Diana y Henry,,*

**ιzzy нale** Lun Mayo 09, 2011 1:18 am

Diana Windsor
SAR, la Princesa: Marie Louise Diana Elizabeth Charlotte Mountbatten Windsor de Gales

16 años, Segundo año // Actividades Natación ;; Arte ;; Yoga
_¿Con quién? Henry Windsor_¿Dónde está? Hospital.
______________________________________________

_

__

_

Lentamente, fui empezando a percibirlo todo. La sensación de paz que me había invadido durante unos momentos, me fue arrebatada cuando me percaté de que todavía seguía aquí, de que todavía estaba viva. Mis intenciones nunca habían sido suicidarme, pero simplemente… se me había pasado la mano, pero cuando fui capaz de dejar de sentir, me sentí como si estuviese en una nube, sin necesidad de pensar ni de sentir dolor alguno.
Lo primero que sentí, fue el frío invadiéndome el cuerpo de pie a cabeza; una sensación que no me desagradó ya que siempre había sido partidaria de este tipo de ‘clima’ más que del cálido, y que por el contrario de lo que muchos seguramente pensarían, me agradó. Luego me concentré, y pude escuchar aquel ruido regular de lo que era una máquina, que reconocí porque hacía poco tiempo también la había tenido conectada cuando sufrí el colapso por lo de mi hermano. Ante aquel pensamiento, experimenté una nueva sensación de angustia: mi hermano… William… ¿Por qué no despertaba de una puñetera vez? ¿No veía la falta que me hacía? ¿Era egoísta de mi parte querer que estuviese conmigo, que nunca le pasara nada? No era capaz de entender porqué la vida se empeñaba con joderme, no entendía por qué ponía al limite a las personas que más quería… como si quisieran quitármelos a todos de mi lado. Primero mi madre, que ni siquiera tuve la oportunidad de hacer nada de lo que una chica hubiese querido hacer con la suya (como de hablar de chicos, ir de compras, etc). Luego mi padre, cuando decidió casarse con esa bruja que tiene de esposa (a pesar de que Laura y Thomas habían empezado a caerme relativamente bien). Hace pocos meses, mi abuela… ¿Por qué mierda mi abuela? Me preguntaba contestemente. Y ahora mi hermano… ¿Qué mierda tenía Dios con mi familia? Nunca había sido creyente, de hecho, a veces hasta me burlaba de las cosas de la Iglesia, sobre todo cuando mi abuela me hacía ir los domingos antes de la Navidad… pero si realmente existiera Dios ¿Qué clase de Dios era?
Hasta el momento que dejé a mis pensamientos de lado, no fui capaz de percibir una nueva sensación: el tacto… la presión (más bien) de una cálida mano contra la mía. Me reconfortó el hecho de sentirla, aunque tardé un momento en descubrir de quien se trataba. Respiré lentamente, llenando mis pulmones de aire; y poco a poco fui abriendo mis ojos. La luz blanca de bajo consumo, me cegó momentáneamente, y volví a cerrar mis ojos una vez más. Volví a abrirlos después de unos segundos y suspiré. Mi corazón se acojonó cuando a mi lado vi el cabello oscuro y los ojos castaños de Henry, y un nudo en mi garganta se formó en ese momento – Henry… - susurré con la voz entre cortada. Estaba perdida, un poco desorientada, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que ‘me fui hasta que volví’. Sin embargo, tampoco sabía qué decirle, por lo que me quedé una vez más en silencio, observándole fijamente durante unos segundos.

**ιzzy нale** Lun Mayo 09, 2011 1:19 am

Henry Windsor
as: Henry Charles Albert David Mountbatten Windsor de Gales
+ Universitario - Primer año (Ciencias Políticas) >> Balocesto (Capitán y Base) ;; Artes ;; Natación
[ Con Diana Windsor // Hospital ]

_

No, no, esto no esta pasando… maldita sea, no, por favor… díganme que esto es una broma… ella… ¡NO! – ¡Diana! – Abrí los ojos de golpe, cayendo en cuenta lo agitada que se encontraba mi respiración en ese momento, de la misma manera que los acelerados latidos de mi corazón; inconscientemente llevé una mano hasta mi rostro, notando algo húmedo y frío, cubriendo gran parte de mi rostro, reconociéndolo como mi propio sudor. Arqué la boca en un gesto de asco, notando un amargo y reseco sabor en la boca, provocado seguramente por la pesadilla de hace unos instantes. Respiré profundamente, pasando ambas manos por mi rostro, limpiando todo rastro de sudor, al tiempo que me erguía lentamente, apartando la mirada, de un punto in existente en la habitación, encontrándome al instante con el rostro de Diana. Deslicé mi mano por encima de las sábanas, hasta encontrarme con su mano. Giré mi rostro, sin prestar la más mínima atención a una ligera tensión en el cuello y en la espalda, limitándome únicamente a observarla en silencio. “Diana… mi Diana… mi pequeña traviesa…” Nunca sería capaz de describir con palabras el inmenso dolor y el terrible sufrimiento por el que estaba atravesando al verla en ese estado. “¿Por qué?” Era la pregunta que intentaba responder… “¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué?” Repetía mentalmente una y otra vez en mi afán por intentar comprenderla. Le había fallado… en todos los aspectos… como su amigo y como su hermano… y eso era algo que nunca sería capaz de perdonarme. Cerré los ojos, a causa de la impotencia que recorría cada parte de mi cuerpo: “Por el bien de tu hermana, sabes que es lo mejor, hijo… aunque ahora pienses que no es la decisión más prudente y acertada, con el tiempo te darás cuenta y sabrás comprender que fue lo mejor.” Las palabras de mi padre resonaron súbitamente dentro de mis pensamientos… lo que provocó que abriera lentamente los ojos, notando que con cada segundo, cada minuto, la sensación de vacio se iba incrementando… “Se iría... un hecho irremediable, de ahora en adelante su ausencia resultara como una puñalada en el corazón, mi padre tenía razón.” El único problema, era que no sabía como lo tomaría Diana… conociéndola, temía que llegara a creer que mi padre planeaba abandonarla por tiempo indefinido en una especie de psiquiátrico, cuando en realidad su única… nuestra única intención es ayudarla. Temía su reacción, pero, lo que más temía… era ganarme su rencor, temía perder su cariño, temía perderla a mi hermana. Diana era mi única razón de ser… la única persona por la que sería capaz de darlo todo, sin siquiera dudarlo, incluso sería capaz de dar mi vida con tal de protegerla. Daría lo que fuera por ser yo quien estuviera postrado en esa cama en vez de ella, pues, si algo le pasara… no sería capaz de resistirlo… seguramente acabaría desquiciado del dolor, o acabaría quitándome la vida. La vida no podía ensañarse con nosotros… no con mis hermanos. Lentamente fui acercando mi rostro, hasta rozar con los labios su frente, depositando cálido beso. – Despierta, pequeña… por favor – supliqué, con la voz quebrada y sin soltar su mano en ningún momento. El dolor y el sufrimiento reflejado en mi mirada era inevitable, pero, esta situación había sobrepasado mis fuerzas y quebrantando mis límites de fortaleza. Limpié con fuerza, las lágrimas de impotencia que comenzaron a brotar de manera inconsciente y que esta vez me fueron imposibles de contener. Su voz convertida en un débil y entrecortado susurro… solo eso basto para avivar esa súbita chispa de esperanza en mí interior, trayendo consigo una paz y una tranquilidad que por primera vez en largo tiempo, no era capaz de sentir. – Tranquila, pequeña… todo está bien… – Cuando hablé, lo hizo en un tono suave y tranquilo, intentando reconfortarla y que de alguna manera no se preocupara. Acaricié su mano, mirándole una súbita calidez. – Vas a estar bien, te lo prometo… – susurré débilmente, contra su frente, besándola con la mayor ternura y con el inmenso cariño, que era capaz de expresar. – Muy pronto… vas a estar bien, te lo aseguro… – Pronto estarás en casa… y todo va a estar bien…

Diana y Henry,,*

Diana y Henry,,*

Re: Diana y Henry,,*