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Konstanz posteos,,*

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Mensaje  ιzzy нale Jue Ene 05, 2012 1:20 am


<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #205867; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Ethan Windsor </div>
as: Ethan Jacob Windsor Stronghold
● 18 años ; Senior ; The Misfits >> Balocesto ;; Esgrima
[ Con Lú de Bélgica ;; En Genux ]


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Vamos, vamos… ¡cambia maldita sea! susurraba desesperadamente, contemplando la luz del semáforo a la espera de que cambiara la estúpida lucecita. Nunca he sido un hombre que se caracteriza por tener una infinita paciencia, si no todo lo contrario, y esta clase de situaciones en las que me veía frecuentemente involucrado no ayudaban para nada. Al diablo con las malditas señales, me dije a mí mismo… Bajé de golpe la parte delantera del casco y giré bruscamente el manillar derecho que indicaba el acelerador de la motocicleta… y sin soltar el embrague en ningún momento, empujé con mi pantorrilla izquierda la palanca de velocidades hasta meter la tercera, lo que la hizo rugir entre mis piernas como un animal agresivo. Oh, si bebé… esta noche tú y yo la pasaremos en grande, te lo prometo… dije dentro de mis pensamientos, mientras observaba con la habitual sonrisa de autosuficiencia que me caracterizaba por el espejo retrovisor de la motocicleta, como una medida de precaución para asegurarme de que ningún policía de tránsito me seguía por haberme pasado el alto calles atrás. En la vida hay que correr riesgos y el cuerpo judicial de esta ciudad en ocasiones era tan fácil de burlar que me divertía provocar a todos esos parásitos de la ley. Apreté el embrague y el freno delantero suavemente, disminuyendo poco a poco la velocidad… permitiéndome apoyar los pies en el suelo para frenar sin brusquedad. – Bien hecho, nena… – palmeé la parte lateral de la motocicleta, a modo de felicitación… flexioné los brazos para sacarme el casco… lo que me permitió tomar una gran bocanada de aire. A esta hora el maldito estacionamiento debía estar repleto… así que… – ¡Hey, Joe! Ahí te la encargo… dale a esta hermosura lo que necesita, consiéntela y lo que gaste descuéntalo de la paga de esta semana… – Vaya manera de saludar a mi jefe… pero la amistad que manteníamos era como la de dos viejos camaradas que se conocen desde siempre. El empleo de medio tiempo que me había ofrecido en el taller era realmente muy bueno… aunque el dinero era lo de menos, uno de los mayores placeres que se debe disfrutar de la vida son los autos y las motocicletas. Intercambiamos un par de chistes y una breve conversación. Al cabo de unos cinco minutos, opté por soltarme a las carcajadas, luego de que el viejo Joe dijera una idiotez que nos hizo reír a ambos. – De acuerdo, te veo más tarde, hermano… ¡Cuídate! ¡Gracias! – En un acto de reflejo le lancé las llaves, en caso de que necesitara encenderla y tras salir del taller mecánico me dispuse a caminar hacia Genux. Le había prometido a Alexa que nos encontraríamos en la discoteca hasta después de las doce… la hora ideal para hacer acto de presencia en una fiesta, siendo cuando comienza la verdadera diversión. Además… no tenía por qué preocuparme o ¿si…? Alexa estaría con Izzie y con Bárbara… lo que era un alivio. En cambio con Jules y Clarisse debía poner en práctica la mirada de halcón en caso de que algún imbécil intentara pasarse de listo… con Mary no había tanto problema… aunque eso no dejaba de lado que me preocupara por ella. Eso me hizo recordar las palabras de papá: Sé que tu hermana, Mary, tiene un carácter difícil… pero asegúrate de cuidar siempre de ella, por favor… Suspiré profundamente, con las manos hundidas en los bolsillos… Esta será una larga noche, musité para mis adentros… Me hallaba justo a una cuadra de Genux, cuando la silueta de dos personas dentro de un auto ubicado a menos de un metro de distancia llamó mi atención. Lo primero que pensé al ver a la feliz pareja fue correr la mirada… y evitar ser testigo de lo cariñosos que estaban en ese sentido. Pero, la palabra cariño no describía tal situación… la chica estaba a punto de salirse del auto cuando el tipo con el que estaba la tomó del brazo obligándola a mirarlo. De dos zancadas acorté la distancia que me separaba del vehículo… – ¡Ey! ¿Todo en orden…? – llamé su atención, curvando las manos y haciéndome pantalla con ellas en un intento de ver hacia dentro. El sujeto comenzó a maldecir y a ordenarme que me marchara. – Ven aquí… – Sin pensármelo dos veces, abrí la puerta del copiloto y le tendí la mano para hacerla salir de ahí. No te muevas… la contemplé durante una milésima fracción de segundo, articulando la petición en silencio… mientras escuchaba al sujeto como cerraba la puerta del conductor de un portazo, evidentemente encabronado por que interviniera en algo que no era de mi incumbencia. Antes de que pudiera decir algo más, sentí una mano sobre el hombro que me obligó a girarme y quedar cara a cara con aquel tipo… que empezó a provocarme con empujones… lo que agotó fácilmente con mi paciencia y me hizo tomarlo desprevenidamente de la solapa de la camisa y estamparlo de bruscamente contra la puerta del coche. De modo que nuestros rostros quedaron lo bastante cerca para darme cuenta que el sujeto estaba alcoholizado hasta las entrañas. – Mira imbécil… ella es mi novia… tómalo como una advertencia o considéralo una amenaza, pero no te quiero volver a cerca de ella… ¿entendiste? – culminé en susurro lo suficientemente audible, dejándole entrever con una mirada amenazadora que esto era enserio… antes de tirarle de la solapa y obligarlo caer de bruces contra la cera. Suspiré profundamente, pasándome una mano por el rostro con la vaga intención de suavizar mi semblante mientras observa detenidamente al sujeto trastabillar en su intento de huída, antes de volverme. Al hacerlo no pude evitar darme cuenta de su expresión… una mezcla de miedo y horror que por instinto me hizo dar un paso hacia ella. Por poco estuve a punto de pisar la chamarra que estaba en el suelo… lo que me hizo suponer que le pertenecía así que le agaché a recogerla para luego colocársela cuidadosamente sobre los hombros. ¿Novia…? Vaya eso es nuevo… resoplé con un dejo de burla hacia mis propias palabras... – ¿Te encuentras bien…? – Vaya, Ethan… tú si que tienes un tacto nato para las mujeres… Siento haber dicho lo que dije hace unos momentos… la verdad no sé de donde salió todo eso… – Un hecho que hasta a mí me sorprendía, aunque no como yo hubiera esperado. No sé por qué, pero su rostro me era vagamente familiar… Lo malo de ser un pésimo fisionomista, me recriminé mentalmente…


Última edición por ιzzy нale el Miér Ene 11, 2012 8:45 pm, editado 1 vez
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Mensaje  ιzzy нale Jue Ene 05, 2012 1:20 am


<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #205867; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Ethan Windsor </div>
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<center><div style="width: 500px; height: 253px; background-image:url(http://29.media.tumblr.com/tumblr_lspy2kceoC1qdvjpho1_500.gif); border-bottom: 8px solid #205867;"></div></center>
No era capaz de comprender en que punto mi vida se había convertido en un verdadero infierno, pero, más que un infierno, en un desierto de soledad en donde me encontraba vagando sin rumbo fijo, sin un lugar a donde ir. Las desgracias en nuestra familia tenían nombre propio: Camilla Parker, a quien siempre he considerado una desconocida que profanó el lugar de mi madre; pero el culpar a Camilla de todas y cada una de nuestras desgracias, no aliviaba el maldito dolor que me estaba consumiendo por dentro. ¿Qué sentido tenía seguir adelante, cuando las personas que más has amado te abandonan? ¿Qué sentido tenía la vida, cuando todo lo que has amado te lo arrebata sin ninguna consideración? De una forma o de otra había perdido mis únicas razones para mantenerme en pie... y ahora ya nada ni nadie tenía sentido para mí. Estaba HARTO de esta maldita situación, había momentos en los que me sentía al borde de un precipicio, en el que ganas no me faltaban de lanzarme a causa de la desesperación y el dolor que me estaba consumiendo hasta las entrañas. A veces me pregunto… ¿qué cabronadas habré echo en mi vida pasada, para venir a padecer sufrimientos y tristezas en esta mi nueva y descontrolada vida? ¿Habré sido tan hijo de puta como para tener la desdicha de renacer a una nueva vida y lavar de ese modo mis culpas? No entendía que era precisamente lo que la vida esperaba de mí… a cambio de… un miserable momento de paz… de estabilidad. Toda mi vida ha sido un maldito caos, de la misma manera que mi familia, que día con día se desmoronaba sin que ninguno de nosotros hiciera algo por evitarlo. ¿Qué más daba tener que soportar y vivir en una familia emocionalmente disfuncional, cuando todos actuábamos de distintas maneras menos como una familia? con un padre preocupado por guardar las apariencias y con Camilla queriendo interferir en nuestras vidas, como si ella tuviera algún derecho sobre nosotros. Ya nada ni nadie tenía sentido en este lugar… así que… ¿qué sentido tenía la vida cuando no tienes nada que te sostenga?, con William en el hospital, Diana en una clínica de rehabilitación, mi padre sumergido en sus obligaciones y los médicos con las típicas palabras vacías, la clásica ambigüedad: “Solo nos resta esperar un milagro”. Milagros, milagros… hablan de milagros y de tener fe cuando la ciencia muchas veces se ve aplastada y cegada por la razón. “Debe tener paciencia, hoy en día la medicina ha avanzado lo suficiente, y existen métodos falibles que ayudaran con el tiempo a la recuperación del paciente; tenga plena seguridad de que su hermano se encuentra en manos de los mejores expertos”. En lo personal yo ya no sabía en que creer, o mejor dicho en que aferrarme para lograr sobrellevar toda esta situación; poco a poco me estaba sumergiendo en un vacio sin límites, un vacio en el que estaba consiente que jamás tocaría fondo y me arrastraría sin ninguna consideración. Giré bruscamente el manillar derecho que indicaba el acelerador de la motocicleta; y sin soltar el embrague en ningún momento, empujé ligeramente con mi pantorrilla izquierda la palanca de velocidades hasta meter tercera, obligándola a dar la cuarta parte de su capacidad, lo que la hizo rugir entre mis piernas como un animal agresivo, dispuesto a atacar en cualquier momento. La adrenalina fluía por mi cuerpo, cosquilleándome las venas; tentándome a obligar a la motocicleta a explotar su máxima capacidad. ¿Qué demonios ganaba con poner mi propia vida en riesgo? Nada, pero el sentir la adrenalina recorriendo cada parte de mi cuerpo, era una sensación que me hacía divagar y olvidar por un breve instante el dolor que me estaba consumiendo, inundándome en un mar se sensaciones inexplicables. La velocidad y la adrenalina eran parte de mi vida… y eso era algo que mi padre nunca sería capaz de comprender. Apreté el embrague y el freno delantero suavemente, disminuyendo poco a poco la velocidad; apoyando mis pies en el suelo para de esa manera sostener la motocicleta y frenar sin brusquedad, aparcándola cerca del muelle. Después de varios minutos de caminar por la costera con una hielera bajo el brazo y una tabla de surfeo, me situé a orillas de la playa; cerré los ojos rindiéndome ante la brisa salina y el viento golpeando mi rostro. Respiré lenta y profundamente; la tranquilidad del océano era como una suave caricia que me reconfortaba en estos momentos de desesperación y soledad. Solté la hielera sobre la arena, al igual que la tabla; flexioné los brazos hasta sacarme la playera, haciéndola un bulto y arrojándola a un lado, para recoger la tabla de surfeo y zambullirme en el océano, sobre la tabla de surf, dando constantes braseadas hasta adentrarme en él. Surcar las olas, me embargaba de una sensación de libertad y júbilo que hacía olvidarme de todo… como el mar y yo fuéramos uno solo y nada, absolutamente nada existiera a nuestro alrededor. Después de varios minutos, nadé de regreso a la orilla. Inhalé y exhalé hondamente, bajo los tenues y apenas visibles rayos del sol que se asomaban entre la negrura del día. Dejé caer la tabla de surf a un lado, sentándome en la arena, tomé una botella de cerveza y con un simple movimiento del destapador la tapa salió disparada a un lado, emanando un sonido gaseoso. Bebí de un solo trago toda mi cerveza, regocijándome de la sensación de placer que me provocaba el disfrutar de una fresca y deliciosa cerveza. Inspiré profundamente, destapando otra cerveza y dándole un largo trago, limitándome a mirar de una manera ausente y distraída el horizonte, el sonido de las olas, el océano en su plenitud daba a mi alma la tranquilidad que tanto anhelaba. Ni siquiera fui capaz de forzar un lastimero intento de sonrisa, cuando escuché una voz que no me costó trabajo reconocer, a pesar de que no era una voz que solía escuchar frecuentemente, reconocería ese tono ciegamente. En vez de mostrar un rostro más amable, este se ensombreció en el momento que los tenues rayos del sol se vieron opacados por una nube pasajera que los cubrió en su totalidad. – Nada que no se haya sabido con anterioridad ¿no te parece? – abordé monótonamente, para después dar un largo trago a mi cerveza. Durante los últimos días, el único tema “controversial” para la prensa era el siguiente: “Henry Windsor: ¿en la depresión post-rompimiento?. El chico volvió a la soltería y no puede ocultar su tristeza ¡sniff!. Los rompimientos siempre son difíciles de superar y tal parece que el príncipe Henry está sumido en la depresión por que ahora tiene que olvidar a Irene Urdangarín, quien fue su novia por más de tres meses. Una fuente cercana a la ex pareja afirma que se dieron un break. Los horarios poco compatibles hicieron que el amor se apagara. Por otro lado, fuentes más rigurosas y confiables rumoran que la verdadera causa que marcó el fin de la relación de la joven pareja de enamorados se debió a que Irene Urdangarín mantenía un romance clandestino con su profesor de Cultura Clásica; sin duda, un golpe terrible para Henry. Con su hermano mayor, William, que fue trasladado a urgencias a causa de un accidente durante el mes de septiembre, y su hermana menor, Diana, en rehabilitación por la constante presión que ha vivido en los últimos meses la adolescente británica; la familia real se ha visto en una dura y difícil situación con sus herederos. La pregunta que muchos de ustedes se formulan, pero pocos se atreven a expresar es: Los hechos recientes ¿conllevaran a que el príncipe Henry vuelva a las andadas?. Eso es algo que está por verse, por lo que estaremos muy al pendiente de nuestro joven príncipe. Mientras tanto: Chicas, ¿quién se apunta a consolar a uno de los príncipes más apuestos de la monarquía europea? ¡Uff! Vaya pregunta ¿verdad?. A partir de hoy… ¡Guerra sin cuartel!”. – ¿Te parece extraño que algunos quieran desprenderse de la patética rutina? ó, no… mejor dicho que raro que algunos quieran desprenderse de la patética vida a la que fueron… ¿“condenados”? – mascullé con burda ironía, sin detenerme a pensar si era correcto o no expresarme de esa forma. Desde hace algún tiempo había dejado de ser esa persona que Bea describía... por diferentes razones que me obligaron a dejar de lado la vida empedernida que había adoptado en llevar. ¿De qué había servido intentar ser una mejor persona, cuando a nadie le interesaba en lo más mínimo?. De reojo noté y percibí la suavidad de uno de sus delicados dedos repasaba de arriba hacia abajo contorneando mi brazo y una de sus clásicas sonrisas dibujándose en su rostro. – Aunque, viéndolo de otro modo… podría preguntarte lo mismo. – añadí, mirándole con el ceño ligeramente fruncido, denotando curiosidad, antes de darle otro trago a mi cerveza. – ¿A quien has venido a romperle el corazón el día de hoy, dolce Bea? – pregunté casualmente, como si me limitara a preguntar la hora o a comentar el clima; dándole un acento italiano a las dos últimas palabras. Conocía a Bea desde hace algún tiempo… y su fama y reputación daba mucho que desear a los ojos de los demás, quiénes de la misma manera que a mí, tachaban su comportamiento como inapropiado. Pero, ¿quién era yo para juzgarla?, a diferencia de las personas, yo no me ocultaba detrás de una máscara de hipocresía.
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Mensaje  ιzzy нale Jue Ene 05, 2012 1:24 am


<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #90737a; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Stephanie Hudson </div>
as: Stephanie Anne Hudson Phillips
● 17 años ; Junior ; The Geeks >> Equitación ;; Club Glee
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¿En qué momento fue que me dejé convencer para venir a una discoteca? me pregunté irónicamente, mientras entrelazaba los dedos en el cabello haciendo un esfuerzo por acomodarlo un poco. Sabía que debía quedarme en un lugar donde Caden pudiera vigilarme toda la noche, pero si hay algo que detesto es quedarme quieta en un solo lugar sin hacer nada y todo por tener que complacer al idiota que tengo por hermano mayor. Bien, este tipo de lugares, ciertamente, no eran lo mío, entonces… ¿qué diablos estás haciendo aquí, Stephanie Hudson? Veamos… en primer lugar quería demostrarle al inútil de mi hermano que no soy una aguafiestas, ni una desabrida como “cariñosamente” me llamó esta mañana el muy idiota. Quizás no sea la persona más divertida del mundo, pero si se trata de competir le demostraría a Caden que sé divertirme, a mí manera, pero… ¡venga! que por algo se empieza. Es tu oportunidad, demuéstrale que tienes agallas para hacer las cosas si te lo propones. Miré mi reflejo por última vez, antes de salir del baño con la cabeza en alto y con el corazón latiéndome fuertemente a causa de los nervios. Si, tengo que reconocer que mis nervios se debían a la inseguridad que sentía al no encajar en este tipo de ambiente, pero en parte, es probable que Caden tenga razón. No necesariamente tienes que pasar la noche alcoholizándote hasta que el cuerpo aguante. Tan solo… disfruta de la buena música y de la compañía de tus amigos. Hice un pequeño gesto a modo de agradecimiento cuando el barman me finalmente trajo mi bebida: una deliciosa piña colada sin alcohol. Uno de los privilegios de tener a un vividor, en el buen sentido de la palabra, por hermano, es que me había enseñado a diferenciar y a catalogar toda clase de bebidas, sin siquiera probarlas. Agité la mano sonriendo amigablemente a unas compañeras de curso con las que, no tenía una estrecha amistad, pero si una muy buena relación. Me vi tentada a ir con ellas cuando me hicieron señas con la mano para que las acompañara a su mesa. Disfruta… me dije a mí misma, con una sonrisa en un intento por relajarme. A penas me estaba levantando del banquillo para alejarme de la barra, cuando una cabellera rubia se situó a mi lado. Di un sorbo a mi bebida antes de dejarla a un lado en la barra y mirarle con cara de pocos amigos. – Pero mira nada más a quien tenemos aquí… – dije en un tono que no auguraba nada bueno. – ¿Se puede saber donde demonios estabas? – exigí saber, con los brazos cruzados, para luego retractarme por que realmente no quería escucharlo hacerme gala de alguna chica plástica con la que estuviera bailando. – ¿Sabes qué...? mejor ahórrate las explicaciones – Lo corté y lo inspeccioné de arriba hacia abajo, para después acercarme y olfatearlo. Así como me acerqué, me alejé de él como si fuera a contraer la peste bubónica. – ¡Wuácala! ¡Estás hecho repleto un ASCO, Filiberto! –Torcí la boca con asco, mientras me tapaba la nariz y lo empujaba con la mano para que ni se me acercara por que estaba todo empapado en sudor.

#933b39


Última edición por ιzzy нale el Miér Ene 11, 2012 1:03 am, editado 5 veces
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Mensaje  ιzzy нale Jue Ene 05, 2012 2:02 am


<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #a97f63; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Jeanne d'Aviano </div>
as: Su alteza real, la princesa Jeanne Eléonore Paola Alice d'Aviano de Austria-Este
● 19 años ; Universitaria - Delta Chi ; The Newbies ; Facultad de Ciencias de la Tierra ; Primer año de Medicina Veterinaria >> Club de Drama ;; Esgrima
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Ciertamente, no tenía palabras para describir este momento de mí vida. Me sentía… realmente… contenta al iniciar una nueva etapa en mí vida como universitaria. Aunque, la primera semana de clases no había sido del todo… agradable. Es decir, a nadie en su sano juicio le resultaba grato volver a clases después de dos meses de vacaciones y lo que para muchos consideramos un verano inolvidable. Sobretodo por que durante la primera semana habíamos tenido que asistir a la primera tutoría de seguimiento y que consistía en una explicación detallada sobre las materias que cursaríamos en el primer año de la carrera, más los créditos que te dan por aprobar cada una de las materias, la lista de actividades a la que te puedes anotar, en fin. Según nos habían explicado en la conferencia de bienvenida a lo largo del año habría otras dos tutorías que formaban parte del programa conoce tu universidad. Por un lado, me sentía ansiosa y nerviosa por iniciar la universidad. La universidad no se compara en nada al instituto, por lo mismo de que en la universidad las cosas suelen ser muy diferentes. ¿Qué motivos me llevaron a inclinarme por estudiar la carrera de Medicina Veterinaria…? La respuesta no puede ser más simple. Amaba a los animales y dedicarme a su cuidado sería algo maravilloso. La razón de mi amor por los animales y la naturaleza es algo que debía agradecer a mis padres, quiénes desde siempre han apoyado a la ecología y contribuyen a fundaciones como Greenpeace, entre otras. La labor de todas aquellas fundaciones era verdaderamente admirable y de una u otra forma mi mayor sueño era poder contribuir. Una amable sonrisa se dibujó en mi rostro cuando el barman me entregó el cóctel que le pedí: un daiquirí de fresa. Una de las pocas bebidas que solía tomar… ya que no estaba acostumbrada a las cervezas ni mucho menos al tequila. Para mí una bebida por lo menos debía tener por lo menos un ligero sabor dulce. Eché un vistazo a mí alrededor en busca de mis hermanos, pero no los veía por ningún lado. Si, era un poco extraño que siendo la hermana mayor tuviera que cuidar de mis hermanos, aún tratándose de Fedde que con su actitud de busca problemas lo más prudente era mantenerlo vigilado aunque fuera de lejos. Suspiré profundamente, dándole un sorbo a mí bebida, hasta que centré la mirada en una cabellera que no dudé en reconocer y que instintivamente me hizo sonreír. Dejé un momento mi bebida en la mesa que compartía con unas amigas con las que me encontraba charlando antes de ir dirigirme a la barra por algo de tomar y me acerqué lo más sigilosa que pude hasta donde se encontraba. Una vez que estuve cerca me tuve que poner de puntas para taparle los ojos y tomarle desprevenido justo cuando le plantaba un amistoso beso en la mejilla. – Hola extraño… ¿me recuerdas? – dije lo bastante audible para que Tonny pudiera escucharme, ya que con la música a todo volumen era realmente difícil poder entablar un conversación decente en este sitio. – De una vez te advierto que si me confundes... me pierdes para siempre, Luzzatto – bromeé, en un tono amenazador que muchos podrían creer que iba enserio, pero con Tonny era distinto. El echo de que él fuera tres años mayor que yo, no fue obstáculo para nuestra amistad.


Última edición por ιzzy нale el Miér Ene 11, 2012 2:06 am, editado 4 veces
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Mensaje  ιzzy нale Jue Ene 05, 2012 2:55 am


<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #7a4633; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Alphonse de Liechtenstein</div>
as: Su alteza real, el príncipe Alphonse Johannes Ferdinand de Liechtenstein Khaudari
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No era capaz de comprender en que punto mi vida se había convertido en un verdadero infierno, pero, más que un infierno, en un desierto de soledad en donde me encontraba vagando sin rumbo fijo, sin un lugar a donde ir. Las desgracias en nuestra familia tenían nombre propio: Camilla Parker, a quien siempre he considerado una desconocida que profanó el lugar de mi madre; pero el culpar a Camilla de todas y cada una de nuestras desgracias, no aliviaba el maldito dolor que me estaba consumiendo por dentro. ¿Qué sentido tenía seguir adelante, cuando las personas que más has amado te abandonan? ¿Qué sentido tenía la vida, cuando todo lo que has amado te lo arrebata sin ninguna consideración? De una forma o de otra había perdido mis únicas razones para mantenerme en pie... y ahora ya nada ni nadie tenía sentido para mí. Estaba HARTO de esta maldita situación, había momentos en los que me sentía al borde de un precipicio, en el que ganas no me faltaban de lanzarme a causa de la desesperación y el dolor que me estaba consumiendo hasta las entrañas. A veces me pregunto… ¿qué cabronadas habré echo en mi vida pasada, para venir a padecer sufrimientos y tristezas en esta mi nueva y descontrolada vida? ¿Habré sido tan hijo de puta como para tener la desdicha de renacer a una nueva vida y lavar de ese modo mis culpas? No entendía que era precisamente lo que la vida esperaba de mí… a cambio de… un miserable momento de paz… de estabilidad. Toda mi vida ha sido un maldito caos, de la misma manera que mi familia, que día con día se desmoronaba sin que ninguno de nosotros hiciera algo por evitarlo. ¿Qué más daba tener que soportar y vivir en una familia emocionalmente disfuncional, cuando todos actuábamos de distintas maneras menos como una familia? con un padre preocupado por guardar las apariencias y con Camilla queriendo interferir en nuestras vidas, como si ella tuviera algún derecho sobre nosotros. Ya nada ni nadie tenía sentido en este lugar… así que… ¿qué sentido tenía la vida cuando no tienes nada que te sostenga?, con William en el hospital, Diana en una clínica de rehabilitación, mi padre sumergido en sus obligaciones y los médicos con las típicas palabras vacías, la clásica ambigüedad: “Solo nos resta esperar un milagro”. Milagros, milagros… hablan de milagros y de tener fe cuando la ciencia muchas veces se ve aplastada y cegada por la razón. “Debe tener paciencia, hoy en día la medicina ha avanzado lo suficiente, y existen métodos falibles que ayudaran con el tiempo a la recuperación del paciente; tenga plena seguridad de que su hermano se encuentra en manos de los mejores expertos”. En lo personal yo ya no sabía en que creer, o mejor dicho en que aferrarme para lograr sobrellevar toda esta situación; poco a poco me estaba sumergiendo en un vacio sin límites, un vacio en el que estaba consiente que jamás tocaría fondo y me arrastraría sin ninguna consideración. Giré bruscamente el manillar derecho que indicaba el acelerador de la motocicleta; y sin soltar el embrague en ningún momento, empujé ligeramente con mi pantorrilla izquierda la palanca de velocidades hasta meter tercera, obligándola a dar la cuarta parte de su capacidad, lo que la hizo rugir entre mis piernas como un animal agresivo, dispuesto a atacar en cualquier momento. La adrenalina fluía por mi cuerpo, cosquilleándome las venas; tentándome a obligar a la motocicleta a explotar su máxima capacidad. ¿Qué demonios ganaba con poner mi propia vida en riesgo? Nada, pero el sentir la adrenalina recorriendo cada parte de mi cuerpo, era una sensación que me hacía divagar y olvidar por un breve instante el dolor que me estaba consumiendo, inundándome en un mar se sensaciones inexplicables. La velocidad y la adrenalina eran parte de mi vida… y eso era algo que mi padre nunca sería capaz de comprender. Apreté el embrague y el freno delantero suavemente, disminuyendo poco a poco la velocidad; apoyando mis pies en el suelo para de esa manera sostener la motocicleta y frenar sin brusquedad, aparcándola cerca del muelle. Después de varios minutos de caminar por la costera con una hielera bajo el brazo y una tabla de surfeo, me situé a orillas de la playa; cerré los ojos rindiéndome ante la brisa salina y el viento golpeando mi rostro. Respiré lenta y profundamente; la tranquilidad del océano era como una suave caricia que me reconfortaba en estos momentos de desesperación y soledad. Solté la hielera sobre la arena, al igual que la tabla; flexioné los brazos hasta sacarme la playera, haciéndola un bulto y arrojándola a un lado, para recoger la tabla de surfeo y zambullirme en el océano, sobre la tabla de surf, dando constantes braseadas hasta adentrarme en él. Surcar las olas, me embargaba de una sensación de libertad y júbilo que hacía olvidarme de todo… como el mar y yo fuéramos uno solo y nada, absolutamente nada existiera a nuestro alrededor. Después de varios minutos, nadé de regreso a la orilla. Inhalé y exhalé hondamente, bajo los tenues y apenas visibles rayos del sol que se asomaban entre la negrura del día. Dejé caer la tabla de surf a un lado, sentándome en la arena, tomé una botella de cerveza y con un simple movimiento del destapador la tapa salió disparada a un lado, emanando un sonido gaseoso. Bebí de un solo trago toda mi cerveza, regocijándome de la sensación de placer que me provocaba el disfrutar de una fresca y deliciosa cerveza. Inspiré profundamente, destapando otra cerveza y dándole un largo trago, limitándome a mirar de una manera ausente y distraída el horizonte, el sonido de las olas, el océano en su plenitud daba a mi alma la tranquilidad que tanto anhelaba. Ni siquiera fui capaz de forzar un lastimero intento de sonrisa, cuando escuché una voz que no me costó trabajo reconocer, a pesar de que no era una voz que solía escuchar frecuentemente, reconocería ese tono ciegamente. En vez de mostrar un rostro más amable, este se ensombreció en el momento que los tenues rayos del sol se vieron opacados por una nube pasajera que los cubrió en su totalidad. – Nada que no se haya sabido con anterioridad ¿no te parece? – abordé monótonamente, para después dar un largo trago a mi cerveza. Durante los últimos días, el único tema “controversial” para la prensa era el siguiente: “Henry Windsor: ¿en la depresión post-rompimiento?. El chico volvió a la soltería y no puede ocultar su tristeza ¡sniff!. Los rompimientos siempre son difíciles de superar y tal parece que el príncipe Henry está sumido en la depresión por que ahora tiene que olvidar a Irene Urdangarín, quien fue su novia por más de tres meses. Una fuente cercana a la ex pareja afirma que se dieron un break. Los horarios poco compatibles hicieron que el amor se apagara. Por otro lado, fuentes más rigurosas y confiables rumoran que la verdadera causa que marcó el fin de la relación de la joven pareja de enamorados se debió a que Irene Urdangarín mantenía un romance clandestino con su profesor de Cultura Clásica; sin duda, un golpe terrible para Henry. Con su hermano mayor, William, que fue trasladado a urgencias a causa de un accidente durante el mes de septiembre, y su hermana menor, Diana, en rehabilitación por la constante presión que ha vivido en los últimos meses la adolescente británica; la familia real se ha visto en una dura y difícil situación con sus herederos. La pregunta que muchos de ustedes se formulan, pero pocos se atreven a expresar es: Los hechos recientes ¿conllevaran a que el príncipe Henry vuelva a las andadas?. Eso es algo que está por verse, por lo que estaremos muy al pendiente de nuestro joven príncipe. Mientras tanto: Chicas, ¿quién se apunta a consolar a uno de los príncipes más apuestos de la monarquía europea? ¡Uff! Vaya pregunta ¿verdad?. A partir de hoy… ¡Guerra sin cuartel!”. – ¿Te parece extraño que algunos quieran desprenderse de la patética rutina? ó, no… mejor dicho que raro que algunos quieran desprenderse de la patética vida a la que fueron… ¿“condenados”? – mascullé con burda ironía, sin detenerme a pensar si era correcto o no expresarme de esa forma. Desde hace algún tiempo había dejado de ser esa persona que Bea describía... por diferentes razones que me obligaron a dejar de lado la vida empedernida que había adoptado en llevar. ¿De qué había servido intentar ser una mejor persona, cuando a nadie le interesaba en lo más mínimo?. De reojo noté y percibí la suavidad de uno de sus delicados dedos repasaba de arriba hacia abajo contorneando mi brazo y una de sus clásicas sonrisas dibujándose en su rostro. – Aunque, viéndolo de otro modo… podría preguntarte lo mismo. – añadí, mirándole con el ceño ligeramente fruncido, denotando curiosidad, antes de darle otro trago a mi cerveza. – ¿A quien has venido a romperle el corazón el día de hoy, dolce Bea? – pregunté casualmente, como si me limitara a preguntar la hora o a comentar el clima; dándole un acento italiano a las dos últimas palabras. Conocía a Bea desde hace algún tiempo… y su fama y reputación daba mucho que desear a los ojos de los demás, quiénes de la misma manera que a mí, tachaban su comportamiento como inapropiado. Pero, ¿quién era yo para juzgarla?, a diferencia de las personas, yo no me ocultaba detrás de una máscara de hipocresía.


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Mensaje  ιzzy нale Mar Ene 10, 2012 2:34 am


<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #933b39; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Claire Burton </div>
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¿En qué momento fue que me dejé convencer para venir a una discoteca? me pregunté irónicamente, mientras entrelazaba los dedos en el cabello haciendo un esfuerzo por acomodarlo un poco. Sabía que debía quedarme en un lugar donde Caden pudiera vigilarme toda la noche, pero si hay algo que detesto es quedarme quieta en un solo lugar sin hacer nada y todo por tener que complacer al idiota que tengo por hermano mayor. Bien, este tipo de lugares, ciertamente, no eran lo mío, entonces… ¿qué diablos estás haciendo aquí Stephanie Hudson? Veamos… en primer lugar quería demostrarle al inútil de mi hermano que no soy una aguafiestas, ni una desabrida como “cariñosamente” me llamó esta mañana el muy idiota. Quizás no sea la persona más divertida del mundo, pero si se trata de competir le demostraría a Caden que sé divertirme, a mí manera, pero… ¡venga! que por algo se empieza. Es tu oportunidad, demuéstrale que tienes agallas para hacer las cosas si te lo propones. Miré mi reflejo por última vez, antes de salir del baño con la cabeza en alto y con el corazón latiéndome fuertemente a causa de los nervios. Si, tengo que reconocer que mis nervios se debían a la inseguridad que sentía al no encajar en este tipo de ambiente, pero en parte, es probable que Caden tenga razón. No necesariamente tienes que pasar la noche alcoholizándote hasta que el cuerpo aguante. Tan solo… disfruta de la buena música y de la compañía de tus amigos. Hice un pequeño gesto a modo de agradecimiento cuando el barman me finalmente trajo mi bebida: una deliciosa piña colada sin alcohol. Uno de los privilegios de tener a un vividor, en el buen sentido de la palabra, por hermano, es que me había enseñado a diferenciar y a catalogar toda clase de bebidas, sin siquiera probarlas. Agité la mano sonriendo amigablemente a unas compañeras de curso con las que, no tenía una estrecha amistad, pero si una muy buena relación. Me vi tentada a ir con ellas cuando me hicieron señas con la mano para que las acompañara a su mesa. Disfruta… me dije a mí misma, con una sonrisa en un intento por relajarme. A penas me estaba levantando del banquillo para alejarme de la barra, cuando una cabellera rubia se situó a mi lado. Di un sorbo a mi bebida antes de dejarla a un lado en la barra y mirarle con cara de pocos amigos. – Pero mira nada más a quien tenemos aquí… – dije en un tono que no auguraba nada bueno. – ¿Se puede saber donde demonios estabas? – exigí saber, con los brazos cruzados, para luego retractarme por que realmente no quería escucharlo hacerme gala de alguna chica plástica con la que estuviera bailando. – ¿Sabes qué...? mejor ahórrate las explicaciones – Lo corté y lo inspeccioné de arriba hacia abajo, para después acercarme y olfatearlo. – ¡Wuácala! ¡Estás hecho repleto un ASCO, Filiberto! –Torcí la boca con asco, mientras me tapaba la nariz y lo empujaba con la mano para que ni se me acercara por que estaba todo empapado en sudor.
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Mensaje  ιzzy нale Mar Ene 10, 2012 4:52 am


<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #933b39; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Claire Burton </div>
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Decir que me sentía complacida/contenta con la noticia de que a mamá le habían ofrecido un empleo en la comisaría de la ciudad de Konstanz, nos hacía sentir más tranquilos a todos, especialmente a papá, que nunca ha estado de acuerdo con su profesión. En más de una ocasión, podría decirse que han tenido sus diferencias respecto al tema… y ahora que mamá se decidió por viajar con nosotros papá tenía otro semblante, por lo mismo de que tenerla cerca lo hacía sentirse mucho más tranquilo. Si, sabía que mamá echaría de menos la vida en Londres. Después de todo, Londres es de esas ciudades que con solo visitarla te enamora hasta la médula con su esencia. Pero, la isla le traía grandes recuerdos inolvidables a mamá, siendo este el sitio en donde casualmente se reencontró con papá y donde se dio su historia de amor. Sin olvidar que en este lugar mamá se reencontró con el tío Ron y la tía Marley. Y… ¿la verdad? nunca me iba a cansar de escuchar la historia de cómo se conocieron mis padres, así fuera miles de veces, realmente era una historia de lo más hermosa.
Probablemente era una de las pocas personas en este lugar que prefería pasarse toda la noche sentada y viendo como los demás se divierten; incluso había rechazado la invitación de dos compañeros de carrera que trataron de convencerme para sacarme a bailar. Hace un año, todo hubiera sido diferente… ¿Dónde quedó la Claire alegre y llena de júbilo que nunca dejaba pasar la oportunidad de pasarla bien con sus amigos…? La respuesta más certera a esa pregunta es que se encontraba muy lejos de aquí. Los únicos motivos que me habían traído aquí esta noche eran Alex y mi hermana. Mamá al enterarse que habría una fiesta, fue la primera en ponerle un pero a Gabbie por ser menor de edad… contrario a papá que era más alivianado y no le veía tanto problema a concederle el permiso a Gabbie, siempre y cuando la cuidara. Por lo tanto, heme aquí… tratando de disfrutar de la noche por mi hermana.
De reojo, pude percatarme de la presencia de Gabbie a escasos metros de donde me encontraba. ¿Quién lo diría? Hace cinco minutos se encontraba bailando con su amiga y ahora se encuentra disfrutando de la compañía de un chico que mide casi dos metros. Woow… Sonreí de forma discreta, mientras le hacía señas al barman para llamar su atención y luego señalarle con el dedo índice mi vaso pidiéndole que me preparara otro mojito. Ahogué un pequeño suspiro al tiempo que recargaba el mentón en la palma de mi mano, volviendo un poco mi rostro para observar a Alex que se encontraba sentado a mí lado, y que parecía estar en un serio dilema. Hombres... Giré los ojos, golpeando su costado para llamar su atención, sin poder evitar soltar una risita discreta al ver que se sobresaltaba. – Deja de estar haciéndote el idiota y sácala a bailar de una buena vez ¿quieres…? – solté, así sin más de forma directa. Alex era una de las pocas personas que conocía mi forma de ser y él más que nadie sabía lo mucho que me desesperaba que fuera así. Aún así... ¿qué le iba a hacer? era mi mejor amigo, aunque fuera un poco idiota con las mujeres. – Y no me digas que no estabas de pervertido por que te conozco, Alexander… – dije con cierto fastidio. A veces, Alexander Gilmore era tan obvio que me sorprendía lo bien que lo conocía.
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Mensaje  ιzzy нale Jue Ene 19, 2012 3:41 am


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as: Iker Froilán Urdangarín Castle
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“Vaya forma de iniciar el día…” musité para mis adentros, cuando el maldito teléfono móvil empezó a vibrar y a sonar contra la madera de la mesita de noche. Mantuve el rostro enterrado en la almohada deseando quedarme en cama por el resto del día, pero por desgracia sabía que aquello era algo imposible. Entreabrí un ojo con pesadez… los párpados me pesaban demasiado como para intentar abrirlos… no tardé ni medio segundo mantenerlo entreabierto cuando el párpado se me cerró sin el menor esfuerzo una vez que cesó aquel infernal ruido que me taladraba la cabeza. Una vocecilla dentro de mi cabeza, muy similar a la de Paulina, no hacía más que recriminarme y sermonearme como de costumbre. Hice un esfuerzo por conectar mis sentidos en un intento por recordar detalle a detalle la noche anterior… hasta el momento en que mi mente cobró vida propia llenándome de imágenes y de recuerdos… que me hicieron comprender el porqué me hallaba en uno de los dormitorios de mujeres. En algún momento de la madrugada recordaba haber pedido un taxi que llevara a Paulina y a Helena de vuelta al Instituto. Incluso recordaba vagamente a ese chico… ¿Fred? Ofreciéndose amablemente acompañarlas y dándome su palabra de que llegarían a salvo. El rostro y la mirada severa de mi propia hermana estaba a punto de convertirse en un mal recuerdo que esperaba quedara en el olvido. Lo primero que tenía que hacer era llamar a Paulina para que no de parte a las autoridades ni a nuestros padres de una supuesta desaparición. Sabía que un mensaje al igual que una llamada no sería razón suficiente para calmar los nervios y la preocupación de mi hermana. Conociéndola si no daba señales de vida al medio día era capaz de llamar al FBI o a la guardia costera para que iniciaran la búsqueda. A veces, Paulina puede ser demasiado extremista. Maldije mentalmente al tiempo que alargaba el brazo para tomar el teléfono móvil, el cual había vuelto a vibrar… desbloqué la pantalla y lo primero que visualicé fueron los mensajes texto. El primero hablaba de Ben… en cambio… el segundo mensaje me dejó de piedra… “El amor está en el aire…” enmarcaba con letras mayúsculas seguido de una fotografía en la que aparecía Bárbara visiblemente feliz con… ¿Aaron Kimball? El semblante somnoliento de hace unos minutos lentamente se tornó inexpresivo hasta ensombrecerse ante cada palabra, cada frase que decía el mensaje. Tuve que releer el texto un par de veces… como una medida de precaución para asegurarme que no era estúpida broma o que no se trataba de una alucinación provocada por el alcohol. Me negaba a creer que mi mejor amiga estuviera… involucrándose con ese sujeto. ¿Como es… posible que en la primera oportunidad se deje engatusar por cualquier idiota que le promete el sol, la luna y las estrellas…? Suspiré profundamente… “Contrólate… ya tendrán tiempo de hablar…” me dije con la intención de tranquilizarme. Primero que nada… tenía que medir mis palabras… no podía llegar y montarle un drama… lo cual no era mi estilo… segundo… Bárbara tendrá que darme una buena razón para no romperle la cara. De igual forma ya habría tiempo de averiguar que tan… “serias” son las intenciones de ese tipo. Mantuve la mirada clavada en un punto inexistente… Ashley se encontraba en el cuarto de baño refrescándose… el sonido del agua cayendo indicaba que estaba en la ducha. La experiencia de la noche anterior me hizo sonreír de una manera inusual cuando noté las prendas botadas en el suelo. Todo comenzó como un reto… no habíamos podido resistirnos a comenzar el habitual juego de miradas y pasar a la siguiente base. ¿A qué hora fue que llegamos al Instituto? Ni idea… lo único que recordaba era la urgencia que teníamos de llegar al dormitorio. Realmente no era la clase de hombre que controlaba sus impulsos. – El cuarto de baño es genial, Iker. Deberías ver esto – gritó Ashley. Entonces, salió del cuarto de baño ataviada con una toalla alrededor de su cuerpo. – ¿Estás enfadado? – Enarqué una ceja saliendo a la superficie del estado de ensimismamiento en el que me encontraba. Tardé un instante en darme cuenta de lo que implicaban sus palabras; a esta hora todos en el Instituto y en la Universidad debían estar al tanto del floreciente romance. – No – repliqué con rotundidad. La convicción de mis palabras la dejaron sin nada más que argumentar... no iba a hablar de un tema que estaba dispuesto a evadir. Ashley avanzó hacia mí sin hacer ningún otro comentario… lo que me permitió observarla detenidamente. Ella, tal vez presintiendo la dirección de los pensamientos que estaba teniendo, entrelazó nuestras manos dedicándome una mirada que solo podía significar una cosa. – ¿Seguro que no quieres que te muestre la ducha? Caben como seis personas ahí dentro, Iker… – Yo lo único que necesitaban eran dos. Una hora más tarde abandoné el Instituto… en mi opinión, el clima era uno de los atractivos turísticos de la isla… el sol muy pocas veces se vislumbraba en el horizonte, un fenómeno natural bastante extraño tratándose de un clima tropical... con una temperatura templada... lo bastante acorde para disfrutar de este tipo de días. Este lugar era el sitio perfecto para vacacionar y liberarse de las tensiones de la gran ciudad… aunque si estás acostumbrado a un ritmo de vida ajetreado como el de la ciudad de Nueva York… viajar año tras año a la isla tenía sus privilegios… Inhalé y exhalé profundamente haciendo un par de flexiones para recuperarme mientras observaba el horizonte… si quería mantener el rendimiento para conservar el lugar dentro del equipo de Fútbol debía estar en condiciones para mostrar el desempeño adecuado en la cancha… No era el único que acudía a la playa a trotar todas las mañanas… generalmente coincidía con Giuliana… nos saludábamos por mera cordialidad para luego cada quien retomar su camino. Tenía entendido que estaba en el equipo de atletismo de la ciudad… en sí, jamás nos hemos detenido a entablar conversación… a pesar de tener una expresión amargada en el rostro, parece buena chica. Troté por veinte minutos más… hasta que empezó a llover… moví un poco la muñeca para ver la hora… el reloj marcaba justo las 12:30 y para variar mi organismo pedía a gritos a saltar el restaurante más cercano. Flexioné el brazo para secarme el sudor de la frente con la manga de la sudadera y cubrirme con el gorro… saqué el teléfono móvil del bolsillo interno de pantalón del pants y observé que tenía un mensaje de texto de Bárbara… lo que me hizo recordar nuevamente aquel asunto del romance… Tecleé una respuesta diciéndole en donde me encontraba, pero que si quería podíamos vernos en un rato para comer juntos. Teníamos mucho de que hablar. Una vez que se envió el mensaje guardé el teléfono en el bolsillo de la sudadera… apenas había cruzado la calle para entrar al establecimiento más cercano cuando me topé con una cabellera castaña que no me costó en lo absoluto identificar… – ¡Eh, Rylee! – grité, para llamar su atención cuando salía de un establecimiento. Acudí a su encuentro y extendí los brazos para poder estrecharla fuertemente por detrás y así poder mirarle de perfil con una sonrisa en el rostro que me permitió notar sus mejillas sonrojadas. La amistad que manteníamos venía de tiempo atrás… según me ha contado papá… su papá fue el único miembro de la realeza con el que mantuvo contacto por tratarse de su mejor amigo y por ser una de las personas que lo apoyó incondicionalmente cuando renunció a su título para casarse con mamá. Aunque, la relación que mantuvimos de niños fue… turbulenta… entiéndase que era un niño extremadamente travieso y Rylee siempre fue víctima de las bromas inocentes que solía gastarle… el tiempo hizo lo suyo y ahora teníamos una gran amistad. ¿Qué acaso no vas a tener la decencia de saludarme por lo menos? – pregunté inocentemente, antes de separarme y hundir las manos dentro de los bolsillos de la sudadera para poder observarle mejor. Realmente se veía muy linda el día de hoy, con ese brillo especial que poseía su mirada… hechizaba a cualquiera. Para algunos sonaría un pensamiento absurdo, pero mantenía la esperanza de que Rylee aceptara salir conmigo algún día. Como dicen… la esperanza es lo último que muere.


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Mensaje  ιzzy нale Jue Ene 19, 2012 4:06 am

ALARICK BLACKBURN

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Mensaje  ιzzy нale Jue Ene 19, 2012 4:14 am

Trent Goldmischt
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Mensaje  ιzzy нale Jue Ene 19, 2012 4:27 am


<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #7a4633; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Alphonse de Liechtenstein</div>
as: Su alteza real, el príncipe Alphonse Johannes Ferdinand de Liechtenstein Khaudari
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No era capaz de comprender en que punto mi vida se había convertido en un verdadero infierno, pero, más que un infierno, en un desierto de soledad en donde me encontraba vagando sin rumbo fijo, sin un lugar a donde ir. Las desgracias en nuestra familia tenían nombre propio: Camilla Parker, a quien siempre he considerado una desconocida que profanó el lugar de mi madre; pero el culpar a Camilla de todas y cada una de nuestras desgracias, no aliviaba el maldito dolor que me estaba consumiendo por dentro. ¿Qué sentido tenía seguir adelante, cuando las personas que más has amado te abandonan? ¿Qué sentido tenía la vida, cuando todo lo que has amado te lo arrebata sin ninguna consideración? De una forma o de otra había perdido mis únicas razones para mantenerme en pie... y ahora ya nada ni nadie tenía sentido para mí. Estaba HARTO de esta maldita situación, había momentos en los que me sentía al borde de un precipicio, en el que ganas no me faltaban de lanzarme a causa de la desesperación y el dolor que me estaba consumiendo hasta las entrañas. A veces me pregunto… ¿qué cabronadas habré echo en mi vida pasada, para venir a padecer sufrimientos y tristezas en esta mi nueva y descontrolada vida? ¿Habré sido tan hijo de puta como para tener la desdicha de renacer a una nueva vida y lavar de ese modo mis culpas? No entendía que era precisamente lo que la vida esperaba de mí… a cambio de… un miserable momento de paz… de estabilidad. Toda mi vida ha sido un maldito caos, de la misma manera que mi familia, que día con día se desmoronaba sin que ninguno de nosotros hiciera algo por evitarlo. ¿Qué más daba tener que soportar y vivir en una familia emocionalmente disfuncional, cuando todos actuábamos de distintas maneras menos como una familia? con un padre preocupado por guardar las apariencias y con Camilla queriendo interferir en nuestras vidas, como si ella tuviera algún derecho sobre nosotros. Ya nada ni nadie tenía sentido en este lugar… así que… ¿qué sentido tenía la vida cuando no tienes nada que te sostenga?, con William en el hospital, Diana en una clínica de rehabilitación, mi padre sumergido en sus obligaciones y los médicos con las típicas palabras vacías, la clásica ambigüedad: “Solo nos resta esperar un milagro”. Milagros, milagros… hablan de milagros y de tener fe cuando la ciencia muchas veces se ve aplastada y cegada por la razón. “Debe tener paciencia, hoy en día la medicina ha avanzado lo suficiente, y existen métodos falibles que ayudaran con el tiempo a la recuperación del paciente; tenga plena seguridad de que su hermano se encuentra en manos de los mejores expertos”. En lo personal yo ya no sabía en que creer, o mejor dicho en que aferrarme para lograr sobrellevar toda esta situación; poco a poco me estaba sumergiendo en un vacio sin límites, un vacio en el que estaba consiente que jamás tocaría fondo y me arrastraría sin ninguna consideración. Giré bruscamente el manillar derecho que indicaba el acelerador de la motocicleta; y sin soltar el embrague en ningún momento, empujé ligeramente con mi pantorrilla izquierda la palanca de velocidades hasta meter tercera, obligándola a dar la cuarta parte de su capacidad, lo que la hizo rugir entre mis piernas como un animal agresivo, dispuesto a atacar en cualquier momento. La adrenalina fluía por mi cuerpo, cosquilleándome las venas; tentándome a obligar a la motocicleta a explotar su máxima capacidad. ¿Qué demonios ganaba con poner mi propia vida en riesgo? Nada, pero el sentir la adrenalina recorriendo cada parte de mi cuerpo, era una sensación que me hacía divagar y olvidar por un breve instante el dolor que me estaba consumiendo, inundándome en un mar se sensaciones inexplicables. La velocidad y la adrenalina eran parte de mi vida… y eso era algo que mi padre nunca sería capaz de comprender. Apreté el embrague y el freno delantero suavemente, disminuyendo poco a poco la velocidad; apoyando mis pies en el suelo para de esa manera sostener la motocicleta y frenar sin brusquedad, aparcándola cerca del muelle. Después de varios minutos de caminar por la costera con una hielera bajo el brazo y una tabla de surfeo, me situé a orillas de la playa; cerré los ojos rindiéndome ante la brisa salina y el viento golpeando mi rostro. Respiré lenta y profundamente; la tranquilidad del océano era como una suave caricia que me reconfortaba en estos momentos de desesperación y soledad. Solté la hielera sobre la arena, al igual que la tabla; flexioné los brazos hasta sacarme la playera, haciéndola un bulto y arrojándola a un lado, para recoger la tabla de surfeo y zambullirme en el océano, sobre la tabla de surf, dando constantes braseadas hasta adentrarme en él. Surcar las olas, me embargaba de una sensación de libertad y júbilo que hacía olvidarme de todo… como el mar y yo fuéramos uno solo y nada, absolutamente nada existiera a nuestro alrededor. Después de varios minutos, nadé de regreso a la orilla. Inhalé y exhalé hondamente, bajo los tenues y apenas visibles rayos del sol que se asomaban entre la negrura del día. Dejé caer la tabla de surf a un lado, sentándome en la arena, tomé una botella de cerveza y con un simple movimiento del destapador la tapa salió disparada a un lado, emanando un sonido gaseoso. Bebí de un solo trago toda mi cerveza, regocijándome de la sensación de placer que me provocaba el disfrutar de una fresca y deliciosa cerveza. Inspiré profundamente, destapando otra cerveza y dándole un largo trago, limitándome a mirar de una manera ausente y distraída el horizonte, el sonido de las olas, el océano en su plenitud daba a mi alma la tranquilidad que tanto anhelaba. Ni siquiera fui capaz de forzar un lastimero intento de sonrisa, cuando escuché una voz que no me costó trabajo reconocer, a pesar de que no era una voz que solía escuchar frecuentemente, reconocería ese tono ciegamente. En vez de mostrar un rostro más amable, este se ensombreció en el momento que los tenues rayos del sol se vieron opacados por una nube pasajera que los cubrió en su totalidad. – Nada que no se haya sabido con anterioridad ¿no te parece? – abordé monótonamente, para después dar un largo trago a mi cerveza. Durante los últimos días, el único tema “controversial” para la prensa era el siguiente: “Henry Windsor: ¿en la depresión post-rompimiento?. El chico volvió a la soltería y no puede ocultar su tristeza ¡sniff!. Los rompimientos siempre son difíciles de superar y tal parece que el príncipe Henry está sumido en la depresión por que ahora tiene que olvidar a Irene Urdangarín, quien fue su novia por más de tres meses. Una fuente cercana a la ex pareja afirma que se dieron un break. Los horarios poco compatibles hicieron que el amor se apagara. Por otro lado, fuentes más rigurosas y confiables rumoran que la verdadera causa que marcó el fin de la relación de la joven pareja de enamorados se debió a que Irene Urdangarín mantenía un romance clandestino con su profesor de Cultura Clásica; sin duda, un golpe terrible para Henry. Con su hermano mayor, William, que fue trasladado a urgencias a causa de un accidente durante el mes de septiembre, y su hermana menor, Diana, en rehabilitación por la constante presión que ha vivido en los últimos meses la adolescente británica; la familia real se ha visto en una dura y difícil situación con sus herederos. La pregunta que muchos de ustedes se formulan, pero pocos se atreven a expresar es: Los hechos recientes ¿conllevaran a que el príncipe Henry vuelva a las andadas?. Eso es algo que está por verse, por lo que estaremos muy al pendiente de nuestro joven príncipe. Mientras tanto: Chicas, ¿quién se apunta a consolar a uno de los príncipes más apuestos de la monarquía europea? ¡Uff! Vaya pregunta ¿verdad?. A partir de hoy… ¡Guerra sin cuartel!”. – ¿Te parece extraño que algunos quieran desprenderse de la patética rutina? ó, no… mejor dicho que raro que algunos quieran desprenderse de la patética vida a la que fueron… ¿“condenados”? – mascullé con burda ironía, sin detenerme a pensar si era correcto o no expresarme de esa forma. Desde hace algún tiempo había dejado de ser esa persona que Bea describía... por diferentes razones que me obligaron a dejar de lado la vida empedernida que había adoptado en llevar. ¿De qué había servido intentar ser una mejor persona, cuando a nadie le interesaba en lo más mínimo?. De reojo noté y percibí la suavidad de uno de sus delicados dedos repasaba de arriba hacia abajo contorneando mi brazo y una de sus clásicas sonrisas dibujándose en su rostro. – Aunque, viéndolo de otro modo… podría preguntarte lo mismo. – añadí, mirándole con el ceño ligeramente fruncido, denotando curiosidad, antes de darle otro trago a mi cerveza. – ¿A quien has venido a romperle el corazón el día de hoy, dolce Bea? – pregunté casualmente, como si me limitara a preguntar la hora o a comentar el clima; dándole un acento italiano a las dos últimas palabras. Conocía a Bea desde hace algún tiempo… y su fama y reputación daba mucho que desear a los ojos de los demás, quiénes de la misma manera que a mí, tachaban su comportamiento como inapropiado. Pero, ¿quién era yo para juzgarla?, a diferencia de las personas, yo no me ocultaba detrás de una máscara de hipocresía.
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Mensaje  ιzzy нale Vie Ene 20, 2012 1:13 am


<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #64462c; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Alphonse de Liechtenstein</div>
as: Su alteza real, el príncipe Alphonse Johannes Ferdinand de Liechtenstein Khaudari
● 19 años ; Universitario - Omega Chi Delta ; The Charming Boys ; Facultad de Humanidades ; Primer año de Antropología >> Fútbol (Capitán) ;; Esgrima
[ Con Paulina Urdangarín ;; En la biblioteca
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Entorné la mirada con somnolencia cuando la ventana empezó a azotarse y las cortinas se abrieron de par en par por los vientos del norte… Maldije mentalmente incorporándome de la cama para cerrar de golpe la ventana y así impedir que siguiera azotándose. Pasé ambas manos por el rostro en un intento por despertar… y así poder observar la claridad del día… el clima de esta isla era tan atípico que después de algunos años terminas por acostumbrarte. Debía suponer que era muy tarde, quizás más del mediodía, no estaba seguro. Eran contadas las veces en las que el sol se podía vislumbrar en este sitio. Por alguna extraña razón, Helena y yo teníamos la costumbre de estudiar las nubes desde que tenemos memoria… Inhalé y exhalé profundamente, antes de darme la media vuelta, ir hacia el armario, buscar algo de ropa y encerrarme en el cuarto de baño para darme una ducha y sacarme el olor a alcohol. Veinte minutos más tarde, salí del cuarto de baño con una toalla alrededor de la cintura… la ducha ayudó en gran parte a aclarar todos y cada uno de los recuerdos vividos la noche anterior. En primer lugar… estaba el encuentro accidental con esa chica… Jacqueline Windsor... a la que por alguna extraña razón me había ofrecido traer de vuelta al Instituto por tratarse de la… ¿prima? de Emma. La chica apenas y podía sostenerse debido al estado de ebriedad en el que se encontraba… por lo que no me quedó más remedio que cargarla hasta el dormitorio. Tenía la seguridad de que a la mañana siguiente no tuviera ningún recuerdo de la noche anterior... por lo que aquel asunto no tendría que volver a tocarse. Tomé la sudadera del perchero para ponérmela antes de cerrar la puerta del dormitorio a mis espaldas y encaminarme hacia el Instituto. Atravesé la puerta principal de la Fraternidad… el amplio terreno que separaba a los edificios… y en cuestión me vi envuelto en la familiaridad de los pasillos del Instituto. “La premisa es simple, lo único que tienes que hacer es… enamorarla. Gánate su confianza y una vez que la tengas comiendo de la palma de tu mano… conseguirás aquella gloriosa recompensa. Piénsalo, Alphonse… no tendrás que tentarte el corazón por tener que herir sus sentimientos… las chicas de olvidan más pronto de lo que te imaginas…” Reí mentalmente al recordar aquellas palabras… a veces me sorprende que tan hijos de puta podíamos ser en ocasiones… Aunque debo confesar que en un principio dudé en aceptar aquella misión que ponía en peligro tanto mi reputación como mi relación con Emma. Pero tratándose de un reto… vale afrontar los riesgos. Después de todo, ¿qué es la vida sin un poco de diversión…? Es solo una chica sin importancia… “¿Una chica sin importancia? ¿Estás seguro de lo que estás diciendo? ¿Te has puesto a pensar en la razón por la que elegiste precisamente a Paulina Urdangarín? ” refutó una vocecilla dentro de mis pensamientos, la cual por un instante me hizo plantearme por qué me bastó con un simple y casual contacto visual para elegirla. “Olvidas que es la mejor amiga de tu prima… ¿Cómo crees que le sentará enterarse que la enamoras? ¿Piensas que por ser su primo no te asesinara por burlarte de los sentimientos de su amiga?” resoplé con burlonamente… “No tendrá por qué enterarse… además, no pienso llegar más allá de lo establecido… a menos que lo deseé, pero dudo que eso llegue a ocurrir… para eso tendré que tomarme antes unos embellecedores por que en mis cinco sentidos me rebajaría a enamorarme de Paulina Urdangarín”. Flexioné los brazos, para posteriormente estirarlos, tratando de quitarme la pereza que traía encima… la biblioteca siempre ha estado entre mis sitios predilectos… la privacidad del lugar era ideal y propicio para el estudio… pero no para flirtear. Tomé el lapicero y abrí el libro de registros para apuntar mi nombre y la hora de ingreso a la biblioteca. Lo primero que tenía que hacer… atraer su atención… tratar de entablar conversación con algún tema de su interés… para pasarse todos los días encerrada entre cuatro paredes debía saberse cada punto y cada coma de las páginas de los libros. “No te alcanza con improvisar, el descaro, es parte de la diversión” me recordé con una sonrisa mientras echaba un vistazo en la sección de autores ilustres y reconocidos. El problema es que el descaro… la acabaría asustando… apuesto a que en su vida ha experimentado que un hombre la tome desprevenidamente de la cintura y la bese de una manera que la haga sucumbir a sus deseos más ocultos y al placer de ser besada. Enarqué una ceja con cierto interés cuando comencé a hojear las páginas de un tomo que traía la colección completa de las obras de Herman Hesse. Alcé la mirada recorriendo libro por libro mientras caminaba… T.S. Eliot… era una opción… William Shakespeare… Jane Austen… destacada novelista que ha cautivado el corazón de miles en el mundo con las novelas: Orgullo y Prejuicio y Sensatez y Sentimientos. Retomé mi camino tranquilamente con el libro en la mano cuando al doblar en una esquina la vi… subida en unas escaleras tratando de alcanzar los libros de hasta arriba… lo que sucedió a continuación me hizo actuar por instinto y sostenerla en el instante en que pisaba mal un escalón y resbalaba hacia atrás ahogando un grito. – Cuidado… – logré decir segundos después… una parte de mí comenzó a burlarse por la postura en la que la tenía sostenida… el brazo alrededor de su cintura y nuestros rostros a un palmo de tocarse… tal y como en esas películas viejas en la que los protagonistas están a punto de besarse… aunque la escena me recordaba más al final de la película “Enredados” cuando Rapunzel es quien sostiene a Flynn. Dejé de lado a esos pensamientos tan ridículos… – ¿Pudo haber sido una fea caída, sabes? – pregunté, al tiempo que me arrodillaba y recogía el libro que en su caída había volado por los aires. – ¿Estás segura que te encuentras bien? – volví a preguntar, esta vez con un tono de aparente preocupación… la cara de susto que tenía… me hacía pensar que tal vez lo más indicado sería sugerirle ir a la enfermería ¿quizás?. – Permíteme… – me ofrecí amablemente, después de recoger el libro en subirme en el primer escalón y colocarlo en su respectivo sitio, para luego bajarme. – Listo… – dije como quien acaba de cerrar un trato.


Última edición por ιzzy нale el Dom Ene 22, 2012 4:15 am, editado 2 veces
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Mensaje  ιzzy нale Vie Ene 20, 2012 1:27 am


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as: Helena Angelique Burke Bessette
● 17 años ; Junior ; The Geeks >> Club de Drama ;; Periódico Escolar
[ Con Chandler Van Comp ;; En la Universidad
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Desde el momento que puse un pie en esta isla, las cosas no habían dado paso a mejorar entre la situación por la que estaban atravesando William y Diana, y lo que más me angustiaba era ver a Henry al borde de una crisis nerviosa, por no saber que hacer. Henry, era demasiado impulsivo y la mayoría de las veces actuaba sin pensar en las consecuencias... por otro lado, Diana parecía cada vez más ausente… lejos de la realidad, como si una barrera invisible nos separara de su realidad, y de una realidad que se negaba afrontar y a superar. La muerte de mi abuela, sin duda fue un golpe terrible para todos nosotros… su ausencia había dejado un vacio en cada uno de nosotros, una herida que no sabía si con el tiempo sanaría… aunque al final las heridas lo único que dejan a su paso son solo cicatrices. Han pasado meses, desde que mi abuela nos abandonó y aunque el tiempo lo cura todo, aún no he encontrado la resignación que toda persona necesita para afrontar un golpe tan duro, como el de perder a una de las personas que más has amado en la vida. Por lo que trato de enfocarme en mis estudios, como medio de distracción para no pensar y de alguna manera olvidar todo lo que viví durante el verano y retomar mi vida con la mayor normalidad del mundo… pero, no era nada sencillo. Con todo lo que he estado viviendo las últimas semanas, apenas había tenido tiempo de adaptarme y recorrer las instalaciones de la Universidad… Henry, me acompañaba a mis clases y siempre que podíamos desayunábamos o almorzábamos juntos, incluso me había dibujado un mapa de la Universidad, el cual me ha sido de gran ayuda ahorrándome la vergüenza de tener que preguntar donde quedaba cada lugar en la Universidad, más que nada por que lo que menos deseaba era recibir consideraciones especiales por parte de las personas, solo por ser… nieta de un monarca, aunque en realidad jamás me he considerado especial ni mucho menos diferente al resto de las demás personas… un aspecto que aprendí y sobre todo siempre he admirado en mis padres, quiénes a fin de cuentas decidieron hacer una vida normal sin ninguna clase de complicaciones emocionales, naturalmente la decisión de mamá de vivir una vida tranquila, no le impidió dejar de lado ni mucho menos cumplir con sus obligaciones… Lástima que la felicidad que alguna vez existió entre ellos no fue suficiente como para seguir juntos, sin embargo, viendo el lado positivo de la situación… me alegraba el saber que eran felices, aunque no estuvieran juntos, como a Peter y a mí nos hubiera gustado. Eché ligeramente la cabeza hacia atrás, sacándome el casco de la cabeza y agitando suavemente mi mata de cabello rubio, sintiendo una suave y fresca brisa golpeando mi rostro. Inhalé y exhalé profundamente aspirando el aire, sintiendo como este llenaba mis pulmones. En el pueblo, se respiraba un ambiente de alegría y de expectación por la noche de Halloween… especialmente entre los niños quiénes eran los más entusiasmados con la idea de disfrazarse y salir a pedir dulces. Esbocé una pequeña sonrisa en mi rostro, aparcando la motocicleta afuera de los portales ubicados en la plaza principal. No había tenido oportunidad de conocer el pueblo… por lo que decidí aprovechar la oportunidad de ir al pueblo a buscar un disfraz para la fiesta de disfraces que se llevaría a cabo por la noche. Tras el incidente en la feria de las naciones… tanto mis padres, como Tim, mi Tío Charles, mi Tío Andrew y mi Tío Edward habían tomado sus propias medidas de seguridad… a todos y cada uno de mis primos nos habían asignado un guarura que estuviera con nosotros las 24 hrs del día… y aunque la idea no me agradara, comprendía su preocupación. En fin, Henry, me había echo el favor de prestarme su motocicleta… y a pesar de su insistencia por acompañarme, lo convencí de quedarse en la Universidad, teniendo en cuenta que se había ofrecido para formar parte del Comité de Organización de Eventos no quería que por mi culpa lo regañaran por faltar a sus obligaciones. Suspiré pesadamente, al tiempo que guardaba el casco en el cubículo interno del asiento, donde Henry siempre tenía guardado un casco de repuesto para algún pasajero. Sinceramente, no imaginarme la cara que pondría mamá si supiera que sé conducía esas cosas, como ella las llamaba. Negué suavemente con una sonrisa en mi rostro, mientras guardaba las llaves en mi bolso, para posteriormente echarme a caminar tranquilamente por la acera. No sin antes asegurarme y echar un vistazo por encima de mi hombro, que Reed, mi guarura no me estuviera siguiendo. Respiré aliviada, siguiendo con mi camino, deteniéndome de vez en cuando a observar los escaparates de los almacenes. Justo en ese momento a través de una de las vitrinas, observé al otro lado de la calle la silueta de una persona que me llamó mi atención al resultarme muy familiar. Pardeé varias veces seguidas, asegurándome que mis ojos no me estuvieran jugando una mala jugarreta… ¿qué posibilidades habría de que…? Giré mi rostro con asombro… Si, si… era él… me reafirme dentro de mis pensamientos, sintiendo de pronto una peculiar alegría. Caminé lentamente hasta él, aprovechando que se había detenido a observar un escaparate de la tienda de enfrente. – ¿Zac… Santana? ¿Eres tú? – pregunté con extraña curiosidad, posiblemente lo estaba confundiendo… o quizás no, la curiosidad por saber si era o no el muchacho alegre que había conocido hace tres veranos exactamente durante un viaje a Miami en el cual había acompañado a Henry; era algo que me estaba matando de la curiosidad.
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Mensaje  ιzzy нale Vie Ene 20, 2012 1:33 am


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Desde el momento que puse un pie en esta isla, las cosas no habían dado paso a mejorar entre la situación por la que estaban atravesando William y Diana, y lo que más me angustiaba era ver a Henry al borde de una crisis nerviosa, por no saber que hacer. Henry, era demasiado impulsivo y la mayoría de las veces actuaba sin pensar en las consecuencias... por otro lado, Diana parecía cada vez más ausente… lejos de la realidad, como si una barrera invisible nos separara de su realidad, y de una realidad que se negaba afrontar y a superar. La muerte de mi abuela, sin duda fue un golpe terrible para todos nosotros… su ausencia había dejado un vacio en cada uno de nosotros, una herida que no sabía si con el tiempo sanaría… aunque al final las heridas lo único que dejan a su paso son solo cicatrices. Han pasado meses, desde que mi abuela nos abandonó y aunque el tiempo lo cura todo, aún no he encontrado la resignación que toda persona necesita para afrontar un golpe tan duro, como el de perder a una de las personas que más has amado en la vida. Por lo que trato de enfocarme en mis estudios, como medio de distracción para no pensar y de alguna manera olvidar todo lo que viví durante el verano y retomar mi vida con la mayor normalidad del mundo… pero, no era nada sencillo. Con todo lo que he estado viviendo las últimas semanas, apenas había tenido tiempo de adaptarme y recorrer las instalaciones de la Universidad… Henry, me acompañaba a mis clases y siempre que podíamos desayunábamos o almorzábamos juntos, incluso me había dibujado un mapa de la Universidad, el cual me ha sido de gran ayuda ahorrándome la vergüenza de tener que preguntar donde quedaba cada lugar en la Universidad, más que nada por que lo que menos deseaba era recibir consideraciones especiales por parte de las personas, solo por ser… nieta de un monarca, aunque en realidad jamás me he considerado especial ni mucho menos diferente al resto de las demás personas… un aspecto que aprendí y sobre todo siempre he admirado en mis padres, quiénes a fin de cuentas decidieron hacer una vida normal sin ninguna clase de complicaciones emocionales, naturalmente la decisión de mamá de vivir una vida tranquila, no le impidió dejar de lado ni mucho menos cumplir con sus obligaciones… Lástima que la felicidad que alguna vez existió entre ellos no fue suficiente como para seguir juntos, sin embargo, viendo el lado positivo de la situación… me alegraba el saber que eran felices, aunque no estuvieran juntos, como a Peter y a mí nos hubiera gustado. Eché ligeramente la cabeza hacia atrás, sacándome el casco de la cabeza y agitando suavemente mi mata de cabello rubio, sintiendo una suave y fresca brisa golpeando mi rostro. Inhalé y exhalé profundamente aspirando el aire, sintiendo como este llenaba mis pulmones. En el pueblo, se respiraba un ambiente de alegría y de expectación por la noche de Halloween… especialmente entre los niños quiénes eran los más entusiasmados con la idea de disfrazarse y salir a pedir dulces. Esbocé una pequeña sonrisa en mi rostro, aparcando la motocicleta afuera de los portales ubicados en la plaza principal. No había tenido oportunidad de conocer el pueblo… por lo que decidí aprovechar la oportunidad de ir al pueblo a buscar un disfraz para la fiesta de disfraces que se llevaría a cabo por la noche. Tras el incidente en la feria de las naciones… tanto mis padres, como Tim, mi Tío Charles, mi Tío Andrew y mi Tío Edward habían tomado sus propias medidas de seguridad… a todos y cada uno de mis primos nos habían asignado un guarura que estuviera con nosotros las 24 hrs del día… y aunque la idea no me agradara, comprendía su preocupación. En fin, Henry, me había echo el favor de prestarme su motocicleta… y a pesar de su insistencia por acompañarme, lo convencí de quedarse en la Universidad, teniendo en cuenta que se había ofrecido para formar parte del Comité de Organización de Eventos no quería que por mi culpa lo regañaran por faltar a sus obligaciones. Suspiré pesadamente, al tiempo que guardaba el casco en el cubículo interno del asiento, donde Henry siempre tenía guardado un casco de repuesto para algún pasajero. Sinceramente, no imaginarme la cara que pondría mamá si supiera que sé conducía esas cosas, como ella las llamaba. Negué suavemente con una sonrisa en mi rostro, mientras guardaba las llaves en mi bolso, para posteriormente echarme a caminar tranquilamente por la acera. No sin antes asegurarme y echar un vistazo por encima de mi hombro, que Reed, mi guarura no me estuviera siguiendo. Respiré aliviada, siguiendo con mi camino, deteniéndome de vez en cuando a observar los escaparates de los almacenes. Justo en ese momento a través de una de las vitrinas, observé al otro lado de la calle la silueta de una persona que me llamó mi atención al resultarme muy familiar. Pardeé varias veces seguidas, asegurándome que mis ojos no me estuvieran jugando una mala jugarreta… ¿qué posibilidades habría de que…? Giré mi rostro con asombro… Si, si… era él… me reafirme dentro de mis pensamientos, sintiendo de pronto una peculiar alegría. Caminé lentamente hasta él, aprovechando que se había detenido a observar un escaparate de la tienda de enfrente. – ¿Zac… Santana? ¿Eres tú? – pregunté con extraña curiosidad, posiblemente lo estaba confundiendo… o quizás no, la curiosidad por saber si era o no el muchacho alegre que había conocido hace tres veranos exactamente durante un viaje a Miami en el cual había acompañado a Henry; era algo que me estaba matando de la curiosidad.


Última edición por ιzzy нale el Jue Ene 26, 2012 1:12 am, editado 1 vez
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Mensaje  ιzzy нale Sáb Ene 21, 2012 2:44 am


<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #097275; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Iker Urdangarín </div>
as: Iker Froilán Urdangarín Castle
● 18 años ; Senior ; The Misfits >> Fútbol ;; Club Glee
[ Con Rylee d'Aviano ;; En el pueblo ]


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“Vaya forma de iniciar el día…” musité para mis adentros, cuando el maldito teléfono móvil empezó a vibrar y a sonar contra la madera de la mesita de noche. Mantuve el rostro enterrado en la almohada deseando quedarme en cama por el resto del día, pero por desgracia sabía que aquello era algo imposible. Entreabrí un ojo con pesadez… los párpados me pesaban demasiado como para intentar abrirlos… no tardé ni medio segundo mantenerlo entreabierto cuando el párpado se me cerró sin el menor esfuerzo una vez que cesó aquel infernal ruido que me taladraba la cabeza. Una vocecilla dentro de mi cabeza, muy similar a la de Paulina, no hacía más que recriminarme y sermonearme como de costumbre. Hice un esfuerzo por conectar mis sentidos en un intento por recordar detalle a detalle la noche anterior… hasta el momento en que mi mente cobró vida propia llenándome de imágenes y de recuerdos… que me hicieron comprender el porqué me hallaba en uno de los dormitorios de mujeres. En algún momento de la madrugada recordaba haber pedido un taxi que llevara a Paulina y a Helena de vuelta al Instituto. Incluso recordaba vagamente a ese chico… ¿Fred? Ofreciéndose amablemente acompañarlas y dándome su palabra de que llegarían a salvo. El rostro y la mirada severa de mi propia hermana estaba a punto de convertirse en un mal recuerdo que esperaba quedara en el olvido. Lo primero que tenía que hacer era llamar a Paulina para que no de parte a las autoridades ni a nuestros padres de una supuesta desaparición. Sabía que un mensaje al igual que una llamada no sería razón suficiente para calmar los nervios y la preocupación de mi hermana. Conociéndola si no daba señales de vida al medio día era capaz de llamar al FBI o a la guardia costera para que iniciaran la búsqueda. A veces, Paulina puede ser demasiado extremista. Maldije mentalmente al tiempo que alargaba el brazo para tomar el teléfono móvil, el cual había vuelto a vibrar… desbloqué la pantalla y lo primero que visualicé fueron los mensajes texto. El primero hablaba de Ben… en cambio… el segundo mensaje me dejó de piedra… “El amor está en el aire…” enmarcaba con letras mayúsculas seguido de una fotografía en la que aparecía Bárbara visiblemente feliz con… ¿Aaron Kimball? El semblante somnoliento de hace unos minutos lentamente se tornó inexpresivo hasta ensombrecerse ante cada palabra, cada frase que decía el mensaje. Tuve que releer el texto un par de veces… como una medida de precaución para asegurarme que no era estúpida broma o que no se trataba de una alucinación provocada por el alcohol. Me negaba a creer que mi mejor amiga estuviera… involucrándose con ese sujeto. ¿Como es… posible que en la primera oportunidad se deje engatusar por cualquier idiota que le promete el sol, la luna y las estrellas…? Suspiré profundamente… “Contrólate… ya tendrán tiempo de hablar…” me dije con la intención de tranquilizarme. Primero que nada… tenía que medir mis palabras… no podía llegar y montarle un drama… lo cual no era mi estilo… segundo… Bárbara tendrá que darme una buena razón para no romperle la cara. De igual forma ya habría tiempo de averiguar que tan… “serias” son las intenciones de ese tipo. Mantuve la mirada clavada en un punto inexistente… Ashley se encontraba en el cuarto de baño refrescándose… el sonido del agua cayendo indicaba que estaba en la ducha. La experiencia de la noche anterior me hizo sonreír de una manera inusual cuando noté las prendas botadas en el suelo. Todo comenzó como un reto… no habíamos podido resistirnos a comenzar el habitual juego de miradas y pasar a la siguiente base. ¿A qué hora fue que llegamos al Instituto? Ni idea… lo único que recordaba era la urgencia que teníamos de llegar al dormitorio. Realmente no era la clase de hombre que controlaba sus impulsos. – El cuarto de baño es genial, Iker. Deberías ver esto – gritó Ashley. Entonces, salió del cuarto de baño ataviada con una toalla alrededor de su cuerpo. – ¿Estás enfadado? – Enarqué una ceja saliendo a la superficie del estado de ensimismamiento en el que me encontraba. Tardé un instante en darme cuenta de lo que implicaban sus palabras; a esta hora todos en el Instituto y en la Universidad debían estar al tanto del floreciente romance. – No – repliqué con rotundidad. La convicción de mis palabras la dejaron sin nada más que argumentar... no iba a hablar de un tema que estaba dispuesto a evadir. Ashley avanzó hacia mí sin hacer ningún otro comentario… lo que me permitió observarla detenidamente. Ella, tal vez presintiendo la dirección de los pensamientos que estaba teniendo, entrelazó nuestras manos dedicándome una mirada que solo podía significar una cosa. – ¿Seguro que no quieres que te muestre la ducha? Caben como seis personas ahí dentro, Iker… – Yo lo único que necesitaban eran dos.
Una hora más tarde abandoné el Instituto… en mi opinión, el clima era uno de los atractivos turísticos de la isla… el sol muy pocas veces se vislumbraba en el horizonte, un fenómeno natural bastante extraño tratándose de un clima tropical... con una temperatura templada... lo bastante acorde para disfrutar de este tipo de días. Este lugar era el sitio perfecto para vacacionar y liberarse de las tensiones de la gran ciudad… aunque si estás acostumbrado a un ritmo de vida ajetreado como el de la ciudad de Nueva York… viajar año tras año a la isla tenía sus privilegios… Inhalé y exhalé profundamente haciendo un par de flexiones para recuperarme mientras observaba el horizonte… si quería mantener el rendimiento para conservar el lugar dentro del equipo de Fútbol debía estar en condiciones para mostrar el desempeño adecuado en la cancha… No era el único que acudía a la playa a trotar todas las mañanas… generalmente coincidía con Giuliana… nos saludábamos por mera cordialidad para luego cada quien retomar su camino. Tenía entendido que estaba en el equipo de atletismo de la ciudad… en sí, jamás nos hemos detenido a entablar conversación… a pesar de tener una expresión amargada en el rostro, parece buena chica. Troté por veinte minutos más… hasta que empezó a llover… moví un poco la muñeca para ver la hora… el reloj marcaba justo las 12:30 y para variar mi organismo pedía a gritos a saltar el restaurante más cercano. Flexioné el brazo para secarme el sudor de la frente con la manga de la sudadera y cubrirme con el gorro… saqué el teléfono móvil del bolsillo interno de pantalón del pants y observé que tenía un mensaje de texto de Bárbara… lo que me hizo recordar nuevamente aquel asunto del romance… Busqué su número en favoritos y oprimí la tecla para llamarla... esperé a que diera tres timbrazos hasta que me mandó al buzón. Tecleé una respuesta diciéndole en donde me encontraba, pero que si quería podíamos vernos en un rato para comer juntos. Teníamos mucho de que hablar. No toqué el tema en el mensaje por que esperaba que Barbie tuviera la confianza de decírmelo sin tener que insinuarlo. Una vez que se envió el mensaje guardé el teléfono en el bolsillo de la sudadera… apenas había cruzado la calle para entrar al establecimiento más cercano cuando me topé con una cabellera castaña que no me costó en lo absoluto identificar… – ¡Eh, Rylee! – grité, para llamar su atención cuando salía de un establecimiento. Acudí a su encuentro y extendí los brazos para poder estrecharla fuertemente por detrás y así poder mirarle de perfil con una sonrisa en el rostro que me permitió notar sus mejillas sonrojadas. La amistad que manteníamos venía de tiempo atrás… según me ha contado papá… su papá fue el único miembro de la realeza con el que mantuvo contacto por tratarse de su mejor amigo y por ser una de las personas que lo apoyó incondicionalmente cuando renunció a su título para casarse con mamá. Aunque, la relación que mantuvimos de niños fue… turbulenta… entiéndase que era un niño extremadamente travieso y Rylee siempre fue víctima de las bromas inocentes que solía gastarle… el tiempo hizo lo suyo y ahora teníamos una gran amistad. ¿Qué acaso no vas a tener la decencia de saludarme por lo menos? – pregunté inocentemente, antes de separarme y hundir las manos dentro de los bolsillos de la sudadera para poder observarle mejor. Realmente se veía muy linda el día de hoy, con ese brillo especial que poseía su mirada… hechizaba a cualquiera. Para algunos sonaría un pensamiento absurdo, pero mantenía la esperanza de que Rylee aceptara salir conmigo algún día. Como dicen… la esperanza es lo último que muere.
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Mensaje  ιzzy нale Sáb Ene 21, 2012 11:21 pm

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as: Helena Angelique Burke Bessette
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<center><div style="width: 500px; height: 252px; background-image:url(https://2img.net/h/i1190.photobucket.com/albums/z441/harley_quinn8/Emma%20Watson/tumblr_lrhk4e6B1L1qm017o1.gif);"></div></center>
Todo parecía indicar que más de uno en este lugar tenía alguna anécdota o algo nuevo que contar de lo vivido la noche anterior en la fiesta de bienvenida. Pero la cuestión es… ¿qué tenía de divertido alcoholizarse hasta perder la conciencia y no tener sentido de la orientación…? No necesariamente tenías que ingerir bebidas alcohólicas para buscar un poco de diversión ¿verdad…? El punto es que… si vas a beber… debes hacerlo con medida y no en exceso. Después de leer aquel mensaje en el que Ben se había dejado llevar por los excesos de la bebida… me hizo plantearme la posibilidad de proponer como tema el consumo excesivo de alcohol para la columna de salud del periódico escolar. Como una manera de concientizar a toda la población estudiantil… pero, claro… eran pocos aquellos que realmente tomaban “conciencia” en este tipo de situaciones. Lo interesante de colaborar en el periódico escolar es que todos estábamos abiertos a escuchar las opiniones de los demás… convirtiéndolo en la actividad extracurricular idónea si lo que buscas es expresar tú opinión referente temas de actualidad. He ahí la razón por la que me la pasaba día y noche buscando e investigando temas innovadores que pudieran abordarse en el periódico escolar. Escribir, era una de mis más grandes pasiones, además del Teatro… amaba el Teatro tanto como mamá… y la mayor ilusión que tenía hasta el momento era seguir el mismo camino que mamá. Debo confesar que cuando mamá tomó la decisión de retirarse de los escenarios fue un hecho que causó pesar a sus compañeros y a todos aquellos con los que mamá tuvo la oportunidad de trabajar. Nosotros éramos los únicos en aquel entonces que conocíamos el verdadero motivo por el que mamá había llegado a la conclusión de retirarse y qué más tarde dio a conocer en una rueda de prensa. Creo que jamás en toda mi vida podré olvidar aquellas palabras. “En este momento de mí vida, he tomado la determinación de cumplir ciegamente la promesa que le he hecho a mis hijos… a mí familia… que es la de dedicarme a ellos en cuerpo y alma”. Lo cierto es que, mamá nunca, en ningún momento de su vida faltó a su promesa... ni papá ni mamá eran capaces de faltar a sus promesas y eso me hacía admirarlos como a nada en el mundo. En más de una ocasión, me he visto envuelta por la inseguridad y la indecisión a la hora de afrontar las cosas… por miedo a no saber si estoy haciendo lo correcto… temía decepcionarlos. Aunque, papá y mamá siempre me han dicho que nunca podría llegar a defraudarlos… la sola idea me mataría por que sé que no podría lidiar con la decepción de mis padres. Suspiré profundamente, mientras avanzaba entre los estantes de la biblioteca de la universidad… con la esperanza de encontrar la inspiración que necesitaba para poder escribir en la sección de cultura. La compañía de Alphonse siempre lograba tranquilizarme… a su lado, sabía que nada podía pasarme… todo iba bien hasta que llegaron sus amigos… había algo en ellos que no me cuadraba y me hacía mirarlos con desconfianza… había uno que no paraba de mirarme de manera extraña, por eso siempre me aferraba al brazo de Alphonse cuando me sentía incómoda… una señal que mi primo sabía leer a la perfección para alejarme de ellos. La noche transcurrió tranquilamente… hasta que me salí de la discoteca y decidí dar un ameno paseo por la costera con un café en mano, hasta que me topé con el hermano de Pau, pidiéndome que me regresara con Pau al instituto. Después de eso, volvimos a Genux nos montó en un taxi a Pau, Fred y a mí y nos mandó de vuelta al instituto como a eso de las 5:00 am. Por otro lado, me sentía molesta con mi hermano… en toda la noche no había tenido noticia de donde se encontraba… el con quién se encontraba… era un detalle irrelevante que no me interesaba. Debía imaginar que había pasado la noche con alguna mujer que formaba parte de su larga lista de conquistas. A veces, deseaba que Ted dejara de lado aquella faceta de su vida… ¿a quien engaño? la idea en sí, ya era tan imposible que no podía evitar preocuparme por él. Incluso le había dejado varios mensajes de voz y aún así seguía sin tener noticias suyas. Hubo un momento en el que me vi tentada de ir a buscarlo a la Fraternidad, pero no quería toparme con una imagen perturbadora que me traumatizara por el resto de mí vida. Como hermana, era celosa… y no me costaba para nada reconocerlo… quería a Ted como a nada en el mundo, era mi mejor amigo y temía que alguien me arrebatara el lugar que tengo en su corazón. Ahogué un suspiro… haciendo un esfuerzo por mantener la concentración y no dejarme nublar por la preocupación. En aquel momento, una sonrisa iluminó mi rostro… “Claro, ¿por qué no lo pensé antes?” pensé mientras me encaminaba a la sección de autores. Observé todos y cada uno de los libros con una ilusión que me fue imposible de contener… lo tenía… “Imaginantes, una pausa para la imaginación” cité mentalmente con una sonrisa en los labios, mientras tomaba del rincón más olvidado del librero una de las obras más destacadas de Arthur Koestler, “La Escritura Invisible”. Eché a volar mi imaginación mientras me sumergía en los primeros párrafos… sin embargo, la sensación de sentirme observada… hizo que apartara la mirada del libro que sostenía en las manos y me encontrara de frente con la silueta de un chico a escasos metros de donde me encontraba. Abrí los ojos de par en par… paralizándome de pies a cabeza por haber sido descubierta ilegalmente en la biblioteca de la Universidad. No sabía si a los estudiantes del instituto les estaba o no permitido acceder a las instalaciones de la universidad, pero aún así decidí correr el riesgo de aventurarme a echar un vistazo… Si de alguien era la culpa era de Alphonse… no, en realidad, era más bien culpa mía… por el deseo de saciar mi curiosidad de conocer y recorrer la biblioteca de la universidad. Tomé una honda bocanada de aire… tratando de encontrar las palabras adecuadas que explicaran el motivo por el que me encontraba aquí… – Yo… lo lamento… no… no tenía idea si a los estudiantes del instituto les está o no permitida la entrada… – mascullé, mientras trataba de normalizar los latidos de mi corazón respirando profundamente. – No es mi intención causar problemas… – le hice saber, antes de que pensara algo que le diera motivos para reportarme. – De todas maneras… ya me iba… – apunté, haciendo un gesto con la mano con la que sostenía el libro y le sonreía nerviosamente.


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Mensaje  ιzzy нale Sáb Ene 21, 2012 11:39 pm

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<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #776961; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Marianne Harris</div>
as: Marianne Rosalie Harris Brandon
● 18 años ; Senior ; The Geeks >> Consejo Estudiantil ;; Natación
[ Con John Windsor ;; En la cafetería
]
</center>
<center><div style="width: 500px; height: 174px; background-image:url(http://media.tumblr.com/tumblr_lxuydjOm4v1qanpzp.gif);"></div></center>
Desde el momento que puse un pie en esta isla, las cosas no habían dado paso a mejorar entre la situación por la que estaban atravesando William y Diana, y lo que más me angustiaba era ver a Henry al borde de una crisis nerviosa, por no saber que hacer. Henry, era demasiado impulsivo y la mayoría de las veces actuaba sin pensar en las consecuencias... por otro lado, Diana parecía cada vez más ausente… lejos de la realidad, como si una barrera invisible nos separara de su realidad, y de una realidad que se negaba afrontar y a superar. La muerte de mi abuela, sin duda fue un golpe terrible para todos nosotros… su ausencia había dejado un vacio en cada uno de nosotros, una herida que no sabía si con el tiempo sanaría… aunque al final las heridas lo único que dejan a su paso son solo cicatrices. Han pasado meses, desde que mi abuela nos abandonó y aunque el tiempo lo cura todo, aún no he encontrado la resignación que toda persona necesita para afrontar un golpe tan duro, como el de perder a una de las personas que más has amado en la vida. Por lo que trato de enfocarme en mis estudios, como medio de distracción para no pensar y de alguna manera olvidar todo lo que viví durante el verano y retomar mi vida con la mayor normalidad del mundo… pero, no era nada sencillo. Con todo lo que he estado viviendo las últimas semanas, apenas había tenido tiempo de adaptarme y recorrer las instalaciones de la Universidad… Henry, me acompañaba a mis clases y siempre que podíamos desayunábamos o almorzábamos juntos, incluso me había dibujado un mapa de la Universidad, el cual me ha sido de gran ayuda ahorrándome la vergüenza de tener que preguntar donde quedaba cada lugar en la Universidad, más que nada por que lo que menos deseaba era recibir consideraciones especiales por parte de las personas, solo por ser… nieta de un monarca, aunque en realidad jamás me he considerado especial ni mucho menos diferente al resto de las demás personas… un aspecto que aprendí y sobre todo siempre he admirado en mis padres, quiénes a fin de cuentas decidieron hacer una vida normal sin ninguna clase de complicaciones emocionales, naturalmente la decisión de mamá de vivir una vida tranquila, no le impidió dejar de lado ni mucho menos cumplir con sus obligaciones… Lástima que la felicidad que alguna vez existió entre ellos no fue suficiente como para seguir juntos, sin embargo, viendo el lado positivo de la situación… me alegraba el saber que eran felices, aunque no estuvieran juntos, como a Peter y a mí nos hubiera gustado. Eché ligeramente la cabeza hacia atrás, sacándome el casco de la cabeza y agitando suavemente mi mata de cabello rubio, sintiendo una suave y fresca brisa golpeando mi rostro. Inhalé y exhalé profundamente aspirando el aire, sintiendo como este llenaba mis pulmones. En el pueblo, se respiraba un ambiente de alegría y de expectación por la noche de Halloween… especialmente entre los niños quiénes eran los más entusiasmados con la idea de disfrazarse y salir a pedir dulces. Esbocé una pequeña sonrisa en mi rostro, aparcando la motocicleta afuera de los portales ubicados en la plaza principal. No había tenido oportunidad de conocer el pueblo… por lo que decidí aprovechar la oportunidad de ir al pueblo a buscar un disfraz para la fiesta de disfraces que se llevaría a cabo por la noche. Tras el incidente en la feria de las naciones… tanto mis padres, como Tim, mi Tío Charles, mi Tío Andrew y mi Tío Edward habían tomado sus propias medidas de seguridad… a todos y cada uno de mis primos nos habían asignado un guarura que estuviera con nosotros las 24 hrs del día… y aunque la idea no me agradara, comprendía su preocupación. En fin, Henry, me había echo el favor de prestarme su motocicleta… y a pesar de su insistencia por acompañarme, lo convencí de quedarse en la Universidad, teniendo en cuenta que se había ofrecido para formar parte del Comité de Organización de Eventos no quería que por mi culpa lo regañaran por faltar a sus obligaciones. Suspiré pesadamente, al tiempo que guardaba el casco en el cubículo interno del asiento, donde Henry siempre tenía guardado un casco de repuesto para algún pasajero. Sinceramente, no imaginarme la cara que pondría mamá si supiera que sé conducía esas cosas, como ella las llamaba. Negué suavemente con una sonrisa en mi rostro, mientras guardaba las llaves en mi bolso, para posteriormente echarme a caminar tranquilamente por la acera. No sin antes asegurarme y echar un vistazo por encima de mi hombro, que Reed, mi guarura no me estuviera siguiendo. Respiré aliviada, siguiendo con mi camino, deteniéndome de vez en cuando a observar los escaparates de los almacenes. Justo en ese momento a través de una de las vitrinas, observé al otro lado de la calle la silueta de una persona que me llamó mi atención al resultarme muy familiar. Pardeé varias veces seguidas, asegurándome que mis ojos no me estuvieran jugando una mala jugarreta… ¿qué posibilidades habría de que…? Giré mi rostro con asombro… Si, si… era él… me reafirme dentro de mis pensamientos, sintiendo de pronto una peculiar alegría. Caminé lentamente hasta él, aprovechando que se había detenido a observar un escaparate de la tienda de enfrente. – ¿Zac… Santana? ¿Eres tú? – pregunté con extraña curiosidad, posiblemente lo estaba confundiendo… o quizás no, la curiosidad por saber si era o no el muchacho alegre que había conocido hace tres veranos exactamente durante un viaje a Miami en el cual había acompañado a Henry; era algo que me estaba matando de la curiosidad.


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Mensaje  ιzzy нale Lun Ene 23, 2012 4:08 am

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<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 44px; line-height: 0%;font-face: bold; color: darkred; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Roger Phillips</div>
as: Roger Kenneth Phillips Kelly
● 18 años ; Senior ; The Newbies >> Fútbol ;; Natación
[ Con Natalia Luzzatto ;; En los pasillos
]
</center>
<center><div style="width: 500px; height: 282px; background-image:url(http://media.tumblr.com/tumblr_lxk6n0RqiA1r0jlf1.gif);"></div></center>
Por extraño que parezca… este verano ha sido uno de los más interesantes que he tenido hasta ahora… además de ser uno de los más inusuales. La vida que teníamos en Montreal es relativamente tranquila… lo que implica que no haya nada nuevo que contar, si lo vez desde esa perspectiva… la clásica ambigüedad que empleaba como respuesta siempre que mamá preguntaba: ¿qué tal estuvo día, hijo…? Después de todo, ella no tenía la culpa de que su hijo fuera considerado un vago problemático que no tiene nada mejor que hacer que causar problemas a la sociedad civil… o eso era lo que solía decir el subdirector de la escuela pública a la que asistía cada vez que visitaba la oficina del director. Lo cierto es que, no era ningún bravucón busca pleitos… tan solo eran las circunstancias en las que ocasionalmente me veía envuelto. El viaje a Roma fue tan inesperado que aún me mostraba escéptico ante la idea de haber experimentado la aventura de conocer Europa… mamá se mataba trabajando como auxiliar de vuelo para poder mantenernos y sacarnos adelante a Savannah y a mí. Una situación que siempre ha sido así desde que tengo memoria. ¿Qué podía esperar de un hombre como mi padre… un hombre que no enseña nada… un hombre que en la primera oportunidad abandonó a su familia…? No tenía ningún recuerdo de suyo y esperaba que siguiera siendo así. Hasta hace poco nos enteramos que el hombre que se dice ser mi padre dio señales de vida… lo supe por la cara de mi madre después de contestar el teléfono… su rostro era un mar de sentimientos y emociones encontradas. Lo peor fue que después de aquel suceso noté a mi madre… extraña. Cuando trataba de preguntarle que era lo que había pasado rápidamente me cambiaba el tema para mi desconcierto. Por esa razón, me sentía responsable del bienestar de mi familia… tenía la obligación de protegerla… de contribuir… y de esa manera poder ayudar a mi madre con los gastos de la casa. No me importaba que fuera dinero mal habido… siempre y cuando me pagaran por los servicios que prestaba, un trabajo que muy pocos son capaces de hacer, seguiría haciéndolo. A veces, la vida requiere de sacrificios y riesgos para poder sobrevivir. Siempre y cuando mantuviera las mismas precauciones.
Lo más interesante de aquel viaje a Roma fue el encuentro que tuve con Marisol de los Santos. Debí suponerlo la primera vez que la vi en la fuente de Trevi… que una chica como ella… debía ser alguien importante… un detalle que pasó inadvertido hasta después de ver la manera en que la recibieron en el hotel en el que se hospedaba. No hicimos más que poner un pie en la recepción… cuando aparecieron los matones que tenía por guarda espaldas llevándosela sin darle tiempo de respirar para después pedirme que me retirara. Consciente de que no volvería a encontrarme con la chica que conocí en la fuente de Trevi… acepté un trabajo como valet parking en uno de los restaurantes más lujosos de la ciudad… la paga era excelente… por lo que no pude negarme. El problema es que nunca imaginé volver a reencontrarme con su alteza real en aquel lugar. No tenía la menor duda de que este verano ha sido uno de los más bizarros de toda mi vida. Semanas después de volver a Montreal, nos encontramos con la noticia de que a Savannah y a mí nos habían otorgado una beca para estudiar en el extranjero en uno de los institutos más prestigiosos. Savannah que, con su sed de superarse así misma para poder salir adelante no dudó en aceptar la beca para asistir a la universidad… al aceptar mi hermana la beca sabía que no podía dejar que se fuera sola a un lugar extraño… por lo que no me quedó más remedio que aceptar la beca que me ofrecían. La primera semana en este lugar… no había resultado tan mala como yo creía… al menos hasta ahora. Solo que todo parece indicar que el destino tiene algo en mi contra por que da la casualidad que su alteza… también acude al instituto. Una situación que tomaba con comicidad, a diferencia de Marisol que no parecía alegrarse. ¿Esperabas que te recibiera como si nada después de la vergüenza que le hiciste pasar…? me dije con absurda ironía, mientras abría la puerta del casillero para sacar unos libros de los cuales había olvidado que tenía tarea que entregar para el lunes.
Ayer por la noche hubo una fiesta de bienvenida a la que había decidido no asistir para no faltar a mi primer día como mesero en una cafetería del pueblo; un empleo de medio tiempo que había cuadrado con el horario para que no interfiriera con las actividades, trabajaría los viernes después de clases, sábados y domingos. “Parece ser que la fiesta sería un tema que estaría en boca de todos durante algún tiempo…” me burlé, cuando una vocecilla me sacó de mis pensamientos… una voz que casualmente no oía desde hace semanas. Giré el rostro con una evidente mezcla de extrañeza y sorpresa reflejada en la mirada al ver la figura irreconocible de… – ¿Natalia? – pronuncié su nombre como si no pudiera dar por hecho que estuviera aquí. ¿Es enserio…? Maldita sea… si sigo así… acabaré en una institución mental. No puede ser que las casualidades existan… si esto se trataba de una puta señal ahora mismo era capaz de abordar el primer barco para largarme de cazafortunas a las Vegas o a Montecarlo. Ahogué la carcajada, al tiempo que negaba. – Perdona, es que… realmente no puedo creer que estés aquí… – reconocí, desde mi posición mientras sostenía la puerta del casillero. – ¿Sabes? el papel de indignada no te queda… me haces sentir ofendido. Después del tiempo que compartimos en Roma… ¿Cómo se te ocurre pensar que te ignoraría…? – Por favor, que a la primera impresión hubiera querido asesinarme, era punto y aparte. Por suerte, unos tragos siempre liman las perezas y los rencores entre dos personas desconocidas que acaban finalmente por simpatizarse. – Tal vez, tienes razón... te juro que nunca en mi sano juicio imaginé encontrarme contigo; debo estar maldito. – bromeé, mientras guardaba los libros en mi mochila, para posteriormente cerrar el casillero. – De mierda… – admití, sin tapujos mientras caminábamos… – Pero no me quejo… – le hice saber. Viendo a la clase de estudiantes que hay en este lugar ninguno sobreviviría más de cinco minutos en una escuela pública… en donde la ley de supervivencia, la ley del más fuerte prevalece mientras que la del débil desfallece. – Sé sincera… ¿crees que encajaría en su círculo social…? O ¿Acaso tengo tatuado en la frente que busco amistades? No, Lia… – La verdad me daba igual… hacer amistades no era una prioridad, al menos no para mí, no cuando en mi vida existen otras prioridades que debía atender. – ¿Y, tú? no me saldrás ahora que tú tampoco has hecho amistad ¿verdad? Venga, si eres todo un estuche de monerías. – dije en un intento por bromear.
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Mensaje  ιzzy нale Miér Ene 25, 2012 3:31 am

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<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 44px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #933b39; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Claire Burton </div>
as: Claire Nell Burton Everglot
● 19 años ; Universitaria - Campus ; The Newbies ; Facultad de Arte ; Primer año de Bellas Artes >> Club de Drama ;; Club Glee
[ Con Alex Gilmore ;; En los pasillos de la Universidad ]


<center><div style="width: 500px; height: 242px; background-image:url(https://2img.net/h/i1190.photobucket.com/albums/z441/harley_quinn8/Karen%20Gillan/tumblr_lujbvy8qgj1r0l0ib1.gif);"></div></center>
Esta mañana al despertar no me extraño darme cuenta que la cama de mi compañera de habitación se encontraba intacta; era de suponerse que más de uno amanecería en el sitio menos imaginado. Lo que si me sorprendió fue encontrar una nota encima de la mesita de noche dirigida a mí… al leerla no pude evitar arrugar el ceño al tratarse de una nota de mi compañera pidiéndome que la cubriera en caso de que fueran a buscarla. “¿Tenía remedio?” me pregunté absurdamente, al tiempo que rompía la nota por la mitad y terminaba por arrojar los trozos al bote de la basura. “No, supongo que no…” me respondí monótonamente mientras abría las cortinas para que le entrara un poco de claridad a la habitación. Por alguna extraña razón, el clima de este lugar me hace recordar frecuentemente al peculiar clima de londinense. La única diferencia es que el clima de Londres excesivamente lluvioso. Entorné la mirada inspeccionando las nubes grises en el horizonte. A este paso la isla podría competir el clima de allá. Hice un gesto involuntario con la cabeza, mientras terminaba de arreglar el… “pequeño” desorden que tenía a mí alrededor; a penas ha transcurrido una semana desde que llegamos a la isla y ya echaba de menos mi querido Londres. Empiezo a darle la razón a papá al decir que me parezco mucho más de lo que podría imaginarme a mamá. Terminé de doblar y guardar la ropa en el clóset y en los cajones… para luego dejar el cesto de la ropa en el cuarto de baño. “Nota mental… darme una vuelta por el instituto y preguntarle a Gabbie si tiene ropa que enviar a la lavandería”. Eché un último vistazo a mí alrededor asegurándome de no haber olvidado nada… para luego cerrar la puerta suavemente a mis espaldas y encaminarme hacia la cafetería mientras revisaba los mensajes en el teléfono móvil. Borré los mensajes sin darle la menor importancia a lo que decían. Empiezo a creer que la persona que se dedica a escribir esta clase de estupideces no tiene nada mejor que hacer que ir por ahí ventilando la vida de las personas. No le veo sentido enterarse de lo que hagan o dejen de hacer los demás. Por otro lado, a diferencia de los demás… recordaba muy bien la noche anterior. Era poca la gente sensata y razonable en la facultad (algo irrelevantemente extraño para variar) siempre he estado consciente que como hermana mayor… debo mostrarme más prudente y responsable en cuanto a las cosas. Pero el hecho de ser responsable… no implica arruinarle el momento y la oportunidad de pasar un rato agradable a mi hermana en compañía de sus amigos. No sé si era la manera más correcta de decirlo… pero a mí en lo personal me gustaba verlo de esa forma. Por esa razón, le había pedido a Gabbie que me mandara mensaje cuando deseara volver al instituto. Claro, siempre y cuando no sobrepasara el límite. Guardé el teléfono móvil en el bolso y al alzar la mirada distraídamente para ver por donde caminaba, me topé de frente con la habitual y despreocupada sonrisa de cierto castaño que después de anoche no volví a verle el pelo por haberse ido con aquella rubia hasta ahora. Le devolví la sonrisa solo que en esta ocasión fue una sonrisa más vaga… – Vaya, pero miren a quien tenemos aquí, por lo que veo te soltaron temprano... – dije a modo de saludo una vez que lo tuve frente a mí para revolverle el cabello graciosamente de manera amistosa. Al verlo a los ojos no pude evitar sonreír de una forma única… como cuando te acuerdas de haber echo alguna maldad. Pero la mirada de incredulidad por parte de Alex ante mi idea de que se lanzara con aquella rubia que no dejó de comérselo con la mirada, seguro que aún era un aspecto de mí que le extrañaba. Teniendo en cuenta que yo no era así. – Por suerte, normal… – dije tras suspirar largamente y cruzarme de brazos con la mayor tranquilidad del mundo. – Luego de que te fuiste con tu... “flamante” acompañante me quedé un rato más hasta que recibí un mensaje de Gabbie diciéndome que ya quería irse – añadí, dándole un énfasis despectivo a la palabra flamante. – Y… bueno… ya vez… – dije con movimiento de hombros y a la vez como queriéndole decir que no había pasado nada interesante. – Si, claro… – solté una pequeña risa genuina mientras acomodaba distraídamente un mechón de cabello detrás de mi oreja. – Pero que te quede claro que eso no cambia nada mi manera de pensar... – dije a modo de advertencia. No era nada agradable saber que tú mejor amigo trataba a las mujeres como objeto de diversión. Muy pocas personas saben realmente lo que se siente que jueguen con tus sentimientos y yo era una de ellas. – Por eso no me quedó más remedio que dejarte ir o a esa chica acabarían por salírsele los ojos por la manera en que te miraba – respondí con una pequeña sonrisa. ¿Alguien tenía que compadecerse de esa pobre mujer, no? Además, tenía la certeza de que disfrutaría más de la compañía de esa chica que a la de su desabrida amiga. – En fin, por la cara que traes supongo que todo resultó… bien ¿no es verdad, tigre? – me aventuré a decir. Por que si alguien carecía de tacto y de sensibilidad para con las mujeres… ese era Alex.
</center>


Última edición por ιzzy нale el Miér Feb 01, 2012 4:20 am, editado 2 veces
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Mensaje  ιzzy нale Miér Ene 25, 2012 6:48 pm

Mierda pensé para mi y me pare en seco en medio de la escalera. Me había dejado algo importante en la habitación del chico con el que había pasado la noche. Una noche de la que no recuerdo nada más que haberme despertado con ese chico del que ni siquiera sé su nombre. Espero que él tampoco se acuerde de nada, porque no quisiera que fuera persiguiendome. Lo bueno era que yo vivia en el internado y el en la universidad. El problema es que yo venía por aquí algunas veces. No pasaba nada. Me di medía vuelta para ir a por mi ropa interior. Con las prisas de salir corriendo y de no despertarlo, me había olvidado de mis cosas. Abrí la puerta sigilosamente, entre intentando hacer el menor ruido posible. Me quede mirando al chico. La verdad es que no estaba nada mal, pero era mejor así. Sali tal cual había entrado. Baje de nuevo las escaleras intentando recordar que había hecho anoche. Aunque todo parecía resumirser en bebiste, bailaste, ligaste con algun chico mientras esperabas a Ben y luego pues ya sabes como termino todo. En realidad no sabía como había terminado nada, porque no sabía si había hecho algo o por el contrario ibamos tan borrachos que nos quedamos dormirdos. En fin, eso lo sabré a menos que el chico me reconozca y me cuente lo que paso esa noche.
Me di cuenta que llevaba mi ropa interior todavía en la mano y estaba apunto de salir por la puerta. Me apresure a meterla en el bolso como pude. Nota mental, llevar un bolso gigantesco por si me vuelve a ocurrir esto Yo no era de las que hacian esto muy a menudo, porque no me salía. Mucha gente pensaba que si, pero bueno me daba igual lo que pensaran, mientras mis amigas supieran que eso no era cierto me sobraba. Sin embargo, era la primera fiesta y tenia que empezarla como se debía. Abrí la puerta despacio, a la vez que miraba mi bolso porque el movil estaba sonando y por no mirar a donde debía me acabe chocando con alguien...- se puede saber...- no termine la frase al ver a Caden delante de mi... la frase hubiera acabado con a donde ibas mirando idiota. Le hubiera dicho eso aun sabiendo que era mi culpa...Lo mire de nuevo y sonreí... ¿por qué me habia tenido que encontrar con alguien conocido?...- vine a buscarte y no estabas...- dije por si colaba, pero su cara me decia que no, que nada de lo que dijera se lo iba a creer, mas cuando llevaba ropa de fiesta. En fin... volví a sonreir y me encogi de hombros...- no cuela ¿verdad?...- dije divertida, aunque un poco avergonzada por la situacion...- digamos que este lugar es muy acogedor... dejemoslo ahí...- no quería darle más importancia, porque no la tenía - anoche no te vi por la discoteca... tampoco es que me acuerde mucho de a quien vi y no vi...- le expliqué cosa que era completamente cierta. Yo cuando me emborracho no me acuerdo de nada ni de nadia... unas veces eso es bueno y otras eso es malo... pero bueno era así...- oye qué tal si me invitas a desayunar...- si me estaba muriendo de hambre y mi estomago me estaba poniendo más que en evidencia... algo que he heredado de papa ambos siempre estamos hambrientos...- y me cuentas que hace tiempo que no hablamos...- la escusa perfecta de ponerse al día.


Última edición por ιzzy нale el Jue Ene 26, 2012 2:24 am, editado 1 vez
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Mensaje  ιzzy нale Jue Ene 26, 2012 12:48 am

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<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 44px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #a98870; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Caden Hudson </div>
as: Caden Anthony Hudson Phillips
● 19 años ; Universitario - Alpha Tau Kappa ; The Charming Boys ; Facultad de Humanidades ; Primer año de Publicidad y Relaciones Públicas >> Baloncesto ;; Esgrima
[ Con Fiona Rasmussen ; En la entrada de la Fraternidad ]


<center><div style="width: 500px; height: 247px; background-image:url(http://25.media.tumblr.com/tumblr_lldq35Ic8E1qzga5ro1_500.gif);"></div></center>
Decir que me sentía complacida/contenta con la noticia de que a mamá le habían ofrecido un empleo en la comisaría de la ciudad de Konstanz, nos hacía sentir más tranquilos a todos, especialmente a papá, que nunca ha estado de acuerdo con su profesión. En más de una ocasión, podría decirse que han tenido sus diferencias respecto al tema… y ahora que mamá se decidió por viajar con nosotros papá tenía otro semblante, por lo mismo de que tenerla cerca lo hacía sentirse mucho más tranquilo. Si, sabía que mamá echaría de menos la vida en Londres. Después de todo, Londres es de esas ciudades que con solo visitarla te enamora hasta la médula con su esencia. Pero, la isla le traía grandes recuerdos inolvidables a mamá, siendo este el sitio en donde casualmente se reencontró con papá y donde se dio su historia de amor. Sin olvidar que en este lugar mamá se reencontró con el tío Ron y la tía Marley. Y… ¿la verdad? nunca me iba a cansar de escuchar la historia de cómo se conocieron mis padres, así fuera miles de veces, realmente era una historia de lo más hermosa.
Probablemente era una de las pocas personas en este lugar que prefería pasarse toda la noche sentada y viendo como los demás se divierten; incluso había rechazado la invitación de dos compañeros de carrera que trataron de convencerme para sacarme a bailar. Hace un año, todo hubiera sido diferente… ¿Dónde quedó la Claire alegre y llena de júbilo que nunca dejaba pasar la oportunidad de pasarla bien con sus amigos…? La respuesta más certera a esa pregunta es que se encontraba muy lejos de aquí. Los únicos motivos que me habían traído aquí esta noche eran Alex y mi hermana. Mamá al enterarse que habría una fiesta, fue la primera en ponerle un pero a Gabbie por ser menor de edad… contrario a papá que era más alivianado y no le veía tanto problema a concederle el permiso a Gabbie, siempre y cuando la cuidara. Por lo tanto, heme aquí… tratando de disfrutar de la noche por mi hermana.
De reojo, pude percatarme de la presencia de Gabbie a escasos metros de donde me encontraba. ¿Quién lo diría? Hace cinco minutos se encontraba bailando con su amiga y ahora se encuentra disfrutando de la compañía de un chico que mide casi dos metros. Woow… Sonreí de forma discreta, mientras le hacía señas al barman para llamar su atención y luego señalarle con el dedo índice mi vaso pidiéndole que me preparara otro mojito. Ahogué un pequeño suspiro al tiempo que recargaba el mentón en la palma de mi mano, volviendo un poco mi rostro para observar a Alex que se encontraba sentado a mí lado, y que parecía estar en un serio dilema. Hombres... Giré los ojos, golpeando su costado para llamar su atención, sin poder evitar soltar una risita discreta al ver que se sobresaltaba. – Deja de estar haciéndote el idiota y sácala a bailar de una buena vez ¿quieres…? – solté, así sin más de forma directa. Alex era una de las pocas personas que conocía mi forma de ser y él más que nadie sabía lo mucho que me desesperaba que fuera así. Aún así... ¿qué le iba a hacer? era mi mejor amigo, aunque fuera un poco idiota con las mujeres. – Y no me digas que no estabas de pervertido por que te conozco, Alexander… – dije con cierto fastidio. A veces, Alexander Gilmore era tan obvio que me sorprendía lo bien que lo conocía.
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Konstanz posteos,,*  Empty Re: Konstanz posteos,,*

Mensaje  ιzzy нale Jue Ene 26, 2012 12:51 am

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<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #205867; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Ethan Windsor </div>
as: Ethan Jacob Windsor Stronghold
● 18 años ; Senior ; The Misfits >> Balocesto ;; Esgrima
[ Con Lú de Bélgica ;; En los terrenos del Instituto ]


<center><div style="width: 500px; height: 282px; background-image:url(https://2img.net/h/i85.photobucket.com/albums/k70/spottielight/Gifs/tumblr_ljjltl4Vzv1qd7ez7.gif);"></div></center>
Vamos, vamos… ¡cambia maldita sea! susurraba desesperadamente, contemplando la luz del semáforo a la espera de que cambiara la estúpida lucecita. Nunca he sido un hombre que se caracteriza por tener una infinita paciencia, si no todo lo contrario, y esta clase de situaciones en las que me veía frecuentemente involucrado no ayudaban para nada. Al diablo con las malditas señales, me dije a mí mismo… Bajé de golpe la parte delantera del casco y giré bruscamente el manillar derecho que indicaba el acelerador de la motocicleta… y sin soltar el embrague en ningún momento, empujé con mi pantorrilla izquierda la palanca de velocidades hasta meter la tercera, lo que la hizo rugir entre mis piernas como un animal agresivo. Oh, si bebé… esta noche tú y yo la pasaremos en grande, te lo prometo… dije dentro de mis pensamientos, mientras observaba con la habitual sonrisa de autosuficiencia que me caracterizaba por el espejo retrovisor de la motocicleta, como una medida de precaución para asegurarme de que ningún policía de tránsito me seguía por haberme pasado el alto calles atrás. En la vida hay que correr riesgos y el cuerpo judicial de esta ciudad en ocasiones era tan fácil de burlar que me divertía provocar a todos esos parásitos de la ley. Apreté el embrague y el freno delantero suavemente, disminuyendo poco a poco la velocidad… permitiéndome apoyar los pies en el suelo para frenar sin brusquedad. – Bien hecho, nena… – palmeé la parte lateral de la motocicleta, a modo de felicitación… flexioné los brazos para sacarme el casco… lo que me permitió tomar una gran bocanada de aire. A esta hora el maldito estacionamiento debía estar repleto… así que… – ¡Hey, Joe! Ahí te la encargo… dale a esta hermosura lo que necesita, consiéntela y lo que gaste descuéntalo de la paga de esta semana… – Vaya manera de saludar a mi jefe… pero la amistad que manteníamos era como la de dos viejos camaradas que se conocen desde siempre. El empleo de medio tiempo que me había ofrecido en el taller era realmente muy bueno… aunque el dinero era lo de menos, uno de los mayores placeres que se debe disfrutar de la vida son los autos y las motocicletas. Intercambiamos un par de chistes y una breve conversación. Al cabo de unos cinco minutos, opté por soltarme a las carcajadas, luego de que el viejo Joe dijera una idiotez que nos hizo reír a ambos. – De acuerdo, te veo más tarde, hermano… ¡Cuídate! ¡Gracias! – En un acto de reflejo le lancé las llaves, en caso de que necesitara encenderla y tras salir del taller mecánico me dispuse a caminar hacia Genux. Le había prometido a Alexa que nos encontraríamos en la discoteca hasta después de las doce… la hora ideal para hacer acto de presencia en una fiesta, siendo cuando comienza la verdadera diversión. Además… no tenía por qué preocuparme o ¿si…? Alexa estaría con Izzie y con Bárbara… lo que era un alivio. En cambio con Jules y Clarisse debía poner en práctica la mirada de halcón en caso de que algún imbécil intentara pasarse de listo… con Mary no había tanto problema… aunque eso no dejaba de lado que me preocupara por ella. Eso me hizo recordar las palabras de papá: Sé que tu hermana, Mary, tiene un carácter difícil… pero asegúrate de cuidar siempre de ella, por favor… Suspiré profundamente, con las manos hundidas en los bolsillos… Esta será una larga noche, musité para mis adentros… Me hallaba justo a una cuadra de Genux, cuando la silueta de dos personas dentro de un auto ubicado a menos de un metro de distancia llamó mi atención. Lo primero que pensé al ver a la feliz pareja fue correr la mirada… y evitar ser testigo de lo cariñosos que estaban en ese sentido. Pero, la palabra cariño no describía tal situación… la chica estaba a punto de salirse del auto cuando el tipo con el que estaba la tomó del brazo obligándola a mirarlo. De dos zancadas acorté la distancia que me separaba del vehículo… – ¡Ey! ¿Todo en orden…? – llamé su atención, curvando las manos y haciéndome pantalla con ellas en un intento de ver hacia dentro. El sujeto comenzó a maldecir y a ordenarme que me marchara. – Ven aquí… – Sin pensármelo dos veces, abrí la puerta del copiloto y le tendí la mano para hacerla salir de ahí. No te muevas… la contemplé durante una milésima fracción de segundo, articulando la petición en silencio… mientras escuchaba al sujeto como cerraba la puerta del conductor de un portazo, evidentemente encabronado por que interviniera en algo que no era de mi incumbencia. Antes de que pudiera decir algo más, sentí una mano sobre el hombro que me obligó a girarme y quedar cara a cara con aquel tipo… que empezó a provocarme con empujones… lo que agotó fácilmente con mi paciencia y me hizo tomarlo desprevenidamente de la solapa de la camisa y estamparlo de bruscamente contra la puerta del coche. De modo que nuestros rostros quedaron lo bastante cerca para darme cuenta que el sujeto estaba alcoholizado hasta las entrañas. – Mira imbécil… ella es mi novia… tómalo como una advertencia o considéralo una amenaza, pero no te quiero volver a cerca de ella… ¿entendiste? – culminé en susurro lo suficientemente audible, dejándole entrever con una mirada amenazadora que esto era enserio… antes de tirarle de la solapa y obligarlo caer de bruces contra la cera. Suspiré profundamente, pasándome una mano por el rostro con la vaga intención de suavizar mi semblante mientras observa detenidamente al sujeto trastabillar en su intento de huída, antes de volverme. Al hacerlo no pude evitar darme cuenta de su expresión… una mezcla de miedo y horror que por instinto me hizo dar un paso hacia ella. Por poco estuve a punto de pisar la chamarra que estaba en el suelo… lo que me hizo suponer que le pertenecía así que le agaché a recogerla para luego colocársela cuidadosamente sobre los hombros. ¿Novia…? Vaya eso es nuevo… resoplé con un dejo de burla hacia mis propias palabras... – ¿Te encuentras bien…? – Vaya, Ethan… tú si que tienes un tacto nato para las mujeres… Siento haber dicho lo que dije hace unos momentos… la verdad no sé de donde salió todo eso… – Un hecho que hasta a mí me sorprendía, aunque no como yo hubiera esperado. No sé por qué, pero su rostro me era vagamente familiar… Lo malo de ser un pésimo fisionomista, me recriminé mentalmente…
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Mensaje  ιzzy нale Jue Ene 26, 2012 1:10 am


<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 44px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #64462c; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Alphonse de Liechtenstein</div>
as: Su alteza real, el príncipe Alphonse Johannes Ferdinand de Liechtenstein Khaudari
● 19 años ; Universitario - Omega Chi Delta ; The Charming Boys ; Facultad de Humanidades ; Primer año de Antropología >> Fútbol (Capitán) ;; Esgrima
[ Con Paulina Urdangarín ;; En la biblioteca del Instituto
]
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Enarqué una ceja visiblemente entretenido por la situación mientras elucubraba la palabra que había elegido “acostumbrada”. Aunque, viéndolo desde ese punto… la situación no era nada entretenida… teniendo en cuenta que pudo haberse lesionado de gravedad. No, lo que realmente me divertía de la situación… era el rubor que se extendía por sus mejillas, hasta cubrir por completo gran parte de su rostro, dándole un aire… enternecedor. “¿Enternecedor…? Vaya, ¿quién lo diría…? Esta es apenas la primera impresión y ya te ha… ¿conmovido? su ingenuidad… ” me extrañé gradualmente ante tales pensamientos incrédulos que no me detuve a inspeccionar, por considerarlos una rotunda pérdida de tiempo. Me reí quedamente, al notar la contrariedad de sus palabras y lo atropelladas que sonaban en su intento de expresarse con claridad. – Está bien, no tienes de que preocuparte. Entiendo lo que me has querido decir… – le hice saber, con una mirada que denotaba comprensión. – De cualquier forma, deberías tomar tus precauciones… solo para evitar accidentes… no queremos que alguien resulte lastimado ¿verdad…? – elucubré de manera agradable. – Además, si fueras de esas personas propensas a caerse todo el tiempo… mandaría a rotular un letrero que dijera “cuidado con el ángel” – comenté, de manera casual y espontánea, para alivianar y limar la tensión que se había creado a nuestro alrededor. Negué suavemente, tras escuchar sus palabras de agradecimiento por devolver el libro al estante. – No tienes nada que agradecer… no ha sido nada… – expliqué, tranquilamente, para restarle importancia al asunto y zanjarlo para que no volviera tocarse. El nerviosismo que, demostraba con cada gesto corporal… me daba a entender que, no era una persona de carácter abierto para con el exterior… “No cabe duda que, te espera un largo camino por recorrer…” repuse con aspereza. “¿Qué…? ¿Te extraña toparte con una chica similar a ti en ese aspecto…?” refutó, mordazmente una voz dentro de mis pensamientos. “No precisamente...” espeté. Hice a un lado mis pensamientos, cuando su pregunta me tomó desprevenido, aunque no lo suficiente… Debí suponer que le extrañaría mi presencia en la biblioteca del instituto, a menos, claro, que empleara a Lena como pretexto por algún tiempo… “No, por su bien… lo mejor será no involucrarla en esta situación…” determiné rotundamente. Estaba a punto de responderle, cuando a los pocos segundos me abordó con una pregunta… provocando que me echara a reír de manera agradable… – Vaya, es un... halago para mí… que me hayas recordado entre todas aquellas fotografías que, me imaginó y conociendo a mi prima, no me extrañaría que te hubiera mostrado todo el álbum familiar… – dije esta vez sin estar muy seguro de mis palabras, para luego reír con discreción. Me sorprendía y me resultaba… un poco raro que mi prima le hubiera mostrado algunas fotografías. Supongo que era algo… normal entre mujeres. Mamá, tía Carol y tía Isobel siempre se ponían a intercambiar fotografías para sus álbumes. – Retomando lo primero que acabas de preguntarme hace unos segundos… si, soy su primo, pero no necesariamente vine aquí a buscarla… – dije con una débil sonrisa en los labios. – Gracias por el dato de todas maneras, tal vez, vaya a buscarla más tarde… – dije con una sonrisa de agradecimiento, por la información respecto a Lena. Moví negativamente la cabeza, para luego agregar. – En realidad, vine a buscar unos libros que no se encuentran de momento disponibles en la biblioteca de la universidad… – Nadie dijo que debo valerme de mentiras para empezar, por que en verdad necesitaba los libros… si no los encontraba aquí… tenía la alternativa de comprarlos en alguna librería del pueblo. En caso de no tener suerte, tendría que ordenarlos vía internet. – Son de antropología forense… – aclaré, de forma inmediata, mientras hurgaba en los bolsillos de mi sudadera, hasta sacar una hoja de papel blanco doblado por la mitad donde tenía anotados los nombres de los libros y sus respectivos autores. Los libros que aparecían en la lista eran los siguientes: "Los Muertos También Hablan: Memorias de un Antropólogo Forense de Browning, Michael" "Los huesos hablan: Antropología Forense Histórica de Reverte Coma, José Manuel" "Manual de Antropología Forense de Ramey Burns, Karen" "Desenterrando Huesos. La Excavación, Tratamiento Y Estudio De Restos Del Esqueleto Humano por Don Brothwell" Y por último… "Desaparecidos de La Guerra de España de Rafael Torres"– ¿Sería un abuso de mi parte pedirte que me ayudes a encontrarlos…? – pregunté, esbozando una amable sonrisa en el rostro. No era una pregunta en sí, era más bien una petición. – Solo si no estás ocupada, por supuesto, no quisiera interferir en tus actividades del día de hoy… – dije a modo de disculpa.


Última edición por ιzzy нale el Vie Ene 27, 2012 6:28 am, editado 3 veces
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Mensaje  ιzzy нale Vie Ene 27, 2012 2:59 am

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<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 44px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #b87272; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Helena Burke</div>
as: Helena Angelique Burke Bessette
● 17 años ; Junior ; The Geeks >> Club de Drama ;; Periódico Escolar
[ Con Chandler Van Comp ;; En la biblioteca de la Universidad
]
</center>
<center><div style="width: 500px; height: 252px; background-image:url(https://2img.net/h/i1190.photobucket.com/albums/z441/harley_quinn8/Emma%20Watson/tumblr_lrhk4e6B1L1qm017o1.gif);"></div></center>
Entorné la mirada con imperceptible suspicacia… que sus palabras aparenten ser sinceras, no significa que deba bajar la guardia, si no todo lo contrario. ¿Quién me aseguraba que detrás de esa sonrisa no yacen ocultan sus verdaderas intenciones…? Nunca he sido de confiar en las personas de buenas a primeras… lo que explica claramente el por qué no era afecta a hacer amistad con todo el mundo. Mi lista de amistades era tan reducida que bastaban los dedos de una sola mano para contarlos sin verte en la necesidad de emplear la otra. Aunque, por otro lado, debo confesar que tiene una sonrisa realmente… encantadora. “¿Encantadora? ¿Enserio, es lo mejor que se pudo haber ocurrido…?” me insinué con mordaz desagrado, ante los prosaicos pensamientos que estaban fuera de lugar. Hice una mueca para ocultar mi vergüenza y moví negativamente la cabeza, luego de escuchar su disculpa. – No, está bien, descuida. Perdóname tú a mí… creo que fueron mis nervios los que me traicionaron… – le aseguré con un dejo optimismo, en un intento por alivianar la tensión que yo misma había creado, pero aún así la nota de nerviosismo era evidente en mi voz. “Creo que estás exagerando…” me dije en un intento por suavizarme. – Es solo que… nunca me había atrevido a entrar en un sitio sin permiso… hasta ahora – “Muy bien, Helena, sigue así y no necesitarás la ayuda de Teddy y de papá para asustar a los chicos… solo a ti se te ocurre dar a entender que nunca en tu vida has hecho algo indebido” me dije con ironía, aferrándome con instinto de protección al libro escrito por Arthur Koestler. – Pero ha sido por una buena causa, de eso puedes estar seguro… – confesé, poniéndome a la defensiva. Agradecí su comprensión en silencio… a pesar de su comentario respecto a lo aburrida que consideraba la biblioteca del instituto, me ofendió un poco… por lo que no me quedó más remedio que morderme la lengua… evitando así verme en la obligación de replicar. La poca claridad que se infiltraba por la ventana de atrás, me permitió observarlo mejor cuando se acercó para dejar sus cosas… en aquel instante, no pude evitar notar el azul de sus ojos… un azul que momentáneamente me dejó sin palabras… para tener una sonrisa visualmente encantadora, también tenía una mirada… cautivadora. Por alguna extraña razón, tenía la sensación de haberlo visto en algún lado… Me dediqué a mirarlo de una manera reflexiva… con la esperanza de poder recordar algo que me ayudara. Dejé de lado, mis elucubraciones… cuando pronunció su nombre a modo de presentación y me tendió su mano. Parpadeé un par de veces reaccionando para poder liberar mi brazo derecho, mientras con el izquierdo sostenía el libro y extendía mi mano para poder estrechar la de él. – Helena, es un gusto en conocerte… – me presenté, esbozando una tímida sonrisa para luego observar un momento nuestras manos enlazadas. “Chandler…” repetí su nombre dentro de mis pensamientos para no olvidarlo, cuando solté su mano. Fue entonces cuando la respuesta me llegó un modo inesperado… “Alexander Chandler Van Comp… ceremonia de graduación… compañero de curso de Alphonse… claro… ahora todas las piezas del rompecabezas están en su lugar… Misterio resuelto…” concreté mentalmente. – Debe ser interesante para los universitarios pasar largas horas entre montañas de libros… – abordé, en un tono que rayaba a la ilusión, esmerándome por que no se me notara mucho. Era pésima entablando conversaciones que no empezaran con: “¿Ya has leído el libro de…?”, por esa razón… trataba de esforzarme en hacer algún comentario ocasional para no quedarme callada a la hora de hablar de algún otra tema en particular. – Es una pena que sean pocas las personas que realmente toman un libro por el placer y la satisfacción que produce leer… ¿no crees…? – Aquello sonó más como una observación, que como una pregunta, así que contemplé la posibilidad de conocer su opinión en ese sentido. – Discúlpame, no tienes que responder a eso si no quieres... me doy cuenta que tienes tarea por adelantar y yo lo único que estoy logrando es quitarte tiempo… – comenté, mirándole avergonzada.
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Mensaje  ιzzy нale Mar Ene 31, 2012 12:23 am

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<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 44px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #795c70; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Leonora de Aragón</div>
as: Leonora Caterina Viola Ismene de Aragón d'Aviano, duquesa de Ferrara
● 17 años ; Junior ; The Pinky Ladies >> Arte ;; Club de Drama
[ Con Robin y Rochelle d'Aviano ;; En la habitación
]
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<center><div style="width: 500px; height: 215px; background-image:url(http://media.tumblr.com/tumblr_lqy5qeHExD1qmaslp.gif);"></div></center>
Entorné la mirada con imperceptible suspicacia… que sus palabras aparenten ser sinceras, no significa que deba bajar la guardia, si no todo lo contrario. ¿Quién me aseguraba que detrás de esa sonrisa no yacen ocultan sus verdaderas intenciones…? Nunca he sido de confiar en las personas de buenas a primeras… lo que explica claramente el por qué no era afecta a hacer amistad con todo el mundo. Mi lista de amistades era tan reducida que bastaban los dedos de una sola mano para contarlos sin verte en la necesidad de emplear la otra. Aunque, por otro lado, debo confesar que tiene una sonrisa realmente… encantadora. “¿Encantadora? ¿Enserio, es lo mejor que se pudo haber ocurrido…?” me insinué con mordaz desagrado, ante los prosaicos pensamientos que estaban fuera de lugar. Hice una mueca para ocultar mi vergüenza y moví negativamente la cabeza, luego de escuchar su disculpa. – No, está bien, descuida. Perdóname tú a mí… creo que fueron mis nervios los que me traicionaron… – le aseguré con un dejo optimismo, en un intento por alivianar la tensión que yo misma había creado, pero aún así la nota de nerviosismo era evidente en mi voz. “Creo que estás exagerando…” me dije en un intento por suavizarme. – Es solo que… nunca me había atrevido a entrar en un sitio sin permiso… hasta ahora – “Muy bien, Helena, sigue así y no necesitarás la ayuda de Teddy y de papá para asustar a los chicos… solo a ti se te ocurre dar a entender que nunca en tu vida has hecho algo indebido” me dije con ironía, aferrándome con instinto de protección al libro escrito por Arthur Koestler. – Pero ha sido por una buena causa, de eso puedes estar seguro… – confesé, poniéndome a la defensiva. Agradecí su comprensión en silencio… a pesar de su comentario respecto a lo aburrida que consideraba la biblioteca del instituto, me ofendió un poco… por lo que no me quedó más remedio que morderme la lengua… evitando así verme en la obligación de replicar. La poca claridad que se infiltraba por la ventana de atrás, me permitió observarlo mejor cuando se acercó para dejar sus cosas… en aquel instante, no pude evitar notar el azul de sus ojos… un azul que momentáneamente me dejó sin palabras… para tener una sonrisa visualmente encantadora, también tenía una mirada… cautivadora. Por alguna extraña razón, tenía la sensación de haberlo visto en algún lado… Me dediqué a mirarlo de una manera reflexiva… con la esperanza de poder recordar algo que me ayudara. Dejé de lado, mis elucubraciones… cuando pronunció su nombre a modo de presentación y me tendió su mano. Parpadeé un par de veces reaccionando para poder liberar mi brazo derecho, mientras con el izquierdo sostenía el libro y extendía mi mano para poder estrechar la de él. – Helena, es un gusto en conocerte… – me presenté, esbozando una tímida sonrisa para luego observar un momento nuestras manos enlazadas. “Chandler…” repetí su nombre dentro de mis pensamientos para no olvidarlo, cuando solté su mano. Fue entonces cuando la respuesta me llegó un modo inesperado… “Alexander Chandler Van Comp… ceremonia de graduación… compañero de curso de Alphonse… claro… ahora todas las piezas del rompecabezas están en su lugar… Misterio resuelto…” concreté mentalmente. – Debe ser interesante para los universitarios pasar largas horas entre montañas de libros… – abordé, en un tono que rayaba a la ilusión, esmerándome por que no se me notara mucho. Era pésima entablando conversaciones que no empezaran con: “¿Ya has leído el libro de…?”, por esa razón… trataba de esforzarme en hacer algún comentario ocasional para no quedarme callada a la hora de hablar de algún otra tema en particular. – Es una pena que sean pocas las personas que realmente toman un libro por el placer y la satisfacción que produce leer… ¿no crees…? – Aquello sonó más como una observación, que como una pregunta, así que contemplé la posibilidad de conocer su opinión en ese sentido. – Discúlpame, no tienes que responder a eso si no quieres... me doy cuenta que tienes tarea por adelantar y yo lo único que estoy logrando es quitarte tiempo… – comenté, mirándole avergonzada.


Última edición por ιzzy нale el Mar Ene 31, 2012 12:27 am, editado 1 vez
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