[ # ] Rose Harris

Rose. Rose. Rose. Desde que habíamos llegado a aquel lugar no podía pensar en nada más que en ella, en mantenerla segura, en no dejar que nadie la pasara a llevar, en asegurarme que su estadía no fuera tan dura, que estuviera bien, pero en ocasiones me era imposible. Todo parecía estar mal ahí, todos parecían estar queriendo sobrevivir sin importar si para hacerlo tenían que pasar por sobre otro o hacerle daño al de al lado, era incluso peor que estar en las calles. Por lo menos allá afuera tenias un poco de libertad, aire que respirar, sol sobre nuestras cabezas…aquí solo había paredes, reglas, muros…y prisión por donde miraras. No soportaba aquel lugar, me estaba volviendo loco con el encierro, con las reglas que tenía que seguir a todas partes…con estar alejado de Rose la mayoría del día.

La busque con la mirada rápidamente al entrar al comedor, no pude evitar sonreír al verla sentada en el mismo lugar de siempre, como si estuviera esperándome. Sabía que era así, porque toda la vida nos habíamos tenido, porque ya estábamos acostumbrados a la presencia del otro y porque yo simplemente no hubiera sido capaz de sobrevivir ni siquiera un día sin la presencia de la muchacha. Ella era la voz de la razón, por la cual solía despertarme cada mañana, y con la que dormía cada noche. Nada era mas reconfortarme que tirarme a dormir y sentir su respiración acompasada a mi lado, o sus pequeñas manos apretando las mías para entrar en calor…aunque fuera en un banco de una plaza abandonada o en un motel de mala muerte…tenerla a mi lado siempre era reconfortante.

Mis pasos rápidamente me llevaron hacia ella, a pesar de que una parte de mi me decía que no debía demostrarme tan “amigable” como siempre. Tres meses. Tres meses sufriendo en aquel lugar, encerrados, soportando a gente y personas que no quería soportar…todo porque ella se había rendido, porque había pensado que Black Lagoon era una nueva oportunidad…no había sido nada más que el lugar que nos había separado, el lugar que nos hacia querer desear y ansiar la libertad más que nunca. Sufría al no tenerla junto a mi por las noches, pero sufría aun mas al saber que por el día tenía que estar junto a toda clase de personas que pudieran hacerle mal y que yo no iba a estar siempre a su lado para protegerla.

-Toma-Ni siquiera un saludo. Se me daba bastaba mal estar molesto con ella, pero llevábamos teniendo aquel trato por todo el tiempo que llevábamos en aquel lugar, incluso no sabía si algún día le perdonaría el hecho de que por su culpa nos encontráramos ahora mismo encerrados en aquel deprimente comedor, con aquella asquerosa comida. Afuera quizás no era mucho mejor, teníamos que vivir el día a día, siempre escapando, escondiéndonos…pero por lo menos nos teníamos el uno al otro…ese lugar no había hecho más que separarnos. Yo estaba siendo demasiado frio e hiriente con ella, pero no podía evitarlo, en el fondo la entendía pero no podía dejar de culparla.-No tengo hambre-le tendí mi ración de almuerzo, estirando el plato en su dirección mientras me sentaba frente a ella. Llevaba haciendo lo mismo por semanas, fingía que no tenía hambre, o que ya había comido lo suficiente, solo para que ella pudiera tener más que comer…se veía delgada y sin ánimos, y suponía que era por la falta de comida, por eso mismo había comenzado a hacerlo. Era mi manera de hacerle saber, que a pesar de todo…estaba a su lado.-Vamos, come-la apure al ver que me miraba con cara de…”No pienso tocar tu comida”, mire hacia abajo, soltando un resoplido, se me daba bastante mal estar así con ella…apenas lograba soportarlo.