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Mensaje  ιzzy нale Sáb Jun 23, 2012 10:46 pm

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Desaparecidos? Muertos? Problemas? Mi cabeza estaba dando vueltas y no sabia cuando es que iba dejar de preocuparme por mas que mis padres me hubiesen dicho que no pensara en todo lo que estaba pasando no podía evitarlo estaba asustada y mientras que Papa me prometió que nada malo sucededira no podía evitar pensar que Iker podía ser el siguiente desaparecido incluso había tenido una pesadilla de la cual desperté llorando y una de mis compañeras de habitación tuvo que buscar a Helena quien busco a mi hermano. Si era una exagerada estaba consciente de eso pero no podía evitarlo, quería demasiado a mi hermano y si algo llegaba a pasarle. "Ni lo pienses" me dije de forma brusca para negar con la cabeza. Estaba en un nuevo nivel de histeria lo sabia, y Iker se encargaba de decírmelo cada que le mandaba un mensaje para saber donde estaba. Pero eso no me importaba realmente con tal de saber que el estaba bien que no estaba tirado en algún pozo ser histérica estaba muy bien por mi.

Ademas era mi trabajo como su hermana menor ser la persona mas fastidiosa dentro de su vida, o como dice mi hermano un grano en el culo. Reí un poco al recordar la expresión que llevaba Iker cuando entro a mi dormitorio pensando que algo me había pasado se le querían salir los ojos pero no dijo nada simplemente al verme su mirada cambio y yo lo abrace diciéndole que había tenido una pesadilla en donde lo encontrábamos a el dentro de un pozo. A lo cual me contesto que si ya me había olvidado de que el era un superhéroe y que nadie podría con el. Haber desayunado con mi hermano logro tranquilizarme un poco aunque aun estaba un poco triste pues echaba de menos a mama y papa y porque negarlo quería ver a Luis y a Nela quienes se quedaron con el abuelo Richard y me daba envidia? Claro de la buena, porque mi abuelo siempre tenia grandes aventuras planeadas para nosotros y tenia que admitir no había nada mejor que pasar una tarde en el departamento de mi abuelo jugando con todos sus juguetes. Después de dejar a Iker, estuve con Lena ambas platicando de lo que estaba pasando y después le mostré un libro nuevo que me presto Lizzie a quien por cierto me moría por visitar y contarle lo mucho que lo adoraba.

Los cuentos de hadas eran mi adición me encantaba sentarme con un tazón de chocolate y dulces justamente en un día como este donde estaba lloviendo por lo que al despedirme de Lena decidí tomar mi libro y dirigirme hacia mi lugar favorito la biblioteca. Si ya debería hacerme una casa ahí dentro estaba consiente que era fin de semana y que podría estar socializando como todos los demás pero no se me daba bien ademas ya tenia a mis amigos. Suspire mientras miraba a mi alrededor raramente una persona llego a mi mente y esa persona era Alphonse a quien no había visto hace ya varios días suponía que estaba pasando tiempo con sus padres y no quería ser una molestia por lo que no le mande mensajes pensando que el me buscaría cuando quisiese. Aunque bueno últimamente lo que las chicas de mi curso me habían dicho me tenia pensando que tal si ya se aburrió de mi? Tiende a pasar, me dijo una voz que se escucho como la de mi hermano quien lo decía jugando pero aveces pensaba que era verdad. Que hasta Lena se cansaba de mi y mis fantasías pero al fin no iba a sentirme mal por eso. Entre a la biblioteca y salude a Sarah con una mano para dirigirme a una mesa en donde puse varios de mis libros y me quede parada un segundo.

Mi cabeza estaba por las nubes y fue cuando llego una aroma familiar a mi, era la de el. Estuvo parado atrás de mi por unos segundos y solamente me dedique a respirar su aroma un poco hasta que se coloco a un lado a lo cual sonreí de forma instantánea. "Sabes que cualquier otra persona te hubiese golpeado por estar tan cerca de ellos?" le dije sintiendo como mis mejillas empezaban a sonrojarse solía pasar cuando estaba frente a el. Aunque me preguntaba cuando es que dejaría de sentirme así, porque era tan imposiblemente no sentir aquellas mariposas en el estomago cada que lo veía. "Tienes suerte que sea yo" le dije una vez mas con una mirada divertida mientras jugaba con la orilla de uno de mis libros. "Que tal están tus padres?" le pregunte con curiosidad y notando que poco a poco dejaba de sentir tanta vergüenza porque por lo menos ya no tartamudeaba cada dos segundos como lo hacia en un principio algo de el me hacia sentir sumamente cómoda como si no tuviese que sentirme apenada de nada y no sabia si ese sentimiento era normal pero me gustaba mucho. "Estuve hablando con Lizzie, y ella me dijo que estaban aquí" agregue antes de que el me contestara aun tenia esa costumbre de hablar demasiado rápido porque aun me sentía nerviosa cuando estaba con el. Eso era algo que no iba pasar o bueno por lo menos no pronto. "Mis padres también llegaron, pero sin mis hermanos" le dije suspirando de forma triste para después guardar silencio percatándome de que el no me lo había preguntando por lo que sentí mis mejillas enrojecer aun mas.

"Si bueno no preguntaste" le dije en un susurro mientras rascaba mi mejilla de forma incomoda para después sonreír un poco. "Yo... lo siento" le dije notando como mi voz se tornaba mas aguda que de costumbre. "Aun no me acostumbro a tener que hablar.. o bueno es decir" me estaba haciendo bolas, PORQUE! PORQUE Aun hablaba y hablaba como una boba cuando estaba frente a el pero es que no podía evitarlo tenerlo cerca me hacia perder el control y eso me ponía completamente de patas para arriba. "Creo que el dicho de callada te ves mas bonita aplica ahora mismo" le dije mientras me encogía de hombros esperando a que el me dijese algo para tranquilizarme solía hacerlo y no lo entendía el único que normalmente podía hacer eso era mi padre pero estar con el se me olvidaba el mundo entero y aun no me decidía si eso era bueno o no.
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Mensaje  ιzzy нale Dom Jun 24, 2012 2:37 am




Alphonse de Liechtenstein
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[ Está con Paulina Urdangarín ;; En la Biblioteca del Instituto
]


El pretender que mi hermana y yo teníamos una excelente relación, no logró engañar a papá. Todo era cuestión de intuición; por que cuando mi padre me pidió que lo acompañara a dar una caminata después de la cena, supuse que querría que habláramos al respecto. La plática que mantuvimos mi padre y yo esa noche me dejó en claro que, sin importar cuanto nos esforzáramos mi hermana y yo en guardar las apariencias y fingir que teníamos una excelente comunicación entre hermanos, era una situación delicada que comenzaba a preocupar a mi padre que, desde siempre ha sido consciente de que Giselle y yo, no éramos precisamente los clásicos hermanos que son muy unidos, capaces de tenerse la suficiente confianza para hablar y contarse sus problemas. Sé que a papá le gustaría que mi hermana y yo fuéramos unos hermanos más unidos, tal como él y mi tía Caroline lo fueron hace tiempo. Pero el problema es que Giselle a veces se comportaba de una manera tan caprichosa, siempre queriendo imponer su voluntad que sobrepasaba cualquier límite de tolerancia. Contrario a mi padre, yo no tenía ni la más mínima pizca de paciencia y eso conllevaba a que ignorara a mi propia hermana la mayor parte del tiempo. Difícilmente podría olvidar las palabras de mi padre, por que aunque me costara reconocerlo abiertamente, tenía razón. “Alphonse, debes entender que Giselle es tu hermana menor y por tanto debes ser más comprensivo con ella. Sé que tu hermana tiene un carácter difícil, no lo niego, pero intenta ponerte en su lugar tan solo por una vez y te darás cuenta de que tu hermana no es la persona caprichosa que tú mismo describes y que afirmas conocer. No cometas el error de apartarla y dejar que su relación de hermanos se fracture. No dejes que tu orgullo te impida acercarte a tu hermana… por que aunque aparente no necesitarte, ella te necesita tanto como Alois y Sophia. Tal vez ahora no lo veas, ni lo sientas de esa manera, pero con el tiempo lo entenderás…“. De la misma manera que mi padre esperaba llegar a entenderla, por que lo que menos deseaba era que mi propia hermana me viera como el “villano” de la historia. Como su hermano era mí deber cuidarla y no permitir que nada ni nadie le hicieran daño; quería creer que detrás de aquella faceta mi hermana tiene oculto su verdadero corazón; aún cuando sus acciones pongan en duda cuan sinceras pueden ser realmente. No necesariamente tuve que contarle a mi padre lo que “suponía” que pudo haberle pasado al móvil de mi hermana; mi padre era un hombre poco afecto a ser tomado por sorpresa, por lo que no me extrañó verlo reír cuando le conté que con lo descuidada e irresponsable que era su hija debió habérsele estropeado y que por esa razón se había inventado el pretexto de que lo había extraviado. Después de todo no era la primera vez que mi hermana perdía o descomponía algún aparato; por lo que podría decirse que estábamos acostumbrados; el lema de Giselle, en este caso, era que todo podía solucionarse con unos golpes y eso bastaría para que las cosas volvieran a funcionar. Y luego se preguntan por qué me le quedo viendo a mi hermana con cara de “¿acaso me estás tomando el pelo?”. Admito que tenía toda la intención dejar a mi hermana sin un móvil durante un tiempo, al menos para que aprendiera la lección y fuera más cuidadosa con sus cosas, pero mi padre no estuvo de acuerdo con la idea, por lo que entre los dos terminamos comprándole uno nuevo. Según él, para mi hermana debió haber sido suficiente castigo el estar más de un día incomunicada. No voy a negar que, a pesar de que mi padre y yo éramos muy diferentes me dio gusto volver a verlo; aún cuando la razón de su visita no era la que hubiéramos deseado. La desaparición de cuatro personas era un tema que me tenía inquieto… especialmente por mi hermana, por Lena, por Lizzie y… por Paulina.

Paulina… ¿De donde sacaba el valor suficiente como para mirarla a los ojos día tras día? ¿De verdad era tan cabrón como para seguir adelante con esto que le estaba haciendo? Empezaba a creer que ninguna persona se merecía lo que le estaba haciendo; llámenlo culpa o remordimiento, pero ya no estaba tan seguro de poder continuar con la farsa hasta las últimas consecuencias. Paulina era la mejor amiga de Lena, una de las personas más queridas en la vida de Lizzie, ¿podría continuar con la farsa hasta alcanzar el objetivo? ¿Tendría el valor de seguir mirando a Lena y a Lizzie a los ojos a costa del daño que le estaba haciendo a Paulina…? Una de las razones por las que había evitado a Paulina en los últimos días, ha sido por el sentimiento de culpa que lentamente se estaba apoderando de mí y que por razones que no eran nada fácil de entender me impedían conciliar el sueño. Se suponía que no debería sentir ninguna culpa ni remordimiento por mis acciones, pero todo era diferente por el simple hecho de que se trataba de Paulina. ¿Por qué de todas las chicas que hay en el instituto tuve que fijarme precisamente en ella? ¿Qué motivo me orilló a mirarla a los ojos esa noche?, daría lo que fuera por tratar de comprender por qué estaba haciendo esto, pero la única persona capaz de encontrar las respuestas a esas preguntas era yo. Nadie, ni siquiera mi padre sería capaz de ayudarme en el problema en el que me encontraba metido; por que si él supiera la verdad, estoy seguro que nunca me perdonaría. La relación que mantenía con Emma no era lo bastante complicada a decir verdad, incluso empiezo a creer que éramos más amigos con derechos que algo más. Lo que sentía por Emma no era precisamente “amor”, si no más bien atracción física; por que cuando estábamos juntos las palabras no eran precisamente el principal tema de conversación, si no todo lo contrario: menos charla y más acción, era lo habitual entre nosotros. La quería... pero no como realmente se merecía. Paulina y yo nos conocíamos desde hace algunos años, y cada vez que la veía no podía evitar recordar los momentos que pasamos juntos cuando éramos niños, a lado de Lena y de Lizzie. Eran momentos que, me hacían sonreír de forma súbita al remontarme a la vez en que nos conocimos. Llegué a creer que el recuerdo de ese día había quedado en el olvido, pero no fue así… por que recordaba cada detalle de aquel día como si lo hubiera vivido ayer. Recuerdo como la pequeña Paulina tropezó accidentalmente con la raíz de un árbol sobresaliendo en la tierra, lastimándose la rodilla, como me había acercado a ella para intentar consolarla, para después pedirle que se sostuviera fuertemente de mis hombros para que pudiera llevarla con Lizzie y curara el raspón que tenía en su rodilla. Esa fue la primera y última vez que sequé las lágrimas de Paulina, en aquel entonces era una niña pequeña que con su ternura logró conmoverme. Ha pasado tanto tiempo desde entonces que, los recuerdos del corto tiempo que convivimos cuando éramos niños eran la causa del remordimiento que sentía en el interior.

Lamentablemente, mis padres se habían marchado la noche, debido a que mi padre debía atender unos asuntos en la notaria el lunes por a tarde, pero antes de volver a Vaduz debían pasar por Sophie y Alois a casa de los abuelos y en vista de que Regina había echo también acto de presencia en la reunión al tratarse de la madrastra de Lizzie, a mi padre no le quedó más remedio que ofrecerse en llevar a Regina de vuelta a casa. Tanto mi padre como Regina no tenían una muy buena relación, pero sabían dejar de lado sus diferencias cuando se trataba de Lizzie. Viendo el lado positivo de la partida de mis padres, es que mi hermana se sentiría aliviada de no volverme a ver la cara en una semana o quizás hasta las vacaciones decembrinas. El día de hoy me había levantado más temprano que de costumbre, dado a que había quedado con Lena de acompañarla al pueblo a hacer unas compras. Lena era demasiado paranoica y de la misma manera que mi tía Isobel era bastante precavida, por lo que no me extraño ver la cantidad de dulces que compró para Paulina, para Lizzie, para Giselle y para ella. Aprovechando que habíamos ido al pueblo, Lena y yo no perdimos oportunidad de pasar por la librería y el solo echo de estar rodeado de montañas de libros me hizo recordar a Paulina y a la vez hizo que la echara de menos. Extraño, pero… así era. Habían pasado varios días desde la última vez que platicamos y… no podía negar que disfrutaba de su compañía y de su conversación. Paulina era una chica brillante, una de las personas más inteligentes que he conocido en toda mi vida y me hacía entender por qué Lena y ella eran tal para cual. En cuanto dejé a Lena en el instituto… aproveché en darme una vuelta por la habitación de Giselle, no sin antes llamar a la puerta, pero en vista de que ninguna de sus compañeras respondió, me aventuré a entrar y dejar encima de su cama una caja adornada con un moño rosado, evidentemente la caja no estaba envuelta en papel, por lo que enseguida se notaba que se trataba de un teléfono móvil, a lado de la caja dejé una nota. Me había visto tentado en dejarle únicamente el móvil sin una nota, pero después lo pensé mejor y conociendo a mi hermana… seguramente se emocionaría al pensar que Edward le había enviado el móvil y no quería que pensara eso. Ya tenía suficiente con saber que Giselle estaba interesada en ese sinvergüenza y lo peor era que “aparentemente” él también estaba interesado en ella. Por otro lado, una de las cosas que más curiosas que me había pasado en estos días, ha sido el haber conocido a Jessica, la chica que venía de intercambio. No muchas personas se mostraban interesadas en apoyar a los refugios animales y su interés llamó mi atención, por lo que no dudé en acompañarla a la recaudación que se haría a beneficio del refugio. A mí parecer, Jessica parece ser la clase de chica que se preocupa por su entorno y… eso era bueno por que muy pocas personas son conscientes del daño que hacen al planeta al no cuidar su flora y su fauna. Por lo poco que conversamos ese día, se me hizo una chica interesante. Aunque… había algo en su mirada que me intrigaba, pero era imposible que Jessica y yo nos hubiéramos conocido antes, debido a que era la primera vez que pisaba Konstanz, por lo que debía descartar aquella idea.

Lamentablemente, mis padres se habían marchado la noche, debido a que mi padre debía atender unos asuntos en la notaria el lunes por a tarde, pero antes de volver a Vaduz debían pasar por Sophie y Alois a casa de los abuelos y en vista de que Regina había echo también acto de presencia en la reunión al tratarse de la madrastra de Lizzie, a mi padre no le quedó más remedio que ofrecerse en llevar a Regina de vuelta a casa. Tanto mi padre como Regina no tenían una muy buena relación, pero sabían dejar de lado sus diferencias cuando se trataba de Lizzie. Viendo el lado positivo de la partida de mis padres, es que mi hermana se sentiría aliviada de no volverme a ver la cara en una semana o quizás hasta las vacaciones decembrinas. El día de hoy me había levantado más temprano que de costumbre, dado a que había quedado con Lena de acompañarla al pueblo a hacer unas compras. Lena era demasiado paranoica y de la misma manera que mi tía Isobel era bastante precavida, por lo que no me extraño ver la cantidad de dulces que compró para Paulina, para Lizzie, para Giselle y para ella. Aprovechando que habíamos ido al pueblo, Lena y yo no perdimos oportunidad de pasar por la librería y el solo echo de estar rodeado de montañas de libros me hizo recordar a Paulina y a la vez hizo que la echara de menos. Extraño, pero… así era. Habían pasado varios días desde la última vez que platicamos y… no podía negar que disfrutaba de su compañía y de su conversación. Paulina era una chica brillante, una de las personas más inteligentes que he conocido en toda mi vida y me hacía entender por qué Lena y ella eran tal para cual. En cuanto dejé a Lena en el instituto… aproveché en darme una vuelta por la habitación de Giselle, no sin antes llamar a la puerta, pero en vista de que ninguna de sus compañeras respondió, me aventuré a entrar y dejar encima de su cama una caja adornada con un moño rosado, evidentemente la caja no estaba envuelta en papel, por lo que enseguida se notaba que se trataba de un teléfono móvil, a lado de la caja dejé una nota. Me había visto tentado en dejarle únicamente el móvil sin una nota, pero después lo pensé mejor y conociendo a mi hermana… seguramente se emocionaría al pensar que Edward le había enviado el móvil y no quería que pensara eso. Ya tenía suficiente con saber que Giselle estaba interesada en ese sinvergüenza y lo peor era que “aparentemente” él también estaba interesado en ella. Por otro lado, una de las cosas que más curiosas que me había pasado en estos días, ha sido el haber conocido a Jessica, la chica que venía de intercambio. No muchas personas se mostraban interesadas en apoyar a los refugios animales y su interés llamó mi atención, por lo que no dudé en acompañarla a la recaudación que se haría a beneficio del refugio. A mí parecer, Jessica parece ser la clase de chica que se preocupa por su entorno y… eso era bueno por que muy pocas personas son conscientes del daño que hacen al planeta al no cuidar su flora y su fauna. Por lo poco que conversamos ese día, se me hizo una chica interesante. Aunque… había algo en su mirada que me intrigaba, pero era imposible que Jessica y yo nos hubiéramos conocido antes, debido a que era la primera vez que pisaba Konstanz, por lo que debía descartar aquella idea.

Caminaba por los pasillos del instituto con la esperanza de poder ver a Paulina, aunque de lejos, pero sabía con toda seguridad que no la encontraría. Consciente de que mis pasos me guiarían al único lugar en donde Paulina y yo podíamos conversar con total libertad sin ser molestados… al encontrarme lo bastante cerca de la biblioteca, decidí correr el riesgo de echar un vistazo. A penas puse un pie en aquel lugar, no pude evitar sentirme embargado por una momentánea tranquilidad; a Sarah, la bibliotecaria, nunca le ha extrañado mi presencia, si no todo lo contrario, siempre que venía se mostraba afectuosa y me saludaba amablemente. Cuando cursaba en el instituto, solía pasar largas horas en la biblioteca estudiando para los exámenes o simplemente leyendo cuando necesitaba estar a solas sin ser molestado. Recorrí con la mirada cada una de las mesas, cuando de pronto la vi… y una súbita y suave sonrisa curvó mis labios. Como de costumbre… Paulina ocultaba su rostro detrás de un libro, inmersa en su lectura. Podía incluso visualizar mentalmente su rostro, imaginando cada palabra, cada frase en su mente. La imaginación de Paulina era increíble… y el escucharla hablar con tanta ilusión de su gran amor por los libros y por los cuentos, me hacía darme cuenta de que corazón aún era el de una niña. Cuidadosamente me fui acercando para no molestarla durante su lectura. Al estar lo bastante cerca de ella, me dediqué a observar la manera en que su cabello caía sobre sus hombros, por lo que tuve que contener el impulso de colocar una mano sobre su hombro. Sin embargo, al parecer algo delató mi presencia a sus espaldas, por que sus palabras no dudaron en hacerme reír gravemente. – Bueno… ya sabes lo que dicen, ¿qué es la vida sin un poco de riesgo? – la bordeé para situarme a su lado y tener oportunidad de mirarla a los ojos, por primera vez luego de varios días, con una evidente sonrisa enmarcando mi rostro. Tenía la impresión de que Paulina inmediatamente se percataría de que había parafraseado a Sirius Black y esperaba que de alguna manera eso la hiciera sonreír. Si hay algo que me he dado cuenta es que Paulina y yo teníamos algunas cosas en común, como por ejemplo, ambos éramos hermanos mayores y cuidábamos demasiado de nuestros hermanos menores. Y tanto a sus hermanos como a los míos, les encantaba que les leyera los libros de Harry Potter una y otra vez. Aunque, Sophie no podía evitar llorar una y otra vez cada vez se los leía. – Si supongo que tienes razón, por que otra persona en tu lugar, me habría golpeado hasta el cansancio con el libro que tienes en la mano – comenté en un intento por bromear, mientras observaba con una sonrisa como jugaba con la orilla del libro y me percataba del rubor que teñía sus mejillas. Una pequeña manía de Paulina a la que comenzaba a acostumbrarme por que de alguna manera el rubor en sus mejillas la hacía ver más… dulce e inocente de lo que verdaderamente era. – Bien gracias ellos… – dije con una pequeña sonrisa a manera de agradecimiento cuando preguntó amablemente por mis padres, pero mi respuesta quedó a medias cuando agregó que Lizzie le había dicho que se encontraban en la misma, lo cual me hizo reír discretamente al tiempo que negaba involuntariamente con la cabeza. De la misma manera que con Lena… Paulina y Lizzie eran muy unidas y no extrañaba que estuviera enterada de que mis padres se encontraban aquí. – Lo sé… – esta vez fue mi turno de adelantarme, medio segundo antes de que continuara. – Lo que quiero decir es que… me imaginé que tus padres también se encontraba aquí y… tanto Lena como Lizzie me dijeron que estabas un poco desanimada por que tus padres habían venido, pero sin tus hermanos – me expliqué mejor, debido el involuntario “lo sé” que brotó de mí había quedado sin explicación a lo que quería decir. – No, descuida no tienes por qué disculparte… – dije inmediatamente al ver su expresión incómoda y apenada. En ese momento, involuntariamente tomé su mano, la cual se encontraba encima de la mesa, como en un intento de reconfortarla para que no se sintiera mal. – Entiendo… no tienes de que preocuparte. Soy yo el que debería pedirte una disculpa si por un momento te sentiste presionada, no fue intención – señalé mirándole con evidente sinceridad en mis palabras. Sabía muy bien que Paulina era una persona de pocas palabras con las personas a su alrededor. Lo cierto es que, Paulina ni yo éramos cercanos y… era comprensible. Por que si hay algo de lo que he podido darme cuenta es que estaba llena de inseguridad… lo cual notaba su mirada y en su manera hablar, dado a que era muy afecta a ponerse nerviosa. – No digas eso… por que más bien ese dicho se aplica a la gente molesta y hasta donde sé, tú no eres así… – dije en un intento por tranquilizarla; al darme cuenta que sostenía involuntariamente su mano entre la mía y que la acariciaba suavemente con el pulgar, deslicé mi mano para romper el contacto que teníamos de la manera más natural. – Por que al contrario, te confieso que me alegra un poco el saber que mi presencia te ha “mal influenciado” en ese sentido – dije a modo de broma, mientras reía. Quizás… “mal influenciar” no era precisamente la palabra correcta; si Lena y Lizzie se enteraran de que estoy siendo una mala influencia para Paulina me asesinarían, pero a diferencia de la primera vez que hablamos habíamos logrado un gran avance... por que en el fondo, no puedo negar que me gustaría que Paulina viera en mí a un amigo.
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Mensaje  ιzzy нale Dom Jul 08, 2012 3:51 am

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Pasar tiempo con Alphonse era como solución a mi histeria porque raramente estando con el se me olvidaba todo lo que pasaba a mi alrededor como si en mi mundo solamente existiéramos nosotros dos. "Pero que estas pensando Paulina" me recrimine de repente, el era el primo de Lena, el mismo que me había ayudado cuando era pequeña el que me había visto llorar por haberme raspado la rodilla. El que me llevo con Lizzie con las mejillas sonrosadas por tanto llorar y el que se quedo conmigo hasta que deje de hacerlo. Claramente ese fue el único contacto que yo había tenido con el aparte de lo que tenia que hacer por pasar tanto tiempo con Lena. Desde aquel día siempre me dio pena hablarle y por lo mismo parecía esconderme de el cuando notaba que nos íbamos a quedar a solas.

Me daba tanta vergüenza, y no era que hasta ahora después de aquella noche de haberlo visto en Genux que volvimos hablar y ahora eramos amigos, o bueno yo quería pensar que eramos amigos aunque aveces me encontraba pensando que tal vez el para mi era algo mas. No podía permitirme aquello, porque era ridículo que va querer el conmigo? No simplemente me veía como alguien con quien platicar cuando no esta con su prima. Era su amiga, yo no era la chica ideal de nadie jamas lo había sido por lo que me sentía tonta pensando de que tal vez podría ser la de el. Estar con el en la biblioteca era divertido, lograba hacerme reír y eso siempre se lo había dejado a mis hermanos o alguno de mis cuentos de los que le hablaba sin parar. Aveces temía que iba aburrirle, aunque el me aseguraba que no. Lo cierto de la situación era que aun me sentía apenada cuando el se acercaba a mi.

Me ponía nerviosa y después me ponía a hablar y hablar y hablar o como esta tarde que me tomo de la mano casi salto al otro lado de la biblioteca. Era pésima disimulando mis nervios y sabia que el lo notaba pero el de alguna forma lograba comprenderme y me hacia sentir cómoda y se lo agradecía bastante porque con el no sentía vergüenza de ser inteligente, de disfrutar del estudio. El lograba que tuviese por lo menos un poco de confianza en mi misma lo cual era curioso pero según Helena eso era parte de encanto de su primo. Mi mejor amiga se daba cuenta de todo, ella sabia lo que yo veía cuando estaba frente a Alphonse que para mi era prácticamente un príncipe azul como todos los de mis cuentos.

"Pensamiento Infantil" escuche dentro de mi cabeza y era cierto por lo tanto procuraba de no decirlo en voz alta y simplemente quedarme con aquel sentimiento para mi misma. Habíamos terminado en mi habitación ya que le había pedido que viniese conmigo por unos libros pero la tormenta logro atraparnos dentro de ella aunque ciertamente el tiempo paso bastante rápido pero los truenos me tenían nerviosa y no podía evitar saltar de vez en cuando. "Sabes, esto me pone a pensar en las tormentas que pasan en casa" le dije mientras sobaba mis brazos un poco me había cambiado de ropa y llevaba puesto una blusa de manga larga la cual jalaba de vez en cuando dado por nervios. "Normalmente mis hermanitos y yo nos colamos en la cama de Iker, cuando el tiempo esta así" rápidamente me sonroje, no podía creer que había dicho aquello. Quien demonios contaba esas cosas? No tenia remedio eso estaba claro pero mis hermanitos eran mi vida entera y en casa hacia todo por pasar tiempo con ellos. No me gustaba estar lejos de Nela y Luis ni de Iker ahora que lo pensaba. "Aunque ahora creo que es imposible, imagínate que dirían si llego a colarme en la habitación de mi hermano" solté una risa para después negar con la cabeza como dándole a entender que no tenia porque contestarme aquello.

Guarde silencio por unos minutos mientras miraba por la ventana para después volver a mirar a Alphonse y rascar mi mejilla un poco. "Enserio no te aburro?" le pregunte sin poder detenerme. "Es decir según todo el mundo, tengo un talento enorme para aburrir a las personas" agregue rápidamente antes de que el me contestara, sabiendo perfectamente bien que eran mis nervios. "O bueno eso es lo que dicen todos los del salón" dije en un susurro mientras evitaba encontrarme con sus ojos, ya que no quería que sintiese pena por mi y como solía caminar por el instituto ignorando todo lo que decían aunque no podía negar que si me afectaba saber la opinión que todos tenían de mi por lo tanto me la pasaba preguntandole a las personas que consideraba cercanas lo que pensaban de mi. Parte de mi inseguridad o bueno eso suponía.


Última edición por ιzzy нale el Mar Jul 10, 2012 12:32 am, editado 1 vez
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Mensaje  ιzzy нale Dom Jul 08, 2012 10:16 pm




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Reconozco que pasar la tarde entera con Paulina no estaba dentro de mis planes, pero por extraño que resulte, hay algo que me hace sentir cómodo cuando estoy con ella y que me impide dejarla sola. Tenía la esperanza de que en cualquier momento llegara Lena, de esa manera podría irme tranquilo sabiendo que dejaba a Paulina en buenas manos y que no estaría sola, pero a medida que pasaban las horas, la intención que tenía de marcharme se fue desvaneciendo…. lo curioso es que mientras más tiempo pasaba, menos quería irme de la biblioteca. Fue así como perdimos la noción del tiempo conversando, riendo y bromeando entre nosotros, lo cual era bueno, a mí parecer. Aunque no lo parezca, Paulina Urdangarín es una chica que en el fondo, sabe como divertirse; el malo es que era demasiado insegura. Lo cual no era para menos, quiero decir… todos en algún momento nos hemos sentido inseguros, es comprensible, pero con Paulina era diferente y no entendía exactamente por qué o a que se debía tanta inseguridad en ella. He de admitir que hay momentos en los que su actitud me desconcierta por sus cambios tan repentinos, como por ejemplo, esta tarde cuando tomé su mano… me dio la impresión de la hice sentir incómoda y que de no haberla soltado probablemente habría salido corriendo o algo, la verdad no me quería imaginar que hubiera pasado… aunque admito que esta no era la primera vez que sucedía. Basta recordar las pocas veces que hemos coincidido por Lena y… digamos que esos encuentros no hay sido agradables, para Paulina que parecía no sentirse cómoda con mi presencia. Si algo he notado en ella es que se dejaba llevar fácilmente por los nervios y cuando eso pasaba se ponía a hablar y hablar sin parar y no había persona capaz de detenerla. A pesar de que hay aspectos de Paulina que me desconciertan y que me son difíciles de entender… su compañía me hace sentir bien. El problema es que no quiero acostumbrarme a la compañía y a la presencia de Paulina, no por que no me agrade… si no porque no quiero complicar más las cosas. Si tan solo no se tratara de la mejor amiga de Lena y una de las personas más queridas en la vida de Lizzie, lo simplificaría todo, pero eso solo lo complicaba más de la cuenta.

Realmente no quería ponerme a pensar en como cambiarían las cosas si Paulina no fuera una persona importante para mis primas. Por que aislando eso... ¿de que forma se diferenciaría de las otras chicas…? ¿Qué podría hacerla especial y diferente a la vez…? “Ay, por favor, déjate de estupideces, es solo una chica más del montón, al final lo superara como todas. ¿Qué más da que sea alguien importante para tus primas? Ten en cuenta que le estás haciendo un favor, por qué... ¿quien en su sano juicio se fijaría en una chica como Paulina Urdangarín? Sé bueno y concédele esa ilusión. Lo bueno de las mujeres es que olvidan fácilmente una desilusión…” saltó burlonamente una voz dentro de mis pensamientos, muy parecida a la de Alistair, uno de los amigos con los que había pactado la apuesta. Lo cruel que sonaron esas palabras no ayudó a calmar lo que estaba sintiendo, pues mientras más vueltas le daba al problema tratando de encontrar una solución a todo esto, más se complicaba. De hecho, cuando me pidió que la acompañara a su habitación por unos libros, no pude negarme… casualmente los libros fueron los responsables de que la echara de menos y esa fue la razón por la que terminé con Paulina en la biblioteca. Pero el clima empeoraba a cada instante y fue así como terminamos atrapados en su habitación a causa del corte de luz. Tenía entendido que las habitaciones estaban equipadas con cobertores y linternas para casos de emergencia, pero la verdad es que no me sentía con la confianza suficiente como para hurgar en el armario, por lo que dejé que Paulina me indicara donde las tenían guardadas para poder sacarlas. A medida que la escuchaba hablar y los relámpagos iluminaban la habitación, me fui asegurando de que las ventanas tuvieran el seguro puesto para impedir que se abrieran en cualquier momento. La manera en que Paulina hablaba de su familia, en especial de sus hermanos me hacía darme cuenta de lo mucho que los quería y de lo importante que eran para ella. No esperaba que Paulina me tuviera la confianza como para contarme algo así, pero de alguna manera sentía que al hablarme de su familia me ayudaba a conocerla un poco más. – Los echas mucho menos ¿no es verdad? – repuse con aire alicaído al tiempo que desdoblaba uno de los cobertores y me acercaba con una suave sonrisa en los labios para colocárselo con cuidado sobre los hombros y frotarlos suavemente en un intento por darle un poco de confort y que no tuviera frío. – Imagino que después de un año aquí, te estarás planteando la posibilidad de no volver para el próximo año ¿lo has pensado? – Comprendo que no le guste estar lejos de su familia, por lo que no me extrañaría creer que en algún momento lo haya pensado. ¿Aún cuando no la vuelvas a ver? inquirió quisquillosamente una voz dentro de mis pensamientos. Cuando me preguntó si me aburría, la miré con desconcierto, la expresión en mi rostro fácilmente se podía leer como diciendo: “¿A que viene esa pregunta?”. Pero una vez más antes de que pudiera decir la pregunta en voz alta, Paulina se adelantó diciéndome que todo el mundo decía que tenía un talento enorme para aburrir a las personas. Aguardé brevemente a la espera de encontrarme con su mirada, pero sus ojos parecían rehuir los míos. ¿Tanto le importaba la opinión de los demás? ¿Hasta que extremo llegaba su inseguridad como para depender de lo que otros digan? – Honestamente, pienso que no deberías darle tanta importancia a lo que otros opinen de ti, Paulina. Lo que realmente importa es lo que tú crees y opinas de ti misma, sin importar lo que otras personas digan o hablen a tus espaldas, importa lo que tú creas… – dije al cabo de unos minutos, tratando de ponerme en su lugar y comprenderla. Sé que mis palabras no son la gran cosa, pero esperaba que en algo la ayudaran o por lo menos lograran calmarla un poco. – La mayoría habla por hablar, sin ser conscientes de lo que dicen o del daño que pueden provocar. Creen que con eso... logran resaltar los defectos de la persona, pero al hablar a espaldas de alguien… son ellos los que verdaderamente tratan de ocultar sus defectos a la vista de los demás. – Creo que ahora comprendo por qué Lena y tía Isobel siempre decían que las palabras son la fuente más inagotable de magia, capaces tanto de ocasionar dolor, como de remediarlo.
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Mensaje  ιzzy нale Miér Jul 18, 2012 1:24 am


Paulina Urdangarín

Paulina Areli Urdangarín Castle
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Esta Con: Alphonse de Liechtenstein ; Donde: En su Habitación
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Suspire al escuchar lo que estaba diciendo y rápidamente asentí con la cabeza "Demasiado" le dije encogiéndome de hombros para después rascar mi mejilla de forma algo ausente. Si entendía que fuese ridículo que a mi edad aun extrañase a mis padres y mucho mas que pasara todo mi tiempo en casa junto a mis hermanos de 8 y 4 años pero quien no quisiera pasar tiempo con Nela y con Luis? Eran los mejores niños del mundo así como los mas brillantes aunque según mama yo pensaba eso porque los quería, pero yo estaba convencida de que no era si muchas veces cuando salíamos de paseo, la gente que se acercaba me decía lo bonitos que eran mis hermanos así como lo inteligentes. "En casa no hago otra cosa mas pasar tiempo con ellos" le dije mientras suspiraba de forma algo pesada y pegando mi mirada a la ventana.

"Mis hermanos son como aire, es decir no puedo dormir en las noches sin haber hablado por teléfono con ellos por lo menos, y Iker se pasa por acá todas las noches" Según Iker lo hacia porque yo era una histérica pero dentro de mi sospechaba que a el también le gustaba venir a darme las buenas noches porque de esa forma el se aseguraba que yo estaba bien así como también yo lo hacia cada que venia. Claro siempre que se iba a su habitación le pedía que me mandase un mensaje de texto diciéndome que ya llego. Tal vez si era histérica, pero no podía evitarlo y mas ahora con todo lo que estaba pasando y la costumbre de mi hermano de meterse en problemas. Igual era muy unida a mis primos también, aunque me suponía que la rozan de esa unidad era el echo de que todos mis tíos también habían renunciado a sus títulos, aunque según tenia entendido mis abuelos aun mantenían contacto con mi Tío Miguel porque tal parece que el si se caso con alguien apropiado y bueno también era el Primer-ministro de España así que suponía que por el si se interesaban.

Volví asentir con la cabeza "Juego con la idea todos los veranos, justamente este verano estuve apunto de quedarme en casa, solamente porque mi pequeña Nela se puso a llorar unos días antes de que mi hermano y yo nos fuéramos a Konstanz" le dije mientras pensaba un poco en Nela, no me gustaba verla llorar, verla llorar a ella y a Luis era lo mas doloroso para mi, y era capaz de hacer cualquier cosa con tal de no tener que verlos así. "Pero a final de cuentas me digo que no falta mucho para que termine el instituto y que saliendo de aquí puedo elegir una universidad cerca de casa" Si yo era el tipo de persona que pensaba en el futuro la que hacia planes y que tenia sueños y metas. Como decía Iker, era jodidamente idealista pero realmente no me importaba me había funcionado bien todo este tiempo no?

Guarde silencio cuando el empezó a hablar y agache la cabeza un poco al escuchar sus palabras aunque algo dentro de mi me decía que tenia mucha razón porque eran palabras que mi propio hermano me había dicho, que hasta Barbie me decía todo el tiempo pero era difícil de creerlo después de todo escuchar que aburres a las personas por mas de la mitad de tu vida, pues se te queda grabado no? "Hablas como mi padre" le comente mientras ladeaba la cabeza, muchas veces papa me había dicho lo mismo porque era con el con quien hablaba de todas estas cosas porque hacerlo con Iker seria andar detrás de el para que no este cortando cabezas.[color=#365D60. "Y se que tienen razon, es solo que aveces me no puedo evitar mas que preguntarlo" le dije intentando explicarme un poco. "O bueno en ocasiones lo pienso, pero a final de cuentas con las únicas personas que realmente me importa estar bien, son las personas que quiero y esas personas son mi familia y ellos parecen quererme como soy, así que no se porque me preocupa realmente" le dije ahora si mirándole a los ojos pero con media sonrisa. Había hablado demasiado pero era mi costumbre por lo que estaba segura que no le sorprendía realmente.

Jale un poco del cobertor que el había puesto sobre mis hombros al escuchar un trueno y no pude evitar cerrar los ojos y esconder mi rostro un poco en su hombro, no me gustaban las tormentas las odiaba. Rápidamente me percate de aquel echo y me aleje sintiendo como mis mejillas empezaban a sonrojarse y agradecía que estuviese obscuro porque de esa forma no seria tan notable? "Odio las tormentas" dije en un susurro mientras intentaba mantenerme tranquila porque lo ultimo que necesitaba era ponerme a llorar por mi hermano como lo había echo esta mañana, hacerlo frente de el realmente seria vergonzoso. Aunque raramente presentía que mi rostro dejaba ver lo incomoda que me hacían sentir. "Tranquila Paulina" escuche a mi cabeza decirme aunque realmente no tuvo mucho éxito porque una vez mas al escuchar un trueno no pude evitar mas que saltar, para después negar con la cabeza. "Lo siento" le dije en voz baja mientras le miraba de manera bastante avergonzada.
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