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Mensaje  ιzzy нale Sáb Abr 27, 2013 10:12 pm



Regulus Black
as: Regulus Alphard Black McKinnon
● 17 años # Séptimo año # Miembro de la Casa de Gryffindor # Buscador y Capitán del Equipo de Quidditch de Gryffindor # Animago Ilegal (Perro Siberiano) » Sangre Mestiza
[ Está con Marlene Black ;; En la Sala Común de Gryffindor ]

Confieso que en el fondo deseaba convencerme de que lo sucedió anoche fue solo un sueño y que todo fue producto de mi maldita mente que se empeñaba en montarme jugarretas para complicarme la jodida existencia. Como si los cargos de conciencia no fueran suficientes; pero no. Quisiera poder decir que la discusión que tuvimos Lily y yo no llegó hasta esos extremos, ¿pero a quien engaño? Todo lo que dijimos anoche fue verdad, y lo peor de todo es que fue real, no se trató de ningún maldito sueño, volver a sentir sus labios fue la cosa más real que pudo haberme pasado. ¿Qué es lo que me estaba sucediendo? Nunca antes me había sentido de la forma en que me he venido sintiendo desde hace varios días, pero lo de anoche fue… crítico y me detestaba por ello por que nada de esto era normal. ¿Cómo es posible que pueda dejar de pensar en lo que pasó la noche anterior en aquel pequeño salón del séptimo piso? Solo me bastaba con cerrar los ojos para imaginarme aquella larga cabellera pelirroja agitándose ligeramente con el viento y esa sonrisa que esa capaz de contagiarte con su singular alegría. ¿Será que es verdad y estoy a punto de volverme loco? Perder la razón tendría sentido y lógica, pero ¿qué se yo de eso? Dudo mucho que la locura sea hereditaria y… ¡Que diablos! Ya ni sé que carajo estoy pensando… Todo estaba mal… y no había razón para que las cosas siguieran este curso, debe a ver una solución por que esto no puede seguir así. El problema es que la solución no remediaba la situación. Es decir, conocía a Lily, bueno… en realidad ya no sé si conocer sea la palabra más adecuada, tenia mis dudas, pero si de algo estaba convencido es que por ningún motivo no renunciará a su puesto de cazadora en el equipo, lugar que se ha ganado a pulso, y destituirla sin una buena razón seria abusar del poder que tengo como Capitán. De hacerlo… la primera en saltarme encima para asesinarme seria Marlene, después vendría Andrómeda, y al rato tendría a todo el mundo gritoneándome hasta que se quedaran afónicos. Es evidente que de ahora en adelante tendría que mantenerme alejado de Lily… le prometí que lo haría y estaba dispuesto a cumplir con lo dicho; no hablaría con ella a menos que fuese para informarle de los entrenamientos y las reuniones con el equipo para discutir las tácticas y planear nuestras jugadas. De ahí en fuera, no tendría que hablar con ella, a menos que fuera estrictamente necesario…

Vaya maldito lío en el que me fui a meter… ¿Qué puede ser peor que traicionar la confianza de las personas que te rodean? Francamente… no sé que pueda ser peor, y lo que menos quería era averiguarlo. Necesitaba urgentemente el ‘sabio’ consejo de alguien que fuera capaz de orientarme y me ayudara a entender que era lo que me estaba ocurriendo, y la única persona capaz de lograr semejante hazaña era nada menos que Ted. En otras circunstancias, no habría dudo en recurrir a James – a quien por cierto tuve mentirle sobre lo ocurrido la noche anterior diciéndole que Lily y yo tuvimos que escondernos en aquel pequeño salón para no ser atrapados por la vieja Sra. Norris. En conclusión, toda una estupidez que hasta cierto punto era verdad… ¿Quién diría que ‘parte’ de la verdad te puede ayudar a salir de los embrollos? – en fin, el punto es que… en esta ocasión tendría que valérmelas para salir de esto... y mi primo era el único capaz de ayudarme. Esta mañana había escrito a Ted contándole lo que ocurría; no sin antes aclarando que todos estábamos bien, que no había motivo para que se alterara, y que ni James ni yo estábamos metidos en serios problemas. Le expliqué que la razón de mi carta era por que necesitaba hablar con él de algo importante; la verdad es que no quería sonar extremista… pero Ted siempre ha sido como mi hermano mayor, ¿y que mejor que el sabio consejo de nuestro oso viviente favorito? Le pedí que cuando tuviera tiempo se reuniera conmigo en Hogsmeade; prácticamente ya todo estaba planeado, solo faltaba que Ted pusiera el día y la hora para llevar a cabo mi bien labrado plan; aunque eso signifique revelarle a Ted la verdad acerca de mi peludo disfraz. En cuanto el timbre sonó dando fin a la clase… James y yo fuimos de los primeros en salir del aula antes de que los pasillos se volvieran un caos. Durante el trayecto al Gran Comedor nos dedicamos a hacer chistes sobre cualquier estupidez que se nos venia a la mente; tratar de reír era la única forma que daba resultado para no pensar en Lily, pero la verdad es que mi humor no estaba en su máximo apogeo. Así que antes de cagarle la tarde a James con mi humor, fingí olvidarme del espejo comunicador en el dormitorio. Detalle que no era mentira, pues es verdad que lo había olvidado, y si a mis hermanas les daba por hacer ‘junta de consejo’ y no les respondía me armarían el drama de su vida, en especial, Marlene.

– Ey, Grumpy… ¿Qué cuentas? – saludé con una sonrisa de lado a Jack, la bola de pelos que mi hermana tenia por mascota, que al percatarse de mi presencia saltó de la butaca en la que se encontraba durmiendo y acudió a mi encuentro al final de las escaleras que daban para los dormitorios, rozando cariñosamente mi pierna. Al entrar a la Sala Común no había hecho ningún ruido, pero nada se le escapaba a esta bola de pelos y solo era cuestión de minutos para que se percatara de mi presencia. Papá tenia razón al decir que los gatos son animales muy astutos, ya que durante una tarde de verano… accidentalmente me topé con Jack mientras vagaba por ahí en mi forma animaga; admito que por un momento pensé que se asustaría y trataría de defenderse, pero en vez de eso… me miró fijamente a los ojos durante largo rato, y luego de transmitirle mis intenciones y hacerle entender que no planeaba atacarlo, comprendió que realmente era yo. – Con que la insensible de tu madre te dejo sin leche ¿eh? – fruncí la boca en un gesto de desaprobación, al tiempo que me dejaba caer en una de las butacas que estaban cerca de la ventana. Tenía la esperanza de que Arquímedes volviera pronto, pero viendo el clima…. las rachas de viento dificultarían el vuelo de Arquímedes; pero estando con Ted no tendría de que preocuparme, sé que cuidara bien de ella. – De acuerdo, de acuerdo… yo invito la leche ¿esta bien? pero no le digas a la loca de tu madre… si no luego me echara en cara el hecho de que te estoy malcriando… – giré los ojos soltando un suspiro a manera de resignación cuando esa bola de pelos saltó sobre mi regazo y se puso a ronronear cuando me puse a rascarle distraídamente detrás de las orejas. – Anda, vamos… – hice el amago de levantarme, cuando reconocí la voz de Marlene. – Parece ser que tendremos que posponer nuestra excursión a las cocinas – murmuré mirando a Jack de reojo, para después prestar mi atención a Marlene. – ¿Qué cuentas, pulga? – saludé con desgana, a decir verdad no estaba de animo para mantener conversación con nadie, pero no podía hacerle la grosería a mi hermana. A juzgar por su expresión, todo indica que ya somos dos los que no están de buen humor… – No tienes ni idea… – respondí vagamente a su pregunta sobre si había tenido un mal día para no verme en la necesidad de preguntarle por que no estaba con Andrómeda y con… Lily. Hecho que me resultaba extraño, pues esas tres eran inseparables. ¿Será que Lily les comentó algo y ahora Marlene viene a reclamarme? No… de haberlo hecho, habría entrado echa una furia. Así que no es posible. – ¿Ah si? ¿Y cual, según tú, es ese remedio perfecto? – arrugué el ceño para voltearla a ver con extraña curiosidad. Si intentaba llamar mi atención, vaya que lo había logrado… ‘Será interesante escuchar la ocurrencia del día’ – ¿Te sientes bien, Marlene? – A lo mejor había oído mal, pero esto si que es nuevo... ¿desde cuando mi hermana me pide algo así? No es que me moleste, pero si me resulta extraño… sobre todo cuando Marlene era la primera en mandarme a la mierda por que le hartaba que viviéramos bajo el mismo techo, y alegaba que necesitaba espacio. No hay duda de que mi hermana era monada… – Ya, ya… esta bien…. no empieces ¿quieres? Por que para tu información me estoy portando bien... En fin… supongo que no tengo alternativa – dije tras un profundo suspiro, que bien podría interpretarse como un ‘de acuerdo, ya que remedio’ Si le digo que no, sé muy bien que no va a descansar y seguirá insistiendo hasta que le de el ‘si’. Y es que Marlene era como tener un grano en el culo… molesto y fastidioso, pero que va… es mi hermana y la adoro, por más dolores de cabeza que me cause. Por Phoebe y Marlene era capaz de dar mi vida… por que mientras viva no dejaré que nada ni nadie les haga daño. Primero muerto antes que dejar que algún imbécil les haga daño. – Bueno… eso depende… me refiero a lo de que seas un ‘encanto’ ¿sabes? pues para mi siempre serás una pulga adorable – bromeé sutilmente, con una sonrisilla no del todo convincente, para alivianar un poco la tensión. No sé que tendrá tan molesta y desanimada a Marlene… pero supongo podríamos intentar olvidarnos de nuestros problemas por un rato. Incluso tenía en mente un par de ideas de adonde podríamos ir. – ¿Qué propone, Capitana Black? – Sonreí de costado, al recordar que de niño solía llamar cariñosamente ‘Capitanas’ a mis hermanas cuando jugábamos a la búsqueda del tesoro perdido. Papá y el tío James se las ingeniaban para esconder el tesoro y el botín siempre fue un cofre lleno de dulces: grageas, ranas de chocolate, varitas de regaliz, pasteles de calabaza, en fin… todo lo que te puedas imaginar.
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Mensaje  ιzzy нale Mar Mayo 07, 2013 10:42 pm



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Marlene podrá ser muchas cosas, entre ellas… la pulga más molesta y fastidiosa sobre la faz de la tierra. Pero nunca una mentirosa, mentir es una de las cosas que peor se le dan, lo cual es sabido entre quienes hemos tenido el placer de crecer con ella. Estamos hablando de mi hermana, de la enana de ojos tiernos que no paraba de seguirme a todos lados cuando era apenas un arremedo de duendecillo. En efecto… solo a mí se me ocurre comparar a Marlene con un duendecillo de Cornualles, monada de metáfora, ¿no?, pero el sentimiento con el que lo digo es lo que cuenta. El lazo que nos une va mas allá de lo que cualquiera se puede imaginar… por nuestras venas corre la misma sangre y eso es algo que no se puede cambiar. Sin importar cuantos corajes y dolores de cabeza pueda causarme, no quita el hecho de que es mi hermana y me preocupa; ella y Phoebe eran dos de las cosas más preciadas que existen en mi vida…

Francamente, no sé que pueda ser peor… fingir y dar la impresión de una cosa, generalmente siempre viene siendo lo mismo, no hay nada que haga diferente a una palabra de otra. Y si lo que Marlene quería era que pasara por alto el hecho de que algo le sucede… tendría que buscar la forma de sonar más convincente con lo que dice. Aquel “estoy perfectamente bien” no me engañaba en lo mas mínimo, no necesariamente por la forma en que lo dijo… si no lo por su mirada. Por extraño que parezca, esta era la primera vez que Marlene no hacia una de sus entradas triunfales; sus ojos oscuros tenían un brillo, una chispa que la definía… es por ese destello en su mirada que te das cuentas que las cosas no andan del todo bien… – ¿Y eso porqué? No me iras a decir que los nervios del primer día fueron la razón por la que no pudiste dormir, ¿o si? – cuestioné con una sonrisa de costado, justo cuando me recostaba cómodamente en el sofá que estaba ubicado frente a la chimenea. Jack, pegado a mis talones, dio un pequeño salto para treparse al sofá y rozando mi mano con su peluda cabeza, me persuadió para que le rascara detrás de las orejas y al hacerlo, se pusiera a ronronear. Conocía muy bien a Marlene, y aún si su vida dependiera del problema que trae encima, no me lo dirá, por orgullo. Mi hermana y yo teníamos el mismo defecto, éramos tan orgullosos que difícilmente podríamos dejarlo de lado para hablar de lo que nos pasa. Probablemente Andrómeda sepa que es lo que le pasa a Marlene y me lo diga. – Es una suerte que no te deje dormir en clase, ¿si no que vas aprender, pulga?; aunque no te culparía si lo hicieras durante las clases de Historia – reconocí, con un dejo de diversión, para tampoco dejarme en evidencia. Es cierto que no estaba de muy buen humor, pero al igual que ella debía de hacer un esfuerzo. De todas las asignaturas, Historia de la Magia y Adivinación, eran las menos interesantes. Pero no por ello menos importantes. Aún recuerdo lo mal que nos fue a James y a mi en tercer año durante la clase de Adivinación. No logramos ver nada a través de la torpe bola de cristal.

Me eché a reír, no con mucha discreción, cuando caí en la cuenta de lo que pretendía Marlene con esas palabras, por lo que no pude evitar negar de un lado a otro. ¿Qué seria de nosotros sin Marlene? Definitivamente la vida nos estaría privando de grandes momentos. El que mi hermana fuera tan celosa, me ha acarreado uno que otro problemilla con ex novias. Pero no vale la pena hablar de ello. – Vamos, Marlene… ambos sabemos que fue mas que un inocente comentario y no lo niegues – repuse calmadamente con una media sonrisa, en la que quedaba implícita la frase: ‘ni intentes cambiar lo que dijiste, por que nada de lo que digas me hará pensar lo contrario’. Ninguna de las chicas con las que he llegado a liarme, han sido capaces de ganarse la simpatía y la aprobación de mis hermanas. Phoebe era mas discreta y reservada en cuanto a sus opiniones, en cambio, Marlene, no se acallaba ante nada y no tenia reparo en criticar a mis ex novias con comentarios traumáticos para ellas; hubo una vez en la que Rita, una chica de mi curso, se largo a llorar cuando Marlene comparo su figura con la de una calabaza, lo cual admito que fue gracioso, pero un tanto ofensivo. Pero lo cierto es que, si hablamos de celos deberían darme el premio por mantener a raya a los ingenuos y estúpidos que sueñan con estar cerca de mis hermanas. Aquellos que se atrevan a mirarlas acabaran de cabeza y colgados de los calzones, o embrujados, así de simple. Ladeé suavemente la cabeza, para observar a Marlene desde mi cómoda posición, con las piernas extendidas ocupando todo el sofá, y manteniendo a flote la sonrisa en mi rostro. Jack había terminado por acurrucarse en mi pecho como una bola y ronroneaba. – Entonces, ¿eso quiere decir que las botellas de Skele-gro que tienes escondidas bajo tu cama han dado resultados? Pues no se nota – bromeé inocentemente al recordar lo que paso hace algunos años. Cuando supe que Marlene planeaba beberse toda una botella de Skele-gro, no hubo quien no se riera de la puntada de la pequeña Marlene. Estoy casi seguro que pagare un precio por recordarle el chiste de la botella de Skele-gro, pero si eso anima a Marlene y si de algo sirve desquitarse conmigo a almohadazos. ¿Qué remedio? Tendré que aguantarme. – Ya sabes lo que dicen: persevera y alcanzaras – cité, sabiamente, con una expresión alivianada. – No pierdas las esperanzas, chaparra. Se vale soñar. –[/color][/b] le decía ‘chaparra’ con todo el cariño. Papá y yo teníamos la misma estatura, y por lo que me han dicho el tío James y el tío Remus, de entre ellos, Papá siempre fue el alto. Sin contar que las fotografías de ellos cuando eran jóvenes no mienten.

– Reconócelo, tú lo que quieres es verme panzón para que pierda mi atractiva y escultural figura, ¿no es verdad? – Entorné la mirada con una suspicacia, nada seria. Cualquiera diría que debía comer balanceadamente para mantenerme en forma, pero normalmente después de los entrenamientos era cuando James y yo íbamos a las cocinas y devorábamos todo lo que los amables nos servían. Y que decir que en las cenas familiares, repetíamos los platillos hasta dos, tres veces, comíamos como bestias, pero el quidditch nos mantenía en forma. – En fin, tienes razón. No hay nada mejor que un gran pastel de chocolate para alegrar el día y para las caras largas… – dije dándole la razón a sus palabras y a la costumbre del tío Remus; solté una pequeña risa, cuando dijo aquello de ‘panza llena corazón contento’. – No veo por que no, mientras unamos fuerzas, podremos convencerla para que no adelante los deberes – Phoebe tenía un dicho: ‘No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy’, pero aquella frase siempre me ha parecido una exageración. ¿Qué más da un día más o un día menos? – Es la hija de Marlene McKinnon, ¿Qué esperabas? – comenté con una sonrisa, dignamente orgullosa de ese hecho. Estiré ambos brazos, con la vaga intención de desperezarme, para después tronarme los nudillos con la mayor naturalidad. Una parte de mi, estaba tentada en preguntarle a Marlene donde se encontraba Lily, pero no lo haría… tenia que buscar la forma de olvidarme de esa pelirroja o terminaría por ir y darme de topes contra la pared. – ¿Traes tu espejo comunicador para contactarla? Si lo hago yo, no me va a responder… por eso es mejor que lo intentes tú – repuse con una disimulada despreocupación, para no reflejar extrañeza y preocupación por lo que sea que le este pasando a Marlene. No era normal que se comportara de esa forma, y su actitud me daba a entender que lo que le sucedía le había calado de alguna forma. Pero, ¿Qué pudo ser? – ¿Quién eres y que has hecho con Marlene Black? – abrí los ojos de par en par, con ligera y bromista extrañeza, al oír sus palabras. ¿Desde cuando mi hermana estaba preocupada por pasar tiempo conmigo? Hasta para mi, eso era extraño… Pero supongo que debe haber una razón, y de verdad quiero creer que lo que decía era enserio y no se trataba de ninguna broma, aunque me cueste tomarlo enserio. – Da igual, no tienes que responder a eso… solo bromeaba – aclaré por si acaso, al darme cuenta de la expresión que ponía, y sonreírle sin pena ni preocupación. – Solo te pido que no sigas, o me harás llorar… – simulé limpiarme un par de lágrimas, para después reír un poco. Andrómeda y Rose decían que James y yo éramos unos insensibles sin remedio, y no hay razón para negarlo, por que lo éramos. Admito que voy a echar de menos este lugar… pero ¿para que precipitarnos con las despedidas? ¿y los paseos por la nostalgia? Aun nos queda un largo año por delante, y aunque no lo había iniciado de la mejor manera, todavía estaba a tiempo de enmendar eso con James. Sonreí internamente ante aquel pensamiento. – Por cierto, ¿tienes idea de quienes impartirán las tutorías este año? – pregunté con interés. Nunca he necesitado de tutorías para alguna asignatura, ni tampoco tenía problemas a la hora de aplicarme y estudiar; otro detalle que se sumaba a la lista de similitudes entre Papá y yo. Mi lista de tutores incluía a: Phoebe, Andrómeda, Rose, Tyrell, Albus y Snape. Quizás si James y yo fuéramos más… ‘serios’ nos considerarían, pero nosotros siempre hemos dicho que nuestros logros van más allá del nivel académico. Si le preguntaba esto a Marlene, era por que esperaba que Phoebe no estuviera este año entre la lista de tutores, por que de ser así… seguramente a esta hora estaría dando su primera tutoría a solo Dios sabe quien.
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Mensaje  ιzzy нale Jue Mayo 09, 2013 11:40 pm

Marlene Black
Marlene Andromeda Black McKinnon
15 años Gryffindor, Quinto Cazadora Sangre Mestiza
Esta Con: Regulus Black en la sala común de Gryffindor
El fingir que todo marchaba bien había sido una mala idea aveces pensaba que todo seria mucho mas fácil si fuese una persona menos orgullosa si fuese alguien a quien no le importaba pasar vergüenzas o admitir las cosas porque de esa forma mis problemas no serian tan pesados pero era hija de Sirius Black y el orgullo simplemente estaba en mis genes es decir Phoebe también tenia orgullo tal vez no era tan obstinada como lo éramos Regulus y yo pero mi hermana también poda ser orgullosa simplemente corría en nuestra sangre el ser de esa manera. Por lo tanto el mostrarme vulnerable no era una opción porque yo era una persona fuerte y autosuficiente no necesitaba que mi hermano mayor me rescatara yo no necesitaba ayuda de nadie y tal vez eso seria mi perdición. Pero era tarde para cambiar incluso batallaba en contarle las cosas a Lily y Andromeda y ellas eran mis mejores amigas, pasaba mas tiempo con ellas que con cualquier otra persona pero siempre tenían que hacer el intento una o cuatro veces.

Porque mi filosofía era sencilla el de solo hablar del problema cuando no encontraba solución porque si podía resolverlo yo misma para preocupar a los demás? Simplemente era absurdo el preocupar por cosas estúpidas pero una parte de mi sabia que lo que paso con Dorian no había sido una estupidez o por lo menos mi cabeza se empeñaba en darle importancia y no entendía porque. "Nervios yo?" le pregunte mientras alzaba una ceja visiblemente sorprendida. "Si no tuve nervios la primera vez que audicione para el equipo de Quidditch, que te hace pensar que estaría nerviosa por el comienzo de clases?" le pregunte incrédulamente era cierto la primera vez que audicione para estar en el equipo estaba tan tranquila que cualquiera pensaría que yo no quería el puesto pero no era eso simplemente era que confiaba en mi habilidad en el Quidditch después de todo crecí jugando con Ginny y no cabe mencionar que mi viejo padre también tuvo su momento cuando estudio en Hogwarts. Osea lo mimo era talento natural y a pesar de ser excelente jugadora no me veía como profesional en si mi interés estaba en los dragones y criaturas mágicas era la materia que mejor se me daba y la única en la que ponía atención.

Yo tenia la costumbre de querer llevarme todo animal que encontraba a la casa y si fuese por mi tuviese un zoológico incluso hubo un tiempo en el que no podía salir a la calle porque al ver a perros si hogares o algún gato vagando por ahí me deprimía enormemente y durante el verano pasaba gran parte dejando comida en distintos lugares para que aquellos animales tuviesen por lo menos algo que comer. "Oye tu bola de pelos" claramente estaba hablando con Jack. "Que es eso de no sentarte con tu madre?" le pregunte mientras yo tomaba asiento frente a mi hermano y sin poder evitarlo sonreí porque Jack estaba completamente contento a lo que simplemente me estire y le toque la nariz con la punta de un dedo y este uso su patita para quitar mi mano de su nariz. "Estas malcriando a mi gato" le dije a Regulus mientras negaba con la cabeza "Ahora solo me falta que te vaya a buscar por las noches si es que no lo hace ya" le conteste mientras me rascaba la mejilla de forma distraída realmente no me sorprendía que Jack buscase a Regulus lo había echo desde que lo traje a casa.

"Si claro, el que no me deje dormir va ocasionar mi muerte alguno de estos días" le conteste dramáticamente "Ademas estoy segura que la mayoría de los profesores prefieren que este dormida" Y eso era cierto yo ocasionaba muchos problemas cuando estaba despierta y en clase normalmente era como esas muñecas de trapo a las que les dabas cuerda porque me entraban unas energías gigantes aunque sospechaba que era mi inhabilidad de mantenerme quieta por mas de cinco segundos. Al verlo reír no pude evitar reír yo también para después encogerme de hombros. "El que te cele quiere decir que me importas" le conteste de forma natural "Por lo tanto debes sentirte alagado porque no celo a muchas personas" Y eso era cierto a pesar de ser celosa normalmente celaba a personas de suma importancia para mi como lo eran el o Beebs, o papa, mis tíos, incluso Lily, James, y Andromeda pero cuando se trataba de algún chico esas cosas simplemente se me resbalaban aunque sospechaba que era porque jamas me había enamorado enserio. Y claramente estaba el echo de que todas sus ex-novias eran unas perdedoras que no se merecían tener su atención aun me acordaba de Rita la calabaza es que enserio tenia unas caderas dignas de ser la parte de arriba de la calabaza y porque no decirlo sonreía como las calabazas de Halloween es por eso que le había puesto aquel apodo. Que iba saber yo que la muy ridícula iba soltarse a llorar? "Para tu información ya estoy enterada que el Skele-gro no es para crecer" le conteste mientras chasqueaba la lengua. Fue una sola vez porque nadie se olvidaba de eso? Todos cometíamos tonterías cuando éramos pequeños no?

"Y Anda burlate pero algún día voy a estar tan gigante que voy a poder levantarte de la solapa de la túnica" le conteste de forma burlona mientras reía un poco después me cobraría eso aunque bueno tenia que admitir que la historia era graciosa y una vez mas comprobaba que mi familia tenia demasiada suerte por tenerme dentro de ella. "Escultural figura? Si mira ya te cuelga la panza" y ahí me estaba cobrando la referencia del chiste. "Creo que el espejo en tu dormitorio esta hechizado" le dije fingiendo con preocupación para después soltarme a reír porque claramente era una mentira mi hermano no estaba gordo claramente era por el Quidditch porque tanto el como James comían como cerdos cada que les ponías algo de frente. Y aveces me era impresionante verlos comer porque enserio donde cabe tanta comida? Alguna que otra vez me olvidaba de comer por estarlos observando y incluso le comente a mama que me gustaría hacer un estudio sobre eso algún día. Estudiar los grandes estómagos de Regulus Black y James Potter seria toda una aventura. "Siempre llevo mi espejo" le dije mientras metía una mano dentro de mi túnica, papa nos había regalado aquellos espejos cuando Regulus empezó su primer curso en Hogwarts y yo había intentando colarme en su maleta porque de pequeña era mas propensa a demostrar cuanto es que quería a mi hermano cosa que cambio drásticamente con el tiempo pero en fin eso era normal no? "No quiero que se repita lo que paso durante mi primer curso cuando lo deje en la habitación y tu casi quemas el colegio" No podía negar que aveces quería aventar el espejo contra una pared porque era una forma mas de vigilancia por parte de mi hermano pero tampoco podía negar que eran de mucha ayuda ya que Beebs era Ravenclaw y muchas veces podía hablar con ella desde ahí.

Ademas de que realmente me seria útil en algún apuro porque mis hermanos siempre serian los primeros a los que buscaría si estuviese en problemas. Suspire un poco cuando pregunto que que había echo con Marlene Black y suponía que tenia mucha razón no me estaba comportando como la Marlene de siempre y eso era algo que tenia que arreglar de inmediato porque si no iba terminar por alertar a todo el colegio que algo me pasaba. "Eres un cabeza grande" le conteste mientras entrecerraba los ojos un poco. "No te puedo decir algo bonito porque ya piensas que eres el rey del universo" le conteste en un intento de parecerme mucho mas a mi misma. Aunque normalmente se lo hubiese dicho de tal manera que terminaríamos discutiendo pero eso era lo ultimo que quería ahora. Me quede pensando en su pregunta y suspire un poco "Pues se que Andromeda va a dar tutoría y para que negarlo Phoebe esta en la lista del Profesor Longbottom, ósea es Phoebe ella es brillante" le dije con bastante orgullo. "Y claramente estarán Rose y Al y el idiota de Snape" le dije mientras giraba los ojos para después suspirar. "Tal vez Beebs este ocupada con algún estudiante?" le pregunte mientras ladeaba la cabeza. "Pero hablando de Snape tu no crees todo lo que dice de mi cierto?" la pregunta salió por si sola realmente no fue algo que pude evitar pero negué con la cabeza "No contestes eso, prefiero ir por el pastel" Por favor que ignore la pregunta realmente tenia que aprender a controlar mi boca porque esas cosas simplemente no se dicen y mucho menos hacia ese tipo de preguntas jamas me había importado lo que la gente pensara de mi o por lo menos lo que el pensara de mi y mucho menos era de hacer notar que estaba molesta por algo pero es que realmente me estaba comiendo la cabeza y simplemente no pude evitarlo.
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Mensaje  ιzzy нale Sáb Mayo 25, 2013 3:21 am



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[ Está con Marlene Black ;; En la Sala Común de Gryffindor ]

– Si, lo sé, yo estuve ahí, y recuerdo perfectamente cada detalle de tu audición. – reconocí con una nota de orgullo bastante notoria. Eché ligeramente la cabeza hacia atrás, buscando acomodo en uno de los cojines, y flexionando los brazos en forma de ‘v’ para colocarlos justo en la nuca al momento de recostarme. La brillante actuación de Marlene durante las pruebas infló mi pecho de orgullo ese día, no esperaba menos de mi hermana para ser honesto, y estaba plenamente confiado en que lo lograría. Y que decir de Lily… su magnifica actuación dejo a todos pasmados y con la boca abierta al imponer su propio récord personal, superando y rompiendo el anterior récord establecido. Su talento era nato, no había duda… pero eso no es una sorpresa ni mucho menos una revelación. Mi padre frecuentemente decía que Lily era muy parecida al tío James en diversas formas, como por ejemplo: en su forma de ser, en su carisma. Y es que la simpatía de Lily es única… Sonreí ligeramente ante aquel pensamiento que inmediatamente traté de borrar de mi mente cuando súbitamente el cálido rostro de Lily ‘amenazó’ con ocupar mis pensamientos como recuerdo de lo que pasó y que trato de olvidar. – Dímelo tú entonces, aparte no tendría nada de malo que los sintieras, podría considerarse como algo normal. Siempre hay una primera vez para todo. – respondí sin la menor preocupación, por que hasta cierto punto es cierto. Todos alguna vez hemos experimentado ‘nervios’, aunque cueste reconocerlo. Aun recuerdo la primera vez que me sentí de esa forma, y fue nada menos que durante la ceremonia de selección. Mi padre fue el primer Black (varón) en romper con la tradición al ser seleccionado en Gryffindor, lo que le valió ser considerado la ‘oveja negra’ y la ‘deshonra familiar’ por ir en contra de los prejuicios y toda esa sarta de estupideces acerca de la pureza de la sangre. Todos los miembros de la familia Black pertenecieron a Slytherin y la tradición se remontaba desde tiempos inmemorables. Pero mi padre y la tía Andrómeda fueron la excepción; y aunque me sentía completamente seguro de que seguiría el mismo camino que mi viejo, no pude evitar preguntarme, en aquel entonces, que sucedería si me mandaban a Slytherin. – Si no quieres no me digas, te aseguro que no te sonsacaré para que me reveles el motivo por el que te desvelaste. – Y dudo mucho que Andrómeda me lo diga. Nada me quitaría la espina de que algo estaba mal, la conocía perfectamente como para darme cuenta de ello, ya que mi hermana no era así. – Dirás que no es de mi incumbencia, que soy un entrometido y blá blá blá, pero tienes que descansar, ¿de acuerdo? – determiné, mirándole con cuidado, cayendo en la cuenta de que unas pronunciadas ojeras se vislumbraban justo debajo de sus ojos, en verdad parecía cansada y me preocupaba. – Al menos prométeme que por hoy que te iras a dormir temprano, ¿lo harás? – pedí sutilmente, mirándole directamente a los ojos. Y ese era yo tratando preocupándome por el bienestar de mis hermanas. Podré tener fama de insensible, y no lo niego, pero tratándose de mis hermanas las cosas cambian radicalmente. Eran mi responsabilidad y debía cuidar de ellas.

– Obvio, ¿Qué esperabas? Soy su tío – repuse sin cambiar el tono que demostraba lo complacido y divertido que me sentía por ese hecho, al tiempo que acariciaba con cariño la peluda cabeza de Jack, que tras las ‘reprimendas’ de Marlene, volvió a acurrucarse en mi pecho, ocultando la cabeza entre sus patitas, lo cual me hizo reír un poco, por que esperaba que saltara al regazo de su madre. – No creo que lleguemos a esos extremos. Su lugar esta contigo y dudo mucho que se separe de ti para irse conmigo – contesté tranquilamente con una vaga sonrisa, al hecho de que solo faltaba que ahora Jack me buscara por las noches y se colará en el dormitorio. Me costo mucho trabajo entenderme con Jack, pero al cabo de un tiempo, encontré la forma de comunicarme con él. Desde un principio supo que no era un perro común y corriente, y a pesar de su desconfianza, parece ser que hubo ‘algo’ que me delato, quizás fue la mirada, o el hecho de que no tenia ninguna intención de corretearlo. Jack era quien pasaba la mayor parte del tiempo con mi hermana, por lo tanto, era su guardián, su protector, y si alguien la amenazaba lo sabría, de una u otra forma. Pero eso era un secreto entre nosotros y nadie tenia por que saberlo. Reí suavemente al oír su dramático comentario de que un día de estos, Andrómeda ocasionaría su muerte por no dejarla dormir. Tratándose de dramas, Marlene era toda una ‘teen drama queen’. Aunque concuerdo con el hecho de que mi hermana es terriblemente problemática, un dolor de cabeza. Es decir, de bebés son una monada y te hechizan con su ternura, pero una vez que crecen, que el cielo nos ampare por que la edad las vuelve chifladas. Lo digo por experiencia. Admito que me conmovió que admitiera la verdadera razón por la que me celaba, aunque una parte de mí siempre lo ha sabido. Leyendo entre líneas eso significaba que me quiere tanto como yo a ella, y si no fuera por que soy un jodón, burlón, que no se toma enserio las palabras llenas de sentimentalismo, ya la habría abrazado. – ¿Y quien ha dicho que no me siento halagado? – pregunté, arrugando el ceño completamente extrañado. – Al contrario, me alegra oírlo por que eso significa que me quieres tanto como yo te quiero a ti – Ya, lo dije y no me arrepiento. Ninguno de los idiotas con los que salía y perdía el tiempo la merecía, y si algún imbécil se atrevía a hacerles daño, se las vería conmigo.

– Si, puede que des el estirón, ¿quién sabe? todo puede suceder, pero hasta que no vea resultados, seguirás siendo mi pulga hermana – repuse burlonamente con una sonrisa de lado. A veces me excedía con mis comentarios, pero esa es la única forma que conozco para decirle que la quiero y que me importa. Arqueé sorpresivamente ambas cejas cuando se burló de mi escultural figura, diciéndome que estaba panzón y que el espejo del dormitorio debía estar hechizado. Esa era nuestra Marlene cobrándose el chiste de recordarle lo del Skele-gro. – HA HA HA… que chistosita eres. – fingí reírme, aunque después la risa me salió de forma natural. – En lugar de que admitas y reconozcas que tienes un hermano guapo y atractivo, me atacas diciéndome que estoy panzón. ¿No ves que hieres mis sentimientos, mi autoestima? – Negué suavemente, fingiendo sentirme dolido por sus palabras, para después echarme a reír por la falta de credibilidad en mis propias palabras. Si hay algo que no me falta es ego, autoestima, pero eso ya todo el mundo lo sabe. Puede que dentro de unos años me vuelva flácido, calvo y panzón, pero para eso falta mucho. – ¿Y que querías que hiciera si no te dignabas a responderme, Marles? ¿Esperabas que me quedara cómodamente sentado? – pregunté, esbozando una mueca, al recordar lo que sucedió durante su primer año. Casualmente, nadie tenía idea de donde se habían metido Marlene, Andrómeda y Lily, y obviamente James y yo entramos en pánico, al no saber donde diablos se habían metido. Por suerte, James y yo siempre llevábamos con nosotros el mapa del merodeador y gracias a el fue que pudimos dar con ellas. Sin mencionar que los chicos teníamos prohibido subir al dormitorio de las chicas, y si alguno intentaba pasarse de listo o lo olvidaba por accidente, las escaleras estaban hechizadas para convertirse en un tobogán mientras una alarma desquiciante retumba y suena en toda la sala común. Lo que es injusto, por que ellas si pueden subir a nuestros dormitorios, pero nosotras no, por lo que no podíamos ir a buscarlas a los dormitorios. Según dice la ‘Historia de Hogwarts’ los fundadores pensaban que los chicos eran menos confiables que las chicas, y es por esa razón que a ellas si se les permite subir a nuestros dormitorios.

Una vez más me eche a reír, cuando le oí decir que era un cabeza grande y que no podía decirme algo bonito por que ya me creía el rey del universo, pues eso quiere decir que estaba recobrando ‘parte’ de verdadero yo. Negué suavemente, volviendo ligeramente el rostro sobre el cojín para mirarla. – No te lo tomes tan apecho, Marles. Sabes bien que no se me dan bien esas cosas. – dije en referencia a las palabras bonitas y llenas de sentimentalismos. Yo no era Shakespeare, ni Bécquer, y mucho menos era la clase de chico que enamora a la mujer que le atrae con poesía, sonetos, y todas esas cosas que a ellas les gustan. – Pero si de algo sirve que te lo diga, si las echaré de menos… será raro no verlas todos los días. Aunque eso no significa que no podamos hablar. – le dije sinceramente, con una pequeña sonrisa para reconfortarla. Nunca le habría dicho esto, bueno… al menos no hasta el momento de la despedida. Y si, era un quejumbroso en todo el sentido de la palabra, pero a pesar de las diferencias, quiero a mis hermanas, y por ellas estaba dispuesto a todo. Fruncí ligeramente el ceño, reflexionando seriamente aquel detalle. Si… era muy probable que Phoebe estuviera ocupada impartiendo una tutoría a esta hora, pero la cuestión es… ¿a quien? – Es lo más seguro… – supuse, frunciendo los labios en una línea recta, para no dar rienda suelta a mi imaginación. ¿Y si algún imbécil intentaba pasarse de listo con Phoebe en caso de que tuviera que impartirle la tutoría a uno? ‘No, serénate y no pienses estupideces’ pensé fríamente, para no darle mucha importancia. – Habrá que ver si responde o no… – Nada perdíamos con intentarlo. Si no… ya tendríamos que ingeniárnosla para planear otra convivencia entre hermanos. – ¿Snape? ¿Qué con él? – arqueé una ceja visiblemente extrañado por el hecho de que lo mencionara, en especial Marlene, pues evidente que no lo soporta. Era sabido que formaría parte de la lista de tutores, pero no por ello debería ser tema de ‘conversación’. Snape era tipo demasiado antisocial, lo que explica por que nunca se le ha visto o conocido ninguna novia, incluso me he sentido tentado en llevarlo a un bar y embriagarlo para ver si de esa forma se le ablanda la cara de eterno amargado y se le alegra la vista con alguna chica. – ¿A qué te refieres en concreto? – me erguí un poco, para prestar atención, cerciorándome de no haber escuchado mal, al tiempo que buscaba su mirada. No sé por que, pero tenía la ligera impresión de haberme perdido detalle con respecto a Snape en algún punto de la conversación. – ¿Dijo algo malo de ti? ¿Te ofendió acaso? – Snape podrá ser un buen amigo de Albus, pero si se atrevió a ofender a mi hermana, le dejaré un recuerdo que lo hará acordarse de mí por el resto de su vida. No iba a pasar desapercibidamente aquella pregunta, si lo dijo fue por algo ¿no?
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Mensaje  ιzzy нale Lun Jun 03, 2013 10:39 pm

cambio de capitulo
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Mensaje  ιzzy нale Miér Jun 05, 2013 11:10 pm

Ted Lupin
Ted Remus Lupin Tonks
24 años Ex Hufflepuff Auror Sangre Mestiza
está con: Regulus Black, en Cabeza de Puerco.
Esta mañana había vuelto a Londres, luego de tener que salir de expedición a Rumania. Habían detectado un grupo de hijos de mortifagos que estaban ocasionando estragos en un pequeño pueblo en las afueras de la ciudad, y como al parecer eran procedentes de Inglaterra, requirieron de nuestra precisión para poder “capturarlos” y traerlos hasta aquí. El escuadrón del que formaba parte estaba destinado a la parte de inteligencia, razón por la cual nuestro propósito era investigar cuáles eran los focos grandes de concentración de ex mortifagos y descubrir sus puntos de reunión para luego capturarlos y enviarlos a Azkaban si es que tenían relación con atentados hacia nacidos muggles o muggles concretamente. Todo el espionaje nos demoró diez días, lo cual en promedio había sido bastante poco comparado a aquellas en las que nos tardábamos más de un mes, pero digamos que este grupo no se caracterizaba precisamente por ser “inteligentes”.

Era por eso que hoy tenía “día libre” en el trabajo, aunque era de las personas que bien descansaba poco tiempo y que aprovechaba para hacer lo que más podía. Mi madre decía que era “un adicto al trabajo” y en cierta forma lo era. De hecho, esa era una de las razones por la cual mi relación con Vicky no tuvo demasiado fruto, aunque no había día que no la echara de menos. Suspiré profundamente mientras pasaba una mano por mi cabello al momento que mi mente pensó en Vicky Weasley. ¿Cómo podía haberla dejado escapar? Habíamos estado juntos desde que tenía diecinueve años hasta poco después de cumplir los 22 años, muchos estaban empeñados en decir que nuestra relación era “épica”, pero si lo fuese ¿por qué nos costaba tanto estar juntos? ¿Por qué siempre tenía que pasarnos algo que nos hacía separar? No tenía sentido y era realmente frustrante en este aspecto.

Suspiré al pensar en aquellos años. Nunca había dejado de amarla realmente, yo sólo quería que ella fuese feliz y conmigo viajando todo el tiempo a misiones sin regresar en promedio de meses lo estropeaba todo… ella no tenía que esperar eternamente por mí. Mi padre siempre decía que algún día iba a darme cuenta sobre lo que realmente era importante, y si bien yo lo sabía temía dar el paso adelante por el simple rechazo que eso pudiese ocasionar. No estaba listo para que Vicky me negase, y entre la incertidumbre de saber si lo nuestro tendría o no futuro… la idea de que lo echara a perder estaba siempre en mi mente.

Por otro lado, estaba preocupado. No podía sacarme de la cabeza la idea de que esa noche sería luna llena, y que como siempre se convertiría en lobo. Sabía perfectamente que los tíos James y Sirius estarían acompañándolo en todo momento, pero a veces me gustaría poder hacer algo. Naturalmente, mi padre ya se había marchado al bosque que se encuentra entre las montañas de Lochaber, Escocia. Allí había un prado alejado de la sociedad muggle y desde hacía años iba a pasar sus transformaciones a aquel lugar para no lastimar a nadie durante aquella noche. Estaba preocupado, de igual forma que mamá lo estaba. Quizás lo mejor sería si esta noche fuese a visitarla... aunque no estaba seguro si la encontraría en casa: tal vez se fuese a visitar a las tías Marlene y Lily como siempre hacía durante estos días. Suspiré.

En fin. Debido al trabajo tuve que disculparme con Regulus y posponer la charla de “hombre-hombre” que íbamos a tener hace dos fines de semanas atrás, y le había comentado en la última lechuza que justamente ese día iba a estar en Hogsmeade comprando algunos artículos que precisaba, así que, le ofrecí que si tenía tiempo que se diese una vuelta después de clases. El lugar de encuentro era “Cabeza de puerco” un lugar familiar en el que si bien no era muy popular para la familia se había tomado costumbre de ir allí cada vez que necesitábamos un sitio tranquilo con una buena cerveza de mantequilla.

Me desaparecí de casa y al rato me encontraba en la fuete que se encontraba en el centro de Hogsmeade. Carraspeé suavemente, y me acomodé un poco la ropa, sí: era maniático del orden, lo cual era extraño viviendo con una persona como Nymphadora Tonks que estaba acostumbrada a las cosas fuera de lugar; papá, Andrómeda y yo siempre éramos los que terminábamos acomodando todo antes de volvernos loco: “No sé cómo pueden vivir en un lugar tan ordenado… todavía no termino de acostumbrarme”, decía mamá. Supongo que en ese aspecto mi hermana y yo habíamos sacado la personalidad de nuestro padre.

Me adentré a Cabeza de Puerco y me acomodé en una de las mesas que había con buena luz. Estaba básicamente vacío así que no supuso ningún problema. A los pocos minutos, la puerta volvió a abrirse. – Ey, Regulus... aquí. – lo llamé alzando la mano mientras le hacía señas. - ¿No tuviste ningún problema? – pregunté refiriéndome al hecho de salir por los pasadizos. – Perdona lo de la otra semana, buddy, pero se me complicaron las cosas. Ya lo sabrás cuando empieces con el entrenamiento. – dije guiñándole el ojo. Sabía que Regulus quería ser auror, o al menos eso era lo que me venía diciendo desde hacía mil años. – Ahora bien. ¿Una cerveza de mantequilla y mientras me cuentas que eso de lo que querías hablar? – ofrecí mientras me acomodaba en la silla. No podía negar que sentía cierta curiosidad por saber qué era lo que estaba sucediendo y lo había llevado a la necesidad de hablar conmigo.
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Mensaje  ιzzy нale Jue Jun 13, 2013 3:44 am

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Mensaje  ιzzy нale Vie Jun 14, 2013 12:46 am



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[ Está con Ted Lupin ;; En Cabeza de Puerco ]

4:01 pm. Hora de poner en marcha el plan. Si todo sale de acuerdo a lo planeado, nadie se percataría de mi ausencia por unas dos horas. Garantizado. La primera fase de mi bien labrado plan consistía en algo muy sencillo: colocar estratégicamente varias bombas fétidas en distintos puntos como parte de una inocente broma. Y que no solo me ayudarían a ganar tiempo, si no que tambien ayudarían a Ginny en caso de que surgiera una pequeña demora al volver de su excursión a Hogsmeade. Creánlo o no, tuve mis dudas sobre dejar que la pequeña Ginny se aventurara al pueblo ella sola, pero hay que reconocer que Pulgarcita tenía agallas, por lo que solo me quedó desearle buena suerte poco antes de que tomáramos caminos separados. Si le recomendé a Ginny que utilizara el pasadizo del tercer piso, fue por seguridad. De ninguna manera dejaría que utilizara el pasadizo del Sauce Boxeador, ya que de todos los que existen, podría decirse que era el más… peligroso. Y si se trata de correr riesgos… digamos que siempre soy el primero en encabezar la lista. Asumir un riesgo no significa involucrar a los demás y arrastrarlos contigo.

El único que estaba al tanto de mi plan era James, y contaba con él para cubrirme con una excusa lo suficientemente creíble en caso de que se encontrara casualmente con Pheebs, Marlene o con Andrómeda. Obviamente tuve que omitir un par de detalles a mi mejor amigo, como el hecho de que me encontraría con Ted para hablar de… cierta pelirroja que, para mi jodida suerte, solo ha sido la causa de varios desvelos y de este maldito conflicto conmigo mismo. Pero de ahí en fuera, todo es cierto, pues volvería al Colegio cargado de provisiones del sótano Honeydukes para la fiesta de esta noche. De hecho… esa es justamente la razón de la ilícita visita al pueblo.

Esta mañana, salió en la primera plana del Profeta que un escuadrón de Aurores había capturado a un grupo de ex Mortifagos en Rumania, y como consecuencia de sus actos bandalicos en contra de los nacidos muggles y de los muggles fueron enviados a Azkaban. Entre los Aurores que figuraran dentro del escuadrón al que le fue destinada la misión, estaba Ted. La última carta que recibí de Ted, hace dos semanas, fue para disculparse y para pedirme que pospusiéramos nuestra reunión para otro momento, a lo cual no me negué, pero admito que me dejó intrigado. ¿Qué pudo haber pasado? No lo sé… pero sea lo que fuera, debió ser algo serio. De otro modo, Ted no habría faltado a nuestra reunión aquel dia. Todo quedó aclarado tras la carta que recibí esta mañana de Ted y con la noticia publicada en el Profeta, me fue sencillo hilar los sucesos.      

4:13 pm. Atravesé los terrenos con la mayor discresión, encaminándome hacia el lado menos frecuentado por los estudiantes, volviendo el rostro para cerciorarme de que, en efecto, no hubiera nadie rondando por ahí, para luego ocultarme sigilosamente detrás de unos arbustos. Según me contó el tío Remus, hace algunos años, la gente solía jugar un juego que consistía en acercarse lo suficiente al tronco del Sauce para tratar de tocarlo. Aquel que llegara más lejos, esquivando las violentas ramas, naturalmente sería el ganador. Pero al final un muchacho llamado Davy Gudgeon perdió un ojo en el intento y desde entonces se les prohibió a los estudiantes acercarse al Sauce. He ahi la razón por la que nadie en su sano juicio suele frecuentar este lado de los terrenos, por temor a ser azotados por las ramas y no vivir para contarlo, lo que es una gran ventaja. Inhalé y exhalé profundamente un par de veces, concentrándome, serenándome, relajando cada músculo de mi cuerpo, sincronizando mi respiración con los acompasados latidos de mi corazón, buscando hacer contacto con mi yo interno; tras colocarme en cuclillas, cerré los ojos instintivamente, y me dejé envolver por la cálida llamarada que ardía en mi interior, una sensación que alteraba cada uno de mis sentidos, abriendo camino a mi espíritu animal. La sensación de libertad… de aventura… lentamente inundó mi mente y cada rincón de mi ser… por lo que al abrir lentamente los ojos, pude percibir no una… si no distintas sensaciones que como ser humano, difícilmente podías palpar y percibir. En lugar de dedos, ahora tenia garras, y mi cuerpo estaba cubierto de un extenso pelaje. Sentía la tierra húmeda bajo mis patas… una sensación bastante familiar a la que, empezaba a acostumbrarme y siempre que tenía oportunidad disfrutaba plenamente de ella. El corretear bajo la lluvia, era una de las cosas que más disfrutaba al transformarme en perro. Sigilosamente fui abriéndome paso entre los arbustos que me ocultaban, hasta salir completamente. Alcé la cabeza en dirección hacia el cielo… nadie podría verlo, pero una sonrisa se asomaba en las comisuras de mi hocico. El viento soplaba entre los árboles, como un suave susurro, y la llovizna, caía sobre justo mí, rociándome, con las gotas de lluvia. Todos y cada uno de mis sentidos se agudizaban de una manera que como humano era imposible. Sin pensármelo dos veces, me eché a andar precavidamente, en dirección al Sauce, rodeándolo por la parte lateral, donde olfateé el pasto, siguiendo mi propio rastro hasta unos arbustos, donde introduje la cabeza y busqué una rama larga que cogí con los dientes, para posteriormente volverme con la grácil agilidad de un can. Ubicándome a una distancia rayana en lo considerable para no perturbar aún más al agitado y violento Sauce, esquive un par de latigazos con diestra agilidad, y sostuve fuertemente la rama con los dientes para poder apretar el nudo del tronco, hincando la rama en un punto cerca de las raíces, lo que inmediatamente paró los ataques, inmovilizando al Sauce.

Atravesé el estrecho hueco que había entre las raíces, con la rama entre los dientes para no dejarla al azar, y así, ocultarla en el interior del árbol. Una vez en el interior, extendí las patas traseras y delanteras, deslizándome por una pequeña rampilla hasta tocar tierra. Solté la rama y agité la melenuda cabeza junto con el cuerpo antes de continuar con mi camino. Conocía perfectamente el camino, incluso con los ojos cerrados y al tantéo podría abrirme paso sin la necesidad de ver donde pisaba. Apreté el paso, trotando con destreza y agilidad, a medida que avanzaba por el húmedo, y largo túnel.

Al cabo de unos minutos, el camino empezó a ascender, hasta que finalmente llegué a lo que era el final del largo túnel, visualizando una tenue luz proveniente de la pequeña abertura de una puerta que se encontraba entreabierta. Al llegar, me colé agilmente entre la puerta para adentrarme en el interior de la Casa de los Gritos. La estancia estaba tan desordenada como de costumbre, el aspecto lleno de abandono, el agetro y chillido de un par de ratas ocultándose ante el crujido y sonido de mis quedos pasos al caminar sobre la madera, y el suelo cubierto por una capa de polvo. Todos los muebles estaban rotos, destrozados, en pocas palabras… y solo muy pocos conocíamos la verdadera historia detrás del mito que perduró por muchos años, ante la creencia de que aquella casa estaba embrujada, y que todavía perdura, a pesar de los años. La poca luz del exterior, se infiltraba por los huequillos de las maderas que cubrían las ventanas, pero básicamente la estancia estaba sumida en una lúgubre oscuridad. De un lado, estaban las escaleras que llevaban al segundo piso, pero no habia tiempo para inspeccionar la casa, ni para corretear ratones, aunque mi instinto canino me lo pedia. Con un grácil movimiento de mi pata trasera, volvi a entrecerrar la puerta y avancé por el vestíbulo hasta toparme de frente con la puerta, la cual abri parándome sobre mis patas traseras y con ayuda de las delanteras empujé la puerta para poder salir al exterior. La poca claridad del dia, me cegó por un momento… pero en segundos pasó como si nada. Atravesé el abandonado, húmedo, y sombrío jardín, cubierto de maleza, hasta las rejas que rodeaban la casa de los gritos, y por un hueco marcado, comencé a cavar la tierra con las patas, abriendo la abertura adecuada para poder pasar y salir de ahí. La Casa de los Gritos estaba separada por completo del pueblo, en lo alto de una desertica y desolada colina, rodeada de vegetación. Rápidamente descendí por el sendero que guiaba a la entrada de la casa; transcurridos unos minutos, me encontré justo en una de las entradas del pueblo.  

4:29 pm. Alcé la cabeza para mirar con la mayor discreción el reloj que se alzaba en lo alto de una torre, y que marcaba las 4 de la tarde con 29 minutos. “Justo a tiempo” pensé con una interna satisfacción, antes de adentrarme a buen trote por las calles del pueblo. El aroma de algunos de los establecimientos impregnaba el ambiente, proporcionándole un aroma dulcemente delicioso que le abriría el apetito a cualquiera. Muy cerca de aquí… alguien… no lo sé… quizás una señora o una viejita, estaba horneando unos deliciosos bollos. Guiándome por el olfato, y rastreando aquel delicioso aroma, llegué a lo que era humilde una casita de madera, similar a la que te retratan en los cuentos de hadas muggles, como “Caperucita Roja”. En el alfeizar de la ventana, estaba una charola de bollos, que tenían un aspecto exquisito. Jadeando ligeramente, me relamí el hocico, saboreando lo que olía, parándome diestramente en dos patas para poder observar el interior de la casa, al tiempo que movía con frenesí la cola con visible alegría. Ladré para llamar la atención de una viejita que al volverse con una charola en las manos dejó la charola sobre una larga mesa de madera, y con una enorme sonrisa, se acercó a la ventana, acariciándome la cabeza y rascándome cariñosamente detrás de las orejas. Seguido tomó uno de los bollos recién horneados, y amablemente me lo dió en la boca. Dejé brevemente el bollo en el suelo, para poder ladrar en señal de agradecimiento por su gentil amabilidad, posteriormente volví a coger el bollo con el hocico, y me eché a correr al tiempo que meneaba la cola.

Me adentré en un callejón, y sin más preámbulos, me senté sobre mis patas traseras, y acto seguido, volví a ser yo mismo, convencido de que si me vieran, se preguntarían por qué demonios estaba escondido detrás de unos botes de basura y con un bollo recién horneado en la boca. Reí entre dientes ante aquel pensamiento, al tiempo que me erguía, sacudiéndome la tierra de la chamarra que llevaba puesta, y le daba una mordida al bollo que sostenía con la boca, saboreándolo. “Delicioso… para la próxima le compraré todo el pan horneado a esa amable señora y la ayudaré generosamente fortaleciendo su negocio y de esa forma siga creciendo.” pensé esbozando una sonrisa, en lo que avanzaba hacia la entrada del callejón, y volvía el rostro en ambas direcciones, solo para asegurarme que no hubiera ningún Auror rondando las calles, para después adentrarme a Cabeza de Puerco que estaba justamente a la vuelta del callejón. El pub estaba prácticamente desierto, a excepción de dos hombres en la barra que brindaban por pura incoherencia y sin pena alguna, chocando sus botellas de whisky, entonando de su ronco pecho Odo el Héroe. Pero no fue si no una voz bastante familiar la que llamó mi atención y que me hizo sonreír abiertamente, con evidente alegría. Ahí estaba nuestro Ted, sentado en una de las mesas con la mejor luz. Me llevé lo el cacho que quedaba de bollo a la boca, para poder estrecharlo fuertemente y de forma fraternal con un somero abrazo, palmeándolo en la espalda, como una forma de saludo. – Ninguno viejo. Hasta la duda ofende. – respondí  bromistamente y sin la menor gota de preocupación, en cuanto nos separamos, y corría la silla para tomar asiento enfrente de él. Mi peludo disfraz era infalible, y solo muy pocos, entre ellos, Ted, sabia de el. – Parece ser que va muy enserio lo de la seguridad, ¿no? – pregunté arrugando el ceño con una extrañeza reflexiva, ya que cuando venía para acá, me encontré con un sujeto mal encarado que rondaba cerca de la fuente ubicada en el centro del pueblo. Los rumores corren como agua, y que decir que la publicación de hoy en el Profeta era una prueba contundente de que es verdad que ha habido ataques a muggles y nacidos muggles. Aunque tenía ciertas sospechas de que la seguridad también era una de muchas medidas de seguridad para proteger lo que sea que tengan escondido en el sexto piso. – Bah, no te preocupes, hermano, no soy rencoroso. Aparte lo entiendo. – repuse con una sonrisa de lado, y moviendo la cabeza con negativa ligereza para restarle importancia a su disculpa, como siempre con aire despreocupado que me caracterizaba. El ser Auror implica grandes sacrificios, como el estar lejos de tu familia, pues nunca sabes por cuanto tiempo estarás alejado de ellos. – No sabes cuanto te envidio, viejo. Tengo tantas ganas de comenzar con el entrenamiento para Auror, que no veo la hora. – Ese era yo tratando de contener las ansias de comenzar cuanto antes con el riguroso entrenamiento. Estaba determinado a seguir la carrera de Auror, como mis padres, en cuanto terminara los estudios, y eso es una verdad universal que Ted sabe desde hace mucho, y que salió a flote cuando mantuvimos aquella charla sobre lo que quería ser en el futuro. – Hmm, creo que nos convendría algo más fuerte, como una botella de whisky de fuego. Ya sabes como soy hermano… un asco a la hora de expresarme, y dudo que eso mejore algún día. – dije como quien no quiere la cosa, mientras me pasaba una mano por la cabeza, esbozando una mueca llena de frustración, pero a la vez buscando ver el lado positivo de ese defecto, al soltar una risa cargada de ironía.  

Antes de que a Ted se le ocurriera negarse con lo de la botella de whisky, y me recordara las palabras de Andrómeda con respecto a que el licor saca el mal del mas respetable caballero, volví la cabeza en dirección a la bellísima camarera que responde al nombre de Ruby, y le hice unas señas para llamar su atención. – ¿Qué les sirvo, guapos? – dijo la curvilínea Ruby, con una amigable sonrisa en el rostro, apoyándose coquetamente en mi hombro, lanzándonos una mirada de color esmeralda a Ted y a mí, a la espera de que ordenáramos, mientras sostenía su pequeña libreta. – Una botella de whisky, Ruby preciosa, si nos haces el favor, y una charola de canapés. – le pedí sonriendo naturalmente de manera encantadora. Ruby nos guiñó un ojo a los dos, y sin dejar de sonreír con ese aire de picardía en su mirada, se dio la vuelta agitando suavemente su cabellera azabache para volver a la barra. – Por cierto, gracias, por venir, hermano. – le dije sinceramente, volviéndome hacia él, en cuanto Ruby desapareció en la barra, lo que me proporcionó un discreto ángulo de sus curvas y de sus piernas perfectamente torneadas. No había tenido oportunidad de agradecerle por el hecho de que aceptara darse un tiempo para reunirse y hablar de todo este maldito conflicto que no me dejaba tranquilo. Pero Ted, siempre ha sido más que solo mi primo… prácticamente era como mi hermano mayor, y él era el único quizas capaz de entender la jodida forma en que me he venido sintiendo desde hace varias semanas. Pasados unos minutos, Ruby volvió con la botella de whisky, dos vasos y la charola de canapés. – Gracias, Ruby preciosa. – agradecí, galantemente con una sonrisa, cuando dejó los vasos y la botella sobre la mesa, y la ayudé sosteniendole la charola de canapés, la cual coloqué en el centro de la mesa.  – Si necesitan algo más, no duden en pedirlo. – Una vez más la bella Ruby nos guiño un ojo y se volvió coquetamente para la barra. Le sonreí abiertamente, luciendo una de mis mejores sonrisas, y negué suavemente, a la hora de dirigirme a Ted. – ¿Quién lo diría, no crees, hermano? Mujeres… no se puede vivir con ellas, pero tampoco vivir sin ellas. – Arqueé las cejas con una sutil nota de ironía inyectada en mis palabras, mientras destapaba la botella de whisky, y servía una cantidad razonable primero en su vaso y después en el mío.  
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