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Rockland, seasson 3,,*

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Mensaje  ιzzy нale Jue Ago 25, 2011 1:23 am

Samantha Van Comp
as: Samantha Eleanor Van Comp Russelberg
+ Tercer año >> Arte ;; Equitación ;; Teatro & Música
[ Con Ludwig Bryce // Jardínes
]
Rockland, seasson 3,,*  - Página 2 24vv02w_
Me quedé en silencio prestando atención a cada una de sus palabras… a lo que no pude evitar asentir distraídamente dándole la razón cuando comentó que lo que ocurrió debió haber sido muy importante como para cambiar la vida de las personas. Muchas personas perdieron la vida a causa de la propagación del virus… y lo más triste de esta situación es que a consecuencia de lo ocurrido algunos tuvieron la desgracia de perder a un familiar o a un amigo. Lo peor de todo es que durante los meses que estuvimos en aislados del exterior no podía evitar pensar en mis padres y en mi hermano, ya que lo único que me mantenía viva mi esperanza día con día eran sus cartas… las cuales aún conservo como recuerdo, pero que a la vez prefiero evitar por que no soportaba el dolor y la angustia de mi familia. Ladeé suavemente la cabeza, cuando me platicó los motivos por los que había sido enviado a Rockland… lo que hizo que formara una pequeña “o” con los labios comprendiendo su situación mientras asentía lentamente. – Entiendo… y concuerdo con tu abuela al decir que siempre es justo un nuevo comienzo. Además… eso no quiere decir que lo sucesos acontecidos puedan volver a repetirse – apunté, intentando sonar optimista y un tanto contundente a la vez, aunque verdaderamente lo que más necesitaba era convencerme a mí misma de que nada malo volvería a ocurrir en este lugar. Rasqué distraídamente la punta de mi nariz, evitando que un suspiro escapara de mi boca. Por un lado, agradecí que no ahondara en el tema y que lo cambiara cuando reparó por segunda vez en mi libro de “La Orden del Fénix”, lo que me hizo sonreír con cierta tristeza cuando mencionó que era uno de los libros más tristes. – Para serte sincera yo aún no supero la muerte de Sirius Black… – comenté en un tono nostálgico. – Por que en este libro Harry no solo pierde a la única figura paterna que ha conocido, si no también pierde a un hermano – suspiré débilmente, para luego esbozar una sonrisa un poco más animada cuando mencionó que las personas le desesperaban por que en el libro nadie quería reconocer que Voldemort había regresado. – Pienso que ese es uno de los problemas de la sociedad actualmente y que Rowling quiso de alguna manera recalcar – Personalmente a mí me gustaba verlo de esa forma. – En el sentido que algunas personas se niegan a ver la realidad y la verdad aún cuando la tengan frente a sus ojos. Ese fue el problema del Ministerio de Magia cuando hizo todo lo posible por desacreditar a Dumbledore y a Harry y sin mencionar a la cara sapo de Umbridge – esbocé una mueca de inconformidad, mientras pasaba una mano por la pasta de mi libro. – ¡Dios! Te juro que nunca he detestado tanto a un personaje tanto como a la cara sapo – comenté riendo suavemente, para luego negar suavemente. – Cada vez que releo este libro no puedo evitar sentir una mezcla de sentimientos encontrados – confesé de manera sincera, ahogando un suspiro. Por que a la vez que es uno de los libros más tristes me gusta mucho por que en el Jo nos introduce al personaje de Luna Lovegood. – Luego de que terminé de leerlo la primera vez el esquema que tenía de Dumbledore se vino abajo… por que sentía la tristeza y la pena de Harry y no pude evitar culparlo por la muerte de Sirius… de echo hasta que publicaron “El príncipe mestizo” lo perdoné por sus errores de anciano, como él mismo se dijo – admití, alzándome ligeramente de hombros y mirándole con una sonrisa de lado.
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Mensaje  ιzzy нale Sáb Sep 17, 2011 2:52 am

Juan Urdangarín
as: Juan Valentín de Todos los Santos Urdangarín y Borbón
[ Con Natalie Castle ]
Rockland, seasson 3,,*  - Página 2 24dewjc
Rockland, seasson 3,,*  - Página 2 2ueha28_
Por más que quisiera olvidar los sucesos acontecidos en los últimos meses por las noches todo parecía indicar que mi mente se empeñaba a rememorar todos y cada uno de mis recuerdos. Las imágenes iban y venían una y otra vez que extrañamente al despertar era capaz de percibir la amarga sensación de que nada volvería a hacer igual. Lo más desconcertante era que desde hace algún tiempo Natalie se había vuelto una presencia constante en mis sueños y en mis pensamientos. Sueños tan vívidos que al sentir que ya no estaba dentro de aquel mundo que es enteramente nuestro volvía a cerrar los ojos con la ingenua esperanza de retener su recuerdo. No sé que era lo que me pasaba… después de todo lo que sucedió sentía que no era merecedor de la amistad ni del cariño de Natalie. Mi actitud… no había sido precisamente la más apropiada; el recuerdo de aquella discusión aún me inquietaba… y lo peor de todo era que sus palabras por más comprensivas que habían sido a la hora de pedirle disculpas, me hizo darme cuenta del espíritu noble que posee; lo que la hace ser tan hermosa en su interior como por fuera. Facetas que me han hecho valorarla como ser humano, y, aunque jamás lo reconozca abiertamente, me han prendado de Natalie Raine Castle. La idea de no verla en un tiempo indefinido era cabida a desprenderme obligatoriamente de ella… por esa razón, una vez de plantearle la idea y de invitarla a pasar una temporada con mi familia en Madrid. Evidentemente, la reacción del padre de Natalie no fue precisamente la que hubiese querido… aún cuando supe comprender sus motivos por los cuales mostraba cierta desconfianza hacia mí. Era consciente de que Natalie era lo más importante en la vida de su padre… por lo que después de dejarle entrever y aclararle que no tenía ninguna otra intención con su hija; finalmente dio su consentimiento para que viajáramos juntos; realmente tenía la necesidad de causarle una buena impresión a su padre… de no hacerlo temía que me prohibiera volver a verla. Su desconfianza se incrementó aún más cuando Natalie le comentó que no se hospedaría en casa de su madre, si no con nosotros. La mirada del Sr. Castle dejaba en claro que hiciera lo que hiciera no se fiaría de ninguno de los miembros de mi familia ni mucho menos de mí. Vaya manera de arruinar el comienzo de una relación con su padre que iniciando con el pie izquierdo. Días antes de viajar a Nueva York, había hablado con mis padres respecto a Natalie… y de lo importante que era para mí que, durante el tiempo que se alojara con nosotros se sintiera cómoda y en confianza. Un hecho al que no pusieron objeción alguna, si no que realmente se mostraron interesados con el hecho de conocerla; una situación que no sabía de que manera interpretar o si debía preocuparme seriamente hacia el aparente interés que mostraban mis padres. Nunca he sido acreedor de lo que habría sucedido si hubiera tomado la decisión de contarles ciertos detalles que había pasado por alto con respecto a la familia Castle. Si hay algo de lo que nunca he estado de acuerdo con mis padres era su manera inapelable de juzgar a las personas sin el hecho de conocerlas antes de hacerse un juicio erróneo sobre ellas. Agradecía que Irene, Miguel y Pablo recibieran a Natalie con los brazos abiertos… y que hubiera deseado decir lo mismo respecto a mis padres. Sus rostros dejaron en evidencia que la consideraban inferior. La expresión de mi madre no era la más cálida… su mirada perfectamente estudiada y disimulada parecía comerse a Natalie con cada paso que daba, era como si… esperara que demostrara una actitud impropia e indecente que dejara entrever sus modales norteamericanos. Varios días después, aprovechando que Irene había convencido a Natalie para que se fueran de compras; el tono que mi padre empleo para abordarme y pedirme que me reuniera con mi madre y con él en su despacho dejaba en claro que un mal indicio se aproximaba… y, así fue cuando al ver la actitud y la manera de lanzarme un sobre amarillo que contenía la información que había omitido respecto al Sr. Castle; me hizo darme cuenta que mis padres no habían descanzado hasta averiguar todo hasta el más mínimo detalle de la vida de los Castle. “Pienso que no es necesario que entremos en detalles, hijo… pero, ¿qué esperas realmente de la floreciente amistad que ha nacido con esa niña…? Realmente, consideras… ¿que su acercamiento no tiene fines turbios…? Piénsalo, Juan… de tus hermanos, Miguel y tú, pero en especial tú… siempre has sabido acatarte a los protocolos y te has mantenido ecuánime ante las exigencias a las que ha sido sometida nuestra familia por muchos años. Siempre has antepuesto tus obligaciones, has hecho lo correcto, en ti recaen nuestras esperanzas, Juan, no eches tu vida por la borda ante la ingenua amistad que has entablado con esa jovencita. Por que, ten por seguro, Juan, que no permitiremos ningún otro escándalo en esta familia; suficiente hemos tenido con Irene y con el irresponsable de Pablo, como para que uno más de nuestros hijos se vea envuelto en una situación vergonzosa al involucrarse con una chica de padres divorciados y con un padre que se carga una reputación que haría que fuéramos el hazme reír de todo el mundo. Considéralo antes de que sea demasiado tarde.” Después de esa conversación, no volví a dirigirles la palabra a mis padres por el resto del día y si me veía en la obligación de tener que dar un comentario con respecto a sus opiniones era más por cortesía que por verdadero interés. Ahora sé que por ningún medio aprobarían mi amistad con Natalie… y que poco faltaba para que mis padres me prohibieran volver a verla. La crudeza y la determinación de sus palabras mantenían mi mente ocupada… sobre todo en los incómodos silencios que la mayoría de las veces eran rotos por Pablo y Miguel cuando hacían un chiste o comentaban algo realmente gracioso que provocaba que nos riéramos por un instante para aliviar la atención que se respiraba en el aire. Sin embargo, sabía que el ácido humor de mis padres no mejoraría hasta que Natalie volviera a Nueva York con su padre, un hecho que quisiera aplazar. Suspiré silenciosamente, observando discretamente a Natalie que parecía sumisa en sus pensamientos... le había pedido como un favor especial a Clara que durante la estadía de Natalie cocinara algo que fuera de su agrado, algo como: Waffles o Hot Cakes. Pero, probablemente mi madre había intervenido para que a la hora del desayuno, a la hora de la comida y la cena, todos comiéramos exactamente lo mismo sin ninguna excepción. Aparté con la misma discreción la mirada de Natalie en el momento que sentí un codazo en las costillas por parte de Miguel – quien estaba sentado a mi lado – y percibí la mirada de Pablo – que justamente estaba sentado enfrente de mí y que desde un principio se percató del interés y del cariño que sentía por Natalie; un secreto a voces entre mis hermanos y yo prácticamente. – Mi atención se enfocó en mi madre en el preciso instante que soltaba un comentario hiriente dirigido hacia el Sr. Castle – que esta mañana había aparecido en la página 8 del diario EL PAÍS. – En sí, la nota no tenía nada de malo… todo parecía indicar que el Sr. Castle trabajaba en un nuevo proyecto que prontamente vería la luz. Pero, mi madre parecía empeñada en hacer que la estancia de Natalie fuera imposible. Abrí la boca dispuesto a defender a su padre de aquel comentario, cuando sentí que Natalie se levantaba de improvisto de la mesa, diciendo que había sido un placer desayunar con nosotros, pero que ya era tiempo de volver. Nuestras se cruzaron por un breve segundo… antes de que se retirara de sin nada más que decir. Agaché la mirada, cerrando mi mano en un puño y apretando con fuerza la servilleta, haciendo un esfuerzo descomunal por controlarme y notando que la paciencia, que siempre me ha caracterizado se transformaba en una ira descomunal que nunca antes había sentido, hasta el día de hoy. El poco autocontrol que quedaba dentro de mí se esfumó cuando mi madre soltó otro comentario diciendo: Que burdos modales tiene… ¿así la han educado en su casa…? Claro, viniendo de un padre como el que tiene es lo menos que podríamos esperar de ella. ¡Basta ya, mamá! exigí, empleando un tono que nunca antes había empleado. Un tono que hizo que mi madre me mirara sorprendida y que mi padre me lanzara una mirada de advertencia por hablar de esa manera a mi madre. Respiré profundamente, antes de levantarme de golpe, provocando que la silla cayera hacia atrás. Le di un puntapié a la silla, sosteniéndole la mirada a mis padres y sin siquiera ofrecerles una disculpa me alejé de la mesa dispuesto a alcanzar a Natalie – que estaba en el umbral de la puerta de la entrada del jardín –. Aligeré el paso, notando que mi pecho subía y bajaba al compás de mi respiración. Alie… yo… tragué con dificultad, notando un nudo en la garganta que me hizo sentir aún peor al ver su rostro humedecido a causa de las lágrimas. Desvié la mirada un instante de sus ojos marrones… ahora enrojecidos por causa de las lágrimas que intentaba retener y que me hicieron hacer fuerza en los puños por que no soportaba verla llorar… y menos que la culpable de su llanto fuera mi propia madre. Relajé las manos y me di el valor de mirarla a los ojos, acortando la escasa distancia que nos separaba. No, lo creas o no también es mi culpa… confesé en un gesto de arrepentimiento, con las manos en sus sonrosadas mejillas y acariciándolas suavemente con mis pulgares, limpiando sus lágrimas. Lo siento mucho, Alie… de verdad no sabes cuanto lo lamento; nunca creí que mis padres se comportarían de esa manera… de haberlo sabido nunca te habría pedido que vinieras, si eso evitaba que te ahorraras los malos ratos, las sonrisas forzadas y los silencios incómodos Acaricié delicadamente su mejilla con el dorso de mi mano, mientras mis ojos recorrían su rostro, hasta posarme de nuevo en sus ojos. No, quisiera que tomaras a mal el comentario de mi madre… traté de excusarla, intentando remediar el daño de había echo al criticar de esa manera al padre de Natalie. Pero, una disculpa sabía que no sería suficiente para remediar los malos ratos que ha pasado desde su llegada. Así como tampoco quisiera que te fueras tan pronto, nada me gustaría que te quedaras… conmigo un poco más pedí, sinceramente. Pero tampoco quiero interferir en lo que decidas… confesé, apartando las manos de sus mejillas, para pasarme una mano por la cabeza.
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Mensaje  ιzzy нale Dom Oct 16, 2011 12:52 am

Joachim d'Aviano
as: Joachim Karl-Maria Nikolaus Marcus d'Aviano de Austria-Este
+ Cuarto año >> Yoga ;; Equitación ;; Rugby (Talonador), Equipo #3
[ Con Alice Bennett // Cubierta - Barco ]
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Tratándose de la vida, y a estas alturas ¿qué sentido tenía seguir adelante cuando te ha arrebatado la alegría…? ¿Por qué razón la vida te trataba injustamente y sin ninguna consideración? El hecho de que, Laura quedara paralítica era una situación bastante dura de afrontar y de sobrellevar, más aún cuando mi propia hermana había perdido las esperanzas de levantarse de esa silla. Era incapaz de comprender el estado de resignación al que había llegado… como si estuviera dispuesta a aceptar las consecuencias y aprender a vivir con ellas como si le hubieran sido destinadas. A pesar de que nuestras situaciones han sido diferentes… yo no era capaz de resignarme tan fácilmente ni mucho menos estaba dispuesto a perder las esperanzas, de modo que me negaba a caer en ese estado. Perder a Jazmín ha sido uno de los golpes más terribles que he tenido que soportar… seguramente con el tiempo encontraré la resignación que tanto necesito y que me ayudará a salir adelante, pero me era duro aceptar que la había perdido para siempre. Que nunca la volvería a ver. Desde entonces toda mi vida ha sido como una especie de suplicio, el recuerdo de Jazmín siempre estaría grabado eternamente en mi memoria, solo que a diferencia de lo que muchos creen… Jazmín se había llevado consigo una parte imprescindible de mi ser, una parte que sin ella ya nada tenía sentido. Ya no tenía motivos para sonreír… ni para sentirme alegre… ni siquiera Laura con su habitual sentido del humor, esa vitalidad que te contagiaba y que desbordaba hasta por lo poros, había quedado en el olvido. Ni mi hermana ni yo éramos las personas que alguna vez fuimos… ambos parecíamos dos almas errantes y sin vida. Asumía en gran parte la culpa del sufrimiento de mi hermana… de haber estado al pendiente de ella, tal vez… habríamos podido evitar toda esta situación, pero como en esta vida nada es “seguro” me era imposible constar de lo pudo o no pudo haber sucedido. Solté un respingo, al escuchar unos audibles golpes en la puerta que me hicieron salir del estado adormecido en el que me encontraba. Froté mis ojos con somnolencia, para luego ahogar un bostezo, incorporarme y levantarme del sofá individual en el que me encontraba sentado e ir a abrir la puerta. En un vano intento por devolverle la sonrisa a nuestra institutriz y nana, la señorita Rottenmeier, volví el rostro hasta encontrarme con el semblante de Laura que, ahora dormía tranquilamente, evitando encontrarme con los ojos de mi nana. Haciendo caso a las súplicas de la señorita Rottenmeier, asentí con una expresión que le dejara entrever que haría lo que me pidiera… más que nada para dejarla tranquila y para que no se preocupara. Besé cariñosamente a mi nana en la frente, pidiéndole de favor que si necesitaba algo no dudara en pedirlo, para luego dedicarle una última mirada a mi hermana y finalmente salir del camarote, cerrando la puerta a mis espaldas. El que Rockland reabriera sus puertas después de un año y medio, no era una situación muy placentera ni reconfortante. Volver a ese lugar implicaba sumergirme en recuerdos que aún eran bastante dolorosos. Y si había aceptado volver… era por que tenía la esperanza de que el clima tropical ayudara a la pronta recuperación de Laura, así como mi mayor prioridad era protegerla. Ahora más que nunca con las amenazas de las que mi familia no había sido excluida y que mantenía a todos en alerta. He ahí una razón más por la que mis padres nos habían enviado de regreso a Konstanz. Tras varios minutos de recorrer la cubierta, acabé por irme al sitio más apartado y en “apariencia” más tranquilo en la parte de atrás de la cubierta y que podría considerarse cerca popa. Lejos de todo el barullo que se respiraba alrededor. Inhalé y exhalé profundamente, sentándome en una de las bancas de madera. Sin embargo, la tranquilidad del sitio fue perturbada en cuestión segundos al darme cuenta de la presencia de una chica que no solo llamaba la atención por su físico, si no por su voz. Y que bien… no sabía si ya estaba ahí desde antes que yo llegara o si simplemente ella también buscaba “alejarse” de todo ese ajetreo. – ¿Te importa...? – pregunté cortésmente, mostrándole el libro de bolsillo que tenía en las manos dándole a entender lo que era un poco obvio y evitando sacar a relucir el carácter amargo que amenazaba con aflorar en cualquier momento. Aprovechando que la chica se había quitado lo audífonos y había dejado de danzar de un lado a otro. – Si es no mucha molestia, por supuesto. No voy a negar que tienes una “voz privilegiada” y que cantas de maravilla – reconocí, ¿qué sentido tenía negarlo? No tenía ni la más mínima idea de quien era la chica, así que no me costaba en nada… ¿halagarla? Dije dentro de mis pensamientos, dándole una última calada al cigarrillo antes de apagarlo y mirarle con aire de aburrimiento. Nunca antes había probado el cigarro hasta hace unos meses, lo que no quiere decir que sea un fumador compulsivo... por que hasta cierto punto sé controlar el vicio y más que nada era por mi madre y por Laura que, no toleraban el humo del cigarro. ¿Quién lo diría? nunca me imaginé heredar ese viejo vicio de mi padre.– Pero por lo menos te aconsejaría que intentes bajarle un poco el volumen a tu aparato o te quedarás sorda… – le hice saber, señalando con desdén el reproductor que sostenía entre sus manos, para posteriormente apartar la mirada y volver a retomar la lectura del libro.


Última edición por ιzzy нale el Vie Nov 04, 2011 12:54 am, editado 12 veces
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Mensaje  ιzzy нale Dom Oct 16, 2011 3:39 am

Patrizia Mastrianni
as: Patrizia Leonora Lamoretti - Mastrianni
+ Psicóloga en el Internado de Rockland
[ Con Jared Mastrianni // Camarote ]
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La oportunidad de tener una vida plena y feliz a lado del hombre que amas, es el sueño que toda mujer anhela… un sueño al que claramente no fue la excepción; la ilusión de envejecer y pasar el resto de tus días al lado del hombre que elegiste como compañero de toda una vida, una vez que has tomado la decisión de formar una familia y tienes la dicha de ver a tus hijos crecer, se superen en la vida y finalmente formen una familia… es una de las mayores alegrías que puedes tener en la vida. Todo lo que alguna vez soñé se hizo realidad... de manera que en ocasiones me sentía como en una especie de letargo en donde sentía que por fin había encontrado mi propio final feliz, tal y como sucedía en los cuentos de hadas. La sensación de angustia, nerviosismo, alegría, dicha, emoción que te abruma con cada paso que das cuando caminas hacia el altar… es capaz de evaporarse cuando vez al pie del altar al hombre de tú vida aguardándote sin ninguna clase de titubeo e inseguridad en su mirada, seguro de la decisión de unir su vida a la tuya… transmitiéndote la confianza y la seguridad que tanto necesitas en aquel momento tan crucial. Con el simple echo de mirarlo a los ojos y sentir su mano cerrándose entre la tuya… es la prueba más certera de que juntos están a punto de embarcarse en la mayor aventura de sus vidas. Es en ese momento cuando cierras los ojos, respiras profundamente y te aferras a la esperanza de que todo vaya bien y confías en que nada empañe tu felicidad. Solo es cuestión de creer. Las emociones que viví y sentí el día de mi boda con Jared son imposibles de olvidar, recuerdos que atesoraré y quedaran eternamente grabados en mi memoria; sin duda, fue el día más feliz de mí vida. Siempre lo amé y nunca dejé de hacerlo, a pesar de todo lo que sucedió. La razón y el corazón constantemente libran una batalla campal entre ellas y en este caso el corazón pudo más que la razón. Llegué a pensar que lo mejor para él era apartarme y no ser un obstáculo en su vida, pero simplemente no pude lograrlo. El cariño que siempre he sentido hacia él desde que éramos niños impidió que lo abandonara, así como el amor que con el tiempo fue naciendo y floreciendo hasta que logró su objetivo: hacerme caer rendidamente de mi mejor amigo. Por otro lado, tener que aprender a vivir con el sentimiento y la opresión en el pecho de saber que no era la única mujer que amaba a Jared… me hacía sentir de un modo extraño e incluso culpable. El que juntos iniciáramos una nueva vida, lejos de todos los malos momentos que ahora formaban parte del pasado, era un buen modo de comenzar. En Italia, Jared y yo teníamos la vida que siempre deseamos, una vida tranquila, estable y armoniosa… como toda pareja de recién casados. Éramos felices. Sin embargo, cuando nos ofrecieron nuestros antiguos empleos… dudé por un momento retomar mi antiguo empleo. La razón por la que temía regresar a ese lugar era por todo lo que había sucedido, pero para comenzar desde cero es necesario dejar ir los fantasmas del pasado y mirar hacia el frente con la esperanza de que todo marchará bien a partir de ahora. Ambos compartíamos el gusto y la pasión por la enseñanza… y esa es una razón lo suficientemente fuerte que nos conllevó a la decisión de embarcarnos de regreso a Konstanz. Para eso, Jared y yo habíamos adquirido una casa en la costa con vista hacia el océano. De esa manera podríamos disfrutar cada mañana de un hermoso amanecer. Aunque en ocasiones nos comportábamos como dos adolescentes y dábamos rienda sienta a nuestras emociones… dejándonos guiar únicamente por lo sentíamos el uno por el otro, disfrutaba plenamente de cada momento a su lado y este momento no había sido la excepción. Apreté con suavidad los párpados, un signo que me hizo despertar del sueño en que el me había sumido. Inconscientemente pasé un brazo por debajo de la almohada, sin abrir los ojos… me removí con ligera inquietud ante la ausencia del calor corporal, de su calor. Lentamente me fui incorporando, notando que la sábana que cubría mi cuerpo se deslizaba un poco por lo que tuve que impedir que continuara con su trayectoria al sostenerla con una de mis mano al tiempo que abría los ojos y recorrían con cierta desorientación cada rincón del camarote… hasta que finalmente mis ojos se fijaron en los de Jared, que se encontraba cómodamente sentado sobre una silla y con un vaso de whisky en la mano. – No – respondí, llanamente a su pregunta, con la somnolencia reflejada en los ojos y en la pequeña sonrisa que surcaba mi rostro. Lo que sucede habitualmente cuando recién te despiertas. – Tal vez sea la costumbre, pero me resulta extraño no escucharte roncar y lo raro de esta situación es que tus ronquidos terminan por arrullarme en lugar de quitarme el sueño – comenté de forma graciosa y con una pequeña mueca en los labios, mientras me volvía completamente y tomaba una posición cómoda sobre la cama. Al tenerlo cerca me dejé envolver por la calidez de su cercanía y por el sabor de sus labios, sincronizando el movimiento de mis brazos para que estos rodearan su cuello justo cuando una sonrisa genuina se curvaba en mi rostro. – Es curioso que lo menciones, pero tienes razón. Un poco de sol no nos vendría mal a ambos; además… en algo tengo que remediar el remordimiento que siento por saltarnos la hora de la comida – musité, contra su frente y sintiéndome enrojecer un poco mientras retorcía los dedos entre su pelo de forma cariñosa.


Última edición por ιzzy нale el Dom Nov 06, 2011 3:01 am, editado 9 veces
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Mensaje  ιzzy нale Dom Oct 16, 2011 11:44 pm

Izzie Bessette
as: Isobel Aurelle Bessette
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[ Con Liam Burke // Barco ]
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Rockland, seasson 3,,*  - Página 2 I44m5k_
¿Por qué razón actuaba de aquel modo tan impulsivo, sin pensar en las consecuencias? Pero, sobre todo… ¿Por qué mi propia hermana, no me tuvo la suficiente confianza para contarme sus problemas? ¿En que momento me equivoqué? Me preguntaba una y otra vez, con la intención de averiguar una respuesta lógica y sensata. Hay momentos en los que sentía que mi propia hermana estaba tan inmersa en su mundo, en sus amigas, que, a veces me olvidaba que ya no éramos unas niñas, aquellas niñas, la cual su única preocupación era aguardar ansiosamente un nuevo día para echar a volar nuestra imaginación en todo lo que se nos ocurriera. Las dos habíamos cambiado… un hecho del cual no tenía ni la más mínima duda… pero, ¿por qué mi hermana actuaba de esa manera? Necesitaba sabernecesitaba comprender que es lo que estaba pasando con mi hermana. Comprendo que no soy lo suficientemente “madura” para darle consejos a mi propia hermana, ni mucho menos tenía “autoridad” para interceder en sus decisiones… lo que más me dolía era que no me tuviera confianza, a la hora de contarme sus problemas… hubiera dado lo que fuera por estar a su lado en ese momento… hacerla de alguna manera recapacitar y hacerla desistir de la decisión tan precipitada que estaba a punto de tomar. Se trata de mi hermana… y mi deber es protegerla y cuidar siempre de ella, hacer todo lo que esté a mi alcance para ayudarla, hacerle saber y sentir que no está sola y que por más terrible que sea el problema juntas encontraríamos la forma de salir del embrollo… pero, ¿Cómo hacerlo cuando tú hermana se aleja de ti? ¿Y se marcha sin darte una razón? Al menos un motivo o una explicación para no dejarte con esta incertidumbre. Debo confesar que al principio me sentí… molesta, ofendida, incluso abandonada y triste con la inesperada partida de Paris… sin embargo, lo que sucedió después, me devastó por completo. Según mis padres; quiénes al igual que yo, estaban al borde de una crisis nerviosa, por no tener ninguna noticia de mi hermana; me informaron que finalmente habían logrado dar con su paradero, y todo gracias a una llamada que habían recibido por parte de las autoridades de Konstanz comunicándoles que mi hermana había sido agredida por un hombre y que en ese instante se encontraba hospitalizada. Juro que en ese instante… sentí que el mundo se me venía encima… mi hermana, había sido agredida, y mis padres; con la única intención de no preocuparme y alterarme aún más de lo que me encontraba; decidieron guardarse la gravedad de la situación, diciéndome únicamente que mi hermana se encontraba estable, pero, que tomarían el primer vuelo con destino a la isla de Konstanz para estar más informados de la sucedido y de esa manera imponer una demanda en contra del agresor, una vez que las autoridades lograran atraparlo. El saber que mis padres venían en camino… me tenía de algún modo más tranquila, aunque no lo suficiente… me sentía una completa inútil, la peor hermana del mundo, por no haber estado a lado de Paris, en esos momentos. Lo peor de todo, es que le había echo la promesa a mis padres de quedarme en el Instituto… pero, esta incertidumbre, esta angustia por no saber de mi hermana, seguramente acabaría enfermándome. Necesitaba verla, saber como estaba, estar a su lado, ayudarla… se trataba de mi hermana, maldita sea... un… hijo de puta, la había agredido y aunque sabía que no podía hacer nada; dado a que todo estaba en manos de las autoridades; me sentía una inútil, incapaz de hacer algo. Mis padres me tenían atada de manos con la promesa que les había echo y ni siquiera era capaz de fugarme del Instituto, para ir a ver a mi hermana, conociendo a mis padres, habrán puesto al tanto de lo ocurrido a las autoridades escolares para que me mantuvieran monitoreada y no me dejaran salir bajo ninguna circunstancia. Ese… desgraciado, tenía que pagar con creces lo que le había echo a mi hermana. Alternaba la mirada de forma insistente, entre la ventana y el reloj, el cual, daba la impresión de haberse estancado; tamborileaba de forma nerviosa, la pluma contra la banca; un tic nervioso que solía hacer la mayoría de las veces de forma inconsciente cuando me ponía nerviosa por algo. De vez en cuando, giraba mi rostro, encontrándome con el semblante preocupado de Yukki, quien con su sola mirada, parecía de alguna forma leer mis pensamientos. Otra de las razones por la que me encontraba atada de manos, era por la promesa que le había echo a Yukki… el año pasado me había comportado como una tonta, al regocijarme y encerrarme en el dolor que aún tenía por la triste partida de mi abuela. Yukki, era mi más grande apoyo en estos momentos y no deseaba volverle a ocasionar ningún dolor por mi estúpido comportamiento. Le dediqué una sonrisa, volviendo mi mirada hacia el enfrente, con la única intención de retomar lo que el Profesor se encontraba hablando acerca de la filosofía de René Descartes, conocido como el “padre de la filosofía moderna”. Observé mi libreta de apuntes, cayendo en cuenta que no había tomado ninguna nota con respecto a la clase, lo único que había escrito era la fecha del día de hoy y a su vez inconscientemente había escrito el nombre de William, el cual me había dedicado a adornarlo con algunas flores y corazones. Cerré la libreta de apuntes, sintiendo una amarga sensación de vacio y desilusión en mi interior al leer su nombre, debido a que Will seguía sin dirigirme la palabra… y no lo culpaba, a pesar de que su indiferencia, era más dolorosa que saber nunca sintió nada por mí. La mano de Yukki, sobre mi hombro, me hizo volver a la realidad, dándome a entender que la clase había terminado; miré a mi alrededor un tanto distraída, observándola con una sonrisa, por lo que me limité a guardar mis cosas, para finalmente salir del aula de Filosofía. Me aferré al brazo de Yukki, sintiendo las miradas inquisitivas de algunos de mis compañeros… quiénes se limitaban a susurrar a nuestras espaldas. Un hecho que me molesto… en lugar de cohibirme, debido a que no tenían la más mínima idea, ni siquiera eran capaces de imaginarse el infierno por el que mi hermana estaba atravesando. ODIABA que la mayoría del tiempo, las personas se limitaran a juzgar sin saber lo que realmente sucedía… como si ellos tuvieran el derecho a opinar sobre la vida de las personas. Apreté suavemente la mano de Yukki, en señal de agradecimiento por no dejarme sola, cuando sentí su mano frotando parte del antebrazo que mantenía aferrado a su brazo. Desgraciadamente, Yukki y yo tuvimos que separarnos… la observé alejarse y perderse entre los estudiantes que circulaban por los pasillos en distintas direcciones. Comencé a caminar rumbo a la entrada del instituto… en vez de dirigirme hacia la cafetería, tenía ganas de tomar un poco de aire fresco, con la única intención de relajarme, y de no largarme a llorar, sin poder hacer nada útil para ayudar a mi hermana. Doblé en uno de los pasillos, notando lo poco que faltaba para la salida, cuando la presencia de una persona que no dudé en reconocer, cortó mi respiración, paralizándome de pies a cabeza. – Will… – murmuré silenciosamente, con un débil y apenas perceptible movimiento de labios. No estaba consciente de los minutos que llevaba en la misma posición, sin la más mínima intención de moverme… verlo, aunque sea de lejos y saber que de una u otra forma el continuaba con su vida, era un gran consuelo. Respiré lenta y profundamente… dispuesta a darme la media vuelta, para no estropearle el día con mi presencia. Sin embargo, lo que vi a continuación me dejó paralizada y sorprendida; lo miré sin dar crédito a sus acciones… Mis facciones se tensaron, de una manera que no era capaz de describir. Respiré profundamente, ignorando y dejando de lado la razón, encaminándome de manera decidida hasta él. – ¡¿Estás loco?! – fue lo primero que dije, con la voz al borde al ver que tenía un cigarro prendido en la mano. Tosí un poco, agitando ligeramente la mano, soplando el humo, sin evitar mirarle lo bastante molesta. – Dame eso… – ordené severamente, intentando mantener a flote y lo más apacible el tono de mi voz. Agaché la mirada, evitando encontrarme con sus ojos… esperando que me entregara la porquería que tenía en la mano, pero, al no haber respuesta de su parte, se lo arrebaté, para posteriormente tirarlo al suelo y pisarlo con la punta del pie. Si, era mucho más pequeña que él… pero, eso no me importaba… aunque a muchas personas, a la hora de tener que enfrentarse a alguien les cohibiera la estatura, ese no era mi caso. Observé que tenía la cajetilla de cigarros en la mano y aprovechando un momento de distracción, se los quité de la mano, sin mucho esfuerzo. – No vuelvas… a hacer eso… ¿me escuchaste? No quiero volver a encontrarte fumando esa porquería… – discrepé, mirándolo seriamente, sintiendo un nudo en la garganta a causa de las lágrimas que comenzaban a aglomerarse en mis ojos. Primero mi abuela, luego mi hermana… y ahora Will… ¿acaso intentaba matarse lentamente?
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¿Por qué razón actuaba de aquel modo tan impulsivo, sin pensar en las consecuencias? Pero, sobre todo… ¿Por qué mi propia hermana, no me tuvo la suficiente confianza para contarme sus problemas? ¿En que momento me equivoqué? Me preguntaba una y otra vez, con la intención de averiguar una respuesta lógica y sensata. Hay momentos en los que sentía que mi propia hermana estaba tan inmersa en su mundo, en sus amigas, que, a veces me olvidaba que ya no éramos unas niñas, aquellas niñas, la cual su única preocupación era aguardar ansiosamente un nuevo día para echar a volar nuestra imaginación en todo lo que se nos ocurriera. Las dos habíamos cambiado… un hecho del cual no tenía ni la más mínima duda… pero, ¿por qué mi hermana actuaba de esa manera? Necesitaba sabernecesitaba comprender que es lo que estaba pasando con mi hermana. Comprendo que no soy lo suficientemente “madura” para darle consejos a mi propia hermana, ni mucho menos tenía “autoridad” para interceder en sus decisiones… lo que más me dolía era que no me tuviera confianza, a la hora de contarme sus problemas… hubiera dado lo que fuera por estar a su lado en ese momento… hacerla de alguna manera recapacitar y hacerla desistir de la decisión tan precipitada que estaba a punto de tomar. Se trata de mi hermana… y mi deber es protegerla y cuidar siempre de ella, hacer todo lo que esté a mi alcance para ayudarla, hacerle saber y sentir que no está sola y que por más terrible que sea el problema juntas encontraríamos la forma de salir del embrollo… pero, ¿Cómo hacerlo cuando tú hermana se aleja de ti? ¿Y se marcha sin darte una razón? Al menos un motivo o una explicación para no dejarte con esta incertidumbre. Debo confesar que al principio me sentí… molesta, ofendida, incluso abandonada y triste con la inesperada partida de Paris… sin embargo, lo que sucedió después, me devastó por completo. Según mis padres; quiénes al igual que yo, estaban al borde de una crisis nerviosa, por no tener ninguna noticia de mi hermana; me informaron que finalmente habían logrado dar con su paradero, y todo gracias a una llamada que habían recibido por parte de las autoridades de Konstanz comunicándoles que mi hermana había sido agredida por un hombre y que en ese instante se encontraba hospitalizada. Juro que en ese instante… sentí que el mundo se me venía encima… mi hermana, había sido agredida, y mis padres; con la única intención de no preocuparme y alterarme aún más de lo que me encontraba; decidieron guardarse la gravedad de la situación, diciéndome únicamente que mi hermana se encontraba estable, pero, que tomarían el primer vuelo con destino a la isla de Konstanz para estar más informados de la sucedido y de esa manera imponer una demanda en contra del agresor, una vez que las autoridades lograran atraparlo. El saber que mis padres venían en camino… me tenía de algún modo más tranquila, aunque no lo suficiente… me sentía una completa inútil, la peor hermana del mundo, por no haber estado a lado de Paris, en esos momentos. Lo peor de todo, es que le había echo la promesa a mis padres de quedarme en el Instituto… pero, esta incertidumbre, esta angustia por no saber de mi hermana, seguramente acabaría enfermándome. Necesitaba verla, saber como estaba, estar a su lado, ayudarla… se trataba de mi hermana, maldita sea... un… hijo de puta, la había agredido y aunque sabía que no podía hacer nada; dado a que todo estaba en manos de las autoridades; me sentía una inútil, incapaz de hacer algo. Mis padres me tenían atada de manos con la promesa que les había echo y ni siquiera era capaz de fugarme del Instituto, para ir a ver a mi hermana, conociendo a mis padres, habrán puesto al tanto de lo ocurrido a las autoridades escolares para que me mantuvieran monitoreada y no me dejaran salir bajo ninguna circunstancia. Ese… desgraciado, tenía que pagar con creces lo que le había echo a mi hermana. Alternaba la mirada de forma insistente, entre la ventana y el reloj, el cual, daba la impresión de haberse estancado; tamborileaba de forma nerviosa, la pluma contra la banca; un tic nervioso que solía hacer la mayoría de las veces de forma inconsciente cuando me ponía nerviosa por algo. De vez en cuando, giraba mi rostro, encontrándome con el semblante preocupado de Yukki, quien con su sola mirada, parecía de alguna forma leer mis pensamientos. Otra de las razones por la que me encontraba atada de manos, era por la promesa que le había echo a Yukki… el año pasado me había comportado como una tonta, al regocijarme y encerrarme en el dolor que aún tenía por la triste partida de mi abuela. Yukki, era mi más grande apoyo en estos momentos y no deseaba volverle a ocasionar ningún dolor por mi estúpido comportamiento. Le dediqué una sonrisa, volviendo mi mirada hacia el enfrente, con la única intención de retomar lo que el Profesor se encontraba hablando acerca de la filosofía de René Descartes, conocido como el “padre de la filosofía moderna”. Observé mi libreta de apuntes, cayendo en cuenta que no había tomado ninguna nota con respecto a la clase, lo único que había escrito era la fecha del día de hoy y a su vez inconscientemente había escrito el nombre de William, el cual me había dedicado a adornarlo con algunas flores y corazones. Cerré la libreta de apuntes, sintiendo una amarga sensación de vacio y desilusión en mi interior al leer su nombre, debido a que Will seguía sin dirigirme la palabra… y no lo culpaba, a pesar de que su indiferencia, era más dolorosa que saber nunca sintió nada por mí. La mano de Yukki, sobre mi hombro, me hizo volver a la realidad, dándome a entender que la clase había terminado; miré a mi alrededor un tanto distraída, observándola con una sonrisa, por lo que me limité a guardar mis cosas, para finalmente salir del aula de Filosofía. Me aferré al brazo de Yukki, sintiendo las miradas inquisitivas de algunos de mis compañeros… quiénes se limitaban a susurrar a nuestras espaldas. Un hecho que me molesto… en lugar de cohibirme, debido a que no tenían la más mínima idea, ni siquiera eran capaces de imaginarse el infierno por el que mi hermana estaba atravesando. ODIABA que la mayoría del tiempo, las personas se limitaran a juzgar sin saber lo que realmente sucedía… como si ellos tuvieran el derecho a opinar sobre la vida de las personas. Apreté suavemente la mano de Yukki, en señal de agradecimiento por no dejarme sola, cuando sentí su mano frotando parte del antebrazo que mantenía aferrado a su brazo. Desgraciadamente, Yukki y yo tuvimos que separarnos… la observé alejarse y perderse entre los estudiantes que circulaban por los pasillos en distintas direcciones. Comencé a caminar rumbo a la entrada del instituto… en vez de dirigirme hacia la cafetería, tenía ganas de tomar un poco de aire fresco, con la única intención de relajarme, y de no largarme a llorar, sin poder hacer nada útil para ayudar a mi hermana. Doblé en uno de los pasillos, notando lo poco que faltaba para la salida, cuando la presencia de una persona que no dudé en reconocer, cortó mi respiración, paralizándome de pies a cabeza. – Will… – murmuré silenciosamente, con un débil y apenas perceptible movimiento de labios. No estaba consciente de los minutos que llevaba en la misma posición, sin la más mínima intención de moverme… verlo, aunque sea de lejos y saber que de una u otra forma el continuaba con su vida, era un gran consuelo. Respiré lenta y profundamente… dispuesta a darme la media vuelta, para no estropearle el día con mi presencia. Sin embargo, lo que vi a continuación me dejó paralizada y sorprendida; lo miré sin dar crédito a sus acciones… Mis facciones se tensaron, de una manera que no era capaz de describir. Respiré profundamente, ignorando y dejando de lado la razón, encaminándome de manera decidida hasta él. – ¡¿Estás loco?! – fue lo primero que dije, con la voz al borde al ver que tenía un cigarro prendido en la mano. Tosí un poco, agitando ligeramente la mano, soplando el humo, sin evitar mirarle lo bastante molesta. – Dame eso… – ordené severamente, intentando mantener a flote y lo más apacible el tono de mi voz. Agaché la mirada, evitando encontrarme con sus ojos… esperando que me entregara la porquería que tenía en la mano, pero, al no haber respuesta de su parte, se lo arrebaté, para posteriormente tirarlo al suelo y pisarlo con la punta del pie. Si, era mucho más pequeña que él… pero, eso no me importaba… aunque a muchas personas, a la hora de tener que enfrentarse a alguien les cohibiera la estatura, ese no era mi caso. Observé que tenía la cajetilla de cigarros en la mano y aprovechando un momento de distracción, se los quité de la mano, sin mucho esfuerzo. – No vuelvas… a hacer eso… ¿me escuchaste? No quiero volver a encontrarte fumando esa porquería… – discrepé, mirándolo seriamente, sintiendo un nudo en la garganta a causa de las lágrimas que comenzaban a aglomerarse en mis ojos. Primero mi abuela, luego mi hermana… y ahora Will… ¿acaso intentaba matarse lentamente?
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Mensaje  ιzzy нale Lun Oct 17, 2011 1:36 am

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¿Por qué razón actuaba de aquel modo tan impulsivo, sin pensar en las consecuencias? Pero, sobre todo… ¿Por qué mi propia hermana, no me tuvo la suficiente confianza para contarme sus problemas? ¿En que momento me equivoqué? Me preguntaba una y otra vez, con la intención de averiguar una respuesta lógica y sensata. Hay momentos en los que sentía que mi propia hermana estaba tan inmersa en su mundo, en sus amigas, que, a veces me olvidaba que ya no éramos unas niñas, aquellas niñas, la cual su única preocupación era aguardar ansiosamente un nuevo día para echar a volar nuestra imaginación en todo lo que se nos ocurriera. Las dos habíamos cambiado… un hecho del cual no tenía ni la más mínima duda… pero, ¿por qué mi hermana actuaba de esa manera? Necesitaba sabernecesitaba comprender que es lo que estaba pasando con mi hermana. Comprendo que no soy lo suficientemente “madura” para darle consejos a mi propia hermana, ni mucho menos tenía “autoridad” para interceder en sus decisiones… lo que más me dolía era que no me tuviera confianza, a la hora de contarme sus problemas… hubiera dado lo que fuera por estar a su lado en ese momento… hacerla de alguna manera recapacitar y hacerla desistir de la decisión tan precipitada que estaba a punto de tomar. Se trata de mi hermana… y mi deber es protegerla y cuidar siempre de ella, hacer todo lo que esté a mi alcance para ayudarla, hacerle saber y sentir que no está sola y que por más terrible que sea el problema juntas encontraríamos la forma de salir del embrollo… pero, ¿Cómo hacerlo cuando tú hermana se aleja de ti? ¿Y se marcha sin darte una razón? Al menos un motivo o una explicación para no dejarte con esta incertidumbre. Debo confesar que al principio me sentí… molesta, ofendida, incluso abandonada y triste con la inesperada partida de Paris… sin embargo, lo que sucedió después, me devastó por completo. Según mis padres; quiénes al igual que yo, estaban al borde de una crisis nerviosa, por no tener ninguna noticia de mi hermana; me informaron que finalmente habían logrado dar con su paradero, y todo gracias a una llamada que habían recibido por parte de las autoridades de Konstanz comunicándoles que mi hermana había sido agredida por un hombre y que en ese instante se encontraba hospitalizada. Juro que en ese instante… sentí que el mundo se me venía encima… mi hermana, había sido agredida, y mis padres; con la única intención de no preocuparme y alterarme aún más de lo que me encontraba; decidieron guardarse la gravedad de la situación, diciéndome únicamente que mi hermana se encontraba estable, pero, que tomarían el primer vuelo con destino a la isla de Konstanz para estar más informados de la sucedido y de esa manera imponer una demanda en contra del agresor, una vez que las autoridades lograran atraparlo. El saber que mis padres venían en camino… me tenía de algún modo más tranquila, aunque no lo suficiente… me sentía una completa inútil, la peor hermana del mundo, por no haber estado a lado de Paris, en esos momentos. Lo peor de todo, es que le había echo la promesa a mis padres de quedarme en el Instituto… pero, esta incertidumbre, esta angustia por no saber de mi hermana, seguramente acabaría enfermándome. Necesitaba verla, saber como estaba, estar a su lado, ayudarla… se trataba de mi hermana, maldita sea... un… hijo de puta, la había agredido y aunque sabía que no podía hacer nada; dado a que todo estaba en manos de las autoridades; me sentía una inútil, incapaz de hacer algo. Mis padres me tenían atada de manos con la promesa que les había echo y ni siquiera era capaz de fugarme del Instituto, para ir a ver a mi hermana, conociendo a mis padres, habrán puesto al tanto de lo ocurrido a las autoridades escolares para que me mantuvieran monitoreada y no me dejaran salir bajo ninguna circunstancia. Ese… desgraciado, tenía que pagar con creces lo que le había echo a mi hermana. Alternaba la mirada de forma insistente, entre la ventana y el reloj, el cual, daba la impresión de haberse estancado; tamborileaba de forma nerviosa, la pluma contra la banca; un tic nervioso que solía hacer la mayoría de las veces de forma inconsciente cuando me ponía nerviosa por algo. De vez en cuando, giraba mi rostro, encontrándome con el semblante preocupado de Yukki, quien con su sola mirada, parecía de alguna forma leer mis pensamientos. Otra de las razones por la que me encontraba atada de manos, era por la promesa que le había echo a Yukki… el año pasado me había comportado como una tonta, al regocijarme y encerrarme en el dolor que aún tenía por la triste partida de mi abuela. Yukki, era mi más grande apoyo en estos momentos y no deseaba volverle a ocasionar ningún dolor por mi estúpido comportamiento. Le dediqué una sonrisa, volviendo mi mirada hacia el enfrente, con la única intención de retomar lo que el Profesor se encontraba hablando acerca de la filosofía de René Descartes, conocido como el “padre de la filosofía moderna”. Observé mi libreta de apuntes, cayendo en cuenta que no había tomado ninguna nota con respecto a la clase, lo único que había escrito era la fecha del día de hoy y a su vez inconscientemente había escrito el nombre de William, el cual me había dedicado a adornarlo con algunas flores y corazones. Cerré la libreta de apuntes, sintiendo una amarga sensación de vacio y desilusión en mi interior al leer su nombre, debido a que Will seguía sin dirigirme la palabra… y no lo culpaba, a pesar de que su indiferencia, era más dolorosa que saber nunca sintió nada por mí. La mano de Yukki, sobre mi hombro, me hizo volver a la realidad, dándome a entender que la clase había terminado; miré a mi alrededor un tanto distraída, observándola con una sonrisa, por lo que me limité a guardar mis cosas, para finalmente salir del aula de Filosofía. Me aferré al brazo de Yukki, sintiendo las miradas inquisitivas de algunos de mis compañeros… quiénes se limitaban a susurrar a nuestras espaldas. Un hecho que me molesto… en lugar de cohibirme, debido a que no tenían la más mínima idea, ni siquiera eran capaces de imaginarse el infierno por el que mi hermana estaba atravesando. ODIABA que la mayoría del tiempo, las personas se limitaran a juzgar sin saber lo que realmente sucedía… como si ellos tuvieran el derecho a opinar sobre la vida de las personas. Apreté suavemente la mano de Yukki, en señal de agradecimiento por no dejarme sola, cuando sentí su mano frotando parte del antebrazo que mantenía aferrado a su brazo. Desgraciadamente, Yukki y yo tuvimos que separarnos… la observé alejarse y perderse entre los estudiantes que circulaban por los pasillos en distintas direcciones. Comencé a caminar rumbo a la entrada del instituto… en vez de dirigirme hacia la cafetería, tenía ganas de tomar un poco de aire fresco, con la única intención de relajarme, y de no largarme a llorar, sin poder hacer nada útil para ayudar a mi hermana. Doblé en uno de los pasillos, notando lo poco que faltaba para la salida, cuando la presencia de una persona que no dudé en reconocer, cortó mi respiración, paralizándome de pies a cabeza. – Will… – murmuré silenciosamente, con un débil y apenas perceptible movimiento de labios. No estaba consciente de los minutos que llevaba en la misma posición, sin la más mínima intención de moverme… verlo, aunque sea de lejos y saber que de una u otra forma el continuaba con su vida, era un gran consuelo. Respiré lenta y profundamente… dispuesta a darme la media vuelta, para no estropearle el día con mi presencia. Sin embargo, lo que vi a continuación me dejó paralizada y sorprendida; lo miré sin dar crédito a sus acciones… Mis facciones se tensaron, de una manera que no era capaz de describir. Respiré profundamente, ignorando y dejando de lado la razón, encaminándome de manera decidida hasta él. – ¡¿Estás loco?! – fue lo primero que dije, con la voz al borde al ver que tenía un cigarro prendido en la mano. Tosí un poco, agitando ligeramente la mano, soplando el humo, sin evitar mirarle lo bastante molesta. – Dame eso… – ordené severamente, intentando mantener a flote y lo más apacible el tono de mi voz. Agaché la mirada, evitando encontrarme con sus ojos… esperando que me entregara la porquería que tenía en la mano, pero, al no haber respuesta de su parte, se lo arrebaté, para posteriormente tirarlo al suelo y pisarlo con la punta del pie. Si, era mucho más pequeña que él… pero, eso no me importaba… aunque a muchas personas, a la hora de tener que enfrentarse a alguien les cohibiera la estatura, ese no era mi caso. Observé que tenía la cajetilla de cigarros en la mano y aprovechando un momento de distracción, se los quité de la mano, sin mucho esfuerzo. – No vuelvas… a hacer eso… ¿me escuchaste? No quiero volver a encontrarte fumando esa porquería… – discrepé, mirándolo seriamente, sintiendo un nudo en la garganta a causa de las lágrimas que comenzaban a aglomerarse en mis ojos. Primero mi abuela, luego mi hermana… y ahora Will… ¿acaso intentaba matarse lentamente?
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Mensaje  ιzzy нale Mar Oct 18, 2011 11:17 pm

Georg de Liechtenstein
as: Su alteza real, el príncipe Georg Antonius Constantin Maria de Liechtenstein
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A veces me sorprendía la manera en que trabaja la vida cambiando y transformando las vidas en tan poco tiempo. La muestra más clara a lo que me refiero eran los cambios a los que la mayoría de las personas a mí alrededor habían sido sometidas, incluyéndome. Algunos cambios para bien, unos para mal y otros en el sentido de que no fueron ni bien ni para mal, cambios que a fin de cuentas te hacen… cambiar la perspectiva que tenías sobre las personas y sobre la vida. No sé si algún día las cosas volverían a hacer como eran anteriormente… por un lado tenía la esperanza de que así fuera, pero nada era seguro dadas las circunstancias a las que te ves obligado afrontar, por lo que acabas resignándote y aprendiendo a vivir con ellas. Por un lado, era capaz de comprender la situación por la que estaba atravesando Liam… y hacía todo lo que estaba a mí alcance para ayudarlo. No era capaz de justificar lo que había sucedido entre él y Marileene, ni tampoco podría catalogarlo como un error de una noche en el sentido que el bebé que venía en camino no era culpable ni mucho menos responsable de los actos de sus padres. La vida de un inocente iba más allá y en ese aspecto me tranquilizó saber que los dos estaban dispuestos a asumir la responsabilidad de su hijo. Por otro lado, en lo que concierne a mi vida no tendría palabras para definirlo. Es increíble como una persona puede ser capaz de cambiar el rumbo de lo que considerabas una vida hasta darle sentido. Desde hace un tiempo que estaba consciente de sus sentimientos, un hecho que a veces me costaba de cierta manera creer por la sencilla manera que al estar a su lado era como viajar a una realidad de la que no quisiera salir jamás. El amor y el cariño que sentía por Yukki, día con día crecía de una forma que ingenuamente conllevaría a que mi corazón aumentara por lo menos unas dos tallas, tal y como sucedió con el Grinch. El problema es que no sé de qué manera expresarle lo que siento… y lo peor de todo es que cada vez que estaba a punto de decírselo se atravesaba algo que me lo impedía, una situación que por un tiempo me mantuvo frustrado. La única manera que conozco y en la que soy capaz de desenvolverme perfectamente es por medio de la música, a la hora de componer… Yukki era mi musa, mi fuente de inspiración. Durante el tiempo que estudiamos en Julliard estuve a punto de confesarle lo que no me atreví a decirle aquella vez en el aula de música cuando tuve la oportunidad. De no haber sido por ese tipo que en más de una ocasión nos interrumpía con el pretexto de que debía llevarse a Yukki a sus clases de canto le habría confesado que estaba enamorado de ella. Pero por lo mismo de que el “hubiera” no existe no podía dar por seguro nada. Nunca en toda mi vida me había sentido celoso, lo reconozco… y el hecho de que ese sujeto también se estuviera enamorando de Yukki sobrepasaba mis límites. Sin embargo, todos y cada uno de esos recuerdos se veían opacados con los momentos inolvidables que pasé a su lado. Ella ha traído nuevas alegrías e ilusiones a mi vida que, en ocasiones no estaba seguro de merecerlas. Ahora más que nunca tenía demasiadas cosas en las cuales pensar y reflexionar… lo que hacía aún más difícil el hallar la oportunidad y poder hablarle de lo que siento. Una de mis prioridades era cuidar del bienestar de mi hermano, el de mi familia y mantener a Yukki al margen del más mínimo indicio que la pudiera poner en peligro. Las amenazas que había recibido mi familia por parte de los movimientos que han surgido, conllevó a que mis padres a tomaran la decisión de enviarnos a mi hermano y a mí de regreso a Konstanz. Sabía que a Nikolaus no le agradaba en absoluto la idea de dejarlo todo atrás; más aún cuando ya tenía gran parte de su vida echa en Liechtenstein, pero esperaba que pudiera integrarse y no se metiera en demasiados problemas. Comúnmente, en un día como hoy, hubiera optado por quedarme leyendo en el camarote hasta el atardecer – la hora ideal para disfrutar de los últimos rayos del sol en todo su esplendor –, pero por extraño que parezca, quise aprovechar el impulso de salir de esa especie de atmósfera con la esperanza de que ayudara a despejarme aunque fuera un poco. Inhalé y exhalé profundamente, dejando que mis pulmones se llenaran con el aire puro del océano; los paseos en la cubierta de un barco no eran nada comparadas con las habituales caminatas que solía dar a la orilla del mar, pero eso no quiere decir que me desagraden, por el contrario, podría decirse que comenzaba a disfrutarlas. Mantuve la mirada clavada en el horizonte… inesperadamente una sonrisa llena de una felicidad tan convincente se vio reflejada en mi rostro, una alegría a la cual me había acostumbrado y de la que ahora dependía como si se tratara del propio oxígeno. Su cabellera marrón era inconfundible, tanto como el brillo que despedía de sus ojos, toda ella era imposible de olvidar. La manera en la que su melena se agitaba con el viento, así como la sonrisa de su rostro, hizo que tomara la determinación de no verme de donde me encontraba, resistiendo así las ganas de ir a su encuentro y abrazarla fuertemente. Su rostro parecía tan tranquilo, como si estuviera en sintonía con la serenidad del océano que, realmente no me atrevía a importunarla. Sin embargo, la idea de no perturbarla no duró lo suficiente por que de pronto me vi envuelto la familiar calidez de sus brazos, una sensación que había extrañado de una manera inimaginable. Reí suavemente de forma inconsciente por la manera en que se abalanzó sobre mi cuerpo y correspondí a su brazo estrechándola con la misma intensidad, mientras mi mano subía y baja frotando suavemente su espalda para después subir hasta su cabello y besarla cariñosamente en la parte de atrás de su cabeza. En más de una ocasión me he preguntado si mi pequeño ángel posee un sexto sentido... parecía conocerme lo suficiente como para darse cuenta de mi presencia, lo que me hacía imposible sorprenderla. – Hola, pequeña Lottie – la saludé, notando que mi voz temblaba un poco a causa de la emoción de tenerla otra vez cerca. – Yo también te extrañe demasiado – le hice saber quedamente al oído y sin tener ni la más mínima intención de apartarme de su lado. A pesar de que hablábamos prácticamente todos los días… rara era la ocasión en que alguno de los dos faltara a nuestras “citas”. Por llamarlo de una manera. Y, si tal era el caso, no desaprovechaba la oportunidad de intercambiar brevemente algunas palabras con ella… aunque fuera por solo unos minutos para pedirle una disculpa. Cualquier motivo me bastaba para escuchar su voz. – No tan bien como tú, eso te lo puedo asegurar – reconocí, con ligero asombro. – Hace dos horas que el barco zarpó y el sol ya te ha sentado bastante bien – comenté, cariñosamente con una sonrisa de lado. El tenue tono bronceado de su piel la hacía lucir mucho más hermosa de que lo ya era.


Última edición por ιzzy нale el Jue Oct 27, 2011 12:04 am, editado 3 veces
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Mensaje  ιzzy нale Mar Oct 18, 2011 11:24 pm

Georg de Liechtenstein
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A veces me sorprendía la manera en que trabaja la vida cambiando y transformando las vidas en tan poco tiempo. La muestra más clara a lo que me refiero eran los cambios a los que la mayoría de las personas a mí alrededor habían sido sometidas, incluyéndome. Algunos cambios para bien, unos para mal y otros en el sentido de que no fueron ni bien ni para mal, cambios que a fin de cuentas te hacen… cambiar la perspectiva que tenías sobre las personas y sobre la vida. No sé si algún día las cosas volverían a hacer como eran anteriormente… por un lado tenía la esperanza de que así fuera, pero nada era seguro dadas las circunstancias a las que te ves obligado afrontar, por lo que acabas resignándote y aprendiendo a vivir con ellas. Por un lado, era capaz de comprender la situación por la que estaba atravesando Liam… y hacía todo lo que estaba a mí alcance para ayudarlo. No era capaz de justificar lo que había sucedido entre él y Marileene, ni tampoco podría catalogarlo como un error de una noche en el sentido que el bebé que venía en camino no era culpable ni mucho menos responsable de los actos de sus padres. La vida de un inocente iba más allá y en ese aspecto me tranquilizó saber que los dos estaban dispuestos a asumir la responsabilidad de su hijo. Por otro lado, en lo que concierne a mi vida no tendría palabras para definirlo. Es increíble como una persona puede ser capaz de cambiar el rumbo de lo que considerabas una vida hasta darle sentido. Desde hace un tiempo que estaba consciente de sus sentimientos, un hecho que a veces me costaba de cierta manera creer por la sencilla manera que al estar a su lado era como viajar a una realidad de la que no quisiera salir jamás. El amor y el cariño que sentía por Yukki, día con día crecía de una forma que ingenuamente conllevaría a que mi corazón aumentara por lo menos unas dos tallas, tal y como sucedió con el Grinch. El problema es que no sé de qué manera expresarle lo que siento… y lo peor de todo es que cada vez que estaba a punto de decírselo se atravesaba algo que me lo impedía, una situación que por un tiempo me mantuvo frustrado. La única manera que conozco y en la que soy capaz de desenvolverme perfectamente es por medio de la música, a la hora de componer… Yukki era mi musa, mi fuente de inspiración. Durante el tiempo que estudiamos en Julliard estuve a punto de confesarle lo que no me atreví a decirle aquella vez en el aula de música cuando tuve la oportunidad. De no haber sido por ese tipo que en más de una ocasión nos interrumpía con el pretexto de que debía llevarse a Yukki a sus clases de canto le habría confesado que estaba enamorado de ella. Pero por lo mismo de que el “hubiera” no existe no podía dar por seguro nada. Nunca en toda mi vida me había sentido celoso, lo reconozco… y el hecho de que ese sujeto también se estuviera enamorando de Yukki sobrepasaba mis límites. Sin embargo, todos y cada uno de esos recuerdos se veían opacados con los momentos inolvidables que pasé a su lado. Ella ha traído nuevas alegrías e ilusiones a mi vida que, en ocasiones no estaba seguro de merecerlas. Ahora más que nunca tenía demasiadas cosas en las cuales pensar y reflexionar… lo que hacía aún más difícil el hallar la oportunidad y poder hablarle de lo que siento. Una de mis prioridades era cuidar del bienestar de mi hermano, el de mi familia y mantener a Yukki al margen del más mínimo indicio que la pudiera poner en peligro. Las amenazas que había recibido mi familia por parte de los movimientos que han surgido, conllevó a que mis padres a tomaran la decisión de enviarnos a mi hermano y a mí de regreso a Konstanz. Sabía que a Nikolaus no le agradaba en absoluto la idea de dejarlo todo atrás; más aún cuando ya tenía gran parte de su vida echa en Liechtenstein, pero esperaba que pudiera integrarse y no se metiera en demasiados problemas. Comúnmente, en un día como hoy, hubiera optado por quedarme leyendo en el camarote hasta el atardecer – la hora ideal para disfrutar de los últimos rayos del sol en todo su esplendor –, pero por extraño que parezca, quise aprovechar el impulso de salir de esa especie de atmósfera con la esperanza de que ayudara a despejarme aunque fuera un poco. Inhalé y exhalé profundamente, dejando que mis pulmones se llenaran con el aire puro del océano; los paseos en la cubierta de un barco no eran nada comparadas con las habituales caminatas que solía dar a la orilla del mar, pero eso no quiere decir que me desagraden, por el contrario, podría decirse que comenzaba a disfrutarlas. Mantuve la mirada clavada en el horizonte… inesperadamente una sonrisa llena de una felicidad tan convincente se vio reflejada en mi rostro, una alegría a la cual me había acostumbrado y de la que ahora dependía como si se tratara del propio oxígeno. Su cabellera marrón era inconfundible, tanto como el brillo que despedía de sus ojos, toda ella era imposible de olvidar. La manera en la que su melena se agitaba con el viento, así como la sonrisa de su rostro, hizo que tomara la determinación de no verme de donde me encontraba, resistiendo así las ganas de ir a su encuentro y abrazarla fuertemente. Su rostro parecía tan tranquilo, como si estuviera en sintonía con la serenidad del océano que, realmente no me atrevía a importunarla. Sin embargo, la idea de no perturbarla no duró lo suficiente por que de pronto me vi envuelto la familiar calidez de sus brazos, una sensación que había extrañado de una manera inimaginable. Reí suavemente de forma inconsciente por la manera en que se abalanzó sobre mi cuerpo y correspondí a su brazo estrechándola con la misma intensidad, mientras mi mano subía y baja frotando suavemente su espalda para después subir hasta su cabello y besarla cariñosamente en la parte de atrás de su cabeza. En más de una ocasión me he preguntado si mi pequeño ángel posee un sexto sentido... parecía conocerme lo suficiente como para darse cuenta de mi presencia, lo que me hacía imposible sorprenderla. – Hola, pequeña Lottie – la saludé, notando que mi voz temblaba un poco a causa de la emoción de tenerla otra vez cerca. – Yo también te extrañe demasiado – le hice saber quedamente al oído y sin tener ni la más mínima intención de apartarme de su lado. A pesar de que hablábamos prácticamente todos los días… rara era la ocasión en que alguno de los dos faltara a nuestras “citas”. Por llamarlo de una manera. Y, si tal era el caso, no desaprovechaba la oportunidad de intercambiar brevemente algunas palabras con ella… aunque fuera por solo unos minutos para pedirle una disculpa. Cualquier motivo me bastaba para escuchar su voz. – No tan bien como tú, eso te lo puedo asegurar – reconocí, con ligero asombro. – Hace dos horas que el barco zarpó y el sol ya te ha sentado bastante bien – comenté, cariñosamente con una sonrisa de lado. El tenue tono bronceado de su piel la hacía lucir mucho más hermosa de que lo ya era.


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Mensaje  ιzzy нale Miér Oct 19, 2011 2:45 am

Samantha Van Comp
as: Samantha Eleanor Van Comp Russelberg
+ Tercer año >> Arte ;; Equitación ;; Teatro & Música
[ Con James Mellark // Cubierta - Barco ]
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La mayor parte de las cosas habían cambiado a nuestro alrededor, aunque en apariencias todo seguía siendo igual; uno de los cambios que trajeron alegría a nuestras vidas fue sin duda el enterarnos de que la pequeña Charlie era hija de Alex… una noticia que a revolucionó a toda la familia ya que literalmente nos puso de cabeza – hablando en el buen sentido de la palabra –. Todos estábamos inmensamente felices con la llegada de Charlie a nuestras vidas, especialmente Alex que desbordaba alegría hasta por los poros con su pequeña, lo que me hacía inmensamente feliz por que era la primera en mucho tiempo que volvía a ver la ilusión en sus ojos y realmente no podía evitar compartir su alegría; personalmente yo estaba encantada y día con día me encariñaba enormemente de mi sobrina… era una bebé tan adorable que con esa mirada de angelito simplemente te robaba el corazón en un abrir y cerrar de ojos. Una sonrisa se dibujó en mi rostro al tiempo que cambiaba la hoja del álbum de fotografías que hacía meses atrás había iniciado capturando los momentos importantes de la vida de Charlie. Así como también había tomado la iniciativa de grabarla con la videocámara haciendo una especie de “video-diario” con la esperanza de que en un futuro los videos le ofrezcan consejos útiles a Charlie después de que ambas hayamos crecido y me haya mudado. Aguardaba ansiosa el día en que finalmente pudiera independizarme para realizar mis sueños, pero a la vez temía por ese día, más que nada por que sabía que Papá y Alexander no lo tomarían tan “bien” como me gustaría. La única persona con la que había sido capaz de sincerarme y hablarle de mis proyectos para el futuro había sido con Mamá… y ante la mención de la palabra “mudanza” la expresión de su rostro se ensombreció un poco, pero si hay algo que siempre ha caracterizado a Mamá es que es la mujer más comprensiva y cariñosa que pude haber sobre la faz de la tierra y sus palabras siempre han sido como un consuelo para mí. De todas formas aún me quedaba un largo camino que recorrer y ya tendría tiempo de sobra para hablar con Papá y Alexander, solo esperaba que supieran comprender. Una vez que cerré el álbum de fotografías y lo dejé encima de la mesita de noche, me levanté con sumo cuidado de la cama evitando hacer el menor ruido posible para no despertar a Catarina, nuestra nana, quien dormía profundamente en la silla mecedora. Abrí la maleta y desdoblé la manta que años atrás mi nana me había tejido. La manta tenía un valor invaluablemente sentimental para mí… debido a que Catarina se había pasado largas noches en vela para terminarla aquella vez en la que me enfermé y por eso mismo siempre la llevaba conmigo a todos mis viajes. Luego de arroparla y dejarle una nota encima de la cama diciéndole que si se despertaba y no me encontraba que no se alarmara ni se preocupara, deposité un cariñoso beso en su frente y salí del camarote rumbo a cubierta para tomar un poco de aire fresco… aprovechando que el día se prestaba para ser ideal, y con lo mucho que amaba este tipo de días soleados, lo mejor era disfrutar el día al máximo antes de que las clases comenzaran. Una vez en cubierta, aspiré profundamente el aire puro del mar dejando que llenara mis pulmones… y rindiéndome ante la sensación de paz y tranquilidad que te provoca el océano en todo su esplendor. No pude evitar sonreír, cuando encontré una banca desocupada, por lo que no dudé en sacar del interior de mi bolso mi libro de Harry Potter y el Príncipe Mestizo – a simple vista mi bolso era parecido al de Mary Poppins o a la barney bolsa por el montón de cosas que traía siempre conmigo –. Inmediatamente abrí mi libro y me dispuse a adentrarme en ese maravilloso mundo… que estoy segura que a Charlie le gustara en un futuro. De pronto me vi en la obligación de salir a la superficie abandonando mi lectura. Bajé suavemente el libro que sostenía entre mis manos, dejando al descubierto únicamente mis ojos para tener una mejor vista del chico que estaba parado justo enfrente de mí. Parpadeé varias veces seguidas sintiéndome ligeramente… avergonzada por el hecho de que un chico me dirigiera la palabra y más cuando de vista el chico tenía una mirada muy linda. La mayoría de los chicos que estaba acostumbrada a tratar eran… huecos, sin una pizca de cerebro en sus cabecillas de alcornoque y superficiales. He ahí la razón por la que detestaba las cenas formales. – Para nada, adelante… es un país libre – indiqué amablemente con una sonrisa en los labios, al tiempo que bajaba completamente mi libro dejando al descubierto mi rostro. Eché un vistazo a mí alrededor dando crédito a sus palabras. – Si, de hecho es una suerte que encontrara una banca vacía, teniendo en cuenta la hora es normal, supongo... – comenté distraídamente, quitando mi bolso para colocarlo del otro lado, de modo que pudiera sentarse cómodamente sin que le estorbara, evitando que un pequeño suspiro escapara de mis labios. – Mucho gusto, James – “Lindo nombre”, pensé inconscientemente estrechando su mano amigablemente, cuando se presentó. – Samantha Van Comp, pero para acortarlo puedes decirme Sam, si así lo prefieres – me presenté posteriormente, sin dejar de lado en ningún momento la amabilidad expresada en el tono de mi voz. – Eres de nuevo ingreso ¿verdad? – me atreví a preguntarle, tanteando un poco el terreno. Teniendo en cuenta que en años anteriores nunca lo había visto, creo que la respuesta era obvia, aún no llego al grado de ser lo bastante distraída como para no darme cuenta de la presencia de las personas, aunque a veces parezca todo lo contrario. – Quiero decir… no es que tengas cara de chico nuevo ni nada por el estilo… – agregué rápidamente con la esperanza de que no tomara a mal mi comentario. – Es solo que… nunca te había visto por aquí… – señalé, sintiéndome ligeramente avergonzada por lo que acababa de decir hace dos segundos.


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Mensaje  ιzzy нale Jue Oct 20, 2011 12:21 am

Tammy Ainsworth
as: Tamara Caroline Ainsworth
+ Tercer año >> Ballet ;; Taller de Guión & Literatura
[ Con Diana Windsor // Cubierta - Barco ]
Rockland, seasson 3,,*  - Página 2 286vf7
Rockland, seasson 3,,*  - Página 2 2cnz7ed_
En ocasiones quisiera tener la oportunidad de volver el tiempo atrás y remontarme a mi niñez. La época más feliz en la vida de una persona, tal y como yo la consideraba. Simplemente… daría lo que fuera por volver a esa época en la que nada te preocupa, en la que todo es tranquilidad, armonía y en la que podría decirse que tu única preocupación a esa edad era aguardar ansiosamente el día siguiente con la espera de poder disfrutar de un nuevo día y disfrutarlo al máximo como si fuera el último. Naturalmente de aquellos días felices lo único que queda son recuerdos preservados para siempre en la mente y en el corazón. Cuando eres niño la vida resulta más fácil hasta cierto punto y no tienes la necesidad de abrumarte con los problemas. Ahora más que nunca es cuando comprendo la historia maravillosa de Peter Pan y el país de nunca jamás. A fin de cuentas… al convertirte en adulto es como cambiar de una vida a otra, por que al final de todo dejas atrás tanto la niñez, como la adolescencia, entonces… ¿de qué sirve crecer…? Pero sobre todo, ¿a qué vienen estos pensamientos? Podría decirse que se debe a todo lo que ha estado sucediendo a nuestro alrededor últimamente… sucesos que son capaces de transformarte y borrarte de la cabeza todos aquellos recuerdos del mundo feliz en el que creciste hasta aterrizarte en una realidad desconocida. En los últimos meses han surgido tantos cambios que tenía la sensación de no estar en donde realmente debería estar. Extraño, lo sé. Pero es así como me sentía. Muchas de las personas a las que les tengo un cariño especial han cambiado de la noche a la mañana... un hecho que en más de una ocasión me ha desconcertado. Tal y como había sucedió con Diana, una de las pocas personas en el mundo que me aceptó tal cual soy, con mis pros y mis contras, mis virtudes y mis defectos, y por supuesto, con mis ideas excéntricas y estrafalarias. He ahí la razón por la que quisiera tener el poder de volver el tiempo atrás, tener en mis manos una especie de giratiempo como el que utiliza Hermione Granger en Harry Potter y en Prisionero de Azkaban para salvar a Buckbeack, el hipogrifo y a Sirius Black de sus tristes y crueles destinos y hacer que todo volviera a hacer como antes y que nada de lo está sucediendo pasara. De un tiempo acá, Papá se comportaba de una manera poco normal en él, ya no sonreía como antes y parecía estar más sumergido en sus obligaciones y en su misión de proteger a la Familia Real Inglesa, así como a su propia familia… aunque su comportamiento tenía un por qué, no me gustaba verlo de esa forma. Durante el verano, en contadas ocasiones me deba permiso de salir a la calle y las únicas veces en las que tenía la oportunidad de salir y respirar un poco de aire era cuando visitaba a Diana en Clarence House – mejor conocida como la residencia real de los Windsor – y eso por que papá había implantado una especie de “toque de queda”, de esos que a determinada hora bajo ningún motivo tenías que asomar las narices ni mucho menos estar en la calle. Por otro lado, tengo que reconocer que nunca me imaginé que el Instituto reabriera sus puertas después de todo lo que sucedió, pero lo más desconcertante fue que mis padres accedieran que regresara. Incluso cuando se dio a conocer la noticia de que tanto la Universidad como el Instituto cerrarían sus puertas, fue como quitarle un peso de encima a papá. Aún así, si la escuela estaba dispuesta a mantener sus puertas abiertas después de todo lo sucedido… mis padres no estaban en disposición de enviarme a ese lugar nuevamente. Le había tomado como cierto… “miedo” a ese lugar y no era para menos, pero luego de comprender a mis padres y sus motivos para protegerme de los disturbios que ha habido en Londres… no me quedó más remedio que aceptar que en el fondo era lo mejor. Salí del comedor, acompañada de una pequeña avalancha de estudiantes que tenían toda la intención de salir a cubierta a tomar un poco de sol. Hacía dos horas que el barco había zarpado y… tenía la esperanza de ver aunque fuera de lejos a Bryson; la última vez que lo vi fue en Clarence House y todo por que Diana lo había invitado, solo que evitó decirme por que quería darme una especie de sorpresa. Y vaya sorpresa que tuve al verlo... creí que se me saldría el corazón se me saldría de la alegría de volver a verlo. Sonreí distraídamente, disfrutando de la tranquilidad que se respiraba en el aire, lejos de toda esa maldad y de esos sucesos horribles que azotaban a Londres y varias partes del mundo. Di unos pasos, cuando de pronto giré sorpresivamente el rostro al reconocer la voz de Diana… – Hey, Dee… ¿Qué hay…? – la saludé alegremente con una sonrisa en los labios. La única alegría que tenía hasta el momento era de alguna forma haber recuperado a mi vieja amiga de casi toda la vida; poco a poco Diana parecía volver a hacer la Diana de antes… y eso me hacía sentir feliz, especialmente por ella. Ladeé suavemente la cabeza, observándola desde mi posición, pero sin borrar en ningún momento la sonrisa de mi rostro. – Claro, ¿por qué no? Hace tiempo que no tenemos un poco de diversión. Además hace falta poner un poco de ambiente a este lugar – señalé, con un leve encogimiento de hombros, remontándome a las “locuras” que solíamos hacer antiguamente. Nuestras risas eran tan agudas y estruendosas que terminaban por pedirnos de favor que le bajáramos un poco a nuestro escándalo. – La idea de tirar piedras al mar me resulta más tentadora… apuesto a que todavía podemos superar nuestro récord en el intento de quien logra hacer “patitos” – Claro en el mar era más difícil lograrlo, a diferencia de un lago, pero aún así era complicado. Diana y yo hemos tenido que perfeccionar nuestra técnica con el correr de los años. – Dee… ¿Te encuentras bien…? ¿Te sientes mal?– quise saber, sin poder evitarle mirarle con el semblante lleno de preocupación. – Lo siento, es que de pronto tu mirada se tornó ausente y… – dejé inconclusa la oración esperando que me comprendiera.


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Mensaje  ιzzy нale Sáb Oct 22, 2011 1:38 am

Juan Urdangarín
as: Juan Valentín de Todos los Santos Urdangarín y Borbón
+ Segundo año de Ciencias Políticas ~ Fútbol (Capitán y Arquero) ;; Rugby (Primer Centro) ;; Natación ~ Alpha Tau Kappa
[ Con Natalie Castle // Barco ]
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Absurdamente ni en mis sueños más bizarros me hubiera imaginado que un verano podría tornarse en peor de toda mi vida. “Peor” en el sentido que jamás hubiese pensado que mis padres se comportarían de una manera que en ocasiones provocaba que me sintiera avergonzado de ser su propio hijo. Hasta cierto punto he de reconocer que, “peor” no era el adjetivo adecuado para englobar la palabra verano. La decepción que me abrumaba y me nublaba los sentidos no se comparaba con ningún otro sentimiento. Aunque, en realidad, si existía un sentimiento capaz de opacar la triste decepción que almacenaba ante el recuerdo del verano y ese sentimiento era, sin duda, el cariño que sentía por Natalie. Si hay algo en mi vida de lo que nunca sería capaz de arrepentirme era de haber compartido momentos inolvidables a su lado. Sin embargo, después de los sucesos acontecidos durante su estancia en Madrid… era evidente que el Sr. Castle tomara cartas en el asunto; cuando mis padres sugirieron la idea de invitar a los padres de Natalie a una de las ceremonias de la Casa Real. Por un momento ingenuamente caí en la vaga esperanza de que todo se arreglaría y que mis padres darían su aprobación y acabarían aceptando mi amistad con Natalie. Un error del que no me di cuenta hasta que fue demasiado tarde. Desde el momento en que mi padre y el Sr. Castle cruzaron miradas parecían haberse declarado la guerra… dejando entrever que ninguno de los dos daría su brazo a torcer. Basto con uno de los habituales comentarios desdeñosos de mi madre para arruinar la velada y provocar que el Sr. Castle tomara una decisión que no era para menos. Prohibirme ver a su hija. Después de la partida de Natalie viajé a Nueva York con la excusa de que iría a visitar a mis abuelos paternos: Claire y Juan María. Si mis padres no estaban dispuestos a pedirle una disculpa a los Castle por su comportamiento… tenía que hacerlo yo. Teniendo en cuenta que ni siquiera había tenido oportunidad de despedirme de Natalie, dar la cara en nombre de mis padres, era lo menos que podía hacer. Mi esfuerzo y empeño por borrar la mala impresión que Richard Castle tenía sobre nuestra familia… quedó atrás cuando el Sr. Castle se negó rotundamente a escucharme. Sus palabras causaron tal efecto en mi mente… que me era imposible olvidarlas con facilidad. Si de verdad te preocupas por mi hija y si es verdad que la quieres como dices, entonces, aléjate de ella. Por su bien y por el tuyo no la vuelvas a buscar. A partir de ese día supe que por más que me esforzara… nada haría cambiar la opinión del Sr. Castle respecto a todos nosotros. Así como la determinación de mis padres por alejarme de Natalie hasta poner deteriorar y poner fin a nuestra amistad, no acabaría. A veces, realmente deseaba que mis padres dejaran de preocuparse por guardar las apariencias y se dieran cuenta del daño que me estaba causando toda esta situación. El hecho de que mis padres me prohibieran terminantemente volver a ver a Natalie… era una situación que no estaba seguro poder sobrellevar. Ellos nunca comprenderían lo complejos que eran mis sentimientos hacia Natalie… y que me era imposible desprenderme de ellos como si fuera cualquier insignificancia que debería tirarse a la basura. Haciendo caso omiso a tanto a las palabras de mis padres como a las del Sr. Castle. Natalie y yo nos mantuvimos frecuentemente en contacto por correo electrónico, por skype y por medio del móvil. Lo que en ocasiones se volvía cada vez más complicado a la hora de asegurarnos que nuestros padres no estuvieran al acecho de todos y cada uno de nuestros movimientos. Escondernos como si estuviéramos haciendo algo indebido. Por otro lado, con la situación que actualmente se estaba viviendo en Europa… sabía que debía comenzar a tomar en cuenta las palabras de Richard Castle y lo que menos deseaba era ser el causante de las disputas que pudieran surgir entre Natalie y su padre. Así como tenía que comenzar a plantearme el grado de las amenazas que había recibido nuestra familia tras el surgimiento de esos movimientos con el único afán de derrocar a las monarquías. Ahora más que nunca debo pensar en mantener al margen a Natalie al más mínimo brote de indicio que pudiera vincularla no solo conmigo si no también con el resto de mi familia. Si mi mayor deseo era poder permanecer a su lado… tenía que tomar mis precauciones y no ponerla en peligro. Sobretodo ahora que Natalie era imprescindible en mi vida temía perderla. Distraídamente pase una mano por mi rostro mientras paseaba por los estrechos pasillos del barco, con la intención de aclarar mis ideas. Tenía demasiadas cosas en las cuales que pensar y reflexionar… lo que hacía imposible la tarea despejarme por un breve segundo de todo a mi alrededor. De pronto, me vi rodeado por una sensación que era difícil de explicar con palabras… una sensación inexplicable que borró todo atisbo de abatimiento en el rostro, dejando a su paso una sonrisa que me fue inevitable ocultar al sentir su cálido y húmedo aliento rozándome el oído. Correspondí a su brazo estrechándola con la misma intensidad, mientras mi mano subía y baja frotando suavemente su espalda para después subir hasta su melena y besarla cariñosamente en la parte de atrás de su cabeza. – Alie – la saludé, dejando en evidencia la sonrisa de felicidad que enmarcaba mi rostro ante el hecho de volver a verla después de varios meses. La imagen virtual que proporcionaba la video llamada no le hacía justicia alguna… Sus ojos seguían tan deslumbrantes y llenos de vida con ese precioso brillo que emanaba de ellos… Tenerla frente a frente la hacía ver mucho más hermosa de lo que recordaba. Por supuesto, no había pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos, pero aún así no podía evitar sentirme como un completo descerebrado cada vez que estamos juntos. Fruncí levemente el ceño, mirándole con cierta ternura al notar que sus mejillas se cubrían de un tono marrón que comenzaba a hacer bastante común en Natalie, haciéndola lucir más linda de lo que ya era. – Debería decir lo mismo de ti, pero sería una mentira si te lo dijera. Además... te prometí que volvería ¿no es así? – respondí tranquilamente, con una sonrisa de lado, rozando con la yema de mi dedo su labio inferior. Una promesa era una promesa y el que todo estuviera en nuestra contra no quería decir que había perdido las esperanzas de volver a verla. De no ser por mis hermanos y por Natalie no tendría razones para volver. – ¿Sabes algo? acabo de darme cuenta que tenemos exactamente 24 horas desde nuestra última conversación. Pienso que eso a mérita un récord que deberíamos celebrar ¿no te parece? – inquirí, graciosamente de forma espontánea.


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Mensaje  ιzzy нale Dom Oct 23, 2011 12:04 am

Marlene Chadwick

Marlene Galadriel Everglot Chadwick
Diecisiete años ; Tercer año ; Hockey, Baseball, Voley
Con Jack Seward ; en la cubierta del barco

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Rockland, seasson 3,,*  - Página 2 23t14j7_
Salí del camarote y comencé a caminar en dirección a la cubierta. Desde que habíamos zarpado, me quedé en mi habitación asegurándome que no me había olvidado nada en casa. De todos modos, ya era tarde para ir a buscarlo. Llevábamos casi dos horas navegando y nos esperaban todavía dos días hasta que llegáramos a Konstanz. Este sería mi primer año en Rockland y no podía creer que ya estaba en camino hacia allá. Según Adam, había bastantes posibilidades de que encontrara a mis hermanos aquí. Pero no era nada seguro ahora, después de lo sucedido el año anterior. Mientras todos esperábamos a que el barco partiera, había escuchado a un grupo de chicos hablar sobre los desafortunados sucesos en el que fallecieron varios estudiantes y que hizo que Rockland cerrara. Afortunadamente, reabrió sus puertas este año, pero reforzaron la seguridad después de todo lo que está pasando ahora en Europa. Me preguntaba si mis hermanos habrían fallecido, o si milagrosamente sobrevivieron. Habría sido en vano venir aquí a buscarlos..
Prefería no pensar en ello, lo sabré cuando sea el momento y era posible que me esté equivocando. Cuando al final llegué a la cubierta, me encontré con que no había mucha gente afuera. Quizás estaban en la piscina o adentro desempacando sus cosas. Tal vez hasta algunos estaban durmiendo. Me encogí de hombros, mal por ellos, se perdían una hermosa vista. Si, todo lo que veías era mar y más mar, pero.. No lo sé, me gustaba. No estar rodeado de nada, me hacía sentir completamente libre de hacer lo que quiera. - Cómo desearía que estuvieran aquí.. - murmuré, con los brazos apoyados en el muro. Extrañaba a mis hermanos y a mis padres. Uno no elegía a la familia. Tenía la necesidad de creer que, si las cosas hubieran sido de otra manera, mis padres aún vivirían y podríamos haber pasado por sobre los problemas, y seguir siendo una familia feliz. Ya casi ni los recordaba.. y eran mis padres.. Suspiré y en ese momento me di cuenta que no estaba sola. Giré lentamente el cuerpo hacia un lado y miré atentamente al chico que estaba al lado mío. - ¿Oye, llevas mucho tiempo aquí? Lo siento, no te había visto llegar - pregunté, acomodando un mechón de cabello detrás de la oreja. Como casi todos los chicos que había cruzado, no me sonaba para nada familiar, así que suponía no era de la realeza, quienes aparecían todos los días en las noticias. - Por cierto, soy Marlene - me presenté sonriendo de lado.
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Mensaje  ιzzy нale Lun Oct 24, 2011 12:02 am

Isobel Bessette
as: Isobel Aurelle Bessette
+ Cuarto año >> Taller de Guión & Literatura ;; Ballet ;; Voley (Capitana y Delantera)
[ Con William Burke // Barco ]
Rockland, seasson 3,,*  - Página 2 35lvkfk_
¿Cómo se retoma el hilo de toda una vida? ¿Cómo seguir adelante cuando en tu corazón empiezas a entender que no hay regreso posible, que hay cosas que el tiempo no puede enmendar, aquellas que hieren muy dentro, que dejan cicatriz…? Deseaba creer en las palabras que el abuelo hace algún tiempo me dijo y que hicieron que encontrara el consuelo que tanto necesitaba después de la inesperada partida de mi abuela. “El tiempo todo lo cura”, pero hay heridas que son incapaces que curarse por sí solas… heridas que en vez de cerrarse echan raíces y se adhieren a ti. Si de algo estaba consciente es que ya nada volvería a hacer como antes… aún cuando me esforzara en reacomodar las piezas de lo que alguna vez fui… ¿qué sentido tenía…? Evidentemente ninguno. La relación de unión y confianza que alguna vez mantuve con mi hermana era historia… y una vez rotos esos lazos, no tenía las agallas ni el valor para volver a enlazarlos. Pero si hay algo que jamás cambiaría es que el lazo de hermandad que sin importar las diferencias que pudieran existir entre nosotras siempre iba a estar presente… pase lo que pase Paris siempre seguiría siendo mi hermana y la tendría en consideración. Mi forma de ser había cambiado radicalmente lo que daba paso a inquietudes y cuestionamientos… sobre todo con las personas con las que he convivido durante toda mi vida: mi familia. Es por esa razón que evitaba entrar en detalles cada vez que mis padres y mi abuelo tenían la intención de abordarme con respecto a mis sentimientos y a lo que me estaba sucediendo. Por otro lado, el alejarme por un tiempo de todo lo que me había echo daño logró durante unos meses aligerar el peso del dolor y la desilusión que día con día me consumían. Mi estancia en Julliard me hizo darme cuenta de lo que realmente quería de la vida, del camino que elegiría y seguiría después de graduarme. El mayor anhelo que tenía en este momento era dedicarme de lleno a la danza: el ballet y al teatro en toda su plenitud. Tenía grandes expectativas para el futuro… un futuro que a largo plazo lograba mantener avivada una chispa de esperanza, más no de ilusión. Sin embargo, en ocasiones los recuerdos son como cuchillas de doble filo… te pueden herir una y otra vez cada vez que vuelven a tu mente con la única intención de hacerte revivir los momentos y las situaciones que a fin de cuentas son lecciones que la vida te da como recuerdo de que con cada tropiezo o caída tienes que aprender a levantarte. Lo que daría por borrar de mis pensamientos todos esos malos recuerdos… hacer de cuenta que nunca existieron y que el vacio que sentía por dentro se desvaneciera. Suspiré resignada, observando por el rabillo del ojo como la puerta del camarote se cerraba suavemente. Dejando a su paso un silencio incómodo, pero a la vez necesario. Hacía precisamente dos horas que el barco había zarpado y aunque el clima se prestaba para un día maravilloso, no estaba con el ánimo para salir y disfrutar del día. La rotunda negativa ante la idea de hacerle compañía a Yukki, era más bien un pretexto. Y para ser sincera… realmente no quería agriarle el día a una de las personas que más quiero con algún comentario mal intencionado que pudiera brotar de mis labios en cualquier momento. En todo este tiempo, Yukki había sido un gran apoyo para mí… de no ser por ella no sé que habría echo y no tenía ni la más mínima intención de herirla… de hacerlo nunca me lo perdonaría. El miedo que me abrumaba… no era nada comparado con los sentimientos que me empeñaba en ocultar detrás de la máscara que me había forjado. La sola mención de su nombre me hacía tanto daño como su recuerdo. En el momento en que Georg me reafirmo lo que había escuchado sin querer cuando mantenía aquella conversación nocturna con Yukki; supe que ya nada podría enmendar el daño causado. A partir de ese día no volví a mencionar el nombre de William… lo que no me ahorraba la tontería de sufrir silenciosamente cada vez que mis pensamientos se empeñaban en recordarlo. Tras varios minutos divagando en internet poniéndome al tanto de las noticias más recientes… acabé por apagar y cerrar la laptop. Habían transcurrido casi 20 minutos desde que Yukki se había ido y aún no había vuelto. Me froté los ojos con las manos en un intento por borrar todo rastro de cansancio en ellos, para luego incorporarme de la cama y caminar distraídamente hasta situarme frente a la puerta. Lentamente mi mano fue girando el picaporte hasta que finalmente me atreví a abrir la puerta; sabía que no podía pasarme toda la vida huyendo de él, pero mientras más lejos estuviéramos el uno del otro, mejor. Además… ¿qué posibilidades habría de encontrarnos? Una en un millón, seguramente. Así que era absurdo que me pasara cuatro días encerrada en el camarote, cuando existía la posibilidad de que William estuviera en este preciso momento en el pueblo instalándose con… su futura familia. Cerré la puerta a mis espaldas, echándome a caminar tranquilamente por los estrechos pasillos del barco rumbo al comedor. Deslicé una mano hacia el bolsillo interno de los jeans sacando el reproductor de música junto con los audífonos, para luego colocármelos distraídamente en ambas orejas. Inconscientemente empecé a tararear la canción de “Princess of China” de Coldplay con Rihanna. Cuando de pronto al doblar en una esquina me vi obligada a detenerme al reconocer la presencia de la persona que se encontraba frente a mí. ¿Cómo lo sabía…? Simple. A pesar de todo él seguía siendo la única persona capaz de hacer latir de lo que alguna vez fue un corazón. Alcé la mirada lentamente… como si fuera una especie de instinto hasta encontrarme fijamente con su mirada… con esos hermosos ojos azules que me hacían sentir no uno si no miles de sentimientos encontrados. Era descifrable la sorpresa en sus ojos… una emoción que podía palpar. En mi caso, la emoción en mi rostro era inescrutable… de modo que ni yo misma era capaz de percibir algún rastro de sentimiento u emoción que pudiera leerse. Aún cuando mi mirada demostrara todo lo contrario. No podía ocultarlo. Peor aún fue la sensación que despertó en mi interior cuando pronunció mi nombre. – William – Su nombre me quemó un poco la garganta mientras lo pronunciaba. Podía sentir el vacio de mi agujero en el pecho a la espera de reabrirse. – Lo siento, no te vi… – Aparté la vista de su rostro a regañadientes y contemplé la ventana abierta a la claridad del día, mientras con la mano hacia girar el reproductor a la espera de controlarme. Evitando de esa manera perderme en su mirada. “Bien por ti, Isobel. ¿No se puedo haber ocurrido alguna otra respuesta más… convincente?” Fruncí el ceño con tristeza. – Si me disculpas tengo cosas que hacer… fue un… placer volver a verte – farfullé, asegurándome de haberme dado a entender.


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Mensaje  ιzzy нale Lun Oct 24, 2011 12:04 am

Isobel Bessette
as: Isobel Aurelle Bessette
+ Cuarto año >> Taller de Guión & Literatura ;; Ballet ;; Voley (Capitana y Delantera)
[ Con William Burke // Barco ]
Rockland, seasson 3,,*  - Página 2 25a2r9w_
¿Cómo se retoma el hilo de toda una vida? ¿Cómo seguir adelante cuando en tu corazón empiezas a entender que no hay regreso posible, que hay cosas que el tiempo no puede enmendar, aquellas que hieren muy dentro, que dejan cicatriz…? Deseaba creer en las palabras que el abuelo hace algún tiempo me dijo y que hicieron que encontrara el consuelo que tanto necesitaba después de la inesperada partida de mi abuela. “El tiempo todo lo cura”, pero hay heridas que son incapaces que curarse por sí solas… heridas que en vez de cerrarse echan raíces y se adhieren a ti. Si de algo estaba consciente es que ya nada volvería a hacer como antes… aún cuando me esforzara en reacomodar las piezas de lo que alguna vez fui… ¿qué sentido tenía…? Evidentemente ninguno. La relación de unión y confianza que alguna vez mantuve con mi hermana era historia… y una vez rotos esos lazos, no tenía las agallas ni el valor para volver a enlazarlos. Pero si hay algo que jamás cambiaría es que el lazo de hermandad que sin importar las diferencias que pudieran existir entre nosotras siempre iba a estar presente… pase lo que pase Paris siempre seguiría siendo mi hermana y la tendría en consideración. Mi forma de ser había cambiado radicalmente lo que daba paso a inquietudes y cuestionamientos… sobre todo con las personas con las que he convivido durante toda mi vida: mi familia. Es por esa razón que evitaba entrar en detalles cada vez que mis padres y mi abuelo tenían la intención de abordarme con respecto a mis sentimientos y a lo que me estaba sucediendo. Por otro lado, el alejarme por un tiempo de todo lo que me había echo daño logró durante unos meses aligerar el peso del dolor y la desilusión que día con día me consumían. Mi estancia en Julliard me hizo darme cuenta de lo que realmente quería de la vida, del camino que elegiría y seguiría después de graduarme. El mayor anhelo que tenía en este momento era dedicarme de lleno a la danza: el ballet y al teatro en toda su plenitud. Tenía grandes expectativas para el futuro… un futuro que a largo plazo lograba mantener avivada una chispa de esperanza, más no de ilusión. Sin embargo, en ocasiones los recuerdos son como cuchillas de doble filo… te pueden herir una y otra vez cada vez que vuelven a tu mente con la única intención de hacerte revivir los momentos y las situaciones que a fin de cuentas son lecciones que la vida te da como recuerdo de que con cada tropiezo o caída tienes que aprender a levantarte. Lo que daría por borrar de mis pensamientos todos esos malos recuerdos… hacer de cuenta que nunca existieron y que el vacio que sentía por dentro se desvaneciera. Suspiré resignada, observando por el rabillo del ojo como la puerta del camarote se cerraba suavemente. Dejando a su paso un silencio incómodo, pero a la vez necesario. Hacía precisamente dos horas que el barco había zarpado y aunque el clima se prestaba para un día maravilloso, no estaba con el ánimo para salir y disfrutar del día. La rotunda negativa ante la idea de hacerle compañía a Yukki, era más bien un pretexto. Y para ser sincera… realmente no quería agriarle el día a una de las personas que más quiero con algún comentario mal intencionado que pudiera brotar de mis labios en cualquier momento. En todo este tiempo, Yukki había sido un gran apoyo para mí… de no ser por ella no sé que habría echo y no tenía ni la más mínima intención de herirla… de hacerlo nunca me lo perdonaría. El miedo que me abrumaba… no era nada comparado con los sentimientos que me empeñaba en ocultar detrás de la máscara que me había forjado. La sola mención de su nombre me hacía tanto daño como su recuerdo. En el momento en que Georg me reafirmo lo que había escuchado sin querer cuando mantenía aquella conversación nocturna con Yukki; supe que ya nada podría enmendar el daño causado. A partir de ese día no volví a mencionar el nombre de William… lo que no me ahorraba la tontería de sufrir silenciosamente cada vez que mis pensamientos se empeñaban en recordarlo. Tras varios minutos divagando en internet poniéndome al tanto de las noticias más recientes… acabé por apagar y cerrar la laptop. Habían transcurrido casi 20 minutos desde que Yukki se había ido y aún no había vuelto. Me froté los ojos con las manos en un intento por borrar todo rastro de cansancio en ellos, para luego incorporarme de la cama y caminar distraídamente hasta situarme frente a la puerta. Lentamente mi mano fue girando el picaporte hasta que finalmente me atreví a abrir la puerta; sabía que no podía pasarme toda la vida huyendo de él, pero mientras más lejos estuviéramos el uno del otro, mejor. Además… ¿qué posibilidades habría de encontrarnos? Una en un millón, seguramente. Así que era absurdo que me pasara cuatro días encerrada en el camarote, cuando existía la posibilidad de que William estuviera en este preciso momento en el pueblo instalándose con… su futura familia. Cerré la puerta a mis espaldas, echándome a caminar tranquilamente por los estrechos pasillos del barco rumbo al comedor. Deslicé una mano hacia el bolsillo interno de los jeans sacando el reproductor de música junto con los audífonos, para luego colocármelos distraídamente en ambas orejas. Inconscientemente empecé a tararear la canción de “Princess of China” de Coldplay con Rihanna. Cuando de pronto al doblar en una esquina me vi obligada a detenerme al reconocer la presencia de la persona que se encontraba frente a mí. ¿Cómo lo sabía…? Simple. A pesar de todo él seguía siendo la única persona capaz de hacer latir de lo que alguna vez fue un corazón. Alcé la mirada lentamente… como si fuera una especie de instinto hasta encontrarme fijamente con su mirada… con esos hermosos ojos azules que me hacían sentir no uno si no miles de sentimientos encontrados. Era descifrable la sorpresa en sus ojos… una emoción que podía palpar. En mi caso, la emoción en mi rostro era inescrutable… de modo que ni yo misma era capaz de percibir algún rastro de sentimiento u emoción que pudiera leerse. Aún cuando mi mirada demostrara todo lo contrario. No podía ocultarlo. Peor aún fue la sensación que despertó en mi interior cuando pronunció mi nombre. – William – Su nombre me quemó un poco la garganta mientras lo pronunciaba. Podía sentir el vacio de mi agujero en el pecho a la espera de reabrirse. – Lo siento, no te vi… – Aparté la vista de su rostro a regañadientes y contemplé la ventana abierta a la claridad del día, mientras con la mano hacia girar el reproductor a la espera de controlarme. Evitando de esa manera perderme en su mirada. “Bien por ti, Isobel. ¿No se puedo haber ocurrido alguna otra respuesta más… convincente?” Fruncí el ceño con tristeza. – Si me disculpas tengo cosas que hacer… fue un… placer volver a verte – farfullé, asegurándome de haberme dado a entender.
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Mensaje  ιzzy нale Mar Oct 25, 2011 3:22 am

Jack Seward
as: Jacques Michel Seward
+ Cuarto año >> Teatro y Música ;; Fútbol (Delantero), Equipo #3
[ Con Marlene Chadwick // Cubierta ]
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¿Por qué razón actuaba de aquel modo tan impulsivo, sin pensar en las consecuencias? Pero, sobre todo… ¿Por qué mi propia hermana, no me tuvo la suficiente confianza para contarme sus problemas? ¿En que momento me equivoqué? Me preguntaba una y otra vez, con la intención de averiguar una respuesta lógica y sensata. Hay momentos en los que sentía que mi propia hermana estaba tan inmersa en su mundo, en sus amigas, que, a veces me olvidaba que ya no éramos unas niñas, aquellas niñas, la cual su única preocupación era aguardar ansiosamente un nuevo día para echar a volar nuestra imaginación en todo lo que se nos ocurriera. Las dos habíamos cambiado… un hecho del cual no tenía ni la más mínima duda… pero, ¿por qué mi hermana actuaba de esa manera? Necesitaba sabernecesitaba comprender que es lo que estaba pasando con mi hermana. Comprendo que no soy lo suficientemente “madura” para darle consejos a mi propia hermana, ni mucho menos tenía “autoridad” para interceder en sus decisiones… lo que más me dolía era que no me tuviera confianza, a la hora de contarme sus problemas… hubiera dado lo que fuera por estar a su lado en ese momento… hacerla de alguna manera recapacitar y hacerla desistir de la decisión tan precipitada que estaba a punto de tomar. Se trata de mi hermana… y mi deber es protegerla y cuidar siempre de ella, hacer todo lo que esté a mi alcance para ayudarla, hacerle saber y sentir que no está sola y que por más terrible que sea el problema juntas encontraríamos la forma de salir del embrollo… pero, ¿Cómo hacerlo cuando tú hermana se aleja de ti? ¿Y se marcha sin darte una razón? Al menos un motivo o una explicación para no dejarte con esta incertidumbre. Debo confesar que al principio me sentí… molesta, ofendida, incluso abandonada y triste con la inesperada partida de Paris… sin embargo, lo que sucedió después, me devastó por completo. Según mis padres; quiénes al igual que yo, estaban al borde de una crisis nerviosa, por no tener ninguna noticia de mi hermana; me informaron que finalmente habían logrado dar con su paradero, y todo gracias a una llamada que habían recibido por parte de las autoridades de Konstanz comunicándoles que mi hermana había sido agredida por un hombre y que en ese instante se encontraba hospitalizada. Juro que en ese instante… sentí que el mundo se me venía encima… mi hermana, había sido agredida, y mis padres; con la única intención de no preocuparme y alterarme aún más de lo que me encontraba; decidieron guardarse la gravedad de la situación, diciéndome únicamente que mi hermana se encontraba estable, pero, que tomarían el primer vuelo con destino a la isla de Konstanz para estar más informados de la sucedido y de esa manera imponer una demanda en contra del agresor, una vez que las autoridades lograran atraparlo. El saber que mis padres venían en camino… me tenía de algún modo más tranquila, aunque no lo suficiente… me sentía una completa inútil, la peor hermana del mundo, por no haber estado a lado de Paris, en esos momentos. Lo peor de todo, es que le había echo la promesa a mis padres de quedarme en el Instituto… pero, esta incertidumbre, esta angustia por no saber de mi hermana, seguramente acabaría enfermándome. Necesitaba verla, saber como estaba, estar a su lado, ayudarla… se trataba de mi hermana, maldita sea... un… hijo de puta, la había agredido y aunque sabía que no podía hacer nada; dado a que todo estaba en manos de las autoridades; me sentía una inútil, incapaz de hacer algo. Mis padres me tenían atada de manos con la promesa que les había echo y ni siquiera era capaz de fugarme del Instituto, para ir a ver a mi hermana, conociendo a mis padres, habrán puesto al tanto de lo ocurrido a las autoridades escolares para que me mantuvieran monitoreada y no me dejaran salir bajo ninguna circunstancia. Ese… desgraciado, tenía que pagar con creces lo que le había echo a mi hermana. Alternaba la mirada de forma insistente, entre la ventana y el reloj, el cual, daba la impresión de haberse estancado; tamborileaba de forma nerviosa, la pluma contra la banca; un tic nervioso que solía hacer la mayoría de las veces de forma inconsciente cuando me ponía nerviosa por algo. De vez en cuando, giraba mi rostro, encontrándome con el semblante preocupado de Yukki, quien con su sola mirada, parecía de alguna forma leer mis pensamientos. Otra de las razones por la que me encontraba atada de manos, era por la promesa que le había echo a Yukki… el año pasado me había comportado como una tonta, al regocijarme y encerrarme en el dolor que aún tenía por la triste partida de mi abuela. Yukki, era mi más grande apoyo en estos momentos y no deseaba volverle a ocasionar ningún dolor por mi estúpido comportamiento. Le dediqué una sonrisa, volviendo mi mirada hacia el enfrente, con la única intención de retomar lo que el Profesor se encontraba hablando acerca de la filosofía de René Descartes, conocido como el “padre de la filosofía moderna”. Observé mi libreta de apuntes, cayendo en cuenta que no había tomado ninguna nota con respecto a la clase, lo único que había escrito era la fecha del día de hoy y a su vez inconscientemente había escrito el nombre de William, el cual me había dedicado a adornarlo con algunas flores y corazones. Cerré la libreta de apuntes, sintiendo una amarga sensación de vacio y desilusión en mi interior al leer su nombre, debido a que Will seguía sin dirigirme la palabra… y no lo culpaba, a pesar de que su indiferencia, era más dolorosa que saber nunca sintió nada por mí. La mano de Yukki, sobre mi hombro, me hizo volver a la realidad, dándome a entender que la clase había terminado; miré a mi alrededor un tanto distraída, observándola con una sonrisa, por lo que me limité a guardar mis cosas, para finalmente salir del aula de Filosofía. Me aferré al brazo de Yukki, sintiendo las miradas inquisitivas de algunos de mis compañeros… quiénes se limitaban a susurrar a nuestras espaldas. Un hecho que me molesto… en lugar de cohibirme, debido a que no tenían la más mínima idea, ni siquiera eran capaces de imaginarse el infierno por el que mi hermana estaba atravesando. ODIABA que la mayoría del tiempo, las personas se limitaran a juzgar sin saber lo que realmente sucedía… como si ellos tuvieran el derecho a opinar sobre la vida de las personas. Apreté suavemente la mano de Yukki, en señal de agradecimiento por no dejarme sola, cuando sentí su mano frotando parte del antebrazo que mantenía aferrado a su brazo. Desgraciadamente, Yukki y yo tuvimos que separarnos… la observé alejarse y perderse entre los estudiantes que circulaban por los pasillos en distintas direcciones. Comencé a caminar rumbo a la entrada del instituto… en vez de dirigirme hacia la cafetería, tenía ganas de tomar un poco de aire fresco, con la única intención de relajarme, y de no largarme a llorar, sin poder hacer nada útil para ayudar a mi hermana. Doblé en uno de los pasillos, notando lo poco que faltaba para la salida, cuando la presencia de una persona que no dudé en reconocer, cortó mi respiración, paralizándome de pies a cabeza. – Will… – murmuré silenciosamente, con un débil y apenas perceptible movimiento de labios. No estaba consciente de los minutos que llevaba en la misma posición, sin la más mínima intención de moverme… verlo, aunque sea de lejos y saber que de una u otra forma el continuaba con su vida, era un gran consuelo. Respiré lenta y profundamente… dispuesta a darme la media vuelta, para no estropearle el día con mi presencia. Sin embargo, lo que vi a continuación me dejó paralizada y sorprendida; lo miré sin dar crédito a sus acciones… Mis facciones se tensaron, de una manera que no era capaz de describir. Respiré profundamente, ignorando y dejando de lado la razón, encaminándome de manera decidida hasta él. – ¡¿Estás loco?! – fue lo primero que dije, con la voz al borde al ver que tenía un cigarro prendido en la mano. Tosí un poco, agitando ligeramente la mano, soplando el humo, sin evitar mirarle lo bastante molesta. – Dame eso… – ordené severamente, intentando mantener a flote y lo más apacible el tono de mi voz. Agaché la mirada, evitando encontrarme con sus ojos… esperando que me entregara la porquería que tenía en la mano, pero, al no haber respuesta de su parte, se lo arrebaté, para posteriormente tirarlo al suelo y pisarlo con la punta del pie. Si, era mucho más pequeña que él… pero, eso no me importaba… aunque a muchas personas, a la hora de tener que enfrentarse a alguien les cohibiera la estatura, ese no era mi caso. Observé que tenía la cajetilla de cigarros en la mano y aprovechando un momento de distracción, se los quité de la mano, sin mucho esfuerzo. – No vuelvas… a hacer eso… ¿me escuchaste? No quiero volver a encontrarte fumando esa porquería… – discrepé, mirándolo seriamente, sintiendo un nudo en la garganta a causa de las lágrimas que comenzaban a aglomerarse en mis ojos. Primero mi abuela, luego mi hermana… y ahora Will… ¿acaso intentaba matarse lentamente?
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Mensaje  ιzzy нale Jue Oct 27, 2011 3:31 am

Henry Windsor
as: Henry Charles Albert David Mountbatten Windsor de Gales
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[ Con Bea de Bélgica // Barco ]
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No era capaz de comprender en que punto mi vida se había convertido en un verdadero infierno, pero, más que un infierno, en un desierto de soledad en donde me encontraba vagando sin rumbo fijo, sin un lugar a donde ir. Las desgracias en nuestra familia tenían nombre propio: Camilla Parker, a quien siempre he considerado una desconocida que profanó el lugar de mi madre; pero el culpar a Camilla de todas y cada una de nuestras desgracias, no aliviaba el maldito dolor que me estaba consumiendo por dentro. ¿Qué sentido tenía seguir adelante, cuando las personas que más has amado te abandonan? ¿Qué sentido tenía la vida, cuando todo lo que has amado te lo arrebata sin ninguna consideración? De una forma o de otra había perdido mis únicas razones para mantenerme en pie... y ahora ya nada ni nadie tenía sentido para mí. Estaba HARTO de esta maldita situación, había momentos en los que me sentía al borde de un precipicio, en el que ganas no me faltaban de lanzarme a causa de la desesperación y el dolor que me estaba consumiendo hasta las entrañas. A veces me pregunto… ¿qué cabronadas habré echo en mi vida pasada, para venir a padecer sufrimientos y tristezas en esta mi nueva y descontrolada vida? ¿Habré sido tan hijo de puta como para tener la desdicha de renacer a una nueva vida y lavar de ese modo mis culpas? No entendía que era precisamente lo que la vida esperaba de mí… a cambio de… un miserable momento de paz… de estabilidad. Toda mi vida ha sido un maldito caos, de la misma manera que mi familia, que día con día se desmoronaba sin que ninguno de nosotros hiciera algo por evitarlo. ¿Qué más daba tener que soportar y vivir en una familia emocionalmente disfuncional, cuando todos actuábamos de distintas maneras menos como una familia? con un padre preocupado por guardar las apariencias y con Camilla queriendo interferir en nuestras vidas, como si ella tuviera algún derecho sobre nosotros. Ya nada ni nadie tenía sentido en este lugar… así que… ¿qué sentido tenía la vida cuando no tienes nada que te sostenga?, con William en el hospital, Diana en una clínica de rehabilitación, mi padre sumergido en sus obligaciones y los médicos con las típicas palabras vacías, la clásica ambigüedad: “Solo nos resta esperar un milagro”. Milagros, milagros… hablan de milagros y de tener fe cuando la ciencia muchas veces se ve aplastada y cegada por la razón. “Debe tener paciencia, hoy en día la medicina ha avanzado lo suficiente, y existen métodos falibles que ayudaran con el tiempo a la recuperación del paciente; tenga plena seguridad de que su hermano se encuentra en manos de los mejores expertos”. En lo personal yo ya no sabía en que creer, o mejor dicho en que aferrarme para lograr sobrellevar toda esta situación; poco a poco me estaba sumergiendo en un vacio sin límites, un vacio en el que estaba consiente que jamás tocaría fondo y me arrastraría sin ninguna consideración. Giré bruscamente el manillar derecho que indicaba el acelerador de la motocicleta; y sin soltar el embrague en ningún momento, empujé ligeramente con mi pantorrilla izquierda la palanca de velocidades hasta meter tercera, obligándola a dar la cuarta parte de su capacidad, lo que la hizo rugir entre mis piernas como un animal agresivo, dispuesto a atacar en cualquier momento. La adrenalina fluía por mi cuerpo, cosquilleándome las venas; tentándome a obligar a la motocicleta a explotar su máxima capacidad. ¿Qué demonios ganaba con poner mi propia vida en riesgo? Nada, pero el sentir la adrenalina recorriendo cada parte de mi cuerpo, era una sensación que me hacía divagar y olvidar por un breve instante el dolor que me estaba consumiendo, inundándome en un mar se sensaciones inexplicables. La velocidad y la adrenalina eran parte de mi vida… y eso era algo que mi padre nunca sería capaz de comprender. Apreté el embrague y el freno delantero suavemente, disminuyendo poco a poco la velocidad; apoyando mis pies en el suelo para de esa manera sostener la motocicleta y frenar sin brusquedad, aparcándola cerca del muelle. Después de varios minutos de caminar por la costera con una hielera bajo el brazo y una tabla de surfeo, me situé a orillas de la playa; cerré los ojos rindiéndome ante la brisa salina y el viento golpeando mi rostro. Respiré lenta y profundamente; la tranquilidad del océano era como una suave caricia que me reconfortaba en estos momentos de desesperación y soledad. Solté la hielera sobre la arena, al igual que la tabla; flexioné los brazos hasta sacarme la playera, haciéndola un bulto y arrojándola a un lado, para recoger la tabla de surfeo y zambullirme en el océano, sobre la tabla de surf, dando constantes braseadas hasta adentrarme en él. Surcar las olas, me embargaba de una sensación de libertad y júbilo que hacía olvidarme de todo… como el mar y yo fuéramos uno solo y nada, absolutamente nada existiera a nuestro alrededor. Después de varios minutos, nadé de regreso a la orilla. Inhalé y exhalé hondamente, bajo los tenues y apenas visibles rayos del sol que se asomaban entre la negrura del día. Dejé caer la tabla de surf a un lado, sentándome en la arena, tomé una botella de cerveza y con un simple movimiento del destapador la tapa salió disparada a un lado, emanando un sonido gaseoso. Bebí de un solo trago toda mi cerveza, regocijándome de la sensación de placer que me provocaba el disfrutar de una fresca y deliciosa cerveza. Inspiré profundamente, destapando otra cerveza y dándole un largo trago, limitándome a mirar de una manera ausente y distraída el horizonte, el sonido de las olas, el océano en su plenitud daba a mi alma la tranquilidad que tanto anhelaba. Ni siquiera fui capaz de forzar un lastimero intento de sonrisa, cuando escuché una voz que no me costó trabajo reconocer, a pesar de que no era una voz que solía escuchar frecuentemente, reconocería ese tono ciegamente. En vez de mostrar un rostro más amable, este se ensombreció en el momento que los tenues rayos del sol se vieron opacados por una nube pasajera que los cubrió en su totalidad. – Nada que no se haya sabido con anterioridad ¿no te parece? – abordé monótonamente, para después dar un largo trago a mi cerveza. Durante los últimos días, el único tema “controversial” para la prensa era el siguiente: “Henry Windsor: ¿en la depresión post-rompimiento?. El chico volvió a la soltería y no puede ocultar su tristeza ¡sniff!. Los rompimientos siempre son difíciles de superar y tal parece que el príncipe Henry está sumido en la depresión por que ahora tiene que olvidar a Irene Urdangarín, quien fue su novia por más de tres meses. Una fuente cercana a la ex pareja afirma que se dieron un break. Los horarios poco compatibles hicieron que el amor se apagara. Por otro lado, fuentes más rigurosas y confiables rumoran que la verdadera causa que marcó el fin de la relación de la joven pareja de enamorados se debió a que Irene Urdangarín mantenía un romance clandestino con su profesor de Cultura Clásica; sin duda, un golpe terrible para Henry. Con su hermano mayor, William, que fue trasladado a urgencias a causa de un accidente durante el mes de septiembre, y su hermana menor, Diana, en rehabilitación por la constante presión que ha vivido en los últimos meses la adolescente británica; la familia real se ha visto en una dura y difícil situación con sus herederos. La pregunta que muchos de ustedes se formulan, pero pocos se atreven a expresar es: Los hechos recientes ¿conllevaran a que el príncipe Henry vuelva a las andadas?. Eso es algo que está por verse, por lo que estaremos muy al pendiente de nuestro joven príncipe. Mientras tanto: Chicas, ¿quién se apunta a consolar a uno de los príncipes más apuestos de la monarquía europea? ¡Uff! Vaya pregunta ¿verdad?. A partir de hoy… ¡Guerra sin cuartel!”. – ¿Te parece extraño que algunos quieran desprenderse de la patética rutina? ó, no… mejor dicho que raro que algunos quieran desprenderse de la patética vida a la que fueron… ¿“condenados”? – mascullé con burda ironía, sin detenerme a pensar si era correcto o no expresarme de esa forma. Desde hace algún tiempo había dejado de ser esa persona que Bea describía... por diferentes razones que me obligaron a dejar de lado la vida empedernida que había adoptado en llevar. ¿De qué había servido intentar ser una mejor persona, cuando a nadie le interesaba en lo más mínimo?. De reojo noté y percibí la suavidad de uno de sus delicados dedos repasaba de arriba hacia abajo contorneando mi brazo y una de sus clásicas sonrisas dibujándose en su rostro. – Aunque, viéndolo de otro modo… podría preguntarte lo mismo. – añadí, mirándole con el ceño ligeramente fruncido, denotando curiosidad, antes de darle otro trago a mi cerveza. – ¿A quien has venido a romperle el corazón el día de hoy, dolce Bea? – pregunté casualmente, como si me limitara a preguntar la hora o a comentar el clima; dándole un acento italiano a las dos últimas palabras. Conocía a Bea desde hace algún tiempo… y su fama y reputación daba mucho que desear a los ojos de los demás, quiénes de la misma manera que a mí, tachaban su comportamiento como inapropiado. Pero, ¿quién era yo para juzgarla?, a diferencia de las personas, yo no me ocultaba detrás de una máscara de hipocresía.


Última edición por ιzzy нale el Vie Nov 11, 2011 1:41 am, editado 1 vez
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Mensaje  ιzzy нale Sáb Oct 29, 2011 4:22 am

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ιzzy нale
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Mensaje  ιzzy нale Sáb Oct 29, 2011 4:54 pm

Natalie Castle
Natalie Raine Castle
Primer Año de Medicina ;; Artes Marciales, Animadoras & Taller de Guion y Literatura
Con: Juan Urdangarin || En: Barco

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Le sensación que me abrumaba al tenerlo tan cerca era una difícil de explicar pero me hacia sentir contenta como si por fin pudiese estar en paz. No sabia que tan normal era sentir eso pero no podía evitarlo estar cerca de Juan simplemente me hacia sentir feliz. El era verdaderamente extraordinario y lo sabia ahora mas que nunca y estaba mas que decidida a seguir luchando por esto sea como sea yo quería que estuviese en mi vida sea de la forma que sea. Aunque lo que si deseaba cambiar era el echo de sonrojarme tanto pero eso era algo que simplemente no podía evitar era una reacción natural al estar cerca de el pero era tan vergonzoso pero entre mas lo pensaba mas coloradas que podía sentir mis mejillas que incluso empezaba a darme calor, y al paso que iba estaba segura que empezaría a hablar hasta por los codos y eso no era bueno para nadie ya que decía la primera cosa que se me venia a la cabeza. Me le quede viendo una verdadera idiota al sentir la yema de uno de sus dedos rozar mi labio inferior si antes estaba colorada ahora seguro que estaba mas que morada, mis brazos aun descansaban sobre su cuello básicamente estaba abrazada a el y si fuese por mi creo que no me movería de aquí nunca me gustaba estar así de cerca de el, era como si fuese lo correcto no yo sabia que esto era lo correcto. Y no me importaba saber que sus padres ni los míos estuviesen de acuerdo yo les demostraría a todos lo mucho que el significaba para mi. "Si lo prometiste" le dije en un susurro mientras ladeaba la cabeza aun sin ocultar aquella sonrisa que llevaba desde que lo vi." Y no tienes idea de lo feliz que estoy al verte, la vídeo cámara y el móvil no son suficientes" Y sin poder evitarlo volví abrazarlo dejando que mi cabeza se recargara en su pecho por unos segundos antes de reír alegremente al escucharle para después asentir con la cabeza de forma bastante emocionada que igual debí parecer una criatura de cinco años pero eso no parecí importarme por lo menos ya cosas como aquellas no llegaban a darme mucha vergüenza pero solamente con el porque tal parecía que no había cosa que pudiese hacer le parezca rara o fuera de lugar según el todo lo que hacia era bueno y no se eso me hacia sentir bastante especial. Tal vez por eso le quería tanto porque me hacia sentir diferente porque nadie jamas logro hacerme sentir de esta manera. Ningún otro chico se le parecía y creo que con nadie mas había logrado tener este tipo de conexión y una vez mas estaba feliz por aquello. Y es cuando me percate que esa palabra la había usado casi cinco mil veces desde el momento que lo vi pero es que no tenia mejor manera de describir lo que sentía ahora mismo jamas había sido buena con estas cosas en realidad siempre había sido un poco despegada a cuanto el romance se refiere solo porque jamas llegue a pensar que llegaría a pasarme a mi y de una forma tan intensa y hermosa que simplemente estaba sorprendida. "Por mi encantada" le dije alegremente mientras me separaba de el y tomaba su brazo como ya era mi costumbre. "Aunque ahora que estamos en la universidad creo que estaré molestándote sin falta todos los días" le comente mirándole de forma divertida aunque ciertamente estaba diciendo la verdad. "Pero haber que es lo que propones que soy toda oídos" le dije mientras brincaba un poquito, era una persona algo hiperactiva y me aburría fácilmente pero eso no había sucedido con el. Ya que todo lo que hacíamos juntos era de lo mas interesante incluso simplemente platicar horas por la vídeo cámara. El era interesante no habia mas que decir sobre aquello. "Como están las cosas por España?" le pregunte con bastante curiosidad ya que no era tonta y no vivía debajo de una roca sabia lo que estaba pasando y muchas veces se lo había preguntado cuando hablábamos pero el no hablaba mucho de aquel tema. "Y tus hermanos? estuvo bien su viaje?" si vale les habia cogido mucho cariño a sus hermanos en especial a Irene quien fue con la que mas platique durante mi estancia en España.
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Mensaje  ιzzy нale Sáb Oct 29, 2011 5:01 pm

Isobel Bessette
as: Isobel Aurelle Bessette
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[ Con William Burke // Barco ]
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Quería creer en la convicción de sus palabras, creer realmente que me necesitaba tanto como yo a él, pero ya no había nada que me hiciera cambiar de manera de pensar, nada que me hiciera volver a creer en William otra vez. Pero el corazón actúa por razones que la razón nunca entenderá… y aunque me negaba a oír la explicación que tiempo atrás hubiera deseado escuchar… había algo que me impedía moverme y salir huyendo como de costumbre… una voz en mí interior que me pedía que lo escuchara. A fin de cuentas, ¿Qué más podía perder…? Durante el tiempo que estuve estudiando en Nueva York, hubo un lapso en que cada mañana me levantaba con la esperanza de que ese día fuera el menos pensado para que ocurriera lo que tanto anhelaba. Por las tardes, luego de llegar de clases, me sentaba en el alfeizar de la ventana con la absurda esperanza de que William apareciera y borrara de mi cabeza el recuerdo de verlo en brazos de otra. Esa noche toda mi ilusión se fue por la borda… A pesar de que en aquel entonces no deseaba verlo, tenía… la esperanza de que me buscara, se diera la oportunidad de aclarar las cosas, que todo tuviera un final feliz. Tal y como suele suceder al final de los cuentos de hadas, en algunas historias de amor o incluso en las comedias románticas. Pero la vida real no era como en las películas, ni los cuentos de hadas, era muy diferente a lo que siempre había soñado. En cuestión de segundos tu propio mundo es capaz derrumbarse y traerte de vuelta a la realidad hasta hacerte ver las cosas desde una perspectiva que nunca te habrías imaginado. – ¿Y bien…? ¿Qué es lo tienes que decir? – Lo incité, sin apartar la mirada del punto de distracción que había elegido para evitar tener que mirarlo a la cara. En mi cabeza todavía maquinaba sus últimas palabras: “si después no me quieres hablar entenderé y no me verás más…”. Su voz sonaba tan convincente, tan segura de sí misma… que realmente no le encontraba sentido a darle vueltas a esta conversación. Tragué con cierta dificultad a causa del nudo que sentía en la garganta. – No temas decir las cosas tal y como son, William. Tarde o temprano hay que afrontarlas de alguna forma. Tan solo dilas y termina con esto. – lo exhorté, con el cansancio reflejado en los ojos. – Lo necesitarás ahora que inicies una nueva vida y si te preocupa que sea un estorbo o una sombra en tu vida puedes estar tranquilo… por que no será así; ahora sé cual es mi lugar... – De haber sentido algo por mí… no se habría ido con otra a la primera oportunidad. Lo que quiere decir que nunca signifiqué nada en su vida... o tal vez si, aunque me demostró su cariño de muchas formas… tenía la sensación de que fue más bien un cariño de amigos. No sabía que era lo que realmente esperaba de esta conversación, pero si era eso lo que le preocupaba… era preferible hacerle entender que no sería una piedra en su camino.


Última edición por ιzzy нale el Dom Oct 30, 2011 3:32 am, editado 2 veces
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Mensaje  ιzzy нale Dom Oct 30, 2011 12:23 am

Georg de Liechtenstein
as: Su alteza real, el príncipe Georg Antonius Constantin Maria de Liechtenstein
Primer año de Derecho y Ciencias Políticas ~ Equitación ;; Teatro y Música ~ Alpha Tau Kappa
[ Con Yukki Khaudari // Cubierta - Barco ]
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Rompí el contacto que me mantenía absorto en su mirada, al tiempo que mis labios se curvaban dejando entrever una suave sonrisa en mi rostro. La sensación de pesadez que me abrumó y que me mantuvo intranquilo durante el tiempo que estuve apartado de Yukki, extrañamente había desaparecido. Reí silenciosamente al escuchar sus palabras, alcé la mirada e inmediatamente me topé con la sorpresa de que su rostro inocente y afable estaba cubierto de un tono rosado que solo podía dar a entender que mi anterior comentario había sido el causante del repentino cambio de tono en su piel. – Tienes razón, solo que estás pasando por alto un detalle importante… y ese es que días como estos se disfrutan aún más en compañía de la persona que consideras especial – dije sonriendo de forma sincera y agradable, antes de apoyarme de espaldas contra la baranda con los brazos cruzados a la altura del pecho. La indirecta oculta en mis palabras había sido lanzada de forma intencional… tal y como sucedió esa vez en el aula de música al confesarle que había encontrado a esa persona en especial que tanto quería. Creo que nunca podré olvidar la expresión de su rostro, las emociones que los dos vivimos ese día… me hizo llegar a la conclusión de que había elegido el peor momento para confesarle lo que sentía por ella. Incluso tenía la certeza de que había pagado con creces el precio de mis palabras que no tenían intención de aflorar sus celos en ese entonces. Los celos eran una sensación desagradable y una clara muestra de inseguridad. Un motivo a los repentinos y constantes cambios de humor que en más de una ocasión desconcertaba a las personas con las que convivía diariamente. Volví el rostro, observándole desde mi posición, ante la pregunta de lo que se siente ser universitario, lo que me hizo olvidar el tema de los celos. – Es como si te aventuraras a lo desconocido… – empecé a decir en un intento por bromear. – Por un lado estás ansioso y aguardas pacientemente las sorpresas que te depararán en esta nueva etapa de tú vida. Es algo así como una carrera en la que debes poner día a día todo tú empeño hasta alcanzar la meta. – A fin de cuentas una vez que te embarcas en esta nueva etapa de tú vida… acaba por convertirse en una especie de lucha diaria para no decepcionar a las personas que han depositado su confianza en ti. La carrera de Ciencias Políticas nunca me atrajo realmente y si había aceptado estudiarla había sido únicamente para complacer a mi padre y a mí abuelo. A diferencia de la carrera de Derecho, que siempre me ha interesado. – ¿Niko? Si, claro… ya conoces como es de inquieto y arrebatado. – Eché la cabeza hacia atrás, observando el cielo con aire distraído. – Es como un niño pequeño en la menor oportunidad se te escabulle sin que te des cuenta. – Ahora que el cursaría su cuarto año en el Instituto me tranquilizaba un poco el saber que él y Yukki serían compañeros. – Solo espero que no cause demasiados dolores de cabeza en su primer y último año – Suspiré en silencio, apartando la vista del cielo. Ladeé suavemente la cabeza con una sonrisa de lado, rindiéndome ante esa hermosa mirada angelical, estiré el brazo con la palma de la mano hacia arriba y sin perder la oportunidad, uní las palmas de nuestras manos, hasta entrelazarlas. – Por cierto, te mandan saludos… Charlotte y Peter. Te echan mucho de menos y que esperan tenerte con ellos de vuelta lo más pronto posible. – ¿Y como no extrañarla? si Yukki es un ser maravilloso capaz de ablandar hasta el corazón más frío y duro. – Casualmente coincidimos en el mismo vuelo y me pidieron que te diera un beso de su parte… – Sin pensármelo dos veces, acorté la estrecha distancia que nos separaba el uno del otro, hasta que mis labios se encontraron con la suavidad y el cálido de su mejilla para poder besarla cariñosamente.
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Mensaje  ιzzy нale Miér Nov 02, 2011 4:18 am

Isobel Bessette
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El horror que sentía y que me invadía con cada segundo al escuchar la manera en que se expresaba de su propio padre, no fue en nada comparado con el sentimiento que me transmitió con la forma en que me miraba… la frialdad con la que me atravesada me dejó inmovilizada. Sus ojos tan hermosos y profundos centelleaban por la crudeza de mis palabras y por el resentimiento que acumulaba hacia su padre y hacia todas las personas que él había mencionado. Nunca antes lo había oído hablar de esa forma y… ciertamente me asustaba. Me negaba a creer que guardara tanto rencor en su corazón y más que ese sentimiento fuera hacia su propio padre. El poco valor que reuní para mirarlo a los ojos quedó a un lado cuando dijo que no creyera que era un estorbo en su vida, que era lo mejor que le había pasado y que él había sido el responsable por echarlo a perder. Quise decirle cuan equivocado estaba respecto a sus palabras… lo mejor que pudo pasarle en la vida está próximo a llegar y con ello la oportunidad de ser feliz, pero así como tuve la oportunidad de ser escuchada… lo justo era darle la oportunidad de ser escuchado. Comenzaba a sentirme aturdida y un poco mareada por el peso de sus palabras... así que busqué un punto de apoyo en la pared para recargarme. No podía creer que aún siguiera sintiendo algo por mí... y el escucharlo de sus labios no era la mejor solución… es más doloroso saber que nunca podrás estar con esa persona. Hubiera preferido oírle decir que había dejado de quererme. Pero lo que más me costaba creer era toda esa sarta de ideas absurdas que se le habían metido en la cabeza, que le habían metido en la cabeza, mejor dicho y lo que más me dolía es que él las hubiera creído por que desconfió de mí, a pesar de haberle confesado que estaba enamorada de él. – Entiendo – dije en un intento por sonar comprensiva. Sinceramente estaba tan desconcertada que realmente no estaba segura de qué pensar; alcé la vista encontrándome inmediatamente con cierta familiaridad inconfundible en su mirada que me dejó sin aliento. El azul cautivante de sus ojos ya no llameaba de la misma forma que hace unos segundos… era como si la frialdad de su mirada nunca hubiera existido, aunque tenía certeza de que esa frialdad era más bien como una manera de opacar el sufrimiento. Apreté los labios, haciendo un esfuerzo descomunal por contener las lágrimas a causa del desconsuelo que me provocaban sus palabras. Odiaba sentir tanta tristeza… odiaba sentirme tan débil y vulnerable… odiaba sentir tanta rabia… odiaba sentir tanta decepción, odiaba haberme enamorado… pero sobre todo odiaba amarlo a pesar de todo… odiaba amarlo con todo mi corazón. – No es tu culpa... fueron las circunstancias las que se atravesaron hasta hacerte caer en sus redes, eso es todo. No todos somos inmunes a tropezarse y caer – musité, con un hilo de voz. – Lo que más me duele es que creyeras con tanta facilidad en todas esas mentiras… desconfiaste de la mí en la primera oportunidad que se te presentó. Dime, ¿para ti la desconfianza es una manera de “querer”? – pregunté con un dejo de amargura, sin esperar respuesta. En realidad no estaba en posición de reclamarle nada, ni él ni yo éramos pareja… ni teníamos una relación. Solo éramos dos personas que comenzaron siendo amigos y desgraciadamente acabaron enamorándose el uno del otro. – Lamento haberte echo creer que no podría ir a tu cumpleaños, pero solo quería “sorprenderte” – Aunque mis padres se mostraron indecisos en concederme el permiso de viajar sola. El problema fue Papá que mostraba cierta desconfianza hacia William sin siquiera conocerlo. Lo peor de todo es que la poca confianza que había logrado infundirle para tranquilizarlo volvió a transformarse en recelo cuando notó que había vuelto “diferente” del viaje. Inspiré hondo de forma entrecortada mientras intentaba controlarme. – Sé que no puedes cambiar lo que hiciste y no estoy cuestionando tus actos. Y ¿sabes por qué…? Por que ahora tienes una nueva ilusión… una alegría por la cual luchar… – Un bebé es una bendición y la mayor alegría que puedes tener en la vida. ¿Qué mujer en este mundo no albergaba la ilusión de ser madre algún día? Desvié la mirada para evitar que viera reflejada la tristeza que me estaba matando por dentro, aunque ante ese pensamiento no pude evitar esbozar una débil sonrisa. – Mi abuela solía decir que el mar conduce a muchos caminos, tal vez este te lleve a un lugar mejor y aunque es probable que ahora no lo veas de esa forma… date cuenta que cuando menos lo esperas… algo genial podría llegar, algo mejor de lo que pensaste. – ¿Y si esta era una oportunidad para ser feliz? ¿Su oportunidad para ser feliz a lado de Marileene ahora que la vida la vuelve a poner en su camino? El tiempo y la convivencia entre ambos lo harían cambiar de parecer… sobre todo por que su pequeño merecía la oportunidad de tener una familia feliz, una vida plena a lado de unos padres que se quisieran.


Última edición por ιzzy нale el Lun Nov 07, 2011 12:08 am, editado 2 veces
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Mensaje  ιzzy нale Miér Nov 02, 2011 4:20 am

Georg de Liechtenstein
as: Su alteza real, el príncipe Georg Antonius Constantin Maria de Liechtenstein
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En aquel momento, me hubiera gustado responder a su pregunta de la manera adecuada, diciéndole que no me extrañaría encontrar una larga fila de “aspirantes” dispuestos a pasar el día a su lado. El único problema es que nadie es lo suficientemente bueno y adecuado como para merecerla, ni siquiera yo, aunque se tratara de mi felicidad. No, en ese sentido mi ángel era como la princesa cautiva de los cuentos de hadas en la espera de que el audaz y noble príncipe aparezca tras librarse de las adversidades que se le presenten en el camino, haciendo gala de su valentía para ser digno de la hermosa princesa, hasta finalmente tener el coraje suficiente para rescatarla de la torre, sellar sus destinos con un beso de amor y vivir siempre felices por el resto de sus vidas. Y aunque día con día este sentimiento crecía de una manera que nunca antes había imaginado, en ocasiones me costaba creer que todos y cada uno de los momentos que he vivido a su lado han sido reales, así como me costaba dar por hecho que… sintiera algo más que solo amistad por mí. Es por esa razón que a veces me pregunto… ¿Seré realmente la persona indicada para hacerla feliz…?. Ciertamente, no supe de que manera agradecer sus palabras… saber que de una u otra forma confiaba en mí a la hora de cumplir mis metas y el hecho de que le brindara ayuda a mi hermano en caso de que la necesitara, me hizo darme cuenta por enésima vez de lo maravillosa que es y de lo afortunado que era al contar con su amistad y con su cariño. Ahora sé que haberla conocido no fue una simple casualidad... que quizás estaba pre-meditado que cambiara mi vida de la forma que lo ha ido haciendo. Disfruté de cada segundo que transcurrió desde que mis labios hicieron contacto con la suavidad y la calidez de su mejilla. Los párpados se me cerraron instantáneamente, en el instante en que su aroma… aquel aroma tan dulce y floral invadió mis fosas nasales, abrumándome ante la cercanía de nuestros rostros. Lamentablemente, luego de haber cumplido la petición de darle un beso en cuanto tuviera oportunidad de verla, no tuve más remedio que separarme de su rostro hasta establecer la misma distancia que teníamos al principio. Fue en ese instante que me dediqué a observarla como todo enamorado y con una suave sonrisa en el rostro… expresándole silenciosamente con la mirada lo que no me atrevía a confesarle con palabras. Por más que no me sintiera lo bastante digno de merecerla… nada cambiaría el amor que siento por ella. En momentos así, me sentía como un completo imbécil al no tener el valor de no decirle lo que siento. Hice tenue, pero visible movimiento, a modo de aprobación, justo cuando mis labios se entreabrieron con la intención de responder... sin embargo, lo que sucedió terminó por aplastar el poco raciocinio que quedaba dentro de mí en cuestión de segundos, al sentir su beso en mi mejilla, lo que me dio una nueva oportunidad de envolverme en la calidez de su cercanía. Aunque era una costumbre besarnos amistosamente en la mejilla cada vez que nos saludábamos… tenía la certeza de que este beso era diferente. La calidez de su suspiro rozó mi mejilla, transmitiéndome diversas emociones que solo ella era capaz de provocar. Por lo que mi mente terminó por sucumbir a la necesidad de besarla, pero así como mi mente pedía a gritos terminar con esta agonía que se estaba prolongando. La inseguridad no tardó en hacer acto de presencia. – Por supuesto, sabes que por ti haría cualquier cosa… – le hice saber, sintiendo que en esta ocasión mi corazón era quien hablaba por mí. – Pero pienso que lo correcto sería que fueras tú quien les devolviera el beso, especialmente a Peter – concienticé, sin poder evitar sonreír discretamente. Todos en Liechtenstein la extrañaban, a pesar de que la vista de Yukki fue relativamente corta, de una u otra forma se había ganado el corazón de todos, sobre todo el corazón y el cariño de los pequeños de la casa hogar. Esta vez fue mi turno en suspirar de manera profunda, al reparar imperceptiblemente en su nerviosismo y en su inseguridad. La forma en que intentaba ocultar lo que sentía no me engañó, en ese sentido me atrevía a decir que la conocía lo suficiente como para darme cuenta cuando algo la inquieta. – Todo está bien… no tengas miedo… – le pedí, en tono reconfortante, tratando de infundirle confianza. – ¿Quieres que volvamos adentro? – pregunté, quedamente, sin intención alguna de separarme de su lado…


Última edición por ιzzy нale el Mar Nov 08, 2011 7:27 am, editado 3 veces
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Mensaje  ιzzy нale Miér Nov 02, 2011 4:21 am

Juan Urdangarín
as: Juan Valentín de Todos los Santos Urdangarín y Borbón
+ Segundo año de Ciencias Políticas ~ Fútbol (Capitán y Arquero) ;; Rugby (Primer Centro) ;; Natación ~ Alpha Tau Kappa
[ Con Natalie Castle // Barco ]
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Absurdamente ni en mis sueños más bizarros me hubiera imaginado que un verano podría tornarse en peor de toda mi vida. “Peor” en el sentido que jamás hubiese pensado que mis padres se comportarían de una manera que en ocasiones provocaba que me sintiera avergonzado de ser su propio hijo. Hasta cierto punto he de reconocer que, “peor” no era el adjetivo adecuado para englobar la palabra verano. La decepción que me abrumaba y me nublaba los sentidos no se comparaba con ningún otro sentimiento. Aunque, en realidad, si existía un sentimiento capaz de opacar la triste decepción que almacenaba ante el recuerdo del verano y ese sentimiento era, sin duda, el cariño que sentía por Natalie. Si hay algo en mi vida de lo que nunca sería capaz de arrepentirme era de haber compartido momentos inolvidables a su lado. Sin embargo, después de los sucesos acontecidos durante su estancia en Madrid… era evidente que el Sr. Castle tomara cartas en el asunto; cuando mis padres sugirieron la idea de invitar a los padres de Natalie a una de las ceremonias de la Casa Real. Por un momento ingenuamente caí en la vaga esperanza de que todo se arreglaría y que mis padres darían su aprobación y acabarían aceptando mi amistad con Natalie. Un error del que no me di cuenta hasta que fue demasiado tarde. Desde el momento en que mi padre y el Sr. Castle cruzaron miradas parecían haberse declarado la guerra… dejando entrever que ninguno de los dos daría su brazo a torcer. Basto con uno de los habituales comentarios desdeñosos de mi madre para arruinar la velada y provocar que el Sr. Castle tomara una decisión que no era para menos. Prohibirme ver a su hija. Después de la partida de Natalie viajé a Nueva York con la excusa de que iría a visitar a mis abuelos paternos: Claire y Juan María. Si mis padres no estaban dispuestos a pedirle una disculpa a los Castle por su comportamiento… tenía que hacerlo yo. Teniendo en cuenta que ni siquiera había tenido oportunidad de despedirme de Natalie, dar la cara en nombre de mis padres, era lo menos que podía hacer. Mi esfuerzo y empeño por borrar la mala impresión que Richard Castle tenía sobre nuestra familia… quedó atrás cuando el Sr. Castle se negó rotundamente a escucharme. Sus palabras causaron tal efecto en mi mente… que me era imposible olvidarlas con facilidad. Si de verdad te preocupas por mi hija y si es verdad que la quieres como dices, entonces, aléjate de ella. Por su bien y por el tuyo no la vuelvas a buscar. A partir de ese día supe que por más que me esforzara… nada haría cambiar la opinión del Sr. Castle respecto a todos nosotros. Así como la determinación de mis padres por alejarme de Natalie hasta poner deteriorar y poner fin a nuestra amistad, no acabaría. A veces, realmente deseaba que mis padres dejaran de preocuparse por guardar las apariencias y se dieran cuenta del daño que me estaba causando toda esta situación. El hecho de que mis padres me prohibieran terminantemente volver a ver a Natalie… era una situación que no estaba seguro poder sobrellevar. Ellos nunca comprenderían lo complejos que eran mis sentimientos hacia Natalie… y que me era imposible desprenderme de ellos como si fuera cualquier insignificancia que debería tirarse a la basura. Haciendo caso omiso a tanto a las palabras de mis padres como a las del Sr. Castle. Natalie y yo nos mantuvimos frecuentemente en contacto por correo electrónico, por skype y por medio del móvil. Lo que en ocasiones se volvía cada vez más complicado a la hora de asegurarnos que nuestros padres no estuvieran al acecho de todos y cada uno de nuestros movimientos. Escondernos como si estuviéramos haciendo algo indebido. Por otro lado, con la situación que actualmente se estaba viviendo en Europa… sabía que debía comenzar a tomar en cuenta las palabras de Richard Castle y lo que menos deseaba era ser el causante de las disputas que pudieran surgir entre Natalie y su padre. Así como tenía que comenzar a plantearme el grado de las amenazas que había recibido nuestra familia tras el surgimiento de esos movimientos con el único afán de derrocar a las monarquías. Ahora más que nunca debo pensar en mantener al margen a Natalie al más mínimo brote de indicio que pudiera vincularla no solo conmigo si no también con el resto de mi familia. Si mi mayor deseo era poder permanecer a su lado… tenía que tomar mis precauciones y no ponerla en peligro. Sobretodo ahora que Natalie era imprescindible en mi vida temía perderla. Distraídamente pase una mano por mi rostro mientras paseaba por los estrechos pasillos del barco, con la intención de aclarar mis ideas. Tenía demasiadas cosas en las cuales que pensar y reflexionar… lo que hacía imposible la tarea despejarme por un breve segundo de todo a mi alrededor. De pronto, me vi rodeado por una sensación que era difícil de explicar con palabras… una sensación inexplicable que borró todo atisbo de abatimiento en el rostro, dejando a su paso una sonrisa que me fue inevitable ocultar al sentir su cálido y húmedo aliento rozándome el oído. Correspondí a su brazo estrechándola con la misma intensidad, mientras mi mano subía y baja frotando suavemente su espalda para después subir hasta su melena y besarla cariñosamente en la parte de atrás de su cabeza. – Alie – la saludé, dejando en evidencia la sonrisa de felicidad que enmarcaba mi rostro ante el hecho de volver a verla después de varios meses. La imagen virtual que proporcionaba la video llamada no le hacía justicia alguna… Sus ojos seguían tan deslumbrantes y llenos de vida con ese precioso brillo que emanaba de ellos… Tenerla frente a frente la hacía ver mucho más hermosa de lo que recordaba. Por supuesto, no había pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos, pero aún así no podía evitar sentirme como un completo descerebrado cada vez que estamos juntos. Fruncí levemente el ceño, mirándole con cierta ternura al notar que sus mejillas se cubrían de un tono marrón que comenzaba a hacer bastante común en Natalie, haciéndola lucir más linda de lo que ya era. – Debería decir lo mismo de ti, pero sería una mentira si te lo dijera. Además... te prometí que volvería ¿no es así? – respondí tranquilamente, con una sonrisa de lado, rozando con la yema de mi dedo su labio inferior. Una promesa era una promesa y el que todo estuviera en nuestra contra no quería decir que había perdido las esperanzas de volver a verla. De no ser por mis hermanos y por Natalie no tendría razones para volver. – ¿Sabes algo? acabo de darme cuenta que tenemos exactamente 24 horas desde nuestra última conversación. Pienso que eso a mérita un récord que deberíamos celebrar ¿no te parece? – inquirí, graciosamente de forma espontánea.
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Mensaje  ιzzy нale Miér Nov 02, 2011 4:22 am

Samantha Van Comp
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[ Con James Mellark // Cubierta - Barco ]
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Bajé suavemente el libro que sostenía entre mis manos, dejando al descubierto únicamente mis ojos para tener una mejor vista del chico que estaba parado justo enfrente de mí. Parpadeé varias veces seguidas sintiéndome ligeramente… avergonzada por el hecho de que un chico me dirigiera la palabra y más cuando de vista el chico tenía una mirada muy linda. La mayoría de los chicos que estaba acostumbrada a tratar eran… huecos, sin una pizca de cerebro en sus cabecillas de alcornoque y superficiales. He ahí la razón por la que detestaba las cenas formales. – Para nada, adelante… es un país libre – indiqué amablemente con una sonrisa en los labios, al tiempo que bajaba completamente mi libro dejando al descubierto mi rostro. Eché un vistazo a mí alrededor dando crédito a sus palabras. – Si, de hecho es una suerte que encontrara una banca vacía, teniendo en cuenta la hora es normal, supongo... – comenté distraídamente, quitando mi bolso para colocarlo del otro lado, de modo que pudiera sentarse cómodamente sin que le estorbara, evitando que un pequeño suspiro escapara de mis labios. – Mucho gusto, James – “Lindo nombre”, pensé inconscientemente estrechando su mano amigablemente, cuando se presentó. – Samantha Van Comp, pero para acortarlo puedes decirme Sam, si así lo prefieres – me presenté posteriormente, sin dejar de lado en ningún momento la amabilidad expresada en el tono de mi voz. – Eres de nuevo ingreso ¿verdad? – me atreví a preguntarle, tanteando un poco el terreno. Teniendo en cuenta que en años anteriores nunca lo había visto, creo que la respuesta era obvia, aún no llego al grado de ser lo bastante distraída como para no darme cuenta de la presencia de las personas, aunque a veces parezca todo lo contrario. – Quiero decir… no es que tengas cara de chico nuevo ni nada por el estilo… – agregué rápidamente con la esperanza de que no tomara a mal mi comentario. – Es solo que… nunca te había visto por aquí… – señalé, sintiéndome ligeramente avergonzada por lo que acababa de decir hace dos segundos.
Fijé la mirada en un punto inexistente de la nada al escuchar su comentario alusivo a los sucesos y disturbios que estaban ocurriendo en Europa. Realmente no quería pensar en ello… aunque resultara algo inevitable no hacerlo. El miedo y la preocupación eran sentimientos que no te dejan vivir tranquilo... el pensamiento que me agobiaba con respecto a mis padres me angustiaba, no quería que nada malo le ocurriera a mi familia y el estar alejada de ellos no aliviaba ese sentimiento. Intenté dejar de lado todos esos pensamientos y enfocarme en sus palabras al tiempo que agachaba la mirada sintiéndome extrañamente cohibida por su halago con respecto a mi nombre.
– Gracias – dije sonriendo de forma agradable. – Tú también tienes un lindo nombre – le hice saber de forma dulce, aprovechando la oportunidad de expresárselo. Me limité a escucharlo con atención, sin poder evitar asentir en un gesto de comprensión cuando comentó que prefería mantenerse alejado de las ciudades, pero dejando ese tema de lado… me alegraba ver una cara nueva a bordo. – Creo que muchos de los están aquí piensan igual que tú… – comenté con una pequeña mueca en los labios. Alejarse de todo no era la solución a los problemas, aunque la mayoría lo viera de esa forma. Contrario a esa forma de pensar, yo era más bien de las personas que creía firmemente que peleando por la causa y por los ideales era una buena forma de cambiar al mundo. – No en realidad, bueno… tal vez sea por que yo no lo veo ni lo siento de esa forma… – dije sin dar una respuesta clara a su pregunta con respecto al tiempo que llevaba en ese lugar. Suspiré profundamente, sintiendo que tenía que ser un poco más explícita. – Quiero decir que dos años son poco y nada a la vez… – Los recuerdos que tenía de ese lugar no eran nada agradables y volver ahí solo traería a mi mente los malos momentos que viví. Volví ligeramente mi rostro, sonriéndole para infundirle confianza… ya que extrañamente sentía que James era de fiar. Lo sé, un sentimiento extraño que en raras ocasiones me suele suceder, pero a simple vista James parecía un chico que sin conocerlo te hace sentir en confianza. – Descuida, no es ninguna molestia que lo preguntes – reí un poco. – De hecho estoy a punto de iniciar tercer año en el Instituto. ¿Y tú? ¿Qué año comenzarás? – pregunté con aire de curiosidad.


Última edición por ιzzy нale el Lun Nov 07, 2011 11:43 pm, editado 3 veces
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