Re: Rockland, seasson 3,,*

**ιzzy нale** Lun Dic 12, 2011 12:43 am

<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #64462c; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Georg de Liechtenstein</div>
as: Su alteza real, el príncipe Georg Antonius Constantin Maria de Liechtenstein
● Primer año de Derecho y Ciencias Políticas >> Teatro y Música ;; Equitación
[ Con Yukki Khaudari ;; En la playa ]

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Desde el momento que puse un pie en esta isla, las cosas no habían dado paso a mejorar entre la situación por la que estaban atravesando William y Diana, y lo que más me angustiaba era ver a Henry al borde de una crisis nerviosa, por no saber que hacer. Henry, era demasiado impulsivo y la mayoría de las veces actuaba sin pensar en las consecuencias... por otro lado, Diana parecía cada vez más ausente… lejos de la realidad, como si una barrera invisible nos separara de su realidad, y de una realidad que se negaba afrontar y a superar. La muerte de mi abuela, sin duda fue un golpe terrible para todos nosotros… su ausencia había dejado un vacio en cada uno de nosotros, una herida que no sabía si con el tiempo sanaría… aunque al final las heridas lo único que dejan a su paso son solo cicatrices. Han pasado meses, desde que mi abuela nos abandonó y aunque el tiempo lo cura todo, aún no he encontrado la resignación que toda persona necesita para afrontar un golpe tan duro, como el de perder a una de las personas que más has amado en la vida. Por lo que trato de enfocarme en mis estudios, como medio de distracción para no pensar y de alguna manera olvidar todo lo que viví durante el verano y retomar mi vida con la mayor normalidad del mundo… pero, no era nada sencillo. Con todo lo que he estado viviendo las últimas semanas, apenas había tenido tiempo de adaptarme y recorrer las instalaciones de la Universidad… Henry, me acompañaba a mis clases y siempre que podíamos desayunábamos o almorzábamos juntos, incluso me había dibujado un mapa de la Universidad, el cual me ha sido de gran ayuda ahorrándome la vergüenza de tener que preguntar donde quedaba cada lugar en la Universidad, más que nada por que lo que menos deseaba era recibir consideraciones especiales por parte de las personas, solo por ser… nieta de un monarca, aunque en realidad jamás me he considerado especial ni mucho menos diferente al resto de las demás personas… un aspecto que aprendí y sobre todo siempre he admirado en mis padres, quiénes a fin de cuentas decidieron hacer una vida normal sin ninguna clase de complicaciones emocionales, naturalmente la decisión de mamá de vivir una vida tranquila, no le impidió dejar de lado ni mucho menos cumplir con sus obligaciones… Lástima que la felicidad que alguna vez existió entre ellos no fue suficiente como para seguir juntos, sin embargo, viendo el lado positivo de la situación… me alegraba el saber que eran felices, aunque no estuvieran juntos, como a Peter y a mí nos hubiera gustado. Eché ligeramente la cabeza hacia atrás, sacándome el casco de la cabeza y agitando suavemente mi mata de cabello rubio, sintiendo una suave y fresca brisa golpeando mi rostro. Inhalé y exhalé profundamente aspirando el aire, sintiendo como este llenaba mis pulmones. En el pueblo, se respiraba un ambiente de alegría y de expectación por la noche de Halloween… especialmente entre los niños quiénes eran los más entusiasmados con la idea de disfrazarse y salir a pedir dulces. Esbocé una pequeña sonrisa en mi rostro, aparcando la motocicleta afuera de los portales ubicados en la plaza principal. No había tenido oportunidad de conocer el pueblo… por lo que decidí aprovechar la oportunidad de ir al pueblo a buscar un disfraz para la fiesta de disfraces que se llevaría a cabo por la noche. Tras el incidente en la feria de las naciones… tanto mis padres, como Tim, mi Tío Charles, mi Tío Andrew y mi Tío Edward habían tomado sus propias medidas de seguridad… a todos y cada uno de mis primos nos habían asignado un guarura que estuviera con nosotros las 24 hrs del día… y aunque la idea no me agradara, comprendía su preocupación. En fin, Henry, me había echo el favor de prestarme su motocicleta… y a pesar de su insistencia por acompañarme, lo convencí de quedarse en la Universidad, teniendo en cuenta que se había ofrecido para formar parte del Comité de Organización de Eventos no quería que por mi culpa lo regañaran por faltar a sus obligaciones. Suspiré pesadamente, al tiempo que guardaba el casco en el cubículo interno del asiento, donde Henry siempre tenía guardado un casco de repuesto para algún pasajero. Sinceramente, no imaginarme la cara que pondría mamá si supiera que sé conducía esas cosas, como ella las llamaba. Negué suavemente con una sonrisa en mi rostro, mientras guardaba las llaves en mi bolso, para posteriormente echarme a caminar tranquilamente por la acera. No sin antes asegurarme y echar un vistazo por encima de mi hombro, que Reed, mi guarura no me estuviera siguiendo. Respiré aliviada, siguiendo con mi camino, deteniéndome de vez en cuando a observar los escaparates de los almacenes. Justo en ese momento a través de una de las vitrinas, observé al otro lado de la calle la silueta de una persona que me llamó mi atención al resultarme muy familiar. Pardeé varias veces seguidas, asegurándome que mis ojos no me estuvieran jugando una mala jugarreta… ¿qué posibilidades habría de que…? Giré mi rostro con asombro… Si, si… era él… me reafirme dentro de mis pensamientos, sintiendo de pronto una peculiar alegría. Caminé lentamente hasta él, aprovechando que se había detenido a observar un escaparate de la tienda de enfrente. – ¿Zac… Santana? ¿Eres tú? – pregunté con extraña curiosidad, posiblemente lo estaba confundiendo… o quizás no, la curiosidad por saber si era o no el muchacho alegre que había conocido hace tres veranos exactamente durante un viaje a Miami en el cual había acompañado a Henry; era algo que me estaba matando de la curiosidad.

**ιzzy нale** Lun Dic 12, 2011 12:55 am

<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #64462c; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Georg de Liechtenstein</div>
as: Su alteza real, el príncipe Georg Antonius Constantin Maria de Liechtenstein
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[ Con Yukki Khaudari ;; En la playa ]

Rockland, seasson 3,,* - Página 4 Cap1127

Rockland, seasson 3,,* - Página 4 Cap1126

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Desde el momento que puse un pie en esta isla, las cosas no habían dado paso a mejorar entre la situación por la que estaban atravesando William y Diana, y lo que más me angustiaba era ver a Henry al borde de una crisis nerviosa, por no saber que hacer. Henry, era demasiado impulsivo y la mayoría de las veces actuaba sin pensar en las consecuencias... por otro lado, Diana parecía cada vez más ausente… lejos de la realidad, como si una barrera invisible nos separara de su realidad, y de una realidad que se negaba afrontar y a superar. La muerte de mi abuela, sin duda fue un golpe terrible para todos nosotros… su ausencia había dejado un vacio en cada uno de nosotros, una herida que no sabía si con el tiempo sanaría… aunque al final las heridas lo único que dejan a su paso son solo cicatrices. Han pasado meses, desde que mi abuela nos abandonó y aunque el tiempo lo cura todo, aún no he encontrado la resignación que toda persona necesita para afrontar un golpe tan duro, como el de perder a una de las personas que más has amado en la vida. Por lo que trato de enfocarme en mis estudios, como medio de distracción para no pensar y de alguna manera olvidar todo lo que viví durante el verano y retomar mi vida con la mayor normalidad del mundo… pero, no era nada sencillo. Con todo lo que he estado viviendo las últimas semanas, apenas había tenido tiempo de adaptarme y recorrer las instalaciones de la Universidad… Henry, me acompañaba a mis clases y siempre que podíamos desayunábamos o almorzábamos juntos, incluso me había dibujado un mapa de la Universidad, el cual me ha sido de gran ayuda ahorrándome la vergüenza de tener que preguntar donde quedaba cada lugar en la Universidad, más que nada por que lo que menos deseaba era recibir consideraciones especiales por parte de las personas, solo por ser… nieta de un monarca, aunque en realidad jamás me he considerado especial ni mucho menos diferente al resto de las demás personas… un aspecto que aprendí y sobre todo siempre he admirado en mis padres, quiénes a fin de cuentas decidieron hacer una vida normal sin ninguna clase de complicaciones emocionales, naturalmente la decisión de mamá de vivir una vida tranquila, no le impidió dejar de lado ni mucho menos cumplir con sus obligaciones… Lástima que la felicidad que alguna vez existió entre ellos no fue suficiente como para seguir juntos, sin embargo, viendo el lado positivo de la situación… me alegraba el saber que eran felices, aunque no estuvieran juntos, como a Peter y a mí nos hubiera gustado. Eché ligeramente la cabeza hacia atrás, sacándome el casco de la cabeza y agitando suavemente mi mata de cabello rubio, sintiendo una suave y fresca brisa golpeando mi rostro. Inhalé y exhalé profundamente aspirando el aire, sintiendo como este llenaba mis pulmones. En el pueblo, se respiraba un ambiente de alegría y de expectación por la noche de Halloween… especialmente entre los niños quiénes eran los más entusiasmados con la idea de disfrazarse y salir a pedir dulces. Esbocé una pequeña sonrisa en mi rostro, aparcando la motocicleta afuera de los portales ubicados en la plaza principal. No había tenido oportunidad de conocer el pueblo… por lo que decidí aprovechar la oportunidad de ir al pueblo a buscar un disfraz para la fiesta de disfraces que se llevaría a cabo por la noche. Tras el incidente en la feria de las naciones… tanto mis padres, como Tim, mi Tío Charles, mi Tío Andrew y mi Tío Edward habían tomado sus propias medidas de seguridad… a todos y cada uno de mis primos nos habían asignado un guarura que estuviera con nosotros las 24 hrs del día… y aunque la idea no me agradara, comprendía su preocupación. En fin, Henry, me había echo el favor de prestarme su motocicleta… y a pesar de su insistencia por acompañarme, lo convencí de quedarse en la Universidad, teniendo en cuenta que se había ofrecido para formar parte del Comité de Organización de Eventos no quería que por mi culpa lo regañaran por faltar a sus obligaciones. Suspiré pesadamente, al tiempo que guardaba el casco en el cubículo interno del asiento, donde Henry siempre tenía guardado un casco de repuesto para algún pasajero. Sinceramente, no imaginarme la cara que pondría mamá si supiera que sé conducía esas cosas, como ella las llamaba. Negué suavemente con una sonrisa en mi rostro, mientras guardaba las llaves en mi bolso, para posteriormente echarme a caminar tranquilamente por la acera. No sin antes asegurarme y echar un vistazo por encima de mi hombro, que Reed, mi guarura no me estuviera siguiendo. Respiré aliviada, siguiendo con mi camino, deteniéndome de vez en cuando a observar los escaparates de los almacenes. Justo en ese momento a través de una de las vitrinas, observé al otro lado de la calle la silueta de una persona que me llamó mi atención al resultarme muy familiar. Pardeé varias veces seguidas, asegurándome que mis ojos no me estuvieran jugando una mala jugarreta… ¿qué posibilidades habría de que…? Giré mi rostro con asombro… Si, si… era él… me reafirme dentro de mis pensamientos, sintiendo de pronto una peculiar alegría. Caminé lentamente hasta él, aprovechando que se había detenido a observar un escaparate de la tienda de enfrente. – ¿Zac… Santana? ¿Eres tú? – pregunté con extraña curiosidad, posiblemente lo estaba confundiendo… o quizás no, la curiosidad por saber si era o no el muchacho alegre que había conocido hace tres veranos exactamente durante un viaje a Miami en el cual había acompañado a Henry; era algo que me estaba matando de la curiosidad.

**ιzzy нale** Lun Dic 12, 2011 1:29 am

<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #9a7638; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Tim Riggins</div>
as: Timothy Jonathan Riggins Trobel
● Entrenador de Fútbol, Equipo #1 >> Instituto
[ Con Aaron y Rose Riggins ;; En la playa ]

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Desde el momento que puse un pie en esta isla, las cosas no habían dado paso a mejorar entre la situación por la que estaban atravesando William y Diana, y lo que más me angustiaba era ver a Henry al borde de una crisis nerviosa, por no saber que hacer. Henry, era demasiado impulsivo y la mayoría de las veces actuaba sin pensar en las consecuencias... por otro lado, Diana parecía cada vez más ausente… lejos de la realidad, como si una barrera invisible nos separara de su realidad, y de una realidad que se negaba afrontar y a superar. La muerte de mi abuela, sin duda fue un golpe terrible para todos nosotros… su ausencia había dejado un vacio en cada uno de nosotros, una herida que no sabía si con el tiempo sanaría… aunque al final las heridas lo único que dejan a su paso son solo cicatrices. Han pasado meses, desde que mi abuela nos abandonó y aunque el tiempo lo cura todo, aún no he encontrado la resignación que toda persona necesita para afrontar un golpe tan duro, como el de perder a una de las personas que más has amado en la vida. Por lo que trato de enfocarme en mis estudios, como medio de distracción para no pensar y de alguna manera olvidar todo lo que viví durante el verano y retomar mi vida con la mayor normalidad del mundo… pero, no era nada sencillo. Con todo lo que he estado viviendo las últimas semanas, apenas había tenido tiempo de adaptarme y recorrer las instalaciones de la Universidad… Henry, me acompañaba a mis clases y siempre que podíamos desayunábamos o almorzábamos juntos, incluso me había dibujado un mapa de la Universidad, el cual me ha sido de gran ayuda ahorrándome la vergüenza de tener que preguntar donde quedaba cada lugar en la Universidad, más que nada por que lo que menos deseaba era recibir consideraciones especiales por parte de las personas, solo por ser… nieta de un monarca, aunque en realidad jamás me he considerado especial ni mucho menos diferente al resto de las demás personas… un aspecto que aprendí y sobre todo siempre he admirado en mis padres, quiénes a fin de cuentas decidieron hacer una vida normal sin ninguna clase de complicaciones emocionales, naturalmente la decisión de mamá de vivir una vida tranquila, no le impidió dejar de lado ni mucho menos cumplir con sus obligaciones… Lástima que la felicidad que alguna vez existió entre ellos no fue suficiente como para seguir juntos, sin embargo, viendo el lado positivo de la situación… me alegraba el saber que eran felices, aunque no estuvieran juntos, como a Peter y a mí nos hubiera gustado. Eché ligeramente la cabeza hacia atrás, sacándome el casco de la cabeza y agitando suavemente mi mata de cabello rubio, sintiendo una suave y fresca brisa golpeando mi rostro. Inhalé y exhalé profundamente aspirando el aire, sintiendo como este llenaba mis pulmones. En el pueblo, se respiraba un ambiente de alegría y de expectación por la noche de Halloween… especialmente entre los niños quiénes eran los más entusiasmados con la idea de disfrazarse y salir a pedir dulces. Esbocé una pequeña sonrisa en mi rostro, aparcando la motocicleta afuera de los portales ubicados en la plaza principal. No había tenido oportunidad de conocer el pueblo… por lo que decidí aprovechar la oportunidad de ir al pueblo a buscar un disfraz para la fiesta de disfraces que se llevaría a cabo por la noche. Tras el incidente en la feria de las naciones… tanto mis padres, como Tim, mi Tío Charles, mi Tío Andrew y mi Tío Edward habían tomado sus propias medidas de seguridad… a todos y cada uno de mis primos nos habían asignado un guarura que estuviera con nosotros las 24 hrs del día… y aunque la idea no me agradara, comprendía su preocupación. En fin, Henry, me había echo el favor de prestarme su motocicleta… y a pesar de su insistencia por acompañarme, lo convencí de quedarse en la Universidad, teniendo en cuenta que se había ofrecido para formar parte del Comité de Organización de Eventos no quería que por mi culpa lo regañaran por faltar a sus obligaciones. Suspiré pesadamente, al tiempo que guardaba el casco en el cubículo interno del asiento, donde Henry siempre tenía guardado un casco de repuesto para algún pasajero. Sinceramente, no imaginarme la cara que pondría mamá si supiera que sé conducía esas cosas, como ella las llamaba. Negué suavemente con una sonrisa en mi rostro, mientras guardaba las llaves en mi bolso, para posteriormente echarme a caminar tranquilamente por la acera. No sin antes asegurarme y echar un vistazo por encima de mi hombro, que Reed, mi guarura no me estuviera siguiendo. Respiré aliviada, siguiendo con mi camino, deteniéndome de vez en cuando a observar los escaparates de los almacenes. Justo en ese momento a través de una de las vitrinas, observé al otro lado de la calle la silueta de una persona que me llamó mi atención al resultarme muy familiar. Pardeé varias veces seguidas, asegurándome que mis ojos no me estuvieran jugando una mala jugarreta… ¿qué posibilidades habría de que…? Giré mi rostro con asombro… Si, si… era él… me reafirme dentro de mis pensamientos, sintiendo de pronto una peculiar alegría. Caminé lentamente hasta él, aprovechando que se había detenido a observar un escaparate de la tienda de enfrente. – ¿Zac… Santana? ¿Eres tú? – pregunté con extraña curiosidad, posiblemente lo estaba confundiendo… o quizás no, la curiosidad por saber si era o no el muchacho alegre que había conocido hace tres veranos exactamente durante un viaje a Miami en el cual había acompañado a Henry; era algo que me estaba matando de la curiosidad.

**ιzzy нale** Miér Dic 14, 2011 1:38 am

<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #a97f63; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Zara Phillips</div>
as: Zara Anne Elizabeth Phillips
● Tercer año de Enfermería >> Equitación ;; Teatro & Música ;; Natación
[ Con Edward Hudson ;; En la isla ]

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Cuando me enteré que las instituciones volverían a reabrir sus puertas, por un instante traté de pensar que volver era una alternativa para alejarse de los problemas y de todo lo que ocurriendo a nuestro alrededor. Grave error. Huir no era la solución a los problemas, y eso era algo que trataba de hacerle ver a Henry que parecía tener graves problemas con el mundo y contra todo aquel que pensara lo contrario. Una de las razones por las que había tomado la decisión de regresar a la isla fue por mi familia. ¿En qué momento fue que todos y cada uno cambiamos…? Ni para bien, ni para mal, debo aclarar. Siempre he estado consciente de que en ocasiones los cambios suelen traer cosas buenas. En cambio con nuestra familia… las cosas en lugar de mejorar tendían a empeorar por alguna extraña razón. Y, ciertamente no sabía que pensar o que hacer ante esta situación… “¿Por qué motivo la vida se tornaba complicada a medida que nos hacemos mayores…?” Ojalá hubiera un libro con las respuestas a todas aquellas preguntas que son difíciles de responder. “Quizás, todo sería más simple si ella estuviera aquí…”me dije a mí misma enfocando mis pensamientos en mi abuela. Inspiré profundamente, mientras frotaba mis brazos de abajo hacia arriba con la clara intención de reconfortarme y clavaba la mirada en el horizonte. Sinceramente, no podía creer que lleváramos 24 horas en una isla completamente deshabitada y lo más angustiante es que no había indicios de que vinieran a rescatarnos. Por supuesto, si hay algo que siempre ha caracterizado a Henry es su sentido del humor, el cual sale a relucir en las situaciones menos imaginables. Y esta situación era claramente una de ellas. Lo más curioso es que, a pesar de que todos cambiamos… Henry en el fondo seguía siendo el mismo despreocupado que siempre ha sido y conociéndolo morirá siéndolo. En lo que a mí respecta, por más que trataba de mantenerme lo más optimista posible para no entrar en crisis. No había logrado conciliar el sueño en toda la noche, por una razón que ni yo misma sabía como explicar. Probablemente mi imaginación me estaba llevando a límites insospechados, pero tenía la sensación de que si me quedaba dormida algo malo podría suceder. El hecho de que estuviéramos varados en una isla sin que ningún medio de comunicación existente funcionara te hace pensar que las series de televisión se basan en hechos “posiblemente” reales. Lo sé, era una paranoica de lo peor, pero eso es algo que no podía evitar. Aunque, claramente todos esos pensamientos los reservaba únicamente para mí. Suspiré pesadamente, volviendo levemente la cabeza para observar sobre mi hombro. De una forma inconsciente había dado rienda suelta a mis piernas, lo que me permitió percatarme de lo retirada que estaba del campamento. “Tranquilízate, no pasa nada…” fue mi único pensamiento. Justo cuando estaba a punto de retomar el camino para volver al campamento, unos ruidos extraños provenientes de los arbustos llamaron mi atención. Mantuve la mirada clavada a la espera de identificar aquel sonido parecido al que sueles escuchar cuando accidentalmente pisas una rama. Sin embargo, los sonidos cesaron hasta apagarse. Lo que provocó que expulsara el aire que había retenido por varios segundos dentro de mis pulmones, permitiéndome respirar tranquilamente. “Parece que el sol está comenzando afectarte…” cavilé cuando trastabillaba al alejarme de los arbustos, a los que me había acercado con la intención de poder identificar aquel sonido proveniente del interior. Todo parecía indicar que estaba pre-destinada a encontrarme con algo o con alguien… debido a que al darme la vuelta me topé de frente con una silueta desconocida provocándome un ligero sobresalto, pero que conforme fui recorriendo con la mirada… desde la punta de los pies hasta ubicarme en sus ojos oscuros, pude darme cuenta de que era el mismo chico que me había estado observando discretamente en la piscina y que más tarde me había encontrado antenoche en la fiesta de bienvenida. – ¿Y acaso a ti no te han dicho que espiar a las personas es de mala educación…? – espeté en un tono cortante e indiferente, tratando de borrarle aquella sonrisa de autosuficiencia y que me dejaba entrever la… “clase” de chico que era. Si, nunca debes juzgar a un libro por su apariencia, pero ¿qué se podía esperar de una persona que se tropieza a propósito contigo en una fiesta, que ni siquiera es capaz de disculparse…? – ¿Sabes…? yo en tu lugar borraría la sonrisa de tu rostro… no veo motivos por los cuales debas sonreír… – dije con cierta amargura, palmeándole la mejilla con atrevimiento.

**ιzzy нale** Lun Dic 19, 2011 1:40 am

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Odiaba ser la chica débil, odiaba comportarme como la damisela en peligro pero en situaciones como aquellas simplemente no podía evitarlo. Me ponía nerviosa y ni siquiera sabia que hacer, sino hubiera sido por Henry hubiera bajado a los botes que nos llevarían a aquella isla sin absolutamente nada en la manos. El se había detenido frente a mi, me había tomado por los hombros para detener mi paseo de locos y de las palabras casi sin sentido que salían por mi boca, me había mirado fijamente a los ojos y me había dicho exactamente lo que tenia que hacer: Ve a tu camarote, saca lo esencial, mételo en un bolso y encuéntrame aquí en cinco minutos. Y eso era justamente lo que había hecho, claro que sabia que el se había tomado ese tiempo para saber si sus hermanos y primos y todo los familiares que tenia dentro del barco se encontraban bien…y ella simplemente se sentía afortunada de estar ahora mismo apoyando su cabeza contra su hombro mientras la fogata que el mismo Henry había comenzado a hacer minutos antes comenzaba a tomar mas fuerza. En un poco rato mas anochecería y no le gustaba…no le gustaban los ruidos extraños, no le gustaba que cuando miraba más allá de la playa observaba nada más que solo oscuridad que la atormentaba. No había podido dormir como era obvio-a pesar de todas las insistencias de Henry-solo había dado un par de cabezazos cuando el sueño era demasiado, pero en total no habían sido mas de dos horas. Estaba increíblemente agotada y quería que todo aquello terminara rápidamente. No era raro que hubiera pasado algo así, si lo pensaban con frialdad, claro que todo aquello parecido a Lost simplemente la ponía de los nervios, pero podía saber porque sucedía. Por ejemplo ahora mismo ella, estaba descansando su cabeza sobre el hombro de un heredero a la corona Inglesa y aunque aquello fuera muy bizarro de pensar en ocasiones, era cierto. Y habían muchas personas que odiaban a personas como Henry, son su poder, influencia y titulo. Esas personas no lo conocían como ella. No sabían que era un amigo excepcional, que podías confiar ciegamente en el y aunque en ocasiones se comportaba como un grandísimo idiota, era la mejor persona que podías conocer en tu vida-Odio esto…-susurre lastimeramente. Odiaba también decirlo en voz alta porque sabia que Henry se sentía indefenso, como si no pudiera hacer nada para aliviar mi malestar, y claro…yo no tenia porque ser su carga, seguramente el prefería estar con sus hermanos que andar consolando a una rubia quejica como yo. Solté una pequeña risita mezclada con un bufido mientras cerraba los ojos y me apretaba un poco mas hacia el-Gracias por cuidarme Henry-susurre suavemente después de unos segundos de silencio…me gustaba hacerle saber que le quería y que podía confiar en mi, como también me gustaba recordarle de vez en cuando que era una excelente persona, porque a Henry parecía olvidársele aquello de vez en cuando y yo no podía imaginar porque.-Se que soy un dolor de cabeza-separe mi cabeza de su hombro para mirarlo de perfil, aunque un segundo mas tarde nuestras miradas se encontraron. No pude hacer nada más que sonreírle, para que viera que no me encontraba tan mal, que estaba completamente asustada pero que no iba a comenzar a tener ataques de pánico ni nada perecido. Quien hubiera pensado que la fiesta maravillosa de la noche anterior…terminaría en esto. Absolutamente nadie-Pero gracias por quedarte conmigo-eleve una mano para acariciar su mejilla levemente. Algo me decía que el también necesitaba un poco de confort y protección.

**ιzzy нale** Miér Dic 21, 2011 1:12 am

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Al día siguiente de la fiesta me levanté tarde, la había pasado increíble y digamos que había conocido a más gente de lo que esperaba. Miré a mi alrededor y estaba acostada una chica en mi cama ¿Cómo se llamaba? ¿Jessica? ¿Erica? no lo recordaba ni me improtaba porque no había sido nada bueno lo que me había dejado. Me levanté y después de vestirme salí de la habitación con la chica aún roncando en mi cama, fuí por algo de comer pero me dijeron que ya habían cerrado el desayuno así que me resginé a comer lo que había quedado del mismo lo cual no estaba nada mal. Eran las 12 del mediodía y practicamente estaba soñando despierto ya que siempre que salía en las noches duraba hasta más tarde durmiendo pero en este lugar eso no se podía hacer porque perderías las comidas y luego se ponían muy exigentes. Pasé un rato en la cubierta y luego se me acercó esa chica que había despertado en mi cuarto, su nombre era Carla y se había disculpado por todo lo que había ocurrido a la noche porque estaba borracha. Se notaba que estaba apenada y para no hacerla sentir mal la invité un rato a la piscina para darle a entender que tampoco la había pasado de horrores cuando sí había sido así, después de ahí todo ocurrió repentinamente y sin más explotó algo. No escuchaba más que gritos y personas corriendo pero rapidamente nos montaron en balsas y llegamos a una isla desierta donde no había nada de comunicación ¿En que era estabamos? debí de haberme venido en un jet privado o algo parecido pero no, el niño quería ser normal.
Ya había pasado la noche aquí y la verdad era que la naturaleza y yo nos llevavamos terriblemente mal así que me conformé con sentarme en el campamento y hablar con las demás personas que se encontraban igual que yo. Hicimos algunos jeugos y pasamos el tiempo pero cuando ya empezaba de nuevo a oscurecer decidí dar un paseo por la isla ya que pronto nos iríamos de aquí. El lugar estaba completamente vacío, excepto por una persona, la chcia que había visto la noche de la fiesta que jamás la volví a ver después de regresar, me acerqué a ella y le sonreí - ¿No te han dicho que andar sola en una isla desierta es malo? - le pregunté con aquella sonrisa que me hacía conquistar a cualquiera, excepto a ella claro está, no hacía más que mirarme mal y luego sólo inició a criticarme, eso hacía que mi sonrisa se penetrara aún más en el rostro pues del odio al amor sólo había un paso y estaba acostumbrado a avanzarlo rápidamente. - así que eres odiosa ¿verdad? - dije sin poder evitar soltar una risa - prefiero sonreir que andar con una cara seria o frustrada - le explique mientras me revolvia el cabello, se notaba que no le había caido para nada bien pero ¿qué le costaba ser amable? ahora si entendía lo que se sentía ser la otra cara de la moneda - aparte de que ya pronto nos sacaran de aquí, volveremos a Konstanz y no me volveras a ver - agregé, a pesar de todo no me podía dar el lujo de dejarla sola aquí porque a pesar de lo más tranquilo que parecía esta isla no me gustaba para nada - ¿qué hacías aquí sola? - le pregunté mientras me sentaba en la arena dispuesto a comenzar una conversación con la chica, por más odiosa que fuera no podía evitar admitir que era hermosa y eso no me lo podía perder yo.

**ιzzy нale** Miér Dic 21, 2011 1:17 am

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Me sentía una completa tonta, había discutido con Juan y todo por mi estúpida manía de querer saber todo, de querer estar enterada de todo pero bueno tampoco es como si le había pedido algo difícil verdad? Y ademas nos habíamos prometido siempre hablarnos con la verdad y me había molestado y mucho que no contestara mi pregunta. Aparte me sentí una dramática al haber llorado tanto por una pesadilla que acaso tenia 3 años? Tenia que empezar a comportarme como una persona adulta y no una cría pero era difícil mas con esta situación, no podía aceptarlo aun no me gustaba saber que mi padre no me dejaría ver a Juan y mas que sus padres no lo dejaban verme a mi. Esta tan traumada con la situación que aveces era lo único que podía pensar y eso no podía ser saludable, no era bueno ni mucho menos normal en mi, yo ne me preocupaba por nada simplemente dejaba que las cosas se arreglaran por si solas. "Igual es el echo nada me había importado tanto como esto?" pensó mi cabeza y si tenia razón ademas que con todo lo que había pasado y con eso del atentando me preocupaba, no había podido dormir yo solo quería verle, saber que se encontraba bien y que nada le había pasado así simplemente podía volver a estar molesta con el, si era una cría y que solo porque estaba preocupaba, eso no quería decir que se me olvidaría lo molesta que estaba con el al contrario en realidad creía llevar la razón. Pero en fin estar en esta isla empezaba a crispar mis nervios, no poder hablar con mis padres me tenia mal estaba segura que ya se les había dado aviso y que todos sabían que estábamos bien por lo menos eso quería creer pero igual quería escuchar sus voces porque por lo menos con eso me sentiría un poco mas segura y que ellos me dijeran que estaban haciendo todo por sacarnos de aquí solo así estaría segura de que eso llegaría a pasar. Incluso echaba de menos a Hector porque vamos no es que fuese mi padre pero le quería mucho siempre fue alguien atento conmigo ademas el y papa eran buenos amigos. Si era poco convencional, pero la familia Castle nunca fue una familia muy normal que digamos, tal vez por eso los padres de Juan no me aceptaban? Es decir cuando se vio que dos personas sean amigos después de divorciarse? No era normal, pero de cierta manera me hacia feliz porque mis padres aun se querían tal vez no de esa manera pero podía verlo cuando se veían lo hacían con cariño y eso nos mantenía unidos de cierta forma. Suspire mientras caminaba hasta que por fin logre encontrar un lugar en donde sentarme, me gustaba la playa es mas aun recordaba cuantas veces le había rogado a papa que comprase aquel departamento en California, porque quería pasar las vacaciones por aya. Daba gracias al cielo que era hija única porque así podía usar aquello a mi favor en fin mi cabeza no dejaba de pensar en Juan y en el echo de que no lo había buscado pero sentía cierta vergüenza, y no se tal vez quería que el lo hiciera. Negué con la cabeza como reproche porque sabia que no debería pensar de aquella manera pero era una chica, y me era inevitable. Todas teníamos orgullo no? Pase una mano por mi cabello de manera distraída cuando sentí como alguien tocaba mi espalda, salte un poco pues estaba sumergida en mis pensamientos para después voltear y encontrarme con sus ojos y al instante de hacerlo una gran sensación de alivio recorrió mi cuerpo, el estaba bien. No le paso nada estaba parado frente a mi sin ningún rasguño era imposible describir la alegría que sentía en ese momento y estuve apunto de sonreír pero recordé rápidamente que estaba molesta y eso me detuvo por unos instantes. "Me da gusto verte bien" le dije en un susurro bastante sincero aunque en realidad me moría por tirarme encima de el y abrazarlo con todas mis fuerzas. Pasaron algunos segundos mas y yo simplemente le miraba sin decir nada a lo que por fin suspire y negué con la cabeza para alzar una mano y tomar la suya y tirar de el para luego rodear su cuello con mis brazos. "Lo siento" le dije en voz baja mientras cerraba los ojos. "Me comporte como una tonta, y.." guarde silencio una vez mas porque solo quería abrazarlo, quería apreciar el echo de que estaba aquí conmigo de que podía sentirlo cerca. "No sabes lo que me alegra ver que estas bien" dije una vez mas mientras le soltaba y subir una de mis manos a su mejilla la cual acaricie suavemente.

**ιzzy нale** Miér Dic 21, 2011 1:24 am

<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #097275; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Henry Windsor </div>
as: Su alteza real, el príncipe Henry Charles Albert David Mountbatten Windsor de Gales
● Segundo año de Ciencias Políticas >> Balocesto (Capitán y Base) ;; Artes ;; Natación
[ Con Lizzie Stronghold ;; En la playa ]

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No era capaz de comprender en que punto mi vida se había convertido en un verdadero infierno, pero, más que un infierno, en un desierto de soledad en donde me encontraba vagando sin rumbo fijo, sin un lugar a donde ir. Las desgracias en nuestra familia tenían nombre propio: Camilla Parker, a quien siempre he considerado una desconocida que profanó el lugar de mi madre; pero el culpar a Camilla de todas y cada una de nuestras desgracias, no aliviaba el maldito dolor que me estaba consumiendo por dentro. ¿Qué sentido tenía seguir adelante, cuando las personas que más has amado te abandonan? ¿Qué sentido tenía la vida, cuando todo lo que has amado te lo arrebata sin ninguna consideración? De una forma o de otra había perdido mis únicas razones para mantenerme en pie... y ahora ya nada ni nadie tenía sentido para mí. Estaba HARTO de esta maldita situación, había momentos en los que me sentía al borde de un precipicio, en el que ganas no me faltaban de lanzarme a causa de la desesperación y el dolor que me estaba consumiendo hasta las entrañas. A veces me pregunto… ¿qué cabronadas habré echo en mi vida pasada, para venir a padecer sufrimientos y tristezas en esta mi nueva y descontrolada vida? ¿Habré sido tan hijo de puta como para tener la desdicha de renacer a una nueva vida y lavar de ese modo mis culpas? No entendía que era precisamente lo que la vida esperaba de mí… a cambio de… un miserable momento de paz… de estabilidad. Toda mi vida ha sido un maldito caos, de la misma manera que mi familia, que día con día se desmoronaba sin que ninguno de nosotros hiciera algo por evitarlo. ¿Qué más daba tener que soportar y vivir en una familia emocionalmente disfuncional, cuando todos actuábamos de distintas maneras menos como una familia? con un padre preocupado por guardar las apariencias y con Camilla queriendo interferir en nuestras vidas, como si ella tuviera algún derecho sobre nosotros. Ya nada ni nadie tenía sentido en este lugar… así que… ¿qué sentido tenía la vida cuando no tienes nada que te sostenga?, con William en el hospital, Diana en una clínica de rehabilitación, mi padre sumergido en sus obligaciones y los médicos con las típicas palabras vacías, la clásica ambigüedad: “Solo nos resta esperar un milagro”. Milagros, milagros… hablan de milagros y de tener fe cuando la ciencia muchas veces se ve aplastada y cegada por la razón. “Debe tener paciencia, hoy en día la medicina ha avanzado lo suficiente, y existen métodos falibles que ayudaran con el tiempo a la recuperación del paciente; tenga plena seguridad de que su hermano se encuentra en manos de los mejores expertos”. En lo personal yo ya no sabía en que creer, o mejor dicho en que aferrarme para lograr sobrellevar toda esta situación; poco a poco me estaba sumergiendo en un vacio sin límites, un vacio en el que estaba consiente que jamás tocaría fondo y me arrastraría sin ninguna consideración. Giré bruscamente el manillar derecho que indicaba el acelerador de la motocicleta; y sin soltar el embrague en ningún momento, empujé ligeramente con mi pantorrilla izquierda la palanca de velocidades hasta meter tercera, obligándola a dar la cuarta parte de su capacidad, lo que la hizo rugir entre mis piernas como un animal agresivo, dispuesto a atacar en cualquier momento. La adrenalina fluía por mi cuerpo, cosquilleándome las venas; tentándome a obligar a la motocicleta a explotar su máxima capacidad. ¿Qué demonios ganaba con poner mi propia vida en riesgo? Nada, pero el sentir la adrenalina recorriendo cada parte de mi cuerpo, era una sensación que me hacía divagar y olvidar por un breve instante el dolor que me estaba consumiendo, inundándome en un mar se sensaciones inexplicables. La velocidad y la adrenalina eran parte de mi vida… y eso era algo que mi padre nunca sería capaz de comprender. Apreté el embrague y el freno delantero suavemente, disminuyendo poco a poco la velocidad; apoyando mis pies en el suelo para de esa manera sostener la motocicleta y frenar sin brusquedad, aparcándola cerca del muelle. Después de varios minutos de caminar por la costera con una hielera bajo el brazo y una tabla de surfeo, me situé a orillas de la playa; cerré los ojos rindiéndome ante la brisa salina y el viento golpeando mi rostro. Respiré lenta y profundamente; la tranquilidad del océano era como una suave caricia que me reconfortaba en estos momentos de desesperación y soledad. Solté la hielera sobre la arena, al igual que la tabla; flexioné los brazos hasta sacarme la playera, haciéndola un bulto y arrojándola a un lado, para recoger la tabla de surfeo y zambullirme en el océano, sobre la tabla de surf, dando constantes braseadas hasta adentrarme en él. Surcar las olas, me embargaba de una sensación de libertad y júbilo que hacía olvidarme de todo… como el mar y yo fuéramos uno solo y nada, absolutamente nada existiera a nuestro alrededor. Después de varios minutos, nadé de regreso a la orilla. Inhalé y exhalé hondamente, bajo los tenues y apenas visibles rayos del sol que se asomaban entre la negrura del día. Dejé caer la tabla de surf a un lado, sentándome en la arena, tomé una botella de cerveza y con un simple movimiento del destapador la tapa salió disparada a un lado, emanando un sonido gaseoso. Bebí de un solo trago toda mi cerveza, regocijándome de la sensación de placer que me provocaba el disfrutar de una fresca y deliciosa cerveza. Inspiré profundamente, destapando otra cerveza y dándole un largo trago, limitándome a mirar de una manera ausente y distraída el horizonte, el sonido de las olas, el océano en su plenitud daba a mi alma la tranquilidad que tanto anhelaba. Ni siquiera fui capaz de forzar un lastimero intento de sonrisa, cuando escuché una voz que no me costó trabajo reconocer, a pesar de que no era una voz que solía escuchar frecuentemente, reconocería ese tono ciegamente. En vez de mostrar un rostro más amable, este se ensombreció en el momento que los tenues rayos del sol se vieron opacados por una nube pasajera que los cubrió en su totalidad. – Nada que no se haya sabido con anterioridad ¿no te parece? – abordé monótonamente, para después dar un largo trago a mi cerveza. Durante los últimos días, el único tema “controversial” para la prensa era el siguiente: “Henry Windsor: ¿en la depresión post-rompimiento?. El chico volvió a la soltería y no puede ocultar su tristeza ¡sniff!. Los rompimientos siempre son difíciles de superar y tal parece que el príncipe Henry está sumido en la depresión por que ahora tiene que olvidar a Irene Urdangarín, quien fue su novia por más de tres meses. Una fuente cercana a la ex pareja afirma que se dieron un break. Los horarios poco compatibles hicieron que el amor se apagara. Por otro lado, fuentes más rigurosas y confiables rumoran que la verdadera causa que marcó el fin de la relación de la joven pareja de enamorados se debió a que Irene Urdangarín mantenía un romance clandestino con su profesor de Cultura Clásica; sin duda, un golpe terrible para Henry. Con su hermano mayor, William, que fue trasladado a urgencias a causa de un accidente durante el mes de septiembre, y su hermana menor, Diana, en rehabilitación por la constante presión que ha vivido en los últimos meses la adolescente británica; la familia real se ha visto en una dura y difícil situación con sus herederos. La pregunta que muchos de ustedes se formulan, pero pocos se atreven a expresar es: Los hechos recientes ¿conllevaran a que el príncipe Henry vuelva a las andadas?. Eso es algo que está por verse, por lo que estaremos muy al pendiente de nuestro joven príncipe. Mientras tanto: Chicas, ¿quién se apunta a consolar a uno de los príncipes más apuestos de la monarquía europea? ¡Uff! Vaya pregunta ¿verdad?. A partir de hoy… ¡Guerra sin cuartel!”. – ¿Te parece extraño que algunos quieran desprenderse de la patética rutina? ó, no… mejor dicho que raro que algunos quieran desprenderse de la patética vida a la que fueron… ¿“condenados”? – mascullé con burda ironía, sin detenerme a pensar si era correcto o no expresarme de esa forma. Desde hace algún tiempo había dejado de ser esa persona que Bea describía... por diferentes razones que me obligaron a dejar de lado la vida empedernida que había adoptado en llevar. ¿De qué había servido intentar ser una mejor persona, cuando a nadie le interesaba en lo más mínimo?. De reojo noté y percibí la suavidad de uno de sus delicados dedos repasaba de arriba hacia abajo contorneando mi brazo y una de sus clásicas sonrisas dibujándose en su rostro. – Aunque, viéndolo de otro modo… podría preguntarte lo mismo. – añadí, mirándole con el ceño ligeramente fruncido, denotando curiosidad, antes de darle otro trago a mi cerveza. – ¿A quien has venido a romperle el corazón el día de hoy, dolce Bea? – pregunté casualmente, como si me limitara a preguntar la hora o a comentar el clima; dándole un acento italiano a las dos últimas palabras. Conocía a Bea desde hace algún tiempo… y su fama y reputación daba mucho que desear a los ojos de los demás, quiénes de la misma manera que a mí, tachaban su comportamiento como inapropiado. Pero, ¿quién era yo para juzgarla?, a diferencia de las personas, yo no me ocultaba detrás de una máscara de hipocresía.

**ιzzy нale** Miér Dic 21, 2011 1:25 am

<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #a97f63; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Zara Phillips</div>
as: Zara Anne Elizabeth Phillips
● Tercer año de Enfermería >> Equitación ;; Teatro & Música ;; Natación
[ Con Edward Hudson ;; En la isla ]

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Cuando me enteré que las instituciones volverían a reabrir sus puertas, por un instante traté de pensar que volver era una alternativa para alejarse de los problemas y de todo lo que ocurriendo a nuestro alrededor. Grave error. Huir no era la solución a los problemas, y eso era algo que trataba de hacerle ver a Henry que parecía tener graves problemas con el mundo y contra todo aquel que pensara lo contrario. Una de las razones por las que había tomado la decisión de regresar a la isla fue por mi familia. ¿En qué momento fue que todos y cada uno cambiamos…? Ni para bien, ni para mal, debo aclarar. Siempre he estado consciente de que en ocasiones los cambios suelen traer cosas buenas. En cambio con nuestra familia… las cosas en lugar de mejorar tendían a empeorar por alguna extraña razón. Y, ciertamente no sabía que pensar o que hacer ante esta situación… “¿Por qué motivo la vida se tornaba complicada a medida que nos hacemos mayores…?” Ojalá hubiera un libro con las respuestas a todas aquellas preguntas que son difíciles de responder. “Quizás, todo sería más simple si ella estuviera aquí…”me dije a mí misma enfocando mis pensamientos en mi abuela. Inspiré profundamente, mientras frotaba mis brazos de abajo hacia arriba con la clara intención de reconfortarme y clavaba la mirada en el horizonte. Sinceramente, no podía creer que lleváramos 24 horas en una isla completamente deshabitada y lo más angustiante es que no había indicios de que vinieran a rescatarnos. Por supuesto, si hay algo que siempre ha caracterizado a Henry es su sentido del humor, el cual sale a relucir en las situaciones menos imaginables. Y esta situación era claramente una de ellas. Lo más curioso es que, a pesar de que todos cambiamos… Henry en el fondo seguía siendo el mismo despreocupado que siempre ha sido y conociéndolo morirá siéndolo. En lo que a mí respecta, por más que trataba de mantenerme lo más optimista posible para no entrar en crisis. No había logrado conciliar el sueño en toda la noche, por una razón que ni yo misma sabía como explicar. Probablemente mi imaginación me estaba llevando a límites insospechados, pero tenía la sensación de que si me quedaba dormida algo malo podría suceder. El hecho de que estuviéramos varados en una isla sin que ningún medio de comunicación existente funcionara te hace pensar que las series de televisión se basan en hechos “posiblemente” reales. Lo sé, era una paranoica de lo peor, pero eso es algo que no podía evitar. Aunque, claramente todos esos pensamientos los reservaba únicamente para mí. Suspiré pesadamente, volviendo levemente la cabeza para observar sobre mi hombro. De una forma inconsciente había dado rienda suelta a mis piernas, lo que me permitió percatarme de lo retirada que estaba del campamento. “Tranquilízate, no pasa nada…” fue mi único pensamiento. Justo cuando estaba a punto de retomar el camino para volver al campamento, unos ruidos extraños provenientes de los arbustos llamaron mi atención. Mantuve la mirada clavada a la espera de identificar aquel sonido parecido al que sueles escuchar cuando accidentalmente pisas una rama. Sin embargo, los sonidos cesaron hasta apagarse. Lo que provocó que expulsara el aire que había retenido por varios segundos dentro de mis pulmones, permitiéndome respirar tranquilamente. “Parece que el sol está comenzando afectarte…” cavilé cuando trastabillaba al alejarme de los arbustos, a los que me había acercado con la intención de poder identificar aquel sonido proveniente del interior. Todo parecía indicar que estaba pre-destinada a encontrarme con algo o con alguien… debido a que al darme la vuelta me topé de frente con una silueta desconocida provocándome un ligero sobresalto, pero que conforme fui recorriendo con la mirada… desde la punta de los pies hasta ubicarme en sus ojos oscuros, pude darme cuenta de que era el mismo chico que me había estado observando discretamente en la piscina y que más tarde me había encontrado antenoche en la fiesta de bienvenida. – ¿Y acaso a ti no te han dicho que espiar a las personas es de mala educación…? – espeté en un tono cortante e indiferente, tratando de borrarle aquella sonrisa de autosuficiencia y que me dejaba entrever la… “clase” de chico que era. Si, nunca debes juzgar a un libro por su apariencia, pero ¿qué se podía esperar de una persona que se tropieza a propósito contigo en una fiesta, que ni siquiera es capaz de disculparse…? – ¿Sabes…? yo en tu lugar borraría la sonrisa de tu rostro… no veo motivos por los cuales debas sonreír… – dije con cierta amargura, palmeándole la mejilla con atrevimiento.

**ιzzy нale** Miér Dic 21, 2011 1:35 am

<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #b87272; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Isobel Bessette</div>
as: Isobel Aurelle Bessette
● Cuarto año >> Taller de Guión & Literatura ;; Ballet ;; Voley (Capitana y Delantera)
[ Con Paris Bessette ;; En la playa ]

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Desde el momento que puse un pie en esta isla, las cosas no habían dado paso a mejorar entre la situación por la que estaban atravesando William y Diana, y lo que más me angustiaba era ver a Henry al borde de una crisis nerviosa, por no saber que hacer. Henry, era demasiado impulsivo y la mayoría de las veces actuaba sin pensar en las consecuencias... por otro lado, Diana parecía cada vez más ausente… lejos de la realidad, como si una barrera invisible nos separara de su realidad, y de una realidad que se negaba afrontar y a superar. La muerte de mi abuela, sin duda fue un golpe terrible para todos nosotros… su ausencia había dejado un vacio en cada uno de nosotros, una herida que no sabía si con el tiempo sanaría… aunque al final las heridas lo único que dejan a su paso son solo cicatrices. Han pasado meses, desde que mi abuela nos abandonó y aunque el tiempo lo cura todo, aún no he encontrado la resignación que toda persona necesita para afrontar un golpe tan duro, como el de perder a una de las personas que más has amado en la vida. Por lo que trato de enfocarme en mis estudios, como medio de distracción para no pensar y de alguna manera olvidar todo lo que viví durante el verano y retomar mi vida con la mayor normalidad del mundo… pero, no era nada sencillo. Con todo lo que he estado viviendo las últimas semanas, apenas había tenido tiempo de adaptarme y recorrer las instalaciones de la Universidad… Henry, me acompañaba a mis clases y siempre que podíamos desayunábamos o almorzábamos juntos, incluso me había dibujado un mapa de la Universidad, el cual me ha sido de gran ayuda ahorrándome la vergüenza de tener que preguntar donde quedaba cada lugar en la Universidad, más que nada por que lo que menos deseaba era recibir consideraciones especiales por parte de las personas, solo por ser… nieta de un monarca, aunque en realidad jamás me he considerado especial ni mucho menos diferente al resto de las demás personas… un aspecto que aprendí y sobre todo siempre he admirado en mis padres, quiénes a fin de cuentas decidieron hacer una vida normal sin ninguna clase de complicaciones emocionales, naturalmente la decisión de mamá de vivir una vida tranquila, no le impidió dejar de lado ni mucho menos cumplir con sus obligaciones… Lástima que la felicidad que alguna vez existió entre ellos no fue suficiente como para seguir juntos, sin embargo, viendo el lado positivo de la situación… me alegraba el saber que eran felices, aunque no estuvieran juntos, como a Peter y a mí nos hubiera gustado. Eché ligeramente la cabeza hacia atrás, sacándome el casco de la cabeza y agitando suavemente mi mata de cabello rubio, sintiendo una suave y fresca brisa golpeando mi rostro. Inhalé y exhalé profundamente aspirando el aire, sintiendo como este llenaba mis pulmones. En el pueblo, se respiraba un ambiente de alegría y de expectación por la noche de Halloween… especialmente entre los niños quiénes eran los más entusiasmados con la idea de disfrazarse y salir a pedir dulces. Esbocé una pequeña sonrisa en mi rostro, aparcando la motocicleta afuera de los portales ubicados en la plaza principal. No había tenido oportunidad de conocer el pueblo… por lo que decidí aprovechar la oportunidad de ir al pueblo a buscar un disfraz para la fiesta de disfraces que se llevaría a cabo por la noche. Tras el incidente en la feria de las naciones… tanto mis padres, como Tim, mi Tío Charles, mi Tío Andrew y mi Tío Edward habían tomado sus propias medidas de seguridad… a todos y cada uno de mis primos nos habían asignado un guarura que estuviera con nosotros las 24 hrs del día… y aunque la idea no me agradara, comprendía su preocupación. En fin, Henry, me había echo el favor de prestarme su motocicleta… y a pesar de su insistencia por acompañarme, lo convencí de quedarse en la Universidad, teniendo en cuenta que se había ofrecido para formar parte del Comité de Organización de Eventos no quería que por mi culpa lo regañaran por faltar a sus obligaciones. Suspiré pesadamente, al tiempo que guardaba el casco en el cubículo interno del asiento, donde Henry siempre tenía guardado un casco de repuesto para algún pasajero. Sinceramente, no imaginarme la cara que pondría mamá si supiera que sé conducía esas cosas, como ella las llamaba. Negué suavemente con una sonrisa en mi rostro, mientras guardaba las llaves en mi bolso, para posteriormente echarme a caminar tranquilamente por la acera. No sin antes asegurarme y echar un vistazo por encima de mi hombro, que Reed, mi guarura no me estuviera siguiendo. Respiré aliviada, siguiendo con mi camino, deteniéndome de vez en cuando a observar los escaparates de los almacenes. Justo en ese momento a través de una de las vitrinas, observé al otro lado de la calle la silueta de una persona que me llamó mi atención al resultarme muy familiar. Pardeé varias veces seguidas, asegurándome que mis ojos no me estuvieran jugando una mala jugarreta… ¿qué posibilidades habría de que…? Giré mi rostro con asombro… Si, si… era él… me reafirme dentro de mis pensamientos, sintiendo de pronto una peculiar alegría. Caminé lentamente hasta él, aprovechando que se había detenido a observar un escaparate de la tienda de enfrente. – ¿Zac… Santana? ¿Eres tú? – pregunté con extraña curiosidad, posiblemente lo estaba confundiendo… o quizás no, la curiosidad por saber si era o no el muchacho alegre que había conocido hace tres veranos exactamente durante un viaje a Miami en el cual había acompañado a Henry; era algo que me estaba matando de la curiosidad.

**ιzzy нale** Miér Dic 21, 2011 1:37 am

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No quería pensar en el pero lo seguía haciendo, y eso era algo que me estaba volviendo loca, porque demonios tenía que seguir sintiendo algo por él. Además tenía muchas cosas en que pensar en ese momento, todo estaba pasando tan rápido que era completamente inútil pensar en alguien quien ni siquiera se preocupaba en pensar en alguien que no fuera el mismo. Mire la playa sintiéndome fría, sintiéndome de alguna manera sola en ese lugar. Este atentado me había dejado algo en shock ya que eso significaba que Adrian estaba en algún lado, ya que lo habían llevado preso y ya no estaba en la celda cuando quisieron traerlo a tierra. Tenía miedo no lo iba a negar y sería el mejor momento para estar con mis amigos pero no sabía si estaba en las condiciones para estar con nadie.
Suspire mientras miraba a mi alrededor y como los demás parecían también asustados o disfrutando del lugar. Vi no muy lejos a una castaña cerca del mar, abrazándose a sí misma. Sentí como mi corazón se hundía al verla. Mi hermana tenía como un ano sin hablarme y eso me había hecho alejarme mucho del mundo y lo sabía. Esto no podía seguir así, me tenía que hablar, éramos hermanas y yo daba la vida por ella, porque era mi cupcake después de todo, y no sabía qué hacer sin ella. Me decidí acercarme sin que esta me viera y cuando estaba a su lado puse una mano en su hombro- Izzie- la llame en un suspiro y mas como un suplico de que me hablara.- por favor, ya sé que lo que hice estuvo mal, pero te necesito- y era la verdad. Y en cierta manera sabia que ella me necesitaba a mí.

**ιzzy нale** Sáb Dic 24, 2011 10:31 pm

<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #205867; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Juan Urdangarín</div>
as: Juan Valentín de Todos los Santos Urdangarín y Borbón
● Segundo año de Ciencias Políticas >> Fútbol (Capitán y Arquero) ;; Rugby (Primer Centro) ;; Natación
[ Con Natalie Castle ;; En la playa ]

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Desde el momento que puse un pie en esta isla, las cosas no habían dado paso a mejorar entre la situación por la que estaban atravesando William y Diana, y lo que más me angustiaba era ver a Henry al borde de una crisis nerviosa, por no saber que hacer. Henry, era demasiado impulsivo y la mayoría de las veces actuaba sin pensar en las consecuencias... por otro lado, Diana parecía cada vez más ausente… lejos de la realidad, como si una barrera invisible nos separara de su realidad, y de una realidad que se negaba afrontar y a superar. La muerte de mi abuela, sin duda fue un golpe terrible para todos nosotros… su ausencia había dejado un vacio en cada uno de nosotros, una herida que no sabía si con el tiempo sanaría… aunque al final las heridas lo único que dejan a su paso son solo cicatrices. Han pasado meses, desde que mi abuela nos abandonó y aunque el tiempo lo cura todo, aún no he encontrado la resignación que toda persona necesita para afrontar un golpe tan duro, como el de perder a una de las personas que más has amado en la vida. Por lo que trato de enfocarme en mis estudios, como medio de distracción para no pensar y de alguna manera olvidar todo lo que viví durante el verano y retomar mi vida con la mayor normalidad del mundo… pero, no era nada sencillo. Con todo lo que he estado viviendo las últimas semanas, apenas había tenido tiempo de adaptarme y recorrer las instalaciones de la Universidad… Henry, me acompañaba a mis clases y siempre que podíamos desayunábamos o almorzábamos juntos, incluso me había dibujado un mapa de la Universidad, el cual me ha sido de gran ayuda ahorrándome la vergüenza de tener que preguntar donde quedaba cada lugar en la Universidad, más que nada por que lo que menos deseaba era recibir consideraciones especiales por parte de las personas, solo por ser… nieta de un monarca, aunque en realidad jamás me he considerado especial ni mucho menos diferente al resto de las demás personas… un aspecto que aprendí y sobre todo siempre he admirado en mis padres, quiénes a fin de cuentas decidieron hacer una vida normal sin ninguna clase de complicaciones emocionales, naturalmente la decisión de mamá de vivir una vida tranquila, no le impidió dejar de lado ni mucho menos cumplir con sus obligaciones… Lástima que la felicidad que alguna vez existió entre ellos no fue suficiente como para seguir juntos, sin embargo, viendo el lado positivo de la situación… me alegraba el saber que eran felices, aunque no estuvieran juntos, como a Peter y a mí nos hubiera gustado. Eché ligeramente la cabeza hacia atrás, sacándome el casco de la cabeza y agitando suavemente mi mata de cabello rubio, sintiendo una suave y fresca brisa golpeando mi rostro. Inhalé y exhalé profundamente aspirando el aire, sintiendo como este llenaba mis pulmones. En el pueblo, se respiraba un ambiente de alegría y de expectación por la noche de Halloween… especialmente entre los niños quiénes eran los más entusiasmados con la idea de disfrazarse y salir a pedir dulces. Esbocé una pequeña sonrisa en mi rostro, aparcando la motocicleta afuera de los portales ubicados en la plaza principal. No había tenido oportunidad de conocer el pueblo… por lo que decidí aprovechar la oportunidad de ir al pueblo a buscar un disfraz para la fiesta de disfraces que se llevaría a cabo por la noche. Tras el incidente en la feria de las naciones… tanto mis padres, como Tim, mi Tío Charles, mi Tío Andrew y mi Tío Edward habían tomado sus propias medidas de seguridad… a todos y cada uno de mis primos nos habían asignado un guarura que estuviera con nosotros las 24 hrs del día… y aunque la idea no me agradara, comprendía su preocupación. En fin, Henry, me había echo el favor de prestarme su motocicleta… y a pesar de su insistencia por acompañarme, lo convencí de quedarse en la Universidad, teniendo en cuenta que se había ofrecido para formar parte del Comité de Organización de Eventos no quería que por mi culpa lo regañaran por faltar a sus obligaciones. Suspiré pesadamente, al tiempo que guardaba el casco en el cubículo interno del asiento, donde Henry siempre tenía guardado un casco de repuesto para algún pasajero. Sinceramente, no imaginarme la cara que pondría mamá si supiera que sé conducía esas cosas, como ella las llamaba. Negué suavemente con una sonrisa en mi rostro, mientras guardaba las llaves en mi bolso, para posteriormente echarme a caminar tranquilamente por la acera. No sin antes asegurarme y echar un vistazo por encima de mi hombro, que Reed, mi guarura no me estuviera siguiendo. Respiré aliviada, siguiendo con mi camino, deteniéndome de vez en cuando a observar los escaparates de los almacenes. Justo en ese momento a través de una de las vitrinas, observé al otro lado de la calle la silueta de una persona que me llamó mi atención al resultarme muy familiar. Pardeé varias veces seguidas, asegurándome que mis ojos no me estuvieran jugando una mala jugarreta… ¿qué posibilidades habría de que…? Giré mi rostro con asombro… Si, si… era él… me reafirme dentro de mis pensamientos, sintiendo de pronto una peculiar alegría. Caminé lentamente hasta él, aprovechando que se había detenido a observar un escaparate de la tienda de enfrente. – ¿Zac… Santana? ¿Eres tú? – pregunté con extraña curiosidad, posiblemente lo estaba confundiendo… o quizás no, la curiosidad por saber si era o no el muchacho alegre que había conocido hace tres veranos exactamente durante un viaje a Miami en el cual había acompañado a Henry; era algo que me estaba matando de la curiosidad.

**ιzzy нale** Sáb Dic 24, 2011 11:10 pm

<br><br><div style="font-family: georgia; letter-spacing: -3px; font-size: 48px; line-height: 0%;font-face: bold; color: #205867; text-shadow: #000 1px 1px 1px;">Juan Urdangarín</div>
as: Juan Valentín de Todos los Santos Urdangarín y Borbón
● Segundo año de Ciencias Políticas >> Fútbol (Capitán y Arquero) ;; Rugby (Primer Centro) ;; Natación
[ Con Natalie Castle ;; En la playa ]

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Desde el momento que puse un pie en esta isla, las cosas no habían dado paso a mejorar entre la situación por la que estaban atravesando William y Diana, y lo que más me angustiaba era ver a Henry al borde de una crisis nerviosa, por no saber que hacer. Henry, era demasiado impulsivo y la mayoría de las veces actuaba sin pensar en las consecuencias... por otro lado, Diana parecía cada vez más ausente… lejos de la realidad, como si una barrera invisible nos separara de su realidad, y de una realidad que se negaba afrontar y a superar. La muerte de mi abuela, sin duda fue un golpe terrible para todos nosotros… su ausencia había dejado un vacio en cada uno de nosotros, una herida que no sabía si con el tiempo sanaría… aunque al final las heridas lo único que dejan a su paso son solo cicatrices. Han pasado meses, desde que mi abuela nos abandonó y aunque el tiempo lo cura todo, aún no he encontrado la resignación que toda persona necesita para afrontar un golpe tan duro, como el de perder a una de las personas que más has amado en la vida. Por lo que trato de enfocarme en mis estudios, como medio de distracción para no pensar y de alguna manera olvidar todo lo que viví durante el verano y retomar mi vida con la mayor normalidad del mundo… pero, no era nada sencillo. Con todo lo que he estado viviendo las últimas semanas, apenas había tenido tiempo de adaptarme y recorrer las instalaciones de la Universidad… Henry, me acompañaba a mis clases y siempre que podíamos desayunábamos o almorzábamos juntos, incluso me había dibujado un mapa de la Universidad, el cual me ha sido de gran ayuda ahorrándome la vergüenza de tener que preguntar donde quedaba cada lugar en la Universidad, más que nada por que lo que menos deseaba era recibir consideraciones especiales por parte de las personas, solo por ser… nieta de un monarca, aunque en realidad jamás me he considerado especial ni mucho menos diferente al resto de las demás personas… un aspecto que aprendí y sobre todo siempre he admirado en mis padres, quiénes a fin de cuentas decidieron hacer una vida normal sin ninguna clase de complicaciones emocionales, naturalmente la decisión de mamá de vivir una vida tranquila, no le impidió dejar de lado ni mucho menos cumplir con sus obligaciones… Lástima que la felicidad que alguna vez existió entre ellos no fue suficiente como para seguir juntos, sin embargo, viendo el lado positivo de la situación… me alegraba el saber que eran felices, aunque no estuvieran juntos, como a Peter y a mí nos hubiera gustado. Eché ligeramente la cabeza hacia atrás, sacándome el casco de la cabeza y agitando suavemente mi mata de cabello rubio, sintiendo una suave y fresca brisa golpeando mi rostro. Inhalé y exhalé profundamente aspirando el aire, sintiendo como este llenaba mis pulmones. En el pueblo, se respiraba un ambiente de alegría y de expectación por la noche de Halloween… especialmente entre los niños quiénes eran los más entusiasmados con la idea de disfrazarse y salir a pedir dulces. Esbocé una pequeña sonrisa en mi rostro, aparcando la motocicleta afuera de los portales ubicados en la plaza principal. No había tenido oportunidad de conocer el pueblo… por lo que decidí aprovechar la oportunidad de ir al pueblo a buscar un disfraz para la fiesta de disfraces que se llevaría a cabo por la noche. Tras el incidente en la feria de las naciones… tanto mis padres, como Tim, mi Tío Charles, mi Tío Andrew y mi Tío Edward habían tomado sus propias medidas de seguridad… a todos y cada uno de mis primos nos habían asignado un guarura que estuviera con nosotros las 24 hrs del día… y aunque la idea no me agradara, comprendía su preocupación. En fin, Henry, me había echo el favor de prestarme su motocicleta… y a pesar de su insistencia por acompañarme, lo convencí de quedarse en la Universidad, teniendo en cuenta que se había ofrecido para formar parte del Comité de Organización de Eventos no quería que por mi culpa lo regañaran por faltar a sus obligaciones. Suspiré pesadamente, al tiempo que guardaba el casco en el cubículo interno del asiento, donde Henry siempre tenía guardado un casco de repuesto para algún pasajero. Sinceramente, no imaginarme la cara que pondría mamá si supiera que sé conducía esas cosas, como ella las llamaba. Negué suavemente con una sonrisa en mi rostro, mientras guardaba las llaves en mi bolso, para posteriormente echarme a caminar tranquilamente por la acera. No sin antes asegurarme y echar un vistazo por encima de mi hombro, que Reed, mi guarura no me estuviera siguiendo. Respiré aliviada, siguiendo con mi camino, deteniéndome de vez en cuando a observar los escaparates de los almacenes. Justo en ese momento a través de una de las vitrinas, observé al otro lado de la calle la silueta de una persona que me llamó mi atención al resultarme muy familiar. Pardeé varias veces seguidas, asegurándome que mis ojos no me estuvieran jugando una mala jugarreta… ¿qué posibilidades habría de que…? Giré mi rostro con asombro… Si, si… era él… me reafirme dentro de mis pensamientos, sintiendo de pronto una peculiar alegría. Caminé lentamente hasta él, aprovechando que se había detenido a observar un escaparate de la tienda de enfrente. – ¿Zac… Santana? ¿Eres tú? – pregunté con extraña curiosidad, posiblemente lo estaba confundiendo… o quizás no, la curiosidad por saber si era o no el muchacho alegre que había conocido hace tres veranos exactamente durante un viaje a Miami en el cual había acompañado a Henry; era algo que me estaba matando de la curiosidad.

**ιzzy нale** Sáb Mar 31, 2012 4:14 am

Isobel Bessette

as: Isobel Aurelle Bessette
● Cuarto año >> Taller de Guión & Literatura ;; Ballet ;; Voley (Capitana y Delantera)
[ Con Paris Bessette ;; En la playa ]

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Desde el momento que puse un pie en esta isla, las cosas no habían dado paso a mejorar entre la situación por la que estaban atravesando William y Diana, y lo que más me angustiaba era ver a Henry al borde de una crisis nerviosa, por no saber que hacer. Henry, era demasiado impulsivo y la mayoría de las veces actuaba sin pensar en las consecuencias... por otro lado, Diana parecía cada vez más ausente… lejos de la realidad, como si una barrera invisible nos separara de su realidad, y de una realidad que se negaba afrontar y a superar. La muerte de mi abuela, sin duda fue un golpe terrible para todos nosotros… su ausencia había dejado un vacio en cada uno de nosotros, una herida que no sabía si con el tiempo sanaría… aunque al final las heridas lo único que dejan a su paso son solo cicatrices. Han pasado meses, desde que mi abuela nos abandonó y aunque el tiempo lo cura todo, aún no he encontrado la resignación que toda persona necesita para afrontar un golpe tan duro, como el de perder a una de las personas que más has amado en la vida. Por lo que trato de enfocarme en mis estudios, como medio de distracción para no pensar y de alguna manera olvidar todo lo que viví durante el verano y retomar mi vida con la mayor normalidad del mundo… pero, no era nada sencillo. Con todo lo que he estado viviendo las últimas semanas, apenas había tenido tiempo de adaptarme y recorrer las instalaciones de la Universidad… Henry, me acompañaba a mis clases y siempre que podíamos desayunábamos o almorzábamos juntos, incluso me había dibujado un mapa de la Universidad, el cual me ha sido de gran ayuda ahorrándome la vergüenza de tener que preguntar donde quedaba cada lugar en la Universidad, más que nada por que lo que menos deseaba era recibir consideraciones especiales por parte de las personas, solo por ser… nieta de un monarca, aunque en realidad jamás me he considerado especial ni mucho menos diferente al resto de las demás personas… un aspecto que aprendí y sobre todo siempre he admirado en mis padres, quiénes a fin de cuentas decidieron hacer una vida normal sin ninguna clase de complicaciones emocionales, naturalmente la decisión de mamá de vivir una vida tranquila, no le impidió dejar de lado ni mucho menos cumplir con sus obligaciones… Lástima que la felicidad que alguna vez existió entre ellos no fue suficiente como para seguir juntos, sin embargo, viendo el lado positivo de la situación… me alegraba el saber que eran felices, aunque no estuvieran juntos, como a Peter y a mí nos hubiera gustado. Eché ligeramente la cabeza hacia atrás, sacándome el casco de la cabeza y agitando suavemente mi mata de cabello rubio, sintiendo una suave y fresca brisa golpeando mi rostro. Inhalé y exhalé profundamente aspirando el aire, sintiendo como este llenaba mis pulmones. En el pueblo, se respiraba un ambiente de alegría y de expectación por la noche de Halloween… especialmente entre los niños quiénes eran los más entusiasmados con la idea de disfrazarse y salir a pedir dulces. Esbocé una pequeña sonrisa en mi rostro, aparcando la motocicleta afuera de los portales ubicados en la plaza principal. No había tenido oportunidad de conocer el pueblo… por lo que decidí aprovechar la oportunidad de ir al pueblo a buscar un disfraz para la fiesta de disfraces que se llevaría a cabo por la noche. Tras el incidente en la feria de las naciones… tanto mis padres, como Tim, mi Tío Charles, mi Tío Andrew y mi Tío Edward habían tomado sus propias medidas de seguridad… a todos y cada uno de mis primos nos habían asignado un guarura que estuviera con nosotros las 24 hrs del día… y aunque la idea no me agradara, comprendía su preocupación. En fin, Henry, me había echo el favor de prestarme su motocicleta… y a pesar de su insistencia por acompañarme, lo convencí de quedarse en la Universidad, teniendo en cuenta que se había ofrecido para formar parte del Comité de Organización de Eventos no quería que por mi culpa lo regañaran por faltar a sus obligaciones. Suspiré pesadamente, al tiempo que guardaba el casco en el cubículo interno del asiento, donde Henry siempre tenía guardado un casco de repuesto para algún pasajero. Sinceramente, no imaginarme la cara que pondría mamá si supiera que sé conducía esas cosas, como ella las llamaba. Negué suavemente con una sonrisa en mi rostro, mientras guardaba las llaves en mi bolso, para posteriormente echarme a caminar tranquilamente por la acera. No sin antes asegurarme y echar un vistazo por encima de mi hombro, que Reed, mi guarura no me estuviera siguiendo. Respiré aliviada, siguiendo con mi camino, deteniéndome de vez en cuando a observar los escaparates de los almacenes. Justo en ese momento a través de una de las vitrinas, observé al otro lado de la calle la silueta de una persona que me llamó mi atención al resultarme muy familiar. Pardeé varias veces seguidas, asegurándome que mis ojos no me estuvieran jugando una mala jugarreta… ¿qué posibilidades habría de que…? Giré mi rostro con asombro… Si, si… era él… me reafirme dentro de mis pensamientos, sintiendo de pronto una peculiar alegría. Caminé lentamente hasta él, aprovechando que se había detenido a observar un escaparate de la tienda de enfrente. – ¿Zac… Santana? ¿Eres tú? – pregunté con extraña curiosidad, posiblemente lo estaba confundiendo… o quizás no, la curiosidad por saber si era o no el muchacho alegre que había conocido hace tres veranos exactamente durante un viaje a Miami en el cual había acompañado a Henry; era algo que me estaba matando de la curiosidad.

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