[ # ] Margaret Faulkner
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[ # ] Margaret Faulkner
Graham Westenra
✖ Graham Demien Westenra
✖ Profesor de Transformaciones ::: 25 años ::: Orden del Fénix ::: Sangre Pura
✖ con: Margaret Faulkner ✖ en: Pasillos de Hogwarts
✖ Profesor de Transformaciones ::: 25 años ::: Orden del Fénix ::: Sangre Pura
✖ con: Margaret Faulkner ✖ en: Pasillos de Hogwarts
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Estiré mis brazos para desperezarme y entonces mi mirada se centró en la fotografía de mi mesa, desde la que mi hermana Isolda y yo sonreíamos mientras saludábamos. Sonreí yo también al recordar ese día en concreto, el día que se graduó en Hogwarts. De eso no hace tanto tiempo, pero siempre que miro el retrato no puedo evitar sentir algo de nostalgia. Parece que fue ayer cuando la llevaba a cuestas simulando ser un dragón y hoy empieza sus prácticas en el hospital. Bueno, lo cierto es que incluso a día de hoy me gusta bromear con ella y la intento cargar a mis espaldas sólo para hacerle enfadar, pero claro, Izzie ya no es ninguna niña y ya ha aprendido a escaparse.
No tardé en arrepentirme de haberme puesto a divagar de esta manera, porque cuando volví a colocarme bien en la silla y regresé la vista al frente, me encontré con algo que desentonaba un tanto con lo que yo recordaba en lo que respecta a la decoración de mi despacho: un gato. Un gato que no tenía ni la más remota idea de dónde había salido, puesto que dudaba seriamente que tuviese la capacidad de volar para entrar por la ventana. Durante unos segundos me sentí un tanto patético porque mantuvimos una especie de guerra de miradas en la que intentábamos comprobar cuál de los dos aguantaba más tiempo sin parpadear. O por lo visto eso sólo lo hacía yo, el gato sólo me quería distraer para coger la pluma con la que había estado escribiendo en su boca y salir disparado por la puerta que yo, muy estúpida y convenientemente, al parecer había dejado ligeramente abierta. No me lo pensé dos veces a la hora de salir tras el gato de inmediato. Esa pluma tenía para mí un gran valor sentimental ya que había sido un regalo de Marie. Me sentí más patético aún cuando noté que me ganaba las miradas curiosas de algunos de mis alumnos persiguiendo al minino, aunque algunos al menos tenían el detalle de animarme mientras se reían por lo ridículo de la escena. Finalmente el gato decidió detenerse, no sé por qué, para saltar a los brazos de alguien. Alguien que ni siquiera estaba seguro que fuese su dueña, porque resultó ser Margaret Faulkner.
-Acaba usted de salvarme, señorita Faulkner - le dije a modo de saludo, llegando a su lado un tanto acalorado por la persecución con el gato. Parecía que no, pero me había hecho perseguirlo durante un buen trecho. Normalmente, acostumbraba a tener un trato menos formal con los alumnos, ya que ellos mismos lo tenían conmigo y a mí no me molestaba, pero con Margaret no era así y yo lo respetaba, porque por nada del mundo quería que se sintiese ofendida por mi culpa. Debo reconocer que Margaret es como una de mis debilidades, y es que hay veces en las que me hace recordar tanto a Marie que no puedo remediar ponerme de buen humor simplemente con su presencia. Como acaba de ocurrir ahora mismo. Me disponía a preguntarle qué tal le había ido el verano cuando, al acercarme al gato para que me devolviese la pluma, éste erizó su lomo aún en sus brazos y dio un salto para ir a colocarse directo sobre su cabeza -Bueno, veremos cómo se me da a mí el salvarla a usted - le dije, risueño, acercando con cautela mis manos hasta el animal. Tiré un poco de él para que se soltase, pero estaba bien agarrado a su pelo, así que me detuve de inmediato para no hacerle daño a ella -Vaya, vaya, parece ser que tiene un nuevo admirador. Quéjate todo lo que quieras si te hago daño, incluso te doy permiso para pegarme - volví a bromear. De alguna manera, conseguí convencer al animal para que se soltase de una buena vez, pudiendo así apartarlo de ella -No se puede decir que me haya quedado muy heroico - admití entre risas.
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