[ # ] Ethan Gallagher

Kate Ackerman

Katherine Juliette Ackerman Wallace
19 años # Estudiante Universitaria: Diseño de Modas.
está con: Ethan Gallagher # Saliendo del Cementerio

“El mundo no va a detenerse por el simple hecho de que Alex no esté” fue lo primero que pensé cuando al día siguiente de su desaparición me percaté de lo que estaba sucediendo. “Seguramente ella ha de estar por ahí con algún chico en Las Vegas haciendo locuras, y volverá a casa cuando se haya aburrido del pobre infeliz” bromeaba cuando alguien intentaba preguntarme respecto al tema en un intento de sonar optimista respecto a ella: más de una vez había sucedido algo como aquello, todavía recordaba cuando se había marchado a New York sin avisarle a nadie y regresó a las dos semanas como si nada hubiera pasado así que ¿Quién no podía decirme que hubiese sucedido algo parecido? Después de todo: se trataba de Alex. Pero nunca, jamás en la vida, me pude haber imaginado que ella había estado muerta todo este tiempo. ¡Muerta! Dios, lo que con ello significaba la palabra. No podía siquiera imaginarme a Alex siendo enterrada en el patio de su propia casa. ¿Cómo fue que nadie vio nada? ¿Acaso todo el pueblo había estado dormido cuando aquello sucedió? ¡Era absurdo! No tenía sentido… nada de sentido, al menos no para mí.

Lo peor de todo era que me sentía jodidamente culpable por haber hablado idioteces todo este tiempo. Es decir: ella había sido mi mejor amiga, pese a todo lo que había sucedido entre nosotras en los últimos años, y jamás le hubiese deseado la muerte pese a que en más de un momento pensé en encontrar la forma de cómo destruirla por todas las cosas que ella me había hecho sin que siquiera me hubiese dado cuenta de aquello. Sí, puede que pienses “vaya, que amistad la que tenías si pensabas en destruirla” pero ¿qué otra cosa podrías hacer cuando lo único que ella hacía constantemente era encontrar la forma de humillarte públicamente? Según ella no lo hacía a propósito, pero en el fondo sabía que lo disfrutaba; no obstante, al final del día, Alex y yo siempre coincidíamos que en el hecho que estando juntas éramos indestructibles: nos cuidábamos las espaldas, hacíamos bromas respecto a los ridículos peinados de ciertas personas y disfrutábamos juntas de las pasarelas cada vez que mi madre hacía uno de sus desfiles de beneficios... sí, es cierto, Alex siempre sobresalía porque mi madre siempre se empeñaba en hacerla “la modelo principal” y a pesar de que odiaba que hiciera eso, al final siempre terminaba siendo divertido.

Iba a extrañar esos momentos.

Me mantuve en silencio durante todo el funeral y realmente fue un alivio que Sophie también haya ido, ya que me había distanciado bastante del resto de las chicas durante este tiempo: no me interesaba realmente juntarme con ellas y si lo había hecho había sido más que nada por Alex, pero hasta por ahí no más. Respiré profundamente y miré a mi alrededor: mucha gente había venido al funeral, y ver a ciertas personas hasta me provocaba risa porque ¿Qué narices hacían ciertas personas que ni siquiera se habían llevado bien con ella mientras estuvo con vida? Honestamente, si no hubiese sido porque la madre de Alexandra me lo pidió personalmente creo que ni siquiera yo misma hubiese venido al funeral: no podía dejar de sentirme culpable por lo que había sucedido, porque todavía recordaba aquella fuerte discusión que habíamos tenido poco antes de que ella haya desaparecido, pero honestamente dudaba que haya huido por haberme acostado con Ethan… porque después de todo simplemente le había pagado con la misma moneda. No obstante, bueno… mejor era no pensar al respecto antes de terminar volviéndome loca con tantos dilemas mentales.

Desvié nuevamente mi mirada y allí, no muy lejos, me percaté de su presencia. ¿Qué hacía él aquí? Realmente nunca supe muy bien si realmente estaba con Alex por algo más que para tener sexo con ella porque jamás me había parecido que su relación haya sido color de rosas. “Genial, y ahora tengo que soportarlo en un velorio” me dije a mí misma haciendo una mueca. Nunca había intentado evitar a una persona así porque sí, principalmente por el hecho de que no le temía a los demás: pero a él no estaba evitándolo porque le temía, sino más bien porque… Dios, era tan difícil de explicar. ¡Maldita sea!

Suspiré profundamente, intentando controlar mis propios pensamientos, y me mantuve quieta esperando a que finalmente llegase mi turno de arrojar algo que me haya unido a Alex durante todo este tiempo para que esa parte de mí se quedase junto a ella. Suspiré profundamente, y me adelanté para arrojar una pequeña caja que contenía los primeros aretes que habíamos robado del mall cuando teníamos trece años: había sido toda una aventura el ir allí y arreglárnosla para sacar algo sin que nadie se diese cuenta; una vez que salimos no habíamos dejado de reírnos durante horas.

Me mordí el labio inferior y volví al lado de Sophie mientras esperaba que todo esto terminase de una vez: deseaba ir a un bar y beber hasta perder la conciencia, me daba igual que fuesen las tres de la tarde, pero necesitaba sacarme todas estas imágenes de mi cabeza antes de que terminase volviéndome loca. Gracias a Dios no tardó demasiado: estaba empezando a ponerme nerviosa y no me gustaba esa sensación.

Me despedí de Sophie, diciéndole que debía ir a otro lugar antes de regresar, pero lo cierto es que deseaba estar un poco sola. Estaba abrumada y mi cabeza no dejaba de dar vueltas desde hacía ya una semana atrás, cuando el cuerpo de Alex fue encontrado. “Bueno… podría haber sido peor” intenté pensar. De todas formas seguía sintiendo ese ácido sabor en la boca del estómago y lo que realmente deseaba era que desapareciera de una maldita vez. Tragué saliva y suspiré profundamente conteniendo las ganas de llorar que había reprimido durante todos estos días.

Fue entonces cuando lo vi: ahí estaba él con esa mirada que tanto me confundía desde hacía algún tiempo. Respiré profundamente y quité rápidamente una lágrima que había comenzado a caer por mi mejilla hacía unos momentos atrás: demonios, justo tenía que pasarme esto delante de él. ¡Qué mala suerte tenía! - ¿Qué haces aquí? - Le pregunté en un tono más rudo del que pretendía hacerlo. - ¿Sabes qué? Me da igual... no me interesa saberlo... - dije haciendo un gesto con las manos antes de que él hablara. Puede que para él sea fácil pretender que nunca pasó nada entre nosotros dos, que lo nuestro nada más fue una noche de sexo en la que terminó con la discusión con Alexandra... pero para mí era un poco más complicado que aquello y a pesar que había pasado un año después de aquello todavía me costaba pretender que no había sido nada. - No tengo ganas de discutir hoy, así que si me haces el favor: evaporate. Lo que menos necesito en estos momentos es tenerte aquí fastidiando. - le pedí mirándolo fijamente para que no llegase a pensar que lo evitaba o algo por el estilo: lo que menos necesitaba era darle ese gusto.