Konstanz posteos,,*

<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #5F3010; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Alphonse de Liechtenstein</div>
as: Su alteza real, el príncipe Alphonse Johannes Ferdinand de Liechtenstein Khaudari
● 19 años ; Universitario - Omega Chi Delta ; The Charming Boys ; Facultad de Humanidades ; Primer año de Antropología >> Fútbol (Capitán) ;; Esgrima
[ Con Jackie Windsor ;; En el Campus ]

<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #a97f63; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Jeanne d'Aviano </div>
as: Su alteza real, la princesa Jeanne Wilhelmina Paola Alice d'Aviano Bennett de Austria-Este
● 19 años ; Universitaria - Delta Chi ; The Newbies ; Facultad de Ciencias de la Tierra ; Primer año de Medicina Veterinaria >> Club de Drama y Esgrima
[ Con Bastián Colton ;; En los pasillos de la Universidad ]

Por alguna extraña razón, mi mente parecía estar muy lejos de los conceptos básicos de Histología y Embriología de la clase de Anatomía. A medida que el profesor iba explicando los conceptos y hacía anotaciones en el pizarrón… su voz se fue tornando más y más lejana. De manera que lo único capaz de sacarme del estado de ensimismamiento en el que me encontraba sumida fue el sonido del timbre poniendo fin a las clases del día de hoy. El misterio entorno a las desapariciones tenía a más de uno con la mente ocupada. Incluso siempre creí que papá tendía a la exageración al decir que la isla estaba “embrujada” debido a los sucesos y acontecimientos que azotaron a este lugar hace varios años. Nunca he creído en historias de fantasmas… y estaba empeñada a mantenerme en la misma postura y reservarme mi juicio respecto a ese tipo de historias. Realmente esperaba que todo se aclarara y que el culpable apareciera para poner fin a la tensión que se respiraba en la isla. Tras suspirar largamente, reparé en una voz que me tomó desprevenida. – Oh... hola Bastián… – El saludo sonó tan distraído que inmediatamente traté de remediarlo con una sonrisa amigable al notar que caminaba a mi lado. Era la primera vez que me pasaba de largo sin darme cuenta de la presencia de una persona… y, para ser sincera Bastián era un chico que no pasaba desapercibido… al menos no para una que otra compañera de mi carrera. Ahora no me queda la menor duda de que, cuando hay un “hecho” en el que pensar tu mente viaja por si sola a donde menos te lo imaginas. – Bien, gracias… ¿y tú como estás…? – pregunté jovialmente. Las circunstancias en la que nos habíamos conocido no fueron precisamente las más adecuadas, a decir verdad. Era increíble que siendo la segunda semana de clases fuera capaz de perder mi horario… y claro, las consecuencias a esa pequeña falta de responsabilidad de mí parte acabó por ponerme de cabeza. De no ser por Bastián que me sacó de aquel apuro sin conocerme, no sé que habría echo. La verdad… estaba en deuda con él… por que excusar a una desconocida delante de un profesor para permitirle la entrada después de los “cinco minutos de tolerancia” era algo que muy pocos son capaces de hacer. – Si, claro vamos… – alenté con una sonrisa su proposición de ir por un café… algo que me venía de maravilla y con mayor razón al ser una persona demasiado friolenta. Aunque ya debería estar adaptada al clima de la isla, aún no lograba acostumbre del todo. Por esa razón, siempre andaba abrigada; no al punto de exagerar, pero si. Ladeé un poco la cabeza, para mirarlo de costado mientras caminábamos y sin hacer ningún otro comentario… pude darme cuenta de parecía preocupado. Un sentimiento que comprendía por que al igual que él… me preocupaba la seguridad de mis hermanos. En lo poco que habíamos conversado los últimos días me había hablado un poco de su vida… detalles en general sin profundizar únicamente para conocernos. No quería verme en la necesidad de sacar a flote el tema de lo que estaba sucediendo en la isla… pienso que con el estar al tanto de la situación y tomar precauciones era más que suficiente para no infundir el miedo entre los estudiantes; por lo que tras unos breves segundos de silencio me limité a hablar. – Y, ¿Qué tal estuvo tú día…? – pregunté con gentileza. Tenía entendido que iniciaba su cuarto año en la carrera de Contaduría Pública y Auditoría; no es que supiera mucho del tema… pero tenía nociones de lo que trataba la carrera gracias a papá, debido a que era auditor y me había explicado a grandes rasgos en lo que consistía su trabajo. – A que no adivinas… – empecé a decir como preparándolo para algo que acababa de recordar y que tal vez le atraería. – Me enteré que mañana viernes van abrir un café estilo parisiense con música bohemia… – abrí mi bolso con la intención de buscar el volante que nos habían dado esta mañana… hurgué entre las cosas que traía hasta que finalmente lo encontré y se lo tendí amablemente para que lo leyera. – No estaba segura de si ya estabas o no enterado de la apertura, pero imaginé que te agradaría… y por esa razón guardé el volante para enseñártelo por si te veía… – comenté tranquilamente con una pequeña sonrisa.

<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #9f8d8b; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Giuliana Mastrianni</div>
as: Giuliana Isabella Mastrianni Lamoretti
● 21 años ; Universitaria - Delta Chi ; The Newbies ; Facultad de Arte ; Tercer año de Teatro y Artes Escénicas >> Club de Drama y Consejo de Estudiantes
[ Con Nathan Foster ;; En el Laboratorio de Química (Universidad) ]

La idea de un verano tranquilo y sin perturbaciones quedó descartada cuando a mí… padre… se le ocurrió la brillante idea de organizar un día de campo con todos sus hijos y que de esa manera conviviéramos como en unión y armonía. En verdad… no sé que era lo que pretendía el ilustre y respetable profesor Mastrianni al tratar de “unir” a sus familias… lo cierto es que, la pantomima de jugar a la familia feliz se le vino abajo cuando mi… querida y patética hermana terminó por sacarme de mis casillas y… por obvias razones, el día de campo acabó siendo un desastre por una insignificante desavenencia entre las hermanas Mastrianni. De no ser por Max que intercedió para que no acabara por hacer trizas a Alexa... estoy segura que la habría dejado con un ojo morado. El sentimiento de aversión que siento hacia todos ellos superaba gradualmente lo inexplicable… ¿cómo es que siendo “hijos” de mi padre los odiara en sobremanera…? La respuesta a esa pregunta no podía ser más simple... si no hubiera sido por Irene Urdangarín… mi padre jamás se habría separado de mi madre y hoy en día podría haber tenido lo que sin derecho me arrebataron… una familia. Aunque… no puedo negar la única felicidad que me ha brindado la vida ha sido el amor de mi madre y el de Max. El tenerlos a mí lado… era más que suficiente para salir adelante… para ser fuerte y no dejarme avasallar por nada ni por nadie. Lo único que aún me carcomía por dentro era el recuerdo de las promesas rotas de mi padre… a veces, por estúpida derramaba lágrimas de rabia, no de tristeza. Por que sin importar cuanto me esmerara por llamar su atención… ellos… siempre serían primero. ¿Qué podríamos importarle a mi padre si en la primera oportunidad fue capaz de divorciarse de mi madre para irse con otra mujer y rehacer una nueva familia…? Odiaba la idea de tener que martirizarme con estos estúpidos pensamientos… por esa razón, la única manera que tenía para dejar de pensar en lo que pudo haber sido… mantenía mi mente ocupada en lo que interesa y me apasiona. El atletismo, el teatro y el canto eran parte de mí vida… y siempre lo serían. Desde que tengo memoria, mamá siempre me ha alentado a seguir mis sueños… a pesar de que, en más de una ocasión he estado a punto de tirar la toalla… ella y Max eran los únicos capaces de sacarme adelante y no darme por vencida tan fácilmente. Dejando de lado la “desgarradora” retrospectiva de lo que ha sido mi vida… la noticia que había circulado entorno a la desaparición de varios habitantes era un tema que me preocupaba. Por lo tanto, debía estar más al pendiente que nunca de la seguridad de Max… si, sé muy bien que mi hermano ya no es un niño y que es capaz de tomar sus propias precauciones y cuidarse por sí mismo, pero para mí… Max siempre sería aquel niño travieso y risueño que con sus bromas y sus abrazos siempre lograba sacarme más de una sonrisa. Después de que las clases terminaron… tomé la iniciativa de ir a la habitación que compartía con Bryna… y rebusqué entre el cajón de la mesa de noche la carpeta con los documentos que requería el anuncio que casualmente había encontrado hace unos días en el tablón de anuncios de la Facultad. El anuncio decía que se solicitaba una niñera capacitada y con experiencia en cuidar a niños pequeños. Uno de los requisitos que solicitaba el anuncio era que la persona debía ser mayor de 18 años… y que los interesados en la plaza se dirigieran directamente con el profesor Foster. Conocía de vista al profesor Foster… y… parecía ser un hombre estricto en cuanto a la disciplina en el salón de clases… o… eso es lo que solía decir Max. En los últimos días… había enviado dos solicitudes de trabajo: la primera a una cafetería y la segunda a un establecimiento de comida rápida. Tenía la esperanza que, con un poco de suerte leyeran mi currículum vítae y me dieran la oportunidad de tener una entrevista de trabajo. La idea de salir adelante por mí propia cuenta… era algo que necesitaba… de la misma manera que mamá, me gustaba ser independiente… y, en algún momento esperaba ser capaz de solventar mis estudios y ayudar a mamá. Después de todo lo que ha hecho por Max y por mí… sentía que era tiempo de redimirle el esfuerzo y los sacrificios que hizo por sacarnos adelante a mi hermano y a mí… debido a que después del divorcio… mamá renunció a la pensión alimenticia que estipulaba la ley obligar a un hombre a proporcionarle a sus hijos y a su ex esposa cuando han decidido separarse. Salí del dormitorio decidida probar suerte y con la carpeta en mano me encaminé hacia el laboratorio de química... por lo que una vez que me encontré a escasos metros del laboratorio, no pude evitar sentirme un manojo de nervios. Sabía que no había marcha atrás… y lo más sensato era seguir adelante y aceptar lo que viniera. Inhalé y exhalé profundamente para darme valor… por tanto una vez que acorté la estrecha distancia que me separaba del laboratorio… me topé con la sorpresa de que la puerta se encontraba entreabierta… al asomarme lo primero en que reparé fue en el profesor Foster sentado cómodamente en la silla de su escritorio y sumergido en una pila de trabajos que se visualizaban en su escritorio. Carraspeé un poco, pero de forma razonablemente audible para poder llamar su atención. – Buenas tardes, Sr. Foster… – El hecho de que no fuera mi profesor no quiere decir que deba dejar de lado la educación a la hora de dirigirme a un docente. – Lamento ser inoportuna, pero leí su anuncio en el tablón de anuncios y me interesa mucho el empleo… – Esperaba haberme expresado correctamente y no haberlo arruinado.

<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #64462c; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Aaron Riggins</div>
as: Aaron Sebastián Riggins Luzzatto
● 22 años ; Universitario - Omega Chi Delta ; The Newbies ; Facultad de Ciencias de la Tierra ; Cuarto año de Biología Marina >> Fútbol y Club Glee
[ Con Valeria Banister ;; En los pasillos del instituto ]

La noche anterior había mantenido una conversación telefónica con mis padres con la intención de asegurar si vendrían o no a la reunión de padres y directivos. En más de una ocasión, me ha sorprendido la manera en que circulan las noticias en este lugar… a penas mis padres fueron notificados de los “rumores” que circulaban entorno a la desaparición de varios habitantes… mi madre fue la primera en ponerse en contacto para saber realmente que era lo que estaba ocurriendo. Nunca en toda mi vida he sido capaz de mentirle a mis padres… y mucho menos a mi madre. Enseguida le expliqué detalle a detalle lo que estaba sucediendo… y… como generalmente suelen decir la mayoría de las personas, el resto es historia. La voz de mi madre en aquel momento sonaba preocupada, pero por suerte mi padre, de una u otra manera encontraba la manera de que estuviera tranquila y no cometiera ninguna imprudencia, como la de tomar el primer vuelo disponible. Conocía a mi madre… y… me atrevía a decir que su actitud era muy predecible. A veces… cuando algo le molestaba se desquitaba con la vajilla de la cocina… no en el sentido de romperlos ni nada de eso… lo que hacía, a grandes rasgos, era ponerse a lavar los platos, aunque estos estuvieran limpios. En cambio… cuando se trataba de una preocupación que la ponía al borde de los nervios… la situación se tornaba diferente. Después de que mi madre le pasó el teléfono a mi padre, sin necesidad de estar viéndola… pude imaginarme por los ruidos que se escuchaban tras el auricular, como sacaba la maleta del armario, la colocaba sobre la cama, abría los cajones y empezaba a empacar un poco de ropa para ella y para mi padre. Eran… detalles tan marcados y únicos en la personalidad de mi madre que, tanto mi padre como yo… éramos capaces de predecir su siguiente movimiento y de esa manera detenerla para que no hiciera nada. Por suerte… la noche anterior que hablé con ellos… no pude evitar notar que mi madre sonaba más tranquila… a comparación de la conversación que mantuvimos esa misma mañana. Por lo que mi padre me comentó, luego de hacer entrar en razón a mi madre… recibieron la notificación de la reunión y tras llamar a los abuelos para que cuidaran de mis hermanos pequeños, salieron hacia el aeropuerto de la ciudad de Roma. De echo, fue papá el que me confirmó que ya tenían los boletos en mano… solo estaban esperando que su vuelo fuera anunciado para abordar el avión. Suponía que debían arribar a la isla en el transcurso de la mañana... por esa razón, le había pedido a papá que en cuanto llegaran me marcaran al móvil para asegurarme que el vuelo había ido bien. El problema es que, comúnmente los aeropuertos embroman demasiado… por la documentación y todos los mecanismos de seguridad que suele haber en los aeropuertos, por lo que no era de extrañarse que se tardaran más de lo que imaginaba. Mike, Nina y Cassie ya estaban al tanto de que nuestros padres vendrían… en tanto, todos esperábamos su llegada. Las clases del día de hoy terminaron antes de lo previsto, debido a que algunos profesores estarían presentes en la junta. Apenas terminó el entrenamiento de fútbol, hurgué entre las cosas que traía en la maleta que utilizaba para los entrenamientos y al desbloquear el teléfono móvil pude darme cuenta que tenía tres llamadas perdidas, dos de papá, una llamada perdida con un mensaje de voz por parte de Nina y un mensaje de texto de papá. El mensaje de mis padres decía que habían llegado con bien y que en cuanto terminara la junta volvían a marcarme para que todos nos reuniéramos por que se morían de ganas de vernos. El mensaje de voz por parte de Nina decía que si me podía encontrar con ella y con Cassie. Tecleé una respuesta rápida al mensaje de papá, no sin antes pedirles una disculpa por no atender a sus llamadas, pero me encontraba entrenando. Tras enviar el mensaje… fui hacia los vestidores para darme una ducha, cambiarme y encaminarme al instituto. Mientras caminaba por los pasillos del instituto no pude evitar reparar en las instalaciones… realmente no era muy común que frecuentara el instituto… a menos que se tratara de visitar a mis hermanas. Por ellas no dudaría en ir a donde me lo pidieran. Eché un vistazo a las aulas que me encontraba en el camino con la esperanza de encontrar el lugar en donde se estaba llevando a cabo la junta… aunque probablemente esta se estaría llevando a cabo en el aula de audiovisual o en el auditorio. Esperaba encontrarme enseguida con Nina o Cassie… pero tampoco las veía por ningún lado. Contuve un suspiro al tiempo que me pasaba una mano por el rostro… cuando de pronto una voz me tomó desprevenido. Noté que se trataba de una chica que aparentemente no parecía tener más de diecisiete años… eso si solo te basabas en la primera impresión, pero esperaba que mis suposiciones fueran correctas. Por alguna extraña razón… su rostro me era vagamente familiar; los ojos color chocolate, el cabello castaño cayéndole alrededor del rostro como una cascada… ¿Dónde te he visto?… me pregunté internamente. – Si y no… – respondí amablemente de manera breve y concisa al darme cuenta que no había tenido la educación de responder a sus preguntas. – Lo que sucede es que estoy buscando a mis hermanas: Nina y Cassie Riggins… ¿por casualidad las conoces…? – pregunté sin dejar de lado el tono amable con el que me había dirigido hacia ella desde un principio. Realmente esperaba que las conociera y pudiera ayudarme a encontrarlas.

<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #804000; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Fred Harris</div>
as: Frederick Alexander Harris
● 25 años ; Profesor de Historia Europea en la Universidad
[ Con Leah Malone ;; Salón de Profesores del Instituto ]

Hacía un año exactamente que mis tíos me habían ofrecido una vacante como docente en el instituto… y… realmente no podía estar más agradecido con la oportunidad que me habían brindado. Por alguna extraña razón… todo parecía indicar que los “Harris” estábamos destinados a la enseñanza… un aspecto que no me desagradaba, si no todo lo contrario… enseñar… era una de las cosas que más me apasionaba y la filosofía de poder transmitir a las nuevas generaciones lo que has aprendido a lo largo de varios años de estudios… era satisfacción que te otorgaba la vida hacia tu persona. Verdaderamente… nunca encontraré la forma de redimirles a mis tíos todo lo que han hecho por mí. Desde que uso de razón… el tío Sam ha sido como un padre para Mackenzie y para mí. Cuando mi madre supo que estaba embarazada… fue el primero en viajar a los Estados Unidos y apoyarla cuando mi padre biológico se desentendió de nosotros. Sé… que si no hubiera sido por el tío Sam… mi madre por sí sola no habría podido lidiar los primeros meses de embarazo. A pesar de que crecimos sin saber que fue de la vida de Frank Sumpter; tanto mi madre como tío Sam… hicieron grandes sacrificios para sacarnos adelante a Mackenzie y a mí… por lo que no podía sentirme más orgulloso de nuestra familia por todo lo que han hecho por nosotros. Este año… aparte de impartir clases a los estudiantes del instituto… también impartiría clases a estudiantes universitarios. Los universitarios no eran tan difíciles de tratar… siempre y cuando les hablaras claramente en cuanto al orden y la disciplina dentro del aula de clases. Era tolerante con mis estudiantes y tenían máximo “cinco minutos tolerancia” para entrar a clase, pero una vez transcurridos esos “cinco minutos”… la puerta del aula no se abría hasta que finalizara la hora. Yo como muchos docentes también fui estudiante… por lo tanto era flexible, hasta cierto punto. El día de hoy las clases habían finalizado antes de lo previsto, debido a la reunión de padres y directivos. La noticia entorno a la desaparición de varios habitantes había provocado la preocupación de los ex alumnos por la seguridad de sus hijos. La seguridad era el asunto más importante a tratar durante la reunión… y esperaba que entre todos llegaran a un acuerdo. Había preferido no entrar a la reunión y quedarme afuera cerca de donde se llevaba acabo la reunión solo en caso de que necesitara algo… por lo que me encaminé al salón de maestros para empezar a calificar unos trabajos que tenía pendientes y que debía de entregar con las correcciones la próxima semana. Giré la perilla de la puerta y en cuanto puse un pie dentro del salón… reparé en la presencia de una mujer de cabello oscuro, mirada cálida, tez nívea y semblante verdaderamente gentil por su manera de sonreír. Una mujer muy bella, a decir verdad. – Si, de hecho la mayoría de mis clases las imparto aquí el instituto, pero este año empecé también a dar algunas clases en la universidad… – respondí de manera educada a su pregunta, al tiempo que cerraba suavemente la puerta a mis espaldas y caminaba hasta darle el encuentro. – Fred Harris, profesor de Historia Europea, un placer conocerla, señorita Malone… – dije cordialmente con una sonrisa y estrechando su mano por educación. – Esperamos que se sienta cómoda con su estadía en el instituto… – repuse formalmente con la esperanza de que todo fuera de su agrado.

A pesar de todo lo que estaba pasando en la isla realmente creía que era la primera vez que yo no mostraba preocupación alguna y estaba segura que el echo de haber conocido a Alphonsene tenia mucho que ver con aquel detalle, no es que fuese el tipo de chica que se enamora de buenas a primeras porque realmente en un principio me había asustado el echo de que el quisiese pasar tiempo conmigo. Por el simple echo de que era un universitario y vamos si los chicos de mi edad no querían ni verme que quería hacer un chico mayor conmigo? Aveces pensaba que tal vez y era aquello que decía Iker, y era por eso mismo que aun tenia una que otra pared a mi alrededor pero aun con todo me era muy difícil creerlo de el. Simplemente por su mirada, algo de su mirada me transmitía mucha confianza y su sonrisa ni hablar de su sonrisa era gentil y el echo de que no sonreía demasiado hacia de ella algo mas especial. Dios Paulina! me recrimino mi cabeza mientras soltaba un suspiro, no podía estar pensando de esa forma el era el primo de Lena lo mas seguro es que me trataba bien por el simple echo de que su prima era mi mejor amiga eso era todo. Ademas yo no perdería la cabeza por un chico, jamas había sido esa persona y no pensaba empezar a serlo ahora.

Suspire mientras caminaba de manera atenta pues sabia que mama y papa estaban por aquí por todo lo que estaba sucediendo y aunque no estuviese en mi histeria habitual me preocupaba por aquello. Me la había pasado pegada al televisor intentando ver las noticias simplemente para saber lo que estaba pasando. Pero igual lo único en lo que podía pensar era ver a Al pero no quería molestarlo me daba miedo y mucho mas vergüenza que dirían si lo ven por la universidad con un ratón de biblioteca? Yo no quería causarle problemas, por lo que me conforme con mandarle un simple mensaje de texto en donde le decía que esperaba que todo estuviese bien y bueno simplemente saludándolo. Era tan raro sentir como una sonrisa llegaba a mi rostro al pensar en el. Jamas había sentido algo parecido, me sentía conectada a el de cierta manera cosa que jamas me había pasado con nadie aparte de Fred pero aun así esto era diferente y una parte de mi tenia miedo pero igual tal vez era muy temprano para pensar en esas cosas. Ademas yo tenia trabajos que entregar! Si no tenia remedio lo sabia, pero era cierto yo Paulina Urdangarin no tenia tiempo enamorarme, ni de pensar en chicos. Lo primero era y siempre sera ganarme una beca para la universidad porque mientras el abuelo Richard pagaba las colegiaturas del instituto yo no quería que tuviese que preocuparse por mi universidad también aunque el dice que con lo que me gusta la escuela no es molestia alguna.

Abrace mi libro de Quimica con un brazo mientras que con el otro abría la puerta de mi habitación y rápidamente reconocí a la persona que estaba sentada en mi cama, era mi papa por lo que una sonrisa apareció en mi rostro y sin poder evitarlo solté mi libro y corrí en la dirección de mi padre rápidamente pasando mis brazos por su espalda y abrazándole bastante fuerte. "Papa!" dije de forma entusiasta y sintiendo mis ojos humedecerse un poco por la alegría de verlo. Mi querido y hermoso papa, el era la única persona con la cual no tenia vergüenza alguna. Pero como para tenerla era mi padre y lo amaba mas que nada en el mundo. Ademas nuestras personalidades eran mas que parecidas aunque según mama yo era un poco mas neurótica que papa mi edad. Me separe de mi padre aun con una sonrisa tierna en los labios y suspire. "Tienes mucho esperando?" le pregunte mientras miraba hacia arriba pues no era secreto que el era bastante alto y yo como mama me había quedado enana por lo que el me sacaba casi diez cabezas. "Y Mama? Nela? Luis?" le pregunte sin realmente dejarlo respirar lo cual ya era mi costumbre. "Iker esta por aquí, no se si lo has visto aun" dije una vez mas mientras giraba los ojos y soltaba un suspiro para después reír un poco pues sabia que estaba por decirme que me tranquilizara que no había porque alterarme. "Es muy malo lo que pasa?" le pregunte mientras me sentaba en mi cama y le miraba con atención si algo sabia es que mis padres me hablaban con la verdad y esperaba que esta situación no fuese diferente. "Tiene que ser verdad? Por eso están aquí?" le pregunte una vez mas pero intentando sonar tranquila aunque estaba segura que no lo había logrado realmente.

Si algo no soportaba era discutir con mi padre, mas que nada por el echo de que yo me rehusaba a acercarme la idiota de Guiliana, ella para mi no era mas que una simple molestia porque no la consideraba mi hermana eso estaba mas que seguro y no entendía como era que mi padre aun no se daba cuenta de aquello. Después de lo que paso durante el famoso viaje de campo, estaba segura que seria la ultima vez que me pedía que intentase acercarme a los hijos de ella, si sentía resentimiento hacia Patrizia, es que vamos! Porque casarse con un hombre que estaba visiblemente enamorado de alguien mas? Acaso tan poca dignidad tenia? Tanto era el deseo de estar con mi padre? La juzgas sin saber Alexa, no pude evitar mas que girar los ojos al recordar aquellas palabras de mi padre incluso mi propia madre me decía lo mismo. Pero vamos! A quien querían engañar? Todo el mundo sabe que Irene Urdangarin de Mastrianni era un alma de dios como lo decia el Tío Pablo todo el tiempo. Para mi esa señora siempre seria una oportunista y no me cansaría de decirlo por mas que la amargada y ciega de Guiliana me dijese lo contrario.

Suspire de manera pesada mientras pasaba una mano por mi cabello de forma bastante distraída el echo de tener a mis padres en la isla y no tener ganas de hablar con alguno de ellos me tenia de cierta forma mal. Yo no discutía por mis padres, yo jamas les daba problemas al contrario era buena estudiante, y jamas le había dado problemas a algún profesor o al director. Claro estaba la excepción de los líos en los que me metía por Ethan pero esos casi siempre resultaban ser graciosos por lo menos para mi querido Tío Henry. Quien era el único que me comprendía de cierta manera por el echo de que el tuvo que lidiar con la bruja de Camilla. Si esta bien no la conocía pero por lo que me contó el yo tampoco la quería para nada incluso llegue a decir que tenia cara de perro enojado cosa que logro hacer a todos reír menos a mama quien según aun les guarda cariño cosa que yo no lograba entender realmente bien pero prefería no preguntar al respecto. Suspire una vez mas mientras entraba en la biblioteca con mi diario en manos y caminaba a mi lugar de siempre, el que solamente conocía una persona, bueno no es que fuese muy secreto pero solamente una persona pensaba en buscarme ahí cuando me escondía del mundo.

Y esa persona era mi mejor amigo, suspire mientras abría mi diario y sentía una que otra lagrima formarse en mis ojos pero estaba peleando las ganas de soltarme a llorar completamente simplemente porque no quería llamar la atención y fue cuando escuche un leve suspiro como intento de llamar mi atención y rápidamente reconocí a la persona parada frente a mi. Era Ethan, lo sabia el me encontraría aquí y estaba segura que había hablado con mi madre que el estaba enterado de la situación por lo que simplemente suspire pesadamente y intente sonreír aunque no con demasiado éxito."Acaso soy mala hija?" le pregunte a Ethan con un deje de desilusión en la voz. "Tan malo es que no quiera acercarme a ella?" le pregunte una vez mas mientras bajaba la mirada, era una conversación que habíamos tenido muchas veces cuando niños y el siempre me aconsejo seguir mi instinto, mi corazón como quien dice. El era la única persona con la que podía contar en esta situaciones porque me conocía mas que nadie en el mundo, incluso mas que Izzie y Barbie. Para Ethan yo era un libro abierto como si el fuese mi diario de alguna manera. "Lo se es hija de mi padre, pero no por eso tiene que ser mi hermana" le dije mientras negaba con la cabeza. "Tan malo es que no la quiera?" volví a preguntarle intentando retener las lagrimas que estaban por caer de mis ojos. "Ella tampoco me quiere, tu lo viste, todos lo ven no entiendo porque tengo que ser yo la que la busque y tenga pedir disculpas" le dije sonando realmente molesta si algo se sabia de mi es que era orgullosa y que eso de disculparme jamas se me había dado bien, incluso jamas admitía estar celosa aunque fuese notorio que si lo estaba. Y no no eran celos hacia ella, porque estaría loca si realmente estuviese celosa de esa. Simplemente yo no compartía lo mio eso era todo.

Llevaba tan sólo unos 15 días en la isla y ya habían empezado a pasar cosas extrañas, siempre que viajaba a un lugar pasaba algo sobrenatural ¿Acaso nunca podría tener un trabajo normal? no era que me quejara ni nada pero me estaba cansando de andar lidiando con situaciones de estrés sin recibir una amiga o algo parecido, aún no conocía a todos los profesores gracias a los grande que era el lugar lo cual me enojaba más aún, quería conocer a alguien que al menos me dirigiera la palabra que no fuera sólo para que le diera mi salón, unos papeles o lecciones particulares de Francés pero como nada para mí era fácil tuve que asumir el reto de buscarlo yo a esa persona.

Hoy era día jueves, ya llevaban unos 5 desaparcidos pero prefería no pensar en ninguna de esas cosas para no molestarme y arruinar mi caminata por el campus. Me encataba respirar el aire libre y dejar que todos mis pensamientos fluyeran sin importar lo que ocurriera, pensar en ese alguien especial a quien algún día conocería y en mantener la felicidad que llevaba hasta ahora pues aún parecía como si fuera ayer cuando estaba bailando y vendiendome para poder mantenerme con vida, una época que por más que quería olvidar me había marcado terriblemente en la historia y sabría que nunca podría dejar atrás.
Después de pasear por el lugar dí las dos clases que me tocaban por el día, los chicos aprendían rápido y más con las películas y dinámicas que yo siempre realizaba, sentía que me había ganado a cada uno de ellos y eso me reconfortaba a la hora de dudar sobre aceptar el trabajo. Me encontraba en la sala de profesores leyendo por segunda vez orgullo y perjuicio, ese libro me encantaba tanto que sentía que yo era el personaje, cada página era una vida que jamás viví y... sentí como alguien abría la puerta detrás mí deteniendo mi lectura, levanté la vista y vi a un hombre acercándose, era bastante atractivo y parecía ser buena persona - ¿Eres profesor del instituto? - le pregunté con una sonrisa, a veces aquí venían profesores universitarios buscando la paz entre sus alumnos aunque sólo había peguntado eso para crear un tema de conversación - soy Leah Malone, profesora de francés - me presenté mientras me levantaba y le tendía la mano de una manera amigable, no podría tener nada romántico con el pero al menos lo tendría de amigo, eso esperaba.
Le sonreí, era un Harris así que debía de ser pariente del director lo cual terminé de confirmar al ver como hablaba con respecto a su empleo - el placer es mío profesor Harris - respondí aún manteniendo mi sonrisa mientras estrechaba mi mano - ¿puedo quedarme y seguir mi lectura o lo molesto estando aquí? - le pregunté mientras señalaba mi libro con los ojos, auqneu claro estaba que no podría leerlo en presencia del profesor Harris porque si bien terminaba llorando, riendo o haciendo muecas extrañas con sólo ver las acciones que se presentaban en mi lectura - puedo entender que si viene de la universidad le gustaría un tiempo a solas para descansar, si los estudiantes del instituto son dificiles de controlar no imagino como deben ser los universitarios - solté una leve risa para después arreglar mi cabello hacia un lado para sentirme más cómoda.

Acababa de terminar mi clase de Ética de la Contabilidad y moría por ir por un café, no había comido nada en todo el día ya que había estado matando mi cerebro en la biblioteca. En eso vi a Jeanne, a quien había conocido unos días, y la verdad nos habíamos caído muy bien. No era la chica promedio, a mi parecer-Hey- me limite a decir mientras me acercaba a ella y caminaba a su mismo ritmo.- Oh... hola Bastián-me saludo esta de manera distraida. -¿Cómo estas Jeanne?- le pregunte mientras buscaba mi caja de cigarros-Bien, gracias… ¿y tú como estás…?-me pregunto e hice una mueca con mi cara para darle la idea de que estaba bien. La verdad debia lucir muy cansado ante sus ojos, lo cual debia decir tenia que ver con lo tanto que tenia que estudiar- ¿Quieres ir por un café?- le pregunte casualmente. -Si, claro vamos…-le sonrei por aceptar mi invitacion.- Y, ¿Qué tal estuvo tú día…?-me pregunto. Estaba seguro que se habia dado cuenta de mi cansancio, saque mi cigarro y lo prendi mientras caminabamos y le di una calada - nada mal, solo necesito unas pequeñas vacaciones - y no mentia, mis clases cada vez se estaban poniendo mas dificil. Pero suponia que era normal ya que mis estudios estaban por terminar. - ¿Que tal te ha tratado la universidad? - le pregunte en forma de broma. Habia conocido a Jeanne el primer dia de clases cuando esta estaba completamente perdida hacia donde ir. La habia llevado hasta su salon y habia hablado con el profesor, ya que lo conocia y los introduje para que este no le pusiera un negativo por llegar tarde. Despues de ahi, esta se sintio comprometida conmigo por haberla ayudado, y soliamos hablar cuando estabamos en la biblioteca. Era una chica agradable, por lo que se me hizo facil pasar tiempo con ella - ¿Ningun imbecil en tus clases? - y con eso me referia a chicos de nuestra edad y a profesores, porque si de algo estaba seguro es que habian unos cuantos. Tenia algunos amigos estudiando verinaria y estos parecian siempre enojados por uno de sus profesores, pero no recordaba quien era. - ¿Sabes que me puedes decir si tienes algun problema no? - le dije para reatificar que supiera que contaba conmigo, asi no fueramos los mejores amigos del mundo, no significaba que no podia contar conmigo.

Realmente no tenía las menores ganas de ver a ninguno de mis padres y no es que estuviera segura que vendrían, según John no vendrían, pero quien sabe. De todas maneras hacia unos días que con ayuda de Leo, había encontrado la manera de pasar desapercibida cuando iba hacer carreras de motocrós y saliendo hacer mis cosas. Había creado una doble identidad, una que había usado simplemente cuando quería hacer una de mis cosas sin que mis padres se enteraran. Había diseñado todo un disfraz y personalidad para Jessica Samuels, ciudadana de Boston, Estados Unidos. Hija de doctores y estudiante de Artes. Tenía toda preparada por medio de una amiga de Estados Unidos había conseguido que me comprara una identificación falsa. Y yo había conseguido una peluca que cubriera mis rasgos. Sonreí al espejo mientras me veía al espejo, ni siquiera yo misma me reconocía, pero debía decir que me agradaba este nuevo look tan peculiar. Y es que encontrar esta nueva identidad y crearla había sido una de las mejores ideas que a Leo y a mí se me habían ocurrido. Por supuesto que Jessica no iba al instituto pero eso solo lo sabía yo y Leo.
Salí por la ventana de mi cuarto para no llamar la atención de ningún estudiante y me encamine hacia el campus, donde no me costó llegar. Con un folio en mi mano y con mi cartera en la otra me dirigía hacia el centro de actividades de la universidad para inscribirme en una actividad que haría donaciones a un centro de animales Konstanz. Me quede hablando con la promotora un rato y esta me contaba lo que iban hacer y me parecía todo tan fascinante la verdad. Le di el número de Jessica y me fui. Me encantaba esto de no tener las miradas encima, y poder ser yo sin que nadie lo notara. En eso me tropecé con alguien- oh lo siento- dije automáticamente, gire a ver a quien había tropezado y en eso vi su cara. Era el chico de la discoteca, el chico que simplemente se había quedado grabado en mi mente desde ese día- Tu- deje salir. Este me quedo mirando y me di cuenta que no era Jackie ahora, era Jessica- te he visto en alguna parte…. Tengo la impresión que te conozco… ¿Estas en clases de arte?- le pregunte para hacerme la desentendida y para no parecer una psicópata.-¿Ah, si...?-y estaba segura que ya estaba pensando que era una loca-Si, estoy en la clase de Arte del profesor Burton…-y la verdad es que no me habia dado cuenta que el estaba ahi y simplemente lo habia preguntado para hacer conversacion. A lo mejor estaba tan nerviosa de que no me reconocieran que habia olvidado mirar a ver quien eestaba en el salon - Soy Jessica- me presente con una pequeña sonrisa.-Jessica… claro… ¿eres la alumna nueva que viene de intercambio por todo un año, no es así…?-sonrei y asenti con la cabeza - Alphonse, mucho gusto… - Alphonse... ese nombre me sonaba..y entonces conecte todos los cable y me di cuenta que era Alphonce de Liechtenstein, principe. Sabia que lo conocia de algun lado y es que toda la realeza solia estar en contacto y por ello habia terminado conociendolo, aunque nunca habia hecho mucha conversacion con el. Nunca habiamos hablado la verdad. Tenia que decir que que fuera de la releaza le habia dado algo malo en mi mente. Sabia que no debia juzgar pero lo estaba haciendo-Entonces… ¿Cómo va todo…? Supongo que debe ser un gran cambio venir desde los Estados Unidos y adaptarse al cambio de horario y al nuevo ambiente de la universidad…-y eso era tan de la realeza ser educado hacia todos, tener buenas relaciones lo era todo. Pero algo que me hizo volver el interes hacia el, era ver que estaba fumando y mire su cajetilla - No esta mal, extrano algunas cosas de casa, pero debo decir que no hay nada como ser libre finalmente - parte era mentira parte era verdad. Me gustaba la libertad que me daba tener a Jessica pero me preocupaba el hecho de que me descubrieran - ¿Cuanto tiempo llevas estudiando aqui? - le pregunte para tener algo de conversar y luego busque en mi cartera mi paquete de cigarros y saque mi cigarro - ¿tienes un encendedor? - estaba segura que lo tenia pero solo por preguntar. No iba retener mis habitos para ser la mujer perfecta. Muchas chicas no fumaban en frente de chicos para que no las juzgaran, pero yo no era de las que me importaba realmente. Nunca me habia importado lo que pensaran de mi, pero la presion de mi padre habia hecho que creara a Jessica. En eso recorde lo que la chica que atendia en el centro de actividades me habia dicho de decirle a todos los que pudiera acerca del evento.- No se si te interesa este tipo de cosas, pero hay una actividad para recaudar fondos para los animales del refugio de Konstanz. Y haremos retratos, cupcakes y cosas asi para recaudar fondos - saque un poster de mi folio y se lo di - la chica que trabaja ahi, me dijo que dijera a quien conociera, cual es un completo 0, pero queria ser educada - negue con la cabeza y sonrei un poco ya que me habia dado cuenta de que tan rapido habia hablado.

Mis padres estaban aquí y estaba súper feliz de verlos, especialmente a mi papa tenía ganas de mostrarle las nuevas piezas que había escrito. Aunque esperaba que nadie les dijera mi incidente de haber casi matado un chico con mi celular, mi padre se iba enfurecer si sabía, y me había costado de que el director no llamara a mis padres o Alphonse, quien era peor. Por supuesto tuve que mentir a Alphonse de que alguien había robado mi teléfono y por ella ya no lo tenía. Por supuesto este me acuso de irresponsable y de que seguro lo había perdido, y realmente prefería eso a que supiera la verdad.
Luego de mi práctica de animadoras, fui a cambiarme a mi cuarto a algo más apropiado, sabía que a lo mejor mis padres querrían ir a comer con nosotros. No tenía idea de si ya estaban fuera de la reunión. Me fui al salón de música ya que no sabía qué hacer, y la mejor manera de matar mi tiempo era ensayando más y más. Quería ser perfecta y algún día ser una cantante reconocida. No era algo desconocido que dejaría mi trono por la música, igual era Alphonse quien seria rey y me daba gracias por el pero yo no servía para eso. Me gustaba lo que hacía y las cosas a las que conllevaba ser una princesa, pero no significaba que estaba hecha para ser una reina.
El salón de música estaba vacío como de costumbre, cuestión que me alegraba, sino era por Noah nunca me encontraba a nadie haciendo extra horas en el salón de música. Eso me hacía pensar que la mayoría tomaba esto como un juego. Tome el micrófono y puse una pista de la canción que quería ensayar. Tome el micrófono y me perdí en la canción[x] como solía hacer cada que cantaba. Al terminar la canción mire al salón completamente vacío y en eso sentí que algo se cayó y mis ojos comenzaron a buscar de donde venia el sonido de lo que se había caído- ¿quién está ahí?- pregunte mientras me separaba del micrófono y tomaba una de las guitarras. ¿Qué tal si era una de estas personas que estaba secuestrando en Konstanz? ¡Porque demonios vine sola!- ¿Quien está ahí?- dije con guitarra en mano en busca de ver si había alguien y si había atacar y salir corriendo. Un chico salio de entre las cortinas del escenario y casi me muero estaba a punto de ir a atacar cuando el chico hablo - Ey, tranquila…- me decia este. Que se suponia que debia hacer? atacarlo?. Si llevaba otra persona inocente a la enfermeria me iban a terminar metiendo presa -Mira… esto no es más que un malentendido… no era mi intención asustarte…- Y como se suponia esto podia ser un mal entendido?. De pronto al ver su cara me di cuenta que me sonaba. - Estaba en la parte de atrás afinando mi guitarra cuando escuché que abrieron la puerta, pero no tenía idea de que eras tú, hasta hace un momento… - lo mire con suspicacia, aun sin creerle. Pero entonces vino a mi mente la imagen de el en frente del salon y uno de nuestros profesores presentandolo como nuevo. - Me creerías si te digo que todo lo que te acabo de decir es verdad… o… ¿debo empezar a correr…? - me dijo. Su tono bromista no me cautivo para nada y fruci mi ceño a su comentario. ¿Que era gracioso de esta situacion? ¡Nada!. Baje la guitarra - es que no sabes que anda alguien ractando personas? y tu haces eso? - me dispuse a comenzar un discurso de que tan inapropiado y mala habia sido su broma – Casi me provocas un infarto, o tu muerte, y tu bromeas - dije dejando la guitarra en su lugar - y casi logras que destrozara a Josephine - ese era el nombre de la guitarra. Solia ponerle nombre a los instrumentos que tocaba. El piano que tenia en la oficina de mi padre se llamaba Romeo, y era mi favorito. Mire al chico una vez mas - ¿Que no te vas a disculpar? - dije poniendo ambas manos en mi cintura y mirandolo aun con sospecha. Realmente estaba enfurecida y estaba segura que sino fuera por que no queria ir a la carcel ya lo fuera matado con Josephine. Entonces me fije en la guitarra que estaba detras de el y me quede mirandola con fascinacion. Era una guitarra clasica. En ese momento se me olvido de lo que estabamos hablando y comence a caminar hacia la guitarra - linda chica la que tienes ahi - dije mirando la guitarra, y este no parecio entender lo que decia - la guitarra - dije señalando la guitarra. Sabia que no era del salon de musica, ya que conocia y sabia cada instrumento que habia en ese salon, y esa belleza debia ser de el. – tenia mucho tiempo sin ver una asi - dije mas para mi que para el. Mi abuelo por parte de madre tenia una, pero cuando este murio, no la volvi a ver. Suponia que debia tenerla alguna de mis tias o mi tio. Mire al chico quien parecia consternado a mi cambio de humor tan dramatico - No creas que se me ha olvidado que tan furiososa estoy... pero tu guitarra no merece oir mis gritos - no queria que pensara que lo habia disculpado ni nada por el estilo.

Por más que le daba vueltas a la cabeza para encontrar una explicación logica a lo ocurrido, no encontraba ninguna. A todos momentos rememoraba lo ocurrido en la cafereria una semana atrás: Yo caminando hacia la salida de la cafeteria preguntandome como estaría Zoe en estos momentos. En ese momento mi mirada se cruzo con mi imagen enfrente de mi. Creía que se debía a la falta de sueño, ya que Zoe había estado enferma en esos dias. Cerré los ojos para ver si desaparecia, pero el ruido de una banjeda al caer me confirmo que no. Era real. En frente de mi había una persona igual que yo. En ese momento se me pasaron miles de preguntas por la cabeza. Mi unica reaccion fue salir por la puerta y dirigirme al laboratorio para intentar asimilar lo visto ante mis ojos. Esto no debía de ser real. Lo facil hubiera sido descolgar el telefono y preguntarle a mi madre que era lo que estaba pasando. No obstante, lo descarte. No quería saber la verdad de aquello. Y si resultaba que yo era adoptado o cualquiera de esas historias que solo pasaban en las peliculas. Tambien podría haber ido directamente a hablar con el chico, es decir, mi hermano gemelo. No me atrevía a ir hasta el preguntarle. Yo tenía ya una edad para hacerlo, pero había cosas que siempre te daban cierto temor. En fin, mi vida era lo suficientemente complicada ahora como para tener que hacer frente a esto. Ahora de lo que me tenía que preocupar era de mi pequeña Zoe. Ella me necesitaba y era lo primero en mi vida. No era facil trabajar y tener que cuidarla a la vez, pero me las estaba apañando. Durante mi horario lectivo la señora Finigan, una mujer que había conocido el primer día de llegar aquí, me ayudaba quedandose con la niña. Ella me había dicho que no era necesario que buscara a alguien, pero yo no quería molestarla más. Así que me anime a poner un anuncio en la universidad para ver si podía encontrar una niñera para mi hija. La tarea no era facil, porque todas las chicas que pasaban por aquí me daban la impresion de que eran unas cabezas locas que no sabían nada del sentido de la responsabilidad. Incluso uno de los chicos de una de mis clases había venido para optar a por el trabajo, pero la impresion que me dio era que solo quería este trabajo para hacerme la pelota. A todas ellas y a él les había dicho que no. Para mi iba a ser dificil dejar a mi hija con alguien a quien no conocia y que además era joven. Ya me estaba empezando a resignar a encontrar a alguien adecuado para Zoe. Baje mi mirada a la cantidad de papeles que tenía en el escritorio. Si todo esto debía de estar corregido para mañana, porque sino mis alumnos empezarian a cabrearse. Pero es que me era imposible corregir algo correctamente cuando tenía tantas cosas en la cabeza. Cogí uno de los trabajos, lo abrí y empecé a ojearlo cuando alguien carraspeo desde la puerta entreabierta. Miré a la chica que estaba en frente de mí intentado recordar si era alguna de mis alumnas, pero no me sonaba de nada. Ella comenzo a hablar. – Buenas tardes, Sr. Foster… – sonreí ligeramente haciendo un ademan para que pasara al tiempo que yo me levantaba de la silla para recibirla – Lamento ser inoportuna, pero leí su anuncio en el tablón de anuncios y me interesa mucho el empleo… – le indiqué la silla para que se sentara y yo hice lo mismo. Aparte un poco las cosas que tenía sobre la mesa y me apoye en ella. - tienes suerte... el empleo todavía esta disponible... - le informé... me quedé mirandola unos segundos. No se parecia en nada a las demás chicas que habían pasado por aquí a ella se la veía responsable, o al menos eso era lo que yo veía...- supongo que ambos tenemos muchas preguntas que hacernos...- le dije... yo tenía millones, pero no iba abrumarla con millones de preguntas ahora mismo al mismo entrar por la puerta...- hablame un poco de si ti... quiero decir... que es lo que estudias, si tienes experiencia con niños... si tienes paciencia...- le dije para empezar... no es que me interesara su vida privada, pero tenía que saber con quien iba a dejar a mi hija.

No habia perdido ni un segundo cuando me dijero que habian habido desaparecidos en Konstanz, movi todas mis citas y me tome tres dias para ir a ver como estaban mis hijos. Isobel y Cissy vinieron, asi le dijera a Iso que me encargaria de todo, esta insistio que vendria conmigo y asi fue. Llegamos por la noche ese mismo dia Konstanz. Habia hablado con Georg y me aseguro que iba a estar ahi, y por cuanto conocia Georg sabia que estaba pensando en todas las cosas malas que habiamos pasado nosotros en el Instituto y en la Universidad. Y es que no se podia esperar mucho de Konstanz, la verdad habia dudado en enviarlos ahi, pero de alguna forma me convencio que esta vez tenian todo bajo control. Realmente esperaba que tuvieran una buena explicacion y un buen plan, porque sino, tanto como Helena como Ted regresaban deimediato a Francia. Realmente no iba a poner a mis hijos a sufrir lo que Iso y yo habiamos sufrido ahi.
La reunion no termino del todo mal, estos realmente tenian un plan, un plan del que dudaba pero por lo menos un plan. Aun estaba decidiendo que hacer, y sabia que Isobel y yo estabamos pensando lo mismo. Habiamos acordado con Georg y Yukki salir a cenar con nuestras familias esta noche. Era normal ya que aunque no estuvieramos relacionados por sangre, eramos una familia. Mis hijos veian a Georg y Yukki como sus tios y sus hijos nos veian de la misma manera. Mire a Isobel que estaba realmente hermosa, y le dije que iria a buscar a Helena y que la llamaria en lo que la encontrara. Estaba segura que esta queria ver a Ted, ya que Cissy lo habia estado pidiendo todo el dia. Si habia algo que siempre habia agradecido a Isobel, es que tomara a Ted como su propio hijo, asi fuera sido de otra mujer, Isobel lo habia cuidado con unas unas y garras, asi como habia hecho con Helena y como hacia con Narcissa. Para ella no habia diferencia, y la verdad a veces me sorprendia su corazon tan grande y tan generoso. Sabia que cualquier mujer, no aceptaria hijos de otra, pero Isobel lo habia hecho y lo habia querido como su propio hijo. Le di un beso Isobel y luego a mi princesa Cissy para ir a buscar a Helena. Estaba seguro que la encontraria en la biblioteca sumergida en una novela o en las ideas de un filosofo. En cierta manera no tenia de quien habia sacado eso, y sinceramente me recordaba del joven Georg, antes de conocer a Yukki, ya que cuando la conocio puso a prueba cada libro que habia leido. Entre a la biblioteca, y senti una fugaz nostalgia. Recordaba cuando tenia que venir a sacar a Georg de ahi, para que tomara luz solar. Recordaba venir “hacer” tareas para solo ver a Isobel reir con Yukki en uno de esos rincones. Era increible lo que ese lugar tanto me recordaba. Y asi era como descubri a mi pequeña sentada en un sofa, leyendo un libro que pensaba que realmente le comeria la cara. Esta estaba tan invertida en el libro que ni siquera noto que estaba en frente de ella, por lo que la deje leer mientras me sentaba a su lado.-Sabes sino te conociera, de verdad pensaria que estas ignorando a tu padre- comente ya luego de 5 minutos, y entendiendo que mi hija no me notaria sino le hablaba.

Aburrida es como me encontraba ahora mismo sentada en uno de los bancos de los pasillos del instituto. Podría estar haciendo miles de cosas, pero tras una tarde intensa de deberes, me apetecia sentarme en algun lado a disfrutar de un buen libro como lo era La sombra del viento. Quizás el lugar no era el más indicado, porque estaba pasando gente constantemente, pero no me molestaban. Además me habia sentado aquí, porque había escuchado que algunos padres estaban aquí. Obviamente, sabía de sobra que mis padres andaban por aquí, porque mama me había mandado un mensaje avisandome de ello. Quería saber si Sebastian, el padre de mi hermano mayor y ex marido de mi madre, estaba por aquí. Que mi madre y él no se hablaran, no era razón para que yo no me llevara bien con él. En realidad, lo consideraba como mi segundo padre, porque había pasado los primeros años de mi vida con él y el resto de mi familia hasta que mi madre se dio cuenta de que siempre había querido a mi padre. No siempre lo había querido, por lo que había escuchado mi madre y Sebatian habían tenido una historia amor bastante intensa y bonita, pero con algunas dificultades. Quizás algún día yo podré disfrutar de ello.

Deje mis pensamientos a un lado para volver a centrarme en mi lectura. Difícil hacerlo ahora, porque ya tenía mi cabeza fantaseando con algo que ni siquiera me interesaba por el momento. Siempre me gustaba cuando mi madre me contaba toda su historia con los dos amores de su vida. Aunque me cueste admitirlo, sé que todavía sigue queriendo a Sebastian, porque se le nota en la forma que mira las fotos de su juventud. Sé también que ama a mi padre, pero supongo que hay cosas que no se van de la noche a la mañana. Cerré el libro de golpe, ya continuaría más tarde. Levante la vista para ver quien pasaba en esos momentos delante de mi. Vi a un chico caminando por el pasillo. Su cara me decía que se encontraba algo perdido. Esto no eran nada más que suposiciones mías, pero bueno probablemente lo estuviera.- ¿buscas algo?...- me animé a preguntarle. Ante todo había que tener educación. Lo miré detenidamente. Este chico me sonaba de algo, pero no sabía muy bien de que...- ¿te has perdido?...- le hice otra pregunta... ya sabía de que le conocía. Lo había visto en una de las felicitaciones navideñas que mandaban a casa. Por lo que había escuchado era hijo de una prima lejana de mi mama. A la cual no le tenia mucha estima. Me quedé mirándolo esperando alguna respuesta por su parte.– Si y no… – una respuesta bastante contradictoria... o si se había perdido o no, pero bueno... supongo que estaba un poco abrumado. – Lo que sucede es que estoy buscando a mis hermanas: Nina y Cassie Riggins… ¿por casualidad las conoces…? – asenti levemente... conocer conocía a la segunda de ellas - si y no...- le respondí de forma graciosa al igual que había hecho él un segundo antes...- lo siento... tenía que decirlo...- le puse una sonrisa encantadora para que no se pensara que me estaba riendo de él, porque obviamente no lo era...- quiero decir que Cassie va conmigo a clase y a Nina se quien es, pero no tengo el placer de conocerla- le expliqué... si que iba a mi clase, pero no tenía mucha relación ella, pero eso no era lo que me estaba preguntando...- supongo que estas buscandolas, pero no las he visto pasar por aquí y ya llevo mucho rato por aquí...- le dije levantandome del suelo y metiendo mi libro en el bolso...- si puedo ayudarte en algo más solo tienes que decirlo...- le ofrecí mi ayuda por si quería aceptarla, sino me sentaría de nuevo en el suelo a esperar a la persona que yo andaba esperando.