[ # ] Trystane Greyjoy

Minerva Scamander

Minerva Lysandra Scamander Potter
19 años ♦ Ex Ravenclaw ♦ Sangre Mestiza ♦ Dragonolista ♦ Metamorfamaga
está con: Trystane Greyjoy; en: Caldero Chorreante, Londres

 Acaricié suavemente el lomo de Fire y me separé de él cuando comenzó a abrir sus alas para batir en vuelo. Velozmente el dragón se alzó en el cielo y comenzó a alejarse de mí realizando el excepcional trabajo para el que había sido entrenado. Sonreí orgullosa mientras me alejaba poco a poco, y choqué con quien era mi jefe. – Muy bien hecho, señorita Scamander. Su bisabuelo estaría realmente orgulloso de usted. – me felicitó y sonreí casi sin poder evitarlo. – Ahora creo que usted debe apresurarse o perderá el translador que la llevará a casa. Recuerde que tiene que regresar en agosto, así que le deseo que pase buen tiempo con su familia. – asentí con la cabeza. – Muchas gracias, Marcel. Nos estamos viendo a la vuelta. – le dije con una sonrisa de costado.

Desde hacía ya un año estaba viviendo en Rumania. Sin duda, se trataba del mejor lugar en el mundo donde había campos de entrenamiento para Dragones, y como yo aspiraba a ser dragonolista (al igual que Charlie Weasley) fue el mejor lugar en el que pude haber ingresado para entrenarme y estar en contacto con Dragones. Pero desde hacía mucho tiempo que no veía a mi familia: solo nos comunicábamos vía lechuza y de vez en cuando venían a visitarme, pero no por mucho tiempo ya que no podían quedarse eternamente. No obstante, la última vez que los había visto había sido para las navidades del año anterior, y los echaba tanto de menos. Sobretodo a Trystane que no verlo durante tanto tiempo estaba haciéndose como una especie de tortura interminable para mí. Obvio que también extrañaba a mis padres y a Amelia, pero lo que me provocaba la ausencia de Trystane era algo imposible de explicar.

Entré rápidamente en la cabaña en la que vivía con otras compañeras del curso y comencé a agarrar lo más escencial para meterlo en el bolso. - ¿Ya te vas? – me preguntó Kenna mientras me miraba con una sonrisa de costado. – Así es. ¿Tú todavía no? – le pregunté asombrada de que siguiera aquí. – Neh, yo vuelvo a casa solo por dos semanas, así que me quedaré un tiempo más por aquí. Ya sabes que no soporto estar demasiado tiempo en esa casa de los Locos Adams. – me dijo. Ah, sí. La relación de Kenna con su familia no era la mejor, pero me dijo que se llevaba bien con su hermano y que por él volvería unos días al “infierno” como ella decía. – Cierto. Lo había olvidado. Pues entonces que te sea leve. Cualquier cosa me mandas una lechuza o algo. – le dije sonriéndole de costado mientras hacía un gesto con la cabeza. – No te preocupes, Minnie. Ve y diviértete con tu novio. – me dijo. Sin poder evitarlo me sonrojé y negué suavemente. – Ya te he dicho que no es mi novio. Es mi mejor amigo. Así que déjalo ¿sí? – le pedí avergonzada. - Da igual. Nos vemos a la vuelta. Cuidate Kenna. - Le pedí sabiendo que Kenna era especialista en traer problemas. Me sonrío haciendo un gesto con la mano para despedirse mientras volvía a ponerse los auriculares y su música rara.. Ella se rió y luego de hacer un gesto con la cabeza salí de la cabaña para dirigirme hacia donde estaba el translador.

Una vez que toqué la botella de vidrio, mi cuerpo dejó Rumania para aparecer en El Caldero Chorreante, en Londres. Volteé mirando hacia todos lados, hasta que finalmente lo vi. “Lo hizo… realmente vino por mí.” Pensé sintiendo un vuelco en el corazón. Sin poder evitarlo, corrí hacia él; tiré en el suelo mi equipaje y luego lo abracé con fuerza como si temiera que realmente no fuera él. – Te he echado tanto de menos. – susurré mientras acariciaba suavemente su cabello ondulado. Ahora sí me sentía como si estuviera en casa: entre sus brazos, rodeada por el aroma de su perfume a lavanda. Me separé un poco y lo miré de arriba abajo solo para asegurarme que era él. - ¿Recuerdas qué es el tatuaje que me hice en las navidades? – le pregunté mirándolo fijamente. Solo el verdadero Trystane sabría que tengo un tatuaje que cae sobre la línea del pantalón y cuya forma es un águila, en honor a la casa Ravenclaw. No era que desconfiara que no fuera él, pero… debía estar segura que sí lo era y que no era alguien más haciéndose pasar por él.

Trystane Greyjoy

as: Trystane Alaric Greyjoy
20 años ● Ex Miembro de la Casa de Ravenclaw ● Auror (En entrenamiento)
● Departamento de Aurores ● Ejército del Fénix ● Sangre Mestiza
[ Está con: Minerva Scamander ;; En el Caldero Chorreante ]

– ¿Puedo saber a donde vas con tanta prisa, Trystane? ¿Qué es eso tan importante que tienes que hacer y que no puedes dejar para otro día? – Apreté los ojos al oír su voz desde la puerta del despacho. Debí prever que mi padre no perdonaría que faltara a la reunión con el Ministro Magia y con su gabinete, no sin cuestionar antes el motivo de mi ausencia, y menos después de la persecución que Charlie y yo tuvimos hace dos noches, en la cual se vieron involucrados dos policías muggles. Ramsey Greyjoy, mi padre, era nada menos que el Jefe del Departamento de Seguridad Mágica - un funcionario muy importante y respetado dentro del Ministerio de Magia – quien nunca estuvo de acuerdo en la decisión de incorporarme al Departamento de Aurores como uno de sus miembros. Según él, la carrera de Auror era de alto riesgo, y siendo su único hijo esperaba que invirtiera la mayor parte de mi tiempo en una carrera política que asegurara mi futuro, mi porvenir, manteniendo así el buen nombre de nuestra familia dentro de la sociedad mágica. Y el hecho de que me haya visto envuelto en una persecución fue situación intolerable, nada justificable. – Perdona que no te la haya dicho antes, padre, pero… tengo un compromiso con Minerva. Hoy regresa de Rumania para pasar las vacaciones de verano con su familia, y le prometí que iría por ella. – Me di la media vuelta para así quedar frente a frente con él y de esa forma poder revelarle el motivo por el que no asistiría a la comida con el Ministro. Era mejor decirle la verdad a tener que mentir. Mentirle con respecto a Minerva significaría que me avergüenzo de nuestra amistad y ese no es el caso. El siempre ha estado consciente de la estrecha amistad que desde hace años me unía a Minerva y a Charlie, aun cuando nunca les ha tenido simpatía. – Ya veo… ¿Y no podría ir su primo o algún otro miembro de su familia a recogerla? ¿No es Minerva lo bastante mayor como para cuidarse por si sola? – Sobé el tabique de mi nariz, con expresión cansina. – Si, padre… pero le di mi palabra y no puedo fallarle. Lamento no poder acompañarte a la reunión con el Ministro, pero ella es más importante que cualquier otra cosa. Sé que tú lo entiendes… ¿O es que nunca aplazaste algún compromiso por mi madre? ¿Es que jamás sentiste esa necesidad de hacer lo que fuera por ella? – Creí que la severidad, la dureza, reflejada en el rostro de mi padre se ablandaría con mis palabras, pero en vez de eso… rehuyó su mirada de la mía, y cuando habló lo hizo con una voz que de un momento a otro se tornó fría. – Tu madre conocía perfectamente el significado de la palabra compromiso, Trystane. Ya es tiempo de que tú también aprendas su significado. No permitas que esa amistad influya y afecte como lo esta haciendo, de otra forma… esa chica será tu perdición. – Terminó por decir para después encerrarse en el despacho. “¿Por qué, padre? Si tan solo pudieras comprender lo importante que es ella para mi…” fue el pensamiento que cruz ó por mi mente, antes de encaminarme silenciosamente a la salida. La mención de mi madre hizo que abriera una vieja herida que no ha podido sanar, lo pude ver en su mirada, es solo que quisiera entenderlo… “¿Por qué le cuesta aceptar a Minerva? ¿Por qué no aprueba que sea parte de mi vida?”

Respiré y suspiré profundamente, observando ante mí lo el extenso verdor que rodeaba a la mansión, para luego aparecerme en el callejón adyacente al Caldero Chorreante. Entré sin más preámbulos a la taberna, recorriendo con la mirada todo el lugar esperando encontrarme con esa cara familiar que tanto añoraba volver a ver, pero todo parecía indicar que Minerva todavía no llegaba de Rumania. Decidido a esperar, me acerqué a la barra para saludar a Ruby. – ¿Qué tal, guapo? ¿Te sirvo lo de siempre? – me dijo ella, sonriendo encantadoramente, tras besarme en la mejilla. – Si, Ruby, gracias. – pedí amablemente con una sonrisa. Hace algún tiempo, Ruby y yo fuimos novios en el colegio, pero las cosas entre nosotros… digamos que al final no se dieron, y eso marcó el fin de nuestra relación. Charlie insistía en que debía volver con Ruby, darle una segunda a lo que alguna vez tuvimos, pero no era sencillo. “¿Cómo podría ir con Ruby y pedirle que retomemos lo que dejamos inconcluso si no hago más que pensar en Minerva?” pensé dándole un trago al vaso whisky de fuego que hacia girar entre mis dedos, con una expresión meditabunda. Volví el rostro por encima de mi hombro, esperanzado en divisarla entre los que se encontraban riendo y bebiendo con júbilo, cuando entonces la vi. Al verla tan hermosa, tan radiante, mi corazón se detuvo, y en menos de lo imaginé la tuve entre mis brazos. Había deseado tanto este momento que no sabía que hacer con tanta dicha, sentía como si hubiese despertado de un sueño, incluso si ahora mismo muriera… me iría feliz sabiendo que tuve la oportunidad de volver a estrecharla entre mis brazos. – Me hiciste mucha falta… – le dije quedamente al oído sin temor a reconocerlo abiertamente, pero a la vez queriendo prolongar este instante hasta que fuera inevitable. “Esta aquí… realmente esta aquí” me repetía una y otra vez, aun cuando sabia que no debía bajar tan fácilmente la defensa. A penas sentí que se separo, busqué su mirada, y sonreí con suavidad al oírle formular la pregunta de seguridad. – Claro que lo recuerdo… la forma es la de un águila, en honor a la casa de Ravenclaw. – respondí sin siquiera dudarlo, acariciando tiernamente su mentón con mi pulgar. Jamás podría desconfiar de Minnie, a ella y a Charlie seria capaz de confiarles mi vida, pero esta era una medida de seguridad necesaria que se había implementado después de la extraña de desaparición de Arya. – ¿No has olvidado lo último que te pedí y te di poco antes de que te marcharas a estudiar a Rumania? – La verdadera Minerva sabría que lo último que le pedí  antes de que se fuera a Rumania a estudiar fue que sin importar lo que pasara... me recordara, y para que nunca se olvidara de mí, sabría que momentos antes de partir le obsequie una pequeña cajita musical y una cadena con un dije, que alguna vez pertenecieron a mi madre. El dije era la llave para abrir la pequeña caja de música.  

Había sido mi primer año lejos de casa. Lejos de mamá, papá, Amy, Trystane, Molly, Charlie. Nunca había estado sin ellos porque siempre había dependido de estar rodeada de personas, porque la soledad sin duda era algo que no me gustaba. Pero a pesar de todo, a quien más había extrañado había sido a Trystane y la espera de volver a verlo se me había hecho eterna. No quería tener que volver a irme, porque estar lejos de él me entristecía y me hacía sentir condenadamente miserable. Lo que más me había complicado estando lejos de casa era asegurarme que todos estuvieran bien, y de hecho tendía a ser excesivamente molesta en este aspecto ya que me preocupaba mucho por quienes me rodeaban, más aún si se trataba de mi familia. Por eso, cuando la semana pasada Molly me contó sobre la “aventura” de Charlie y Trys casi me muero de un ataque de nervios al saber que algo pudo haberles pasado a ambos, y me maldije a mí misma por haber estado lejos y no haberlos detenido antes de hacer semejante locura. “Un día de estos, van a matarme de un infarto.” Recuerdo que pensé. Por eso estaba tan aliviada de verlo en estos momentos y de corroborar que evidentemente nada malo le había sucedido la preocupación y angustia más o menos había disminuido.

Suspiré profundamente, sin intención alguna de querer apartame de él y sonreí de costado mientras cerraba mis ojos con fuerza como si tuviera miedo de abrirlos y que de pronto desapareciera de mi vista. Merlín… hacía tanto tiempo que no lo veía, que no sentía esta sensación de alegría como si mi corazón estuviera a punto de salirse de mi pecho que me acojonaba un poco. Era consciente de que este sentimiento no era el correcto, que no debía sentirme de esta forma pero era algo que simplemente no era capaz de evitar.

Mis sentimientos hacia él cambiaron radicalmente cuando tenía catorce años. Para aquel entonces, Trystane y yo ya éramos inseparables: él se había convertido ya en mi confidente y en la persona que sabía confiar incluso hasta con los ojos cerrados. Pero luego de que él me defendiera de aquel grupo de Slytherin que estaba metiéndose conmigo… comencé a verlo de una forma que nunca se me hubiera ocurrido verlo. Desde entonces, he estado amándolo en silencio y en secreto… bueno, no tanto en secreto, ya que Molly era la única que lo sabía entre todas las personas. “Creo que me gusta Trystane” fue lo que le dije a Molly aquella tarde en la biblioteca mientras hacíamos juntas la tarea de Transformaciones. Aunque esa suposición luego pasó a ser un hecho comprobado cuando al paso de los años mi corazón latía de forma distinta solo cuando él está cerca de mí. De hecho, aún sigue latiendome de forma diferente, ya que ni siquiera era capaz de controlarlo por más que quisiera.

Lentamente me aparté de él y le sonreí. Lo único que esperaba era que no me saliera "la sonrisa estúpida" que me salía cuando no me daba cuenta de que lo veía de una forma que él no tenía que notar, ya que sabía que como se diera cuenta todo sería diferente y precisamente no quería eso: no quería que las cosas entre él y yo cambiasen, porque bueno, prefería tenerlo de amigo a no tenerlo en ningún sentido. - También me hiciste falta. No sabes cuánto. - admití mientras aferraba su mano con la mía y la acariciaba suavemente.

Sonreí de costado y suspiré aliviada cuando respondió la pregunta que le había hecho. De hecho, ninguna otra persona más que él sabía que me había hecho aquel tatuaje, no porque me avergonzara ni nada, sino porque era poco propio de mí y lo había hecho en un momento de locura en el que Trystane estuvo presente. Era como nuestro secreto. ¿Por qué justamente había decidido tatuarme el símbolo de Ravenclaw? Quizás sí sea en honor a la casa en la que pertenecí estando en Hogwarts, en parte, pero también es por él ya que gracias a que ambos estuvimos en la misma casa fue que lo conocí hace varios años atrás.

Sentí que me sonrojaba sin poder evitarlo cuando me hizo su pregunta y me sentí como una completa idiota. Respiré profundamente y me rasqué la mejilla con mi mano libre, la que no tenía sujeta a la suya. - Deberías habermela puesto un poco más fácil para que en todo caso pudiera olvidarla, porque... - tragué saliva mientras me acercaba a su oído. - Por más que quisiera jamás podría olvidarme de ti. Eres mi mejor amigo. - murmuré apenas audible, solo lo suficiente para nuestra intimidad. Llevé mi mano al cuello y cogí suavemente el colgante que llevaba conmigo en todo momento. - Tampoco me he quitado nunca el dije que me diste con la cajita musical, las cuido con mi vida. - aseguré sabiendo lo importante que era para Trystane la caja musical que me había obsequiado, pues la misma había pertenecido a su madre y sabía todo lo que significaba para él: lo mismo que mi mamá significaba para mí.

Sonreí nuevamente mirándolo de reojo y posteriormente la camarera, llamada Ruby, se acercó a nosotros para traérle algo a Trystane que seguramente había pedido. Me quedé de piedra mientras me aferraba más a Trys en tanto ella le dedicaba una sonrisa coqueta y se iba caminando haciendo movimientos insinuantes con su cadera. "Maldita sea." Pensé molesta recordando cuando Trystane y aquella chica estuvieron juntos durante un tiempo y lo poco que me había gustado la situación; pero como Trystane era mi mejor amigo, no me había quedado otro remedio que apoyarlo en todas sus relaciones: incluyendo Ruby. - ¿Ruby sigue coqueteando contigo? - le pregunté casi sin poder evitarlo mientras sentía como mi garganta se secaba rápidamente. Sacudí la cabeza varias veces. - Disculpa, no debería de estar preguntando ese tipo de cosas. - me disculpe avergonzada. A diferencia de Trystane yo nunca había salido con nadie en Hogwarts. Molly muchas veces había intentado que saliera con un par de chicos pero no podía dejar de pensar en Trystane y no era justo que saliera con ellos cuando en mi mente solo pensaba en él. En Rumania, me pasó algo parecido. Traté de salir con uno de los chicos del campamento en el que estaba, pero resultó ser un completo fracaso y una desilusión muy grande. "A veces es difícil olvidar a una persona, pero debes seguir adelante o sino quedarás estancada para siempre en una relación que no merece la pena" me dijo Charlyze mientras intentaba hacerme entrar en razón sobre el "seguir adelante", aunque ella pensaba que no quería salir con ningún chico por un problema que tuve con un ex, pero ni siquiera me animé a desmentir aquello ya que me resultaba vergonzoso que todas hubieran tenido novio en sus escuelas y yo fuera la única que no lo tuvo. De todas formas, Charlyze se equivocaba: Trystane lo valía todo, incluso aunque no fuera realmente mi ex y solo fuera mi mejor amigo. El único problema era que yo no era tan valiente como para decirle lo que sentía.

Hice un gesto con la cabeza y me mordí el labio inferior. - Por cierto... sobre la aventura que tuviste con Charlie... - comencé a decir mientras me soltaba un suspiro. Molly me lo había contado todo, y casi me da un ataque de histeria en el que que tuvieron que recurrir a sanadores para que me inyectaran un tranquilizante para que pudiera respirar. - Casi me muero de un susto cuando leí la carta que me mandó Peor cuando no me respondías la carta que te envié... - A veces me daba la impresión que no le caía bien al padre de Trystane y que por dicha razón complotaba en contra nuestra para que nos peléaramos y discutamos, pero en realidad jamás conseguía nada ya que siempre se resolvía toda situación que se nos presentara. - No vuelvas a hacerme eso, por favor. No podría soportar que te sucediera algo y no pueda estar aquí para evitarlo. - susurré mientras le imploraba con la mirada que no volviera a hacerlo. En Hogwarts, pese a la diferencia de edad, siempre había sido quien mantenía a raya a las travesuras de Charlie y Trystane, pero desde que estaba en Rumania era todo mucho más difícil. Y de hecho... no quería regresar, una parte de mí quería quedarse aquí mismo y mandar a la mierda el campamento en el que estaba ayudando en la crianza de dragones.

Trystane Greyjoy

as: Trystane Alaric Greyjoy
20 años ● Ex Miembro de la Casa de Ravenclaw ● Auror (En entrenamiento)
● Departamento de Aurores ● Ejército del Fénix ● Sangre Mestiza
[ Está con: Minerva Scamander ;; En el Caldero Chorreante ]

– Me hiciste mucha falta… – le dije quedamente al oído sin temor a reconocerlo abiertamente, pero a la vez queriendo prolongar este instante hasta que fuera inevitable. “Esta aquí… realmente esta aquí” me repetía una y otra vez, aun cuando sabia que no debía bajar tan fácilmente la defensa. A penas sentí que se separo, busqué su mirada, y sonreí con suavidad al oírle formular la pregunta de seguridad. – Claro que lo recuerdo… la forma es la de un águila, en honor a la casa de Ravenclaw. – respondí sin siquiera dudarlo, acariciando tiernamente su mentón con mi pulgar. Jamás podría desconfiar de Minnie, a ella y a Charlie seria capaz de confiarles mi vida, pero esta era una medida de seguridad necesaria que se había implementado después de la extraña de desaparición de Arya. – ¿No has olvidado lo último que te pedí y te di poco antes de que te marcharas a estudiar a Rumania? – La verdadera Minerva sabría que lo último que le pedí  antes de que se fuera a Rumania a estudiar fue que sin importar lo que pasara... me recordara, y para que nunca se olvidara de mí, sabría que momentos antes de partir le obsequie una pequeña cajita musical y una cadena con un dije, que alguna vez pertenecieron a mi madre. El dije era la llave para abrir la pequeña caja de música.