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Mensaje  ιzzy нale Lun Mayo 20, 2013 2:39 am




Kelley Carroll
as: Kelley Elizabeth Carroll Jennings
● 18 años # Senior # The Newbies
# Arte y Esgrima » Becada

[ Está con Théo Roche ;; Desorientada, buscando el Área de Resturant
]

Por lo que una sonrisa iluminó mi rostro, al oír su voz… ocasionando que me sintiera reconfortada por la familiar sensación cálida de sus brazos al estrecharme de espaldas contra su pecho, y un ligero cosquilleo recorrió mi espalda, orillándome a ladear ligeramente el cuello al sentir sus labios en mi piel, y su suave y acompasada respiración. – Ben, no es necesario que nos malcríes de esta forma… – le dije en un tono divertido, disfrutando de la sensación que me provocaba tenerlo cerca. Mis ojos se fueron cerrando, al sentirme segura entre sus brazos, pero al recordar que estábamos en la cocina… reaccioné, solo para darme delicadamente la media vuelta, y sin separarme de sus brazos. A su lado, me sentía segura, y no había nada que me hiciera mas feliz que saber que este hermoso angelito era fruto de nuestro amor. – Ni siquiera lo intentes, cariño… – advertí, juguetonamente, con una sonrisa en los labios, y con las manos en su pecho, al darme cuenta de lo que intentaba, por lo que la firmeza se vio reflejada en mi mirada. Sé que muy bien cuanto se preocupa por nosotros… pero mandarme a la cama cuando he estado durmiendo casi todo el día, ya era demasiado. Suspiré débilmente. – He estado todo el día en cama, Ben. Nos vamos a malacostumbrar y luego no vamos a querer hacer otra cosa que invernar como osos… – le dije suavemente, permitiendo que una de mis manos viajara hasta tu mejilla, para acariciarla con ternura. – No te preocupes por nosotros, ¿si? – le pedí con la mirada fija en sus hermosos ojos. ‘¿Me pregunto si nuestro pequeño angelito heredara los ojos de su padre?’ pensé con una sonrisa visible, en lo que recorría su rostro con la mirada, como si silenciosamente lo estuviera acariciando. – A todo esto… ¿y mi beso, Sr. Carstairs? ¿Dónde están sus modales? – le pregunté fingiendo sentirme ofendida por ese detalle, cuando mis manos viajaron hasta su cuello para rodearlo cariñosamente, y la sonrisa en mi rostro me delató completamente.
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Mensaje  ιzzy нale Miér Mayo 22, 2013 11:54 pm




Kelley Carroll
as: Kelley Elizabeth Carroll Jennings
● 18 años # Senior # The Newbies # Arte » Esgrima # Becada
[ Está con Théo Roche ;; En el living
]

‘Volveré por ustedes… se los prometo. No dejaré que nada ni nadie nos separe. Les aseguro que no descansaré hasta reunirnos otra vez. Por favor, cuídense mucho, y…no pierdan la esperanza’. Esas fueron las últimas palabras que les dije a mis hermanos antes de subir al taxi que me llevaría al aeropuerto. El solo recuerdo de esas palabras llenaba mi corazón de esperanza y profunda melancolía, pues no solo eran simples palabras, no… era mucho más que eso, era una promesa. Una promesa que no descansaría hasta cumplirla, no importa cuanto me lleve. Dejar a Alan, Cecilia, Malcolm y a Amelia ha sido lo más duro que he tenido que hacer, la decisión no fue fácil, a decir verdad… pensar que debía alejarme de ellos, hizo que me replanteara una y otra vez la oportunidad que se me estaba otorgando, y que por un instante estuve a punto de rechazar. Una beca para estudiar en uno de los colegios más prestigiosos de toda Europa, era inesperado, sorpresivo, debía de haber una explicación. Recuerdo haberle dicho a la señorita Harris que la carta debía ser un error por el hecho de que jamás había solicitado una beca. La señorita Harris, no solo era la directora del orfelinato donde mis hermanos y yo nos criamos, también era mi mentor y mi profesora. Gracias a ella, tuve la oportunidad de seguir estudiando, y era a ella a quien le debía que se hubiese echo cargo de todos nosotros y nos aceptara en el orfelinato cuando nos quedamos sin hogar, sin una familia, sin un lugar al cual volver… La beca era una oportunidad única que dependía solo de una decisión que lo cambiaria todo. ‘Tal vez no sepas de ellos, pero ellos han oído mucho de ti, Kelley’ fue lo que me dijo la señorita Harris para aliviar mis inquietudes. Aceptar la beca implicaba un sacrificio... separarme de lo que mas he amado en la vida. Alejarme de mis hermanos era… como desprenderme de la mitad de mi corazón, una mitad que era vital e imprescindible para que siguiera viviendo. Sin esa mitad no tenia la fuerza ni las ganas para continuar… Alan, Cecilia, Malcolm y Amelia, lo eran todo para mí, y saber que estaría alejada de ellos por casi un año, era demasiado…

¿Qué sucedería en ese lapso? ¿Qué pasaría si al volver me topo frente a frente con mi mayor temor? Pensar que Amy, Alan, Cecilia o Malcolm pudiesen ser adoptados por una familia, me llenaba de miedo, perderlos era mi mayor temor. En estos años, tratamos y conocimos a parejas ilusionadas con la idea de adoptar un hijo. Personas buenas cuyo mayor sueño e ilusión en la vida era tener la dicha de convertirse en padres. Nos despedimos de algunos de nuestros amigos y los vimos marcharse, felices con la expectativa de iniciar una nueva vida. Pero a diferencia de muchos de nuestros amigos y compañeros, mis hermanos y yo teníamos una vida. Una vida que por ningún motivo olvidaríamos y que siempre formaría parte de nosotros. Nadie… podría ocupar el lugar de mis padres, y eso era lo que siempre le decía a la señorita Harris. Más de una vez me he cuestionado el hecho de si estoy siendo egoísta al negarles a mis hermanos la posibilidad de iniciar una nueva vida… pero francamente, no quiero ni pensar que la negativa de mis acciones pudiese repercutir en mis hermanos. ¿Podría ser… tomada como una acción egoísta el desear permanecer a lado de mi familia? ¿A lado de lo que más amo en la vida? Hace solo unos meses cumplí la mayoría de edad, lo que significa que debía salir al mundo, encararlo y buscar la forma de valérmelas por mi misma. Pero gracias a las recomendaciones de la señorita Harris, pudimos encontrar empleo y un lugar donde pasar la noche. La vida no era fácil… y para vivir había que trabajar duro, una lección de vida que había que aprender y que cambia tu forma de ver el mundo. Lo que ganaba trabajando como camarera en la cafetería y atendiendo la pizzería estaba destinado a mis hermanos; con ayuda y orientación pude abrir un fondo de ahorro en el banco. Y si algo me pasaba, en cuanto Malcolm cumpliera la mayoría de edad, podría disponer de aquel dinero al ser uno de los beneficiarios. Si acepte la beca, esta oportunidad de superación personal y académica, fue justamente por mis hermanos. Por ellos, me graduaría y alcanzaría mis metas, por ellos, agotaría todos los recursos y daría hasta mi último aliento con tal de sacarlos adelante, por ellos, lucharía y no descansaría hasta ver cumplida la promesa que les hice a mis hermanos. Volveríamos a ser una familia. Nunca antes había viajado en avión y mucho menos en barco. En realidad, nunca antes había salido de Escocia… y no podía evitar sentirme nerviosa al respecto. A pesar de que soñaba con el mundo exterior, imaginándome como seria la vida allá afuera, en otros lugares, jamás me había aventurado a ir más allá de los límites establecidos. Recordaba claramente las calles de Saint Andrews, un pueblito históricamente pintoresco y tranquilo, que preserva la belleza del pasado en todo su esplendor. Añoraba nuestro hogar, a pesar de los tristes recuerdos… y guardaba la esperanza de poder volver algún día con mis hermanos.

Si bien, viajar en avión fue toda una experiencia, viajar en barco lo era aún más. Me costaba creer que un barco de semejante magnitud estuviese destinado a los estudiantes. Aunque lo cierto es que, no era para menos… ¿supongo?, al menos para los que están acostumbrados a una vida de lujos y riquezas. Claramente, muchos de los que estudiaban en Rockland High eran hijos de gente importante, empresarios, mandatarios y políticos, gente que ha hecho su fortuna a base de negocios y que piensan que el dinero les abre muchas puertas. ¿Por qué digo esto? Por nada en especial, es solo que las palabras sobran cuando una sola mirada basta para dejarte en claro que te consideraban inferior a ellos y que no eres la ‘clase de persona’ a la que están acostumbrados a tratar. Hecho que ahora podía asegurar tras el encuentro accidental que tuve ayer por la tarde con una chica que me llamo ‘estúpida’ al chocar conmigo y que por cierto, no tuvo reparo en echarme la culpa diciéndome que debía fijarme por donde caminaba… una actitud que me desconcertó, pero a la que no le di mucha importancia. Para mi segundo día abordo, podría decirse que no he hecho amistad con nadie, ni siquiera con las chicas con las que compartía el camarote, y para ser franca… socializar no es precisamente lo mío. Difícilmente se podría recorrer el barco en un solo día, pues inesperadamente, siempre había una escalera o un elevador que llevaba a otra parte del barco, lo cual era realmente abrumador por que nunca sabes que encontrarás. En el living se respiraba un ambiente un tanto pacifico, gracias al ‘poco’ movimiento que había… gente del personal había instalado una especie de tarima de madera, junto con un sofisticado sistema de audio: con bocinas, y dos micrófonos, lo que llamo la atención de un reducido grupo que pasaba por ahí en cuestión de segundos, quienes no dudaron en mostrar entusiasmo con la idea de hacer duetos o solos con el karaoke. Discretamente, alzaba la mirada de vez en cuando de mi cuaderno de dibujos, solo para ver quienes se atrevían a subir la tarima, muchos parecían estar realmente gozando de la diversión de karaoke, pero lo que verdaderamente valía la pena era escuchar las pistas, ya que de las voces… digamos que no había mucho que decir al respecto.

Esbocé una pequeña mueca de concentración, acomodándome un poco los lentes, mientras a timaba los últimos detalles del dibujo, como lo eran, el sombreado y la iluminación del color, dándole ese toque idóneo para resaltar cuidadosamente los detalles, y, que el retrato luciera de un modo realista y no caricaturesco. La mayoría de mis dibujos eran retratos de mis hermanos, y de personas que no tenia idea de cómo se llamaban realizando sus actividades normales y rutinarias que forman parte de su vida diaria, mientras que los paisajes que solía dibujar, variaban dependiendo de cómo me sentía, algunos eran alegres, pintorescos y llenos de vida, y otros eran turbios, lúgubres, tristes, con nubes negras en el horizonte. No llevaba la cuenta de los minutos que habían transcurrido desde que opté por acomodarme en cómodamente en el mullido sofá, pero si de algo estaba segura es que era mejor estar aquí, que allá afuera, el calor que se sentía te hacia hiperventilar demasiado, y lo mejor era mantenerse en un lugar fresco. Curiosamente, alguien, no se quien, parecía haber olvidado una guitarra que tenia grabadas las iniciales ‘T.R’. La guitarra estaba muy bien cuidada, prácticamente en perfecto estado, por lo que me resultaba extraño que alguien tuviera el descuido de dejarla, lo que en mi opinión, era una pena. Por alguna extraña razón, al escuchar el nombre de ‘Theo’, no pude evitar alzar la discretamente la mirada, pues mi mente inmediatamente empezó a atar cabos entorno al misterioso dueño de la guitarra olvidada. Si, efectivamente, existían cientos de nombres que iniciaban con T, por lo tanto el nombre que acababa de oír era una posibilidad. Casualmente fijé la mirada en un joven de cabello oscuro que recién acababa de entrar al living; por la expresión en su rostro parecía apurado, por lo tanto, no pude evitar preguntarme internamente si ese chico podría ser el tal Theo. Al darme cuenta de que la recepcionista miraba hacia mi dirección mientras hablaba, la duda en cuanto al misterioso ‘T.R’ quedó despejada, aunque no completamente, cuando el chico relajo su expresión y se aproximó a donde yo estaba sentada, incluso antes de que tuviera oportunidad de decir algo, cerré con cuidado mi cuaderno de dibujos, dejándolo encima de mis piernas, y me coloqué el lápiz detrás de la oreja, para desocupar mis manos, y de esa forma, tomar la guitarra que estaba justo a un lado del sofá. – Supongo que tú debes ser ‘T.R’, ¿no es así? – intuí perspicazmente con mucha tranquilidad, mirándole a través de mis gafas, como si de alguna forma ya lo hubiera estado esperando. – Toma, aquí tienes… – dije al tiempo que se la pasaba con el debido cuidado para no estropearla. – Hubiera sido una pena que se perdiera, has hecho un excelente trabajo cuidando de ella, lo digo enserio. – aseguré, sonriendo suavemente de costado, volviendo a recargarme cómodamente entre los cojines. ‘No lo sé, quizás… esa guitarra tiene un gran valor sentimental y nada, podría reemplazarlo’ pensé tocando de forma inconsciente el camafeo en forma de corazón que llevaba alrededor de mi cuello.


Última edición por ιzzy нale el Sáb Mayo 25, 2013 2:51 am, editado 2 veces
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Mensaje  ιzzy нale Jue Mayo 23, 2013 11:33 pm

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Mensaje  ιzzy нale Sáb Jun 01, 2013 2:58 am

»théodore roche
théodore raphaëll roche
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» con Kelley Caroll en el living

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El bullicio del barco era algo que normalmente molestaría al joven de cabellera castaña, si no fuera por el hecho que el había comenzado tal desorden hace tan solo un par de horas, más específicamente, en el living en la cubierta principal.

Después de la noche que pasaron, en donde entre risa y risa, baile y baile, más que nada, entre copa y copa (es decir, era joven y francés, era obvio que el alcohol fuera su mejor amigo), su mente aun trataba de recolectar el hilo de eventos de la dichosa fiesta. Al contrario que muchos de sus amigos, el aplaudía tal suceso y el valor de los ingeniosos que consiguieron ponerle sabor al festejo. Si, estaba en contra de las reglas, pero la fiesta amenazaba, en un comienzo, en ser una serie de habladurías sin sentido, que al menos con el ardor del alcohol uno podía ignorarlas efectivamente. Aunque lo que sucedió después, claramente, no le agrado en lo más mínimo. Nadie podía divertirse un poco sin que uno u otro idiota no quisieran armar escándalo. En realidad no comprendía el hambre de comer gente entre los estudiantes; nunca le había agradado el drama, mucho menos entre chiquillos infantiles. Lo único que había impedido que Théodore no se envolviera en tal disputa y tratara de separar a los imbéciles fue, precisamente, el alcohol.

Por ahora, solo sabía que tenían que divertirse un poco más para tratar de sobrepasar tal mal sabor de boca. La idea de tener un Karaoke en medio del mediterráneo no había sido suya, por decir. Fue una idea que salió de la nada entre un grupo conocido de amigos en el living – una cosa llevo a la otra, cuando de pronto, ya venía con su guitarra acústica en la mano mientras que los demás buscaban bocinas y todo lo requerido. Resulto ser una grandiosa idea; aunque poco a poco, el calor del ambiente más la reseca y desvelada de la noche anterior estaban teniendo sus efectos en el joven francés. Echo una mirada al reloj que colgaba en la pared y suspiro al instante. Las cuatro de la tarde, con razón; ya podía sentir el agobio de haber dormido pésimo.

Oigan, creo que me iré a dormir un par de horas, aun no me recupero de ayer. – dijo, dándole un par de palmadas en la espalda a uno de los chicos que tenía al lado, bajándose del improvisado escenario. Procuren cantar con el alma, que valga la pena la tortura que nuestro público está sufriendo. – rio sonora y sinceramente mientras se despedía con la mano de los demás, saliendo del lugar después de despedirse del personal que se encontraba alrededor, para dirigirse a su camarote; solo esperaba que sus compañeros de cuarto no se encontraran, o al menos, estuvieran tan cansados como él.

La intensidad de los rayos de sol lo abrazo rápidamente, al igual que el familiar sabor salado de la briza del mar. Era algo a lo que se había tenido que acostumbrar, pues como era costumbre, las primeras horas en el buque había pasado en cama. Simplemente, sus piernas no estaban acostumbradas a la marea del mar. En su mente aun residía el recuerdo nítido de la primera vez que entro a tal monumental maquina; sin siquiera haber visto el mar una sola vez…y ahora ahí se encontraba, a la mitad del Mediterráneo y tan lejos de su pequeño hogar en las calles menos conocidas de Paris. Aunque claro, esta vez sería diferente; ahora al salir del instituto, no pensaba regresar a tal lugar…especialmente, no después de la pelea que mantuvo con sus padres la noche antes de partir.

Paro en seco justo al llegar a su camarote, las memorias de su padre recornado algo especifico. Se puso a buscar a su alrededor a pesar de saber que no había escuchado que nada cayera al suelo, acercándose al pie de su cama para encontrar nada más que un par de calcetines tirados. Théodore alzo la vista entonces, recordando al instante en donde había dejado la guitarra de su padre. Podía sentir cierto rencor hacia su papa, incluso con rasgos de desconfianza y desilusión, pero esa guitarra…vaya, valía más que su vida. Era el único recuerdo de lo que una vez fue una relación noble y fuerte entre padre e hijo.

Tuvo que controlar el impulso de salir corriendo por las escaleras, y atreves de la cubierta. No pretendía hacer algún escandalo; además, confiaba que nadie la tomara. Era bonita, de un estilo clásico, pero ultimadamente, no tenía valor monetario – al menos no a los ojos de los que se creían realeza. En un pestañar de ojos, se encontró frente a las puertas lujosas de vidrio, las cuales abrió con cierto descuido, dirigiéndose al instante hacia la mesa de recepción.
Théo, ¿tan pronto devuelta? – preguntó la recepcionista, una mujer que no podría ser más grande que su madre, pero que tenía un peculiar brillo en sus ojos que la hacía ver mucho mayor; cuestiones de la vida, suponía en silencio. Si, Lourdes, querida... ¿por casualidad, no viste mi guitarra por aquí? – no pudo ocultar el apuro en su voz, aunque aún le sonrió con tranquilidad. Lourdes había trabajado en el barco, y para Konstanz, mucho antes de que Théodore llegara ahí, pero varias veces había visto al chico con su guitarra, por lo que Théo no dudaba que la reconocería en un instante. Oh, sí, claro, está ahí donde la dejaste…en el sofá. le informo la señora, apuntando con el dedo hacia enfrente, provocando que Theo se diera la vuelta al instante…soltando el aire que sin querer había retenido una vez que ubicó la guitarra a un lado de una jovencita de cabellera rojiza. Gracias… – dijo volteando a ver a Lourdes por un segundo, antes de comenzar a encaminarse hacia el lugar.

Se aproximó con tranquilidad, agradeciendo mentalmente a todo y cada uno de los santos de los que había escuchado en la Iglesia antes de llegar a donde se encontraba una joven – la cual tenía la guitarra lista para ser entregada a su propietario, logrando así que captara su atención al instante. Frunció el entrecejo sin evitarlo por el fragmento de un segundo; nunca la había visto. Ni en el grupo del periódico estudiantil, ni en sus clases, y no parecía ser mucho más joven que el como para apenas empezar de primer año. Sin mencionar que Théo estaba completamente seguro que la recordaría si la hubiera visto antes. ¿T.R.? - preguntó extrañado, pero pronto entendió porque lo decía. Oh, si, yo soy T.R…o The Rock, si así prefieres. – bromeó con una ligera sonrisa en los labios, mientras tomaba la guitarra de sus manos. No sabes cuánto te lo agradezco…no puedo creer que la olvide, no suelo ser tan descuidado, especialmente con mi guitarra. - comento con la mirada fija en el instrumento, palmeando con inmenso cuidado la madera como si revisando que estuviera intacta aun cuando a plena vista, no le había pasado nada. Sin embargo, pronto se dio cuenta de su pequeño lapso, causando que le sonriera con cierta pena a la chica. Disculpa, soy un grosero, ni siquiera me presente como debía, aunque The Rock me gusta mucho más. – comento con una débil risa, mientras alzaba la mano hacia la joven. Normalmente, la saludaría con dos besos cordiales en la mejilla, pero Théo había pasado tanto tiempo entre ingleses, australianos, americanos, y de todo, como para saber esperar a conocer la cultura de una persona antes de tomar tal ‘confianza’. Théodore Roche, para servirte… – sonrió abiertamente, sin poder evitar fijar su mirada una vez más en esos ojos de un color que le recordaba a la culminación de la primavera, entre verde con un poco de rayos dorado. Perdona también mi indiscreción, pero eres nueva, ¿cierto? No te he visto antes, ni siquiera en la fiesta de bienvenida… – comentó pensativo, tratando de hacer memoria, pero como dije antes: no olvidaría unos ojos así, mucho menos con el contraste de su cabello que claramente sobresalía entre la multitud.

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Mensaje  ιzzy нale Dom Jun 09, 2013 3:23 am

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