[ # ] Eldritch Diggory

Tan pronto como acabaron las clases, recogí mis cosas a toda prisa. Yo era de las de detenerme y organizar todas mis cosas con mucho cuidado. Sin embargo, hoy no lo hice porque tenía prisa. Había olvidado que era el cumpleaños de mi abuelo. Siempre dejaba comprada una tarjeta y un regalo para que mi madre se lo diera. Pero este año lo había olvidado completamente. Me sentía bastante mal, por lo que estuve todo el día distraída, pensado en que cuando acabaran las clases me iría directamente a la lechucería para mandarle una carta a mi madre. Seguro que ella podía comprarle algo de mi parte. Mi madre todavía no se acostumbraba a mandarme el correo a través de Artemisa, mi lechuza desde el primer año de Hogwarts. Normalmente, los muggles no acostumbran a tener este tipo de mascotas, más bien perros, gatos o ese tipo de animales. Al principio me resulto raro, pero en cuanto vi a Artemisa, me enamore de ellas. Mis amigos muggle todavía se preguntan que se me paso por la cabeza al elegir una lechuza por mascota. Ellos no lo entendían, ni nunca lo harían, al no saber la verdad sobre al colegio donde iba. Para ellos iba a un internado en Suiza con mi hermano Seth.

Miré a mi alrededor para ver donde estaba Artemisa. No me costo mucho reconocerla al ser blanca y tener una mancha en su plumaje que hacia que la distinguiera. Sonreí al verla. Aunque la sonrisa se borro de mi cara cuando al verme no voló hasta mí como solía hacer. Hice una mueca un tanto extraña. ¿Estaría enferma? Tendría que llevarla para que miraran lo que le pasaba - Artemisa...- la llamé de nuevo. Estaba demasiado alta como para poder alcanzarla. Ella hacía caso omiso de mi llamada. Eso comenzaba a preocuparme en gran medida. Me subí unos peldaños de las escalera para ver si podía alcanzarla. Esto no era muy seguro, pero tenía que cogerla de alguna manera – ¡Ey, Brianna! – escuché como alguien me saludaba. Su voz me era inconfundible. Miré de reojo y confirme la presencia de Eldritch. Sinceramente, me apetecía poco verle aquí, porque cada vez que nos encontrábamos acabábamos discutiendo. Me estiré un poco más para poder cogerla. ¡Maldita sea, Artemisa! – ¡Aguarda! No te muevas o podrías caerte – sentí las manos de Eldritch en mi cintura a la vez que en mi estomago comenzaba a sentir ese maldito cosquilleo al que me negaba a prestar atención. Me iba a negar a bajarme de allí, pero por una vez él tenía razón. Era bastante peligroso. Volví a mirar a Artemisa con cara de preocupación y algo enojada. – Si me lo permites, puedo subir e intentar traerla… – me volví hacia Eldritch al escuchar tanta amabilidad por su parte. Seguro que este verano debía de caerse de la escoba mientras jugaba al Quidditch. Otra explicación no encontraba para eso.

- Creo que... - mi miraba iba entre él y la lechuza. No quería que me ayudara, porque no sabía si al final acabaría riéndose de mí. No obstante estaba preocupada por mi lechuza. Suspiré a la vez que negaba ligeramente mi cabeza - La verdad, es que te lo agradecería...- cedí finalmente ante mis numerosos pensamientos que me decían que era una mala idea. Seguro que este favor lo acabaría pagando caro. Todo por mi lechuza. Eldritch subió los peldaños y en un abrir de ojos tenía a Artemisa en su mano. Estaba temerosa de que Eldritch pudiera caer y hacerse daño. ¿Por qué pensaba yo estás cosas ahora? Cerré los ojos y cuando los abrí, él estaba allí con mi bonita lechuza. Se la quite de los brazos y la miré preocupada...- Gracias...- dije mirándole. Ahora esperaba a que él se riera de mí o dijera alguna de sus gracias que solo tenían gracia para él y sus amigos. Este año me había prometido no quedarme callada. De ninguna manera. - ¿a que viene tanta amabilidad por tu parte?...- pregunté sin saber muy bien como esas palabras habían salido por mi boca- De hecho, creo que esa palabra no está en tu diccionario...- seguí diciendo sin saber muy bien porque ahora era yo la que estaba siendo algo cruel con él