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Mensaje  ιzzy нale Mar Oct 02, 2012 11:22 pm




Isobel Wright
as: Isobel Anne Wright Collins
● 17 años # Estudiante de Instituto # Periódico Escolar » Empleada en el "Péndulo"
[ Está con Raphael Lewis ;; Casa Wright ]

Desilusionada, era la palabra que mejor describía la manera en que me sentía. De haber sabido que Andrew Townsend se encontraba dando clases en la isla, probablemente me habría replanteado la idea de abandonar Oxford, ante su indiferencia. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos que, absurdamente, soñaba con la idea de que cuando volviéramos a vernos… todo sería como antes: que Andrew me sonreiría de esa manera tan dulcemente encantadora - y tan propia de él - y me estrecharía fuertemente entre sus brazos. No había un solo día en el que no pensara en él, el anhelo de volver a verlo era tan grande que, durante una de las habituales salidas en el internado, creí verlo caminando por las calles de Londres. Recuerdo haber gritado su nombre y correr detrás de él para alcanzarlo, únicamente desilusionarme y sentirme gradualmente avergonzada ante el hecho de haberlo confundido por detrás con alguien más, pero tal parece que Regina tenía razón: “Él decidió continuar con su vida, querida, y tú deberías hacer lo mismo”. Tenía la plena seguridad de que, cuando volviera a ver a Andrew encontraría la respuesta al por qué no respondió ninguna de mis cartas en todos esos años, que me daría… por lo menos una explicación al por qué de su abandono. Pero ahora lo sé… y todo indica que se ha olvidado de mí… que todo lo que vivimos siendo unos niños, ahora no eran más que simples recuerdos que fueron quedando en el olvido y que carecían de significado para él. La indiferencia de Andrew, me dejaba en claro que Regina tenía razón, él había decidido seguir adelante y… yo no tenía cabida en su nueva vida. Él ahora profesor de física en el instituto y por tanto debía ocuparse de nuevas responsabilidades, lo cual entendía a la perfección. Andrew siempre fue muy maduro y responsable en todo sentido. Pero entonces… ¿por qué me sentía tan… decepcionada? ¿Cómo si algo no estuviera bien? Quizás, por que esperaba… un reencuentro más emotivo, no lo sé… ni siquiera yo misma estoy tan segura de saber que era lo que esperaba al volverlo, luego de seis largos años. Tenía la esperanza de que cuando Andrew y yo nos volviéramos a ver tendría… cientos de cosas por decirle: empezando por confesarle cuanto lo he extrañado y la falta que me ha hecho en todos estos años, que no hubo un solo día en el que no pensara en él y en el que deseara con todas mis fuerzas correr a su lado. En el fondo, lo que más me dolía - además de su indiferencia - era que apenas y fue capaz de reconocerme. ¿Tanto había cambiado como para llegar a ese punto? Por que aún después de todo este tiempo, al verlo justo frente a mí, no pude evitar dejar llevarme por la corazonada de que era él… lo cierto es que, no sabía si se trataba de un sueño o no… pero por su mirada… la forma y el color de sus ojos… me decían que era él… que era Andrew.

No me atrevía a cuestionar la indiferencia de Andrew, pero el que estuviera precisamente aquí era… abrumador que a la vez no podía evitar sentirme… feliz por el hecho de volver a verlo. Después de todo, Andrew siempre será una de las mayores alegrías que tenía y nada podrá cambiar lo que… por dentro siempre he sentido por él. Desde ese día, Andrew y yo no habíamos vuelto a cruzar palabra… el que nos quedáramos atrapados en el pueblo a causa de la tormenta impidió que él volviera al instituto y yo pudiera volver a la universidad. Al parecer no era la única que había recibido un llamado de atención por haber estado fuera de la universidad a horas inadecuadas, pero cuando les expliqué que era voluntaria en el hospital de Konstanz y que mi turno terminaba hasta las nueve de la noche, comprendieron la situación y todo por que extrañamente Andrew intercedió por mí diciendo que no era recomendable abandonar el hospital cuando la tormenta azotaba con más intensidad que nunca. El que me hubiera salvado de la “suspensión” al pueblo durante todo el mes de Octubre, no me hacía sentir mejor. Es por esa razón que, había hablado al hospital para avisar que me ausentaría durante todo el mes. Lo sentía mucho por mis niños, pero la promesa de que iría a verlos los el próximo mes pareció reconfortarlos y se sintieron mucho más tranquilos, ya que por un momento llegaron a creer que me olvidaría de ellos, pero les hice saber que eso jamás sucedería y que esperarían ansiosamente la llegada del mes de noviembre para volver a vernos. Es increíble como en tan poco tiempo una persona es capaz de cambiar tu vida, por lo que esos pequeños ya formaban parte de ella. El día de hoy, me había saltado la hora del almuerzo para ir al instituto y pedir autorización al director Harris y su esposa, la Sra. Harris que era la consejera escolar, para colgar en el tablón de anuncios un cartel para aquellos que estuvieran interesados en inscribirse en uno de los cursos que oficiaba la universidad como parte de la planificación de actividades. La idea surgió entre los miembros del consejo de estudiantes por el hecho de que deseamos incentivar cursos únicos y poco convencionales. En Oxford, había tenido la oportunidad de inscribirme y asistir a este curso llamado: Harry Potter y la Edad de la Ilusión. Y debo decir que quedé maravillada por los temas que se abordaron durante el curso. Entre todos los miembros, habíamos logrado ponernos en contacto con las personas encargadas y habían accedido a impartir el curso en la universidad. El curso se enfocaba más a los que son amantes de la literatura, por lo que ya me podía imaginar las reacciones de Paulina y de Helena en cuanto leyeran el cartel, un hecho que me hizo sonreír mientras caminaba con varios carteles en brazos y repartía algunos volantes a los estudiantes que me encontraba en el camino. En cuanto llegué al tablón de anuncios, me dispuse a colgar uno de los carteles… en ese momento, divisé cerca de mí una silueta que no dudé en reconocer, pero que si me tomó por sorpresa al darme cuenta de quien se trataba por que inmediatamente mi corazón empezó a latir de una manera nerviosa y desmesurada. – ¡Andrew! hola… – lo saludé, con grata sorpresa, pero a la vez tratando de no dejar en evidencia lo nerviosa que me sentía por volver a verlo tras varios días. – Tú… ¿Cómo estás? – fue lo único lógico que atiné a preguntarle, en un intento por disimular la mezcla de sentimientos que no podía evitar sentir desde aquel día. – Guau, ¿harán una recaudación para los animales del refugio? – pregunté, con notorio interés y a la vez sintiendo una gran alegría al leer el cartel que estaba colgando en tablón. Mis padres, aún a raíz de sus obligaciones, nunca dejaron de luchar por la conservación y recuperación del mundo natural. Ambos eran activistas ambientales y, al igual que ellos, me dedicaba apoyar incondicionalmente a Greenpeace, del cual era activista. A pesar de que Regina siempre ha estado en contra de ello, yo estaba decidida a continuar con la labor de mis padres. – Si en algo te puedo ayudar, no dudes en decirme, por favor… – le pedí, sinceramente esbozando una sonrisa. Quizás, la distancia había fracturado la amistad que alguna vez nos unió y… lo que realmente temía es que el daño fuera irremediable. ¿En verdad se había olvidado de mí?
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Mensaje  ιzzy нale Sáb Nov 10, 2012 3:56 am




Isobel Wright
as: Isobel Anne Wright Collins
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Empiezo a creer que Giselle disfruta sacarme canas verdes de los corajes y los dolores de cabeza que me hace pasar constantemente. No entiendo como es que papá logra ser tan paciente y comprensivo con su “princesa”, yo por más que trato de entender a mi hermana… simplemente no logro comprender el por qué disfruta llevarme la contra. De verdad, ¿le es tan complicado entender las razones por las que no tolero verla cerca de Edward? ¿Qué si me comporto de esa manera es por que solo trato de protegerla y por que no quiero que salga herida? Que fuera un ogro con ella, no quiere decir que no me importe y que no la quiera… la adoro tanto como a mamá y la pequeña Sophie... pero a veces su actitud me hace pensar que no tiene la suficiente madurez como para tomar decisiones por su propia cuenta o simplemente se cierra y no atiende razón de nadie y no hay poder humano que la haga cambiar de opinión. Edward y yo alguna vez fuimos amigos, pero al darme cuenta de que, estaba interesado en mi hermana… la situación fue el fin de nuestra amistad. Conocía a mi ex amigo como para asegurar que, era un maldito sinvergüenza que jamás tomaría enserio a Giselle y por más que trato de hacerle ver que su amado no es el “gallardo y apuesto príncipe” que llegará a despertarla con un beso de amor y a vivir felices por siempre, más se obstinaba en decirme que si hablaba de esa forma de él, era por que no lo conocía. Realmente me molestaba que mi hermana le tuviera más confianza a ese patán que a mí que soy su hermano, su familia. Si no actuaba de forma rápida, mi hermana saldría herida y ella me importaba demasiado como para verla sufrir por un idiota que no vale la pena. La verdad es que no quería llegar a esto… pero si Giselle se negaba a oír razones, no tendría más opción que recurrir a Helena para que trate de hablar con ella y la haga entrar en razón antes de que salga lastimada. Por lo menos sé que a Lena la escuchara y no podrá decir que le llené la cabeza de ideas para ponerla en contra de ese imbécil… por que Lena está consciente de que Edward no es la mejor opción para Giselle… Lo sé por que hasta hemos hablado del asunto y Lena era la que me recordaba constantemente que debía conservar la calma y tratar de ser paciente con mi hermana… que debía cambiar mi forma de ser y no comportarme como una “bestia” o terminaría alejándola. Que no podía ir llegar a romperle la cara al que alguna vez fue mi amigo, por que la violencia no era la solución… y por qué también debía pensar en Giselle… si de en verdad era tan importante para ella, el hacerle daño la lastimaría. Y es que Lena tenía razón… por más que quisiera romperle la cara a Edward, lastimarlo implicaría herir los sentimientos de mi hermana y estoy seguro de que nunca me perdonaría…

Inhalé y exhalé profundamente, ejerciendo mayor fuerza sobre el acelerador, a medida que descendía por la colina. La velocidad siempre me ha ayudado a tranquilizarme para poder pensar con mayor claridad las cosas… y lo que más necesitaba en este momento era quitarme de encima todo este maldito frustración. Si Lena y Lizzie hubieran venido… ya podría imaginarme lo que dirían y tratarían de hacerme desacelerar para no ponerme en riesgo, pero en verdad necesitaba descargarme y desprenderme, aunque fuera por un segundo de todo mi entorno, para no volver y caer en la tentación de ir a romperle la cara ese idiota. Al llegar al pueblo, poco a poco fui soltando el acelerador, para mantener una velocidad apropiada y no excederme del límite. Si bien, mi hermana y Edward eran la razón por la que había decidido aprovechar la hora del almuerzo para bajar al pueblo, Paulina tampoco se quedaba atrás y también era un fuerte motivo por el que necesitaba alejarme un rato del instituto. Necesitaba tiempo para mí… para pensar y aclarar mi mente… estar cerca de ella no implica que deba pasar la mayor parte de mi tiempo a su lado… debía darle su espacio y no acapararla todo el tiempo, después de todo Paulina merecía estar rodeada de sus amigos, de gente que verdaderamente la quiere y no con un patán que solo está tratando de enamorarla por tratarse de una apuesta. Con todo esto, no sé quien es peor, si Edward o yo, pero el solo hecho de compararme con ese imbécil me hacía sentir miserable por mis acciones. Pasé una mano por mi rostro tratando de serenarme, y entonces divisé por el espejo retrovisor una cabellera pelirroja que llamó inmediatamente mi atención… por lo que terminé estacionándome justo enfrente de donde la vi entrar. ¿Qué hace Jessica en la tienda de disparo? Quise saber, en cuanto me bajé del Lamborghini, cerré la puerta y vi el letrero de la tienda, como cerciorándome de estar en lo correcto. Hacía más de dos semanas que no sabíamos nada de ella… y los profesores estaban empezando a preocuparse por su ausencia. Me atrevía a decir que Jessica y yo éramos buenos amigos, tratándose de una chica agradable, era frecuente que nos sentáramos juntos en las clases que teníamos juntos; por lo que no era de extrañarse que los profesores me preguntaran por ella. Por suerte, anoche recibí noticias suyas en correo que me mandó, donde me explicaba la razón de su ausencia… por lo que imprimí el correo para mostrárselo personalmente a los profesores y supieran por qué Jessica había estado ausente en las últimas semanas. Lo extraño es que no mencionó que llegaba hoy… pero imagino que habrá tenido sus motivos para no decirme. Al entrar en la tienda, recorrí con la mirada el lugar, haciéndole una seña a Luke a modo de saludo…. No era la primera vez que visitaba la tienda, puesto que a veces solía venir con mis amigos y pasar el rato. De hecho, la última vez que vine fue con Lena, Ted y Giselle, únicamente para que Lena terminara sacándonos por que las armas siempre le han dado pavor y no soportaba estar en un lugar donde había demasiadas armas; así que acabamos yéndonos a los bolos y de ahí a jugar paintball. Supuse que Jessica se encontraba adentro, por lo pagué mi sesión, diciéndole a Luke que conservara el cambio y en lo que esperaba me puse a observar con curiosidad las armas que tenía en el mostrador, cuando oí su voz y alcé la mirada para verla, sin poder evitar sonreír discretamente. – Lo mismo digo… creo que olvidaste mencionar lo mucho que te gustan estas cosas – dije tranquilamente, manteniendo a flote mi sonrisa y sin ser consciente de por qué me extrañaba verla aquí. Pero imagino que Jessica es toda una caja llena de sorpresas y me parece que eso algo ahora tengo en claro. – Bien, supongo… ¿y tú como has estado? – pregunté, a manera más personal, esperando que lo de su familia no fuera nada serio y que todo estuviera bien. – Tranquila, no te has perdido de mucho… – le comuniqué amigablemente, para que se sintiera más tranquila y no se preocupara por ello. Las clases con el profesor Burton siempre eran muy tranquilas, además de interesantes y nunca me las perdía. – Imprimí el correo que me enviaste y lo se mostré al profesor Burton, lo que lo hizo quedarse más tranquilo... – le informé, para que también no se preocupara por las faltas, puesto que hasta le había prometido al profesor Burton que la ayudaría a ponerse al corriente con las clases. – ¿Por qué no me avisaste que volverías hoy? – abordé, extrañado para luego suspirar y agregar. – De no ser por que te vi entrar aquí, no habría creído que estabas de vuelta – dije sonriendo suavemente, mientras me pasaba una mano por la cabeza y explicándole el por qué me encontraba ahí. – Si me hubieras avisado, habría ido por ti al aeropuerto para que no te regresaras sola al campus… – A fin de cuentas éramos amigos, cualquier problema que tuviese sabe que puede contar conmigo.
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