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Mensaje  ιzzy нale Sáb Jul 28, 2012 11:22 pm

Julie Windsor
Juliette Spencer Windsor
18 años # Junior (The Newbies) # Equitación y Club de Drama
está con: Ethan Windsor; en: terrenos


Genial. Realmente genial. ¿No ven? Es como siempre decía: "Caden es el gran problema de mi vida, si él no estuviese rondandome seguramente no me metería en tantos problemas", pero no... nadie me hacía caso y pensaban que exageraba. ¡Que no exageraba! Si no hubiese por la estúpida manía suya de querer meterse en mi vida no hubiese terminado huyendo, no hubiese terminado en una cabaña a horas de la noche, ni con un tobillo con esguince o peor: castigada durante un mes. ¡Ni siquiera mi propio papá me castigaba un mes! ¿A caso no tenía derecho a defenderme del porqué había terminado en las caballerizas? No, claro que no. Lo malo que papá se había enterado, y lo peor que mamá me había dado un sermón respecto a la seguridad y blablá... ¡Como si fuese una niña pequeña! ¿No tenían suficiente ya con las gemelas? Dios... mi vida era un caso: todo el tiempo todos pendientes de mí y de lo que hacía o dejaba de hacer... empezando por Ethan, siguiendo por Caden y mis padres. Reitero, genial.

En fin. De aquello había pasado una semana, en la que sucedieron muchas cosas: entre ella mi cumpleaños. Sí señores, oficialmente ya tenía dieciocho años. Era raro, lo sé... me llevaba unos pocos meses de diferencia con Ethan y por eso era que él y yo teníamos la misma edad aunque sea por unos pocos meses (los que nos separaban de mi cumpleaños del suyo), eso fue porque mamá tiene aparentemente facilidad para quedar embarazada y casi inmediatamente después del nacimiento de Ethan quedó embarazada de mí... y aquí me tienen.

Aún llevaba el tobillo con una venda, y me habían prohibido practicar esgrima hasta que el pie mejorase ya que de lo contrario podría ser peor. De todas formas, decidí esta vez hacer caso, ya que no podía imaginarme qué podía ser exactamente peor que esto. Lo bueno de todo era que tenía permitido estar con el pie estirado en una silla durante la clase y para ser sincera era realmente cómodo estar así, aunque a los profesores no le hacían mucho gracia porque pensaban que más de uno iban a querer imitarme o algo así. No obstante estaba un poco frustrada y molesta, por lo que era mejor que la gente no se me acercase demasiado, al menos que fuese con buenas intenciones y no con ganas de joderme un poco. Sí, había heredado un carácter medio raro, lo sabía. Incluso tío Henry bromeaba diciéndome que quizás hasta hubiese heredado la bipolaridad de mi tía Diana, que esperaba que no fuese así, realmente.

Miré con cierto recelo a la persona que tenía a mi lado, y suspiré - Ethan... no hace falta que vengas a buscarme cada vez que finalice una clase... - le dije a mi hermano que desde hacía una semana se me había pegado como un imán. - Estoy herida, pero no estoy inválida... le recordé poniendo los ojos en blanco como si se lo hubiese más de mil veces, que de hecho se lo había dicho solo un par y al parecer él parecía no querer escucharme. Suspiré y seguí hablando - Puedo moverme y caminar... y también llevar mis cosas... en serio - le aseguré. Odiaba la sobre protección excesiva de Ethan, aunque sabía que no era solo conmigo sino con todos a quienes le importaba, como a mis hermanas, a Alexa, o incluso a la pequeña Ivy.
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Mensaje  ιzzy нale Jue Ago 09, 2012 3:29 am



Ethan Windsor
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[ Está con Julie Windsor ;; En el exterior ]

Si hay algo que he aprendido en este tiempo es que, la vida está llena de lecciones que debemos aprender. Que toma mucho tiempo llegar a ser la persona que deseo ser. Que es más fácil reaccionar que pensar. Que podemos hacer muchas más cosas de las que creemos que podemos hacer. Que no importan nuestras circunstancias, lo importante es como interpretamos nuestras circunstancias. Que dos personas pueden observar la misma cosa, y ver algo totalmente diferente. Que podemos escribir o hablar de nuestros sentimientos, para aliviar mucho dolor. Que todos somos responsables de nuestros actos. Que a veces las personas que menos esperamos, son las primeras en apoyarnos en los momentos más difíciles. Que la madurez tiene que ver más con la experiencia que hemos vivido, y no tanto con los años que hemos cumplido. Que hay dos días de cada semana por los que no debemos preocuparnos: ayer y mañana. El único momento valioso es ahora. Que no debo competir contra lo mejor de otros, sino competir con lo mejor de mí. Que puedo hacer algo por impulso y arrepentirme el resto de mi vida. Que si no controlo mi actitud, ésta me controlará a mí. Que no importa si el corazón está herido, el mundo sigue girando y aún cuando te sientas tentado volver la mirada hacia atrás con la duda de lo que pudo ser y no será… debes recordarte seguir adelante con tu vida, no solo por tu bienestar… si no por el bien de las personas que están a tu alrededor y que forman parte de tú vida a las que, sin proponértelo terminas arrastrando contigo al pozo en el que te has sumergido.

Ahora que la guerra había terminado… la paz y la tranquilidad poco a poco fue volviendo a la vida de las personas que se vieron afectadas. Vivir con miedo no era la solución, pero al tratarse de algo tan serio como una guerra sientes como si… de la noche a la mañana tus peores temores se hicieran realidad, es en ese momento cuando el miedo se apodera de ti al pensar que algo pueda sucederle a las personas que más quieres en esta vida al ser visualmente testigo de la cantidad de personas que día con día fallecían. Aún en sueños no podía evitar despertarme todas las noches en plena madrugada con el corazón desbocado a causa de las pesadillas que me impedían conciliar el sueño. Frecuentemente me mantenía en comunicación con Yukki y con Georg para no perder contacto con ninguno de los dos. Sabía perfectamente que Georg había estado bajo demasiada presión en los últimos meses… y aunque en una ocasión le propuse a Yukki que viniera a vivirse por un tiempo a París junto con su familia, debido a las amenazas que habían recibido las familias reales… pero si de algo estaba segura es que, sin importar lo que pasara Yukki se quedaría a lado de Georg. Por suerte, la pesadilla había cesado y el tema de la guerra se había convertido en un mal recuerdo.

La relación fracturada y las desavenencias que alguna vez existieron entre Paris y yo habían quedado atrás. Después de mucho tiempo logré entender y comprender los motivos de mi hermana por haber actuado de la forma en que lo hizo y aunque… me había negado a escucharla en un principio, entendí que tanto mi hermana como yo habíamos actuado de la forma incorrecta. En especial yo… por haberle dado la espalda a Paris cuando más me necesitaba. Sin querer en ese lapso me volví una persona egoísta con mi propia hermana al negarme a escuchar sus razones y al no dirigirle la palabra. Tanto Paris como yo pasábamos por un momento difícil… y aunque me negaba a reconocerlo abiertamente necesitaba a mi hermana más que nunca. Había días en los que me miraba al espejo y no era capaz de distinguir mi propio reflejo. La decepción y el dolor son capaces de transformar radicalmente tu vida logrando que te conviertas en una persona muy diferente a la que alguna vez creíste conocer. La herida del corazón era demasiado profunda como para sanar… y lo peor de todo es que, aún cuando el tiempo te ayude a sanar y cicatrizar las heridas que tienes en el corazón… siempre estarán ahí. Llegué a creer que encerrarme en mi propio dolor era la única salida que tenía, pero me equivoqué... y esa fue una lección que aprendí a la mala. Amar a una persona que no puedes tener puede convertirse en una carga demasiado pesada.

Pero ya todo había quedado atrás… los malos momentos ahora eran parte del pasado. Una vez que logras salir de aquel pozo tan profundo que parecía no tener fin y del que mientras más luchas al intentar salir más te hundes como si se trataran de arenas movedizas. Logras entender que tu mayor motivación en esta vida es tu familia y tus amigos, lo único que tienes que hacer es volver la mirada hacia un lado y percatarte de que, siempre han estado ahí a tu lado… dispuestos a ayudarte cuando más lo necesitas. Por alguna extra razón, tenía la sensación de salir a la superficie tras un largo periodo de letargo. Con ayuda había logrado salir adelante y retomado uno de mis más grandes sueños en la vida: dedicarme al teatro y al ballet. Aferrarme a la más grande ilusión que he tenido desde que era niña… me llenaba de alegría y de ganas de vivir mi propia vida. Luego de haber tomado la decisión de dejar Julliard para volver a Konstanz una vez más… la directora me dejó en claro que las puertas de la escuela siempre estarían abiertas si mi deseo era volver algún día. En Julliard había conocido a personas maravillosas que, sin importar la decisión que tomara me recibirían con los brazos abiertos, algo que nunca sabré como agradecerles. Por un instante, me planteé la posibilidad de regresar a Nueva York, pero en esta ocasión… decidí que lo mejor era quedarme en París con mis padres. Necesitaba retomar el hilo de mi vida para poder continuar, pero por sobre todo necesitaba encontrarme a mí misma… es por esa razón que al final opté por matricularme en la Universidad de Bellas Artes de París. Dentro de un estudio de ballet y arriba de un escenario podía ser yo misma y… eso me hacía inmensamente feliz, por que de alguna manera me ayudaba a liberar mis emociones y a desprenderme de la tristeza que sentía de no poder estar a lado de la persona que amaba. Con el tiempo… había dejado de ser la chica insegura y poco a poco había logrado volver a ser la persona que alguna vez fui… pero aún cuando tenía una nueva alegría, sentía que algo me faltaba… aquel vacío que jamás podría volver a llenar. Luego de aquella última conversación con Will en el barco, una parte de mí se había ido con él: mi corazón. Y aún cuando nunca le preguntaba a Georg directamente por Will... él me aseguraba que estaba bien. Por que aunque no pudiéramos estar juntos, no había un solo día en el que no pensara en él…

Desde entonces, el mundo de color en el que vivía se tornó gris. Rara era la ocasión en que los colores se vislumbraban en mi mundo… por que a diferencia de antes, los colores que ahora persistían eran tristes y opacos y por extraño que parezca… ya no podía distinguirlos. Sin embargo, un día algo inesperado ocurrió… algo que nunca creí que sucedería y que solo en sueños pasaba. Como de costumbre, todas las tardes solía atravesar la plaza de la Concordia para cortar camino e ir a casa, cuando de pronto lo vi y… fue como si el tiempo se detuviera, como si nada existiera a mí alrededor, solo él. Por un instante creí que se trataba una ilusión… una hermosa ilusión de la que deseaba no salir en un buen tiempo. Nada habría logrado que apartara la mirada de esos ojos que me eran imposibles olvidar. Pienso que, si en ese momento un automóvil me hubiera atropellado… habría partido feliz por haber tenido la oportunidad de volver a verlo una vez más. La forma en que mi corazón volvió a latir ese día… de alguna manera me hizo sentir viva otra vez, logrando que volvieran los colores a mi mundo.

Desde aquel día en la plaza, Will y yo habíamos retomado nuestra amistad. Volver a verlo después de tanto tiempo, aquella parte de mí que se había ido con él... regresó. El vacío que tenía en el pecho había desaparecido y en su lugar me sentía acobijada, pero más que nada… reconfortada por la calidez que me inundaba el volver a estar a su lado. La llegada de Will y de una personita muy especial trajo una alegría inesperada a mí vida, una hermosa ilusión que me era imposible expresar con palabras. Teddy era como un rayito de luz y esperanza vislumbrándose en el horizonte cada mañana a la espera de un nuevo día. Conocer a Teddy… era lo más maravilloso que podría haberme sucedido hasta ahora. Saber que Teddy era lo más importante en la vida de su papá, me llenaba de orgullo… por que bastaba ver la manera en Will que se desvivía por su pequeño. Por que si de algo era consciente era de los grandes sacrificios que hacía Will para sacar adelante a Teddy. El solo hecho de verlo... me inspiraba, por que jamás tuve duda en que mi Will se convertiría en una persona y en un padre tan maravilloso como lo es ahora. El tiempo que pasábamos en su apartamento, eran momentos que quedarían grabados eternamente en mi memoria. Había días en los que Will volvía tarde de la Facultad de Medicina y cuando supe que no tenía con quien dejar a Teddy, me ofrecí a ayudarlo, aún cuando Will me repitiera una y otra vez que no debía molestarme… le había dejado en claro una noche que si lo ayudaba era solamente por Teddy. Desde el momento en que sostuve por primera vez a Teddy entre mis brazos, se ganó un lugar muy especial en mi corazón y día con día, me sentía afortunada de poder ser testigo de verlo crecer. No comprendo como fue que sucedió… pero lo cierto es que, Teddy había despertado en mí un sentimiento maternal que nunca antes había experimentado. Era un sentimiento muy diferente al que puedes sentir por una persona, por que en el caso de Teddy… sentía la enorme necesidad de cuidarlo, de protegerlo, de procurarlo, de asegurarme de que nada le hiciera falta y de darle todo el cariño del mundo. Cuando era niña… mamá me dijo que todas las mujeres nacíamos con ese instinto maternal y, Teddy con su ternura había despertado en mí aquel sentimiento maternal. En una ocasión, cuando llevé a Teddy al parque, una señora de edad avanzada se acercó a nosotros mientras lo acunaba en mis brazos diciéndome que era una madre muy amorosa y que lograría que mi hijo se sintiera orgulloso de mí. Las palabras de aquella mujer me dejaron sin argumento por el resto del día… Pero sin duda la vez en que me quedé sin aliento fue cuando Teddy me llamó mamá en presencia de Will. El que llamara de esa forma y ver como su sus ojitos se iluminaban, hizo que el corazón me diera un vuelco por el hecho de que, siendo tan pequeño me viera como su… mamá. A pesar de que ese día fue uno de los más felices de toda mi vida… también fue uno de los más tristes que he tenido… por que sin importar todo el cariño y el amor que pudiera darle a Teddy, nunca podría llegar a ocupar el lugar de su madre, aún cuando ella no estuviera con él. El lugar de una madre es irremplazable en la vida de una persona y yo… no me sentía capaz de ocupar el lugar que por derecho le pertenecía a Marileene.

El tiempo transcurrió y no había día en el que no me comunicara con Paris y con Yukki. Es así como siete meses antes recibí una noticia que me dejó perpleja no solo a mí, si no a toda la familia en general. Cuando nos enteramos que Paris dentro de nueve meses se convertiría en madre… nadie podía creerlo. La noticia fue un hecho inesperado que nos tomó por sorpresa a todos, pero que a la vez nos llenó de una inmensa alegría. Un bebé era un motivo de alegría y el saber que mi hermana se convertiría en madre por primera vez en su vida me llenaba de una inmensa ilusión. “Seré tía… ¡¡seré tía!!” Esas eran las palabras que rondaban en mi mente y que me tenían tan aturdida por la alegría que me provocaban. Fue así como nueve meses después, Paris dio a luz a una hermosa niña a la que Pablo y mi hermana llamaron Mariana. Realmente no tenía palabras para expresar lo contenta e ilusionada que estaba con la llegada de mi sobrina, pero lo que más alegría me daba era saber que Paris finalmente había logrado ser feliz con Pablo, que siempre sería el amor de su vida. En cuanto a mis estudios, me sentía plena y realizada. Cuando me comunicaron que había conseguido el papel de Christine Dáae en la nueva puesta en escena de “El Fantasma de la Ópera”, verdaderamente me era imposible de creerlo, pero no podía negar que me sentía de lo más feliz y agradecida con la oportunidad que me habían brindado. Habían transcurrido cuatro semanas desde el estreno… y debo confesar que, al ver a Will sentado entre el público… supe que él siempre sería mi mayor motivación para dar lo mejor de mí. El día de hoy, 23 de marzo, aprovechando que daban inicio las vacaciones de semana santa, se me había ocurrido llevar a Teddy a la hacienda de mi familia para que conociera el campo. Tenía la plena seguridad de que el aire del campo le haría mucho bien... además, el viaje en carretera era una experiencia única por los hermosos paisajes que te brindaba la naturaleza. Cuando hablé con mis padres de los planes que tenía en mente, no negaron en concederme el permiso de pasar unos días. El cambio en mí era bastante notorio que no podían creer lo feliz y radiante que me veía. Incluso papá se había visto tentado en cancelar los compromisos de trabajo que tenía ese día para acompañarnos a Teddy y a mí a la hacienda. Conocía a mi padre, y sabía que en el fondo seguía sin sentir simpatía por Will, es por esa razón que me atrevía a afirmar que le tranquilizaba el hecho de saber que lo único que nos unía era un lazo de amistad. A penas pusimos un pie en la hacienda… Teddy mostró una notable curiosidad por todo lo que le rodeaba; para él… la hacienda era un nuevo mundo por descubrir y no era de extrañarse que mostrara curiosidad por todo lo que había a su alrededor. Una vez que mi nana me ayudó a preparar la comida y a colocar lo necesario para un día campo… llevé a Teddy a los corrales que había al aire libre para que conociera a los caballos y a los ponis que cabalgaban libremente. La reacción inicial de Teddy al ver a los caballos fue de asombro, pero al dedicarle una mirada indicándole que no había nada que temer sus ojitos se relajaron. Aprovechando que era hora de alimentar a los cabellos y a los ponis, le di a Teddy una zanahoria para que se la diera a uno de los ponis, sosteniendo su manita entre la mía para que tuviera confianza en si mismo. Tanto Teddy como yo no pudimos evitar reír largamente a la vez… cuando de pronto una voz que no dudamos en reconocer, hizo que volviéramos la cabeza al unísono. Teddy al ver a su papá caminando hacia nosotros con el semblante aparentemente serio… no puedo evitar sonreír. Miré un momento a Teddy, a quien sostenía entre mis brazos y luego me dediqué a observar la forma en que tomaba entre sus brazos a Teddy y sonreía a modo de saludo. Bastaba ver el amor que Will le tenía a Teddy para darse cuenta de que era capaz de darlo todo por su pequeño. Y lo cierto es que, día con día, no podía sentirme más orgullosa de ver en la persona en que se había convertido. Tras dedicarle una breve mirada a Will a manera de saludo, mis labios se curvaron aún más al recibir el beso que me daba en la mejilla. Siempre que Will me besaba en la mejilla… no podía evitar sentir dentro de mí aquella sensación de calidez en mi interior. Negué suavemente manteniendo la sonrisa en mi rostro al escuchar sus palabras. – Lo que sucede es que acabamos de hacer un notable descubrimiento – planteé, mientras acariciaba la manita de Teddy con el pulgar. – Ambos acabamos de descubrir que somos muy cosquilludos ¿no es así, Teddy? – dije con una sonrisa de oreja a oreja, al tiempo que le hacía cosquillas con los dedos en su pancita, provocando que Teddy riera y me contagiara con su risa, para posteriormente soltar un largo y prolongado suspiro que me hiciera recuperarme un poco. – Pero cuéntanos… ¿Qué tal te fue en la Facultad? ¿Todo salió bien? – pregunté esta vez a manera más personal y mirándole con la esperanza de que todo hubiera salido bien en sus exámenes finales de la facultad. Era consciente de lo importante que era para Will su carrera y lo mucho que le apasionaba su carrera y si había algo que deseara más que cualquier otra cosa en el mundo, era poder estar ahí cuando se recibiera como Cardiólogo.

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Mensaje  ιzzy нale Jue Ago 09, 2012 3:30 am



Ethan Windsor
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Hacía tanto tiempo que no me sentía de esta forma que creo que inconscientemente había empezado a olvidar lo bien que se siente pasar tiempo con esa persona cuya presencia es indispensable en tu vida. El haberme quedado con Ivy esa noche me hizo recordar todos y cada uno de los momentos que vivimos cuando éramos niños, lo cual fue un sentimiento agradable. Ivy era una persona muy importante para mí y nunca me atrevería a decepcionarla… “Una promesa es una promesa” y hacer una promesa con el corazón significa que por ningún motivo debes romperla. Mis hermanos, Alexa e Ivy, desde que tengo uso razón, han inspirado en mí esa necesidad de protegerlos y de procurarlos en todo momento, por lo tanto, era normal que me preocupara. Además… la manera en que se aferró a mí aquella noche me hizo quedarme a su lado hasta que se quedara profundamente dormida, por que aunque en ningún momento me confesó que era a lo que le temía realmente, tenía la impresión de que su miedo a la oscuridad y a las tormentas eléctricas, no eran lo único y que había algo más. Ivy era como una niña pequeña… sus ojos eran tan expresivos que era imposible no darse cuenta de ello.

Había pasado una semana desde la tormenta y no había vuelto a tener un momento a solas con Ivy… aunque podría decirse que eso era algo a lo que estaba acostumbrado, puesto que entre las clases, los entrenamientos de básquetbol, el ser capitán del equipo, los entrenamientos de natación y si a eso le agregamos que Ivy es dos años menor, difícilmente podíamos encontrar tiempo para estar juntos. En cuanto sonó el timbre, dando fin a la clase de Historia, recogí mis cosas y me despedí de Alexa para ir en busca de Julie, no sin antes pasar a la cafetería por la cesta que había encargado. Cuando el director me llamó y me comentó que mi hermana había estado fuera del instituto a horas inadecuadas, no me sorprendí en lo más mínimo. Puesto que Julie era como imán para los problemas, pero el que ella y Caden terminaran cerca de las caballerizas me daba a suponer que mi primo no descansaría hasta descubrir que era lo que mi hermana ocultaba. Por suerte, su lesión en el tobillo no era nada grave… le habían sacado unas radiografías por precaución y todo estaba en perfecto orden. En unas semanas, Julie estaría como nueva y podría andar de aquí para allá corriendo y saltando como cabra y hasta volver a practicar su actividad favorita: esgrima. Por lógica, mis padres fueron notificados y… digamos que su reacción era de esperarse. Cuando llegué al aula… me topé con la “sorpresa” de que ya habían salido de clases, pero conociendo a mi hermana y su debilidad de estar al aire libre, supuse donde podría encontrarla y en efecto… apenas crucé las puertas para salir al exterior, divisé no muy lejos, una cabellera rubia que se agitaba ligeramente con el viento. Por lo que al tratar de ayudarla, no pude evitar responder: – Uy, que carácter… creo que alguien se levantó del lado equivocado esta mañana – repuse, con aire bromista y con gesto inocente para que se alivianara, antes de echarme a reír por su expresión. Pero por la manera en que me miraba era claro que mi presencia la ponía de mal humor. – Ey, cálmate ¿quieres? – le avisé en un tono tranquilo, pero serio, al recordarme que estaba herida más no inválida. Lo que leyendo entre líneas significa: “piérdete, que sé valérmelas por mí misma”. – Sabes bien que no te desharás de mí tan fácilmente, además… yo no soy Caden, así que no puedes mandarme a la mierda tan fácilmente – le advertí, con una sonrisa de lado y como diciéndole: “Soy tu hermano y no hay nada que puedas hacer para evitarlo”. A veces pienso que Julie y yo debimos haber sido hermanos mellizos, pero por cuestiones inexplicables la vida no quiso que fuera así, y daba gracias al cielo por que el ser once meses mayor me daba cierta “autoridad” para restringir a mi hermana en ciertas cosas, aunque fuera mayor de edad. – Oh, vamos… no me dirás ahora que te molesta el echo de que me preocupe por ti… – dije mirándola con aparente severidad. – Si, si ya sé lo que me vas a decir: “que no eres una niña y que eres capaz de cuidarte por tu propia cuenta” alegué, exasperadamente, repitiendo palabra por palabra lo mismo que me repetía todos los días. – No rezongues y déjame ayudarte ¿quieres?… ¿O es que acaso pasarás por alto la oportunidad de pasar tiempo con tu hermano mayor? – dije alzando una ceja. Si, sé que Julie odia que sea excesivamente sobre protector con ella… pero como dije anteriormente, la necesidad de protegerlos sobre pasa incluso mis propios límites.
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Mensaje  ιzzy нale Miér Ago 15, 2012 10:53 pm

Julie Windsor

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Era increíble lo fastidioso que mi querido hermano mayor podía ser en algunas ocasiones, y no solo eso, sino también lo increíblemente sobreprotector. A veces me preguntaba si se trataba solamente la "preocupación" suya, o si asumía la preocupación que mi padre le hacía llegar desde Inglaterra. No era estúpida, sabía que papá quería mantenerme controlada, impidiendo que me metiese en más problemas de los que ya me metía; y también sabía sobre los falsos rumores que Ethan estaba dándole a mi papá sobre el hecho de estar con chicos, aún y cuando sabe lo terrible que él se pone con el solo hecho de pensar que Angie y yo pudiésemos tener en algún momento un novio. Me preguntaba, sinceramente, si Ethan y papá estaban esperando que mi hermana y yo llegásemos a los treinta y le digamos que queremos ser monjas; pues, si eso era lo que esperaban creo que deberían comenzar a aceptar la desilusión.

"Vale, tranquila fiera", me dije a mí misma antes de fulminar con la mirada a mi adorado hermano mayor. La verdad era que Ethan y yo deberíamos de haber nacido siendo mellizos, pero el destino simplemente quiso que nos llevásemos once meses de diferencia; de todas formas, a veces pareciera como si realmente fuéramos esa clase de hermanos, puesto que en ocasiones incluso era capaz de conectarme con él de una forma que no llegaba a conectarme con los demás hermanos, si bien los adoraba a todos con todo mi corazón, claramente. – Bueno, eso es un poco obvio, considerando que apenas puedo levantarme con el pie correcto – respondí mientras soltaba un profundo suspiro, refiriéndome a que la pierna derecha la tenía herida. Sinceramente no estaba en mis mejores días: eso y considerando que además estaba con ese problema femenino mensual que hacía que me pusiera más irritable de lo normal.

Puse los ojos en blanco al decir que no iba a deshacerme tan fácil de él. - Gracias a Dios que no eres Caden, porque sino te estaría insultando de arriba abajo. - le aseguré con cierta diversión en la voz. Estaba más que claro que mi relación con Caden siempre había sido como la de Tom y Jerry, o más bien como Perros y Gatos, aunque generalmente siempre conseguía salirme con la mía, y eso me convertía en... ¿Jerry? - Te juro que cada vez que lo veo, me dan ganas de matarlo. ¿Porqué narices tiene que siempre meterse en mis cosas? - pregunté un poco fastidiada.

No es que precisamente fuese una persona irritable, pero cuando se trataba de tener demasiadas cosas en la cabeza, como a Caden (por ejemplo) eso fastidiaba a cualquiera. – Vale, suponte que mamá y yo somos la que te tratan como si tuvieses dos años de edad... ¿no te sentirías más o menos similar?– le pregunté alzando una ceja a modo de curiosidad. –Mira, sé que tú y papá se preocupan mucho por mí y por Angie, pero créeme que al menos yo soy capaz de cuidarme bastante bien por mí misma; y creo que Angie tampoco necesita mucha ayuda. – Luego me quedé pensando en aquello: bueno, quizás, Angie sí necesitase algo de ayuda… algo más que yo, por el simple hecho de que ella era mucho más frágil que yo. – Vale, quizás ella puede que necesite más ayuda, pero de todas formas… creo que tú y papá no deberían estar tan a la pendiente, quizás deberían esperar a que simplemente, si los necesitamos, les pidamos ayuda. – me gustaba cometer mis propios errores, y eso era algo que al parecer mi hermanito (con sarcásmo, claramente) y papá no podían llegar a entender. Mamá siempre me apoyaba en todas y cada una de mis decisiones, papá siempre se lo pensaba aunque terminaba aceptando a regañadas, pero le costaba más que a mamá cuando por ejemplo se me daba la idea de querer ir a algún recital o algo por el estilo (ni que fuese, por ejemplo, a una protesta en apoyo al matrimonio gay o algo por el estilo).

Solté un profundo suspiro, resignada. - Ethan... eres fastidioso cuando te pones así de insistente... ¿sabes? - le pregunté haciendo un gesto con la cabeza.-Pero también te quiero, de todas formas - bromeé mientras le sacaba la lengua con diversión. - Okey... aprovechando que hay sol ¿porqué no nos movemos y vamos afuera? - le pregunté impaciente. Siempre había sido un poco claustrofóbica, aunque no tanto en ese sentido: no me gustaban los días lluviosos, porque eso me prohibía salir al exterior, y era en esas ocasiones cuando me sentía mal. - Además de paso puedes contarme porque es que me extrañas tanto - dije soltando una risa. Llevaba poco tiempo en el Instituto, tan solo conocía unas cuantas personas por conocerlos desde toda mi vida, como al primo Henry... pero quitando de ahí, la verdad es que todavía no es que me hubiese hecho de muchos amigos. "Tiempo al tiempo" me recordé a lo que diría mamá.
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