[ # ] Molly Lupin

Estar lejos de Molly se había convertido en una especie de tortura para mí durante todo el año escolar anterior. Había sido el primer año sin ver a la rubia y su ausencia me había hecho mucho en falta. Pero no solo eso, sino que sus caricias y sus abrazos cariñosos los había echado de menos también; pero era lo correcto, ya que  nuestra diferencia era sin duda un impedimento para nuestra relación. Molly insistía en que no lo era, y me dolió mucho haberle roto el corazón después de dejarla, pero era lo correcto y además no quería que ella dejara de ser adolescente por estar conmigo, después de todo: si realmente nos amábamos no importa si estábamos juntos ahora o dentro de tres años cuando hubiera terminado su carrera, porque al fin de cuentas íbamos a estarlo… solo era… estirar un poco nuestra relación.

Por mi parte, me había concentrado en el trabajo durante estos mees y le había preguntado disimuladamente a su hermana Nymphadora sobre cómo estaba Molly. No quería despertar muchas sospechas sobre lo que había pasado entre Molly y yo cuando ella estudiaba en Hogwarts, pero como Molly siempre se quedaba conmigo en la enfermería para aprender sobre medimagia asumía que no sería tan raro que preguntara por ella. No obstante, creo que Nymphadora era bastante perceptiva y capaz de leer entre líneas, por lo que después dejé de preguntarle.

El hecho de que ahora estuviera cubriendo a una sanadora que se había tomado licencia por maternidad, hacía que Molly y yo estuviéramos nuevamente juntos en un lugar distinto. Estar con ella en San Mungo era algo raro, pero trataba de que eso no interfiriera en nuestros trabajos. La trataba distante, casi de forma estrictamente profesional. No quería que se diera cuenta de lo mucho que quería que estuviera cerca de mí por el simple hecho de que… todavía no era el momento. Ella aún era una adolescente y si bien ya era mayor de edad debía vivir una vida sin sentirse atada a mí. Eso era lo que pensaba, pero claramente no lo que yo sentía. Sentía que tenía que estar con ella cada segundo de mi vida. Abrazarla. Besarla. Sentir su corazón latiendo contra el mío. Porque esa era mi forma de estar en casa. Eso era lo que yo necesitaba. Pero no podía ser egoísta. No con ella.

Suspiré profundamente y torcí el gesto mientras colocaba la ultima poción en la estantería y me volteé para dirigirme al depósito. Fue entonces cuando me encontré en la misma habitación que Molly. Respiré profundamente, tratando de calmarme y le sonreí con amabilidad. – Mo… Señorita Lupin. – la saludé con cordialidad. Había estado a punto de llamarla “Molly”. No debía hacer eso. - ¿Has terminado de hacer las rondas de las habitaciones del tercer piso? – le pregunté mirándola fijamente tratando de no perderme demasiado en su mirada. Pero aquellos ojos eran tan profundos que lo difícil seria no perderme. – tengo que acomodar unas fichas clínicas. Prefiero hacerlo manualmente que con el sistema de encantamiento para administración, más que nada para chequear que está todo bien… me vendría un poco bien de ayuda extra… si quieres. – le dije mientras me maldecía por haberle propuesto aquello. “Demonios, que sea su tutor por esta semana no me da derecho a tenerla siempre cerca de mí… debería mandarla a hacer algo a otro lugar.” Pero no lo hice. No podía. Porque solo tenía tres meses para verla. Y quería aprovecharlos… incluso aunque no estuviéramos juntos.

Molly Lupin

as: Molly Louise Lupin Weasley  
19 años ● Ex Miembro de la Casa de Hufflepuff ● Aprendiz de Sanación
● Copropietaria de Sortilegios Weasley ● Metamorfomaga ●Ejército del Fénix ● Sangre Mestiza
[ Está con: Alec Helström ;; En San Mungo]

– Tu… estás muerto… – repuse perdida en su mirada. Aunque suene cruel… es la única forma de convencerme de que la calidez de su contacto solo es una cortina de humo.