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Mensaje  ιzzy нale Miér Jun 01, 2011 1:27 am

Jasper Slughorn
as: Jasper Conrad Slughorn
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[ Con Tibby Lyon // Fiesta - Hogsmeade ]

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“El último día del verano” resonó mi subconsciente con cierto dejo de amargura. Todo parecía como si apenas hubiera sido ayer cuando el Profesor Dumbledore con su habitual discurso de fin de año, nos alegraba a todos –incluso a esas sabandijas de Slytherin– y cada uno de los estudiantes con sus palabras, dándole de esa manera la “Bienvenida a las vacaciones de verano”. Por otro lado, decir que las vacaciones se me habían ido como agua, era decir poco o nada; teniendo en cuenta que la situación por la que estaba atravesando la comunidad mágica, no era precisamente… “armónica”, con un lunático causando revuelo y reclutando seguidores ¿qué se podría esperar a cambio? Tanto mis padres como Carlisle a penas y me dejaron asomar las narices por la ventana de mi habitación, con decir que ni siquiera me daban permiso para ir al Callejón Diagon o a la tienda de comida rápida, esas tiendas que desde hace algún tiempo se han “vuelto de moda” en el Londres NO mágico y que a los muggles tanto les encanta –y que en mi opinión consideraba fascinantes, literalmente una obra maestra de los muggles– ¡Merlín! nunca había disfrutado tanto de una deliciosa hamburguesa acompañada con papas fritas y una exquisita malteada de chocolate, ¡era como palpar el cielo!. Sin duda alguna, este verano no pienso recordarlo como “el mejor verano de mi vida” resoplé con pesimismo, en el preciso instante que el autobús noctámbulo viró bruscamente en una esquina provocando que las camas se movieran de atrás hacia adelante y en consecuencia me estampara contra la cabina del conductor; al intentar levantarme caí de bruces contra una de las camas, observando como la lámpara de cristal que colgaba del techo, oscilaba peligrosamente, justamente cuando el autobús traqueteaba y subíamos por una colina y para empeorar la situación, al alzar la vista por inercia, varias maletas de equipaje me cayeron encima, dándome apenas el tiempo suficiente para ponerme a cubierto. “Brillante, Jasper… sencillamente brillante” resonó por enésima vez mi subconsciente con ironía. “¿No te parecieron lo suficientemente claras las palabras de tu madre al decirte claramente que NO tenías permiso para ir a Hogsmeade?”…“En realidad… con lo bromista que es mamá, creí que no lo decía enserio”. “Por lo menos tienes la certeza y la satisfacción personal de que el plan había resultado a la perfección ¿no?” inquirió la misma vocecilla dentro mis pensamientos, esta vez empleando un tono burlón. “Bah, cállate, pero si… podría decirse que por una parte la satisfacción de escaparme por unas horas, me alegraba de algún modo, el único problema es que al llegar a casa corro el riesgo de encontrar a mis padres y a Carlisle en la sala con sed de querer asesinarme” corroboré con cierta inquietud, cuando de pronto el autobús noctámbulo freno bruscamente por veinteava vez. ¡Pasajeros con destino a Hogsmeade!anunció cordialmente con una sonrisa en el rostro el revisor del autobús, al tiempo que los pasajeros se levantaban maldiciendo por lo bajo, yo incluyéndome. “Nunca… en el resto que me quede de vida vuelto a subirme a ese… maldito trasto” sentencié con amargura y frustración dentro de mis pensamientos, al tiempo que me bajaba del autobús; pero no tenía opción… si quería volver a casa antes de que mis padres entren a mi habitación y se den cuenta que el tío Horace había encantado al ghoul –que vivía en nuestro ático– para que se pareciera a mí y usurpara mi lugar, me traería SERIOS problemas; apenas habíamos logrado pisar tierra cuando el autobús se echó de reversa bruscamente, viró en dirección opuesta y emprendió su camino de regreso hasta subir por segunda vez la colina que acabábamos de atravesar, hasta que finalmente se perdió de vista. Viejito loco… mascullé entre dientes –haciendo una clara alusión a Ernie, el conductor– antes de meter las manos dentro de los bolsillos internos de mi pantalón y echar a andar tranquilamente por el camino que llevaba a la entrada del pueblo que estaba a unos cuatro o cinco metros de distancia. Aspiré profundamente el aroma dulce y sutil que emanaba en el aire, seguramente proveniente de Honeydukes. Mientras paseaba por las transitables calles de pueblo no pude evitar pensar lo siguiente: “A pesar de que ese lunático anda por ahí haciendo lo que muchos consideran cosas terribles, pero grandiosas; la alegría que se siente en el pueblo, brindaba otra clase de ambiente”. Antes de ir hacia las tres escobas, decidí darme una vuelta por Honeydukes para hacerme de una extra ración de golosinas para el trayecto que nos llevaría de regreso a Hogwarts. Salí de la tienda con una enorme bolsa en las manos, sintiendo ese ligero cosquilleo en la nariz y en el estómago, al percibir el suave y dulce aroma del chocolate, de manera como si estuviera frente a esa maravillosa fábrica de chocolate, en el cuento infantil “Charlie y la fábrica de chocolate”. Miré hacia ambos lados, asegurándome de que a Carlisle no se le ocurriera traer a Sybilla al salón de té de Madame Tudipié. Moví la cabeza de un lado hacia otro con la única intención de dejar de lado mis pensamientos; no entendía por qué… pero el rostro de Maggie me vino súbitamente a la mente al pensar en ese salón. ¿La razón? siempre que solíamos venir a Hogsmeade los fines de semana, solíamos ir a ese lugar, especialmente en San Valentín, aunque solo fue un San Valentín, para ser exactos. Reí entre dientes, dejando el tema del lado, antes de adentrarme en el bar. El ambiente en el lugar era… bastante ameno y agradable, para ser franco; miré a mí alrededor en busca de mis amigos, cuando de pronto la voz de una persona que no dudé en reconocer, hizo que me volviera instantáneamente. ¡Tibby! la saludé sorpresivamente con una sonrisa alegre en mi rostro, correspondiendo su abrazo con la misma intensidad. Vaya… te ves… increíble… señalé de manera sincera, en el instante que nos separamos; Tibby era demasiado efusiva en ese aspecto, pero a pesar de que tenía cinco años de conocerla, sus abrazos de una u otra forma siempre me reconfortaban. ¿El cabello? ¡Oh, sí! empecé a decir ligeramente distraído, debido a que su pregunta me había tomado desprevenido. ¿Qué cambio, no? cuestioné, no del todo convencido. A mi madre no terminó por convencerle la tendencia “hippie” que estaba adoptando, como te habrás dado cuenta, al final termino por hacerse con mano firme sobre mi cabello, alegando que no debería ocultar mi rostro y bla, bla, bla… apunté con un dejo de decepción en mi voz, haciendo un amago con los dedos de la mano, de manera como si formara un pato (?) con ellos, para posteriormente alzarme de hombros. Pero, en fin… ¿cuéntame como has estado? pregunté amablemente con una sonrisa de lado.


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Mensaje  ιzzy нale Miér Jun 01, 2011 1:41 am

Severus Snape
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Jamás en toda mí vida, he comprendido por qué mis padres tienden a la exageración. Entiendo a la perfección el hecho de que no debemos tomar como una casual coincidencia el incidente en la Feria de la Naciones… pero, plantarnos Guardias de Seguridad las 24 horas del día… era una rotunda estupidez que sobrepasaba los límites de cualquiera. Respiré lenta y profundamente, pasando una mano por mi rostro, remontando mis pensamientos al día del accidente. Jamás he creído en el destino, ni mucho menos en las casualidades… es por esa razón, que había momentos en los que me parecía… no sé… irreal, el toparme en este lugar a la chica que no había dejado de ver en ningún momento durante aquel partido del Real Madrid. Había algo en Natalie, que… simple y sencillamente no podía explicarme a mí mismo. Al verla… dentro de mí brotaba un sentimiento diferente al que alguna vez creí llegar a sentir por alguien. Hubo un tiempo en el que creí que Paris era mí chica ideal… ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba, Paris es sin duda alguna la chica ideal, pero predestinada a estar con mí hermano, y no conmigo. Solo espero que Pablo, sepa ver en sí mismo lo que realmente siente y de alguna manera… enmendar las cosas a tiempo, antes de que sea demasiado tarde. Por otro lado, cada vez que… extrañamente pienso en Natalie, no puedo evitar sonreír. A pesar de que… finalmente había reunido el valor suficiente para mantener una conversación e invitarla a salir, sin ninguna clase de formalidad, simplemente como dos personas que recién se conocen e intentan entablar una amistad. Las cosas no resultaron de la manera que esperaba… en mí intento por protegerla, un desconocido nos arrinconó, amenazándonos a punta de pistola. Durante el trayecto de la plaza al Hospital, Natalie no dejaba de regañarme una y otra vez por haber enfrentado a un sujeto con un arma. Sabía que entre la histeria y la molestia de Natalie, estaba mezclada su preocupación… teniendo en cuenta que en su mirada pude percibir lo que en ese momento atravesaba sus pensamientos y lo que menos deseaba era que se sintiera culpable por algo que sencillamente no era su culpa. Sé que no puedo negar quien soy… pero, juro que hay momentos en los que quisiera que no me trataran como a uno más de las preciadas joyas de la corona. Las personas a mí alrededor, creen que solo por el hecho de pertenecer a la realeza te hace especial, intocable e inalcanzable… juro que a veces quisiera… no sé… cambiar de identidad, vivir mí vida, sin ninguna clase de ataduras, ni protocolos, ni reglamentos que seguir al pie de la letra. Tener de alguna manera la oportunidad de tomar mis propias decisiones, sin la influencia de mis padres… quiénes a pesar de que se preocupan y velan por nuestro futuro, muchas veces no es lo que nosotros deseamos, y eso es algo que realmente deseaba cambiar. Pasé una mano por mi rostro, haciendo un esfuerzo por no pensar… y enfocar mis pensamientos en las hojas con los problemas de Física. Esbocé una mueca, al notar lo incómodo que era traer un cabestrillo colgando del cuello, inmovilizando mi brazo izquierdo. Resoplé con pesadez, al tiempo que abría la gaveta del escritorio, sacando la calculadora científica para confirmar los resultados de las operaciones. Justo en ese momento, unos golpes en la puerta llamaron mi atención. Alcé la vista inmediatamente, al escuchar una voz vagamente familiar, la cual me hizo sonreír inconscientemente. Por supuesto, adelante dije en un tono amable y bonachón, invitándola a pasar, incluso la pregunta ofendía. A pesar de que Natalie y yo teníamos relativamente muy poco tiempo de tratarnos… oficialmente ya la consideraba una amiga. Descuida, no tienes de qué preocuparte añadí en un tono tranquilo y despreocupado, al notar un note de vergüenza en el tono de su voz y en sus gestos. Solo a mí, se me ocurre adelantar tarea y precisamente en viernes bromeé, mientras me levantaba y jalaba una silla acercándosela y ofreciéndole amablemente con mi brazo sano asiento, en caso de que deseara sentarse un momento. Esbocé una débil y apenas visible sonrisa en mí rostro, al notar que miraba mi brazo enyesado a causa de la herida de bala. Negué por enésima vez restando importancia a sus palabras de agradecimiento. Ni lo menciones… dije simple y sencillamente, un poco… incómodo por sus palabras y por la situación, realmente no sabía qué decir… Le había pedido de favor a Natalie, que olvidáramos el incidente, dado a que no quería que… se atormentara con lo que sucedió y que dejara de lado esa culpa que podía leer en sus ojos. Ladeé suavemente la cabeza, mirándole con aire de curiosidad, tras escuchar sus palabras y ver como sacaba de su bolso un libro de Teorías Químicas. Vaya… yo… no sé que decirte… Alcé ambas cejas con ligera extrañeza y sorpresa, por su obsequio. La miré de manera jovial y entretenida. No era necesario que te tomaras esa clase de molestias expliqué, hablándole en un tono amable. Aparté la mirada de sus ojos, pasando una mano por la pasta del libro, observándole con suave alegría. Gracias, castaña Sonreí de manera sincera y realmente agradecida por su obsequio, al tiempo que me levantaba y le plantaba un suave, cálido y amistoso beso en la mejilla. Sin duda, llevo la palabra “nerd” grabada en la frente ¿no es verdad? bromeé, sintiéndome un poco… apenado, por haberla besado en la mejilla de manera desprevenida.


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Mensaje  ιzzy нale Miér Jun 01, 2011 3:24 am

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Jamás en toda mí vida, he comprendido por qué mis padres tienden a la exageración. Entiendo a la perfección el hecho de que no debemos tomar como una casual coincidencia el incidente en la Feria de la Naciones… pero, plantarnos Guardias de Seguridad las 24 horas del día… era una rotunda estupidez que sobrepasaba los límites de cualquiera. Respiré lenta y profundamente, pasando una mano por mi rostro, remontando mis pensamientos al día del accidente. Jamás he creído en el destino, ni mucho menos en las casualidades… es por esa razón, que había momentos en los que me parecía… no sé… irreal, el toparme en este lugar a la chica que no había dejado de ver en ningún momento durante aquel partido del Real Madrid. Había algo en Natalie, que… simple y sencillamente no podía explicarme a mí mismo. Al verla… dentro de mí brotaba un sentimiento diferente al que alguna vez creí llegar a sentir por alguien. Hubo un tiempo en el que creí que Paris era mí chica ideal… ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba, Paris es sin duda alguna la chica ideal, pero predestinada a estar con mí hermano, y no conmigo. Solo espero que Pablo, sepa ver en sí mismo lo que realmente siente y de alguna manera… enmendar las cosas a tiempo, antes de que sea demasiado tarde. Por otro lado, cada vez que… extrañamente pienso en Natalie, no puedo evitar sonreír. A pesar de que… finalmente había reunido el valor suficiente para mantener una conversación e invitarla a salir, sin ninguna clase de formalidad, simplemente como dos personas que recién se conocen e intentan entablar una amistad. Las cosas no resultaron de la manera que esperaba… en mí intento por protegerla, un desconocido nos arrinconó, amenazándonos a punta de pistola. Durante el trayecto de la plaza al Hospital, Natalie no dejaba de regañarme una y otra vez por haber enfrentado a un sujeto con un arma. Sabía que entre la histeria y la molestia de Natalie, estaba mezclada su preocupación… teniendo en cuenta que en su mirada pude percibir lo que en ese momento atravesaba sus pensamientos y lo que menos deseaba era que se sintiera culpable por algo que sencillamente no era su culpa. Sé que no puedo negar quien soy… pero, juro que hay momentos en los que quisiera que no me trataran como a uno más de las preciadas joyas de la corona. Las personas a mí alrededor, creen que solo por el hecho de pertenecer a la realeza te hace especial, intocable e inalcanzable… juro que a veces quisiera… no sé… cambiar de identidad, vivir mí vida, sin ninguna clase de ataduras, ni protocolos, ni reglamentos que seguir al pie de la letra. Tener de alguna manera la oportunidad de tomar mis propias decisiones, sin la influencia de mis padres… quiénes a pesar de que se preocupan y velan por nuestro futuro, muchas veces no es lo que nosotros deseamos, y eso es algo que realmente deseaba cambiar. Pasé una mano por mi rostro, haciendo un esfuerzo por no pensar… y enfocar mis pensamientos en las hojas con los problemas de Física. Esbocé una mueca, al notar lo incómodo que era traer un cabestrillo colgando del cuello, inmovilizando mi brazo izquierdo. Resoplé con pesadez, al tiempo que abría la gaveta del escritorio, sacando la calculadora científica para confirmar los resultados de las operaciones. Justo en ese momento, unos golpes en la puerta llamaron mi atención. Alcé la vista inmediatamente, al escuchar una voz vagamente familiar, la cual me hizo sonreír inconscientemente. Por supuesto, adelante dije en un tono amable y bonachón, invitándola a pasar, incluso la pregunta ofendía. A pesar de que Natalie y yo teníamos relativamente muy poco tiempo de tratarnos… oficialmente ya la consideraba una amiga. Descuida, no tienes de qué preocuparte añadí en un tono tranquilo y despreocupado, al notar un note de vergüenza en el tono de su voz y en sus gestos. Solo a mí, se me ocurre adelantar tarea y precisamente en viernes bromeé, mientras me levantaba y jalaba una silla acercándosela y ofreciéndole amablemente con mi brazo sano asiento, en caso de que deseara sentarse un momento. Esbocé una débil y apenas visible sonrisa en mí rostro, al notar que miraba mi brazo enyesado a causa de la herida de bala. Negué por enésima vez restando importancia a sus palabras de agradecimiento. Ni lo menciones… dije simple y sencillamente, un poco… incómodo por sus palabras y por la situación, realmente no sabía qué decir… Le había pedido de favor a Natalie, que olvidáramos el incidente, dado a que no quería que… se atormentara con lo que sucedió y que dejara de lado esa culpa que podía leer en sus ojos. Ladeé suavemente la cabeza, mirándole con aire de curiosidad, tras escuchar sus palabras y ver como sacaba de su bolso un libro de Teorías Químicas. Vaya… yo… no sé que decirte… Alcé ambas cejas con ligera extrañeza y sorpresa, por su obsequio. La miré de manera jovial y entretenida. No era necesario que te tomaras esa clase de molestias expliqué, hablándole en un tono amable. Aparté la mirada de sus ojos, pasando una mano por la pasta del libro, observándole con suave alegría. Gracias, castaña Sonreí de manera sincera y realmente agradecida por su obsequio, al tiempo que me levantaba y le plantaba un suave, cálido y amistoso beso en la mejilla. Sin duda, llevo la palabra “nerd” grabada en la frente ¿no es verdad? bromeé, sintiéndome un poco… apenado, por haberla besado en la mejilla de manera desprevenida.
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Mensaje  ιzzy нale Miér Jun 01, 2011 3:31 am

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Azoté la puerta a mis espaldas, echándome a andar con paso firme y decidido, con una única intención: perderme en la oscuridad de la noche. Intenté hacer caso omiso a los gritos/réplicas de aquel hombre que llamándome a voz de cuello y que para mi infortunio debía llamar o considerar como un padre, una palabra que al pronunciarla produce una combinación extraña de razón y sentimientos para todo aquel que verdaderamente haya experimentado los sentimientos que produce dicha palabra, pues nunca he tenido lo que se dice el “privilegio” de dicha satisfacción personal; un padre es el que sabe decir no cuando es lo justo y sabe decir sí cuando es lo conveniente; en cambio Tobías, aquel hombre que se dice llamar mi padre podría considerarse cualquier clase aberración, cualquier clase de alimaña, menos considerarse un padre. Nunca en toda mi vida he comprendido el porque mi madre pudo fijarse en un hombre tan despreciable como Tobías Snape. Su sola presencia intoxicaba el aire a mí alrededor provocándome cierta asfixia al tener que soportar una convivencia diaria. La repulsión que sentía por él, me hacía a veces cuestionarme si verdaderamente ese mal nacido era mi padre; naturalmente nunca he expresado dichos pensamientos a mi madre, por la simple y sencilla razón que conocía la respuesta a aquella “pregunta tan absurda”, tal y como ella la llamaría. Respiré profundamente, con la vista fija en un punto inexistente en el frente, mientras caminaba por la solitaria acera de la calle donde he vivido encadenado amargamente dieciséis años de mí vida; miré por encima del hombro, solo para asegurar mis suposiciones, sabía que él no tendría el valor de seguirme; de manera que por un breve instante pude disfrutar plenamente de esta sed de libertad que desde hacía muchos años anhelaba en secreto y que reinaba a mí alrededor, como si pudiera tocarla con mis propias manos y que disfrutaba de manera silenciosa. Eché un vistazo a mí alrededor, antes de adentrarme a un callejón oscuro –y asegurándome que ningún muggle circulara por ahí. Cerré los ojos, concentrándome en las tres Ds para la desaparición: Destino, Determinación y Deliberación; de pronto todo a mí alrededor comenzó a dar vueltas, hasta que finalmente la sensación de volar dentro de un remolino, me hizo sentir tierra firme, de manera que pude abrir los ojos y reconocer mi destino por el aroma que inundaba el aire, como una endorfina que te hace liberar lo que llevas dentro de ti. Dejé atrás el angosto callejón en el que me había aparecido y eché a andar tranquilamente por las calles del pueblo, el cual brindaba un ambiente de alegría. Inconscientemente alcé la mirada y reparé que como todos los años durante las vacaciones de verano, había velas colgando de los árboles, dándole un aspecto más… “pintoresco”, por así decirlo. Hundí las manos dentro de los bolsillos internos del saco, sumergiéndome en mis monótonas cavilaciones. De no ser por la promesa que le había echo a mi madre años atrás, me habría encargado de darle su merecido al mal nacido de mi padre, desde hace mucho tiempo. Pero mi madre, esa mujer que durante todos estos años ha sido mi única fortaleza, la única razón por la que he tenido que soportar las agresiones verbales, las humillaciones, los injustos maltratos de mi padre para con mi madre, me había echo jurarle que nunca le haría daño a él, a mí propio padre. “¿Acaso es demasiado fuerte el lazo… el sentimiento que mi madre profesaba por él?” me cuestioné duramente dentro de mis pensamientos. “Deberías haberlo deducido, Severus… ¿acaso el sentimiento que desde hace años albergas por Lily Evans, no es lo suficientemente fuerte, como para dar la vida ciegamente por ella?” inquirió con un dejo de incredulidad una voz dentro de mis pensamientos. Aspiré profundamente, cerrando los ojos casi inconscientemente, cuando su nombre, su rostro, su sonrisa, sus ojos, su imagen vino a mis pensamientos. “Lo que siento por ella es muy diferente… nunca sería capaz de…”…“¿Herirla? ¿No te parece que es muy tarde para eso?” inquirió burlonamente la misma vocecilla. “¿No heriste sus sentimientos al llamarla despreciativamente de esa forma?” volvió a inquirir mi subconsciente empleando un tono severo. “¡Basta!… no sigas atormentándome con eso…” ordené, aunque mis pensamientos sonaron más bien como un ruego, casi una súplica. “La verdad duele, ¿no es así, Severus?, ¿sabes…? no me extrañaría que por tus errores, tu amada y querida Lily Evans finalmente cayera rendida a los encantos de James Potter” afirmó mordazmente mi subconsciente, provocándome un nudo en el estómago, al imaginarme por un breve instante a Lily en brazos de… ese miserable. “Eso JAMÁS ocurrirá…” hice un esfuerzo por convencerme a mí mismo. “Lo odia… y las posibilidades que Lily fije sus sentimientos en ese miserable son…”…“Tan remotas como las posibilidades de que su orgullo la haga perdonarte y que la propia Lily sienta escasamente el amor que sientes por ella…” refutó con el mismo tono mordaz mi subconsciente. Ante dichas palabras, no fui capaz de objetar internamente, pues de algún modo sabía que tenía razón… por más dolorosa que sea la verdad. Ella… nunca me perdonaría… la conocía lo suficientemente bien como para asegurar que su orgullo era mucho más fuerte que cualquier otra cosa en el mundo. Abrí los ojos lentamente, sintiendo ese vacio tan familiar en mí interior que probablemente nunca me sería capaz de llenar. Enarqué instintivamente una ceja –casi como un acto de reflejo– provocando que saliera de la superficie de mis pensamientos al escuchar el débil y apenas audible murmullo a modo de disculpa de una voz que no me costó reconocer. Mi mirada se dedicó a estudiar profundamente su expresión y su mirada rehuyendo la mía, por unos breves segundos, los cuáles fueron más que suficientes para constar que de algún modo la intimidaba, por alguna extraña razón. La observé, sin mostrar el más mínimo de atención a sus palabras… por lo que simplemente me hice a un lado, e hice un ademán con la mano, como una manera de decirle que no tenía inconveniente alguno al saber que se marchaba. Conocía lo suficientemente a Vittoria Lyon como para saber que era una muchacha tímida, amable, pero demasiado ingenua e inocente para mí gusto. Aún recordaba aquella vez durante el año pasado cuando sin querer los había visto, a ella y a Black, besándose y retorciéndose como dos sanguijuelas. La imagen era tan… repulsiva que aún me provocaba náuseas el recordar aquella imagen que simplemente no podía sacarme de la cabeza, por extraño que parezca. Naturalmente, Lyon al igual que cientos de mujeres, había caído rendida a los encantos del perro faldero de Potter. ¿Con qué propósito? para ser desechadas, como si solo fueran simples objetos de juego para ese par de miserables. Bajé ligeramente la mirada, al notar que la cabellera rubia de Vittoria Lyon, pasaba por mi lado como un súbito rayo, dejando a su paso un sutil rastro de aroma floral; sin embargo, en ese instante algo brillante que relucía en el suelo llamó mi atención, de manera que me agaché, tomando entre mis dedos la delicada cadena con un dije que parecía tener una abertura, ocultando su interior. Observé con curiosidad la cadena que reposaba en la palma de mi mano, antes de cerrar mi mano en un puño y salir del bar. Miré del lado izquierdo de la calle, para posteriormente virar mi rostro hacia el lado derecho y reconocer la esbelta silueta a escasos metros de distancia. Lyonla llamé claramente por su apellido, con voz inexpresiva y monótona, sin altos ni bajos. Olvidaste esto…señalé tranquilamente, mostrándole la cadena que descansaba entre mis dedos. Yo en tu lugar, aprendería mejor a cuidar mis objetos personales…objeté con un gesto impasible, depositando suavemente la cadena en manos de su respectiva dueña, para posteriormente cerrar su mano en un puño.


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Mensaje  ιzzy нale Dom Jun 05, 2011 7:55 pm

Lucius Malfoy
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Jamás en toda mí vida, he comprendido por qué mis padres tienden a la exageración. Entiendo a la perfección el hecho de que no debemos tomar como una casual coincidencia el incidente en la Feria de la Naciones… pero, plantarnos Guardias de Seguridad las 24 horas del día… era una rotunda estupidez que sobrepasaba los límites de cualquiera. Respiré lenta y profundamente, pasando una mano por mi rostro, remontando mis pensamientos al día del accidente. Jamás he creído en el destino, ni mucho menos en las casualidades… es por esa razón, que había momentos en los que me parecía… no sé… irreal, el toparme en este lugar a la chica que no había dejado de ver en ningún momento durante aquel partido del Real Madrid. Había algo en Natalie, que… simple y sencillamente no podía explicarme a mí mismo. Al verla… dentro de mí brotaba un sentimiento diferente al que alguna vez creí llegar a sentir por alguien. Hubo un tiempo en el que creí que Paris era mí chica ideal… ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba, Paris es sin duda alguna la chica ideal, pero predestinada a estar con mí hermano, y no conmigo. Solo espero que Pablo, sepa ver en sí mismo lo que realmente siente y de alguna manera… enmendar las cosas a tiempo, antes de que sea demasiado tarde. Por otro lado, cada vez que… extrañamente pienso en Natalie, no puedo evitar sonreír. A pesar de que… finalmente había reunido el valor suficiente para mantener una conversación e invitarla a salir, sin ninguna clase de formalidad, simplemente como dos personas que recién se conocen e intentan entablar una amistad. Las cosas no resultaron de la manera que esperaba… en mí intento por protegerla, un desconocido nos arrinconó, amenazándonos a punta de pistola. Durante el trayecto de la plaza al Hospital, Natalie no dejaba de regañarme una y otra vez por haber enfrentado a un sujeto con un arma. Sabía que entre la histeria y la molestia de Natalie, estaba mezclada su preocupación… teniendo en cuenta que en su mirada pude percibir lo que en ese momento atravesaba sus pensamientos y lo que menos deseaba era que se sintiera culpable por algo que sencillamente no era su culpa. Sé que no puedo negar quien soy… pero, juro que hay momentos en los que quisiera que no me trataran como a uno más de las preciadas joyas de la corona. Las personas a mí alrededor, creen que solo por el hecho de pertenecer a la realeza te hace especial, intocable e inalcanzable… juro que a veces quisiera… no sé… cambiar de identidad, vivir mí vida, sin ninguna clase de ataduras, ni protocolos, ni reglamentos que seguir al pie de la letra. Tener de alguna manera la oportunidad de tomar mis propias decisiones, sin la influencia de mis padres… quiénes a pesar de que se preocupan y velan por nuestro futuro, muchas veces no es lo que nosotros deseamos, y eso es algo que realmente deseaba cambiar. Pasé una mano por mi rostro, haciendo un esfuerzo por no pensar… y enfocar mis pensamientos en las hojas con los problemas de Física. Esbocé una mueca, al notar lo incómodo que era traer un cabestrillo colgando del cuello, inmovilizando mi brazo izquierdo. Resoplé con pesadez, al tiempo que abría la gaveta del escritorio, sacando la calculadora científica para confirmar los resultados de las operaciones. Justo en ese momento, unos golpes en la puerta llamaron mi atención. Alcé la vista inmediatamente, al escuchar una voz vagamente familiar, la cual me hizo sonreír inconscientemente. Por supuesto, adelantedije en un tono amable y bonachón, invitándola a pasar, incluso la pregunta ofendía. A pesar de que Natalie y yo teníamos relativamente muy poco tiempo de tratarnos… oficialmente ya la consideraba una amiga. Descuida, no tienes de qué preocuparte añadí en un tono tranquilo y despreocupado, al notar un note de vergüenza en el tono de su voz y en sus gestos. Solo a mí, se me ocurre adelantar tarea y precisamente en viernes bromeé, mientras me levantaba y jalaba una silla acercándosela y ofreciéndole amablemente con mi brazo sano asiento, en caso de que deseara sentarse un momento. Esbocé una débil y apenas visible sonrisa en mí rostro, al notar que miraba mi brazo enyesado a causa de la herida de bala. Negué por enésima vez restando importancia a sus palabras de agradecimiento. Ni lo menciones… dije simple y sencillamente, un poco… incómodo por sus palabras y por la situación, realmente no sabía qué decir… Le había pedido de favor a Natalie, que olvidáramos el incidente, dado a que no quería que… se atormentara con lo que sucedió y que dejara de lado esa culpa que podía leer en sus ojos. Ladeé suavemente la cabeza, mirándole con aire de curiosidad, tras escuchar sus palabras y ver como sacaba de su bolso un libro de Teorías Químicas. Vaya… yo… no sé que decirte… Alcé ambas cejas con ligera extrañeza y sorpresa, por su obsequio. La miré de manera jovial y entretenida. No era necesario que te tomaras esa clase de molestias expliqué, hablándole en un tono amable. Aparté la mirada de sus ojos, pasando una mano por la pasta del libro, observándole con suave alegría. Gracias, castaña Sonreí de manera sincera y realmente agradecida por su obsequio, al tiempo que me levantaba y le plantaba un suave, cálido y amistoso beso en la mejilla. Sin duda, llevo la palabra “nerd” grabada en la frente ¿no es verdad? bromeé, sintiéndome un poco… apenado, por haberla besado en la mejilla de manera desprevenida.
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Mensaje  ιzzy нale Mar Jun 14, 2011 1:26 am

Lucius Malfoy
as: Lucius Abraxas Malfoy
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[ Con Narcissa Malfoy // Mansión Malfoy ]

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Lentamente las cosas comenzaban a tomar un orden natural – tal y como siempre debió de haber sido, solo es cuestión que el orden natural se restablezca y tome su curso. Él lo ha dicho. – recordé vagamente las palabras vacías de Bellatrix. Siempre… extrañamente desde hace algún tiempo esa palabra no dejaba de rondar mis pensamientos. “Siempre has sabido hacer lo correcto, hijo, no me decepciones…” fue la primera vez que escuché dicha palabra brotar de la boca de mi padre, la noche previa a mi boda con Narcissa. “Haz tu mayor esfuerzo por merecerla y hacerla siempre feliz, Lucius. Al entregártela se va una parte de mi vida, por consiguiente confío y espero que sepas cuidar de ella…” La imagen de Cygnus Black, entrelazando la mano de su hija a la mía, como si de esa manera estuviera uniendo nuestras vidas para siempre, antes de que el ministro presidiera a dar inicio la ceremonia. No existía el más mínimo rastro de duda – y para aquel que dudara al respecto, lo consideraban como una blasfema – para nuestras familias y para la mayoría de las personas que fueron testigos de nuestra unión hace cuatro meses; Narcissa y yo éramos considerados la pareja perfecta, aquella que fue destinada a estar junta desde antes de que fuéramos conscientes de la magnitud del compromiso que con el paso de las años debía… fortalecerse. Decir que irradiaba felicidad por nuestro matrimonio, posiblemente sería como una burda manera de engañarme a mí mismo. ¿A quien engaño? De no haber cometido errores en el pasado, todo sería diferente entre nosotros. Un día antes de la boda, Narcissa me había abordado con una serie de condiciones que no podían considerarse más absurdas para todo aquel que esta a punto de desposarse con la mujer de su vida.Sin embargo, no tuve más remedio que acatarlas al pie de la letra. ¿Por qué razón?, ingenuamente sabía que sus condiciones eran como una manera de hacerme lavar mis culpas. Por decirlo de esa manera. De una u otra forma que jamás sería capaz de expresar, Narcissa era la mujer de mi vida, la única mujer por la que daría la vida sin dudarlo, la única mujerpor la que he llegado albergar un sentimiento único y sincero, un sentimiento que he hecho hasta lo imposible por frenar por que no pienso llegar al grado de… trastornarme, perderme ciegamente por una mujer, menos como una mujer perfecta como Narcissa, una mujer por la que cualquiera perdería la cordura y que nunca pasaba inadvertida ante la mirada de los hombres. Di una última calada a mi cigarro, concentrando el humo en mis plumones, un método que daba un efecto de relajación en mí, antes de expulsar el humor por mis fosas nasales. Apagué el cigarro en el cenicero de cristal y me paré de forma imprevista de la mesa. Jaque mate, caballerosmascullé con gesto impasible, cuando una de mis piezas, derrocó al rey de mi contrincante. Una jugada que se produce cuando el rey queda en jaque y no puede liberarse de él mediante ningún movimiento legal. Ni siquiera fui capaz de expresar mi satisfacción personal, al escuchar las felicitaciones y risotadas de algunos funcionarios y colegas del Ministerio, mi mayor satisfacción era saborear de la humillación que trae consigo bajo el brazo la derrota de Howe. Con su permiso, señores, que pasen buenas noches dije con propiedad, antes de colocarme la capa de viaje, y salir de aquel ambiente antes que Yaxley y a Dolohov se les ocurriera “animar” la reunión –que desde hacía veinte minutos había terminado– con la presencia de mujeres. Una vez libre de aquel lugar, miré por encima del hombro y saqué del interior de mi capa el botín que había ganado, y lo tiré en el bote de basura sin ninguna clase de miramientos. Howe era un hombre de honor, y deudas de juego, eran deudas que se saldaban tarde o temprano. El oro era lo que menos me interesaba de ese miserable, la humillación era una victoria que regodeaba a cualquiera, mientras supiera disfrutarla. Eché a andar tranquilamente por el camino, hasta desaparecerme y reaparecer instantáneamente en el vestíbulo de la Mansión. Apenas había iniciado la tarea de quitarme la capa de los hombros, cuando Dobby, el elfo doméstico que desde hace muchos años estaba a nuestro servicio aparecía a mí lado y tendía sus manos para que le entregara la capa. Lo miré por encima del hombro, antes de entregarle la capa de viaje y soltarle claramente que no cenaría, cuando me cuestionó si me apetecía que me llevara la cena a mí habitación. Sin inmutarme, hice un ademán despectivo, indicándole que se retirara, para posteriormente encaminarme hacia la biblioteca. Tenía la intención de preguntarle por mi esposa, pero preferí no abordar el tema, conociendo a Narcissa a esta hora ya debería de estar dormida. Fruncí el ceño, al notar una tenue luz proveniente de la biblioteca... Dobby, fue el primero en quien pensé, seguramente habrá estado limpiando/ordenando la biblioteca con ayuda de los demás elfos y lo más probable es que esos inútiles habían olvidado apagar la luz. Sin embargo, al cruzar el umbral de la puerta, me detuve en seco al escuchar su voz, con ese clásico y frío recibimiento al cual estaba acostumbrado. No fui capaz de responder inmediatamente, su presencia de me había tomado por sorpresa, aunque naturalmente, mi rostro no mostraba ni el más mínimo rastro de asombro. Me dediqué a mirarla fijamente por varios segundos, hasta que finalmente la recorrí discretamente de pies a cabeza, reparando en el vestido blanco que llevaba y que sin duda alguna, resaltaba provocativamente su belleza, lo que la hacía lucir más hermosa de lo que ya era. Respiré profundamente, cruzándome de brazos y apoyándome en el marco de la puerta. Narcissa respondí llanamente, pronunciando su nombre como una manera de corresponder a su saludo. No esperaba encontrarte despierta a esta hora concreté con un gesto impasible, pero denotando ligera extrañez en el tono de mi voz, dejando que mis ojos estudiaran minuciosamente su rostro, su expresión, hasta centrarme en esos preciosos ojos azules, que rehuían mi mirada al mantenerse arduamente clavados en el libro que sostenía entre sus manos. Sabiendo a ciencia a cierta que Narcissa no era la clase de esposa amorosa que espera ansiosamente a su marido. No, Narcissa en todos los sentidos era muy diferente… Esbocé una imperceptible mueca con los labios al escuchar su pregunta con un note de ironía. Naturalmente… dije breve y conciso sin dar más explicaciones al respecto. ¿Dónde más podría estar? ¿Realmente era capaz de creer que volvería a las andadas? resoplé absurdamente dentro de mis pensamientos. Descrucé mis brazos, al tiempo que entraba a la biblioteca e iba directamente hacia la vitrina a servirme un vaso de whisky de fuego. Fruncí los labios, en un claro gesto de satisfacción, al saborear plenamente de la bebida y la calidez que me daba. ¿Recibiste mi lechuza? inquirí monótonamente, más que nada por educación. Curiosamente tenía la extraña sensación de que la habitual ironía de Narcissa encerraba un dejo de molestia, por extraño que resultara. Sabía que algo le estaba molestando, podía leerlo en sus ojos… por más que se empeñara en ocultar sus emociones, a mí no me engañaba tan fácilmente.


Última edición por ιzzy нale el Jue Jun 23, 2011 12:13 am, editado 1 vez
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Mensaje  ιzzy нale Miér Jun 15, 2011 12:11 am

Severus Snape
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[ Con Vittoria Lyon // Fiesta - Hogsmeade ]

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Alcé los hombros en un vago y apenas perceptible gesto a modo de: “lo que tú digas…”, sin la necesidad de expresarlo oralmente, cuando escuché sus palabras de agradecimiento, palabras que sin duda me tomaron por sorpresa, por la simple y sencilla razón que no estaba acostumbrado a que las personas a mí alrededor tuvieran la decencia de agradecer un acto tan intrascendente o de poca importancia; aún así mi semblante se mantuvo impertérrito, sin demostrar ningún ápice que reflejara o dejara entrever algún sentimiento más allá de mi indiferencia. A veces me sorprendía que existieran personas en este mundo capaces de agradecer tales actos de honradez, y naturalmente entre esa minoría se encontraba Vittoria Lyon, con esa sonrisa que desbordaba sinceridad y gentileza, una sonrisa que a cualquiera cautivaría. La miré fijamente, cuando colocó la cadena alrededor de su cuello; sin siquiera saberlo con plena exactitud, tenía la certeza de que aquella cadena tenía un valor especial y sentimental… ¿cómo es que era capaz de dar por hecho algo así…? simple, a veces la mirada de una persona, es capaz de expresar mucho más que mil palabras; una vez… hace mucho tiempo, mi madre me dijo que los ojos de una persona eran la ventana al interior del alma. Una vez más me dediqué a estudiar minuciosamente su expresión, sus ojos… había algo en ellos que era… diferente… como si sus ojos de algún modo hubiesen perdido su brillo por alguna extraña razón, y en su lugar hubiera dado paso a una especie de vacio, una tristeza que nunca antes había visto. Aprovechando el silencio que reinaba a nuestro alrededor, entreabrí los labios, haciendo un esfuerzo por agregar algo más, pero las palabras se negaban a salir de mis labios. “¿Qué podía decirle…?”…“¿Qué sentía profundamente que las cosas entre ella y el mayor imbécil que puede haber sobre la faz de tierra no hayan funcionado…?”…“No, en esta vida, ni en ninguna otra…”. Sin embargo, algo en mí interior me decía que no se trataba de Black. No, la razón por la que el brillo en sus ojos se había extinguido era por una razón más fuerte. “¿Qué motivo o razón puede haber logrado tal cosa?” En pocas palabras, Lyon era una persona completamente desconocida para mí, en todos los sentidos. Enarqué levemente una ceja, mirándole de forma que podría leerse como incrédula, probablemente molesta, pero en realidad era más bien un gesto dubitativo… como si verdaderamente estuviera cavilando su pregunta con la mayor tranquilidad antes de responderle. Supongo…mascullé como si masticara las palabras, empleando el mismo tono inexpresivo y monótono en el tono de mi voz. “¿A qué venía tal pregunta?” En realidad, nunca he sido… afecto… a este tipo de reuniones… aclaré, sin inmutarme, aunque dándole un énfasis especial a la palabra “afecto”, de manera como si estuviera recalcando en un tono de ironía la palabra. Si solía asistir a las reuniones del Profesor Slughorn era solo por un vano gesto de… cordialidad y no quedarle de cierto modo mal. Además, Lily siempre encontraba el modo de “persuadirme” para que la acompañara a las reuniones. Nunca fui capaz de objetar al tratarse de ella… en cambio ahora, esos tiempos parecían tan lejanos. Verdaderamente, los motivos que me había traído a Hogsmeade eran personales. En primer lugar necesitaba salir de aquel ambiente asfixiante que me provocaba la sola presencia de mi padre. Y en segundo lugar… el motivo por el que me había atrevido a venir al pueblo era por una absurda y lejana esperanza, que tenía nombre propio, sin la necesidad de mencionarlo. Suspiré silenciosamente, dedicándole una mirada más… suave, pero no lo suficientemente amena como para traspasar los límites establecidos. Imagino que contrario a mis palabras, estarás disfrutando del ambiente… señalé, más por cordialidad que por interés. Es por esa razón que trataba de evitar los lugares concurridos, la mayoría de las veces la soledad es la mejor compañía que una persona puede encontrar.


Última edición por ιzzy нale el Lun Nov 07, 2011 2:29 am, editado 3 veces
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Mensaje  ιzzy нale Miér Jun 22, 2011 5:33 am

Lucius Malfoy
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Llevé el vaso de whisky a mis labios, regodeándome momentáneamente de la satisfacción que había provocado mi mentira. Es verdad, no había tenido la decencia de enviarle ninguna lechuza avisándole que me demoraría o que probablemente no podría acompañarla a la hora de la cena, a pesar de que me vi tentado en declinar dicha invitación por parte de mis colegas; teniendo en cuenta que eran escasas las ocasiones en las que podía compartir tiempo con ella, y sin olvidar que en estos cuatro meses que teníamos de casados nunca había faltado a nuestras citas, por decirlo de esa manera. ¿Debería sentirme complacido por haber logrado mi objetivo?, no lo sabía con exactitud, pero en este momento lo único que verdaderamente me provocaba jactarme de mi propia mentira, era que no creía que le tomaría la menor importancia. Tenía entendido que iría a tomar el té con sus padres, por lo que tenía la seguridad de que se quedaría a cenar con ellos, lo cual habría comprendido y no me habría molestado de ninguna manera. Además… esta era la primera vez que mi querida esposa se tomaba la molestia de esperarme despierta. Un hecho irrelevante que me consternaba. Pero, ¿qué me hacía pensar que me estaba esperando precisamente?, nada en concreto. Seguramente era una simple casualidad que la encontrara despierta. Verdaderamente, Narcissa era como una caja de sorpresas, por que al abrirla nunca sabes con que te encontrarás en su interior. A diferencia de Bellatrix, a quien consideraba como una caja de Pandora. Sinceramente aún no era capaz de comprender como es que Narcissa podía ser hermana de Bellatrix, cuando eran tan diferentes, no solo en el porte y en el físico, si no en la manera de comportarse. Mecí lentamente el vaso de whisky que tenía en la mano, haciendo que en el vaso, los hielos formaran círculos, y un torbellino de líquido dorado. Aún cuando su mirada era discreta, casi imperceptible, era capaz de imaginarme la absurda idea que deambulaba por sus pensamientos. “Siempre la misma desconfianza que la hará dudar…” alegué presuntuosamente dentro de mis pensamientos, encaminándome hasta uno de los ventanales para escudriñar los misterios del cielo nocturno. Que bien… musité lacónicamente, cuando la escuché decirme que mi padre había aceptado tomar el té con nosotros este fin de semana. Por lo menos tendría tiempo para pensar en alguna excusa lo suficientemente sólida y coherente cuando mi padre o el Señor Black me cuestionaran al respecto sobre un tema que prefería evadir por todos los medios. Conociendo a mi padre, me atrevía a asegurar que en su carta mencionaba aquel tema en particular. Narcissa no lo mencionaría, de eso estaba completamente seguro, ni tampoco yo tendría la osadía de mencionarlo. Enarqué una ceja, sumergiéndome en mis cavilaciones, dedicándome a observar con gesto inexpresivo la oscuridad que cubría con su manto los alrededores. ¿Qué le diría esta vez a mi padre? ¿Sería prudente que les dijera –en caso de toquen el tema– que preferíamos tomarnos las cosas con calma antes de pensar consolidar nuestro matrimonio? Viéndolo desde esa perspectiva era una excusa lo bastante razonable. Al fin y al cabo, una pareja de recién casados por lo general suele “disfrutar” de su primer año de matrimonio. Haré lo que pueda aseguré, sin ningún rastro de expresión en mi rostro, rompiendo el silencio que reinaba a nuestro alrededor desde hace algunos minutos que transcurrieron monótonamente sin darme cuenta. No iba a reprocharle el forzado “cariño” que brotó de sus labios, pero, ¿qué ganaba con fingir delante de mí?, si debo pretender ser un marido amoroso, prefería hacerlo solo delante de nuestras familias; teniendo en cuenta que era la única oportunidad que tenía de demostrar escasas muestras de cariño hacia Narcissa. Naturalmente eso era algo que ella nunca sabría, prefería que tuviera la idea errónea de que solo fingía con la única intención de “guardar las apariencias”, antes de demostrarle que las discretas muestras de cariño eran sinceras y verdaderas. Como el roce de nuestras manos, hasta entrelazarlas, los abrazos y los besos desprevenidos en su mejilla. En más de una ocasión me he visto tentado a besarla en los labios, aunque al final siempre he sido capaz de resistir la tentación para no violar “sus condiciones”. La única vez que fui capaz de disfrutar del cálido sabor de sus labios, fue en nuestra boda, y solo para complacer el “deseo” de nuestros invitados. – Otra cosa… te informo que saldré de viaje en unos días, precisamente el día jueves, por lo que no me será posible acompañarte a la hora del desayuno esa mañana… Imagino que le alegrará interiormente saber que prescindirá de mi presencia al menos por dos días. Confieso que no me gustaba la idea de dejarla sola por tanto tiempo; aún cuando no me atreviera a decirle directamente lo mucho que significa para mí, por lo menos el recuerdo de esos hermosos ojos azules, el aterciopelado sonido de su voz, me ayudará durante las noches de insomnio que pasaré pensando en ella. De pronto una idea que hasta el momento no había tomado en cuenta, ni mucho menos en consideración, comenzó a atormentarme. ¿Qué sucedería sin en esos dos días se le ocurría traicionarme con o sin el pensamiento?, aún cuando no existiera intimidad entre nosotros, el imaginarme verla en brazos de cualquier idiota, hacía que me hirviera la sangre. Si hay algo que no tolero ni soporto es la traición... algo que nunca sería capaz de perdonarle. Primero asesino al imbécil que se atreva a tocarla y después... ya pensaría que hacer con mi esposa. Sin embargo,hasta el momento nada me ha echo dudar de Narcissa; a pesar de que aún mantengo en la mira a ese traidor a la sangre de McKinnon y a Rabastan. “Confía en ella... como hasta ahora lo has echo” dijo una voz dentro de mis pensamientos. Fruncí el ceño, en un gesto pensativo, observando el contenido en mi vaso antes de llevarlo a mis labios, para posteriormente agregar. Aún así haré lo que esté a mí alcance para estar de vuelta antes de las tres de la tarde. No era la clase de hombre que hacía promesas, pero si eso era lo que deseaba estaba dispuesto a complacerla. Después de todo es lo mínimo que se merece de mí parte por haberla dejado plantada, incluso también por haberle mentido.


Última edición por ιzzy нale el Vie Jul 22, 2011 11:33 pm, editado 6 veces
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Mensaje  ιzzy нale Jue Jun 23, 2011 3:24 am

Severus Snape
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La miré con incredulidad, como si no pudiera dar crédito a sus palabras. Verdaderamente, me era imposible creer que Lyon no estuviera disfrutando del ambiente. Me refiero a que siempre la he considerado como esa clase de chica que disfruta de la compañía de sus amistades, intercambiando miradas de júbilo, o alguna que otra mirada cómplice jactándose de sus propios comentarios o chistes personales. Hundí las manos dentro de los bolsillos internos del saco usado que había heredado de mi padre y que mi madre había ajustado para que me quedara a la medida, al sentir una brisa fresca provocada por la noche. ¿La música es demasiado ruidosa?, resoplé con pesimismo, observándola con detenimiento, ¿A quién quería engañar?, era obvio que sus palabras no eran más que simples excusas, pero ¿quién era yo para juzgarla? Aunque… debo confesar que una parte de mí se mantenía en la incertidumbre por saber que era lo que escondía detrás de aquella tristeza reflejada en sus ojos. Si no era por Black… entonces, ¿a que se debía su sufrimiento?, deseé saber, por alguna extraña razón que no era capaz de explicar con palabras. Tomé una honda bocanada de aire, masajeándome con la yema de los dedos la frente, debatiéndome internamente por como expresarme. Nunca en estos seis años que tenía de conocerla, me habría imaginado que se presentaría la oportunidad de intercambiar más de dos palabras con Lyon, algo que para ser sinceros era no sé… ilógico. Ni en mis sueños irrealistas me habría imaginado en esta situación. Ya veo…empecé a decir tranquilamente, dejando de lado la tarea que había iniciado hace unos breves segundos. Entonces… ¿la música es demasiado ruidosa…? Bien, bien, bien. Me crucé de brazos, apartando por primera vez en varios minutos la mirada de esos ojos azules, que se empeñaban a rehuir mi mirada. Una manía que comenzaba a estresarme. Odiaba que las personas no tuvieran el valor de encararte o de mirarte a los ojos cuando les estás hablando. Sentía que era como una absurda manera de mentirte. Miré de costado, observando de manera inexpresiva a las personas que entraban y salían del bar, para posteriormente volver mi mirada hacia su rostro. Probablemente Avery y Mulciber, estarían dentro del bar bebiendo como cosacos, y para ser sincero no estaba de humor como para soportar las incoherencias de alguna de nuestras compañeras de curso, en un desesperado intento de “mis amigos” para que la llevase a algún un rincón apartado y oscuro y me aprovechara de ella. No entiendo tu necesidad de brindarme tal excusa, pero no soy nadie para juzgarte, Lyon. Comprendo que tendrás algún motivo en especial, que te impide disfrutar del último día del verano… Nostalgia, ¿tal vez?, de ser así comprendía perfectamente ese sentimiento, aunque no tuviera ni el más mínimo decoro en demostrarlo. Negué levemente, mirándole sin un ápice de expresión. Por el contrario, podría ser que encuentre… amenas tus excusas. No te digo que prosigas para evitarte la molestia. señalé, con falsa modestia. ¿Qué ganaba con mentirme?, no se necesitaba ser un experto en Legeremancia como para saber cuando alguien te mentía. Inconscientemente di un paso acortando la distancia que nos separaba el uno del otro. No pretendía hacerle daño, ni herirla con mis palabras, el único detalle es que necesitaba averiguar, el por de su sufrimiento, el por qué de su vulnerabilidad, el por qué de su tristeza. Eran contadas las ocasiones que había tenido oportunidad de observarla de lejos, como para darme cuenta que no era así… ¿Dónde quedó esa vitalidad que la caracterizaba?. Enarqué una ceja. Siento diferir contigo, pero me temo que alguien ya te ha desbancado en la primera posición ¿no te parece? inquirí, con un dejo de extrañeza, mezclado con incredulidad. Como dije, Lyon no era así… que estuviera pasando por un mal momento en su vida sería más comprensible. Sin embargo, no me atrevía a expresar… “¿tu preocupación?” inquirió burlonamente esa vocecilla dentro de mis pensamientos. No, preocupación no era la palabra adecuada… me negaba rotundamente a esa clase de sentimiento. Entonces, si no era preocupación… ¿qué era…? No soy el mejor conversador de mundo, pero he visto esa mirada que tú tienes con anterioridad… lamentablemente más de una vez...y me atrevería a decir que estás pasando por un mal momento en tú vida, Lyon. aclaré, dejando que el silencio que había provocado por mis palabras surtiera efecto, para después agregar, como quien no quiere la cosa. No puedo creer que siquiera vaya a mencionarlo... Y, puedo ver que no se trata precisamente de tu relación fallida con… Black. mascullé desdeñosamente, torciendo los labios, en una clara y apenas visible mueca que denotaba repulsión. No sé como Regulus, podía tener por hermano a semejante imbécil.


Última edición por ιzzy нale el Vie Jul 22, 2011 11:32 pm, editado 1 vez
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Mensaje  ιzzy нale Dom Jun 26, 2011 12:01 am

Debo de admitir que me senti raramente nerviosa al ver como se hacercaba a mi un poco mas. La distancia era casi indetectable, pero aun asi la habia notado. No era que tuviera miedo, sino que raramente me sentia alerta pero al mismo tiempo el echo de que el, de alguna forma, bajara su retaguardia por un segundo, me daba un poco de valor. Valor que definitivamente necesitaba. Me senti un poco tonta y bastante curiosa a la vez cuando el abiertamente me desmintio sobre mis vagas excusas. Debo de admitir que no me sorprendio que no supiera exactamente lo que paso en mi vida. Trate mucho en esconder la enfermedad de mi madre, mas que nada porque no queria ver miradas de lastima o de pena dirigidas a mi o a Tibby. Tampoco queria que mis amigos se preocuparan por mi, aunque claro, los mas cercanos sabian bien lo que estaba pasando. Sin embargo, lo que honestamente lo que mas llamo mi atencio fue su interes en mi. Jamas pense hablar mas que un par de silabas con el, pero ahora...ahora parecia que me conocia mucho mas de lo que yo pense. El echo que noto mi dolor en mi mirada era algo que nunca pense que Severus Snape haria. Y eso solo alimento mi curiosidad, mi curiosidad por saber que tanto el sabia de las personas, o mas especificamente, que tanto le importaba saber sobre los demas. Sobre mi, aunque no queria admitirlo. Definitivamente, el leon no es como lo pintan, y el estaba muy atento a sus alrededores. Al escucharle mencionar a Sirius, senti de nuevo ese familiar dolor en el fondo del estomago. Aunque si era sincera, no era necesariamente tan poderoso como fue en un principio. Obviamente, mi prioridad era gastar mi energia en otro tipo de tristeza, una que me atrevia a decir que era mucho mas profunda.-Veo que no te cae nada bien...-dije con una ligera sonrisa traviesa al ver como arrastraba las palabras, como si le diera un dolor estomacal hablar de el, y sintiendome un poco mas recuperada sin poder evitar hacer una leve y curiosa mueca con los labios poco despues, una que ahora se forma en mi cada vez que hablaba de Sirius Black.-No se si lo tuyo es curiosidad, o sincero interes, Snape... pero te aseguro que no es ningun capricho por un chico que no vale la pena.- comente, sorprendiendome incluso a mi misma. Si tan solo hubiera aceptado eso hace un par de meses cuando mi relacion con el se rompio. Volvi a mirarle a los ojos, retandome a mi misma a no sentirme una miniatura ante su profunda mirada-Se me nota mucho, no es asi?.- comente, de nuevo con una ligera sonrisa. No sabia por que, justamente a poco tiempo despues de sentir que me iba a desplazar por la tristeza, sonreia mas que en mucho tiempo. Tal vez, la razon era por que me apenaba, de alguna manera bastante bizarra, que Snape me viera derrotada.-Mi problema...es, por mas cursi que suene...una herida del alma.- termine por decir, con una triste y melancolica sonrisa. Un corazon roto, una herida del alma. Recuerdo que cuando Sirius termino conmigo, crei que no podria haber sentimiento mas terrible, mas doloroso que el tener tu corazon destruido por un chico que una vez pense, seria mi alma gemela. Fui ingenua al entregarme con tanta pasion y sentimiento...pero fue aun mas tonta al pensar que no podria haber nada peor que un amor no correspondido.
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Mensaje  ιzzy нale Vie Jul 15, 2011 12:03 am

Sammy Diggory
____________________________
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Samantha Lucinda Diggory

Pertenece a Gryffindor, y esta en su septimo curso
Su familia es de un linaje puro
feat. Xenophilious Lovegood||in.compartimiento




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Por supuesto que en el momento que llegamos a King Cross, mis hermanos salieron cada cual por su lado, estaba segura que Elle iria en busca de alguna de las chicas, y Peter, con sus amigos. No me ponia de malas pero ni se despedian- Si, Adios chicos!- les dije sarcasticamente cuando se alejaban de mi. El gran tren rojo dejo salir un silbido que me espanto pero a la vez me hizo sonreir. Subi al tren y comence a buscar por James o por Frank, no tenia idea donde se encontraban y queria darles un buen abrazo. Pero como nos los vi asi de una vez, comence a buscar por un compartimiento antes de que todos se llenaran.


Al tren comenzar andar, ya habia encontrado un compartimiento solo, lo cual me hizo sonreir, y comence a leer una revista. Pensando si deberia ir a buscar Vittoria, o no, es que si dejaba el compartimiento lo tomaban, y me daba fastidio encontrar otro compartimiento.En eso alguien abrio la puerta de mi compartimiento y sonrei ampliamente al ver quien era. -Hey Xenophilious!- dije sonriendole. Xeno, era Ravenclaw y se habia convertido en un gran amigo por que era quien me salvaba en Runas Antiguas, y me hacia reir como nadie. Era muy ecentrico y muchas personas no entendia por que me gustaba hablar con el pero a mi no me importaba- pasa!- le dije animadamente como siempre, no parecia muy convencido de si podia pasar o no- cuentame por que no me escribiste durante todo el verano, cual es tu gran historia eh?- bromee mientras dejaba mi revista de corazon de bruja a un lado y lo miraba.
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Mensaje  ιzzy нale Miér Ago 24, 2011 11:59 pm

Bellatrix Lestrange
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No era capaz de comprender en que punto mi vida se había convertido en un verdadero infierno, pero, más que un infierno, en un desierto de soledad en donde me encontraba vagando sin rumbo fijo, sin un lugar a donde ir. Las desgracias en nuestra familia tenían nombre propio: Camilla Parker, a quien siempre he considerado una desconocida que profanó el lugar de mi madre; pero el culpar a Camilla de todas y cada una de nuestras desgracias, no aliviaba el maldito dolor que me estaba consumiendo por dentro. ¿Qué sentido tenía seguir adelante, cuando las personas que más has amado te abandonan? ¿Qué sentido tenía la vida, cuando todo lo que has amado te lo arrebata sin ninguna consideración? De una forma o de otra había perdido mis únicas razones para mantenerme en pie... y ahora ya nada ni nadie tenía sentido para mí. Estaba HARTO de esta maldita situación, había momentos en los que me sentía al borde de un precipicio, en el que ganas no me faltaban de lanzarme a causa de la desesperación y el dolor que me estaba consumiendo hasta las entrañas. A veces me pregunto… ¿qué cabronadas habré echo en mi vida pasada, para venir a padecer sufrimientos y tristezas en esta mi nueva y descontrolada vida? ¿Habré sido tan hijo de puta como para tener la desdicha de renacer a una nueva vida y lavar de ese modo mis culpas? No entendía que era precisamente lo que la vida esperaba de mí… a cambio de… un miserable momento de paz… de estabilidad. Toda mi vida ha sido un maldito caos, de la misma manera que mi familia, que día con día se desmoronaba sin que ninguno de nosotros hiciera algo por evitarlo. ¿Qué más daba tener que soportar y vivir en una familia emocionalmente disfuncional, cuando todos actuábamos de distintas maneras menos como una familia? con un padre preocupado por guardar las apariencias y con Camilla queriendo interferir en nuestras vidas, como si ella tuviera algún derecho sobre nosotros. Ya nada ni nadie tenía sentido en este lugar… así que… ¿qué sentido tenía la vida cuando no tienes nada que te sostenga?, con William en el hospital, Diana en una clínica de rehabilitación, mi padre sumergido en sus obligaciones y los médicos con las típicas palabras vacías, la clásica ambigüedad: “Solo nos resta esperar un milagro”. Milagros, milagros… hablan de milagros y de tener fe cuando la ciencia muchas veces se ve aplastada y cegada por la razón. “Debe tener paciencia, hoy en día la medicina ha avanzado lo suficiente, y existen métodos falibles que ayudaran con el tiempo a la recuperación del paciente; tenga plena seguridad de que su hermano se encuentra en manos de los mejores expertos”. En lo personal yo ya no sabía en que creer, o mejor dicho en que aferrarme para lograr sobrellevar toda esta situación; poco a poco me estaba sumergiendo en un vacio sin límites, un vacio en el que estaba consiente que jamás tocaría fondo y me arrastraría sin ninguna consideración. Giré bruscamente el manillar derecho que indicaba el acelerador de la motocicleta; y sin soltar el embrague en ningún momento, empujé ligeramente con mi pantorrilla izquierda la palanca de velocidades hasta meter tercera, obligándola a dar la cuarta parte de su capacidad, lo que la hizo rugir entre mis piernas como un animal agresivo, dispuesto a atacar en cualquier momento. La adrenalina fluía por mi cuerpo, cosquilleándome las venas; tentándome a obligar a la motocicleta a explotar su máxima capacidad. ¿Qué demonios ganaba con poner mi propia vida en riesgo? Nada, pero el sentir la adrenalina recorriendo cada parte de mi cuerpo, era una sensación que me hacía divagar y olvidar por un breve instante el dolor que me estaba consumiendo, inundándome en un mar se sensaciones inexplicables. La velocidad y la adrenalina eran parte de mi vida… y eso era algo que mi padre nunca sería capaz de comprender. Apreté el embrague y el freno delantero suavemente, disminuyendo poco a poco la velocidad; apoyando mis pies en el suelo para de esa manera sostener la motocicleta y frenar sin brusquedad, aparcándola cerca del muelle. Después de varios minutos de caminar por la costera con una hielera bajo el brazo y una tabla de surfeo, me situé a orillas de la playa; cerré los ojos rindiéndome ante la brisa salina y el viento golpeando mi rostro. Respiré lenta y profundamente; la tranquilidad del océano era como una suave caricia que me reconfortaba en estos momentos de desesperación y soledad. Solté la hielera sobre la arena, al igual que la tabla; flexioné los brazos hasta sacarme la playera, haciéndola un bulto y arrojándola a un lado, para recoger la tabla de surfeo y zambullirme en el océano, sobre la tabla de surf, dando constantes braseadas hasta adentrarme en él. Surcar las olas, me embargaba de una sensación de libertad y júbilo que hacía olvidarme de todo… como el mar y yo fuéramos uno solo y nada, absolutamente nada existiera a nuestro alrededor. Después de varios minutos, nadé de regreso a la orilla. Inhalé y exhalé hondamente, bajo los tenues y apenas visibles rayos del sol que se asomaban entre la negrura del día. Dejé caer la tabla de surf a un lado, sentándome en la arena, tomé una botella de cerveza y con un simple movimiento del destapador la tapa salió disparada a un lado, emanando un sonido gaseoso. Bebí de un solo trago toda mi cerveza, regocijándome de la sensación de placer que me provocaba el disfrutar de una fresca y deliciosa cerveza. Inspiré profundamente, destapando otra cerveza y dándole un largo trago, limitándome a mirar de una manera ausente y distraída el horizonte, el sonido de las olas, el océano en su plenitud daba a mi alma la tranquilidad que tanto anhelaba. Ni siquiera fui capaz de forzar un lastimero intento de sonrisa, cuando escuché una voz que no me costó trabajo reconocer, a pesar de que no era una voz que solía escuchar frecuentemente, reconocería ese tono ciegamente. En vez de mostrar un rostro más amable, este se ensombreció en el momento que los tenues rayos del sol se vieron opacados por una nube pasajera que los cubrió en su totalidad. – Nada que no se haya sabido con anterioridad ¿no te parece? – abordé monótonamente, para después dar un largo trago a mi cerveza. Durante los últimos días, el único tema “controversial” para la prensa era el siguiente: “Henry Windsor: ¿en la depresión post-rompimiento?. El chico volvió a la soltería y no puede ocultar su tristeza ¡sniff!. Los rompimientos siempre son difíciles de superar y tal parece que el príncipe Henry está sumido en la depresión por que ahora tiene que olvidar a Irene Urdangarín, quien fue su novia por más de tres meses. Una fuente cercana a la ex pareja afirma que se dieron un break. Los horarios poco compatibles hicieron que el amor se apagara. Por otro lado, fuentes más rigurosas y confiables rumoran que la verdadera causa que marcó el fin de la relación de la joven pareja de enamorados se debió a que Irene Urdangarín mantenía un romance clandestino con su profesor de Cultura Clásica; sin duda, un golpe terrible para Henry. Con su hermano mayor, William, que fue trasladado a urgencias a causa de un accidente durante el mes de septiembre, y su hermana menor, Diana, en rehabilitación por la constante presión que ha vivido en los últimos meses la adolescente británica; la familia real se ha visto en una dura y difícil situación con sus herederos. La pregunta que muchos de ustedes se formulan, pero pocos se atreven a expresar es: Los hechos recientes ¿conllevaran a que el príncipe Henry vuelva a las andadas?. Eso es algo que está por verse, por lo que estaremos muy al pendiente de nuestro joven príncipe. Mientras tanto: Chicas, ¿quién se apunta a consolar a uno de los príncipes más apuestos de la monarquía europea? ¡Uff! Vaya pregunta ¿verdad?. A partir de hoy… ¡Guerra sin cuartel!”. – ¿Te parece extraño que algunos quieran desprenderse de la patética rutina? ó, no… mejor dicho que raro que algunos quieran desprenderse de la patética vida a la que fueron… ¿“condenados”? – mascullé con burda ironía, sin detenerme a pensar si era correcto o no expresarme de esa forma. Desde hace algún tiempo había dejado de ser esa persona que Bea describía... por diferentes razones que me obligaron a dejar de lado la vida empedernida que había adoptado en llevar. ¿De qué había servido intentar ser una mejor persona, cuando a nadie le interesaba en lo más mínimo?. De reojo noté y percibí la suavidad de uno de sus delicados dedos repasaba de arriba hacia abajo contorneando mi brazo y una de sus clásicas sonrisas dibujándose en su rostro. – Aunque, viéndolo de otro modo… podría preguntarte lo mismo. – añadí, mirándole con el ceño ligeramente fruncido, denotando curiosidad, antes de darle otro trago a mi cerveza. – ¿A quien has venido a romperle el corazón el día de hoy, dolce Bea? – pregunté casualmente, como si me limitara a preguntar la hora o a comentar el clima; dándole un acento italiano a las dos últimas palabras. Conocía a Bea desde hace algún tiempo… y su fama y reputación daba mucho que desear a los ojos de los demás, quiénes de la misma manera que a mí, tachaban su comportamiento como inapropiado. Pero, ¿quién era yo para juzgarla?, a diferencia de las personas, yo no me ocultaba detrás de una máscara de hipocresía.


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Mensaje  ιzzy нale Jue Ago 25, 2011 12:12 am

Lucius Malfoy
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Llevé el vaso de whisky a mis labios, regodeándome momentáneamente de la satisfacción que había provocado mi mentira. Es verdad, no había tenido la decencia de enviarle ninguna lechuza avisándole que me demoraría o que probablemente no podría acompañarla a la hora de la cena, a pesar de que me vi tentado en declinar dicha invitación por parte de mis colegas; teniendo en cuenta que eran escasas las ocasiones en las que podía compartir tiempo con ella, y sin olvidar que en estos cuatro meses que teníamos de casados nunca había faltado a nuestras citas, por decirlo de esa manera. ¿Debería sentirme complacido por haber logrado mi objetivo?, no lo sabía con exactitud, pero en este momento lo único que verdaderamente me provocaba jactarme de mi propia mentira, era que no creía que le tomaría la menor importancia. Tenía entendido que iría a tomar el té con sus padres, por lo que tenía la seguridad de que se quedaría a cenar con ellos, lo cual habría comprendido y no me habría molestado de ninguna manera. Además… esta era la primera vez que mi querida esposa se tomaba la molestia de esperarme despierta. Un hecho irrelevante que me consternaba. Pero, ¿qué me hacía pensar que me estaba esperando precisamente?, nada en concreto. Seguramente era una simple casualidad que la encontrara despierta. Verdaderamente, Narcissa era como una caja de sorpresas, por que al abrirla nunca sabes con que te encontrarás en su interior. A diferencia de Bellatrix, a quien consideraba como una caja de Pandora. Sinceramente aún no era capaz de comprender como es que Narcissa podía ser hermana de Bellatrix, cuando eran tan diferentes, no solo en el porte y en el físico, si no en la manera de comportarse. Mecí lentamente el vaso de whisky que tenía en la mano, haciendo que en el vaso, los hielos formaran círculos, y un torbellino de líquido dorado. Aún cuando su mirada era discreta, casi imperceptible, era capaz de imaginarme la absurda idea que deambulaba por sus pensamientos. “Siempre la misma desconfianza que la hará dudar…” alegué presuntuosamente dentro de mis pensamientos, encaminándome hasta uno de los ventanales para escudriñar los misterios del cielo nocturno. Que bien… musité lacónicamente, cuando la escuché decirme que mi padre había aceptado tomar el té con nosotros este fin de semana. Por lo menos tendría tiempo para pensar en alguna excusa lo suficientemente sólida y coherente cuando mi padre o el Señor Black me cuestionaran al respecto sobre un tema que prefería evadir por todos los medios. Conociendo a mi padre, me atrevía a asegurar que en su carta mencionaba aquel tema en particular. Narcissa no lo mencionaría, de eso estaba completamente seguro, ni tampoco yo tendría la osadía de mencionarlo. Enarqué una ceja, sumergiéndome en mis cavilaciones, dedicándome a observar con gesto inexpresivo la oscuridad que cubría con su manto los alrededores. ¿Qué le diría esta vez a mi padre? ¿Sería prudente que les dijera –en caso de toquen el tema– que preferíamos tomarnos las cosas con calma antes de pensar consolidar nuestro matrimonio? Viéndolo desde esa perspectiva era una excusa lo bastante razonable. Al fin y al cabo, una pareja de recién casados por lo general suele “disfrutar” de su primer año de matrimonio. Haré lo que pueda aseguré, sin ningún rastro de expresión en mi rostro, rompiendo el silencio que reinaba a nuestro alrededor desde hace algunos minutos que transcurrieron monótonamente sin darme cuenta. No iba a reprocharle el forzado “cariño” que brotó de sus labios, pero, ¿qué ganaba con fingir delante de mí?, si debo pretender ser un marido amoroso, prefería hacerlo solo delante de nuestras familias; teniendo en cuenta que era la única oportunidad que tenía de demostrar escasas muestras de cariño hacia Narcissa. Naturalmente eso era algo que ella nunca sabría, prefería que tuviera la idea errónea de que solo fingía con la única intención de “guardar las apariencias”, antes de demostrarle que las discretas muestras de cariño eran sinceras y verdaderas. Como el roce de nuestras manos, hasta entrelazarlas, los abrazos y los besos desprevenidos en su mejilla. En más de una ocasión me he visto tentado a besarla en los labios, aunque al final siempre he sido capaz de resistir la tentación para no violar “sus condiciones”. La única vez que fui capaz de disfrutar del cálido sabor de sus labios, fue en nuestra boda, y solo para complacer el “deseo” de nuestros invitados. – Otra cosa… te informo que saldré de viaje en unos días, precisamente el día jueves, por lo que no me será posible acompañarte a la hora del desayuno esa mañana… Imagino que le alegrará interiormente saber que prescindirá de mi presencia al menos por dos días. Confieso que no me gustaba la idea de dejarla sola por tanto tiempo; aún cuando no me atreviera a decirle directamente lo mucho que significa para mí, por lo menos el recuerdo de esos hermosos ojos azules, el aterciopelado sonido de su voz, me ayudará durante las noches de insomnio que pasaré pensando en ella. De pronto una idea que hasta el momento no había tomado en cuenta, ni mucho menos en consideración, comenzó a atormentarme. ¿Qué sucedería sin en esos dos días se le ocurría traicionarme con o sin el pensamiento?, aún cuando no existiera intimidad entre nosotros, el imaginarme verla en brazos de cualquier idiota, hacía que me hirviera la sangre. Si hay algo que no tolero ni soporto es la traición... algo que nunca sería capaz de perdonarle. Primero asesino al imbécil que se atreva a tocarla y después... ya pensaría que hacer con mi esposa. Sin embargo,hasta el momento nada me ha echo dudar de Narcissa; a pesar de que aún mantengo en la mira a ese traidor a la sangre de McKinnon y a Rabastan. “Confía en ella... como hasta ahora lo has echo” dijo una voz dentro de mis pensamientos. Fruncí el ceño, en un gesto pensativo, observando el contenido en mi vaso antes de llevarlo a mis labios, para posteriormente agregar. Aún así haré lo que esté a mí alcance para estar de vuelta antes de las tres de la tarde. No era la clase de hombre que hacía promesas, pero si eso era lo que deseaba estaba dispuesto a complacerla. Después de todo es lo mínimo que se merece de mí parte por haberla dejado plantada, incluso también por haberle mentido.
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Mensaje  ιzzy нale Jue Ago 25, 2011 12:17 am

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Llevé el vaso de whisky a mis labios, regodeándome momentáneamente de la satisfacción que había provocado mi mentira. Es verdad, no había tenido la decencia de enviarle ninguna lechuza avisándole que me demoraría o que probablemente no podría acompañarla a la hora de la cena, a pesar de que me vi tentado en declinar dicha invitación por parte de mis colegas; teniendo en cuenta que eran escasas las ocasiones en las que podía compartir tiempo con ella, y sin olvidar que en estos cuatro meses que teníamos de casados nunca había faltado a nuestras citas, por decirlo de esa manera. ¿Debería sentirme complacido por haber logrado mi objetivo?, no lo sabía con exactitud, pero en este momento lo único que verdaderamente me provocaba jactarme de mi propia mentira, era que no creía que le tomaría la menor importancia. Tenía entendido que iría a tomar el té con sus padres, por lo que tenía la seguridad de que se quedaría a cenar con ellos, lo cual habría comprendido y no me habría molestado de ninguna manera. Además… esta era la primera vez que mi querida esposa se tomaba la molestia de esperarme despierta. Un hecho irrelevante que me consternaba. Pero, ¿qué me hacía pensar que me estaba esperando precisamente?, nada en concreto. Seguramente era una simple casualidad que la encontrara despierta. Verdaderamente, Narcissa era como una caja de sorpresas, por que al abrirla nunca sabes con que te encontrarás en su interior. A diferencia de Bellatrix, a quien consideraba como una caja de Pandora. Sinceramente aún no era capaz de comprender como es que Narcissa podía ser hermana de Bellatrix, cuando eran tan diferentes, no solo en el porte y en el físico, si no en la manera de comportarse. Mecí lentamente el vaso de whisky que tenía en la mano, haciendo que en el vaso, los hielos formaran círculos, y un torbellino de líquido dorado. Aún cuando su mirada era discreta, casi imperceptible, era capaz de imaginarme la absurda idea que deambulaba por sus pensamientos. “Siempre la misma desconfianza que la hará dudar…” alegué presuntuosamente dentro de mis pensamientos, encaminándome hasta uno de los ventanales para escudriñar los misterios del cielo nocturno. Que bien… musité lacónicamente, cuando la escuché decirme que mi padre había aceptado tomar el té con nosotros este fin de semana. Por lo menos tendría tiempo para pensar en alguna excusa lo suficientemente sólida y coherente cuando mi padre o el Señor Black me cuestionaran al respecto sobre un tema que prefería evadir por todos los medios. Conociendo a mi padre, me atrevía a asegurar que en su carta mencionaba aquel tema en particular. Narcissa no lo mencionaría, de eso estaba completamente seguro, ni tampoco yo tendría la osadía de mencionarlo. Enarqué una ceja, sumergiéndome en mis cavilaciones, dedicándome a observar con gesto inexpresivo la oscuridad que cubría con su manto los alrededores. ¿Qué le diría esta vez a mi padre? ¿Sería prudente que les dijera –en caso de toquen el tema– que preferíamos tomarnos las cosas con calma antes de pensar consolidar nuestro matrimonio? Viéndolo desde esa perspectiva era una excusa lo bastante razonable. Al fin y al cabo, una pareja de recién casados por lo general suele “disfrutar” de su primer año de matrimonio. Haré lo que pueda aseguré, sin ningún rastro de expresión en mi rostro, rompiendo el silencio que reinaba a nuestro alrededor desde hace algunos minutos que transcurrieron monótonamente sin darme cuenta. No iba a reprocharle el forzado “cariño” que brotó de sus labios, pero, ¿qué ganaba con fingir delante de mí?, si debo pretender ser un marido amoroso, prefería hacerlo solo delante de nuestras familias; teniendo en cuenta que era la única oportunidad que tenía de demostrar escasas muestras de cariño hacia Narcissa. Naturalmente eso era algo que ella nunca sabría, prefería que tuviera la idea errónea de que solo fingía con la única intención de “guardar las apariencias”, antes de demostrarle que las discretas muestras de cariño eran sinceras y verdaderas. Como el roce de nuestras manos, hasta entrelazarlas, los abrazos y los besos desprevenidos en su mejilla. En más de una ocasión me he visto tentado a besarla en los labios, aunque al final siempre he sido capaz de resistir la tentación para no violar “sus condiciones”. La única vez que fui capaz de disfrutar del cálido sabor de sus labios, fue en nuestra boda, y solo para complacer el “deseo” de nuestros invitados. – Otra cosa… te informo que saldré de viaje en unos días, precisamente el día jueves, por lo que no me será posible acompañarte a la hora del desayuno esa mañana… Imagino que le alegrará interiormente saber que prescindirá de mi presencia al menos por dos días. Confieso que no me gustaba la idea de dejarla sola por tanto tiempo; aún cuando no me atreviera a decirle directamente lo mucho que significa para mí, por lo menos el recuerdo de esos hermosos ojos azules, el aterciopelado sonido de su voz, me ayudará durante las noches de insomnio que pasaré pensando en ella. De pronto una idea que hasta el momento no había tomado en cuenta, ni mucho menos en consideración, comenzó a atormentarme. ¿Qué sucedería sin en esos dos días se le ocurría traicionarme con o sin el pensamiento?, aún cuando no existiera intimidad entre nosotros, el imaginarme verla en brazos de cualquier idiota, hacía que me hirviera la sangre. Si hay algo que no tolero ni soporto es la traición... algo que nunca sería capaz de perdonarle. Primero asesino al imbécil que se atreva a tocarla y después... ya pensaría que hacer con mi esposa. Sin embargo,hasta el momento nada me ha echo dudar de Narcissa; a pesar de que aún mantengo en la mira a ese traidor a la sangre de McKinnon y a Rabastan. “Confía en ella... como hasta ahora lo has echo” dijo una voz dentro de mis pensamientos. Fruncí el ceño, en un gesto pensativo, observando el contenido en mi vaso antes de llevarlo a mis labios, para posteriormente agregar. Aún así haré lo que esté a mí alcance para estar de vuelta antes de las tres de la tarde. No era la clase de hombre que hacía promesas, pero si eso era lo que deseaba estaba dispuesto a complacerla. Después de todo es lo mínimo que se merece de mí parte por haberla dejado plantada, incluso también por haberle mentido.
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Mensaje  ιzzy нale Jue Ago 25, 2011 12:21 am

Severus Snape
as: Severus Tobías Snape
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[ Con Vittoria Lyon // Fiesta - Hogsmeade ]
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La miré con incredulidad, como si no pudiera dar crédito a sus palabras. Verdaderamente, me era imposible creer que Lyon no estuviera disfrutando del ambiente. Me refiero a que siempre la he considerado como esa clase de chica que disfruta de la compañía de sus amistades, intercambiando miradas de júbilo, o alguna que otra mirada cómplice jactándose de sus propios comentarios o chistes personales. Hundí las manos dentro de los bolsillos internos del saco usado que había heredado de mi padre y que mi madre había ajustado para que me quedara a la medida, al sentir una brisa fresca provocada por la noche. ¿La música es demasiado ruidosa?, resoplé con pesimismo, observándola con detenimiento, ¿A quién quería engañar?, era obvio que sus palabras no eran más que simples excusas, pero ¿quién era yo para juzgarla? Aunque… debo confesar que una parte de mí se mantenía en la incertidumbre por saber que era lo que escondía detrás de aquella tristeza reflejada en sus ojos. Si no era por Black… entonces, ¿a que se debía su sufrimiento?, deseé saber, por alguna extraña razón que no era capaz de explicar con palabras. Tomé una honda bocanada de aire, masajeándome con la yema de los dedos la frente, debatiéndome internamente por como expresarme. Nunca en estos seis años que tenía de conocerla, me habría imaginado que se presentaría la oportunidad de intercambiar más de dos palabras con Lyon, algo que para ser sinceros era no sé… ilógico. Ni en mis sueños irrealistas me habría imaginado en esta situación. Ya veo…empecé a decir tranquilamente, dejando de lado la tarea que había iniciado hace unos breves segundos. Entonces… ¿la música es demasiado ruidosa…? Bien, bien, bien. Me crucé de brazos, apartando por primera vez en varios minutos la mirada de esos ojos azules, que se empeñaban a rehuir mi mirada. Una manía que comenzaba a estresarme. Odiaba que las personas no tuvieran el valor de encararte o de mirarte a los ojos cuando les estás hablando. Sentía que era como una absurda manera de mentirte. Miré de costado, observando de manera inexpresiva a las personas que entraban y salían del bar, para posteriormente volver mi mirada hacia su rostro. Probablemente Avery y Mulciber, estarían dentro del bar bebiendo como cosacos, y para ser sincero no estaba de humor como para soportar las incoherencias de alguna de nuestras compañeras de curso, en un desesperado intento de “mis amigos” para que la llevase a algún un rincón apartado y oscuro y me aprovechara de ella. No entiendo tu necesidad de brindarme tal excusa, pero no soy nadie para juzgarte, Lyon. Comprendo que tendrás algún motivo en especial, que te impide disfrutar del último día del verano… Nostalgia, ¿tal vez?, de ser así comprendía perfectamente ese sentimiento, aunque no tuviera ni el más mínimo decoro en demostrarlo. Negué levemente, mirándole sin un ápice de expresión. Por el contrario, podría ser que encuentre… amenas tus excusas. No te digo que prosigas para evitarte la molestia. señalé, con falsa modestia. ¿Qué ganaba con mentirme?, no se necesitaba ser un experto en Legeremancia como para saber cuando alguien te mentía. Inconscientemente di un paso acortando la distancia que nos separaba el uno del otro. No pretendía hacerle daño, ni herirla con mis palabras, el único detalle es que necesitaba averiguar, el por de su sufrimiento, el por qué de su vulnerabilidad, el por qué de su tristeza. Eran contadas las ocasiones que había tenido oportunidad de observarla de lejos, como para darme cuenta que no era así… ¿Dónde quedó esa vitalidad que la caracterizaba?. Enarqué una ceja. Siento diferir contigo, pero me temo que alguien ya te ha desbancado en la primera posición ¿no te parece? inquirí, con un dejo de extrañeza, mezclado con incredulidad. Como dije, Lyon no era así… que estuviera pasando por un mal momento en su vida sería más comprensible. Sin embargo, no me atrevía a expresar… “¿tu preocupación?” inquirió burlonamente esa vocecilla dentro de mis pensamientos. No, preocupación no era la palabra adecuada… me negaba rotundamente a esa clase de sentimiento. Entonces, si no era preocupación… ¿qué era…? No soy el mejor conversador de mundo, pero he visto esa mirada que tú tienes con anterioridad… lamentablemente más de una vez...y me atrevería a decir que estás pasando por un mal momento en tú vida, Lyon. aclaré, dejando que el silencio que había provocado por mis palabras surtiera efecto, para después agregar, como quien no quiere la cosa. No puedo creer que siquiera vaya a mencionarlo... Y, puedo ver que no se trata precisamente de tu relación fallida con… Black. mascullé desdeñosamente, torciendo los labios, en una clara y apenas visible mueca que denotaba repulsión. No sé como Regulus, podía tener por hermano a semejante imbécil.
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Mensaje  ιzzy нale Jue Ago 25, 2011 12:26 am

Jasper Slughorn
as: Jasper Conrad Slughorn
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[ Con Tibby Lyon // Fiesta - Hogsmeade ]
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“El último día del verano” resonó mi subconsciente con cierto dejo de amargura. Todo parecía como si apenas hubiera sido ayer cuando el Profesor Dumbledore con su habitual discurso de fin de año, nos alegraba a todos –incluso a esas sabandijas de Slytherin– y cada uno de los estudiantes con sus palabras, dándole de esa manera la “Bienvenida a las vacaciones de verano”. Por otro lado, decir que las vacaciones se me habían ido como agua, era decir poco o nada; teniendo en cuenta que la situación por la que estaba atravesando la comunidad mágica, no era precisamente… “armónica”, con un lunático causando revuelo y reclutando seguidores ¿qué se podría esperar a cambio? Tanto mis padres como Carlisle a penas y me dejaron asomar las narices por la ventana de mi habitación, con decir que ni siquiera me daban permiso para ir al Callejón Diagon o a la tienda de comida rápida, esas tiendas que desde hace algún tiempo se han “vuelto de moda” en el Londres NO mágico y que a los muggles tanto les encanta –y que en mi opinión consideraba fascinantes, literalmente una obra maestra de los muggles– ¡Merlín! nunca había disfrutado tanto de una deliciosa hamburguesa acompañada con papas fritas y una exquisita malteada de chocolate, ¡era como palpar el cielo!. Sin duda alguna, este verano no pienso recordarlo como “el mejor verano de mi vida” resoplé con pesimismo, en el preciso instante que el autobús noctámbulo viró bruscamente en una esquina provocando que las camas se movieran de atrás hacia adelante y en consecuencia me estampara contra la cabina del conductor; al intentar levantarme caí de bruces contra una de las camas, observando como la lámpara de cristal que colgaba del techo, oscilaba peligrosamente, justamente cuando el autobús traqueteaba y subíamos por una colina y para empeorar la situación, al alzar la vista por inercia, varias maletas de equipaje me cayeron encima, dándome apenas el tiempo suficiente para ponerme a cubierto. “Brillante, Jasper… sencillamente brillante” resonó por enésima vez mi subconsciente con ironía. “¿No te parecieron lo suficientemente claras las palabras de tu madre al decirte claramente que NO tenías permiso para ir a Hogsmeade?”…“En realidad… con lo bromista que es mamá, creí que no lo decía enserio”. “Por lo menos tienes la certeza y la satisfacción personal de que el plan había resultado a la perfección ¿no?” inquirió la misma vocecilla dentro mis pensamientos, esta vez empleando un tono burlón. “Bah, cállate, pero si… podría decirse que por una parte la satisfacción de escaparme por unas horas, me alegraba de algún modo, el único problema es que al llegar a casa corro el riesgo de encontrar a mis padres y a Carlisle en la sala con sed de querer asesinarme” corroboré con cierta inquietud, cuando de pronto el autobús noctámbulo freno bruscamente por veinteava vez. ¡Pasajeros con destino a Hogsmeade!anunció cordialmente con una sonrisa en el rostro el revisor del autobús, al tiempo que los pasajeros se levantaban maldiciendo por lo bajo, yo incluyéndome. “Nunca… en el resto que me quede de vida vuelto a subirme a ese… maldito trasto” sentencié con amargura y frustración dentro de mis pensamientos, al tiempo que me bajaba del autobús; pero no tenía opción… si quería volver a casa antes de que mis padres entren a mi habitación y se den cuenta que el tío Horace había encantado al ghoul –que vivía en nuestro ático– para que se pareciera a mí y usurpara mi lugar, me traería SERIOS problemas; apenas habíamos logrado pisar tierra cuando el autobús se echó de reversa bruscamente, viró en dirección opuesta y emprendió su camino de regreso hasta subir por segunda vez la colina que acabábamos de atravesar, hasta que finalmente se perdió de vista. Viejito loco… mascullé entre dientes –haciendo una clara alusión a Ernie, el conductor– antes de meter las manos dentro de los bolsillos internos de mi pantalón y echar a andar tranquilamente por el camino que llevaba a la entrada del pueblo que estaba a unos cuatro o cinco metros de distancia. Aspiré profundamente el aroma dulce y sutil que emanaba en el aire, seguramente proveniente de Honeydukes. Mientras paseaba por las transitables calles de pueblo no pude evitar pensar lo siguiente: “A pesar de que ese lunático anda por ahí haciendo lo que muchos consideran cosas terribles, pero grandiosas; la alegría que se siente en el pueblo, brindaba otra clase de ambiente”. Antes de ir hacia las tres escobas, decidí darme una vuelta por Honeydukes para hacerme de una extra ración de golosinas para el trayecto que nos llevaría de regreso a Hogwarts. Salí de la tienda con una enorme bolsa en las manos, sintiendo ese ligero cosquilleo en la nariz y en el estómago, al percibir el suave y dulce aroma del chocolate, de manera como si estuviera frente a esa maravillosa fábrica de chocolate, en el cuento infantil “Charlie y la fábrica de chocolate”. Miré hacia ambos lados, asegurándome de que a Carlisle no se le ocurriera traer a Sybilla al salón de té de Madame Tudipié. Moví la cabeza de un lado hacia otro con la única intención de dejar de lado mis pensamientos; no entendía por qué… pero el rostro de Maggie me vino súbitamente a la mente al pensar en ese salón. ¿La razón? siempre que solíamos venir a Hogsmeade los fines de semana, solíamos ir a ese lugar, especialmente en San Valentín, aunque solo fue un San Valentín, para ser exactos. Reí entre dientes, dejando el tema del lado, antes de adentrarme en el bar. El ambiente en el lugar era… bastante ameno y agradable, para ser franco; miré a mí alrededor en busca de mis amigos, cuando de pronto la voz de una persona que no dudé en reconocer, hizo que me volviera instantáneamente. ¡Tibby! la saludé sorpresivamente con una sonrisa alegre en mi rostro, correspondiendo su abrazo con la misma intensidad. Vaya… te ves… increíble… señalé de manera sincera, en el instante que nos separamos; Tibby era demasiado efusiva en ese aspecto, pero a pesar de que tenía cinco años de conocerla, sus abrazos de una u otra forma siempre me reconfortaban. ¿El cabello? ¡Oh, sí! empecé a decir ligeramente distraído, debido a que su pregunta me había tomado desprevenido. ¿Qué cambio, no? cuestioné, no del todo convencido. A mi madre no terminó por convencerle la tendencia “hippie” que estaba adoptando, como te habrás dado cuenta, al final termino por hacerse con mano firme sobre mi cabello, alegando que no debería ocultar mi rostro y bla, bla, bla… apunté con un dejo de decepción en mi voz, haciendo un amago con los dedos de la mano, de manera como si formara un pato (?) con ellos, para posteriormente alzarme de hombros. Pero, en fin… ¿cuéntame como has estado? pregunté amablemente con una sonrisa de lado.
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