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Mensaje  ιzzy нale Vie Jun 29, 2012 4:18 pm



Podía decir sin miedo a equivocarme, que este fin de semana había sido uno de los mejores desde que había llegado al Instituto: el hecho de que mamá y papá hubiesen llegado a la Isla por la reunión de padres, me puso realmente feliz y estuve muy apegada a ellos este fin de semana. Habíamos visitado mucho el pueblo: hicimos algunas compras, fuimos al cine, comimos helados de distintos gustos (aunque en realidad yo comí más de chocolate que de otra cosa) e hicimos distintos tipos de actividades, aunque claro: siempre estando bajo techo, porque la lluvia nos prohibió salir a caminar por las calles como solíamos hacer cuando estábamos en casa durante el verano. Amaba pasar tiempo con mamá y papá, principalmente porque consideraba que eran los mejores padres del mundo.
Lo mejor de todo del fin de semana, había sido que también el tío Iván había venido al Instituto, él dijo que fue para venir a verme a mí (¿?), pero yo creía que en realidad fue para acompañar a mamá y darle un poco de apoyo moral, porque sabía al igual que a él que a ella no le hacía mucha gracia venir a este sitio; pero él creía que era mejor no decirme nada y aparentar como si nada sucediese para no preocuparme demasiado… él, entre tantas personas, creían que era una persona realmente frágil, y que cualquier cosa podía llegar a hacerme sentir mal.
¿Realmente era así? ¿Realmente era tan débil como me hacían querer creer? Todo el mundo siempre intentaba protegerme en vez de dejarme hacerlo por mí mismo, y lo peor de todo era que yo no hacía nada para evitar que no lo hicieran, porque me sentía más segura cuando otra persona respondía por mí… ya que bueno, por mi parte tenía mucho miedo de meter la pata y quedar en peores condiciones; por tanto, consideraba que era mejor cuando mi hermano, Phill, o cuando Alexa, Ethan o Henry me defendían… incluso cuando Fedde lo hacía.
Me sentía triste por el hecho de que mamá, papá y el tío Iván hubiesen regresado a casa, aunque entendía que tenían que volver porque mañana mamá tenía que dar clases en la universidad y porque papá también tenía que volver al trabajo, pero ambos me habían prometido que iban a llamarme todas las noches para hablar y para que les contara cómo estaba. Por otro lado, el tío Iván me había prometido que iba a venir más seguido a la Isla (¿), así que estaba súper contenta con esa noticia porque me encantaba pasar tiempo con él: siempre era muy divertido.
Esta mañana amaneció igual de lluvioso que ayer y que los últimos tres días. No sé porqué, pero cuando desperté había tenido la absurda idea de que posiblemente hoy iba a salir el sol, pero a parecer me equivoqué. En realidad no me gustaban los días de lluvia: me parecían días tristes y melancólicos, y realmente no había mucho que hacer. Por lo general, era del tipo de chicas que cogía sus cosas escolares y que salía al jardín para hacer la tarea, puesto que si bien podía hacerla en la biblioteca prefería realmente el aire libre y la naturaleza: amaba leer novelas apoyada sobre el tronco de un árbol y ese tipo de cosas. Pero en días como estos, la verdad que no tenía muchas opciones.
Comencé a caminar sin ningún rumbo en particular, pensando cuál sería el mejor sitio para ponerme a leer, pensando que el lugar más recomendado iba a ser claramente la biblioteca. Cuando de pronto, al doblar en una esquina, choqué accidentalmente con alguien. En el intento de evitar caerme, cogí el brazo de la persona, pero perdí el equilibrio y sin poder evitarlo terminamos ambos en el suelo, cayendo encima de él. Con intenciones de frenar la caída, apoyé la mano en el suelo, pero mi propio peso fue mayor y terminé doblándome la muñeca. – auch – me quejé. Me mordí ligeramente el labio inferior, y sin poder evitarlo se me empezaron a llenar los ojos de lágrimas. Entre que me dolía la muñeca y que estaba avergonzada por lo que había sucedido, no podía con mis nervios. Levanté levemente el rostro para ver quién había sido con quien me choqué, y entonces me percaté que se trataba de Ethan, y sin poder evitarlo mis mejillas se sonrojaron violentamente – Dios mío, Ethan… yo… dios… lo siento tanto – volví a disculparme tartamudeando. Me sentía tan torpe, tan avergonzada, que no podía sentir como mi corazón de pronto comenzó a latir tan rápidamente que parecía querer salirse de mi pecho “tierra, trágame” pensé inmediatamente. – Lo sé, lo sé, debería prestar más atención por donde ando, pero es que no me imaginé que fuese a haber alguien por estos lados… - murmuré intentando explicar porqué no iba con todos mis sentidos. Aunque de todas formas, la verdad era que según Fly “era la persona más torpe del mundo.” Fue entonces cuando me di cuenta que todavía seguía encima de él, mirando aquellos impresionantes ojos grises que parecían como si fuesen una especie de glaciar. Me dejé caer a un lado, en el suelo, y me agarré la muñeca con la mano que tenía sana, protegiéndola. - ¿Te hice daño? – le pregunté mirándolo levemente de reojo, mientras intentaba controlar unas pequeñas lágrimas que querían caer a través de mis párpados.
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Mensaje  ιzzy нale Vie Jul 06, 2012 4:22 am




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Es increíble hasta donde puede llegar la ingenuidad de mi padre al aferrarse a la absurda idea de que sus hijas algún día puedan convivir en santa paz. Por favor… ¿acaso no es evidente que entre esa chiquilla tonta y yo nunca podrá existir un lazo lo suficientemente fuerte como para unirnos? Que lleváramos la misma sangre no la hace mi hermana, si no todo lo contrario… por que yo jamás podré ver ni mucho menos considerar a Alexa como mi hermana; para eso preferiría morirme antes que considerarla mi hermana. Ni ella me soporta ni yo la soporto, un sentimiento que no dejaba ningún cabo suelto para quien fuera testigo de la pésima relación que mantenía con mi adorada hermanita. Desde el momento en que la conocí, no hizo otra cosa que arruinarme la vida con su maldita existencia y lo peor es que con los años parecía más decidida que nunca a arrebatarme el poco cariño que Jared sentía por nosotros. El que Max se haya dado por vencido no quiere decir que yo deba hacer lo mismo, al menos no todavía, es por él y por mí que me esforzaba. Siempre he creído que la esperanza es lo último que muere y, en este caso, probablemente, era una idiotez aferrarme una esperanza tan absurda, cuando era obvio que siempre los querría más a ellos que a nosotros. Odiaba a mi padre por haber pensado únicamente en su felicidad y no en la de nosotros, odiaba a mi padre por quererlos más a ellos, que a nosotros, odiaba a mi padre por habernos abandonado, odiaba a mi padre por hacer promesas al aire para luego romperlas sin ningún remordimiento, a fin de cuentas eran promesas que nunca fueron lo suficientemente importantes como para cumplirlas, odiaba a Irene por su estúpido sentimiento de autocompasión hacia nosotros, odiaba a Alexa y esa maldita manía de poner cara de mártir. Sé que era egoísta pensar de esa manera, pero a veces desearía que desaparecieran de no solo de mi vista, si no que desearía que nunca hubiesen nacido… de esa forma mi padre nunca nos hubiera abandonado y nuestro hogar seguiría intacto. Pero no… la realidad era muy diferente de la ficción y eso era lo que más me dolía… por que de no haber sido por esa mujer todo habría sido diferente… tendría lo que siempre he anhelado y que me arrebataron sin la más mínima consideración. Es por eso y mucha más que nunca podría ver a Alexa como a una hermana, para mí siempre sería un estorbo en mí vida y nada me haría cambiar mi opinión respecto a ella.

Lo único bueno de que los padres hubiesen sido citados para la reunión, fue el volver a ver a mi madre. Aquel sentimiento de alegría que me embargó al volver a verla era lo único bastante fuerte que me permitía dejar de lado todo ese rencor que no hacía más que dañarme por dentro. Necesitaba a mi madre tanto como a Max… y si de algo estaba segura es que si les llegara a pasar algo me moriría, por que ya no tendría a nadie a mi lado. Mi madre y mi hermano eran lo único que tenía en la vida y sin ellos no tendría las ganas ni las fuerzas para seguir adelante con mí vida. De alguna manera, siempre he sentido que somos un obstáculo para mi padre… sé que si mi hermano y yo no hubiéramos nacido, no habría ningún lazo que lo uniera a mi madre y probablemente su felicidad sería completa por que no tendría que ligar con nuestra existencia. Probablemente el único lazo lo suficientemente fuerte para unirlo a mi madre sería el de aquella vieja amistad que los unió cuando eran niños. El problema fue que esa amistad se transformó en un sentimiento más fuerte que lo único que hizo fue llenar de sufrimiento a mi madre.

Poco antes de que mi padre se marchara habíamos tenido una conversación en privado, una conversación que difícilmente podría olvidar por que ya me sabía de memoria sus palabras… solo era cuestión de intuir en qué momento me abordaría. “Ana, hija… sé que esto es muy difícil para ti, pero… te suplico que hagas un esfuerzo por llevarte bien con tu hermana…Mi hermana… para Jared era fácil decir, el solo hecho de pensar que en nuestras venas corre la misma sangre me repugna más que cualquier otra cosa en el mundo. Tanto… que deseaba que me drenaran cada litro de sangre que corría por mi cuerpo y me hicieran una transfusión completa para no tener que llevar la misma sangre que la estúpida de mi hermana. La partida de mi padre no me produjo ningún sentimiento… estaba tan acostumbrada a verlo partir que, podría decirse que era inmune a cualquier clase de sentimiento que pudiera existir. La única persona a la que verdaderamente echaría de menos sería a mi madre y es que el verla partir me llenaba de un sentimiento de vacio y desasosiego en mi interior que me era imposible evitar. Una vez que regresamos a la Universidad, mi hermano y yo nos despedimos para que pudiera encontrarme con el profesor Foster en el laboratorio de química. El día de hoy, al parecer debía atender un compromiso, por lo que no pude negarme cuando me pidió de favor si podía cuidar por unas horas a la pequeña Zoe. En lo personal, me sentía muy agradecida con el profesor Foster por confiarme la responsabilidad de cuidar a su hija; el día en que me entrevistó se portó tan amable conmigo que confieso que me sentía en deuda con él por no negarme la oportunidad de demostrarle que podía cargar con la responsabilidad de cuidar que implica cuidar a una bebé. Zoe era una pequeña tan dulce y adorable que… con su ternura era capaz de ablandar hasta el corazón de cualquier persona con el corazón frío, tal y como el Grinch. A pesar de que la pequeña Zoe y yo teníamos pocos días de conocernos constantemente me sacaba más de una sonrisa durante el día y es que por alguna extraña razón, Zoe parecía tener un talento natural para hacer sonreír a las personas. Acunaba a la pequeña Zoe entre mis brazos mientras tarareaba una suave y delicada canción de cuna con la esperanza de que cerrara sus ojitos y se durmiera luego de haber tomado su leche. En cuanto Zoe se quedó profundamente dormida, me levanté de la mecedora y la recosté con sumo cuidado en su cuna, arropándola con la cobijita para que no tuviera frío. Besé cariñosamente su frente al tiempo que acariciaba su cabecita y me dedicaba a observarla con la mayor tranquilidad. De pronto escuché como la puerta de la habitación se abría, lo cual me hizo volver el rostro y encontrarme con la agradable sorpresa de que el profesor Foster había vuelto antes de lo esperado. Lo recibí con una suave sonrisa en el rostro, para luego llevarme el dedo índice a los labios indicándole que no hiciera mucho ruido por la pequeña Zoe que se encontraba durmiendo. – Buenas tardes, Sr. Foster – lo saludé en voz baja mientras doblaba la ropa limpia de Zoe y la acomodaba en los cajones. – Zoe se acaba de quedar dormida – le anuncié de manera agradable sin subir mucho el tono de mi voz, por temor a que Zoe se despertara. – Tenía la esperanza de que cuando usted volviera pudiera encontrar a Zoe despierta – le comenté tranquilamente y aparté la mirada sintiéndome un poco desanimada por ese hecho. Desde mi punto de vista, el profesor Foster era un padre muy amoroso, lo sabía por la manera en que miraba a Zoe con un amor imposible de ocultar.
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Mensaje  ιzzy нale Vie Jul 06, 2012 4:38 am




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Es increíble hasta donde puede llegar la ingenuidad de mi padre al aferrarse a la absurda idea de que sus hijas algún día puedan convivir en santa paz. Por favor… ¿acaso no es evidente que entre esa chiquilla tonta y yo nunca podrá existir un lazo lo suficientemente fuerte como para unirnos? Que lleváramos la misma sangre no la hace mi hermana, si no todo lo contrario… por que yo jamás podré ver ni mucho menos considerar a Alexa como mi hermana; para eso preferiría morirme antes que considerarla mi hermana. Ni ella me soporta ni yo la soporto, un sentimiento que no dejaba ningún cabo suelto para quien fuera testigo de la pésima relación que mantenía con mi adorada hermanita. Desde el momento en que la conocí, no hizo otra cosa que arruinarme la vida con su maldita existencia y lo peor es que con los años parecía más decidida que nunca a arrebatarme el poco cariño que Jared sentía por nosotros. El que Max se haya dado por vencido no quiere decir que yo deba hacer lo mismo, al menos no todavía, es por él y por mí que me esforzaba. Siempre he creído que la esperanza es lo último que muere y, en este caso, probablemente, era una idiotez aferrarme una esperanza tan absurda, cuando era obvio que siempre los querría más a ellos que a nosotros. Odiaba a mi padre por haber pensado únicamente en su felicidad y no en la de nosotros, odiaba a mi padre por quererlos más a ellos, que a nosotros, odiaba a mi padre por habernos abandonado, odiaba a mi padre por hacer promesas al aire para luego romperlas sin ningún remordimiento, a fin de cuentas eran promesas que nunca fueron lo suficientemente importantes como para cumplirlas, odiaba a Irene por su estúpido sentimiento de autocompasión hacia nosotros, odiaba a Alexa y esa maldita manía de poner cara de mártir. Sé que era egoísta pensar de esa manera, pero a veces desearía que desaparecieran de no solo de mi vista, si no que desearía que nunca hubiesen nacido… de esa forma mi padre nunca nos hubiera abandonado y nuestro hogar seguiría intacto. Pero no… la realidad era muy diferente de la ficción y eso era lo que más me dolía… por que de no haber sido por esa mujer todo habría sido diferente… tendría lo que siempre he anhelado y que me arrebataron sin la más mínima consideración. Es por eso y mucha más que nunca podría ver a Alexa como a una hermana, para mí siempre sería un estorbo en mí vida y nada me haría cambiar mi opinión respecto a ella.

Lo único bueno de que los padres hubiesen sido citados para la reunión, fue el volver a ver a mi madre. Aquel sentimiento de alegría que me embargó al volver a verla era lo único bastante fuerte que me permitía dejar de lado todo ese rencor que no hacía más que dañarme por dentro. Necesitaba a mi madre tanto como a Max… y si de algo estaba segura es que si les llegara a pasar algo me moriría, por que ya no tendría a nadie a mi lado. Mi madre y mi hermano eran lo único que tenía en la vida y sin ellos no tendría las ganas ni las fuerzas para seguir adelante con mí vida. De alguna manera, siempre he sentido que somos un obstáculo para mi padre… sé que si mi hermano y yo no hubiéramos nacido, no habría ningún lazo que lo uniera a mi madre y probablemente su felicidad sería completa por que no tendría que ligar con nuestra existencia. Probablemente el único lazo lo suficientemente fuerte para unirlo a mi madre sería el de aquella vieja amistad que los unió cuando eran niños. El problema fue que esa amistad se transformó en un sentimiento más fuerte que lo único que hizo fue llenar de sufrimiento a mi madre.

Poco antes de que mi padre se marchara habíamos tenido una conversación en privado, una conversación que difícilmente podría olvidar por que ya me sabía de memoria sus palabras… solo era cuestión de intuir en qué momento me abordaría. “Ana, hija… sé que esto es muy difícil para ti, pero… te suplico que hagas un esfuerzo por llevarte bien con tu hermana…Mi hermana… para Jared era fácil decir, el solo hecho de pensar que en nuestras venas corre la misma sangre me repugna más que cualquier otra cosa en el mundo. Tanto… que deseaba que me drenaran cada litro de sangre que corría por mi cuerpo y me hicieran una transfusión completa para no tener que llevar la misma sangre que la estúpida de mi hermana. La partida de mi padre no me produjo ningún sentimiento… estaba tan acostumbrada a verlo partir que, podría decirse que era inmune a cualquier clase de sentimiento que pudiera existir. La única persona a la que verdaderamente echaría de menos sería a mi madre y es que el verla partir me llenaba de un sentimiento de vacio y desasosiego en mi interior que me era imposible evitar. Una vez que regresamos a la Universidad, mi hermano y yo nos despedimos para que pudiera encontrarme con el profesor Foster en el laboratorio de química. El día de hoy, al parecer debía atender un compromiso, por lo que no pude negarme cuando me pidió de favor si podía cuidar por unas horas a la pequeña Zoe. En lo personal, me sentía muy agradecida con el profesor Foster por confiarme la responsabilidad de cuidar a su hija; el día en que me entrevistó se portó tan amable conmigo que confieso que me sentía en deuda con él por no negarme la oportunidad de demostrarle que podía cargar con la responsabilidad de cuidar que implica cuidar a una bebé. Zoe era una pequeña tan dulce y adorable que… con su ternura era capaz de ablandar hasta el corazón de cualquier persona con el corazón frío, tal y como el Grinch. A pesar de que la pequeña Zoe y yo teníamos pocos días de conocernos constantemente me sacaba más de una sonrisa durante el día y es que por alguna extraña razón, Zoe parecía tener un talento natural para hacer sonreír a las personas. Acunaba a la pequeña Zoe entre mis brazos mientras tarareaba una suave y delicada canción de cuna con la esperanza de que cerrara sus ojitos y se durmiera luego de haber tomado su leche. En cuanto Zoe se quedó profundamente dormida, me levanté de la mecedora y la recosté con sumo cuidado en su cuna, arropándola con la cobijita para que no tuviera frío. Besé cariñosamente su frente al tiempo que acariciaba su cabecita y me dedicaba a observarla con la mayor tranquilidad. De pronto escuché como la puerta de la habitación se abría, lo cual me hizo volver el rostro y encontrarme con la agradable sorpresa de que el profesor Foster había vuelto antes de lo esperado. Lo recibí con una suave sonrisa en el rostro, para luego llevarme el dedo índice a los labios indicándole que no hiciera mucho ruido por la pequeña Zoe que se encontraba durmiendo. – Buenas tardes, Sr. Foster – lo saludé en voz baja mientras doblaba la ropa limpia de Zoe y la acomodaba en los cajones. – Zoe se acaba de quedar dormida – le anuncié de manera agradable sin subir mucho el tono de mi voz, por temor a que Zoe se despertara. – Tenía la esperanza de que cuando usted volviera pudiera encontrar a Zoe despierta – le comenté tranquilamente y aparté la mirada sintiéndome un poco desanimada por ese hecho. Desde mi punto de vista, el profesor Foster era un padre muy amoroso, lo sabía por la manera en que miraba a Zoe con un amor imposible de ocultar.
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Mensaje  ιzzy нale Dom Jul 08, 2012 1:54 am



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Si hay algo que he aprendido en este tiempo es que, la vida está llena de lecciones que debemos aprender. Que toma mucho tiempo llegar a ser la persona que deseo ser. Que es más fácil reaccionar que pensar. Que podemos hacer muchas más cosas de las que creemos que podemos hacer. Que no importan nuestras circunstancias, lo importante es como interpretamos nuestras circunstancias. Que dos personas pueden observar la misma cosa, y ver algo totalmente diferente. Que podemos escribir o hablar de nuestros sentimientos, para aliviar mucho dolor. Que todos somos responsables de nuestros actos. Que a veces las personas que menos esperamos, son las primeras en apoyarnos en los momentos más difíciles. Que la madurez tiene que ver más con la experiencia que hemos vivido, y no tanto con los años que hemos cumplido. Que hay dos días de cada semana por los que no debemos preocuparnos: ayer y mañana. El único momento valioso es ahora. Que no debo competir contra lo mejor de otros, sino competir con lo mejor de mí. Que puedo hacer algo por impulso y arrepentirme el resto de mi vida. Que si no controlo mi actitud, ésta me controlará a mí. Que no importa si el corazón está herido, el mundo sigue girando y aún cuando te sientas tentado volver la mirada hacia atrás con la duda de lo que pudo ser y no será… debes recordarte seguir adelante con tu vida, no solo por tu bienestar… si no por el bien de las personas que están a tu alrededor y que forman parte de tú vida a las que, sin proponértelo terminas arrastrando contigo al pozo en el que te has sumergido.

Ahora que la guerra había terminado… la paz y la tranquilidad poco a poco fue volviendo a la vida de las personas que se vieron afectadas. Vivir con miedo no era la solución, pero al tratarse de algo tan serio como una guerra sientes como si… de la noche a la mañana tus peores temores se hicieran realidad, es en ese momento cuando el miedo se apodera de ti al pensar que algo pueda sucederle a las personas que más quieres en esta vida al ser visualmente testigo de la cantidad de personas que día con día fallecían. Aún en sueños no podía evitar despertarme todas las noches en plena madrugada con el corazón desbocado a causa de las pesadillas que me impedían conciliar el sueño. Frecuentemente me mantenía en comunicación con Yukki y con Georg para no perder contacto con ninguno de los dos. Sabía perfectamente que Georg había estado bajo demasiada presión en los últimos meses… y aunque en una ocasión le propuse a Yukki que viniera a vivirse por un tiempo a París junto con su familia, debido a las amenazas que habían recibido las familias reales… pero si de algo estaba segura es que, sin importar lo que pasara Yukki se quedaría a lado de Georg. Por suerte, la pesadilla había cesado y el tema de la guerra se había convertido en un mal recuerdo.

La relación fracturada y las desavenencias que alguna vez existieron entre Paris y yo habían quedado atrás. Después de mucho tiempo logré entender y comprender los motivos de mi hermana por haber actuado de la forma en que lo hizo y aunque… me había negado a escucharla en un principio, entendí que tanto mi hermana como yo habíamos actuado de la forma incorrecta. En especial yo… por haberle dado la espalda a Paris cuando más me necesitaba. Sin querer en ese lapso me volví una persona egoísta con mi propia hermana al negarme a escuchar sus razones y al no dirigirle la palabra. Tanto Paris como yo pasábamos por un momento difícil… y aunque me negaba a reconocerlo abiertamente necesitaba a mi hermana más que nunca. Había días en los que me miraba al espejo y no era capaz de distinguir mi propio reflejo. La decepción y el dolor son capaces de transformar radicalmente tu vida logrando que te conviertas en una persona muy diferente a la que alguna vez creíste conocer. La herida del corazón era demasiado profunda como para sanar… y lo peor de todo es que, aún cuando el tiempo te ayude a sanar y cicatrizar las heridas que tienes en el corazón… siempre estarán ahí. Llegué a creer que encerrarme en mi propio dolor era la única salida que tenía, pero me equivoqué... y esa fue una lección que aprendí a la mala. Amar a una persona que no puedes tener puede convertirse en una carga demasiado pesada.

Pero ya todo había quedado atrás… los malos momentos ahora eran parte del pasado. Una vez que logras salir de aquel pozo tan profundo que parecía no tener fin y del que mientras más luchas al intentar salir más te hundes como si se trataran de arenas movedizas. Logras entender que tu mayor motivación en esta vida es tu familia y tus amigos, lo único que tienes que hacer es volver la mirada hacia un lado y percatarte de que, siempre han estado ahí a tu lado… dispuestos a ayudarte cuando más lo necesitas. Por alguna extra razón, tenía la sensación de salir a la superficie tras un largo periodo de letargo. Con ayuda había logrado salir adelante y retomado uno de mis más grandes sueños en la vida: dedicarme al teatro y al ballet. Aferrarme a la más grande ilusión que he tenido desde que era niña… me llenaba de alegría y de ganas de vivir mi propia vida. Luego de haber tomado la decisión de dejar Julliard para volver a Konstanz una vez más… la directora me dejó en claro que las puertas de la escuela siempre estarían abiertas si mi deseo era volver algún día. En Julliard había conocido a personas maravillosas que, sin importar la decisión que tomara me recibirían con los brazos abiertos, algo que nunca sabré como agradecerles. Por un instante, me planteé la posibilidad de regresar a Nueva York, pero en esta ocasión… decidí que lo mejor era quedarme en París con mis padres. Necesitaba retomar el hilo de mi vida para poder continuar, pero por sobre todo necesitaba encontrarme a mí misma… es por esa razón que al final opté por matricularme en la Universidad de Bellas Artes de París. Dentro de un estudio de ballet y arriba de un escenario podía ser yo misma y… eso me hacía inmensamente feliz, por que de alguna manera me ayudaba a liberar mis emociones y a desprenderme de la tristeza que sentía de no poder estar a lado de la persona que amaba. Con el tiempo… había dejado de ser la chica insegura y poco a poco había logrado volver a ser la persona que alguna vez fui… pero aún cuando tenía una nueva alegría, sentía que algo me faltaba… aquel vacío que jamás podría volver a llenar. Luego de aquella última conversación con Will en el barco, una parte de mí se había ido con él: mi corazón. Y aún cuando nunca le preguntaba a Georg directamente por Will... él me aseguraba que estaba bien. Por que aunque no pudiéramos estar juntos, no había un solo día en el que no pensara en él…

Desde entonces, el mundo de color en el que vivía se tornó gris. Rara era la ocasión en que los colores se vislumbraban en mi mundo… por que a diferencia de antes, los colores que ahora persistían eran tristes y opacos y por extraño que parezca… ya no podía distinguirlos. Sin embargo, un día algo inesperado ocurrió… algo que nunca creí que sucedería y que solo en sueños pasaba. Como de costumbre, todas las tardes solía atravesar la plaza de la Concordia para cortar camino e ir a casa, cuando de pronto lo vi y… fue como si el tiempo se detuviera, como si nada existiera a mí alrededor, solo él. Por un instante creí que se trataba una ilusión… una hermosa ilusión de la que deseaba no salir en un buen tiempo. Nada habría logrado que apartara la mirada de esos ojos que me eran imposibles olvidar. Pienso que, si en ese momento un automóvil me hubiera atropellado… habría partido feliz por haber tenido la oportunidad de volver a verlo una vez más. La forma en que mi corazón volvió a latir ese día… de alguna manera me hizo sentir viva otra vez, logrando que volvieran los colores a mi mundo.

Desde aquel día en la plaza, Will y yo habíamos retomado nuestra amistad. Volver a verlo después de tanto tiempo, aquella parte de mí que se había ido con él... regresó. El vacío que tenía en el pecho había desaparecido y en su lugar me sentía acobijada, pero más que nada… reconfortada por la calidez que me inundaba el volver a estar a su lado. La llegada de Will y de una personita muy especial trajo una alegría inesperada a mí vida, una hermosa ilusión que me era imposible expresar con palabras. Teddy era como un rayito de luz y esperanza vislumbrándose en el horizonte cada mañana a la espera de un nuevo día. Conocer a Teddy… era lo más maravilloso que podría haberme sucedido hasta ahora. Saber que Teddy era lo más importante en la vida de su papá, me llenaba de orgullo… por que bastaba ver la manera en Will que se desvivía por su pequeño. Por que si de algo era consciente era de los grandes sacrificios que hacía Will para sacar adelante a Teddy. El solo hecho de verlo... me inspiraba, por que jamás tuve duda en que mi Will se convertiría en una persona y en un padre tan maravilloso como lo es ahora. El tiempo que pasábamos en su apartamento, eran momentos que quedarían grabados eternamente en mi memoria. Había días en los que Will volvía tarde de la Facultad de Medicina y cuando supe que no tenía con quien dejar a Teddy, me ofrecí a ayudarlo, aún cuando Will me repitiera una y otra vez que no debía molestarme… le había dejado en claro una noche que si lo ayudaba era solamente por Teddy. Desde el momento en que sostuve por primera vez a Teddy entre mis brazos, se ganó un lugar muy especial en mi corazón y día con día, me sentía afortunada de poder ser testigo de verlo crecer. No comprendo como fue que sucedió… pero lo cierto es que, Teddy había despertado en mí un sentimiento maternal que nunca antes había experimentado. Era un sentimiento muy diferente al que puedes sentir por una persona, por que en el caso de Teddy… sentía la enorme necesidad de cuidarlo, de protegerlo, de procurarlo, de asegurarme de que nada le hiciera falta y de darle todo el cariño del mundo. Cuando era niña… mamá me dijo que todas las mujeres nacíamos con ese instinto maternal y, Teddy con su ternura había despertado en mí aquel sentimiento maternal. En una ocasión, cuando llevé a Teddy al parque, una señora de edad avanzada se acercó a nosotros mientras lo acunaba en mis brazos diciéndome que era una madre muy amorosa y que lograría que mi hijo se sintiera orgulloso de mí. Las palabras de aquella mujer me dejaron sin argumento por el resto del día… Pero sin duda la vez en que me quedé sin aliento fue cuando Teddy me llamó mamá en presencia de Will. El que llamara de esa forma y ver como su sus ojitos se iluminaban, hizo que el corazón me diera un vuelco por el hecho de que, siendo tan pequeño me viera como su… mamá. A pesar de que ese día fue uno de los más felices de toda mi vida… también fue uno de los más tristes que he tenido… por que sin importar todo el cariño y el amor que pudiera darle a Teddy, nunca podría llegar a ocupar el lugar de su madre, aún cuando ella no estuviera con él. El lugar de una madre es irremplazable en la vida de una persona y yo… no me sentía capaz de ocupar el lugar que por derecho le pertenecía a Marileene.

El tiempo transcurrió y no había día en el que no me comunicara con Paris y con Yukki. Es así como siete meses antes recibí una noticia que me dejó perpleja no solo a mí, si no a toda la familia en general. Cuando nos enteramos que Paris dentro de nueve meses se convertiría en madre… nadie podía creerlo. La noticia fue un hecho inesperado que nos tomó por sorpresa a todos, pero que a la vez nos llenó de una inmensa alegría. Un bebé era un motivo de alegría y el saber que mi hermana se convertiría en madre por primera vez en su vida me llenaba de una inmensa ilusión. “Seré tía… ¡¡seré tía!!” Esas eran las palabras que rondaban en mi mente y que me tenían tan aturdida por la alegría que me provocaban. Fue así como nueve meses después, Paris dio a luz a una hermosa niña a la que Pablo y mi hermana llamaron Mariana. Realmente no tenía palabras para expresar lo contenta e ilusionada que estaba con la llegada de mi sobrina, pero lo que más alegría me daba era saber que Paris finalmente había logrado ser feliz con Pablo, que siempre sería el amor de su vida. En cuanto a mis estudios, me sentía plena y realizada. Cuando me comunicaron que había conseguido el papel de Christine Dáae en la nueva puesta en escena de “El Fantasma de la Ópera”, verdaderamente me era imposible de creerlo, pero no podía negar que me sentía de lo más feliz y agradecida con la oportunidad que me habían brindado. Habían transcurrido cuatro semanas desde el estreno… y debo confesar que, al ver a Will sentado entre el público… supe que él siempre sería mi mayor motivación para dar lo mejor de mí. El día de hoy, 23 de marzo, aprovechando que daban inicio las vacaciones de semana santa, se me había ocurrido llevar a Teddy a la hacienda de mi familia para que conociera el campo. Tenía la plena seguridad de que el aire del campo le haría mucho bien... además, el viaje en carretera era una experiencia única por los hermosos paisajes que te brindaba la naturaleza. Cuando hablé con mis padres de los planes que tenía en mente, no negaron en concederme el permiso de pasar unos días. El cambio en mí era bastante notorio que no podían creer lo feliz y radiante que me veía. Incluso papá se había visto tentado en cancelar los compromisos de trabajo que tenía ese día para acompañarnos a Teddy y a mí a la hacienda. Conocía a mi padre, y sabía que en el fondo seguía sin sentir simpatía por Will, es por esa razón que me atrevía a afirmar que le tranquilizaba el hecho de saber que lo único que nos unía era un lazo de amistad. A penas pusimos un pie en la hacienda… Teddy mostró una notable curiosidad por todo lo que le rodeaba; para él… la hacienda era un nuevo mundo por descubrir y no era de extrañarse que mostrara curiosidad por todo lo que había a su alrededor. Una vez que mi nana me ayudó a preparar la comida y a colocar lo necesario para un día campo… llevé a Teddy a los corrales que había al aire libre para que conociera a los caballos y a los ponis que cabalgaban libremente. La reacción inicial de Teddy al ver a los caballos fue de asombro, pero al dedicarle una mirada indicándole que no había nada que temer sus ojitos se relajaron. Aprovechando que era hora de alimentar a los cabellos y a los ponis, le di a Teddy una zanahoria para que se la diera a uno de los ponis, sosteniendo su manita entre la mía para que tuviera confianza en si mismo. Tanto Teddy como yo no pudimos evitar reír largamente a la vez… cuando de pronto una voz que no dudamos en reconocer, hizo que volviéramos la cabeza al unísono. Teddy al ver a su papá caminando hacia nosotros con el semblante aparentemente serio… no puedo evitar sonreír. Miré un momento a Teddy, a quien sostenía entre mis brazos y luego me dediqué a observar la forma en que tomaba entre sus brazos a Teddy y sonreía a modo de saludo. Bastaba ver el amor que Will le tenía a Teddy para darse cuenta de que era capaz de darlo todo por su pequeño. Y lo cierto es que, día con día, no podía sentirme más orgullosa de ver en la persona en que se había convertido. Tras dedicarle una breve mirada a Will a manera de saludo, mis labios se curvaron aún más al recibir el beso que me daba en la mejilla. Siempre que Will me besaba en la mejilla… no podía evitar sentir dentro de mí aquella sensación de calidez en mi interior. Negué suavemente manteniendo la sonrisa en mi rostro al escuchar sus palabras. – Lo que sucede es que acabamos de hacer un notable descubrimiento – planteé, mientras acariciaba la manita de Teddy con el pulgar. – Ambos acabamos de descubrir que somos muy cosquilludos ¿no es así, Teddy? – dije con una sonrisa de oreja a oreja, al tiempo que le hacía cosquillas con los dedos en su pancita, provocando que Teddy riera y me contagiara con su risa, para posteriormente soltar un largo y prolongado suspiro que me hiciera recuperarme un poco. – Pero cuéntanos… ¿Qué tal te fue en la Facultad? ¿Todo salió bien? – pregunté esta vez a manera más personal y mirándole con la esperanza de que todo hubiera salido bien en sus exámenes finales de la facultad. Era consciente de lo importante que era para Will su carrera y lo mucho que le apasionaba su carrera y si había algo que deseara más que cualquier otra cosa en el mundo, era poder estar ahí cuando se recibiera como Cardiólogo.



Última edición por ιzzy нale el Sáb Jul 28, 2012 11:37 pm, editado 1 vez
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Mensaje  ιzzy нale Jue Jul 12, 2012 4:01 am




Ethan Windsor
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Lo bueno de volver a ver a mis padres fue que no dejé pasar la oportunidad de reportar, como el buen hermano que soy, los movimientos de mis hermanas. Si, lo sé, hay momentos en los que incluso hasta yo me sorprendo al ver que tan responsable puedo ser con lo que en verdad me interesa proteger. Si de alguien había heredado el carácter sobre protector fue de mi padre o… eso era lo que mi madre y tía Irene siempre me decían. El problema de toda esta situación es que mi hermana, Julie, lo complicaba todo… mira que desmentirme delante de nuestros padres, ¡era el colmo!, pero si de algo estaba seguro es que, esto no se iba a quedar así como así. No, la actitud de mi hermana no era normal, incluso Caden lo había notado, aunque… ¿a quien engaño?, Julie jamás ha sido normal en toda su vida, aunque a veces superaba los límites. Tenía la sospecha de que mi hermana se veía a escondidas con algún idiota y, lo cierto es que, no descansaría hasta averiguar quien era ese imbécil para ponerlo en su lugar. Si el plan no funcionaba con Caden… no tendría más remedio que intervenir de manera directa y abordarla con el tema. A fin de cuentas, Julie y yo siempre nos hemos llevado bien como hermanos, por lo que esperaba que me tuviera la suficiente confianza como para decirme que le sucede. No sabía si estaba o no haciendo lo correcto al involucrar a Caden en toda esta situación, pero la verdad es que ya no había marcha atrás… solo esperaba que Julie no sospechara del plan. Por que verdaderamente, no quería imaginarme la reacción de mi hermana, ni por un momento.

Tanto mi madre, como tía Irene decían que estaba exagerando, pero por suerte, conté con el apoyo de mi padre, aún cuando en presencia de mamá y de tía Irene tuvo que pretender que el plan era ridículo. Sin embargo, cuando papá me abordó para que habláramos en privado, nunca me imaginé que me diría que dejara el plan de seguir incógnitamente a Julie. Por un momento, llegué a creer que se había arrepentido, pero reconozco que sus palabras me hicieron recapacitar lo que estaba haciendo. Seguir a mí hermana, violaba su propia privacidad y que el único remedio a esta situación estaba en mis manos. Entendía lo que mi padre quiso decirme con esas palabras y… la única solución era hablar con Julie, solo tenía que encontrar el momento ideal para hacerlo. Habían transcurrido ya varias horas desde que mis padres y todos mis tíos se fueron… y ya echaba de menos el ambiente familiar. Siempre era divertido ver como papá molestaba y bromeaba con el tío Jared, aunque por desgracia, el tío Jared, día con día se le notaba desanimado, incluso cansado, como si no supiera que hacer. Y es que la situación entre Alexa y Giuliana no daba paso a mejorar y lo peor de todo es que tía Irene también parecía afectarle toda esa situación. Nunca me ha gustado ver a tía Irene y a Alexa tristes y aunque no fuéramos de mucha ayuda, hacíamos todo lo posible por apoyarlos y ayudarlos. La tía Irene era una persona verdaderamente maravillosa, digna de admiración… y aunque ni Giuliana ni su hermano, Max, tenían que ver con nosotros, esperaba que algún día comprendieran y pudieran dejar de lado todo ese rencor.

Dejando de lado, todo lo que pasó en la visita de mis padres, lo más inusual que me había sucedido hasta ahora, fue encontrarme con Ivy, luego del entrenamiento de básquetbol. La caída que sufrió, cuando accidentalmente no tropezamos, hizo que Ivy fuera a parar a la enfermería. Temía que se hubiera fracturado la muñeca por mi culpa, pero por suerte la doctora dijo que solo se trataba de una torcedura y que no era nada grave. El problema era que Ivy debía llevar la mano vendada por un tiempo hasta que su muñeca sanara. Había estado acompañando a Ivy en la enfermería, la doctora le había dado un analgésico para que se relajara y pudiera calmar el dolor en su muñeca. A los pocos minutos, Ivy se quedó profundamente dormida, por lo que aproveché en mandarle mensaje de texto a Alexa para que nos viéramos en la cafetería. El tiempo transcurrió rápidamente, le había contado a Alexa lo que le pasó a Ivy y del accidente que tuvo por mi culpa, para su preocupación, pero al asegurarle que se encontraba bien y que solo se trataba de una torcedura, se tranquilizó. A penas el reloj marcó las 8:30 pm, me despedí de Alexa, dándole un beso en la mejilla y me fui directo a la enfermería para ver como se encontraba Ivy. Extrañamente, Ivy aún no despertaba por lo que le pedí autorización a la doctora Preston de llevármela en brazos a su habitación. La doctora al no ver ningún inconveniente, me dio un frasquito de analgésicos y una pomada que debía aplicarse Ivy todos los días. En cuanto puse un pie en su habitación, la recosté cuidadosamente en su cama, asegurándome de no despertarla. Ivy era la persona más dulce que he conocido en toda mi vida y… desde que éramos niños sentía una enorme necesidad de protegerla, de cuidarla, de la misma manera que con Alexa y mis hermanos. Ivy era una prioridad en mí vida y siempre lo sería, pues nada ni nadie podrá cambiar el cariño que sentía por ella. A medida que el tiempo pasaba, la tormenta parecía intensificarse con cada minuto; había asegurado las ventanas y en la mesita de noche había una linterna que esperaba utilizar en caso de emergencia. De un momento a otro la oscuridad se hizo presente provocado por un corte de luz, por lo que inmediatamente prendí la linterna para iluminar un poco la estancia. Sostenía la mano de Ivy entre la mía, acariciándola suavemente, cuando finalmente se despertó. – Ey, ¿cómo te sientes? – musité con amable preocupación, al momento que adoptaba una posición erguida en la silla que me permitiera observarla mejor. – Shh… tranquila, todo está bien, no te asustes… – dije quedamente en un intento por tranquilizarla y que no se levantara. Probablemente muchas preguntas estarían cruzando su mente en este momento. Como por ejemplo: el motivo por el cuál la habitación se encontraba en penumbras y la razón de mi presencia en su habitación.– Estuviste dormida varias horas… – expliqué con una de mis mejores sonrisas, al tiempo que acariciaba delicadamente su mejilla con el dorso de mi mano, para luego subir hasta su frente y apartar suavemente el fleco de sus ojos. – Descuida, solo es un corte de luz a causa de la tormenta. Probablemente en este momento estén haciendo lo posible por restaurarla. Tú no te preocupes, ¿de acuerdo? – le pedí tranquilamente con la mirada, a la espera de que confiara en mí.
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Mensaje  ιzzy нale Dom Jul 15, 2012 10:46 pm

Ivonne Rasmussen

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está con: Ethan Windsor; en: Instituto, habitación de Ivy


Si conocían a una persona más torpe que yo, quizás sería bueno que me la presentaran, porque al menos una persona sería capaz de entender lo tan idiota que me había sentido esta tarde sin tener que dar muchos detalles. Y es que la verdad, creo que iban a tener que implantarme un par de ojos más en la cabeza, y quizás así con suerte dejaría de chocarme con las personas como había pasado con Ethan en la tarde.

Lo bueno era, que a pesar de mi torpeza a él no le había sucedido nada, aunque bueno… no podía decir lo mismo de mí. Ethan me había obligado básicamente a pasarme por la enfermería, porque como siempre me había puesto a llorar cuando el dolor que sentí se hizo presente: era sensible y simplemente no podía evitarlo. En mi caso había terminado con un esguince en la muñeca, haciendo que la enfermera me la vendase para mantenerla rígida. También me dio unos analgésicos para el dolor, ya que sin poder evitarlo me quejaba bastante al respecto: nunca me había considerado una persona quejica, pero cuando se trataba de cosas como estas, no podía evitarlo. Y de pronto, sin poder hacer nada para evitarlo, me quedé dormida.

No estaba segura de cuánto tiempo había dormido desde entonces, pero sí recordaba haber tenido un sueño. Eran esos sueños que parecían muy reales, tanto que incluso hasta daban miedo y querías despertarte ni bien te dabas cuenta que las cosas iban mal. Me encontraba yo misma en casa, era mi cumpleaños y en principio todos estaban allí: mis papás, mis hermanos, la tía Irene y el tío Jared junto con Alexa, Luca y Zoe, mi tío Henry y la tía Lizzie junto a todos los primos… incluyendo Ethan. Al principio todo era maravilloso, todos estábamos felices, contando historias como siempre… el tipo de reuniones familiares que me gustaban; pero de pronto, uno a uno se fueron desvaneciendo: al principio me asusté, pero cuando solo quedaba Ethan a mi lado el terror me corrió por el cuerpo: “No… no me dejes, por favor... no te vayas... no lo hagas” le pedí con lágrimas, le sujeté el brazo aferrándome a él… sin duda, estaba con el pánico encima porque no quería quedarme sola, porque quería que todos volviesen a donde antes estaban… y porque… tampoco quería que él se fuese, no él… entre todos. ¿Por qué? ¿Porqué no él? Podría haber evitado que Philip se fuese, o que Alexa se quedase conmigo… pero… había algo que me decía que no podía hacer nada por mí misma si él, Ethan, no estaba a mi lado; y sabía que era absurdo, que no podía depender de él para respirar o para caminar… pero me aterraba la idea de que me abandonase.

“No” grité en el sueño. Aunque ese grito pareció real, y segundos después todo se desvaneció quedándose en la penumbra. De pronto comencé a escuchar la lluvia, los truenos y el viento moviendo los árboles, y fue entonces cuando abrí los ojos, encontrándome también casi a oscuras. Me llevé un susto cuando vi a mi lado una figura, pero me tranquilicé cuando vislumbré a Ethan, y respiré. Mi corazón latía con velocidad, casi como si quisiera salirse de mi pecho. Él sostenía mi mano, acariciándola con cuidado: era un tacto agradable, cálido… y mis mejillas enrojecieron. No entendía muy bien que estaba pasando, a decir verdad, ya que recordaba que era temprano cuando fuimos a la enfermería y ahora… era de noche. ¿Cuántas horas había dormido? ¿Qué hacia él en la habitación? ¿No se habrá quedado conmigo todo este tiempo, verdad? La cabeza me daba vueltas. Me preguntó cómo me encontraba y ante su respuesta me mordí el labio inferior. – aturdida… ¿qué…? – no sabía por dónde empezar a preguntar: qué hora, porqué estaba en la habitación, hacía cuantas horas que había dormido… porqué estábamos a oscuras. Él me tranquilizó pidiéndome que no me asustase, y respiré con profundidad, relajando mi cuerpo ya que me sentía un poco tensa, como cada vez que me desorientaba. Me dijo que había estado durmiendo varias horas, y entonces recordé los analgésicos que me había dado la doctora. Continuó acariciando suavemente mi mano, con el dorso de la suya, y suspiré. Luego, subió su mano y apartó de mi rostro un flequillo que caía sobre mis ojos. - ¿Y la luz? – pregunté un poco asustada. No me gustaba demasiado estar a oscuras, y no me daba pena decir que incluso hasta me daba miedo. Me dijo que la luz había ido debido a la tormenta, pero que seguro volvía pronto, y asentí con la cabeza. – Me siento como una idiota… - susurré entonces, mientras lo miraba: incluso en la oscuridad se veía guapo. “Por Dios, Ivy ¿qué piensas?” me dije a mí misma regañándome. Me senté un poco apoyándome en la almohada, y luego me moví a un lado, haciéndole un gesto como para que si quería que se viniese.

Digo, no creo que quede mal… más de una vez me había colado en su cama siendo pequeña. “¿Porqué tendría que pensar mal?” me preguntó mi mente… “No lo sé, porque es un chico… los chicos siempre tienen pensamientos retorcidos, o eso es lo que Fly siempre ha dicho” me respondí mi lengua, con ansiedad “Sí, pero no él… es tu primo” me recordó. Sí, el primo por el cual tenía pánico que me dejase de un día por otro por conseguir una novia que le acapare todo el tiempo, sin dejarle nada para mí. El primo que había tenido algo con mi hermana hacía ya un tiempo atrás. El mismo primo por el cual sentía algo que no podía sentir, por el simple hecho de que sabía que… era incluso absurdo sentir algo por él, ya que ninguna oportunidad tenía. De pronto, se escuchó un trueno y sujeté su mano con fuerza debido al susto que me pegué. – Por favor… no me dejes sola… - le pedí sintiendo un nudo en la garganta, recordando mi pesadilla. Aunque esa petición podía claramente confundirse por mi temor peculiar hacia las tormentas, que no era ningún secreto para quienes me conocían.
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Mensaje  ιzzy нale Miér Jul 18, 2012 1:15 am




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Dejando de lado, todo lo que pasó en la visita de mis padres, lo más inusual que me había sucedido hasta ahora, fue encontrarme con Ivy, luego del entrenamiento de básquetbol. La caída que sufrió, cuando accidentalmente no tropezamos, hizo que Ivy fuera a parar a la enfermería. Temía que se hubiera fracturado la muñeca por mi culpa, pero por suerte la doctora dijo que solo se trataba de una torcedura y que no era nada grave. El problema era que Ivy debía llevar la mano vendada por un tiempo hasta que su muñeca sanara. Había estado acompañando a Ivy en la enfermería, la doctora le había dado un analgésico para que se relajara y pudiera calmar el dolor en su muñeca. A los pocos minutos, Ivy se quedó profundamente dormida, por lo que aproveché en mandarle mensaje de texto a Alexa para que nos viéramos en la cafetería. El tiempo transcurrió rápidamente, le había contado a Alexa lo que le pasó a Ivy y del accidente que tuvo por mi culpa, para su preocupación, pero al asegurarle que se encontraba bien y que solo se trataba de una torcedura, se tranquilizó. A penas el reloj marcó las 8:30 pm, me despedí de Alexa, dándole un beso en la mejilla y me fui directo a la enfermería para ver como se encontraba Ivy. Extrañamente, Ivy aún no despertaba por lo que le pedí autorización a la doctora Preston de llevármela en brazos a su habitación. La doctora al no ver ningún inconveniente, me dio un frasquito de analgésicos y una pomada que debía aplicarse Ivy todos los días. En cuanto puse un pie en su habitación, la recosté cuidadosamente en su cama, asegurándome de no despertarla. Ivy era la persona más dulce que he conocido en toda mi vida y… desde que éramos niños sentía una enorme necesidad de protegerla, de cuidarla, de la misma manera que con Alexa y mis hermanos. Ivy era una prioridad en mí vida y siempre lo sería, pues nada ni nadie podrá cambiar el cariño que sentía por ella. A medida que el tiempo pasaba, la tormenta parecía intensificarse con cada minuto; había asegurado las ventanas y en la mesita de noche había una linterna que esperaba utilizar en caso de emergencia. De un momento a otro la oscuridad se hizo presente provocado por un corte de luz, por lo que inmediatamente prendí la linterna para iluminar un poco la estancia. Sostenía la mano de Ivy entre la mía, acariciándola suavemente, cuando finalmente se despertó. – Ey, ¿cómo te sientes? – musité con amable preocupación, al momento que adoptaba una posición erguida en la silla que me permitiera observarla mejor. – Shh… tranquila, todo está bien, no te asustes… – dije quedamente en un intento por tranquilizarla y que no se levantara. Probablemente muchas preguntas estarían cruzando su mente en este momento. Como por ejemplo: el motivo por el cuál la habitación se encontraba en penumbras y la razón de mi presencia en su habitación.– Estuviste dormida varias horas… – expliqué con una de mis mejores sonrisas, al tiempo que acariciaba delicadamente su mejilla con el dorso de mi mano, para luego subir hasta su frente y apartar suavemente el fleco de sus ojos. – Descuida, solo es un corte de luz a causa de la tormenta. Probablemente en este momento estén haciendo lo posible por restaurarla. Tú no te preocupes, ¿de acuerdo? – le pedí tranquilamente con la mirada, a la espera de que confiara en mí.

Al oírle decir que se sentía como una idiota, la miré con un dejo de extrañeza por hablar de esa forma. Después de todo, era normal que se sintiera aturdida y desorientada luego de haber dormido por varias horas, lo cual era normal en ella, a decir verdad. Por que hasta yo recuerdo, Ivy siempre fue muy dormilona, desde que era niña. Basta recordar aquellas veces en las que después de jugar todo el día, con Alexa, Luca, Zoe, Fly, Phill, Ivy y mis hermanos, cuando éramos niños, era la primera en quedarse profundamente dormida tras un arduo día lleno de aventuras, como a Alexa y a mí siempre nos ha gustado decir. Cada día era una aventura y no había momento en el que no nos dejáramos llevar por nuestra imaginación cada vez que se nos daba por inventar algo. – No digas eso… – le pedí suavemente con una sonrisa, dejando que mis ojos recorrieran su rostro, como si la estuvieran acariciando. – ¿Acaso ya has olvidado todas las veces en que te llevé cargada en mis hombros para que tía Vicky te acostara por que te habías quedado dormida? – le recordé, con una nota de cariño ante todos y cada uno de esos recuerdos de todo lo que vivimos de niños. – Corrijo: a paddy y a ti – agregué, al recordar que había olvidado a mencionar a paddy, el perrito negro de peluche que le obsequié cuando era niña y que según tía Vicky, se había convertido en la adoración de Ivy. Al ver que se acomodaba en la cama le sostuve con cuidado la almohada para que no se fuera a lastimar la mano más de lo que ya la tenía y por mi culpa. La miré brevemente, ensanchando un poco más la sonrisa en mi rostro cuando me hizo un hueco en su cama. Por un momento, me debatí interiormente con la idea, pero inmediatamente la descarté por el simple hecho de que sonaba absurdo lo que atravesaba mi mente en aquel instante. “Estupideces” me dije como si no fuera nada serio. Ivy era como una hermana para mí, por lo que no tendría nada de malo acompañarla para que se sintiera segura. De pronto, el sonido de un trueno y el sentir la fuerza con la que se aferraba a mi mano, me hizo salir de mis pensamientos y prestar atención a su petición de no dejar sola. – No voy a dejarte sola y lo sabes… – aseguré con calma en el momento en que cubría su mano con la mía para infundirle confianza y seguridad y que se sintiera tranquila. Siempre he estado consciente de su temor por las tormentas y por la oscuridad, por lo que no era ningún secreto, ni para Alexa, ni para mí. – No tengas miedo ¿si? – le pedí, al notar el miedo en su mirada. Ivy tenía una manera muy peculiar de mostrar sus sentimientos, sus ojos siempre han sido muy expresivos y aún estando a oscuras podía darme cuenta de ello. Sin soltar su mano, me levanté de la silla en la que me encontraba y me acomodé a su lado en la cama, pasando con cuidado un brazo alrededor de sus hombros, atrayéndola hacia mí con esa misma delicadeza para abrazarla y reconfortarla. Extrañamente, estar a su lado me hacía sentir bien. Ladeé un poco la cabeza apoyando su cabeza con la mía. – Si quieres puedo contarte alguna historia en lo que esperamos… – sugerí, notando que mis labios rozaban suavemente su frente al momento de hablar. – ¿Conoces o has oído la leyenda del Sol y la Luna? – pregunté tranquilamente, a la espera de saber que me respondería.
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Mensaje  ιzzy нale Sáb Jul 21, 2012 12:49 am

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Ethan me recordó aquellas noches de verano en las que solía llevarme a mí y a Paddy cargados en sus hombros hasta la habitación, para después depositarnos en la cama tras un día lleno de actividades. ¿Porqué negar el hecho de que me gustaba dormir? Todos quienes me conocían podían dar fe a eso, ya que podía dormir más de doce horas si incluso me lo proponía. Era un poco perezosa, y tenía demasiada tranquilidad. – Ethan… - intenté decir un poco apenada, recordando aquello. Me avergonzaba la sola idea de pensar de la cantidad de veces que había estado rodeada por sus brazos, los cuales para mí eran totalmente protectores y reconfortantes. – Sí… ya lo sé… es solo que quizás… pensé que deberías tener… cosas más importantes que hacer. – dije finalmente soltando un suspiro. No se me daba tan bien expresar mis sentimientos como a cualquiera, y generalmente solía dar muchas vueltas al momento de hacerlo. Lo cierto es que perfectamente Ethan pudo haberme dejado en la enfermería y seguramente hubiese despertado en ese mismo lugar sin miedo a que me haya puesto sonámbula.

Contuve mi respiración durante varios segundos, sujetando la mano de Ethan con temor a que de la nada él pudiese desaparecer, desvanecerse como lo había hecho en mis sueños. La idea de que me dejase me aterraba tanto que me paralizaba, porque sin duda él era la persona por quien podría llegar a poner las manos en el fuego, confiando plenamente en él sin necesidad de cuestionar absolutamente ninguna de mis acciones. Era absurdo pensar en este tipo de cosas, lo sabía… pero ¿no era acaso la soledad el peor de mis miedos? Sí, sí que lo era: desde pequeña tenía la preocupación de lo que podría ser de mí sin mis padres, sin mis hermanos, sin mis primos, sin Alexa, sin Ethan… y la simple idea de imaginarme sin ellos me paralizaba, me dejaba sin aliento y me daban tremendas ganas de llorar, como cual niña pudiese parecer.

Pero también sabía que no podía obligarle a quedarse conmigo eternamente; que él seguramente algún día tendía una novia guapa: rubia, de ojos increíbles, alta, con cuerpo esbeltico y que seguramente debido a ella dejaría de pasar tiempo conmigo… no podría evitarlo, no podría hacer nada contra ello, y quizás era lo que más me dolía: saber que lo quería, pero también saber que siendo realistas jamás tendría ninguna oportunidad, es decir… claramente Fly era el prototipo del centro de su atención, y en comparación a mi hermana yo era… bueno: la nada misma.

Mi respiración volvió a la normalidad cuando Ethan me dijo que no me dejaría sola. Aquello me alivió y aflojé un poco la presión que había hecho en su mano. Tragué saliva y solté un profundo suspiro, sintiendo aún el miedo correr por mi cuerpo pero al mismo tiempo la tranquilidad de saber que no desaparecería. Se levantó de la silla en la que se encontraba, y se acostó a mi lado; posteriormente, me rodeó con su brazo, atrayéndome hacia sí. Me sentí maravillada, anonada, cuando sentí los latidos del corazón de Ethan: eran tranquilos, relajados… serenos, cerré mis ojos momentáneamente e intenté imitarlos.

Me aferré un poco a él, envolviéndolo con mi brazo libre, y asentí con la cabeza cuando me pidió que no tuviese miedo. Papá, Phill, el tío Iván y él eran las únicas personas capaces de quitarme el miedo de encima, quizás por eso era tan apegada a ellos. “Deberías crecer de una vez, no puedes pertenecer a Neverland por siempre” me dijo una vocecilla, que curiosamente sonaba similar a la de mi hermana mayor. Suspiré profundamente, escuchando hablar a Ethan sobre la leyenda del Sol y la Luna. – Mamá me la contó cuando era muy pequeña – admití alzando mi vista levemente para observarlo. En ese momento, sentí como si el corazón se me hubiese entrecortado, ya que no recordaba haber tenido esta sensación: jamás. Desvié mi mirada de forma nerviosa. – Pero fue hace tanto tiempo que creo que la he olvidado – mentí. Era terriblemente mala mintiendo, cualquiera podía darse cuenta de cuando lo hacía y cuando no, porque la voz se me hacía como gallito… pero la verdad era que quería escucharle hablar… me hacía sentir bien oír su voz. - ¿Podrías contármela de nuevo? – le pregunté dulcemente.
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