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Mensaje  ιzzy нale Mar Jun 12, 2012 12:46 am



Paris Bessette |||

Paris Alizee Bessette |||
Actriz/Estudiante de Artes- 21 años-
8 Enero 2012 · Apartamento de Paris, Madrid,ES· Con Pablo Urdangarin · sms

Si escribiera todas las cosas que pasaron durante mis últimos años estaría segura que mi libro ganaría el puesto numero uno en el New York Times, por novela ficticia. Lo que era ficción para algunos, había sido una realidad para los que alguna vez fueron mis compañeros de clase. Todavía podía recordar los buques de guerra que habían llegado a la isla, todavía podía escuchar a mi hermana gritando de miedo. Pero sobre todas las cosas recordaba los ojos verdes de un hombre que un día me hizo tanto daño. Por suerte esa época había acabado. No de la mejor manera pero ya había acabado. La tercera guerra mundial ya tenia por lo menos un año y algo que había terminado. Por suerte, Francia había decidido no entrar a la pelea. Por las noticias oía que en los bordes con Italia había caos, pero que se rehusaban a entrar en la guerra. No obstante habían capturado a Adrián, y desde el momento que le dieron la noticia a mi padre, deje de sentir sus ojos persiguiéndome a cada rincón donde iba. El mundo se recuperaba, y para mi sorpresa de manera bastante rápida. Rockland cerro sus puertas, y para siempre, ya que la isla de Konstanz había sido destruida completamente. No es que fuera a volver así la abrieran, ese lugar tenia algo que terminaba haciendo caos a los que estaba adentro de ella.
Por el lado positivo, Izzie y yo volvimos a la normalidad en cuanto pisamos Paris y eso me hacia tan feliz que no me importaron muchas cosas por un corto tiempo. Ella me llenaba de ganas de seguir adelante. Esta me conto que quería ser bailarina y que asistiría a la universidad de Bellas Artes de Francia, donde estaba la academia mas grande ballet en el país. Yo simplemente sabia que esta terminaría en ello, porque Izzie era una persona diferente cuando estaba en el escenario. Bonnie también estaba en Francia, cuestión que me alegraba, ya que así pude verla cuando quería. Si algo había sobrevivido de mi situación en Konstanz eran mis amigos y los lazos estrechos que tenia con ellos. Muchos de ellos, por distancia, simplemente hablaba con ellos por teléfono, porque por un tiempo decidí quedarme en Paris y ni responder a las ofertas de trabajo. Pero cuando decidí que era tiempo de volver, miles de puertas se abrieron, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que la suerte estaba de mi lado y que nunca me dejaría.
Pero las mejores ofertes fue las que tome, y eso significaba mudarme a España por un tiempo. Por un momento lo dude, debía admitir, pero luego me dije a mi misma que España tenia millones de personas no había manera que me encontrara a esa persona rondando por los mismos lugares que yo. Si, si era sincera estaba evitando a ver a Pablo. Nunca creí que haría eso, pero sabia que si lo veía volvería a sentir lo mismo y no deseaba eso. En los primero meses después de que comenzó la guerra, me había rehusado a hablar con Juan por un tiempo, la excusa que le daba es que Isobel me necesitaba y no tenia mucho tiempo para hablar con el. Pero la verdad es que no quería escuchar nada que estuviera relacionado con Pablo. Me recrimine muchas noches porque Juan era mi mejor amigo y me estaba alejando por el por culpa de Pablo. Por un momento sentí que odiaba a Pablo, pero luego me repetía que no se merecía mi odio por simplemente haberme rechazado hace tanto tiempo atrás. Me convencí que era mi orgullo el que estaba herido y nada mas, que no existía nada mas en mi interior que estuviera herido. Isobel me repetía que estaba mal. Pero yo prefería pensar así.
Hacia ya 6 meses desde que me había mudado a España, y estaba grabando dos películas españolas. En una era el papel principal y en la otra era la hija del papel estelar. Ambas películas eran completamente diferentes, una era una comedia de humor negro dirigida por el maestro Pedro Almodóvar y la otra era una película de terror dirigidas por Guillermo del Toro. No podía estar mas complacida con mi carrera. A demás seguí la universidad en España, retomando mi carrera en Artes y fotografía. Me había alejado de la pasarela, pero aun hacia una o dos por mes si me daba tiempo, las películas me tenían sinceramente ya complicada la vida. Había comprado un apartamento hermoso en Madrid, y tuve todo una semana decorándola con la ayuda de Irene y Bonnie, quien esta ultima venia a visitarme y a visitar a Kevin. Estaba enamorada de mi nuevo hogar debía decir. Había retomado mi amistad con Juan rápidamente, pero este obviaba por completo mencionar a Pablo, hasta Irene hacia lo mismo. Muchas veces tuve la tentación de preguntar, pero luego me retenía y comentaba cualquier estupidez que se me ocurría. Sabia que en la casa de Juan e Irene habían muchos problemas, sabia que Juan se la estaba pasando muy mal, ya que sus padres no aceptaban a Allie, quien era la chica por la que Juan estaba locamente enamorado. Me hacia tan feliz por el verlo tan enamorado y que ella estuviera tan enamorado de el. No podía evitar sentir algo de envidia pero luego me negaba y solo pensaba “ya llegara para ti”. No es que no hubiera salido con nadie durante todo este tiempo, salí con una de mi co-estrellas por tres semanas, pero la verdad el chico no tenia nada en el cerebro y sentí que me gustaba mas su personaje que el mismo, por lo que rompí con el un día por la tarde mientras tomábamos vino. Este no parecía sorprendido, y simplemente pago la cuenta y se marcho. Al otro día, todo fue igual a cuando nos conocimos, este era simpático y súper profesional, y eso lo agradecía.
Pero fue hace dos meses cuando la suerte decidió dejarme, suponía que ya había tenido demasiada suerte por mucho tiempo, tenia que volver una racha de mala suerte. Era una noche helada en Madrid y acababa de llegar de un largo día de rodajes. Había decidido ir a tomar vino a un bar cerca de mi apartamento. Me encantaba el lugar, ya que era muy exclusivo y así fueras la reina de España, la gente no mostraba sorpresa de verte ahí. Recuerdo haberme vestido con una bufanda enorme para cubrir mi cuello y haber caminado hasta el bar, esa noche tenia ánimos de caminar y pensar por un rato. Estaba tan estresada ese día que no recordé como había terminado ya en la puerta del bar. Me había convertido en una persona súper independiente, ya que no necesitaba ir a ningún lugar con alguien a mi lado, algo que antes era necesario. Ahora los tabloides hasta presumían que podía ser lesbiana, eso nos había hecho reír por horas a Bonnie y a mi. Recordé las palabras que mi madre me dijo el día que leyó el articulo -Antes te tachaban de fácil porque andabas con chicos y ahora te tachan de lesbiana porque no tienes novio, de verdad su lógica repasa los sentidos comunes- Me había reído mucho ante ese comentario y aun hoy me hacia sonreír. Cuando entre al bar, vi que no habían muchas personas, suponía porque era martes. Me iba a sentar en la barra cuando lo divise, y por un momento me costó reconocerlo, pero esa pequeña cicatriz en una de sus cejas era inconfundible. Estuve a punto de darme vuelta e irme. Aun hoy me recrimino por no haberlo hecho. Sabia que se había dado cuenta de mi presencia porque su cuerpo se noto tenso. Así que di paso a una actuación que merecía un premio Oscar. Le sonreí, le sonreí como cuando le sonreía antes, cuando comenzaba un nuevo curso y tenia mucho tiempo sin verlo. No iba a mentir parte de la actuación era genuina, parte si estaba feliz de verlo después de tanto tiempo, de saber que por lo menos físicamente estaba bien. Estaba igual a como lo había visto la ultima vez en el barco, no había cambiado ni un poco. Me había acercado y había tenido una conversación con el bastante…cordial y educada. Fue hasta que me invito a sentarme junto a él, que comenzamos a hablar de verdad, nos contamos que había pasado en nuestras vidas durante todo ese tiempo sin vernos. Por supuesto el vino había ayudado a que nuestra conversación se aminara y que fuera como los viejos Paris y Pablo del instituto y por supuesto eso quería decir que comenzamos a coquetearnos. Lo invite a mi apartamento esa noche a terminar nuestra botella de vino en mi casa. Este acepto claramente, y no es necesario decir como había terminado esa noche. En la mañana mi despertador comenzó a sonar como loco y por un momento me negué a levantarme ya que la cama se sentía muy bien, pero recordé que tenia que ir a filmar, cuando abrí los ojos vi a Pablo a mi lado tratando de apagar el maldito despertador. Si era honesta, fue en ese momento donde recordé todo lo que paso y me sobresalte tanto que medio di un grito al verlo. Luego me había levantado de un salto y le había evitado el discurso de que había sido un error diciéndole – los dos estamos claro de lo que paso ayer, así que no te preocupes- le había dicho mientras me vestía rápidamente- siéntete como en tu casa, pero tengo que irme, tengo que ir al rodaje- después de que me fui, no volví a verlo.
Ya habían pasado dos meses y una semana desde ese encuentro, y ahora me encontraba en la sala de mi apartamento esperando por él. Hacia dos semanas había recibido una noticia que había cambiado el resto de mi vida. No podía aun creer que esto estuviera pasando y por mas que quería darle el lado positivo no podía. Me había negado en decirle a alguien sobre lo que ese día el Dr. Muñoz me había dicho en su oficina. No le había contado a nadie, por miedo de hacerlo mas real de lo que ya era. Tome una galleta de la mesita que tenia a un lado y la comía mientras los nervios me mataban. Por suerte ya los rodajes habían acabado y ahora solo eran entrevistas y cosas así, por lo que podía quedarme en casa bastante tiempo. Había ignorado a mi madre durante las ultimas dos semanas, al igual que Isobel, al igual que a Bonnie, Irene, Juan y Charles. Sabia que si hablaba con ellos terminaría contándole, pero no quería hacerlo, no quería que me preguntaran como había sucedido eso y no quería escucharles reclamándome porque no me cuide o por que me había acostado con el. Me había vuelto loca en como decirle a Pablo lo que estaba pasando, como decirle lo que el doctor había dicho. ¿Qué podía esperar de el? La verdad estuve a punto de simplemente ocultarlo de él, pero luego me dije a mi misma que nadie merecía ser engañado de tal manera. Lo había llamado hacia tres días, por suerte no había cambiado su numero de celular. Su voz parecía extrañada de que lo llamara, y no lo recriminaba por ello, simplemente le dije que necesitaba verlo y que era importante que nos viéramos pronto, este sabia que algo estaba mal por lo que demédiate me pregunto cuando, y le había dicho que este viernes. Había comprado un montón de dulces. Si esa había sido mi obsesión por la mayor parte de ese mes. Cerré los ojos tratando de buscar una manera de decírselo, de tener el tacto de como decirlo, y de que de alguna manera estuviera estable y sin llorar mientras se lo decía. En eso parecía como si el Dr. Muñoz estaba cerca de mi oído diciéndome – Srta. Bessette, esta embarazada! La felicito!- el cuerpo se me estremeció y entonces el ruido del timbre me saco de mis pensamientos. Me levante del sofá y con un poco de fuerza suspire dándome ánimos. Me fui hasta la puerta y abrí. Ahí estaba él, mirándome con esos ojos que un día me hacían sonrojarme simplemente por el contacto visual. Hoy, no habían tenido ese efecto, pero suponía que estaba pensando tantas cosas mas importantes que denotar que hermosa mirada aun tenia. – Hola- le dije con una sonrisa de medio lado mientras hacia una señal para que pasara adelante. Cuando este paso cerré la puerta tras mi y suspire porque me hacia falta aliento. Me voltee y lo comencé a guiar hacia la sala estar. Sentía sus ojos clavados en mi nuca y le di señal para que se sentara- quieres algo de tomar? Café? Agua? Un refresco? Cerveza?- le pregunte, sentí que mi garganta se estaba quedando seca. No sabia si era causa del embarazo o a causa del nerviosismo, pero decidí echarle la culpa a ambos. Me dirigí a la cocina mirándolo de reojo mientras buscaba en la nevera – y como has estado?- le pregunte mientras tomaba las cosas. Pronto vi una nutella y no pude quitarme el antojo de querer comerla, así que la saque y tome una cuchara también.


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Mensaje  ιzzy нale Mar Jun 19, 2012 11:59 pm

Pablo Urdangarin
as: Pablo Nicolás Sebastián De todos los Santos Urdangarín y Borbón

Tiene 21 años y estudia Ingeniería en Informática. Vive en Madrid, España.
Se encuentra con Paris Bessette en su departamento.
Esto fue el: 8 Enero 2012



El tiempo pasaba, de eso no había dudas… pero realmente me hubiese gustado que se quedase congelado en aquella noche de Navidad de cuando tenía dieciocho años, porque en aquellos momentos era cuando todo parecía tener sentido en mi vida. Eran momentos en los que la vida parecía menos complicada, donde simplemente mi única misión era tener que ser el mismo chico insoportable de siempre, con los pies en las nubes… ese chico que nada le importaba más que él mismo y las personas que formaban parte de su vida de una forma más intima. Pero la realidad es que eso era imposible, porque el tiempo había transcurrido y todos cambiamos.

Mi vida se había vuelto un caos: básicamente no tenía rumbo alguno, pues lo cierto era que simplemente vivía el día como si no tuviese nada más que hacer: como si fuese un zombi. Me despertaba, me duchaba, desayunaba, iba al trabajo y luego a la universidad. Tenía una excelente calidad de vida: vivía en un lujoso departamento de Madrid; un excelente trabajo en una empresa multinacional, siendo uno de los empleados más jóvenes y destacados hasta el momento; tenía uno de los mejores promedios en la universidad en la carrera de Ingeniería en Informática; y por sobretodo: mi vida en relación a las mujeres seguía dando mucho de qué hablar… pues continuaba siendo un rompecorazones, siendo también considerado uno de los solteros más codiciados acorde a las revistas.

Pero lo cierto era que no me interesaba ninguna de las tantas mujeres que habían pasado por mi cama en los últimos años, pues mi mente y mi cuerpo aún le seguían perteneciendo a una muchacha francesa que me volvía básicamente irreconocible desde que la había conocido aquella vez en el Instituto hace tantos años. Era estúpido negar lo mucho que ella me atraía, lo que mi cuerpo sentía cada vez que la veía… pero mi boca hablaba más rápido de lo que mi mente era capaz de analizar, y quizás por eso seguía embarrándola una y otra vez: seguía lastimando quizás a una de las pocas personas que me importaba que no fuese de mi familia, y seguía reprimiendo lo que intentaba sentir. ¿Porqué? Bueno, quizás porque era un cabezota de primera clase, y sin dudas ganaría un premio por ser la persona más terca que haya pisado España, incluso más que mi propio padre.

Hablando de padres, quizás este era el único aspecto de mi vida que hacía que mi vida no fuese tan “perfecta” como todo el mundo quería pintarla, porque mi familia se encontraba en estos momentos en una especie de batalla campal, donde Irene, Juan y yo estábamos básicamente en contra de ellos y de sus estúpidas imposiciones respecto quién o no era conveniente para pasar el resto de nuestras vidas a nuestro lado: era estúpido siquiera decir que se les había pasado por la cabeza la idea de comprometernos a los tres con alguien en relación a la realeza, tal y como hacían en la antigüedad para continuar con el buen status social… y realmente me alegraba que mis hermanos tuviesen dos dedos de frente como para animarse a hacer lo que yo había estado haciendo durante toda mi vida: enfrentarlo por hacer algo que realmente a mí me importaba, algo que yo quería y que ellos no iban a tomar la decisión por mí. Sí, se tomaron un tiempo en darse cuenta, nunca dije que fuesen rápidos en mente… pero más vale tarde que nunca, como quien dice.

En fin, antes de pasar al tema “familia” hablaba más bien de una persona. Esa persona, por alguna razón siempre aparecía en mi vida cuando algo sucedía… cuando necesitaba a alguien a mi lado que pudiese soportarme al menos dos segundos de su vida… alguien que me conociera de por vida. Esa persona, justamente es una muchacha francesa quien desde hacía tiempo se había instalado en Madrid para hacer su carrera de actriz. No, no es que nos hablásemos todos los días: no habíamos terminado realmente bien antes de que todo el tema de la Guerra nos invadiese. Pero aquella noche en el bar todo sucedió de forma muy natural: nuestras miradas se cruzaron casi sin poder evitarlo, y ella se acercó con aquella sonrisa tan resplandeciente. Bebimos un poco, y entre una cosa y otra terminamos en su apartamento. Bueno, no hace falta describir exactamente qué hicimos, pero solo puedo decir que desde hacía muchísimo tiempo que no me sentía tan… así. De todas formas, la mañana siguiente sucedió algo realmente irónico: ella dijo exactamente lo que yo hubiese dicho en cualquier otra oportunidad, y ni siquiera tuve tiempo de replicar porque se marchó así como así dejándome en su departamento.

Desde aquel día habían pasado ya dos meses, y lo cierto era que no había sabido nada de ella desde entonces: hasta que hace tres días recibí una llamada al móvil proveniente del suyo. Sí, me sorprendió, porque no esperaba que me llamase ya que jamás lo hacía, pero luego me preocupé porque me pidió hablar en persona. Fue por eso que acordamos encontrarnos en su apartamento el viernes, y quizás por esa razón había parecido un idiota durante los últimos tres días ya que mi cabeza estaba fuera de sitio pensando qué pudo haberle sucedido. Quizás era por eso que en estos momentos me sentía tan nervioso. Armándome de valor, golpeé la puerta de su apartamento, y esperé a que me abriese mientras jugueteaba con mis manos de forma inquieta. Finalmente, ella abrió la puerta y me quedé quieto durante unos segundos, mirándola fijamente a los ojos e intentando buscar una respuesta en su mirada. Y entonces noté algo diferente en ella, algo que comenzó a inquietarme. Me mordí nerviosamente el labio inferior. . – Hola- me saludó ella con una sonrisa. – Ey… - respondí simplemente, sintiendo como la respiración se me volvía un poco inquieta. Di unos pasos hacia adentro, hasta que finalmente escuché como la puerta se cerraba tras mi espalda. - quieres algo de tomar? Café? Agua? Un refresco? Cerveza?- preguntó ella. La notaba nerviosa… y había algo que me hacía sentir el mismo nerviosismo. Posiblemente era por la idea de estar en el mismo lugar que ella, estando ambos los dos realmente conscientes. No entendía por qué seguía sintiéndome tan vulnerable estando junto a ella: era como si realmente dejase de ser yo mismo. – No, gracias… - respondí casi sin pensar demasiado en lo que decía. Lo menos que podía hacer era siquiera intentar ser amable con ella. Solté un profundo respingo, y la miré fijamente durante unos segundos, esperando a que volviese a hablar. ¿Qué le pasaba? – y como has estado?- preguntó ella de pronto, y ante su pregunta, no pude evitar alzar una ceja y reír a carcajadas. No estaba seguro: insisto… posiblemente fuesen los nervios que me hacían sentir de esta forma tan estúpida que me hacían hacer este tipo de cosas. - ¿Realmente, Paris? ¿Luego qué? ¿Me vas a preguntar sobre el clima? – pregunté en tono irónico mientras fruncía mi ceño, mientras la observaba fijamente y comenzaba a dar pasos hacia ella para acercarme a donde estaba. La vi coger un frasco de Nutella y alcé una ceja colocando mi mano sobre la pared. – Más bien creo que yo debería preguntar cómo estás tú. – respiré profundamente, y torcí suavemente el gesto, prestando atención en sus acciones. – Has sido tú la que me has llamado, ¿recuerdas? – le pregunté nuevamente. Tragué saliva, y esta vez me crucé de brazos mientras continuaba con mi ceño fruncido. - ¿Qué sucede, Paris? Y no me digas con que nada, porque tú no me llamas simplemente para “hablar”. – Siempre era lo mismo conmigo: tenía que ir siempre al grano de la conversación porque no soportaba darle vuelta al asunto demasiado tiempo. Y si necesitaba mi ayuda, mejor que me lo dijese de una vez… al fin y al cabo, no iba poder negársela porque me había prometido que siempre estaría para ayudarla en lo que necesite, sin necesidad de decírselo en la cara.

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