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Mensaje  ιzzy нale Lun Dic 24, 2012 2:36 am

Ivy Rasmussen
Ivonne Victoire Rasmussen de Marichalar
Había terminado mi primer año en el Instituto Rockland. La verdad que no fue tan difícil como había pensado al principio, y tampoco es que haya sido tan terrible como me había imaginado que sería al estar lejos de casa: lejos de mamá y papá. Podría haber sido peor de no ser que Zoe también estaba en el Instituto, pues gracias a ella al menos no es que me sintiera completamente sola en el curso. Y es que la verdad no es que me hubiese convertido en el tipo de chica popular durante mi primer año, sino más bien todo lo contrario: la gente se burlaba un poco de mí, me hacía bromas y se empeñaba por destrozar mis pertenencias. Había una chica en particular, llamada Juliette, que cada vez que se metía en mi camino me hacía alguna broma pesada, me empujaba o incluso me insultaba; me había hecho llorar varias veces durante el curso, pero por suerte siempre aparecía Alexa o Ethan para protegerme. Sé que no debía depender de ellos, pero la verdad era un alivio para mí que estuviesen para brindarme su apoyo.

También había una chica que cada vez que podía se metía conmigo. Su nombre es Sol, Sol de los Santos. Cuando le conté a mamá sobre ella al parecer no se sorprendió demasiado, y me contó que ella es una especie de prima segunda mía. Me dijo que ella tuvo un par de problemas con su madre y que posiblemente por eso era que ella se metía conmigo constantemente. Me dejó desconcertada, considerando que en la vida había visto a Sol personalmente hasta que empecé el Instituto y ya desde el primer momento ella pareció odiarme y por más que intenté hablar con ella, todo esfuerzo fue en vano. Resulta frustrante, porque incluso parece que es amiga de esa chica horrenda llamada Juliette que se cree el ombligo de Rockland.

Pero quitando a ellas no había sido tan malo. Había conocido a un par de personas, entre ellas a un chico llamado Cristobal (que curiosamente era primo de Sol), y con quien rápidamente me sentí identificada. Pronto nos volvimos mejores amigos y siempre esperaba ansiosamente la hora del almuerzo para poder hablar con él, ya que él es un año mayor que yo. También, para mi suerte, estaba Paulina, que también es prima segunda mía pero que con ella sí tengo más trato, sobretodo porque varias veces coincidimos en los cumpleaños de Zoe, Luca o Alexa; la cosa que ella es muy parecida a mí en algunos aspectos, y también me la pasaba hablando con ella cada vez que coincidíamos en la biblioteca o algo por el estilo.

Pero, por suerte, las clases terminaron y ya estaba de vacaciones. Este verano no iba a ir al Summer Club desde el principio como el año pasado, porque papá tenía que viajar mucho y me había preguntado si quería ir con él unas semanas de viaje. Obviamente yo le dije que sí, ya que como ahora no estábamos tanto tiempo juntos, lo echaba en falta. Así que las primeras semanas estuvimos viajando por Grecia, yendo a un congreso político de no sé qué organización; cuando él estaba ocupado, yo me quedaba con mi nana e íbamos a recorrer la ciudad, principalmente los centros comerciales, ya que me fascinaba comprar cosas durante los viajes. No es que lo hiciera muy seguido, pero bueno, no podía controlarme. Fue entonces cuando pasamos por una tienda de música, y al ver el disco nuevo de la banda favorita de Ethan no pude evitar meterme dentro y comprarlo con los ahorros que me quedaban; pero estaba totalmente convencida de que valía la pena comprarlo solo por ver su sonrisa al dárselo.

Las siguientes semanas estuvimos en Francia. Allí pasamos un par de días, hasta que finalmente llegó el momento de ir a Inglaterra. Cuando me dijo que iríamos a Inglaterra no pude evitar dar brincos, e inmediatamente llamé a Tío Henry para contarle; quedé con el tío que iba a pasar a visitarlo a penas llegase, y eso fue lo que hice cuando puse un pie ahí. Papá tenía que pasar varios días en Inglaterra y me había dejado quedarme en Wiltshire, donde ellos vivían.

Apenas llegó a la mansión donde viven toco el timbre dos veces. Me abre el ama de llaves con una sonrisa, y tras darle un rápido abrazo me dirijo al jardín donde escucho las voces de mis primos postizos, como solemos llamarnos. No somos primos en realidad, pero es como si lo fuéramos porque nos conocemos desde siempre. Al verme, las gemelas rápidamente corren hacia mí y me abrazan fuertemente. Les respondo el abrazo, entusiasmada, y comienzan a hablarme rápidamente, contándome algo sobre que Angie y Julie estaban de campamento y que las habían dejado quedarse a cada una en las habitaciones de Angie y Julie, aunque… seguían durmiendo juntas. No sé, una cosa media rara. - ¿Y cuando nosotras también podremos ir al campamento? – pregunta Jane mientras se cruza de brazos. Me encojo de hombros. – Cuando tengan la edad para ir al Instituto, supongo… aunque, siempre podemos montarnos un campamento propio. – respondo con una sonrisa en mis labios.

Kimmy se acerca a mí, rescantándome de las gemelas que seguían hablando sin p arar una sobre la otra. Me agarra de la mano y me saca de ahí mientras me mete adentro de la casa. – Uff… gracias por eso, creo que iban a volverme loca. – digo sonriendo dulcemente mientras me rascaba la mejilla. – No pasa nada, yo ya tuve que escucharlas decir lo mismo desde que Angie y Julie se fueron. – dice ella poniendo los ojos en blanco. Me río sin poder evitarlo y comienzo a subir las escaleras para ir a la habitación de huéspedes. Kimmy no me sigue, sino que más bien me deja mi espacio y ella va hacia la biblioteca o al menos eso supongo.

Mientras subo las escaleras veo las fotografías que hay colgadas en la pared. En ellas aparecen mis primos durante el transcurso de su vida y rápidamente reconozco a Ethan entre los demás. Una sonrisa aparece en mis labios y suspiro sin poder evitarlo. De pronto, así de la nada, choco con el cuerpo de una persona. Claramente es mucho más alto que yo porque me doy la cabeza con su pecho, y no me cuesta mucho trabajo reconocer de quién se trata. Levanto la vista y ahí está él, con un pie en un escalón y otro en el otro. Miro sus impresionantes ojos grises y contengo la respiración, olvidándome momentáneamente que necesito respirar. Hace unas pocas semanas que dejé de verlo: es decir, cuando terminó el curso y sin duda ya había vuelto a crecer. – Ethan. – su nombre se me escapa de mis labios, y sonrío estúpidamente sin poder evitarlo. Dios, está tan guapo que se me corta la respiración con solo tenerlo delante de mí.

Me balanceo sobre mis pies, y entonces siento que voy a caerme de la escalera. Instintivamente, me agarro del brazo de Ethan con mi mano libre y parpadeo sorprendida. “¿A quién se le ocurre balancearse en una escalera?” me regaño mentalmente mientras suspiro, resignada. – Lo siento, lo siento. – digo repetidamente mientras lo suelto y me paro firme para no volver a hacerlo. Dios, debo parecer la estúpida del siglo. Menos mal que Henry (mi hermano) no está acá ahora mismo, porque sino ya estaría burlándose. Aunque… una risita que se escucha debajo de las escaleras me hace pensar que no hace falta que esté Henry entre nosotros, sino que simplemente con que esté Rowan es más que suficiente. Lo busco con la mirada y lo encuentro en el descanso, apoyado sobre el barandal. Lo miro, como pidiéndole que por favor no diga nada, y tras reírse de nuevo, con su risita infantil, se va corriendo. - Y... ¿cómo estás? - le pregunté sin saber qué decirle exactamente. Siempre me pasa lo mismo cuando estoy con él: me olvido de absolutamente todo, hasta debo parecer estúpida o algo, pero simplemente no puedo controlarlo. - las gemelas me dijeron que Angie y Julie van a empezar este año el Instituto - le digo con una sonrisa de costado.

Y entonces recordé lo que tenía en mi equipaje. – Ay, casi me olvido – digo mientras me daba un golpe en la cabeza yo misma. Me río sin poder evitarlo, y abro mi mochila mientras saco un pequeño paquete envuelto – Esto es para ti. – digo mientras extiendo mi mano. – Cuando estaba en Grecia pasé por una tienda de música, y cuando lo vi me acordé de ti. No es la gran cosa, pero espero que te guste. – digo sonriéndole.
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Mensaje  ιzzy нale Mar Dic 25, 2012 11:48 pm



Ethan Windsor
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[ # ] Ethan Windsor  Tumblr_m2n9juOoGD1qd1kvjo1_250 [ # ] Ethan Windsor  Tumblr_m2n9juOoGD1qd1kvjo2_250
“Aquí vamos…” repuso mi mente con esa nota de ironía palpable que, me hizo llevarme una mano a mi frente para masajearla con la yema de mis dedos, cuando detecte que arrugaba el ceño y me miraba con aire de ofendida, lo cual comprueba solo una cosa: Que Marlene McKinnon es una amargada que no sabe apreciar la comicidad de ningún comentario sin sentirse indignada u ofendida, ni tampoco valora el lado hilarante de la vida. “Bravo, Sirius… solo a ti se te ocurre reírte en cara de una maniática, compulsiva y obsesiva como McKinnon en un momento de crisis…” alabó mi mente, con escepticismo. – Por nada, Marlene… – dije con una expresión socarrona, al responder a su pregunta, como si no le estuviera dando la menor importancia, solamente para no ahondar en ella y evitar que terminemos discutiendo como de costumbre. Carajo, ¿Cómo puede vivir así? por que lo cierto es que si fuera yo, ya me habría lanzado de la torre de Astronomía en la primera oportunidad, si tuviera esa maldita manía de querer controlarlo todo, desquiciándome si las cosas no salen precisamente como lo has planeado. ¿Tanto le costaba no tomar las bromas o los comentarios tan apecho? me pregunté internamente, sin apartar la mirada del rostro de Marlene, mientras inhalaba y exhalaba profundamente, negando de manera imperceptible, antes de darme la media vuelta. Pero entonces sus palabras me hicieron reaccionar, de una forma inesperada ya que jamás había visto a Marlene en esta situación.

Todos, incluyéndome, estábamos al borde de la puta desesperación por estar atrapados en el compartimiento sin forma de salir y sin otra cosa más que escuchar los gritos de terror y desesperación de aquellos que se encuentran afuera, mientras ese maldito sentimiento de impotencia al no poder hacer nada te consume lentamente, llenándote de coraje, por que mientras tú estás bien, otros suplican por ayuda. – ¿Crees que no sé que lo que siente, Marlene? – espeté, sin detenerme a pensar en la dureza de mis palabras. ¿Cómo podía venirme ahora con algo así, cuando es ella la que en realidad no comprende, ni tiene idea de lo que estoy sintiendo? El que hablara de esa forma como si no tuviera idea de lo que se siente estar encerrado en este lugar sin poder hacer nada, mientras mis amigos y el idiota de mi hermano están allá afuera, yo estoy aquí… con ella… ¿se atreve a decirme que no sé como se siente? – ¡Claro...! por poco olvido que tú eres la única aquí que se siente con la capacidad de preocuparse por los que realmente le importan… ¿cómo pude ser tan estúpido? – dije con una nota de sarcasmo y a la vez tratando de controlarme para no dejarme llevar por el enfado que me habían provocado sus palabras. En este momento estaba haciendo un esfuerzo descomunal para no perder los estribos y decirle cosas que puedan herirla, por que aunque no lo parezca… sé que mañana me arrepentiré de haberlo hecho y lo que menos deseo… es lastimarla, por culpa de la situación que nos encontramos atravesando. Quizás yo ya no tenía familia, pero así como Evans, Dora, Ethan y su hermano, significan mucho para ella… James, Remus, Peter y Charlotte, son lo más cercano que tengo a una familia y por ellos soy capaz de poner mi propia vida en riesgo con tal de salvarlos y acudir en su ayuda sin importarme la gravedad de las consecuencias. “Trata de entenderla…” pidió la parte racional de mi mente… “Está angustiada y no sabe lo que dice…” me dijo una vez más esa voz dentro de mis pensamientos, esforzándose por serenarme. Lo cierto es que, no era yo, si no maldito temor el que estaba hablando por mí.

Me recargué contra la puerta que se encontraba bloqueada a mis espaldas, para observarla desde mi posición, echando ligeramente la cabeza atrás, con una expresión aparentemente relajada que no dejara entrever lo que interiormente me estaba consumiendo. El sarcasmo en sus palabras no me molestaba, si no al contrario, me lo estaba tomando con la mayor tranquilidad, a diferencia de ella. ¿Sinceramente? tenía mis dudas acerca de que a Marlene McKinnon le importe una mierda quebrantar las reglas del Ministerio de Magia. A menos... que se trate de una situación de emergencia, entonces ahí si creeré que McKinnon es capaz de ir en contra de su buen juicio y de su voluntad para pasarse por alto las normas y quebrantarlas por una vez en su vida. De otra forma jamás lo creería. La sola idea resulta tan bizarra que es imposible no jactarse de ello. – Creo que no me has entendido… – repuse mirando fijante sus ojos castaños, con toda la intención de aclarar el malentendido. Es cierto… de todos los que estábamos aquí, yo era la persona menos indicada para recordarle la dichosa autorización y toda esa sarta de estupideces impuestas por el Ministerio, pero esa no era la verdadera razón por la que se lo había dicho. – si es cierto que el Ministerio de Magia ha agachado la cabeza y se ha dejado doblegar. Significa que esos canallas no descansarán hasta ver alcanzado su objetivo… – elegí con cuidado lo que quería darle a entender, asegurándome de que ella fuera la única capaz de captar el significado oculto en mis palabras. Las palabras de ese miserable fueron claras… por lo tanto no iba a permitir que Marlene corriera un riesgo que pusiera en peligro su propia vida. Tomé una honda bocanada de aire, antes de acercarme a ella y tomarla suavemente del brazo, obligándola a mirarme directamente a los ojos, para dejarle en claro lo que estaba a punto de confesarle… de manera que nuestros rostros quedaron lo suficientemente cerca como para sentir su agitada respiración. – Escúchame bien, si algo pasa no me pidas que me quede en la retaguardia, por que no voy a permitir que te hagan daño… ¿me has entendido? – murmuré, sin apartar en ningún momento la mirada de esos ojos castaños que me miraban con una extraña mezcla sentimientos que no sabía como interpretar. “Primero tendrán que pasar sobre mi cadáver hasta de dejar que te lleven con ellos” sentencié dentro de mi mente. La convicción y la determinación inyectada en cada palabra me impedían apartar la mirada de su rostro, pero más que nada de sus ojos. Una sensación cálida que nunca antes había experimentado recorría cada parte de mi cuerpo como una descarga eléctrica que aceleró los latidos de mi corazón. ¿Qué diablos era esto? me pregunté con un dejo de desconcierto, cuando deslicé una mano para llevarla su pecho para tratar de calmar su respiración, seguido hasta su corazón y sentir bajo la palma de mi mano como latía frenéticamente. Hasta este momento… ninguno de los dos había hecho nada para alejarse y ponerle fin a este contacto… así que rompí el contacto de su mirada con la mía, tragando con cierta dificultad, para después apartarme y tratar de pensar que podíamos hacer al respecto.

Cuando dijo que no iba a permitir que hiciera la locura de emplear un bombarda para volar la puerta del compartimiento, no pude evitar sonreír de una manera extraña. – ¿Yo? Por nadie en particular… – aclaré, con ese aire de inocencia que ni yo mismo me creía y a su vez dejando en claro que no pondría objeción alguna a sus palabras. Reconozco que utilizar un bombarda no fue la idea más brillante que se me pudo haber ocurrido, aunque nada le costaba con dejarme intentarlo… pero pedirle algo así, ya era casi tan arriesgado como el pedirle que confiara en mi. “Era un plan demasiado arriesgado y lo sabes perfectamente” dictaminó mi mente, confirmando lo que había sentido hace unos momentos al hacerme ver que mi plan podría haberlos puesto en riesgo. – Lo sé… si no me lo hubieras impedido no serias Marlene McKinnon… – bromeé, con ligereza al tiempo que giraba los ojos como resignándome a la idea de que así era ella y era normal que actuara de esa manera. Después de todo, era Prefecta y tenía autoridad para hacer y deshacer lo que cree conveniente.

Al darme cuenta de cómo su mano se aferraba a la mía con fuerza… observé con discreción nuestras manos enlazadas por unos breves segundos, tratando de prolongarlo el mayor tiempo posible el contacto, para infundirle confianza y seguridad. Como pidiéndole que conservara la calma y se quedara conmigo para que juntos saliéramos de esto y una vez que todo esto pase volvamos a hacer los mismos de siempre, al menos en parte. Realmente no quería detenerme a examinar con detenimiento que era esta sensación, pero por alguna extraña razón, el tenerla cerca de mí lograba hacerme pensar con mejor claridad las cosas. Si trabajamos en equipo por una sola vez… confío en que lo lograremos. Pero para eso necesitaba que confiara en mí y por sobretodo se aferrara a la corazonada de que podemos hacerlo. En ese instante… las palabras de Marlene diciendo que no le importaba quebrantar todas las reglas del Ministerio de Magia para poder sacar a los niños, incluyéndome, me hizo sonreír por que en el fondo… eso era justo lo que deseaba escuchar de sus labios, aunque no lo reconociera. Sin embargo… hubo algo que llamó mi atención y que me hizo mirarle con una expresión ceñuda que ocultaba mi incredulidad cuando reconoció en mi cara que yo también era su responsabilidad. ¿Acaso he oído bien? ¿De verdad Marlene McKinnon me considera parte de su responsabilidad? Vaya… esto si que es nuevo… Negué suavemente, pensándolo bien. “Apenas se tranquilice, olvidará lo que ha dicho y mañana a esta hora no tendrá importancia” me convencí con la intención de olvidarlo. – Está bien, hagamos esto… – concreté, esbozando una pequeña sonrisa y volviendo el rostro hacia ella para mirarla fijamente a los ojos, tratando de no tomarme seriamente sus palabras. Sea cierto o no… creo que me tomaré la libertad de creer remotamente que en el fondo no le soy indiferente y que muy en el fondo se preocupa por mí. Me dije para así movilizarme y llevar a cabo un plan que, esta vez si podía funcionar, si trabajamos juntos. – Siempre hay una primera vez para todo y me parece que es tiempo de poner en práctica los conocimientos que hemos adquirido en estos años… – aseguré, con una sonrisa que hiciera mi mejor esfuerzo por convencerla y orillarla a tomar este riesgo entre los dos. – Además, ¿qué es la vida sin algo de riesgo? – repuse casualmente manteniendo a flote mi sonrisa, mientras sostenía su mano entre la mía. Vale… una cosa era poner mí vida en riesgo y otra era arriesgarlos a tomar esta decisión y lo cierto es que… mientras los dos estuviéramos en desacuerdo no podríamos llevarlo a cabo. – Tenemos que intentarlo, si no nunca lo sabremos, Marlene – le dije con sinceridad respondiendo a su pregunta con respecto a si creía que era seguro llevar a cabo una aparición conjunta. – Olvidemos todo… ¿de acuerdo? lo que vamos a hacer es lo siguiente: montaremos si es necesario uno o dos trasladores sin importar la estupidez impuesta por el Ministerio de Magia. Tú te iras con los chicos que necesitan ser atendidos y cuando hayas llegado a la estación con ellos lanzaras las chispas para confirmarme que llegaron a salvo y sin ningún problema. – hice una breve pausa, con la mirada clavada en esos ojos castaños. Respiré profundamente antes de continuar. – Seguido enviaré en el segundo traslador a la otra mitad y yo me quedaré hasta el final para aparecerme con los queden – determiné a la espera de que no pusiera objeciones al respecto y se convenciera de que la única solución que teníamos a la mano era juntar su idea y la mía en una sola. – Sé que no quieres ponerlos en peligro… – dije quedamente solo para que ella me escuchara, impidiendo que se soltara de mí, cuando noté que tenía la intención de alejarse, al no estar segura. – Pero mientras no lo intentemos no podemos saber si resultara o no… tienes que confiar en que todo saldrá bien y que ellos también lo estarán… – le pedí en silencio, llevando una mano hasta su mentón para obligarla a mirarme a los ojos una vez más. Al decir que “ellos estarán bien” no solo me refería a los niños, si no también a sus seres queridos.
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Mensaje  ιzzy нale Mar Ene 08, 2013 2:27 am



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“Esto debe ser una maldita broma” me dije por enésima vez, convenciéndome de que la publicación de Gossip Girl acerca de Alexa y Goldmischt no es más que un maldito chiste. Y uno muy malo para ser franco. ¿Desde cuando Alexa está interesada en las patrañas que le pueda decir ese sinvergüenza con tal de ganársela y hacerla caer? ¿Qué acaso no lo odiaba? Si hay algo que le sobra a Lexie es cerebro, mente, inteligencia. Por todos los cielos, es la chica más brillante de la clase, su intuición no le gana a nada, y dudo que se deje envolver con las estupideces de ese imbécil que al parecer no tiene nada mejor que hacer y lo único que hace es atosigarla. Alexa no solo era mi mejor amiga de toda la vida, era mucho más que eso, desde que tengo uso de razón la he visto como una hermana, y me molesta verla rodeada de indeseables; aunque en este caso, Trent Goldmischt, empezaba a sobrepasar los limites de mi paciencia. Como dije… Alexa es muy importante para mí, y nada me quita de la cabeza que ese imbécil solo busca jugar con sus sentimientos. Más de una vez he estado a punto de destituirlo del equipo de baloncesto, pero abusar del poder que tengo como capitán y de la confianza del equipo no era precisamente la solución al problema. Lo quiera reconocer o no… Goldmischt era un muy buen jugador, para mi puta mala suerte, y tenerlo que aguantar durante los entrenamientos requería de una gran fuerza de voluntad. Ni en este, ni en ningún universo alterno, Goldmischt y yo congeniaríamos.

La cuestión aquí es, ¿confío en el buen juicio de Alexa para manejar la situación? La verdad es que ni yo mismo sabría como responder aquella pregunta en este preciso momento, siendo honesto. ¿O acaso debo empezar a tomar enserio las malditas publicaciones de Gossip Girl, y tomar cartas en el asunto? Todo sería más sencillo si pudiera hablar con Lex para que aclarara lo que estaba pasando entre ella y ese imbécil, pero tampoco quería ser el que arruinara la diversión de la fogata con mis estúpidos celos de hermano mayor para variar. En fin… sea quien sea la persona que dedica y malgasta su vida escribiendo estas idioteces, todo indica que su único objetivo es entrometerse en la vida de los demás. Resoplé cayendo en la cuenta de que cada vez me sentía más molesto con toda esa sarta de estupideces escritas, así que acabé por borrar todas las publicaciones del móvil, para luego tratar de marcarle a Geo una vez más sin éxito alguno, para finalmente bloquearlo y guardarlo en el bolsillo de la chaqueta. No tenía ni la más mínima idea de donde se encontraban mis hermanas, pero en lo que respecta a Julie y Clary, solo espero que se mantengan alejadas del alcohol, y de cualquier imbécil.

A eso de las 12:20 am me había despedido de Iker, y de varios amigos con los que había estado bebiendo un par de cervezas en compañía de algunas de las animadoras, para luego alejarme de todo ese ambiente e ir en busca de un sitio más tranquilo que me permitiera disfrutar del evento que dentro de poco se llevaría a cabo. Puede que para muchos esto resulte aburrido, pero días antes de venir al campamento, había leído en las noticias que el día de hoy habría una lluvia de estrellas iluminando el horizonte, algo que no estaba dispuesto a perderme. La tranquilidad que se respiraba en este lugar era realmente asombrosa, por no decir cautivadora. Y para ser honesto, solo hay una persona en este lugar con la que me gustaría compartir y disfrutar de este momento único que pocas veces podemos disfrutar en nuestra vida. Al ver esa preciosa cabellera castaña agitándose suavemente con el viento, no pude evitar sonreír ante el solo hecho de verla. Habían pasado semanas desde la última vez que nos vimos, y desde entonces la he echado de menos… el volver a verla me producía una alegría que no era capaz de expresar con palabras. Ivy se veía tan contenta conversando con Zoe que me sentí un poco culpable por lo que estaba a punto de hacer. Negué un poco y sin esperar mas tiempo, me hice notar. – ¿Sabes algo? Si no te conociera pensaría que me estas ignorando – bromeé, lo bastante cerca de su oído, esperando sorprenderla, lo cual no sucedió. Su reacción fue justo lo que me esperaba que hiciera… sus ojos inmediatamente hicieron contacto con los míos al volverse, y mi sonrisa se hizo mas abierta, cuando quedamos frente a frente, y accidentalmente se golpeo contra mi pecho, de forma que mis manos viajaron hasta sus brazos para poder sostenerle y evitar que tropezara. – Lo lamento, no fue mi intención asustarte – me disculpé, al darme cuenta que sus ojos se mostraban un tanto sorprendidos con mi aparición. Lo que aumento un poco más el sentimiento de culpa.
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Mensaje  ιzzy нale Sáb Ene 12, 2013 11:24 pm


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Sería una mentira totalmente vil si no dijera que no estuve buscando con la mirada durante todo el día a Ethan, porque sí lo estuve haciendo. De hecho, en momentos estaba tan desconcentrada que incluso Zoe tuvo que decirme las cosas más de una vez para que pudiese enterarme de lo que estaba contándome respecto a su verano y toda la cosa; pero no pude verlo demasiado, tan solo un poco cuando Zoe y yo nos separamos momentáneamente cuando ella se fue a saludar a su grupo de amigas populares que a mí no me ven el pelo. Y ahí fue cuando lo vi en la piscina, nadando, riendo, solo con recordarlo me hizo sonreír de costado, aunque me medio molesté cuando vi a un grupo de chicas que intentaban coquetear con él mostrando sus perfectos cuerpos con las bikinis que llevaban; sentir celos era el peor sentimiento del mundo, sobretodo cuando eran celos que provenían principalmente del uso de la imaginación de uno mismo y no de lo que realmente estaba pasando.

Pero ¿a quién quería engañar? Ethan Windsor, el chico que me conoce desde siempre, el chico de ojos azules, el capitán del equipo de baloncesto… jamás iba a interesarse en una persona perdedora como yo; para él estaban el tipo de chicas populares, el tipo de chicas con el cabello perfectamente alisado, rubio, altas, no sé… tipo Fly… y tal vez, solo tal vez, por eso no me extrañaba que ellos dos se hubiesen liado anteriormente. ¿Qué como yo lo había sabido? Bueno, digamos que un día pasé por su habitación y la escuché hablando por teléfono con una de sus amigas mientras decía “Ethan es tan maravilloso” o algo por el estilo; recuerdo que estuve más de una semana sin hablarle de lo molesta que estaba, y ni siquiera me animaba a decirle la razón (seguramente cualquiera se burlaría cuando se enterasen que yo estaba enamorada del chico que me llevaba alzada a la cama cuando era pequeña), aunque bueno, tampoco creía que a ella le importó, puesto que en realidad Fly y yo no es que tengamos la mejor relación del mundo.

De todas formas, este verano, cuando fui a visitarlo a su casa cuando viajé a Inglaterra con papá… dios, fue todo tan… precioso. Ni siquiera podía dejar de pensar en el campamento simulado que hicimos en el jardín de su casa para que sus hermanos pequeños tuvieran también un campamento como nosotros, creo que esa fue la primera vez que estuvimos realmente nosotros dos solos, sin Alexa, sin Fly, sin Juliette, sin Angie, sin nadie más que sus hermanos que estaban en su mundo cazando luciérnagas mientras nosotros los mirábamos desde el fuego. Suspiré sin poder evitarlo.

Cuando se hizo de noche, me coloqué ropa bastante suelta, aunque antes de salir de la cabaña cogí un abrigo ligero porque aunque no hacía frío tampoco hacía bastante calor, y siempre me había considerado como una persona bastante friolenta. De todas formas estaba bastante agradable afuera, solo que en realidad… no me sentía demasiada cómoda con la multitud de personas a mi alrededor: las fiestas y cosas donde había mucha gente reunida siempre me había intimidado un poco, pero le había prometido a Zoe que vendría… así que, supongo que por eso estaba en la Fogata.

Me moví nerviosamente mientras me abrazaba mí misma y me alegré cuando me encontré con Zoe entre tanta, porque sino juraba que iba a volverme loca. Estuvimos hablando un rato, mientras ella insistía en presentarme gente, pero a mí me daba vergüenza, sobretodo porque como Zoe era alguien popular y yo no, todos los chicos que ella seguramente conocían era del mismo grupo… y la verdad que me moría de vergüenza. Además no es que yo no conociera a nadie, estaba por ejemplo Henry, estaba Paulina, estaba la amiga de Paulina (que creo que se llamaba Helene) y varias personas más con las que me hablaba por haber pasado horas con ellos en la biblioteca. Pero ella insistía tanto que no sabía como decirle: “no, gracias, estoy bien así”, aunque no podía evitar sonreír por lo insistente que mi amiga era.

Aunque de pronto, una carraspera sonó detrás de mí y me sobresalté sin poder evitarlo. Escuché su voz tan de cerca que podría jurar que estaba casi pegado a mi oído, siendo capaz de sentir su aliento. Mi corazón golpeteó de alegría y suspiré. Me di la vuelta, dedicándole una sonrisa, y mi mirada inmediatamente se encontró con la suya; y juro por Dios que fue como si todo el mundo a mi alrededor desapareciera. Quedamos frente a frente, tan cerca uno del otro, que era la distancia era tan corta que sin saber cómo me tropecé con mis propios pies. Dios, más penosa no podía ser. Pero antes de causar estragos, él me sujetó de los brazos con delicadeza, manteniéndome firme. – No… no me has asustado dije en un susurro apenas audible. – aunque sí me has sorprendido… - porque pensaba que iba a estar con alguna rubia alta, porque al parecer su estilo eran las rubias, no las castañas. Suspiré con pesadez. – pero creo que me has hecho un favor apareciéndote – dije en un susurro mientras miraba a mis lados y de pronto, Zoe había desaparecido. Sonreí tímidamente. – Zoe estuvo media hora diciéndome sobre presentarme a sus amigos y sinceramente no sabía como decirle que “no”… - admití con cierta timidez, lo cual podía resultar ridículo, pero bueno. – He estado casi toda la tarde con ella, y bueno… - no quería decirle que lo había visto en la piscina, sobretodo porque… bueno, no sé porqué, pero simplemente no quería decirle. Sin embargo, a pesar de eso, lo abracé fuertemente rodeándolo por la cintura y apoyando mi cabeza sobre su pecho en un gesto bastante posesivo, al menos para mí, aunque para cualquier otra persona podía significar cariño. Para mí significaba algo como: “No quiero que ninguna otra idiota se te acerque más de dos metros”, pero ¿con qué pretexto? Si él y yo solo éramos buenos amigos. De todas formas ¿Qué haces por aquí? – le pregunté sin poder evitar el tono entusiasmado de mi voz. Realmente me sorprendía que estuviese conmigo y no con alguno de sus amigos.
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Mensaje  ιzzy нale Vie Ene 18, 2013 12:03 am



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En una palabra: predecible. No hay duda de eso. A veces siento que el conocerla de toda la vida ha hecho que aprenda a reconocer algunas señales en su mirada, en sus gestos, en sus sonrisas, en esa forma tan única que tiene de arrugar la nariz cuando algo le disgusta o no esta de acuerdo con algo. Señales que me indiquen y reflejen con claridad lo que siente, y me ayuden a comprenderla, a conocerla, a saber lo que le inquieta o le molesta. Ivy tenía una manera muy peculiar de mostrar sus sentimientos, sus ojos eran tan expresivos que, aún en la oscuridad es imposible no darse cuenta de ello. Entorné la mirada como si estuviera tomando a broma sus palabras, y a la vez tratando de decirle que no jugara conmigo. Me hubiera gustado creer que el objetivo de sorprenderla se cumplió y que estaba contenta de verme, pero algo dentro de mi intuyo que se refería a otra clase de sorpresa, por lo que trate de no darle la menor importancia para no echar a perder este momento entre nosotros con la mención de alguna chica. Nada ni nadie podría arruinar lo que he planeado para nosotros. – ¿Ah si…? ¿Y de que forma? Solo si se puede saber, claro – Entre ella y yo nunca ha existido secretos, desde que éramos niños siempre ha sido, y eso es algo que a pesar de los años no ha cambiado, y que me alegra para ser honesto. La curiosidad que sentía por saber, no solo se reflejaba en mi mirada, si no también en mi sonrisa. Cuando dijo que Zoe estuvo durante media hablando sobre presentarla con sus amigos, mi mente momentáneamente se paralizo ante la idea de que pudiera interactuar con chicos de su edad. Si hubiera dicho “amigas” todo sería muy diferente, es decir no me opondría, Ivy tiene todo el derecho de conocer gente y hacer amistades, pero al emplear la palabra “amigos” significa que tendrá que lidiar con el género masculino. “Maldita sea…” dije internamente tratando de no encabronarme con la idea, y no irme por la tangente al imaginarme situaciones que ni en mis peores pesadillas desearía que ocurrieran. Ir con Zoe y pedirle que no le presentara ningún amigo a Ivy suena tan absurdo que ya hasta me puedo imaginar la expresión que pondría con solo escucharme.

“Estas desvariando, Ethan. Dijiste que nada ni nadie podrían arruinar lo que con tanto esmero has estado planeando y esperando. ¿Vas a dejar que tu maldita imaginación lo arruine todo?” me dijo la parte sensata y prudente de mi mente, en un intento por traerme de vuelta a la realidad. Algo me decía que este era el momento indicado para decir lo que fuera. No era normal que me quedara callado por tanto tiempo, y menos en presencia de ella. Ivy era como una pequeña chispa… esa luz llena de magia que te contagia con su alegría, y con su frescura. – Entiendo... – sonreí con una nota de diversión para no dejar entrever lo que sentí ante la mención de la palabra “amigos” – Bueno, en ese caso recuérdame mañana, o mejor dicho dentro de unas horas llevarte al muelle. Conozco un lugar que seguramente les va a fascinar a ti y a Zoe – Cariñosamente aparté un mechón rebelde que cubría ligeramente parte de su rostro, para poder verla directamente a los ojos. Indirectamente mis palabras tenían cierto significado oculto, una manera muy mía de decirle que no hiciera planes para el día de mañana. Realmente quería estar con ella el mayor tiempo posible, Ivy era una persona de vital importancia en mi vida, y el que este fuera mi último año en el instituto me llevaba a querer aprovecharlo. Cada minuto, cada segundo a su lado era un momento invaluable. Momentos que llevaba siempre conmigo y que me hacían sonreír ante su recuerdo. Aunque fue breve el tiempo que pasó con nosotros en Wiltshire, desde que se fue no he hecho otra cosa que echarla de menos. A decir verdad, nunca tuvimos la oportunidad de estar juntos, hasta este verano. Un hecho extraño, pero que a la vez tiene cierto sentido. Es decir… siempre estábamos rodeados por nuestros hermanos, por nuestros primos, todos nosotros éramos como una gran familia, lo cual era increíble. Pero nada me quitaba de la mente que este verano fue… especial. Siempre he dicho que los abrazos de Ivy son tan cálidos que son capaces de derretir por completo el polo norte, y creo que no equivoco al decirlo por que es cierto. Que me abrazara de esa forma me hizo corresponderle con la misma intensidad al rodearla, solo que a comparación de ella mi fuerza era mucho mayor como para levantarla unos centímetros del suelo. Cuando éramos niños solía colgarse en mi espalda, y con una sonrisa llena de ternura me pedía que la hiciera volar como Peter Pan, aunque para eso se necesitaba polvo de hadas, recuerdo que solía decirle que cerrara los ojos y extendiera los brazos para que la sensación la llenara mientras yo me encargaba del resto. El cariño que nos teníamos, o mas bien el cariño que le tenía era único… y nada me costaba demostrárselo. El entusiasmo en su voz y en su pregunta me recordó la razón por la que estaba aquí. – Quiero que vengas conmigo – una vez mas mis manos viajaron hasta sus hombros, pero la cercanía entre nosotros seguía siendo la misma. – ¿Recuerdas que te hable sobre las lluvias de estrellas en verano? – averigüé con una mirada llena de misterio, y una sonrisa que lo decía todo. – Bueno… ¿adivina que? hoy es el día – El entusiasmo en mi era demasiado evidente como para poder ocultarlo. Si de alguien he aprendido tanto con respecto al cielo nocturno y a las estrellas es a papá. De niño solía contarme toda clase de historias, incluso él fue quien me enseño el nombre de cada constelación, y también a identificarlas. Hasta donde sé, papá y mi tía Diana tenían la costumbre de observar noche tras noche las estrellas desde la ventana con la esperanza de mi abuela pudiera verlos desde donde se encontraba. – ¿Te gustaría acompañarme? – He esperado tanto por este momento que… la idea de poderlo compartir con Ivy me llenaba de una gran ilusión.
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Mensaje  ιzzy нale Miér Ene 23, 2013 4:01 am

Ivy Rasmussen
Ivonne Victoire Rasmussen de Marichalar

16 años Sophomore Periódico Escolar Geeks
está con Ethan Windsor, en Fogata
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Jamás sería capaz de explicar con exactitud la razón por la que mi corazón latía de una forma tan descontrolada cada vez que estaba cerca de él, pero había veces en las que podía jurar que mi corazón iba a salirse de mi pecho, que quería comenzar a correr y a gritar como loco lleno de felicidad. De hecho, estar cerca de Ethan era justamente lo que me ocasionaba: una radiante alegría que no quería que se viese interrumpida nunca, porque su mirada, sus sonrisas… eran para mí mucho más de lo que podrían llegar a significar para cualquier otra chica, incluso más de lo que podría llegar a significar para Fly. De hecho, hasta me había estudiado todas y cada una de sus sonrisas, pero sin duda alguna era la que más tiempo me había llevado descubrir: aquella sonrisa que tenía reservada especialmente para mí, aquella sonrisa que me dedicaba cada vez que me veía y que me hacía sentir tan especial… como si mi estomago se llenase repentinamente de mariposas que se presionaban una contra otra y no dejaran de moverse internamente en la boca del estómago.

Y si tenía que ser sincera, eso era lo que me estaba pasando en esos momentos, cuando Ethan me miraba con aquella intensidad y cariño; sabía muy bien que no debía de hacerme ninguna ilusión, que él me veía simplemente como si fuese una de sus hermanas, porque, al fin de cuentas, tenía incluso la misma edad que su hermana Angie… Pero… ¿podría alguien no sentirse de esta forma estando al lado de un chico tan maravilloso como lo era Ethan? ¿O a caso simplemente era yo la que se comportaba como una estúpida estando a su lado? Pues sea como fuere, no podía evitar que mi corazón latiese de esa forma.

Respiré con profundidad y sonreí estúpidamente mientras movía un mechón para colocarlo detrás de mi oreja. Mi cuerpo temblaba ligeramente, aunque no precisamente por el hecho de que tuviese frío sino por la cercanía que me producía una extraña sensación. – De la buena. Una sorpresa de la buena. – le aseguré. En realidad no había ninguna necesidad de mentir, principalmente porque siempre habíamos sido sinceros el uno con el otro; bueno, en casi todo… la verdad que no podía siquiera imaginarme diciéndole que sentía algo por él por el simple hecho de que terminaría dañándome al hacerlo, y porque además, tampoco quería hacerle pasar por un mal momento a él, porque después de todo, era más que consciente que el cariño que me tenía era como si fuese su hermana menor, lo cual en cierta forma era un poco decepcionante… aunque supongo que cualquiera al que le pasara lo mismo que a mí podría llegar a entenderlo: querer a una persona sin que él te correspondiese de la misma forma… podía llegar a doler un poco; bastante.

Su silencio me dejó confundida. ¿Había dicho algo que lo molestase? En ningún momento nos habíamos sumergido en un silencio tan incómodo como este, y me hacía pensar que tal vez le había pasado algo. “Tal vez vio algo que no le gustó” y disimuladamente volteé el rostro para ver a mí alrededor: nada, eso fue lo que encontré, o tal vez estuviese demasiado ciega como para verlo. “¿Entiendo?” pensé perpleja por su respuesta. “¿Qué entiende?” pensé desconcertada mientras parpadeaba ligeramente aturdida, y entonces reconocí la sonrisa, esa sonrisa que ponía cada vez que quería aparentar que nada malo sucedía cuando en realidad algo le había entrado en la cabeza y le había perforado. Quería preguntarle qué era, si se trataba sobre lo de Alexa y Trent o algo por el estilo, pero no me atreví a hacerlo. - ¿Al muelle? – pregunté estúpidamente mientras él me corría un mechón de mi cabello que había aparecido cuando el viento nos rodeó que mi mechón se colocase delante de mi rostro. Lo miré a los ojos, aquellos preciosos de color azul que se parecían tanto al mar, y me recordé a mí misma que debía respirar. - ¿Qué hay en el muelle? – pregunté con curiosidad mientras me aferraba un poco en sus brazos, casi sin poder evitarlo, al sentir que él me sujetaba suavemente sin soltarme. Y entonces, entendí… – No vas a decirme hasta que lo vea… ¿cierto? – indagué mientras lo miraba fijamente a los ojos, fingiendo un puchero.

Aunque luego sonreí. Me gustaban las sorpresas que él me hacía, sobretodo porque todas ellas eran hermosas, como si realmente supiera que iba a gustarme. Aunque no me gustaba tener que decirle a Zoe que viniese con nosotros. ¿Tan malo era el hecho de que quisiera estar sola con él? Este era su último año… al siguiente estaría en la Universidad y eso nos iba a mantener alejados… no iba a estar conmigo más en que tiempos breves y no iba a ser lo mismo: no íbamos a quedarnos hablando en el invernadero del Instituto hasta horas de las noches, procurando hacerlo en silencio para que no nos encontraran, no íbamos a ir a la piscina para quedarnos horas allí mientras hablábamos de lo que habíamos hecho en el día… no íbamos a hacer nada de lo que hicimos el año pasado… y… y sentía que no era justo que solo tuviésemos este año y ya no más: a veces desearía tener la edad de Fly. Desearía ser más grande y menos estúpida.

“Recuerda respirar o tendrán que sacarte con un respirador artificial” me dije a mí misma mientras él me pedía que fuese con él. - ¿A dónde? – le pregunté en un susurro mientras lo miraba directamente a los ojos. ¿Le había dicho alguna vez alguien que sus ojos eran tan impresionantes que dejaba a cualquiera sin aliento? ¿Alguna chica se había sentido afortunada como yo me sentía por verse reflejada en ellos al saber que estaba prestando toda su atención a mí? Supongo que no… seguramente todas las chicas que han estado con él ni siquiera deben importarle aquello, porque están acostumbradas a estar chicos, mientras que yo era un completo fiasco en ese tema. Recordaba que durante el verano él me había hablado sobre una lluvia de estrellas que iba a ser en agosto, pero no sabía exactamente qué fecha sería; también sabía que las lluvias de estrellas les gustaban y yo jamás había podido ver una antes. Él resolvió por mí la duda sobre cuando era al decirme que esta noche sería el momento, y lo miré asombrada. - ¿En serio es hoy? – pregunté abriendo mucho mis ojos, compartiendo su entusiasmo. Mamá siempre me había dicho que tenía cierta empatía con la gente, pero con quien más empática me sentía en todo momento era sin duda con él: podía sentir su felicidad como si fuese mía, sentir su tristeza de igual forma y sentir su enfado como si me perforase por adentro, como si fuesen míos. No podía explicarlo, pero era algo extraño. – Claro que me encantaría acompañarte. – exclamé con una sonrisa, entusiasmada. – Sabes que jamás he visto una lluvia de estrellas… - dije mientras daba un suave brinco y me atrevía a mover mi cuerpo para luego agarrar su mano y entrelazarla con la mía. - ¿Desde dónde crees que pueda verse bien? – le pregunté con curiosidad con una sonrisa casi infantil. – ¿Quieres… uh… que le digamos a alguien más si quiere acompañarnos? – le pregunté rogando interiormente que me dijese que no y que solo quería compartirlo conmigo. Mamá siempre me decía que ser así de posesiva con las personas no era algo bueno, pero era algo que no era capaz de controlar: siempre había tenido que compartir todo… nunca había tenido nada que fuese especial para mí, y Ethan era especial. No quería compartirlo. Y por eso me dolía profundamente cada vez que lo veía con alguien, porque él no era capaz de entender qué era lo que yo sentía al respecto… por más que nunca se lo hubiese dicho realmente.
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Mensaje  ιzzy нale Miér Ene 23, 2013 11:27 pm



Ethan Windsor
as: Ethan Joseph Windsor Stronghold
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¿Sacarse la espina, o no sacársela? He ahí la cuestión... y por una maldita razón que ni siquiera yo logro entender mi cabeza no paraba de darle vueltas al significado de sus palabras. Cualquiera diría que estoy exagerando, y que me estoy tomando seriamente algo de lo que no estoy totalmente seguro. ¿Qué pasara el día en que Ivy se fije en un imbécil…? ¿Estaré listo para lidiar con una cosa así…? Y si. Admito que es completa estupidez ponerme a pensar en este tipo de cosas, y mientras más lejos este día… mejor. “¿Es que acaso no la encuentras la suficientemente atractiva como para llamar la atención de un chico?” repuso una voz dentro de mis pensamientos, como tratando de averiguar cual era realmente mi problema, y provocando que dicho pensamiento me pusiera a pensar. A pesar de que entre nosotros nunca ha habido secretos… este tipo de temas estaban estrictamente prohibidos… lo que explica por que los padres hablan de ciertas cosas con sus hijos y por que las madres hacen lo mismo con sus hijas.

Evadir una respuesta a mis propios pensamientos, no era nada sencillo… y el tratar de ser sincero conmigo mismo no creo que ayude. ¿Atractiva? No, yo no lo diría de esa forma. La única palabra capaz de hacerle justicia a una persona tan especial como Ivy es… que es tan hermosa por dentro como por fuera. No muchas personas tenían el privilegio de ver esa chispa en sus ojos… la manera en que sus ojos resplandecen… es algo único. Una sonrisa mucho más abierta que la anterior curvo mis labios. Sabía muy bien que no se iba a quedar con la duda de saber que era lo que había en el muelle… y lo cierto es que, habría sucumbido a esa mirada si no estuviera seguro de que le va a encantar lo que le tengo preparado; por lo tanto debía mantenerme firme a la promesa de no decirle una sola palabra para no arruinarlo. – Cierto – confirmé su sospecha, mientras mis frotaba sus brazos con cierto cariño. – ¿Te parece bien que nos veamos a las 11:00 am en la entrada del campamento? – propuse esperando que no tuviera ningún inconveniente con la hora. El plan es que pasemos todo el día juntos, y aunque le dije que podía llevar a Zoe… lo que en realidad quería era pasar tiempo con ella. Dentro de un año me graduaría del instituto, y si rechacé la posibilidad de estudiar en Oxford o en Saint Andrews fue precisamente por Ivy. Lo que menos quería era alejarme de ella y dejarla sola por cierto temor que no me atrevo a expresar en voz alta. De acuerdo, no precisamente sola… están Clary y Zoe, lo que significa que se pueden acompañar la una a la otra. Pero ya no íbamos a estar juntos y momentos como los que tuvimos el año pasado ya no se repetirían. – Créeme, que no te vas arrepentir… – mis palabras fueron una promesa de que no lo lamentaría.

Pocas veces podemos disfrutar de un acontecimiento como este en nuestras vidas, y la idea de compartirlo con ella me llenaba de un sentimiento muy difícil de explicar con palabras. Ivy era la única persona, además de Alexa y de toda mi familia, que sabe y conoce mi fascinación por las estrellas. Ninguna chica ha sido lo suficientemente importante como para revelarle este tipo de cosas sobre mí; en cambio con Ivy, era diferente. Si… diferente, pero de un modo especialmente único. Desde que era un niño he sentido esa necesidad de protegerla, de cuidarla, de asegurarme de que nada ni nadie la dañe. Como si de una extraña forma estuviera ligado a ella. Al darme cuenta de su expresión, asentí confirmando sus palabras… la sonrisa en mi rostro no se comparaba con ninguna otra. Ivy era la única capaz de hacerme sonreír de esta forma, la sola mención de su nombre era capaz de sonsacarme una sonrisa. – ¿Lo dices enserio? – Abrumado con una emoción sin igual, quise asegurarme de que realmente quería acompañarme y que no me había dado el “si” solo por obligación, pero así como la duda llego a mi mente… esta fue disipada rápidamente cuando tomó mi mano. El contacto de su mano fue tan placentero que no dude en cerrar mi mano alrededor de la suya… como si las estuviera asegurando. – Lo sé… es por eso que pensé que te gustaría – Es una suerte que no se hubiese quedado dormida a mitad de nuestra conversación mientras acampábamos en el jardín, y asábamos malvaviscos alrededor de la fogata que papá y yo hicimos para darle mayor credibilidad a nuestro campamento. Aparte de nuestras dos tiendas de campaña: una para Ivy y mis hermanas y otra para mí y mis hermanos. De no haberme dado cuenta de la hora, habríamos seguido conversando, y eso que Kimmy, Alan, Diana, Rowan y las gemelas estuvieron más imparables que nunca, contrario a Autumn y Rick que a comparación de esos torbellinos son unos ángeles caídos del cielo. Bueno… al menos hasta que crezcan. – No… – las palabras brotaron tan rápidamente que un simple “no” no era suficiente para explicarme. – Quisiera que esto quedara entre nosotros… – Ivy me ha brindado tantos momentos de alegría que yo quisiera hacer lo mismo… – Quiero que.. este momento sea solo nuestro – confesé con la mirada inmersa en sus ojos y con una cálida sonrisa en los labios. Solo con ella me atrevería a compartir esto por la simple y sencilla razón de que significa mucho para mí. – ¿Confías en mí? – cambié su pregunta con una más acertada para que me dejara guiarla, pero sin revelarle exactamente la ubicación. Conocía el lugar perfecto para poder apreciar y presenciar la lluvia de estrellas sin que el bullicio y el sonido de la música irrumpieran con nuestro momento. Sus ojos fueron la prueba que necesitaba y que me hizo dar el siguiente paso. – Entonces ven conmigo… y cierra los ojos… – pedí silenciosamente, sin apartar la mirada de sus ojos y sin soltar su la mano… cubrí sus ojos suavemente con un pañuelo – No tengas miedo, nunca olvides que siempre voy a estar conmigo – le prometí quedamente al oído, antes de pasar un brazo alrededor de su cintura para transmitirle confianza y seguridad, y una vez mas tomar su mano entre la mía para que comenzáramos a caminar con cuidado para que no tropezara.

Poco a poco nos alejamos y a medida que caminábamos nos sumergimos en la tranquilidad y en el silencio de la noche. Sin decir una sola palabra… la guíe con cuidado por un pequeño sendero, oculto detrás de unos arbustos… el sendero era como una subida. – Ya falta poco… – susurré a su oído para que se sintiera tranquila mientras avanzábamos, y se aferrara fuertemente a mi mano, en caso de que tuviera miedo. Nunca antes había estado tan cerca de Ivy, como hasta ahora… la cercanía entre nosotros era tan agradable que… era la primera vez que experimentaba una sensación como esta. Aquel pensamiento me hizo sonreír como nunca antes a medida que caminábamos, y el sonido del océano y de las olas se intensificaba. Finalmente, después de varios minutos llegamos al punto que elegí para juntos presenciáramos la lluvia de estrellas. Todo esta intacto… tal y como lo deje antes de irme a buscarla: el telescopio colocado estratégicamente, la cesta con sándwiches, y dos cobertores en caso de que bajara el frío, lo que dudaba… pero nunca se sabe. Desde aquí, la vista era realmente asombrosa... pero lo que mas maravillaba era la tranquilidad que se respiraba. Nadie tenía conocimiento de este lugar… en estos años mi sed de aventura me llevó a conocer lugares únicos en este isla. Uno era este y otro era el lugar al que planeaba llevarla dentro de unas horas. La razón por la que deseaba que Ivy conociera mis sitios secretos es por que ella es lo bastante importante en mi vida… pero por sobre todo quería que disfrutara de todo esto. – Llegamos… – dije al cabo de unos segundos. Con cuidado fui quitando el pañuelo de sus ojos y se maravillara con la vista. – ¿Y...? ¿Qué te parece? ¿Te gusta? – pregunté con la esperanza de saber su opinión.
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