agradecía que no me hubiesen comprometido con el porque entonces realmente moriría. Era insípido y hueco enserio una alberca de niños era mas profunda que el! "Solo hablas así porque se olvido de ti" me dijo una voz dentro de mi cabeza que curiosamente se parecía a la de Rose, ella era la única persona que sabia por lo menos un poco porque cuando hablabamos del romance ninguna de las dos tenia la mejor suerte del mundo.

No es que fuera un total fracaso era simplemente que yo no pensaba mucho en esas cosas, y realmente no era de las que se la pasaban con el sexo opuesto mientras tuviese amistades nunca fue el tipo de chica que quiese tener novio es mas en todo mi tiempo en Hogwarts solo acepte salir con un chico y la noche realmente fue un deastre por lo que mi especie de "encanto" con Marius cuando era pequeña era lo único que realmente tenia como supuesta experiencia. Suspire un poco mientras pasaba una mano por mi cabello, usando mis ojos para recorrer el pasillo el hacer rondas de prefecta sola no era de mi agrado pero tampoco quería pegarme con Zebastian porque era mucho mas fácil dividirnos el trabajo y no es que llevasemos una relación muy estrecha en realidad solo conversábamos cuando nos poníamos de acuerdo con los horarios y todas esas cosas. Mi mirada se perdió un poco cuando una cabellera conocida llamo mi atención. No podía creer que iba ser Profesor justamente en este colegio que no se pudo largar a otro continente? "Ma.. Profesor Gillenormand" dije con algo dificultad jamas me acostumbraría a llamarlo Profesor. Por Merlin! Que se supone que va enseñarnos? Que es lo que puede saber el? Su cabeza no puede tener espacio para mucho ya que el gran ego que tenia seguramente ocupada todo el espacio sin embargo aquí estaba y yo no sabia que decirle solo sabia que tenia que mostrar respeto aun y muriera después.

"Estaba buscando algo?" le pregunte una vez mas intentando ser amable aunque mi mirada expresaba todo lo contrario, cualquiera que me conocía podía ver que estaba haciendo las cosas por obligación aunque no estaba segura de poder aguantar mucho mas. "Porque no lo dijiste?" le reclame mientras me cruzaba de brazos. "Que acaso no pudiste darme una advertencia?" le estaba reclamando el que no dijese nada durante el verano, el que simplemente me dejara enterarme como todos los demás, aunque claramente no es que el me debiese nada es decir muy apenas podíamos tener una conversación sin discutir pero por lo menos me hubiese avisado para estar preparada y no querer salir corriendo del comedor como paso hace unas horas. "O no se te hubieses esperando un curso mas, para que yo estuviese fuera del castillo" le reproche una vez mas olvidando por momento que estaba parada frente a un profesor y que justamente ya no era Marius solamente si no que alguien con autoridad y mucho peor autoridad sobre mi.
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Mensaje  ιzzy нale Miér Mar 20, 2013 12:23 am



Marius Gillenormand
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“No tiene caso tiene seguir dándole vueltas a la misma cosa una y otra vez, sabes bien que sin importar cuanto te esfuerces por evadir los problemas... estos siempre vuelven. Y en tu caso solo hay una solución” Dijo una voz dentro de mis pensamientos tratando de hacerme ver la realidad de las cosas y la gravedad del lío en el que estaba metido. Si hay algo que disfruto es vanagloriarme de mi habilidad para escabullirme de los problemas junto con James, aunque claro… esta no siempre da resultado. ¿La razón? es simple. La discreción no es mí fuerte y claramente nunca lo seria… y es que James y yo teníamos la costumbre de fanfarronear y de hacer gala de nuestras proezas delante de nuestro público para recibir los halagos. Todo mundo (incluyendo mi madre, la tía Lily y el tío Remus) decía que éramos en muchas maneras idénticos a mi viejo y al tío James cuando eran jóvenes: unos bromistas natos que la mayor parte del año escolar se la pasaban castigados por hacer de las suyas, y no tener el más mínimo respeto por las normas del colegio. En mi opinión… “no tener respeto por las normas” estaba fuera de contexto, y la única vez que me atreví a decirle a mamá que las normas deberían ser mas una ‘guía’ que reglas estrictamente a seguir poco falto para que papá sufriera un colapso por desternillarse de la risa por mi comentario. Pero lo cierto es que nos sentíamos muy orgullosos de ser nieto e hijo de dos de los más grandes alborotadores que ha tenido Hogwarts a lo largo de toda su historia.

La cuestión es… ¿Por qué? ¿Por qué tuve que dejarme llevar por ese maldito impulso? ¿Qué intentaba demostrar? Aquellos que me conocen saben que me gusta causar una buena impresión en las mujeres para que no olviden tan fácilmente… pero en el caso de Lily es diferente y no debe haber comparación. Si apartáramos el hecho de que es la hija del ahijado de mi padre no habría razón para sentirse culpable. Pero no… estábamos hablando de Lily, y no de cualquier chica, lo que es peor aún por el hecho de que somos ‘familia’ y no es normal. ¿Quién hubiera imaginado que en un solo día todo entre nosotros se vendría abajo? Haberla besado de la manera en que lo hice ha sido la peor estupidez que he hecho hasta ahora… y aunque los arrepentimientos y las dudas no tienen lugar en mi vida… esta era la primera vez que experimentaba un sentimiento de culpa dentro de mí por traicionar la confianza de Harry, la de mi mejor amigo, la de mi padre, y la del tio James…

El beso fue tan abrasador y… raramente placentero que aún era capaz de sentir y recordar el contacto de sus labios ardiendo sobre los míos, mientras la estrechaba con fuerza para no dejar ningún espacio entre nosotros y una de mis manos subía y bajaba acariciando con lentitud su larga y flamante cabellera pelirroja, a medida que el beso se intensificaba. Ninguno de los dos tenía idea alguna de lo que estaba haciendo, y si no hubiese sido por la falta de oxigeno o… por el hecho de ‘recordar’ a quien estaba besando, no sé que habría pasado… y la verdad es que ni yo mismo comprendo como fue que llegamos a ese punto. Solo sé que… estaba furioso con Lily por haberme dejado plantado en medio del Callejón Diagon… y en un momento de arrebato, la tomé del brazo obligándola a que se girara, provocando que esos ojos me traspasaran a causa del coraje que los dos estábamos sintiendo. Pero la tensión y la cercanía entre nosotros me impulsaron a reclamar sus labios, sin pensar en las consecuencias.

Un beso… ¿Qué puede significar un simple y maldito beso? Nada. Absolutamente nada. Solo… estupidez por que tenía la plena certeza de que todos estos años se fueron por la cañería en un abrir y cerrar de ojos. Desde aquel día, nada volvió a ser igual. Lily y yo a penas y nos dirigíamos la palabra, y si hubiese sido por mí… habría hecho todo para no verla y seguir evadiéndola. Y aunque trate de ‘zafarme’ de ir a la cena de despedida que año tras año organizaba toda la familia, diciéndole a mis padres que había quedado con una chica, no resultó tan bien como yo esperaba; Papá inmediatamente intuyó que algo andaba mal, - y mientras mamá se adelantaba con Feebs y Marlene - tuve que ‘pretender’ delante de él que la ‘cita’ de esa noche era importante cuando me pregunto sobre la chica en cuestión… ya que no era nada normal que faltara a un compromiso familiar (la verdad es que no tenía ningún plan para esa noche, pero si quería librarme de toparme con Lily, no me quedo mas opción que inventarme un pretexto lo suficientemente creíble y ‘razonable’ para no estar con toda mi familia en una noche tan importante). A papá no se le escapaba ni una… y cuando me planteó la idea de invitar a mi ‘cita’ a la cena con tal de que asistiera y no faltara, Arquímedes, mi lechuza, entró volando por la ventana de la sala y aterrizó en mi hombro, extendiendo su patita para que desatara el rollo de pergamino que llevaba. El mensaje que Arquímedes llevaba consigo evidentemente era falso, pero sabía que papá no dejaría que faltara a la cena… y vaya que fue una fortuna tener a la mano un ‘plan B’ en caso de que surgieran las complicaciones.

Al ver que Lily y yo nos ignoramos toda la noche, todos asumieron que habíamos vuelto a pelear, como de costumbre, por lo que no hicieron demasiadas preguntas respecto al por qué discutimos esta vez. Pero el que Lily no fuera capaz de sostenerme la mirada por más de cinco minutos agraviaba las cosas… ¿Qué fue lo que hice? ¿Cómo es posible que un maldito beso lo echara todo a perder? Eran las preguntas que constantemente rondaban mis pensamientos, cada vez que caía en la cuenta de estarla observando y apartaba la mirada para no delatarme. ‘Ese beso’ que por extraño que parezca, no he podido borrar de mi mente, a pesar de que he pretendido no darle la mayor importancia…

15 minutos… 20 minutos… 25 minutos… 30 minutos… 35 minutos… 40 minutos… 45 minutos… 50 minutos… ‘¿Es posible que el tiempo avance de una manera tan lenta?’ cuestionada con impaciencia cada vez que mis ojos viajaban desde la chimenea hasta el reloj para saber la hora. ‘Todo indica que si, por que hasta parece que el tiempo esta en tu contra’ me dije forzando una sonrisa. Nada me quitaba de la cabeza que algún novato intento pasarse de listo embrujando el reloj para que el tiempo transcurriera lentamente. Hacia más de una hora que el banquete había terminado, y Lily todavía no se dignaba aparecer en la Sala Común, la cual estaba totalmente desierta, solo el sonido de la lluvia cayendo precipitadamente y el chisporroteo de la chimenea rompían el silencio que reinaba a mí alrededor. Admito que me vi tentado en preguntarle Marlene y Andrómeda a donde se dirigía Lily cuando abandono el comedor y se fue por su lado… pero conociendo a mi hermana supuse que inmediatamente me soltaría un ‘que te importa, entrometido’ por lo que no me quedo más opción que callarme.

Cuando el reloj marcó las once, me convencí de que tenia que ir a buscarla… pero la incómoda y extraña sensación de ser ‘observado’ y el sonido de la puerta cerrándose, hizo que apartara la mirada de la chimenea para encontrarme súbitamente con la mirada de Lily. Una mirada que, para ser honesto no sabía como interpretar… por que a pesar de conocerla de toda la vida esta situación me dejaba claro que aún quedaba un largo camino por recorrer para entenderla. – Nada – respondí con fingida indiferencia mientras la miraba fijamente a los ojos deseando saber donde se encontraba, a pesar de su ofensiva. – ¿Puedo saber la razón por la que llegas a esta hora? – al cabo de unos segundos de silencio, esforzándome por sonar despreocupado y sin poder contenerme de preguntárselo.
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Mensaje  ιzzy нale Sáb Mar 30, 2013 1:06 am



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“No tiene caso tiene seguir dándole vueltas a la misma cosa una y otra vez, sabes bien que sin importar cuanto te esfuerces por evadir los problemas... estos siempre vuelven. Y en tu caso solo hay una solución” Dijo una voz dentro de mis pensamientos tratando de hacerme ver la realidad de las cosas y la gravedad del lío en el que estaba metido. Si hay algo que disfruto es vanagloriarme de mi habilidad para escabullirme de los problemas junto con James, aunque claro… esta no siempre da resultado. ¿La razón? es simple. La discreción no es mí fuerte y claramente nunca lo seria… y es que James y yo teníamos la costumbre de fanfarronear y de hacer gala de nuestras proezas delante de nuestro público para recibir los halagos. Todo mundo (incluyendo mi madre, la tía Lily y el tío Remus) decía que éramos en muchas maneras idénticos a mi viejo y al tío James cuando eran jóvenes: unos bromistas natos que la mayor parte del año escolar se la pasaban castigados por hacer de las suyas, y no tener el más mínimo respeto por las normas del colegio. En mi opinión… “no tener respeto por las normas” estaba fuera de contexto, y la única vez que me atreví a decirle a mamá que las normas deberían ser mas una ‘guía’ que reglas estrictamente a seguir poco falto para que papá sufriera un colapso por desternillarse de la risa por mi comentario. Pero lo cierto es que nos sentíamos muy orgullosos de ser nieto e hijo de dos de los más grandes alborotadores que ha tenido Hogwarts a lo largo de toda su historia.

La cuestión es… ¿Por qué? ¿Por qué tuve que dejarme llevar por ese maldito impulso? ¿Qué intentaba demostrar? Aquellos que me conocen saben que me gusta causar una buena impresión en las mujeres para que no olviden tan fácilmente… pero en el caso de Lily es diferente y no debe haber comparación. Si apartáramos el hecho de que es la hija del ahijado de mi padre no habría razón para sentirse culpable. Pero no… estábamos hablando de Lily, y no de cualquier chica, lo que es peor aún por el hecho de que somos ‘familia’ y no es normal. ¿Quién hubiera imaginado que en un solo día todo entre nosotros se vendría abajo? Haberla besado de la manera en que lo hice ha sido la peor estupidez que he hecho hasta ahora… y aunque los arrepentimientos y las dudas no tienen lugar en mi vida… esta era la primera vez que experimentaba un sentimiento de culpa dentro de mí por traicionar la confianza de Harry, la de mi mejor amigo, la de mi padre, y la del tio James…

El beso fue tan abrasador y… raramente placentero que aún era capaz de sentir y recordar el contacto de sus labios ardiendo sobre los míos, mientras la estrechaba con fuerza para no dejar ningún espacio entre nosotros y una de mis manos subía y bajaba acariciando con lentitud su larga y flamante cabellera pelirroja, a medida que el beso se intensificaba. Ninguno de los dos tenía idea alguna de lo que estaba haciendo, y si no hubiese sido por la falta de oxigeno o… por el hecho de ‘recordar’ a quien estaba besando, no sé que habría pasado… y la verdad es que ni yo mismo comprendo como fue que llegamos a ese punto. Solo sé que… estaba furioso con Lily por haberme dejado plantado en medio del Callejón Diagon… y en un momento de arrebato, la tomé del brazo obligándola a que se girara, provocando que esos ojos me traspasaran a causa del coraje que los dos estábamos sintiendo. Pero la tensión y la cercanía entre nosotros me impulsaron a reclamar sus labios, sin pensar en las consecuencias.

Un beso… ¿Qué puede significar un simple y maldito beso? Nada. Absolutamente nada. Solo… estupidez por que tenía la plena certeza de que todos estos años se fueron por la cañería en un abrir y cerrar de ojos. Desde aquel día, nada volvió a ser igual. Lily y yo a penas y nos dirigíamos la palabra, y si hubiese sido por mí… habría hecho todo para no verla y seguir evadiéndola. Y aunque trate de ‘zafarme’ de ir a la cena de despedida que año tras año organizaba toda la familia, diciéndole a mis padres que había quedado con una chica, no resultó tan bien como yo esperaba; Papá inmediatamente intuyó que algo andaba mal, - y mientras mamá se adelantaba con Feebs y Marlene - tuve que ‘pretender’ delante de él que la ‘cita’ de esa noche era importante cuando me pregunto sobre la chica en cuestión… ya que no era nada normal que faltara a un compromiso familiar (la verdad es que no tenía ningún plan para esa noche, pero si quería librarme de toparme con Lily, no me quedo mas opción que inventarme un pretexto lo suficientemente creíble y ‘razonable’ para no estar con toda mi familia en una noche tan importante). A papá no se le escapaba ni una… y cuando me planteó la idea de invitar a mi ‘cita’ a la cena con tal de que asistiera y no faltara, Arquímedes, mi lechuza, entró volando por la ventana de la sala y aterrizó en mi hombro, extendiendo su patita para que desatara el rollo de pergamino que llevaba. El mensaje que Arquímedes llevaba consigo evidentemente era falso, pero sabía que papá no dejaría que faltara a la cena… y vaya que fue una fortuna tener a la mano un ‘plan B’ en caso de que surgieran las complicaciones.

Al ver que Lily y yo nos ignoramos toda la noche, todos asumieron que habíamos vuelto a pelear, como de costumbre, por lo que no hicieron demasiadas preguntas respecto al por qué discutimos esta vez. Pero el que Lily no fuera capaz de sostenerme la mirada por más de cinco minutos agraviaba las cosas… ¿Qué fue lo que hice? ¿Cómo es posible que un maldito beso lo echara todo a perder? Eran las preguntas que constantemente rondaban mis pensamientos, cada vez que caía en la cuenta de estarla observando y apartaba la mirada para no delatarme. ‘Ese beso’ que por extraño que parezca, no he podido borrar de mi mente, a pesar de que he pretendido no darle la mayor importancia…

15 minutos… 20 minutos… 25 minutos… 30 minutos… 35 minutos… 40 minutos… 45 minutos… 50 minutos… ‘¿Es posible que el tiempo avance de una manera tan lenta?’ cuestionada con impaciencia cada vez que mis ojos viajaban desde la chimenea hasta el reloj para saber la hora. ‘Todo indica que si, por que hasta parece que el tiempo esta en tu contra’ me dije forzando una sonrisa. Nada me quitaba de la cabeza que algún novato intento pasarse de listo embrujando el reloj para que el tiempo transcurriera lentamente. Hacia más de una hora que el banquete había terminado, y Lily todavía no se dignaba aparecer en la Sala Común, la cual estaba totalmente desierta, solo el sonido de la lluvia cayendo precipitadamente y el chisporroteo de la chimenea rompían el silencio que reinaba a mí alrededor. Admito que me vi tentado en preguntarle Marlene y Andrómeda a donde se dirigía Lily cuando abandono el comedor y se fue por su lado… pero conociendo a mi hermana supuse que inmediatamente me soltaría un ‘que te importa, entrometido’ por lo que no me quedo más opción que callarme.

Cuando el reloj marcó las once, me convencí de que tenia que ir a buscarla… pero la incómoda y extraña sensación de ser ‘observado’ y el sonido de la puerta cerrándose, hizo que apartara la mirada de la chimenea para encontrarme súbitamente con la mirada de Lily. Una mirada que, para ser honesto no sabía como interpretar… por que a pesar de conocerla de toda la vida esta situación me dejaba claro que aún quedaba un largo camino por recorrer para entenderla. – Nada – respondí con fingida indiferencia mientras la miraba fijamente a los ojos deseando saber donde se encontraba, a pesar de su ofensiva. – ¿Puedo saber la razón por la que llegas a esta hora? – al cabo de unos segundos de silencio, esforzándome por sonar despreocupado y sin poder contenerme de preguntárselo.
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Mensaje  ιzzy нale Lun Abr 01, 2013 2:21 am



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[ # ] Marius Gillenormand 68268219 [ # ] Marius Gillenormand 68268219
¿Debería sentirme feliz de estar de vuelta en Londres? No. ¿Debería sentirme abrumado por la nostalgia y los bellos recuerdos? En realidad, no. La respuesta para ese tipo de preguntas es, y siempre será la misma… ¿Por qué motivo? Simple. No era un hombre que se dejaba llevar por los sentimentalismos. De no ser por la insistencia de Enjolras – el hermano de mi padre, y por ende, mi tío – no habría razón ni motivo para regresar a Inglaterra, a mis raíces, al lugar en el que crecí, y pasé los primeros dieciocho años de mi vida, hasta que decidí marcharme. ¿Qué caso tiene volver a esa vieja y desolada mansión, cuando sus antiguos ocupantes han dejado un notorio vacío en su interior? ¿Un vacío que es imposible de reemplazar? La Mansión Gillenormand, alguna vez estuvo llena de esplendor – su belleza arquitectónica y su esencia se han preservado, a pesar de las trampas del tiempo – el problema es que, tras la inesperada de quienes daban vida a ese sitio… nada volvió a ser como antes. Y de no ser por los elfos, la vieja y antigua Mansión Gillenormand estaría cubierta de polvo y entelarañada. Aquella propiedad que, por generaciones ha pertenecido a nuestra familia, probablemente hoy en día, seria historia. Sin las personas que encargadas de inyectarle vida, solamente era un mausoleo… lleno de recuerdos, de viejas memorias que se narran por si solas.

Se ha dicho que el consuelo y la resignación ante el dolor y pérdida de un ser querido, solo llegan con el tiempo. Se dice que el tiempo es capaz de curarlo todo, de remediarlo, capaz de ponerle fin a cualquier sufrimiento y que solo es cuestión de paciencia. Pero el escepticismo formaba parte de mí, y esas palabras carecían de credibilidad y significado, por que cuando se pierde a la familia ya nada es igual. Creo firmemente que hay heridas que son demasiado profundas, heridas que en vez de sanar, echan raíces, y por lo tanto persisten, nunca desaparecen. Y el dolor que aún siento por la muerte de mis padres, no se trata de algo que se puede curar, o mejor dicho, olvidar.

Lo absurdo es que al ser el último miembro que queda con vida de la familia Gillenormand… debía acatar ciertas responsabilidades. Responsabilidades de las que nunca me hubiera ocupado, y que hubiera delegado a cualquiera que estuviese capacitado para hacerlo; si no fuera por la constante presión de Enjolras para que me hiciera cargo de los negocios familiares, ya que según él, es lo que mi padre hubiera querido y siempre deseó. ¿Y quien era yo para contradecir la última voluntad de mi padre? Nadie en realidad. Solo su hijo el errante. Por lo tanto, no había más opción que someterme a una vida de la que me he desacostumbrado.
No era ninguna casualidad que, hoy precisamente se cumplía un mes desde que volví a Londres. Y regresar a Hogwarts siempre estuvo dentro de mis propósitos a considerar. Contradecir los deseos de Enjolras no es algo que me produzca remordimiento, si no al contrario. A pesar de que le guardaba un… sincero afecto, me gustaba ir en contra de su buen juicio. Acatar órdenes no esta dentro de mí, y si de ahora en adelante tenia que hacerme cargo de todo… las cosas cambiarían notablemente para hacerlas a mi modo.

Desde un principio, el viejo Enjolras, estuvo en contra de la decisión que había tomado y muchas veces trató de disuadirme. “¿Para qué perder el tiempo enseñando a jóvenes insensatos que solo se regodean en su incomprensión, cuando puedes emplear tu tiempo en algo más útil y valioso?” era lo que él decía. Pero una de las razones que me había traído de vuelta a Hogwarts tenía nombre propio: Daenerys Tyrell. Si… hablo de aquella chica de cabellera oscura y bellos ojos que alguna vez fue parte de mi vida y que ahora me trataba como a un extraño. He de admitir que parte de la culpa era mía… ¿pero que esperaba? ¿Qué me aferrara a viejos y absurdos sentimentalismos? ¿Buscara ataduras? ¿Impedimentos? ¿Qué viviera en el pasado? No. Lo cambios forman parte de la vida… van y vienen, las personas cambian, maduran… empiezan a ver las cosas desde otra perspectiva, una muy diferente. A decir verdad, no espero que Daenerys llegue a comprender los motivos por los cuales decidí marcharme, y desprenderme de esos recuerdos. Pero al menos, si me gustaría que entendiera que se trataba de una decisión que ya estaba tomada desde mucho antes, y solo era cuestión de tiempo.

Era de esperar que el ameno discurso del profesor Longbottom despertara en más de uno la curiosidad por saber que era lo que se encontraba oculto en el sexto piso, incluyéndome. Lo que daba pie a suponer que seguramente algún estudiante atrabancado correría el riesgo e intentaría pasarse de listo para averiguar que era lo que el Ministerio de Magia resguardaba con tanto sigilo en ese sitio; saciando su curiosidad. Sea lo que tengan en ese lugar, es evidente que el Ministerio no se arriesgaría a dejar cabos sueltos, y la protección brindada dificultaría la intrusión, debido a que existían hechizos capaces de detectar la presencia humana. Buscar la forma de burlar la seguridad tomará su tiempo, y habría que medir cada paso con cuidado, evitando los riesgos que eso implique.

Pisar y tener la oportunidad de recorrer una vez más estos viejos pasillos, me traía demasiadas memorias. Algunas gratas y otras… no tanto, pero en su mayoría, eran recuerdos memorables. Lo curioso es que, los años no me han hecho olvidar el camino… recordaba cada detalle como cuando era estudiante. Mis labios se curvaron inconscientemente formando una pequeña y burlona sonrisa, esas sonrisas que brotan de forma espontánea cuando recuerdas haber hecho una maldad o una travesura y te produce cierta gracia recordarlo. Detalladamente observaba por uno de los ventanales, de vez en cuando la lluvia aminoraba, pero luego volvía azotar con intensidad. En ese instante una voz que, no me costo ningún trabajo identificar, me hizo volver el rostro en su dirección. – ¡Ah, Señorita Tyrell...! Que gusto verla. – saludé con recatada frivolidad, empleando un tono mucho más formal de lo habitual. Con Daenerys nunca han sido necesarias las formalidades, pero de ahora en adelante no tendría más opción valerme de ellas para poder estar cerca. – Para nada… solo… recordaba viejos tiempos. – respondí a su pregunta en un tono que pretendía ser serio, pero en realidad era todo lo contrario, ya que la pequeña y discreta sonrisa burlona en mi rostro supongo que me delataba. La expresión en el rostro de Daenerys, así como su… falsa amabilidad, podrían engañar a cualquiera, excepto a mí. Podrá haber cambiado en muchos aspectos, incluyendo los físicos, pero fingir delante de los demás, es algo que se le da terriblemente.

– ¿Decirle qué, Srita. Tyrell? – Arqueé las cejas, simulando no tener idea de lo que me estaba hablando, a pesar de que en el fondo sabio perfectamente lo que quería decirme, pues aquella no era ninguna pregunta, si no mas bien un reclamo, por lo que no pude evitar reír suavemente entre dientes. Creerá que me estoy burlando de ella en su propia cara, pero la verdad es que… ya me esperaba esto, y era lógico que no le causara ninguna gracia. – Si no mal recuerdo… siempre te han gustado las sorpresas, pequeña Danny – reflexioné con casual naturalidad, y dejando de lado aquel juego de formalidades que no era nada propio en mi. Al menos no con ella. – Si, pude haberlo hecho… – reconocí abiertamente sin pena alguna, arrugando pensativamente el ceño. – Pero el efecto sorpresa es la parte interesante de recibir regalos – dije sin la mayor preocupación, de manera que mi expresión se ablando cuando mis ojos buscaron los suyos, y la pequeña sonrisa en mi rostro se acentuó solo un poco. – ¿Honestamente?, no entiendo por que te escandalizas tanto, Daenerys. Creí que te alegrarías de tenerme como tu profesor. Incluso tus abuelos estaban muy complacidos con la noticia… – añadí con aire burlón, pues este era justamente el trato que esperaba por parte de ella.
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Mensaje  ιzzy нale Lun Jun 03, 2013 10:41 pm

cambio de capitulo
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Mensaje  ιzzy нale Vie Jun 07, 2013 10:59 pm

»kathryn dolohov
kathryn ophelia dolohov
[ De Sangre Mestiza, tiene 17 años, es Ravenclaw y Cazadora ]
» con Marius Gillenormand en despacho de Trasnformaciones.


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Adentrándose en la multitud que salía del salón de Historia de la Magia, la Ravenclaw dio vuelta y siguió su camino por el lado opuesto de su sala común. Con los libros abrazados contra su pecho y el paso tranquilo, Kathryn se dirigió por el laberinto de pasillos con cierta destreza; una vez que se vivía debajo del mismo techo por siete años, conocía el castillo como la palma de su mano – especialmente, el camino hacia las oficinas de los profesores. No por razones negativas, por supuesto. Kathryn había echo de sus visitas una tradición, siempre buscando estar en contacto y buenos términos con aquellos que impartían clases dentro del colegio de magia. Había encontrado que por este medio, no solo podía discutir sus dudas y comentarios, pero la relación cercana entre estudiante había sido más que beneficiaria en su comprensión de los temas abordados en clases. No, la joven águila no buscaba adelantarse ni presumir de su intelecto, pero vaya que le gustaba dejar claro de lo que era capaz, siempre dejando un poco de espacio para la tan grata sorpresa de llegar más allá de lo que se espera.

Es por esto que, cualquier fallo en su perfeccionado sistema era, en pocas palabras, ilógico. Casi tan ilógico como era la calificación que recibió en su último trabajo de Trasformaciones. Es decir, por Rowena, no había logrado un Extraordinario en sus TIMOS para que ahora, a nivel de EXTASIS, el dichoso profesor comience a degradar su trabajo con un “Aceptable”. Tal vez, solo quizás, Kathryn estaba exagerando – no sería la primera vez. Sus impecables calificaciones eran razón de orgullo, algo a lo que se aferraba con la ferocidad del águila que era. Entendía perfectamente que el profesor Gillenormand era nuevo; un recién llegado de los muchos que habían este año quien seguramente aún no se acoplaba a su nuevo puesto como maestro en Transformaciones. Era joven, eso lo tenía claro, y como se llevaba dentro del salón – con su voz que denotaba que claramente, la percepción de sí mismo era mucho más favorable que los adjetivos un tanto negativos que tenía Kathryn.

Pero va, en esta vida la joven de cabellera temporalmente rubia había aprendido que todo tiene solución; o al menos, una explicación. En vez de cegarse por su molestia y maldecir al joven instructor, prefirió tener una linda charla con él. Es por esto que el día anterior le había buscado al término de su clase, tragándose su orgullo a favor de sus notas académicas (pues aunque era orgullosa, no era tan ingenua como para dejar que le controlara), solicitando de la manera más cordial una cita para discutir su papel. Debe de admitir que le sorprendió que aceptara sin mucho convencimiento; en estos pocos días, Kathryn había observado que Gillenormand no le agradaba ser corregido, y mucho menos cuestionado en sus decisiones. Quizás estaba incorrecta – siempre existía esa mínima posibilidad de haber juzgado mal su carácter y el apreciaría el hecho de que Kathryn estaba interesada en su materia; por supuesto, tales creencias eran un tanto esperanzadas, y la joven no se dejaba fiar completamente por ellas. En realidad, no confiaba en ninguna de sus primeras observaciones o juicio; al menos, no hasta conocer al profesor de frente y no delante de sus compañeros. Entonces creara su opinion propia, una vez que discute con él y que, por supuesto, le dé una explicación satisfactoria sobre su decisión en darle tal mediocre grado en una sencilla conjuración. Puede que le tardo un poco adiestrarla, pero no era para tanto, o al menos no lo veía así la joven bruja.

El resonar de su capa al arrastrarse por el piso de piedra, siguiendo el sonoro clic de sus tacones una vez que llego al primer piso. En donde al final, dentro de la Torre de Defensa, se encontraba el despacho que una vez le perteneció a la famosa exdirectora y heroína, Minerva McGonagall. Kathryn solo había escuchado relatos sobre tal recta mujer, más que nada de sus compañeros cuyos padres fueron sus estudiantes, o por los libros que la mencionan – pero por alguna razón, le parecía peculiarmente entretenido pensar en que diría la dama si supiera quien ocupa su oficina hoy en día. Le agradaba la idea de que estuviera de acuerdo con ella, pero Kathryn dejo tales ideas de tras una vez que visualizo la puerta a la oficina de Transformaciones – tenía que mantener la cabeza fría, y su blanco en la mira. Si lograba su cometido en corto tiempo, quizás hasta podía practicar un poco en el campo antes de tener que prepararse para la dichosa fiestecita.

Toco la puertilla un par de veces, antes de abrir la perilla con lentitud. ¿Profesor…? - poco a poco asomo la cabeza, y pronto su figura mientras sus ojos de un azul grisáceo se fijaban en la figura del joven profesor de cabellera obscura. Una gentil y entrenada sonrisa pronto se dibujó en sus labios rosados, mientras se acercaba a su escritorio con notable porte y confianza. Buenas tardes, que gusto verlo antes del comienzo de las festividades. Me imagino que está muy ocupado, así que procurare que nuestra junta no se alargue más de lo necesario…lo que me recuerda agradecerle, una vez más, por su tiempo. – las palabras salían de sus labios con seguridad, la jovencita siempre recordando sus modales aunque el tranquilo gesto en sus facciones no cuadraba con la frialdad de su mirada. ¿Puedo? – preguntó, tomando un paso al lado, indicando a la silla a su lado en la cual se sentó sin mucho esperar su respuesta. Seguramente, sabe porque estoy aquí… – comenzó con su guion, colocando con cuidado el pergamino amarillento sobre el escritorio, en el cual se mostraba la calificación de su último intento en clases. Regreso su mirada al profesor, fijándola sin señal de titubeo alguno. Pero en todo caso, sere directa, Profesor Gillenormand, – quizás eso no estaba en su libreto, pero honestamente, la honestidad siempre había sido su mejor aliada. No me agrada la calificación, no la creo adecuada, y quiero explorar mis opciones, ya sea para cambiarla o para que no afecte mi historia académica. - dijo con seriedad pero aun manteniendo esa chispa cautelosa en sus movimientos, siempre observando las más leves reacciones del mago frente a ella. Después de todo, le habían dicho que tenía un don en leer la gente, y esperaba que tal fuera el caso en esta ocasión en particular. Sin embargo, sé que no debo de ignorar su juicio, por lo cual, me gustaría mucho escuchar con detalle el razonamiento detrás de mí ‘Aceptable’… – ladeo un poco la cabeza, con las manos delicadamente descansando sobre su regazo, No le es molestia, ¿o si? – termino con una linda sonrisa en sus facciones, utilizando la amabilidad a su beneficio.

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Mensaje  ιzzy нale Lun Jun 10, 2013 3:50 am

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Mensaje  ιzzy нale Lun Jun 17, 2013 3:52 am

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Mensaje  ιzzy нale Lun Jun 17, 2013 3:53 am



Marius Gillenormand
as: Marius Sébastien Gillenormand LeBlanc
● 26 años # Ex Miembro de la Casa de Slytherin # Profesor de Transformaciones
# Animago Ilegal (Lobo Estepario) # Nightcrawler » Sangre Pura

[ Está con Kathryn Dolohov ;; En su despacho ]

Compromiso. ¿Como esperan que me comprometa con una joven a la que deje de tratar por años, y que me ha dejado en claro que ya no es aquella niña inocente que conocí en mi niñez? No hay duda de que los años han hecho de Daenerys una joven hermosa, de radiante belleza, pero el hecho de que se comporte como una irrevente chiquilla, en lugar de decepcionarme, me divierte hasta cierto punto. Su falsa amabilidad podría engañar a cualquiera, excepto a quienes han tenido la oportunidad de crecer con ella. A pesar de los años, Daenerys Tyrell, no ha cambiado en nada, en su forma de mirar, podía percatarme de que en el fondo mantenía vivo aquel espíritu que desde niña la ha caracterizado.

Reconozco que fue una sorpresa enterarme de la existencia de su hermana gemela, pero si algo debemos tener claro es que, sin importar cuanto se parezcan, su esencia las diferencia la una de la otra. El rencor de Daenerys era evidente, y no la culpaba por detestarme… y nada me quita de la mente que lo mínimo que merece es una explicación de mi parte, pero si solo no dejara que sus emociones nublasen su juicio, todo sería diferente. Pero tampoco iba a obligarla ni mucho menos era mi intención someterla para imponerle mi voluntad. Daenerys era libre de elegir… y no por ser el último Gillenormand la obligaría a aceptarme y a vivir una vida que no desea a lado de un hombre que detesta y que esta decidida a odiar hasta el resto de sus días. No… para eso, primero tenía que recuperar su confianza, aunque no sea nada fácil. En realidad, el compromiso, jamás ha sido de mi interés, pero… probablemente eso pueda llegar a cambiar. Nada es seguro, pero antes de tomar la decisión debía recuperar la confianza de Daenerys. No espero que comprenda los motivos por lo que decidí marcharme, pero no puede culparme por desprenderme de la vida que había llegado hasta ahora.      

El silencio, era un aliado del pensamiento, mientras aguardaba tranquilamente la llegada de cierta joven que no tuvo la menor duda en abordarme el día anterior al término de las clases, solicitando una cita para discutir la nota recibida en el último trabajo que pedí a mis alumnos de séptimo año, con respecto a la transformación de objetos inanimados en seres vivientes. Un nivel mucho más avanzado y fundamental en la Transformación. Mucho no estaban al nivel que solicitaba, y fueron pocos los que alcanzaron la media de Supera las Expectativas. Sin duda alguna, en el último trabajo fui lo bastante crítico, pero como profesor, tenia la plena libertad de calificar y degradar a los que no considero aptamente calificados en el nivel de EXTASIS en la asignatura de Transformaciones.

Aún cuando tenía cosas mas importantes que hacer, aquí estaba yo… aguardando la llegada de la joven que solicitada discutir conmigo su calificación recibida. – Pase – indiqué con voz queda y clara, al oír unos quedos, pero audibles toquidos en la puerta de mi despacho. Por el rabillo del ojo, mientras contemplaba por la ventana de mi despacho, pude percartarme de la presencia de Kathryn Dolohov, su voz cargada de seguridad y sus buenos modales al hablar sin duda eran tan agraciados como su cautivadora belleza, la cual no pasaba desapercibida. – Adelante, póngase cómoda – respondí, por caballerosamente a su petición de tomar asiento, la cual fue innecesaria al caer en la cuenta de que no lo dudo ni por instante.    

En silencio, y con una paciencia aparentemente monumental, me dediqué a escuchar la discordancia de sus palabras en base a la calificación que recibió en el último trabajo, y que consideré inadecuado por los fallos que cometió, ocasionando la disconformidad de la joven que tenía frente a mí. Me molestaba ser cuestionado en mis decisiones, sobre todo cuando la decisión es inapelable y no hay manera de cambiarla. Pero como profesor, debía, hasta cierto punto, ser flexible con los estudiantes, y verme en la mayor disposición de escucharlos en caso de que tuvieran que objetar alguna cosa, o simplemente, estar ahí para disipar sus dudas. Una vez que la joven Dolohov terminó su formulado discurso, tomé la palabra en cuestión de segundos.  

– Al contrario, señorita Dolohov. Como bien le comente a la hora de aceptar su petición, estoy en la mayor disposición de aclarar la razón de su ‘Aceptable’ en su último trabajo. – repuse en un tono formalmente condescendiente, que dejaba entrever una fingida, pero convincente sonrisa en la comisura de mis labios, cuando volví ligeramente el rostro en su dirección, desviando por primera vez en varios minutos, la mirada de la ventana. – Pero antes de proceder, permítame ofrecerle una taza de té. – continué valiéndome de la formalidad, al tiempo que con una lentitud acompasada me posaba en la parte de atrás de mi escritorio. Con un movimiento natural, saqué la varita de la manga, y con ella, di unos toquecitos a la tetera que reposaba encima, y que acción seguida comenzó a emitir débiles vapores a causa del contenido caliente. Con otro ligero y silencioso movimiento, convoqué dos tazas, dos cucharas y dos pequeños platos de porcelana, que a la brevedad, aterrizaron sobre el escritorio; acto seguido, convoqué dos recipientes, uno con terrones de azúcar, y otro con leche, posteriormente, tomé con cuidado la tetera de su agarradera y serví el contenido en ambas tazas. – Espero que el Earl Grey sea de su agrado. – comenté educadamente, dejando con cuidado la taza justo enfrente de ella. – Por favor, tómese la libertad de prepararlo a su gusto. – dije en un ligero movimiento de la mano, indicando atentamente los recipientes para que se sintiera libre de añadirle las terrones y/o la leche que desease, solo en caso de que le gustara beber el té con un poco de leche. Seguido de mis palabras, corrí cuidadosamente la silla para tomar asiento, para así, retomar el motivo que la ha traído hasta aquí. Tiré de la manigueta del cajón, entreabriéndolo hasta la mitad, para poder rebuscar entre los historiales adjuntos, los cuales tenía ordenados alfabéticamente por apellido y por curso, referente solo a mi asignatura. Ackerley, Beaumont, Black, Cauldwell, Cotton, Dolohov… mentalmente fui buscando alfabéticamente entre los historiales hasta que encontré el suyo, y lo solté sin mucho cuidado, provocando un ruido seco con las hojas de pergamino al caer sobre el escritorio. – Antes que nada, debo decir que me siento muy decepcionado de su trabajo, señorita Dolohov. Teniendo en cuenta la excelente opinión de mis colegas, en especial la de mi antecesor, el profesor Penrose, esperaba mucho más de usted, si le soy honesto. – comencé tranquilamente, modulando cada una de mis palabras, las cuales estaban inyectadas de una educada formalidad.

Phoebus Penrose era nada menos que el ex profesor de Transformaciones - un hombre de la entera confianza de la ex directora Minerva McGonagall - que llegó a ocupar el puesto a raíz de su nombramiento como directora de Hogwarts. Como muchos anteriormente, tuve la fortuna y el privilegio de conocer a los héroes guerra, entre ellos, al ex director y profesor Severus Snape, al profesor Remus Lupin, y por supuesto, a la profesora Minerva McGonagall, antes de su lamentable retiro para dar paso a las nuevas generaciones, cerrando así todo un ciclo con ellos. – Créame que he escuchado solo lo mejor de usted, señorita Dolohov. Es por esa razón que esperaba un trabajo dignamente a la altura de los notables cumplidos que ha recibido. – Aún cuando estaba siendo crítico con su trabajo, en ningún momento he dejado de lado el respeto que ante todo le debo y que como estudiante se merece. – Usted sabe bien que la Transformación es una de las magias más complejas. Y me temo que, en esta ocasión, las críticas positivas sobre su trabajo fueron sobrevaloradas, pues como le dije, esperaba mucho más de usted. – guardé brevemente silencio, manteniendo la mirada fija en los azulados ojos de la joven Dolohov. Era una pena que fuera tan hermosa, y para desgracia de eso… estudiante. Una pena verdaderamente, pero eso no ha evitado en lo absoluto que la observe con la mayor discreción durante las clases. Sin duda, era una joven apasionada y dedicada. Quién haya dicho con anterioridad que lucidez y juventud no pueden ir de la mano, estaba totalmente errado, y solo resta decir que Kathryn Dolohov es la excepción al demostrar que ambas palabras pueden ir de la mano. – Me he tomado la libertad de comparar su trabajo, y ha cometido fallas elementales que en el último nivel del EXTASIS pueden ser deprorables para su historial académico. – Los EXTASIS no debían ser tomados a la ligera, por esa razón, me temo que quienes no obtengan como una media alta de Supera las Expectativas en el TIMO, no volverían a poner un pie en mi clase el siguiente año. Estaba aquí, para enseñar y formar a los estudiantes, y el nivel de mediocridad que algunos demuestran, sería sancionado. – Si realmente quiere cambiar su calificación, tendrá que aplicarse en la asignatura, prestar mayor atención, señorita Dolohov. La Transformación no debe tomarse a la ligera, ¿entiende? Si no se siente calificada para poder continuar, puede elegir la vía fácil y darse por vencida, pero es claro que eso no sucederá. – Kathryn Dolohov es una joven con mucho potencial, y no tengo duda de que con un poco de guía, quizás lo logre. – Repita todo el trabajo, pero le advierto que si falla… no habrá una tercera oportunidad y me veré en la obligación de decirle adiós. sentencié, con inmutable seriedad en el semblante. No era la clase de hombre que otorga segundas oportunidades, pero algo me dice que Dolohov lo vale. El tiempo solo dirá si es merecedora de la oportunidad que le estoy brindando, y que en otras circunstancias, no habría concedido bajo ninguna circunstancia. Pero el hecho de que se haya arriesgado a venir aquí, da a entender que es una joven osada que probablemente lo vale.
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